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Maestría: “Poder y Sociedad desde la problemática


de Género”

Trabajo final sobre el seminario: Feminismo y Construcción


histórica de la problemática de Género.

Escrito por: Julieta Sol Nievas


(Lic. y Prof. Bellas Artes)
Docente: Mónica Tarducci

Cohorte: 2016
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¿Por qué decimos que el feminismo de la Segunda Ola politizó la vida


cotidiana?

El hecho de trastocar lo que se creía propio del ámbito privado pasó a


considerarse perteneciente al ámbito público, estableciéndolo como interés
político aquellos temas que antes eran “privados”, “personales”. De aquí deviene
el lema: Lo personal es político. Temas como la sexualidad, la desigualdad entre
varones y mujeres, entre mujeres heterosexuales y lesbianas, la familia, el
trabajo y los derechos en la reproducción pasan a ser planteados como consignas
por las cuales se es necesario “salir”, y dar cuenta que dichos temas son
problemas políticos, públicos, no de puertas adentro, ni personales ni particulares.

Para dar cuenta de esta politización de la vida cotidiana, es decir que la vida
privada se empezaba a pensar como política, dejaba ya de ser considerada como
“algo personal”. Aquello que en su momento, recordando los años 60, tenían en
común varias mujeres, “el malestar que no tenía nombre” así se lo llamó, se
presentaba como una metáfora a esa depresión propia de las mujeres que no
podían participar de una ciudadanía completa, como por ejemplo: un trabajo por
fuera de su casa.

Estas mujeres, anteriormente, habían conseguido el derecho al voto universal y a


la educación, tras la conquista de las Sufragistas, quienes pensaban en la libertad
que estos derechos les darían a las mujeres tanto en el ámbito privado (relaciones
familiares) como en el ámbito público. Pero en los años 60 hay un retroceso, “una
vuelta al orden”, post segunda Guerra Mundial: se condensaba el patrón de
“mujeres casadas”, “el paquete” era: marido e hijos, respondiendo a un modelo de
subjetividad femenino propio de la época. Un modelo de subjetividad que estaba
gestándose para que la mujer regrese al hogar con más seguridad que nunca, e
implementado una ideología de la complementariedad (mujer esfera privada,
varón esfera pública) más que de lo esencialista. Que la mujer retorne a la casa
significaba que ella podía ser jefa en su propio hogar, sin necesidad de
competencia fuera de éste ámbito. Y que su marido traería lo “económico”. Y que
ella no sólo procurara y reprodujera ese orden en el hogar, sino que también
disponga su cuerpo para la reproducción.

Nuevamente, este mandato de madre-esposa no era “una verdadera libertad”, o


una verdadera realización personal, sino un ser esclavizado para otros.

En dicho momento de la historia, post segunda Guerra Mundial, la constitución del


modelo de Mujer se basaba en ser “la Jefa del hogar”,gerente de la auténtica
empresa familiar, en quien residía todo el éxito familiar. No tenía sentido competir
3

fuera del ámbito privado porque ella misma podía ser la jefa de su casa.La buena
ama de casa se perfeccionaba con instrumentos modernos- alta tecnología-, que
en algún sentido “restaban esfuerzo y tiempo de limpieza o cocina”.Al mismo
tiempo, esta mujerorganizaba reuniones, todo tipo de eventos, fiestas para
establecer relaciones laborales para que su marido progresara en dicho ámbito
laboral.Y finalmente, destinaba su amor a su esposo como retaguardia de la
hostilidad del espacio público, dando lo mejor de sí a esta empresa familiar, con
una disponibilidad full time. Entregando su cuerpo y toda su vida al servicio de la
reproducción de hijos/as, al cuidado de éstos y al cuidado de su esposo.

Basta con visualizar el contexto acerca de cómo se llegó a que estas mujeres
retornaran a los hogares, luego de que ellas mismas se hicieran cargo de la
economía mientras los hombres eran llamados en fila a combatir en la Segunda
Guerra Mundial. Ellas cumplieron todo tipo de trabajo ya sea en la industrial textil,
como empleadas administrativas, entre otros. Y se comprendía, que mientras los
hombres estaban en la guerra nada decreció, y por eso mismo que nadie podía
negarles a estas mujeres su capacidad para tener una ciudadanía más completa,
teniendo un trabajo fuera del ámbito privado, entre otros pedidos -lo cual pudieron
hacerlo durante un determinado tiempo-.

