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PRE

ECONOMIA
DESIGUALDAD ECONOMICA
DOCENTE: MGTER PAUL FLOREZ CARDOSO
ALUMNA: SARA AMERICA CUBA PONCE
CODIGO: 201804210B SEMESTRE: 2019 - I

2019
ECONOMIA

INTRODUCCION

En conformidad a la Escuela Profesional de Ingeniería Ambiental y


Recursos Naturales de la Facultad de Ingenierías de la
Universidad Tecnológica de los An des – Filial Cusco, presento el
trabajo de investigación titulado DESIGUALDAD ECONOMICA, así
mismo se desarrollan los sub temas correspondientes al tema
como desigualdad económica en el Perú y en el mundo.

El trabajo de investigación en la asignatura de Economía, como


asignatura básica e importante ameritan elaborar un trabajo de
investigación en pro de nuestro desarrollo profesio nal , con el
objeto de obtener conocimientos y desarrollar el aprendizaje
correspondiente y contrastarla en las actividades profesionales a
desarrollar, el cual es necesario para la actualización de
conocimientos actuales.

La Alumna

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ESQUEMA
1. DESIGUALDAD ECONOMICA
1.1 DESIGUALDAD ECONOMICA EN EL PERU
. DISTRIBUCION DEL INGRESO
- DISTRIBUCION DE LA RIQUEZA
1.2 DESIGUALDAD EN LA ECONOMIA
MUNDIAL
- LA DESIGUALDAD GLOBAL Y SUS
TENDENCIAS
1.3 FUENTE DE LA DESIGUALDAD
ECONOMICA
- CAPITAL HUMANO
- DISCRIMINACION

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DESIGUALDAD ECONOMICA
La desigualdad económica es la situación en la existe una diferencia
relacionada con la renta, la riqueza o bienestar económico entre los diferentes
integrantes de la población de una zona geográfica..

Es evidente, que la desigualdad es lo contrario de la igualdad. Y, en última


instancia, la igualdad implica que dos personas tienen lo mismo. Por tanto, la
desigualdad tendrá lugar siempre que diferentes personas o colectivas
disfruten de una renta, riqueza o bienestar diferentes.

La desigualdad económica es la diferencia que existe en la distribución de


bienes, ingresos y rentas en el seno de un grupo, una sociedad, un país o entre
países.

Existen numerosos factores que influyen en la aparición de la desigualdad


económica y que suelen aparecer de forma conjunta:

Dificultades para el acceso a la formación. La posibilidad de formarse y de


aprender da la oportunidad a muchas personas de acceder a puestos de
trabajo mejores y salarios más elevados. Por el contrario, cuando las personas
no pueden acceder al conocimiento, sus oportunidades laborales se ven
limitadas, lo que perpetúa la situación pobreza.

Imposibilidad de acceder a los espacios de toma de decisiones. La posibilidad


de que los ciudadanos participen en las instituciones que toman las decisiones
que los afectan favorece la igualdad.

Desigualdad de género. El hecho de que las mujeres en muchos países


reciban un trato desigual en cuanto al acceso a la educación o al mundo laboral
tiene efectos negativos sobre la sociedad.

Conflictos. Las guerras y las contextos de violencia prolongada producen


pobreza y éxodos de personas hacia otros lugares seguros. La falta de
seguridad y el miedo generan inestabilidad en todos los ámbitos de la vida y
pone trabas al progreso.

Como ves, la desigualdad económica es un problema que tiene muchas


facetas y múltiples consecuencias. Son muchas las iniciativas que se han
llevado a cabo hasta ahora para terminar con esta situación, pero no son
suficientes, es necesaria una gran implicación por parte de todos.

Causas de la desigualdad económica

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Como fenómeno, la desigualdad tiene unas causas. O lo que es lo


mismo, una serie de circunstancias que provocan la desigualdad.

Hemos recogido un conjunto de los aspectos más relevantes a los que


citan distintos organismo internacionales, así como las principales
investigaciones. Algunas causas que pueden influir en la desigualdad
son:

 Globalización
 Salarios muy bajos de un sector de la población
 Marcos laborales que desprotegen a los trabajadores
 Cambios tecnológicos
 Catástrofes naturales y guerras
 Marcos legales desiguales
 Desigualdad de género (Ver brecha salarial)
 Ausencia de los derechos fundamentales
 Inexistencia de redistribución de riqueza
 Políticas fiscales que favorecen a las rentas altas
 Falta de acceso a servicios básicos: educación, sanidad y justicia.
 Corrupción

Una nota importante recae en la expresión ‘pueden influir’. No estamos


diciendo que influyan o no, pero sí es cierto que podrían ser una causa
de la desigualdad económica.

Consecuencias de la desigualdad económica


Las causas que hemos estudiado anteriormente, motivan a su vez una serie de
consecuencias. Conviene no confundir causas y consecuencias.

Aunque, cabe indicar, que en algunos casos se retroalimentan. Por ejemplo, la


corrupción puede provocar un aumento de la desigualdad y a su vez, como
consecuencia, dar como resultado más corrupción. Entre las consecuencias
más destacadas de la desigualdad económica se encuentran:

 Reducción del crecimiento económico


 Huelgas de los trabajadores
 Aumentos del salario mínimo
 Cambios en las leyes laborales
 Conflictos sociales
 Delincuencia e inseguridad
 Políticas fiscales que ‘penalicen’ a las rentas altas

Las anteriores, al igual que en las causas, también son ‘posibles’


consecuencias. Por tanto, no estamos diciendo que sean consecuencia directa,
pero podría ocurrir.

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1.1. DESIGUALDAD ECONOMICA EN EL PERU

Comparado con los países vecinos, el Perú tiene la menor tasa de desigualdad
en los ingresos, según cifras del Banco Mundial(BM). A través del coeficiente
de Gini –donde el número cero indica que todos tienen el mismo ingreso y el 1
significa que una persona concentra todo el ingreso y el resto no tiene nada –la
desigualdad en el Perú registraba un 0,44 en el 2015, en Bolivia, 0,45;
en Ecuador, 0,46; en Chile 0,47; y en Colombia y Brasil, 0,51.

Vale precisar, sin embargo, que estos resultados se concentran únicamente en


la igualdad vista desde la parte financiera. Y también conviene resaltar que el
Perú no ha reducido su desigualdad en los últimos cuatro años, de
acuerdo al BM.

Esta tasa, entonces, no considera factores como el acceso básico a servicios


de salud, educación, saneamiento o seguridad, “por lo que no representa la
desigualdad en todas sus dimensiones”, según Alberto Stella, director
de ONUSIDA para Bolivia, Ecuador y el Perú.

“Desde el punto de vista geográfico, por ejemplo, la pobreza en la zona urbana


peruana decreció, pero aumentó en el área rural”, señala el ejecutivo.

Es significativo agregar en este contexto que el Perú es parte de un


compromiso global firmado desde el 2015, la Agenda 2030, el cual indica que
el país debe potenciar y promover la inclusión social, económica y política de
todas las personas, es decir, reducir la desigualdad pero sin deterioro alguno
de las condiciones de vida actuales.

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EL PAPEL DE LAS PYMES

En acompañamiento a las políticas públicas, el empuje que el sector privado en


el Perú pueda darle a la reducción de la desigualdad estará concentrado en el
valor que las pequeñas y microempresas puedan realizar: el 99,4% del sector
formal empresarial está formado por este tipo de emprendimientos.

“La ONU para el Desarrollo Industrial tiene sólidas evidencias sobre el papel
central que juega el sector privado en la reducción de la desigualdad. Y de
hecho, a nivel mundial, las pymes constituyen el 95% de las empresas
existentes, que serían como el motor del desarrollo”, explica Stella a nuestro
suplemento.

RECONOCIMIENTO EN CAMINO

Para inspirar acción alrededor de los objetivos de la Agenda 2030,


la ONU, Perú 2021, KPMG y El Comercio lanzaron la iniciativa Perú por los
Objetivos de Desarrollo Sostenible (PODS).

La iniciativa tiene dos canales principales: un reconocimiento a los esfuerzos


que los actores involucrados -empresas de todo tamaño, ONG y
emprendimientos- realizan para contribuir al cumplimento de la agenda, el cual
se entregará en setiembre de este año; y un mix de plataformas digitales
(pods.pe) que brinda información clave sobre la Agenda 2030 y sobre este
reconocimiento.

