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DIPLOMADO DE FAMILIA

ASIGNACION clase 7. Terapia Contextual, Justicia Relacional. El perdón.

MARIA TERESA TOVAR Q.


CI.V-6518270

Basado en el análisis de la película COCO.

1. Lealtades invisibles en la familia Rivera. Desde la Tatarabuela de Miguel (Mamá


Imelda) se comienza a limitar la posibilidad de que cada miembro de la familia
tenga la libertad de poder elegir el oficio que quiere desempeñar, fomentando
el destino repetitivo como muestra de solidaridad y modo de aceptación. Mamá
Imelda no elaboró el duelo de la pérdida de su esposo Héctor, quien para ella
prefirió la música que a la familia (duelo inacabado) desplazando sus
sentimientos de dolor, tristeza, incertidumbre sin indagar para no sufrir, las
verdaderas razones del no retorno de su pareja, convirtiendo este hecho en un
secreto familiar (dramas secretos) y generándole a lo largo del tiempo mucho
malestar que transmitió a otras generaciones ante la ausencia de clarificación
sobre lo ocurrido (palabras nunca dichas, no hubo despedida, no hubo cierre).
Sin embargo, Miguel desea romper ese patrón y conquistar su libertad sin
importar los vínculos de la lealtad: parentesco biológico y compromiso con la
familia, se siente identificado con alguien fuera de su grupo familiar que lo lleva
acercarse al entramado secreto de sus antecesores a través de su pasión que es
la música.

2. Mandatos: La familia Rivera a lo largo de tres generaciones se había movido en


torno a lo que consideraban el destino familiar basado en la premisa siguiente:
Si eres un Rivera… Un Rivera es …Un zapatero hasta los huesos. Esto de
ninguna manera fue una creencia ni una tradición hasta que por un hecho no
clarificado lo potencia, lo convierte en una exigencia y una expectativa a
cumplir. Se explica el mandato tras la creencia transmitida
intergeneracionalmente de que la música separó a la familia y los zapatos la
unieron y en esto se va probar la lealtad para ver quienes cumplieron con la
misión conscientemente que le fue encomendada.

3. Delegaciones: Hasta la generación de Miguel se había delegado esa exigencia


en los miembros de cada generación ya que la tatarabuela Imelda se había
encargado de influir en todos y muy especialmente en su nieta la abuela Elena
de quien se decía dirigía la casa como Mamá Imelda todas las actividades sin
música y era la que hacía mayor presión en las generaciones siguientes. Al final
de la historia, una vez develado el secreto, se abre el compás para el duelo y la
reprogramación de la historia familiar y se cambió la delegación y el mandato,
Miguel se encargará de recuperar las canciones de su abuelo Héctor para la
Casa Museo de Héctor Rivera y así tratar de que sea recordado por siempre.

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