Pero un súbito viraje sociológico, como lo llamó Betty Friedan en su libro más
importante: La mística de la feminidad, que llevó a las mujeres a renunciar a sus
carreras y trabajos, recortando su libertad respecto de la de sus madres y abuelas,
y dando lugar a un auténtico baby boom en Estados Unidos. Como se sabe,
después de una gran guerra sobrevienen las políticas de natalidad. Y dichas
medidas estatales fueron ayudadas o solventadas por los gobiernos a través de
los medios de comunicación masivos, ya sea mediante revistas de moda y la
televisión. Teniendo como especial espectadora y destinataria a las mujeres, con
el fin de que ellas regresaran a sus hogares y abandonaran los puestos de
trabajos que fueron meramente reemplazos de los puestos anteriormente
ocupados por hombres.

Lo magnífico de esta segunda Ola fue que el feminismo ya no se contentaba


solamente por obtener derechos civiles, educación y voto universal. Sino que este
feminismo desordenaba todas las estanterías del mundo burgués para mostrar la
verdadera fachada de la familia burguesa. Cuyo papel familiar, la división del
trabajo por sexo (no solamente por clase) era el factor principal para una
economía fructífera. La más perjudicada, el papel más subyugado lo tenía la
mujer, que no sólo era oprimida por el Estado, Capital, sino que también por sus
maridos.
4

Esta situación de desigualdad entre varones y mujeres, demostraba una vez más
que no eran dueñas de sí mismas, de sus cuerpos, decisiones, y derechos. El
hecho de reunirse y formar grupos de conciencia y hablar de su “vida privada”
manifestaba una revolución en sí porque demostraban el malestar común que era
propio de una cultura patriarcal y capitalista. Esto puede observarse en el
documental “She'sBeautifulWhenShe'sAngry”, en donde aparecen sus voceras
fundamentales, como Kate Millet, ShulamithFirestone, Betty Friedan, Jo Freeman,
etc.

Recordando a Kate Millet, y su obra fundamentalSexual Politics (1969), miembro


de NOW -1960- ( fundadapor Betty Friedan) y luego pasa a formar parte de New
York Radical Woman, fundado en 1967 por ShulamithFirestone, cuyo grupo
emerge en un contexto de diversos movimientos contestatarios de los Estados
Unidos, como el movimiento de estudiantes negros, movimiento por los derechos
civiles. Este feminismo Radical, que emergía recientemente, tenía como propósito
dar prioridad a la psicología y a lo cultural para analizar los fenómenos sociales,
oponiéndose a un análisis meramente económico, como lo hacía la izquierda
comúnmente. Se sabe que la Escuela de Frankfurt fue de gran influencia, ya que
articulaba lointerdisciplinar: como la historia, la psicología, la sociología, la
economía, la antropología, entre otras para analizar hechos sociales.

Este feminismo de la Segunda Ola se caracteriza, a diferencia del primero, por el


interés en la sexualidad, y por ende se manifiesta como heredero de la revolución
sexual, pero haciendo una crítica a ésta, porque este feminismo no se deja
engañar por dicha sexualidad cargada de ideología patriarcal, de dominación,
donde, en palabras de Kate Millett, “el pene es un arma y el coito sometimiento”. Y
nos basta con relacionar esta sexualidad patriarcal con el escrito de Annekoedt:El
mito del orgasmo vaginal. Retomando cuando se habló de la llamada revolución
sexual se habló de una supuesta“liberación”, pero no de liberación del cuerpo de
la mujer, ni de que su sexualidad era sujeta a una sexualidad masculina, a un
goce meramente masculino y no femenino, y que dicha sexualidad comprendía
sólo reproducción. La mujer que no podía alcanzar cierto placer en una relación
sexual era considerada frígida, y siendo así, debía acudir a un psiquiatra por no
reconocer o no adecuarse a su papel de mujer. La culpa recaía sobre ella misma,
y no en la medicina y en la cultura que inventaba el goce en un órgano muy poco
sensible como lo es la vagina. Cuando en realidad, el verdadero órgano altamente
sensible y propicio para alcanzar el orgasmo es el clítoris, el cual se igualaría al
pene. Este escrito propone reinventar las posturas sexuales tradicionales que son
sólo deseo y placer masculino, reinventar ese pseudoplacer y desechar la
anatomía de manuales y revistas sobre el cuerpo de la mujer.
5