Las causas de la desigualdad en el Perú La evidencia presentada muestra, en


general, que la desigualdad es una característica persistente en la economía
peruana. ¿Por qué la desigualdad es tan persistente en el Perú? Esa es la
pregunta que respondemos preliminarmente en esta sección. Como se ha

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mencionado, la desigualdad puede estar asociada, esencialmente, al estilo de


crecimiento económico y a la carencia de una política fiscal redistributiva, en
especial desde el sector educación. Adicionalmente, la desigualdad puede
estar vinculada al tipo de apertura al comercio internacional. En esta sección,
intentaremos describir los mecanismos por los que cada uno de estos factores
pueden explicar el actual grado de desigualdad en el Perú.

a) El modelo de crecimiento económico

El modelo del crecimiento vigente en Perú se caracteriza por una clara


dependencia de las actividades extractivas, un escaso eslabonamiento
industrial y una heterogeneidad productiva marcada por la elevada
concentración de la fuerza laboral en sectores de baja productividad.
Son precisamente estas características las que derivan en una
pronunciada desigualdad en el ingreso. Por una parte, la industria
extractiva en el Perú está asociada directamente con la participación del
capital extranjero, en la forma de enclaves económicos, con pocos
eslabonamientos hacia atrás o hacia adelante, en comparación a otros
tipos de industrias (Jiménez, 2010). Estas estructuras productivas
configuran un escenario donde naturalmente se da una marcada
desigualdad en los ingresos laborales, incluso si no hubiera desigualdad
en la productividad, debido a la asignación de los derechos de
explotación de los recursos. Ello se debe a que la renta generada por el
derecho de propiedad o el derecho de uso de un recurso es un factor
que naturalmente eleva la desigualdad. Además, la participación directa
del capital extranjero en la actividad extractiva hace necesaria la
presencia de personal de confianza, que recibe remuneraciones por
encima de la de su aparente productividad marginal. Finalmente, la
volatilidad en los precios de los minerales también contribuye a la
desigualdad, dado que suele beneficiar a aquellos agentes cuya
remuneración o beneficio no está fija, a diferencia de lo que ocurre con
los asalariados. Waldo Mendoza, Janneth Leyva y José Luis Flor. La
distribución del ingreso en el Perú 87 En contraste, existe poco
desarrollo de la actividad manufacturera en Perú, así como una muy
insuficiente industrialización de la actividad agropecuaria. Ambos tipos
de industria son usualmente las que emplean de manera masiva a los
trabajadores en trabajos de alto valor agregado, con varios
encadenamientos hacia atrás y hacia adelante. Consecuentemente,
existe un problema de trabajo suficiente, asociado al poco valor
agregado en las etapas de producción.

Sin embargo, el rasgo que más salta a la vista es la heterogeneidad en


la productividad. En el Perú coexisten métodos de producción modernos
y productivos —asociados principalmente a la participación del capital
extranjero— con métodos de producción obsoletos y con bajas
productividades —asociados al sector terciario—. De hecho, este
problema es denominado la tercerización de la economía por Jiménez
(2010), quien argumenta que el modelo económico de crecimiento
mantiene una gran proporción de la PEA empleada en el sector terciario

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(71,7%), con baja productividad, de la cual casi ¾ trabajan en empresas


de pequeña escala (de uno a diez trabajadores). Jiménez también
señala que el modelo económico ha estado asociado a un
estancamiento en el crecimiento de la intensidad en capital de la
producción desde 1980, aproximadamente. Esto es particularmente
relevante si consideramos que los sectores con mayor productividad
son aquellos que tienen una mayor intensidad en capital, como se
aprecia en el gráfico 8. De la misma manera, a nivel geográfico, es
importante observar que Perú tiene un problema de conexión real que
impide la integración horizontal y vertical de los diferentes centros
urbanos del país. Además, la alta incidencia de la pobreza sumada
Desigualdad distributiva en el Perú: dimensiones 88 a la falta de
infraestructura vial impide que ocurra una dinámica de expansión de
mercados que lleve a la mejora en el rendimiento de los productores
locales vía la división de trabajo provocada por el aumento en la escala
de la producción. De hecho, para Jiménez, este es un elemento
fundamental en la consolidación de una «Economía Nacional de
Mercado», esto es, la construcción de una demanda interna suficiente,
capaz de generar un círculo virtuoso al expandir los límites de la
producción nacional. El impacto que tiene este problema de ausencia
de mercados internos es más sentido fuera de Lima y del eje exportador
de la costa. Dado que en la sierra y en la selva, excluyendo a la
actividad primario-exportadora, no existe la facilidad de producción y
exportación de productos demandados en el extranjero, la inexistencia
de mercados locales para la producción limita severamente las
posibilidades de desarrollo de industria y agricultura industrial, limitando
a su vez las posibilidades de crecimiento descentralizado, lo que
impacta necesariamente sobre la desigualdad.

b) El rol del Estado

Mediante las políticas fiscales, el Estado puede alterar la distribución del


ingreso en la economía. Por una parte, los instrumentos de tributación
gravan directamente la riqueza (en stock o en flujo) de los agentes o
indirectamente, al gravar las transacciones económicas. Ello permite,
entre otros fines, recaudar fondos para financiar políticas de gasto. Así el
gasto público influye sobre la distribución de ingreso al transferir parte de
esos fondos a las familias, ya sea en forma de infraestructura, servicios
o transferencias líquidas. A continuación presentamos un análisis del rol
de estas dos políticas del Estado sobre la desigualdad, desde la
perspectiva de Figueroa (1993).

La política tributaria

Figueroa (1993) indica que un aumento de la importancia de los


impuestos indirectos respecto de los ingresos tributarios totales indica
una transformación regresiva de la estructura tributaria, dado que ellos
afectan principalmente a las familias de pocos ingresos. Por el contrario,
una estructura impositiva basada en los impuestos directos es más

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progresiva, toda vez que la base impositiva es el patrimonio. Respecto a


los impuestos indirectos, su impacto distributivo depende de qué
participación respecto del gasto del hogar tienen los bienes gravados (o,
en el caso de los combustibles, los bienes cuya producción y consumo
utilizan como factor de producción al bien gravado). En el caso de los
impuestos a bienes importados, es presumible que el impuesto gravado
sea progresivo, dada la condición de bienes superiores que tienen los
bienes gravados.

La distribución del ingreso en el Perú 89 de ingresos. En el caso de los


impuestos a los combustibles, el impacto es regresivo en general24,
debido a la importancia que tienen en la producción y comercialización
de bienes de consumo. En ese sentido, una estructura tributaria será
más progresiva si hay una mayor importancia de los impuestos a las
importaciones dentro de los impuestos indirectos y se volverá menos
progresiva si la importancia de los impuestos a los combustibles crece.
Figueroa (1993) observa, para la década de 1980, que (i) se reduce la
participación de los impuestos directos en los ingresos tributarios totales;
(ii) se reduce la participación del impuesto a la renta dentro de los
impuestos directos; (iii) se reduce el peso de los impuestos a las
importaciones y (iv) aumenta el de los impuestos a los combustibles
respecto del total de impuestos indirectos. Dichas características
configuran una estructura tributaria más regresiva, de acuerdo a lo
argumentado líneas arriba.

El rol del gasto público

La contraparte de la política de recaudación es la política de gasto. No


se puede negar que ha habido avances importantes, en especial en la
última década, respecto a la progresividad del gasto público,
principalmente debido a la expansión en la provisión de servicios
públicos mediante la construcción de infraestructura y el desarrollo de
programas de transferencias a las poblaciones de menores ingresos.
Sin embargo, bajo una mirada de largo plazo, los avances recientes
aparecen como la recuperación de una política fiscal efectiva en la
reducción de la desigualdad, característica muy debilitada desde la
crisis de fines de la década de 1980 y hasta fines de la década de 1990.

Durante la década de 1980 y, en especial, para la crisis de finales de la


misma,Figueroa (1993) observa que la política de gasto público agravó
el problema distributivo. Las razones para ello fueron (i) la reducción
importante que hubo en el gasto público social per cápita, ante una
población en proceso de pauperización; (ii) el retroceso en la calidad de
los bienes y servicios provistos por el Estado, particularmente en
educación y salud; y (iii) el reducido impacto en reducción de la pobreza
que tuvieron los programas de compensación social. Volveremos a este
enfoque más adelante.

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Para la década de 1990, aunque el gasto social se incrementó, tanto


como porcentaje del PBI y medido en términos per cápita (ver gráfico
10), hubo un notable sesgo asistencialista. De hecho, de acuerdo a
Yamada y Castro (2006, p. 12), se triplicó el peso de la asistencia social
dentro del gasto social, pasando de 4,8% en la década de 1980 a
16,1% en la década de 1990. Para los mismos autores, el sesgo
asistencialista no permitió que el incremento importante del gasto social

sirviera esencialmente para la reducción de corto plazo de la pobreza.

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1.2. DESIGUALDAD EN LA ECONOMIA MUNDIAL

LA DESIGUALDAD GLOBAL Y SUS TENDENCIAS

La riqueza mundial creció significativamente durante las últimas dos


décadas, pero la riqueza per cápita se redujo o se estancó en más de
20 países pertenecientes a varios grupos de ingresos, de acuerdo con
un nuevo informe del Banco Mundial. En el informe, que no se limita a
indicadores tradicionales como el producto interno bruto (PIB), se
utiliza la riqueza para seguir de cerca los avances económicos y la
sostenibilidad de los países.

En el informe The Changing Wealth of Nations 2018 (La riqueza


cambiante de las naciones 2018) se hace un seguimiento de la
riqueza de 141 países entre 1995 y 2014 combinando capital natural
(como bosques y minerales), capital humano (ingresos a lo largo de la
vida de una persona), capital producido (edificios, infraestructura, etc.)
y activos extranjeros netos. Se concluyó que, en términos
generales, el capital humano fue el componente más importante de la
riqueza, mientras que el capital natural representó casi la mitad de la
riqueza de los países de ingreso bajo.