Sobre esta teoría de la frigidez de la mujer, Freud, el llamado Padre del Orgasmo
Vaginal, fue uno de los responsables diciendo que la mujer adolescente era
inmadura por obtener orgasmosclitoridianos. Porque a una mujer madura le
corresponde orgasmos vaginales. Esta teoría freudiana ha dicho más aun, por
ejemplo, que las mujeres tenían envidia al pene, lo cual las hacía renunciar a su
feminidad, un fenómeno totalmente anti-masculino, según Freud. Al respecto,

G. Lombard Kelly, en Sexual Feeling in Married Men and Women, dice:

“La cabeza del clítoris también está compuesta de tejido eréctil, y posee un
epitelio o cubierta muy sensible, dotada de terminaciones nerviosas especiales
llamadas corpúsculos genitales y particularmente adaptadas a la estimulación
sensorial, que bajo condiciones mentales adecuadas termina en el orgasmo
sexual. Ninguna otra parte del tracto reproductivo femenino posee dichos
corpúsculos.”1

Se dice que los hombres mantienen el mito del orgasmo vaginal por las siguientes
razones: porque no tienen el registro de la mujer como sujeto igual a ellos sino que
se la piensa como Mujer Objeto. Otra razón, es por el miedo a la pérdida del
dominio masculino sobre el cuerpo femenino, y sobre su sexualidad, basándose
en mitos como el orgasmo vaginal. Como el clítoris es el equivalente al pene del
hombre, se exacerba la importancia de un orgasmo inexistente, ubicado en la
vagina, y destinándolas meramente a la reproducción. Y también otra forma de
control es mediante la clitoridectomía, que se manifiesta en los países del Medio
Oriente, con el objetivo de que dichas mujeres “no se pierdan”, y sigan siendo
propiedad de sus esposos.

Otra razón que sustenta al mito, es el miedo a la mujer devenida lesbiana, el


miedo a que se prescinda de ellos para obtener placer. Remitiendo a este miedo,
se puede pensar porque éste es tan profundo y tan severo. Es un miedo contra la
igualdad y la autonomía de las mujeres, por parte de las instituciones:

“(…) las que han controlado tradicionalmente a las mujeres -maternidad patriarcal,
explotación económica, familia nuclear, heterosexualidad obligatoria- fortalecidas

1Koedt, Anne. 2001 (1968) El mito del orgasmo vaginal. En Debate Feminista, Año12, Vol 23.
6

por la legislación, por los mandatos religiosos, por las imágenes de los medios de
comunicación y por los esfuerzos de la censura.”2

Esta obligatoriedad de la heterosexualidad, y esta creencia de que ser lesbiana es


una aberración, sirve para el control y dominación del cuerpo de las mujeres -una
vez más-, estableciéndose nuevos mitos, así como el del orgasmo vaginal, otros
como: que las mujeres se sienten atraídas “de manera innata”solo por los
hombres, estos prejuicios son muy cotidianos en literatura y en las ciencias
sociales. Esto puede quedar más claro aún en el siguiente párrafo, en palabras de
AdrienneRich:

“Aquí me interesan también otras dos cuestiones: primera, cómo y por qué la
elección de mujeres por mujeres como camaradas de pasión, compañeras de vida
o de trabajo, amantes, comunidad, ha sido aplastada, invalidada, obligada a
ocultarse y a disfrazarse; y, segunda, la virtual o total desatención hacia la
existencia lesbiana en una amplia gama de escritos, incluida la investigación
feminista.”3

Habría que tener en cuenta en estos ocultamientos estratégicos, la


patologización del cuerpo de la mujer junto con la medicalización del mismo, y
reconocer la historia de porque las mujeres se emparejan con hombres,
recordando que aquellas que hicieron de su existencia una vida independiente, no
heterosexual, conectada con otras mujeres, “como como brujas, femmesseules,
resistentes al matrimonio, solteronas, viudas autonomas y/o lesbianas, han
conseguido, a distintos niveles, no colaborar. Es esta, precisamente, la historia de
la que las feministas tienen tanto que aprender y a la que cubre un tupido
silencio.”4