“Fortaleciendo y promoviendo el capital natural y humano, los países


del mundo pueden fomentar la riqueza y fortalecerse. El Grupo Banco
Mundial está acelerando sus esfuerzos para ayudar a los países a
invertir más —y con mayor eficiencia— en su población”, declaró el
presidente del Grupo del Banco, Jim Yong Kim. “No puede haber
desarrollo sostenido y confiable si no tenemos en cuenta el capital
humano como el componente más importante de la riqueza de las
naciones”.

En el informe se llegó a la conclusión de que la riqueza mundial creció


aproximadamente un 66 % (de USD 690 billones a USD 1143 billones
en dólares estadounidenses constantes de 2014 a precios de
mercado). Pero la desigualdad fue considerable, dado en los países
de ingreso alto de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo
Económicos (OCDE) la riqueza per cápita fue 52 veces mayor que la
de los países de ingreso bajo.

Se registró una disminución en la riqueza per cápita de varios países


grandes de ingreso bajo, algunos países de Oriente Medio ricos en
carbón y algunos países de ingreso alto de la OCDE afectados por la
crisis financiera de 2009. La disminución de dicha riqueza implica que
pueden agotarse activos que son esenciales para generar futuros

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ingresos, un hecho que no siempre se ve reflejado en las cifras de


crecimiento nacional del PIB.

En el informe se concluyó que, durante las últimas dos décadas, más


de 20 países de ingreso bajo, donde en 1995 el capital natural era el
componente predominante de la riqueza general, pasaron a ser de
ingreso mediano, en parte invirtiendo ganancias derivadas del capital
natural en sectores como el de infraestructura, así como en los de
educación y salud, que incrementan el capital humano.

Asimismo, se señala que, si bien las inversiones en capital humano y


en capital producido son esenciales, hacerse rico no implica
solamente liquidar capital natural para generar otros activos. El capital
natural por persona de los países de la OCDE es tres veces más
elevado que el de los países de ingreso bajo, aun cuando en los
primeros la proporción de capital natural en relación con la riqueza
total es apenas el 3 %.

“El crecimiento será a corto plazo si se basa en el agotamiento del


capital natural como los bosques y los recursos pesqueros. Lo que
hemos demostrado en nuestra investigación es que el valor del capital
natural por persona tiende a aumentar con los ingresos. Esto
contradice la concepción tradicional de que el desarrollo implica
necesariamente el agotamiento de los recursos naturales”, declaró
Karin Kemper, directora superior del Departamento de Prácticas
Mundiales de Medio Ambiente y Recursos Naturales del Banco
Mundial.

El informe estima que el valor de los activos de capital natural se


duplicó a nivel mundial entre 1995 y 2014. Esto es resultado, entre
otros factores, del incremento en los precios de los productos básicos
así como el aumento en las reservas económicamente probadas. En
contraste, el valor productivo de los bosques disminuyó 9 % mientras
que la tierra agrícola se expandió a costas de los bosques en muchos
lugares.

En el último informe, que se basa en evaluaciones similares realizadas


por el Banco Mundial en 2006 y 2011, se incluyen por primera vez
estimaciones del capital humano. Este se mide como el valor de los
ingresos de una persona en lo que le resta de vida laboral, teniendo
en cuenta la salud y la educación. Las mujeres representan menos del
40 % del capital humano mundial, debido a que perciben menos
ingresos a lo largo de sus vidas. Lograr la igualdad de género podría
incrementar el capital humano en un 18 %.

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El capital humano y el capital producido representan dos tercios y un


cuarto, respectivamente, de la riqueza mundial. El capital natural
representa un décimo de dicha riqueza, pero sigue siendo el
componente más importante de la riqueza de los países de ingreso
bajo (el 47 % en 2014) y representa más de un cuarto de la riqueza de
los países de ingresos mediano.

La riqueza de los países se calcula a partir de datos de acceso público


extraídos de fuentes reconocidas internacionalmente y utilizando una
metodología que se aplica de manera uniforme en todos los países.
En el informe no se relevaron algunos de los componentes de la
riqueza natural, como el agua, los recursos pesqueros y las fuentes de
energía renovables.

El informe fue financiado, en parte, por la Alianza para la Contabilidad


de la Riqueza y la Valoración de los Servicios de los Ecosistemas
(WAVES) y la Alianza Mundial para la Educación.

La preocupación por la desigualdad

Los setecientos expertos mundiales que participaron en la elaboración del


informe Global Risks 2014 durante el Foro Económico Mundial celebrado en
Davos (Suiza) designaron la desigualdad en los ingresos como el asunto que
mayor impacto podría tener sobre la economía mundial en la próxima década,
por delante de los eventos climáticos extremos, el alto desempleo, las crisis
fiscales y los riesgos geopolíticos. Más recientemente, el mismo Foro de Davos
incluyó la desigualdad global entre los ocho temas clave sometidos a discusión
en 2016. Cuando parece vislumbrarse la salida de la profunda crisis económica
y financiera vivida en el mundo desarrollado, pocas preocupaciones son tan
visibles como los actuales niveles de desigualdad, que alcanzan en muchos
países valores no conocidos desde finales de la Primera Guerra Mundial, en un
proceso de elevación que se inició a comienzos de siglo y que se vio
acentuado por la incidencia de la crisis económica.

Paradójicamente, se escuchan, asimismo, con cierta frecuencia, incluso en


círculos académicos, opiniones respecto a que el verdadero problema es la
pobreza, y que es la carencia de bienes materiales lo que debe preocuparnos.
Consecuentemente, la política económica debería ocuparse de generar
crecimiento, el cual reducirá o incluso eliminará la pobreza y corregirá
significativamente los actuales niveles de desigualdad. Afirmaciones de este
tipo pueden deberse a una cierta pereza intelectual en distinguir ambos
conceptos, pobreza y desigualdad, que con frecuencia aparecen mezclados en
el debate1.

Con frecuencia, pobreza y desigualdad aparecerán juntas, y una elevada


desigualdad implicará que una parte significativa de la población sufre
carencias materiales; pero también puede imaginarse una sociedad rica en la
que existe alta desigualdad, pero apenas carencia de bienes materiales. Es

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todavía más sencillo imaginar un país en África subsahariana, por ejemplo, con
una reducida desigualdad, pero una carencia material extendida a la mayoría
de la población. Por tanto, pobreza y desigualdad pueden manifestarse,
asimismo, por separado. A diferencia de la pobreza, la desigualdad es un
concepto relativo, basado en comparaciones entre personas. Mientras que la
lucha contra la pobreza persigue que todas las personas tengan satisfechas
sus necesidades materiales básicas, lo cual puede analizarse individuo a
individuo, la lucha contra la desigualdad busca que las condiciones en que vive
cada persona no sean injustificadamente inferiores a las que disfrutan las
personas de su entorno.

2. Desigualdad entre países: prima de ciudadanía, desigualdad de


oportunidades y emigración

En su libro Global Inequality, Branko Milanović denomina «prima de


ciudadanía» a la diferencia en la renta per cápita de un país respecto del
promedio global o a la diferencia entre la renta per cápita de dos países, en el
caso de que se establezcan comparaciones bilaterales. En unos países será
positiva y, en otros, negativa, indicando el beneficio o pérdida de renta debidos
al lugar de nacimiento. La existencia de una prima de ciudadanía constituye el
«efecto localización», el componente de renta que viene explicado por el lugar
de nacimiento de un individuo, y es consecuencia de la desigualdad entre
países. El «efecto clase» es el componente de la renta de una persona debido
al entorno social en que nace dentro de su país y refleja la desigualdad interna
a un país. Si los pobres y los ricos estuvieran uniformemente distribuidos entre
países, el efecto clase sería predominante; por el contrario, si existe una
concentración de ricos en un conjunto de países y de pobres en otro conjunto
de países, el efecto localización será el factor más relevante para explicar la
desigualdad global. Pues bien, el efecto localización era casi despreciable en
18206, y sólo un 20% de la desigualdad global se debía a la diferencia entre
países. Había ricos y pobres en todos los países, y la pertenencia a una clase
social era lo que importaba. Esto cambió por completo durante el siglo
siguiente: a mediados del siglo XX, un 80% de la desigualdad global se debía
al lugar en que una persona había nacido, mientras que el 20% se refería a la
clase social. El mundo ha ido desgajándose en zonas cada vez más dispares,
que van desde el mundo más desarrollado hasta lo que Paul Collier
denomina The Bottom Billion, Estados fallidos, países que no tienen ninguna
posibilidad de desarrollo. Esta situación perdura, y hace que exista una «prima
de ciudadanía» positiva si se nace en un país rico, y negativa si se nace en un
país pobre, que resultan difíciles de defender en términos de justicia.

Más adelante veremos que se ha producido una notable convergencia en la


renta per cápita entre países en las últimas décadas, a pesar de lo cual el país
de nacimiento es todavía el principal determinante de la renta de una persona.
También es un hecho que la crisis económica ha acentuado el repunte de
desigualdad interna que se inició a finales del siglo pasado en muchos países
ricos7. De hecho, el factor que condiciona actualmente la evolución de la
desigualdad global no es la diferencia en renta per cápita entre países, sino el
aumento de la desigualdad dentro de los países. Si ambos procesos continúan,
podríamos regresar a la situación del siglo XIX, en el que la pertenencia a una

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determinada clase social era la principal causa de desigualdad, pero aún


estamos lejos de tal situación.

Los ciudadanos de países pobres pueden multiplicar su renta por un elevado


factor si emigran a un país rico. Pero la ganancia potencial depende de la
posición que dicha persona ocupe en la distribución de renta de su país y la
que pueda aspirar a ocupar en la distribución de renta del país de acogida. Si
una persona considera dos países como posible destino migratorio, su decisión
podría basarse en el tramo de la distribución de renta en el que confía en
situarse y, por tanto, depende del nivel de desigualdad de cada país. Por
ejemplo, si un emigrante espera acabar en algún percentil bajo de la
distribución de renta, estará mejor en Suecia que en Estados Unidos, puesto
que en la primera los pobres están mejor situados en relación con la renta
media que en la segunda o, lo que es lo mismo, la prima de ciudadanía,
evaluada en los percentiles bajos de la distribución de renta, es más alta. Por el
contrario, si espera terminar en un percentil superior, sucederá lo contrario.
Esto es malo para los países ricos más igualitarios, que atraerán emigrantes de
escasas capacidades técnicas que esperan terminar en la parte baja de la
distribución de renta. Tener un Estado de bienestar más desarrollado podría
tener este efecto perverso. Otro elemento a tener en cuenta será el grado de
movilidad social. Un país desigual, pero con alta movilidad, será más atractivo
para trabajadores con mayores capacidades.

Ante estas consideraciones, algunos países ricos aceptan únicamente a


inmigrantes “cualificados” con altos niveles educativos o con habilidades
artísticas o deportivas. En otros casos, se intenta atraer a inmigrantes ricos,
como también ha hecho el Gobierno español, concediéndoles la ciudadanía si
invierten determinada cantidad en el país receptor. Con este tipo de
estrategias, la nacionalidad se compra, lo cual puede ser éticamente debatible,
en el sentido apuntado por Michael Sandel8. Este tipo de políticas es atractivo
para el país, pero desde el punto de vista de la desigualdad global es
doblemente discriminatorio: a la existencia de una prima de ciudadanía
añadimos que dicha renta pueda ser disfrutada por personas que, no habiendo
tenido la suerte de nacer en un país rico, disponen de habilidades
excepcionales o de riqueza, aunque no por las demás personas que no
cuentan con tales recursos. Además, puede favorecerse que los ciudadanos
más educados o más ricos de los países más pobres abandonen su país de
origen, debilitando todavía más, de este modo, las posibilidades de desarrollo
del mismo.

Las barreras a la emigración son la contradicción más flagrante de la


globalización. Teóricamente, la globalización implica la posibilidad de que los
factores productivos, los bienes, la tecnología y las ideas puedan moverse
entre países sin restricciones. Esto es prácticamente cierto en la actualidad,
incluyendo también al capital financiero y al comercio en servicios, pero no lo
es para el factor trabajo. Allí donde existe en el mundo una frontera entre un
país rico y un país pobre, surge un conflicto migratorio. La respuesta ha sido en
muchos casos la construcción de barreras físicas de uno u otro tipo, que
pueden truncar o aminorar el flujo de personas, pero nunca van a resolver el
problema. Tenemos ejemplos en la propia frontera sur de España, y el

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presidente Trump hizo de la muralla con México uno de los temas estrella de su
campaña que, además, está tratando de materializar en los inicios de su
mandato. El reflejo más próximo de las barreras a la inmigración fue la más que
tibia y descoordinada respuesta de la Unión Europea ante el fuerte incremento
en los flujos migratorios provenientes de Oriente Próximo el pasado verano, así
como ante la continua tragedia que se vive en el Mediterráneo desde hace
unos años, que ha convertido nuestro querido mar en una trampa mortal para
miles de personas.

Estas situaciones reflejan la tensión que existe entre el derecho de los


ciudadanos a abandonar su propio país y la falta de derecho a ir donde
quieran, el tratamiento diferenciado del trabajo en relación con otros factores
productivos que tienen casi perfecta movilidad, así como la dicotomía entre
políticas que persiguen el desarrollo de las personas dentro de su país de
origen frente a la posibilidad de que cada ciudadano busque su mejor ubicación
en el mundo.

Branko Milanović se pregunta en su libro: ¿por qué no se entiende la


emigración como parte del desarrollo? (p. 149) Su sugerencia es que, aun
manteniendo cierto nivel de discriminación, un tratamiento menos duro de los
inmigrantes en los países receptores podría ser beneficioso a nivel global. Pero
para ello debería considerarse la posibilidad de conceder dos o tres niveles de
derechos de ciudadanía, al menos durante un tiempo. La ciudadanía no
debería ser una variable dicotómica: o se tiene la nacionalidad con todos los
derechos derivados de la misma, o no se tiene la nacionalidad y ninguno de los
derechos que de ella se derivan. Algo así ya sucede en Estados Unidos y en
algunos países de la Unión Europea, en los que los residentes legales no votan
pero sí pagan impuestos. Podrían considerarse distintas alternativas: una parte
de sus impuestos podría destinarse a los nacionales del país receptor que
pueden verse perjudicados por la inmigración, o podría remitirse a sus países
de origen para compensar el gasto incurrido en la educación de quienes han
emigrado. Milanović también ha sugerido la posibilidad de que los emigrantes
tuvieran que trabajar a intervalos en sus países de origen hasta cubrir un cierto
período de tiempo. Esta situación puede proporcionar una mejor y más estable
solución que la habitual alternativa de permitir tan solo un reducido flujo de
inmigrantes que tienen prácticamente los mismos derechos que los ciudadanos
del país de acogida. Estas propuestas son sin duda polémicas y ciertamente
contradictorias con las expectativas de lograr avanzar en la igualdad real de
oportunidades dentro de un país, pero quizá valga la pena considerarlas si ese
es el precio que hay que pagar por aceptar una mayor inmigración. No parece
que el tipo de solución que la Unión Europea alcanzó con Turquía para alejar la
tensión migratoria sea una solución preferible.

3. La desigualdad interna de los países

El segundo capítulo de Global Inequality es un excelente ejercicio de historia de


la desigualdad interna a los países. Comienza describiendo la curva de
Kuznets, en forma de U invertida, como el paradigma acerca de la evolución
previsible del nivel de desigualdad en un país a lo largo de sus fases de
desarrollo, y comentando su rechazo empírico. De modo simple, a partir de una

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ECONOMIA

economía agrícola con un nivel reducido de desigualdad como consecuencia


del escaso desarrollo social, los inicios de la industrialización comienzan a
desarrollar núcleos urbanos a los que acuden trabajadores que reciben salarios
por encima de los generados por las actividades agrícolas. Esto induce una
elevación en el nivel de desigualdad, que continúa creciendo al tiempo que un
mayor contingente de población va desplazándose a las ciudades a trabajar en
el sector industrial. Alcanzado un cierto nivel de desarrollo, las actividades
productivas agrícolas ocupan a un número reducido de personas, mientras que
la mayoría de la población está ocupada en actividades productivas de distinto
nivel de sofisticación, con salarios relativamente homogéneos que generan un
reducido nivel de desigualdad. La existencia de la curva de Kuznets se ha visto
claramente refutada por las experiencias de distintos países que han avanzado
en su fase de desarrollo a la vez que aumentaba su nivel de desigualdad
interna, como Estados Unidos, Reino Unido e incluso países tradicionalmente
igualitarios, como Suecia y Alemania. La reciente experiencia muestra que la
desigualdad salarial es importante y es una de las causas del repunte
observado en las últimas décadas en el nivel de desigualdad en muchos países
desarrollados.

A juicio de Branko Milanović, tampoco otros modelos alternativos permiten


explicar el comportamiento observado en el nivel de desigualdad, lo que le lleva
a reformular la teoría, proponiendo lo que denomina el modelo de las ondas de
Kuznets, una de las contribuciones más originales del libro. Según esta
propuesta, a una curva en forma de U invertida seguiría otra, y antes de que a
lo largo de una de tales curvas el nivel de desigualdad se redujera a mínimos,
el país entraría en una nueva U invertida, a lo largo de la cual el nivel de
desigualdad comenzaría a elevarse nuevamente.

Milanović examina la evidencia acerca de la existencia de tales ondas en dos


tipos de sociedades. En la época preindustrial, en la que fue habitual que las
sociedades experimentaran un estancamiento secular en su renta media, las
causas de los aumentos y de los descensos en los niveles de desigualdad
fueron mayoritariamente idiosincrásicas. Tras la Revolución Industrial, con
sociedades que han experimentado fases de crecimiento sostenido en su renta
media, pueden encontrarse causas comunes a las ondas en desigualdad, que
habría aumentado en una primera onda en línea con la hipótesis de Kuznets,
debido a un cambio estructural que desplazó actividad productiva de la
agricultura al sector de manufacturas, y población de los núcleos rurales al
medio urbano. En el tramo descendente de la onda, la desigualdad se redujo
como consecuencia de «fuerzas benignas»: una mayor oferta de mano de obra
educada, una demanda por una mayor redistribución de renta, y un descenso
en las rentas del capital, así como de «fuerzas malignas», principalmente
guerras, enfermedades y revoluciones, un ejemplo de lo cual fue el descenso
en desigualdad tras la Primera Guerra Mundial.