Y como último juicio acerca de los mitos que arraigan a las mujeres a las
instituciones tradicionales de opresión, quisiera cerrar con el mito más fuerte,
persistente, e invisible de todos, y que es la antesala de todos los anteriores: el
mito del amor romántico, que se basa en el control de la conciencia, por lo cual es

2Rich, Adrienne. 1999. La heterosexualidad obligatoria y la existencia lesbiana. En Navarro y


Stimpson (comp) Sexualidad, Género y roles sexuales.Mexico, Fondo de Cultura
Económica.

3Rich, p. 18.
4Rich, p. 20.
7

más difícil de erradicar, por su naturalización, y su resistencia a ser revisado, ya


que se piensa como un tema menor, y no toma relevancia como si lo tiene el tema
del poder. Aunque sin tener en cuenta, el amor es también una ficción cultural, que
denota poder, asimetrías, etc. Dicha naturalización se manifiesta por:

“(…)La omnipresencia del amor en lascanciones, películas y novelas, bajo la


forma de relatos absolutamentesaturados de estereotipos y lugares comunes, que
no hacen más querecrear un “como si”: que el amor –y el amor entre un hombre y
unamujer lo representaría mejor que cualquier otro– es lo más genuino, lomás
auténtico del ser humano y queda al margen de todo tipo dedistinciones y
jerarquías.”5

Caracterización de la relación entre Patriarcado y Capitalismo.

“(…) Defendemos la tesis de que un análisis materialista demuestra que el


patriarcado no es simplemente una estructura psíquica, sino también social y
económica. Sugerimos que nuestra sociedad puede ser mejor comprendida si se
reconoce que está organizada sobre bases tanto capitalistas como patriarcales. Al
tiempo que indicamos las tensiones entre los intereses patriarcales y los
capitalistas, mantenemos que la acumulación del capital se acomoda a la
estructura social patriarcal y contribuye a perpetuarla. Sugerimos en este contexto
que la ideología sexista ha asumido una forma peculiarmente capitalista en la
actualidad, que ilustra una de las maneras en que las relaciones patriarcales
tienden a apuntalar el capitalismo. Defendemos la tesis, en resumen, de que se ha
producido una colaboración entre patriarcado y capitalismo.”6

5EstebanGalarza, Mari Luz. 2009. “Identidades de género, feminismo, sexualidad y amor: Los
cuerpos como agentes”. En Política y Sociedad, Vol 46, Nº1-2.

6Hartmann,Heidi. 1985. El infeliz matrimonio entre marxismo y feminismo: hacia una unión más
progresista. En Teoría y Política 12-13.
8

En relación a esta mutua colaboración de capitalismo y patriarcado seva a


ahondar sobre como las mujeres han sido objetualizadas para la reproducción de
seres humanos y también, como llegaron a ser víctimas de un“género” impuesto, a
la hora de reflejar su feminidad en la publicidad, y por ende el consumo. El
consumo para lograr un cuerpo - imagen que tiene que revisarse constantemente
a sí misma, que en realidad es para gustar a otros. Y el consumo de su cuerpo por
parte de los hombres, como mujer objeto.

Para hablar de dichos conceptos primero se pensará características que han


unificado y a la vez disociado tanto al capitalismo como al patriarcado. Para luego
llegar a nuestra tesis sobre la colaboración entre ambos, y los procesos de cambio
que atraviesan según el contexto, la época, y otros elementos de análisis, y como
se encarnan en la actualidad.

Según Zaratsky, el capital es la raíz del problema entre la división de la vida


privada de la vida pública. Que tanto varones como mujeres deben considerarse
parte del proletariado, es decir, toma en cuenta el trabajo doméstico de la mujer, el
cual no es remunerado, y lo diferencia del trabajo asalariado del proletario varón.
Y dice que esta división fue provocada por el capitalismo, aunque no niega el
sexismo del porque las mujeres prevalecen en el ámbito privado, no da una
explicación acerca de la dominación masculina, por el cual los hombres si tienen
privilegios. Y además agrega que dicha división se resolvería mediante la lucha de
ambos (hombres y mujeres) ya sea por separados o juntos, contra el capital.