4. Presente y futuro de la desigualdad global11

Examinemos ahora la desigualdad a nivel global, el objeto del libro de Branko


Milanović. En él se examina la evolución de la desigualdad global utilizando
datos de François Bourguignon y Christian Morrisson entre 1820 y 1992, y

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ECONOMIA

encuestas de hogares entre 1992 y 2011, analizando la relevancia que para la


desigualdad global han tenido la desigualdad entre países y la desigualdad
interna a los países. El análisis de Bourguignon y Morrisson está sujeto al
supuesto de lognormalidad de la distribución de renta que antes comenté y
muestra que la desigualdad global aumentó de modo continuado a lo largo del
siglo XIX, debido al crecimiento de la renta media en Europa Occidental,
Norteamérica y Australia, mientras que el resto de los países, especialmente
China e India, permanecían estancados, lo que hizo que la desigualdad entre
países aumentase, siendo el principal determinante del aumento en
desigualdad global.

El incremento en desigualdad global se frenó en el período de entre guerras del


siglo XX y alcanzó su máximo y permaneció estabilizado en dicho nivel hasta
finales de siglo. Un primer factor explicativo de dicha estabilización fue la
convergencia en renta entre países: la brecha entre la renta per cápita de
algunos países significados probablemente alcanzó su máximo alrededor de
1970. China e India tenían en ese momento un PIB per cápita similar, con una
gran distancia respecto del de Estados Unidos. Estos tres países dominan la
evolución de la desigualdad en el mundo por razón de su población y de su
participación en la renta mundial. Entre los años cincuenta y mediados de los
setenta del pasado siglo, el PIB per cápita de Estados Unidos, en dólares
internacionales, excedía del de China en un ratio de 20 a 1; sin embargo, al
final de la primera década del presente siglo, dicho ratio es de 4 a 1, el mismo
que en 1870.

Si consideramos grupos más amplios de economías emergentes y


desarrolladas, la convergencia en renta per cápita era un beneficio que cabía
esperar de la globalización, al facilitar ésta el acceso de los países más pobres
a la tecnología y al capital productivo, así como la adquisición de los bienes
que necesitan para desarrollarse. Pero, ¿está produciéndose realmente la
convergencia en renta entre países pobres y ricos? Aunque así debiera ser,
hasta el año 2000 esto no era obvio. Si se cuenta cada país como una unidad,
el índice de Gini de los PIB per cápita de los distintos países se elevó, de
hecho, entre 1980 y 2000, el período conocido como la «alta globalización»,
debido a que Latinoamérica y Europa del Este, que estaban en la zona media
de la distribución de renta internacional, experimentaron recesiones o
depresiones durante ese período. Así, el PIB per cápita de Rusia descendió un
40% entre 1989 y 1998. Brasil prácticamente no creció entre 1980 y 2000, y el
PIB real per cápita de África en 2000 estaba un 20% por debajo de su nivel de
1980. Mientras, los países ricos continuaban creciendo, con un PIB per cápita
superior en un 50% en 2000 con respecto a 1980. Por el contrario, desde el
año 2000, Rusia, Brasil y África han repuntado su crecimiento, mientras que el
mundo rico se veía inmerso en la crisis financiera, lo que, efectivamente, ha
facilitado que se produzca una cierta convergencia en renta per cápita y, con
ello, una menor desigualdad global.

La evidencia acerca de la convergencia en renta es mucho más clara si


ponderamos la renta per cápita de cada país por su población, es decir, si
contabilizamos todos sus ciudadanos, asignándoles una renta igual a la renta
per cápita del país. Cuando se efectúa tal ponderación, que es necesaria si

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ECONOMIA

quiere analizarse la desigualdad global, la evidencia de convergencia es clara,


incluso si excluimos a China. Esto es importante, porque muestra que la
convergencia no depende de lo que suceda en un solo país. Si bien es cierto
que el futuro de la convergencia económica global estará muy influido por las
tasas de crecimiento de China, India y Estados Unidos, otras economías con
una elevada población, como Indonesia, Bangladesh y Vietnam, que han
crecido en las últimas décadas más que los países ricos, también importan.
Para la convergencia en renta y el desarrollo de una clase media global es
preciso que los países pobres y emergentes crezcan más rápidamente que los
países ricos, y que esto suceda parece ahora más probable que lo contrario,
incluso si el crecimiento en China se ralentiza algo. Sin embargo, otros países
han quedado irremediablemente atrás, con escasas posibilidades de
recuperación, haciendo que, desde el punto de vista ético, el crecimiento
económico sea una solución sólo parcial al problema de la elevada
desigualdad.

El segundo factor amortiguador de la desigualdad en el tramo final del siglo XX


fue la propia mejoría de la renta en China, India y otros países del sudeste de
Asia. Consideremos la distribución de renta global, ordenando de menor a
mayor la renta de ciudadanos del mundo para los que disponemos de dicha
información, y contabilizando el número de personas que tiene un nivel de
renta comprendido en sucesivos intervalos. Piénsese que, en este ejercicio, los
ciudadanos pobres de los países ricos tendrán generalmente un nivel de renta
superior a los ciudadanos más favorecidos de muchos países pobres. En
países pobres, tan solo unos pocos ciudadanos tendrán un nivel de renta
comparable a los ciudadanos que ocupan la clase media de los países ricos. El
aumento de renta en China en las últimas décadas ha desplazado a una parte
significativa de su población desde los puestos más bajos en la distribución
global de renta hacia el centro de dicha distribución. Con una población tan
importante, tal desplazamiento permite contrarrestar casi cualquier tendencia al
aumento de desigualdad.

Si examinamos el período comprendido entre 1988 y 2008, para el que se


dispone de encuestas de hogares, la renta de las personas entre los
percentiles 30 y 70 de la distribución global de renta 12 aumentó en más de un
50%. Estas son personas principalmente de los países más poblados de Asia
(China, India, Tailandia, Vietnam e Indonesia) y el avance de su nivel de renta
ha significado el ascenso de lo que puede considerarse la clase media global.
En particular, la aparición de la clase media global está vinculada al fuerte
crecimiento que ha experimentado China en las últimas décadas y que ha
sacado a muchos millones de ciudadanos de situaciones de pobreza. De
hecho, la impresionante reducción que se ha producido en los últimos años en
el número de pobres se ha producido principalmente en dicho país.

Mientras, la renta de las personas entre los percentiles 75 y 99 no creció o lo


hizo de manera moderada. Esto implica el estancamiento de los grupos de
población de países ricos que, teniendo renta alta en comparación con el resto
de los ciudadanos del mundo, son clase media en su país. Efectivamente, la
clase media de los países ricos, y especialmente la clase media-baja, ha visto
estancada su renta en las últimas décadas. Desde luego, ellos no son los

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ECONOMIA

beneficiarios de la globalización: los beneficiarios han sido los pobres y las


clases medias de Asia. Por el contrario, la riqueza de quienes constituyen el
1% de la población mundial de mayor renta creció por encima de un 60%. Este
grupo puede considerarse el otro beneficiario de la globalización.

Este desigual comportamiento de la renta de distintos segmentos de la


población mundial refleja, entre otros factores, dos efectos de la globalización
mencionados en la sección anterior: a) elevación de salarios en algunas clases
trabajadoras de Asia que perciben salarios reducidos, favoreciendo así el
desarrollo de una clase media global y la reducción de la desigualdad global; y
b) una reducción en el crecimiento de la renta en la clase media-baja de
economías avanzadas hasta niveles casi nulos.

El diferenciado crecimiento de los tramos de renta ha contribuido a reducir la


desigualdad global, lo cual queda confirmado en las encuestas de hogares. El
índice de Gini calculado a partir de las encuestas de renta realizadas a los
hogares en todos los países13 descendió desde 72,2 en 1988 a 70,5 en 2008,
la primera vez que descendía desde la Revolución Industrial. Todavía más
notable fue el descenso hasta 67,0, aproximadamente, en 2011, debido a que
el estancamiento de las economías más desarrolladas tras la crisis económica
coincidió con un continuado crecimiento en el resto de las economías,
especialmente en Asia. El hecho es que se ha producido un claro descenso en
desigualdad global desde el año 2000, aproximadamente, un período en el que
India está desempeñando el papel estabilizador de la desigualdad global que
antes le correspondió a China.

Como país más poblado del mundo, lo que sucede en China afecta al estado
global de cualquier cuestión. A pesar del actual freno en el ritmo de crecimiento
económico en dicho país, todo hace esperar que China continúe creciendo a un
ritmo superior al de los países ricos. Bajo esa tendencia, aun a pesar de que la
diferencia en rentas per cápita es todavía importante, en algunos tramos de la
distribución de renta está produciéndose una clara convergencia. Según datos
contenidos en Global Inequality, la diferencia entre la renta media de la octava
decila en China y la segunda decila en Estados Unidos en 2011 era ya muy
reducida14. Este proceso está reduciendo la desigualdad global, aunque, a
partir de determinado momento, la continuada mejoría en la renta de China
tenderá a incrementar la desigualdad global, al pasar grupos importantes de
población a tener niveles moderadamente altos de renta.

La reciente evolución de la desigualdad global nos permite ser actualmente


optimistas acerca de su futuro, si bien con algunos riesgos potenciales: en
primer lugar, si se frenase significativamente el ritmo de crecimiento en Asia, la
tendencia de reducción de la desigualdad global podría cambiar; en segundo
lugar, la reducción observada recientemente en el índice de Gini global se
refiere todavía a un período relativamente corto, por lo que es pronto para
saber si indica una tendencia permanente.

5. La desigualdad en Estados Unidos y China

Como vemos, lo que suceda con la desigualdad interna en Estados Unidos y

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ECONOMIA

China condiciona la evolución de la desigualdad global, además de que puede


servir de orientación para el devenir de la desigualdad en otras economías
desarrolladas y emergentes. Aunque continúa siendo fragmentaria, la evidencia
disponible sobre China sugiere que su nivel de desigualdad interna no ha
aumentado en los últimos años. Parecería estar en el punto alto de la primera
onda de Kuznets, habiéndose producido un aumento de la desigualdad en el
período de transformación estructural de la economía, que en el caso de China
ha consistido en la transición desde el socialismo hacia un incipiente
capitalismo. Factores como la generalización de un mayor nivel de educación,
el acceso a las prestaciones sociales de una creciente población jubilada y la
elevación salarial en las zonas urbanas industrializadas podrían ser los factores
que motivasen una próxima reducción en desigualdad.

Otras fuerzas opuestas podrían contrarrestar los factores mencionados: una


extendida corrupción, contra la que está tratándose de tomar medidas; y un alto
crecimiento relativo de la renta de la reducida población que tiene la propiedad
del capital puede generar tensiones, al estar esta población concentrada en
unos pocos centros urbanos. De hecho, la implantación de un plan regional de
actuación para reducir la desigualdad que se observa entre regiones costeras y
del interior refleja la preocupación que dichas diferencias despiertan en la clase
política, que percibe la desigualdad como un peligro para su propia
supervivencia. Más de un observador político ha sugerido que las notables
desigualdades generadas durante la transición al capitalismo podrían constituir
un peligro para la propia unidad del país, escenario que no debe considerarse
completamente descartable a largo plazo.

Por su parte, Estados Unidos está sujeto a algunos elementos que pueden
continuar tensionando al alza su nivel de desigualdad: 1) una facilidad para la
sustitución entre capital y trabajo que hará que, en la denominada «distribución
funcional de la renta», sea elevada la parte de la renta nacional que remunera
a los propietarios del capital frente a la que remunera a los trabajadores; 2) una
elevada concentración de las rentas del capital en una parte reducida de la
población; 3) el hecho de que quienes reciben elevadas rentas del capital y del
trabajo están siendo cada vez más los mismos; 4) el «emparejamiento
selectivo» es ahora más frecuente: individuos de alta formación y capacidades
que son ricos en términos de capital y trabajo se casan entre sí; 5) la
concentración de renta reforzará el poder político de los más ricos y dificultará
cambios en impuestos, política educativa, asistencia sanitaria e infraestructuras
que podrían haber beneficiado preferentemente a los más pobres. Todos estos
elementos tienden a elevar el nivel de desigualdad y pueden hacer que
Estados Unidos se vaya desplazando a lo largo del tramo ascendente de su
segunda onda de Kuznets.

6. El declive de la clase media en países ricos: consecuencias

En Estados Unidos, la clase media, definida como las personas con renta en un
intervalo de un 25% alrededor de la renta mediana del país, ha disminuido
desde un 33% de la población en 1979 a un 27% en 2000. En dicho período, la
renta media de este grupo pasó de ser un 80% de la renta media a un 77% de
la misma. En 1979, la clase media estadounidense representaba el 26% de la

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ECONOMIA

renta total del país; en 2000, ese porcentaje era del 21%. Un fenómeno similar,
quizás algo más atenuado, se ha observado en muchos países, y en la mayoría
de los países miembros de la OCDE.

Este declive hace que los bienes y servicios consumidos por la clase media
pierdan importancia a ojos de los productores de los mismos. Otra
consecuencia es que disminuye el apoyo en favor de las políticas de provisión
de servicios públicos como la educación y la sanidad, cuyo destinatario
principal es la clase media. Los más ricos pueden preferir un menor gasto en
este tipo de servicios, con la consiguiente reducción de impuestos y sustituirlos
por una provisión privada de los mismos. El fuerte incremento del gasto privado
en seguridad es otro fenómeno que se ha producido en paralelo con los
anteriores. Todo esto conduce a una sociedad polarizada: la clase media se
hace políticamente más irrelevante; la producción desplaza cierta actividad
hacia bienes de consumo de lujo. Una parte del gasto social se desplaza desde
la educación y las infraestructuras hacia la seguridad, y la sociedad se agrupa
en dos clases que no tienen mucho contacto entre sí.

Una posible consecuencia es la plutocracia, bastante evidente en Estados


Unidos. Es bien conocido el elevado coste de las campañas al Congreso y
Senado estadounidenses, que además se llevan a cabo a título individual.
Aunque las donaciones privadas a dichas campañas son importantes, los
candidatos cuentan habitualmente con un patrimonio familiar que puede
asegurar una parte significativa de la financiación. Contar con dichos recursos
propios es una condición casi necesaria para poder atraer las donaciones
necesarias para cubrir los gastos de la campaña. Por otra parte, la distribución
de la participación de voto en las elecciones es muy asimétrica: vota el 80% de
las personas en la decila superior de renta, pero sólo el 40% de las personas
en la decila inferior. Esto puede ser consecuencia de una mayor conciencia
cívica de los más ricos, de un desencanto de los más pobres o del modo en
que se llevan a cabo las elecciones. El hecho es que grupos importantes de
población quedan desconectados del proceso, facilitando que quienes resulten
elegidos representen otros intereses diferentes de los suyos. Que en el pasado
reciente la política estadounidense haya mostrado toques dinásticos evidentes
refleja que el desencanto de la clase media y su pérdida de poder económico
pueden tener como consecuencia la plutocracia.

Para Branko Milanović Estados Unidos y Europa gestionan de distinto modo el


equilibrio entre globalización y democracia. Con un gobierno plutocrático, existe
un intento de avanzar en la globalización, ignorando las opiniones y
necesidades de la clase media y de los menos favorecidos, quienes configuran
la mayor parte de la distribución de la renta, haciendo que la democracia pierda
mucho de su sentido. Por otra parte, el populismo reduce la exposición a la
globalización, dificultando el tránsito de personas y protegiéndose de flujos de
capitales y de bienes no deseados, a la vez que redefiniendo el concepto de
ciudadanía y los derechos asociados a ella. En síntesis, la plutocracia intenta
mantener la globalización a la vez que sacrifica elementos importantes de la
democracia; el populismo preserva un simulacro de democracia a la vez que
reduce la exposición a la globalización.

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ECONOMIA

Desde la óptica de la desigualdad global, el nuevo libro de Branko Milanović


examina distintas cuestiones técnicas y aporta medidas actualizadas de
desigualdad entre países, desigualdad interna a los países y desigualdad
global. Se posiciona acerca de algunos de los temas actuales más conflictivos
y delicados, para cuyo tratamiento hace algunas propuestas. A lo largo de los
años, Milanović nos ha suministrado información estadística y ha introducido
nuevos conceptos e ideas acerca de la medición de la desigualdad, así como
del análisis de sus implicaciones y sus posibles soluciones, y nadie puede
permanecer indiferente frente a sus propuestas. Sus escritos siempre aportan
originalidad y suscitan temas nuevos que nos ayudan a formar una opinión,
coincidente o no con la suya, acerca de muchas cuestiones relativas a la
desigualdad. Este nuevo volumen no es una excepción, por lo que su aparición
debe ser saludada nuevamente con interés, con independencia del grado de
aceptación que se tenga de las propuestas y métodos de análisis del autor.

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ECONOMIA

1.3. FUENTE DE LA DESIGUALDAD ECONOMICA

Las diferencias entre los niveles de renta, capitales o patrimonio entre


unas y otras personas es evidente, y aún peor, es cada vez más abismal,
tal y como comprobaremos a lo largo del post. Pero ¿cuál es el origen de
la desigualdad económica?

No es fácil fijar un momento exacto en que unas comenzaron a ser más


ricas y otras más pobres. Sin embargo, podemos encontrar el germen de
la desigualdad económica en los inicios de la industrialización. Su llegada
introdujo transformaciones sociales y económicas.

Los beneficios y progresos de la era industrial no favorecieron por igual al


conjunto de la sociedad ni todos los países tuvieron la misma capacidad
de sacar rentabilidad a estos nuevos avances. ¿Imaginas por qué?

Siete causas de la desigualdad económica


No es cuestión de ingresos y capital. La desigualdad económica está
asociada a otro tipo de desigualdades, y, juntas, aumentan el peligro de
caer en la marginación.

Las disparidades actuales son un obstáculo para los derechos y el


bienestar de las personas, es decir, dificultan la justicia social. Impiden la
movilidad social o el acceso a educación o sanidad en igualdad de
condiciones. ¿Cuáles son las causas de la desigualdad económica?
Veamos siete de ellas.

La globalización
Hace que la economía mundial esté más integrada y, por ejemplo, facilita
prácticas como la externalización de los servicios.

Esto provoca que las empresas puedan subcontratar a su personal en


otras regiones, como los países en desarrollo, y demanden perfiles poco
cualificados.

El resultado es la eliminación de puestos de trabajo y la creación de otros


con condiciones y sueldos deficientes.

La irrupción de la tecnología
Las nuevas tecnologías pueden crear una brecha profesional y salarial
porque benefician las habilidades personales y contribuyen a la
producción.