“Zaretsky niega en buena medida la importancia y la existencia de la desigualdad


entre el hombre y la mujer. Lo que preocupa es la relación de la mujer, la familia y
la esfera privada con el capitalismo. Además, aunque el capitalismo creara la
esfera privada, ¿cómo es que la mujer trabaja en ella y el hombre fuera de esa
esfera?. Indudablemente esto no puede explicarse sin hacer referencia al
Patriarcado, al predominio sistemático del hombre sobre la mujer.”7

He aquí como puede observarse, entre otros/as autores/as como Dalla Costa,
Engels, y demás primeros marxistas, como todos/as ellos/as son ciegos/as al
sexo. Se habla del capitalismo como la célula de todos los males, de cómo éste se
va generando por un proceso de acumulación que consiste en explotar a la fuerza
de trabajo pagándole mucho menos del valor de lo que producen, y en tener
puestos de trabajos que sean de “segunda mano” lo que se dió a llamar “el ejército
de reserva de trabajo”. Todos estos autores hablan de que el Capitalismo genera
individualismo, competencia, dominación. Pero no hablan acerca del rol que ocupa

7
Hartmann, p. 5.
9

la mujer tanto fuera como dentro de la familia, porque es subordinada en dichos


ámbitos y como llega a serlo. De esta manera se demuestra una vez más como el
marxismo meramente no puede ser un análisis eficaz para abordar la historia de
subordinación de la mujer.

Recordando a ShulamithFirestone, Juliet Mitchell y a Kate Millet: “Lo personal es


politico”, éstas feministas radicales haciendo una crítica a las teorías del marxismo
primitivo (mencionadas anteriormente), pudieron dar cuenta de que el descontento
de la mujer no era:

“(…) el lamento neurótico de una inadaptada, sino la respuesta a una estructura


social en la que la mujer es sistemáticamente dominada, explotada y oprimida. La
posición de inferioridad de la mujer en el mercado de trabajo, la estructura
emocional centrada en el hombre del matrimonio de clase media, el uso de la
mujer en la publicidad, la supuesta interpretación de la psique femenina como una
psique neurótica -popularizada por una psicología académica y clínica- son
algunos aspectos de la vida de la mujer en la sociedad capitalista.”8

Kate Millet agrega que todas las instituciones de la vida cotidiana, ya sean las
universidades, la industria, la tecnología, la ciencia, el ejército, los cargos políticos,
la policía, todas están en manos de los hombres, del poder masculino.

Si bien este feminismo logra hacer una división ya no sólo por clase sino por sexo,
donde el hombre es quien tiene el poder y tiene ciertas características psicológicas
de dominio y razón, y la mujer de subordinación, no da cuenta de la historia del
género. Hay una relectura de Freud, donde cómo es que los niños y niñas se
convierten Hombres y Mujeres. Un ejemplo de esto es el siguiente:

“Podemos definir al Patriarcado como un conjunto de relaciones sociales entre los


hombres que tienen una base material y que si bien son jerárquicas, establecen o
crean una interdependencia y solidaridad entre los hombres que les permiten
dominar a las mujeres. Si bien el Patriarcado es jerárquico y los hombres de las
distintas clases, razas o grupos étnicos ocupan distintos puestos en el patriarcado,
también les une su común relación de dominación sobre sus mujeres; dependen

8
Hartmann, p. 11.
10

unos de otros para mantener esta dominación. Las jerarquías “funcionan” al


menos en parte porque crean un interés personal en mantener el status quo.”9

La base material de este patriarcado estriba en:

El control del hombre sobre la fuerza de trabajo de la mujer:

- El hombre tiene los trabajos mejores pagos que la mujer, y la excluye a la


mujer de estos recursos.
- El control de la sexualidad de la mujer, mediante el matrimonio heterosexual (y
por consiguiente la homofobia) y la monogamia.
- El acoso sexual a las mujeres. De profesores a alumnas, de maridos a esposas,
de padres a hijas, jefe a secretaria, etc.
- El trabajo doméstico no realizado por hombre.
- La crianza de los hijos/as.

Y para que esto se reproduzca y se genere no sólo basta con que los niños/as
aprendan sus roles de poder o subordinación dependiendo del género, y
reproduzcan jerarquías, sino que también se necesitan de otras instituciones tales
como: las iglesias, los medios de comunicación, fábricas, clubes, escuelas,
deportes, oficinas, etc. Y aquí donde se hace necesario analizar como el sexo se
convierte en una característica importante para dar cuenta de donde viene el
patriarcado. GayleRubin dice: nacemos biológicamente hembra y macho pero nos
convierten en hombre y mujer. Géneros totalmente diferenciados con
características jerárquicas y opuestas.Del mismo modo podría entenderse las
jerarquías raciales, para hacer un paralelismo, y dar cuenta de esta semejanza
con el género, de donde se toma un color biológico y se transforma en categoría
social: la raza. Así se dice que un hombre blanco tiene superioridad con respecto
a un hombre negro. Por lo tanto, podría pensarse que una sociedad capitalista
adquiere diferentes categorías sociales jerárquicas para ocupar su” ejército de
reserva”, es decir quienes ocuparan determinados puestos de trabajo, los puestos
vacantes. Dicho orden patriarcal, entonces, es atravesado por la clase, la raza, la
nacionalidad, el estado civil, la orientación sexual, la edad, y por lo tanto su poder
de dominación será mayor de acuerdo a cuán potenciadas estén estas
características, y alejadas se encuentren de los patrones jerárquicos de
supremacía: hombre, blanco, heterosexual, clase alta, etc.

9
Hartmann, p.12.
11

Otra de las bases materiales del Patriarcado fue el salario familiar, según
Hartmann, a comienzos del S. XX, luego de que el trabajo de la mujer y el niño era
bastante común, se convenció a la mujer, excluyéndola, mediante su segregación
por sexo. Es decir, que al ganar menos, y al hacer una doble jornada, el trabajo
fuera de su casa, y el trabajo de la crianza de sus hijos, no era conveniente no
solo para el marido, sino que también para el capitalismo y patriarcado. Para el
marido en cuanto competencia de puestos de trabajo, y al capitalismo y al
patriarcado porque tenían futuros obreros menos calificados si sus madres
estaban fuera de sus hogares y no destinaban tiempo en la crianza de los niños. Y
también había menos reproducción de niños. Por lo tanto convino desplazar a la
mujer de los puestos de trabajo fuera del hogar, para crear el salario familiar, y por
ende, hacerla dependiente del marido, y la crianza de los hijos. De esta manera,
era en la familia donde se daba el aprendizaje de roles diferenciados, de sumisión,
de obediencia. Y la mujer no sólo su rol de madre, esposa sino también de
consumidora.

Otra piedra angular, base material, del patriarcado es la familia, ya que como se
dijo antes el salario familiar sirvió para definir roles de género, y excluir a la mujer
del trabajo asalariado, o de ganar menos que el hombre, fue lo que propició la
existencia continuada de la familia. Y que si bien con el tiempo la mujer fue
ingresando más ampliamente al mercado de trabajo, la división sexual del trabajo
reaparece cuando la mujer realiza tareas “femeninas” como limpiar, cuidar
personas, educar, etc. Todas estas tareas son similares a las que realizaba en su
casa y además que están desvalorizadas y por ende mal pagas.

También es fundamental no dejar de lado las ventajas psicológicas y


emocionales que los hombres presentan en una sociedad capitalista, los hombres
como racionales y las mujeres como dependientes y emocionales, no son más que
características que se instalan en el imaginario social para que prevalezcan las
estructuras de poder. A una sociedad capitalista le interesa el patriarcado para
obtener beneficios, como por ejemplo la publicidad sexista, donde las mujeres
cumplen roles domésticos, o donde su cuerpo mismo es el consumo para todos. Y
donde se incita a la mujer a consumir para logar la perfección. Por lo tanto se
puede hablar de colaboración entre ambos.

Esto puede resumirse que la lucha de ambos género contra el capitalismo no


alcanza porque persiste la opresión del género masculino sobre otros, la única la
lucha verdadera es la lucha por la que los hombres deben renunciar a sus
privilegios.