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ECONOMIA

De este modo:

 Aquellas personas que conozcan estas herramientas y sepan


usarlas podrán aprovechar sus posibilidades porque se crean
nuevos puestos laborales asociados a ellos (creación de
aplicaciones móviles, community management, experiencias de
realidad aumentada…).

 Habrá personas que pierdan su trabajo porque su labor podrá ser


sustituida por nuevas tecnologías.

 En cambio, aquellas otras que desempeñan funciones no rutinarias,


sino más creativas, no sufrirán este relevo.

Como consecuencia de ello, los ingresos entre unas y otras personas


serán muy desiguales.

La distribución de la riqueza
El Informe sobre la Desigualdad Global 2018 del Laboratorio sobre la
Desigualdad Global nos explica cómo la desigualdad económica está
vinculada a esta cuestión.

Desde la década de 1980 se ha producido una transformación en la


propiedad de la riqueza: ha pasado del ámbito público al privado.

Esto ha provocado que en los países ricos la riqueza pública sea


negativa o próxima a cero, mientras que la nacional (riqueza pública más
privada) ha aumentado.

 Ahora las personas controlan más riqueza que los gobiernos, pues
la riqueza privada neta, en la mayor parte de los países ricos, es del
400-700% del ingreso nacional.

 En cambio, se observa que la pública (activos menos deuda) ha


menguado.

 El resultado es una menor capacidad de los gobiernos para


enfrentarse a la desigualdad.

Los empleos y salarios


En este punto se agrupan varias cuestiones, como por ejemplo...

 Desigualdad de salarios según el nivel que se ocupa en la empresa.


En la mayoría de los países los sueldos se incrementan de forma
paulatina en toda la distribución salarial, sin embargo, se produce

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ECONOMIA

un incremento drástico dentro del rango superior de


remuneración. Según el Informe Mundial sobre Salarios
2016/2017 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), en
Europa, el 10% con mejor remuneración recibe cerca de lo que
percibe el 50% con menor salario.

 Tendencia hacia la precariedad laboral. El informe ¿Realidad o


ficción? La recuperación económica, en manos de una minoría,
elaborado por Oxfam Intermón alerta de cómo la transformación del
mercado de trabajo está afectando a la población. Encontramos una
inclinación hacia el fomento de trabajos temporales (implican
peores salarios y protección social), la merma de la negociación
colectiva (favorece que las personas empresarias puedan reducir de
forma unilateral los sueldos) o subcontratación de servicios (las
personas contratadas por este sistema perciben un 31% menos).

 Situación de la mujer en el mundo laboral. En dicho informe se


explica que las mujeres se encuentran en una situación más
vulnerable. Ellas ocupan los puestos con peores sueldos (son
mujeres, el 73,9% de la población española en este caso) y son
contratadas a tiempo parcial o de forma temporal.

Los sistemas fiscales


Se tienden a sustentar las políticas públicas mediante las aportaciones
de las personas trabajadoras y las familias, mientras que se busca
reducir la fiscalidad a las personas pudientes y grandes compañías. Hay
una persistencia de sistemas tributarios poco progresivos o
concentrados en torno a las rentas del trabajo.

En el caso de nuestro país, la recaudación procede:

 Un 12%, del impuesto de sociedades.

 Un 83%, del IRPF y el IVA.

Si se mantienen los sistemas fiscales abusivos no es posible luchar


contra la desigualdad económica.

La evasión fiscal
Es algo tan sencillo como no pagar los impuestos correspondientes. Y
algo tan grave que pone en riesgo el acceso a los servicios básicos de
toda la ciudadanía.

Las personas adineradas y grandes empresas ponen en marcha


complejas estructuras de planificación fiscal para evitar su desembolso.

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ECONOMIA

Los paraísos fiscales son un instrumento para la evasión fiscal:

 Son regiones con nula o escasa tributación y sin control o


transparencia sobre las transacciones, lo que permite acrecentar los
beneficios.

 Impiden que los estados puedan incrementar la recaudación e


inversión en políticas sociales y ayudar de diferentes formas a
personas, ya que las grandes fortunas y empresas emplean
sociedades offshore con sede en estos paraísos para sortear el
pago de impuestos (las filiales ubicadas en estas regiones perciben
ingresos desde las otras sucursales).

En el informe Guerras fiscales de Oxfam Intermón se cifraba en 100.000


millones de dólares la cantidad anual que los países desarrollados
perdían por el uso de los paraísos fiscales por parte de las grandes
compañías.

También se señalaban los 15 países sede de los paraísos fiscales más


agresivos (entre ellos, algunos ubicados en Europa, como los Países
Bajos o Suiza, que ocupan los puestos número 3 y 4 del ranking) debido
a su oferta de incentivos fiscales para seducir a inversores, como un bajo
o ausente tipo nominal sobre el impuesto de sociedades o su desinterés
por evitar la evasión fiscal.

La escasez de políticas contra la desigualdad


El desarrollo de políticas sociales y de igualdad favorecería una sociedad
más inclusiva, y aumentaría la protección de las familias y colectivos más
desfavorecidos evitando que vivieran en condiciones de vulnerabilidad o
pobreza.

Medidas para garantizar los derechos de los menores, la igualdad de las


mujeres o la cooperación al desarrollo evitarían que aumentaran las
diferencias entre los sectores sociales. ¿No crees que valdría la pena
intentarlo?

Going for Growth 2018, informe de la Organización para la Cooperación y


el Desarrollo Económicos (OCDE), señala que la desigualdad en España
supera a la media del resto de los estados miembro (debido a la
moderación de salarios y a la disminución de ingresos destinados a los
segmentos de población más pobres) y ofrece algunas recomendaciones
a nuestro país. Por ejemplo:

 Reducir la presión fiscal sobre los asalariados con sueldos bajos.

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ECONOMIA

 Favorecer el acceso a la enseñanza superior y profesional.

 Disminuir la dualidad entre asalariados fijos y temporales.

Estas son solo algunas de las causas que explican la desigualdad


económica existente. Por desgracia hay muchas otras variables, y su
efecto se deja sentir en personas anónimas o familias como la tuya. Por
eso es tan importante concienciarse. Hay frases que pueden ayudarnos a
reflexionar sobre las crisis actuales y hacernos cambiar de actitud.
¿Sabes cuáles son sus secuelas? ¡Te las contamos!

Consecuencias de la desigualdad económica


Inequidad en el acceso a sanidad, educación, alimentación, agua potable u
otros bienes o servicios. Nuestro mundo es desequilibrado. Debemos
encontrar formas de ayudar. ¡Porque esta desigualdad afecta al conjunto de la
sociedad! Veamos algunos ejemplos de ello.

 En prácticamente todos los países encontramos salarios desiguales entre


los dos géneros.

 En el mundo, las mujeres perciben, de promedio, un 20% menos que los


hombres.

 Aquellas empresas cuya mayo de obra es principalmente femenina


presentan unos salarios más bajos. Por ejemplo, en Europa, las personas
trabajadoras de empresas con perfiles productivos semejantes, cuya
plantilla está compuesta mayoritariamente por mujeres, reciben 4.000
dólares (1 dólar = 0,88 euros) menos de salario que aquellas formadas
por personal de diferente género.

Además de la desigualdad salarial por cuestiones de género, nos hablan de la


“disparidad por maternidad”, que conlleva que las mujeres madres trabajadoras
reciban un sueldo inferior a aquellas que no lo son.

La desigualdad económica, que se materializa, por ejemplo, en esta brecha


salarial entre ambos grupos o la perpetuación de los roles de género (que
consideran que deben ser ellas quienes se encarguen del cuidado del hogar y
familiares, unas labores no retribuidas), se ha convertido en una poderosa
traba para acabar con la desigualdad entre sexos y garantizar los derechos de
las mujeres.

Con una mayor equidad, el colectivo femenino podría fortalecerse a nivel


económico, mejoraría su calidad de vida, se reforzaría su seguridad en la vejez
mediante pensiones justas, o sería más autónoma e independiente con
respecto al colectivo masculino.

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Genera condiciones de vida menos dignas


En el informe Bajan los salarios, crece la desigualdad de Oxfam Intermón, se
indica que en España hubo una caída del 6,1% en el salario medio entre
los años 2008 y 2014, y que se observa una diferencia entre los sueldos más
altos y más bajos en muchos países pertenecientes a la OCDE, que se viene
manifestando desde 1990 en un incremento de cerca de un 20% en los sueldos
del 1% que más percibe y una caída de los sueldos más bajos.

Los sueldos son la principal vía de ingresos para las personas y familias. Con
ellos cubren sus necesidades básicas y las de su familia. Pero ahora, disponer
de uno, ¿implica vivir dignamente? Si los salarios no alcanzan para acceder a
alimentación saludable, atender necesidades de salud, educación, vestimenta,
vivienda o no impiden caer en la pobreza energética, ¿qué podemos pensar?

Las Naciones Unidas indican que desde el año 2000 se ha conseguido reducir
el índice de pobreza en todo el mundo, pero también nos da una cifra:

 Sigue viviendo bajo el umbral de la pobreza cerca del 42% de la


ciudadanía del África Subsahariana.

 En las regiones en desarrollo, una de cada diez personas y sus familias


sobreviven con 1,90 dólares al día.

La desigualdad económica no permite un crecimiento económico inclusivo y, en


cambio, ampara que colectivos vulnerables vivan en condiciones de pobreza y
con ausencia de protección social. Sin acceso a empleos dignos, servicios
básicos, exponiéndose a una dieta pobre o sin una vivienda decente se
prolonga la exclusión y marginación social de personas y familias, y se las priva
de sus derechos. ¿Por qué no encuentras tu manera de ayudar a quien más lo
necesita y aportas tu granito de arena?

Algunos de los agentes que influyen en la pobreza de los niños y niñas son:

 La situación laboral de los progenitores.

 La composición del hogar.

 La efectividad de la actuación de los gobiernos (proporcionar servicios o


apoyo a los ingresos).

Además, este organismo recuerda que hay colectivos más vulnerables, como
los migrantes.

El indicador AROPE se define como la relación de la población en al menos


una de estas tres circunstancias:

 Por debajo del umbral de la pobreza

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 En condición de grave privación material

 En un hogar con un grado de trabajo bajo

Los menores que crecen en condiciones de pobreza y exclusión social tienen


menos oportunidades y un mayor riesgo de no poder abandonar esa
situación. El objetivo de ayudar a los niños y niñas es la base de algunas ONG,
pero tú también puedes encontrar maneras de ayudar a este colectivo.
¡Permitamos que su futuro pueda brillar!

La falta de igualdad económica alimenta otro tipo de desigualdades y limita las


libertades y derechos de los individuos, dificultando que podamos vivir en un
mundo justo y ético. ¿Cuánto tiempo vamos a ignorarlo?

Para ello, la ONU propone que se logre paulatinamente hasta 2030:

1. Mantener el aumento de las ganancias del 40% más pobre de la


ciudadanía en un índice por encima de la media nacional.
2. Impulsar la ayuda oficial al desarrollo para los países con más
necesidades.
3. Fomentar la inclusión social, política y económica de toda la población
sin ningún tipo de discriminación.
4. Asegurar la igualdad de oportunidades.
5. Aprobar políticas (de protección social, salariales y fiscales) en pos de
esa igualdad.
6. Mejorar la regulación y supervisión de los organismos y mercados
financieros, y reforzar la aplicación de esas leyes.
7. Garantizar más representación y participación de las regiones en
desarrollo en la toma de decisiones de los organismos financieros y
económicos internacionales.
8. Favorecer la migración y movilidad seguras de las personas.
9. Emplear el fundamento del trato especial y diferenciado a las regiones
en desarrollo, de acuerdo con los pactos de la Organización Mundial del
Comercio (OMC).
10. Acotar por debajo del 3% los costes de transacción de los envíos de las
personas migrantes y acabar con los agentes de remesas de un valor
superior al 5%

Las diez causas de la desigualdad.

1- Sistemas fiscales injustos. La desigualdad aumentará si los que menos


ingresos tienen siguen pagando más impuestos que los ricos. Warren Buffet
reconoció que paga un porcentaje de impuestos más bajo que su secretaria;
multinacionales como Google, Amazon o Starbucks pagan menos del 10% de
impuestos sobre sus beneficios. Las leyes y reglas actuales deben cambiar

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para evitar que los impuestos sobre el consumo o sobre los salarios sean
superiores a los impuestos sobre las rentas del capital.

2- Corrupción y flujos ilícitos de capitales. Hay que poner fin a la


hemorragia financiera y robo que provocan la corrupción, la deuda pública
odiosa y la evasión fiscal. Para ello, es imprescindible combatir la opacidad del
sistema financiero internacional, con especial énfasis en la lucha contra los
paraísos fiscales. Según GFI, entre 1970 y 2008, 854.000 millones de dólares
salieron de África hacia el resto del mundo por culpa de la corrupción y los
flujos de capitales ilícitos, el doble de la cantidad recibida como ayuda oficial al
desarrollo en el mismo período.

3- Distribución injusta de la inversión y el gasto público. La desigualdad


aumenta cuando determinados grupos de ciudadanos o instituciones, sea por
razones étnicas, de clase, geográficas, religiosas, etc., se benefician de
mayores niveles de inversión y gasto público que el resto, lo cual se traduce en
mejor acceso a servicios sociales básicos como salud o educación, o mejores
infraestructuras, como por ejemplo, en energía y comunicaciones. En muchas
ocasiones las decisiones políticas sobre inversiones y gasto público no se rigen
por criterios de justicia social, sino de conveniencia y connivencia.

4- Distribución injusta de la tierra. En muchos países se han promovido


procesos de concentración de la tierra en manos de los más poderosos. El
acaparamiento de tierras por inversores extranjeros también está dejando a
millones de persones en el mundo sin tierra para cultivar. Cada segundo, los
países en desarrollo pierden una superficie de tierra equivalente a un campo de
fútbol. De las políticas de acceso a tierra depende el nivel de beneficios de
unos cuantos miles de individuos, y también la seguridad alimentaria de
millones de personas.

5- Acceso desigual al capital, conocimiento y tecnología. Nuestra


posibilidad de progresar como individuos depende de la oportunidad que
tenemos para acceder a conocimientos, tecnología y capital. Es el débil acceso
a estos factores lo que explica, por ejemplo, que determinadas poblaciones

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sean mucho más vulnerables que otras a sufrir las consecuencias de una
sequía; de estos factores depende también el desarrollo de un sector privado
doméstico que permita la creación de puestos de trabajo de calidad.

6- Privatización. En algunos casos, la privatización de servicios públicos como


el agua, energía, salud o educación ha comportado la exclusión a los mismos
de personas que no se pueden permitir pagar los precios establecidos por el
mercado. La política debe servir para tomar las medidas necesarias para
asegurar que la privatización de servicios públicos, cuando se produce, no
contribuye a la violación de derechos humanos fundamentales. En Suráfrica,
por ejemplo, la privatización de servicios públicos ha comportado que algunos
analistas se refieran a un nuevo ‘apartheid’ entre ricos y pobres.

7- Acceso injusto a la información y exclusión de los espacios de toma de


decisiones sobre políticas que influyen en nuestras vidas. Allí donde hay
un déficit democrático producido por la falta de transparencia, la escasez de
mecanismos de participación ciudadana y la debilidad de sistemas de rendición
de cuentas por parte del gobierno a la ciudadanía se establece el caldo de
cultivo perfecto para que las élites capturen el sistema político en beneficio
propio.

8- Desigualdad de género. Las desigualdades actuales entre hombres y


mujeres son el resultado de políticas, prácticas y creencias injustas. Muchas de
las injusticias descritas en los puntos anteriores afectan mucho más a las
mujeres que a los hombres, por ejemplo, en cuestiones de acceso a tierra o
capital, o en forma de exclusión de la vida pública. Necesitamos políticas que
promuevan la justicia de género. No sólo para el beneficio de las mujeres, sino
de toda la sociedad.

9- Impunidad y control del sistema judicial. La ley se debe aplicar a todos


por igual. Nadie debería disfrutar de impunidad por delitos cometidos, sea la
violencia organizada, el robo de dinero público o la colusión entre intereses
políticos y económicos. En países donde la impunidad de los más poderosos

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es evidente, los ciudadanos tenemos la obligación de luchar para proteger uno


de los pilares básicos de la democracia.

10-Conflicto. En ocasiones, la violencia y el conflicto no sólo producen


pobreza, sino que son un mecanismo para reforzar y perpetuar el poder de
determinados grupos de población sobre otros, o una vía para consolidar el
acceso privilegiado de unos cuantos a dinero público o recursos naturales, en
su país o fuera del mismo. El poder económico, el político y el militar se pasean
muchas veces cogidos de la mano.

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CONCLUSIONES
1. La desigualdad económica en sí misma no es mala. Lo que es malo es
la inequidad o falta de justicia con respecto a la calidad de vida. Ahora
bien, el problema reside cuando la desigualdad económica está
motivada por una diferencia en otros aspectos que afectan el bienestar
del individuo o de la sociedad en la que reside, nunca debemos
confundir desigualdad con pobreza. Pobreza y desigualdad pueden o no
coexistir. Por ejemplo, una sociedad muy desigual puede ser muy rica. Y
al revés, una sociedad con altos índices de igualdad puede ser muy
pobre.

2. La desigualdad salarial es una de las causas recurrentes y esta


observado en las últimas décadas en el nivel de desigualdad en muchos
países desarrollados, de este deriva la diferencia adquisitiva de uno con
respecto al otro, a ello se suma la oportunidad de mejorar o desmerecer
el desarrollo educativo y la atención al sector salud. De esta forma se
dará alcance aún mejor nivel de vida como digna

3. El sistema de gobierno de cada país será un eje importante para el


desarrollo económica de la sociedad y asi controlar la desigualdad
económica entre sus individuos, para ello será importante exterminar la
corrupción, acceso a la educación y de calidad asi mismo ayudara el
evitar conflictos internos y mas aun externos, piues ellos afectarían la
circulación de la economía con otros países.

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BIBLIOGRAFIA

http://files.pucp.edu.pe/departamento/economia/LDE-2011-02-03.pdf

https://www.revistadelibros.com/articulo_imprimible.php?art=5368&t=articulos

https://elpais.com/elpais/2014/11/03/3500_millones/1414994400_141499.html

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