Otro término empleado para dar cuenta acerca de dicha colaboración entre
patriarcado y capitalismo fue el de “la división del trabajo por género”. Para dar
12

cuenta de esta primera división del trabajo, anterior a la clase, hay que reconocer
que los trabajos domésticos, como limpiar, cocinar, cuidar a los hijos, cuidar
personas, forman parte de la categoría de trabajo o producción. Como dice en el
texto de Young Iris: Marxismo y Feminismo (…), que la gran tragedia marxista fue
solamente reconocer como trabajo los bienes materiales producidos en fábricas
modernas, o la producción de objetos materiales.

No tener en cuenta el trabajo doméstico de las mujeres es no reconocer la


dominación masculina y todas las instituciones patriarcales que lo sostienen.

Así como fueron los hombres, los que en las sociedades griegas y romanas, se
ocupaban de la guerra, del comercio e incluso de la producción de cultura y la
participación política, a las mujeres se les administraba el hogar. Aquí puede verse
como el patriarcado tomando diferentes formas, va generando una división del
trabajo por sexo. Lo mismo, con los oficios, la división del trabajo manual y del
trabajo intelectual, entre otras, dan cuenta quienes ejercen el poder y quienes la
subordinación, quienes pueden hacer tal cosas y quienes no, variando de acuerdo
a los intereses.

Desde la modernidad hasta la actualidad, se puede pensar la tesis de Young


como muy vigente, aun sosteniendo diferencias con el presente. La tesis dice que
la marginalización de la mujer y, por consiguiente, nuestro funcionamiento como
una fuerza laboral secundaria, es una característica fundamental y esencial del
capitalismo.

Al respecto, “SaffiotiHeleieth arguye que la marginalización del trabajo de las


mujeres es necesaria para el capitalismo y es la clave para comprender su
situación bajo este sistema. El capitalismo emerge como el primer sistema
económico cuya naturaleza dicta que no toda la población potencialmente
productiva esté empleada; requiere, además una fluctuación en la proporción de la
población empleada. Sostiene Saffioti que la existencia del sistema requiere, por lo
tanto, encontrar algún criterio para distinguir el núcleo de trabajadores primarios
de los trabajadores secundarios o marginales. La preexistencia de la ideología
patriarcal, unida a la necesidad de que las mujeres estén cerca de los niños
pequeños, operaron para hacer del sexo el criterio más natural para dividir la
fuerza laboral. El capitalismo usa, cuando existen, criterios raciales y técnicos,
13

pero la división por sexo siempre lo más obvio y permanente; de allí que sea poco
probable la “integración” de las mujeres”.10

No nos olvidemos que la ideología burguesa fue una gran fomentadora de la


idealización de la maternidad, y los rasgos de la feminidad, definiendo a la mujer
como no trabajadora, que su papel era el de ser madre, y estar al cuidado de sus
hijos. El capitalismo actual lo sigue sosteniendo ofreciendo a las mujeres salarios
más bajos que a los hombres, y sosteniendo una postural “natural de la
maternidad”. Otro elemento sería el hecho de que se carezcan de guarderías
públicas. Y las publicidades vigentes, cuando idealizan la maternidad sin tener en
cuenta diferentes condiciones y posibilidades económicas, sumado al deseo de
ser madre o no. Podríamos denominar a este sistema, más que un sistema o
sistemas disociados, un capitalismo patriarcal. Puesto que el Capitalismo instala la
división de trabajo por género como su elemento principal para la acumulación
capitalista. Silvia Federici dice que la acumulación del capitalismo no hubiera sido
posible sin el trabajo reproductivo (la producción de trabajadores) de las mujeres y
también mediante la naturalización del trabajo doméstico como destino para las
mujeres, y el hecho de asimilar el trabajo de las mujeres como un trabajo hecho
por amor, amor al marido y a sus hijos. Porque si bien decimos que existían
formas de patriarcado anterior al capitalismo, la mujer no era dependiente
económicamente del hombre en el feudalismo, ellas hacían uso comunitario de la
tierra, por ejemplo. Existían otro tipo de diferencias entre hombres y mujeres. Con
el capitalismo el cuerpo de la mujer es apropiado de manera voraz.

Este Capitalismo es esencialmente patriarcal, porque la marginalización de la


mujer y nuestra función como fuerza laboral secundaria han sido centrales para el
desarrollo histórico y la existencia actual del capitalismo.

AdrienneRich, en su obra fundamental, la heterosexualidad obligatoria, da cuenta


también como el capitalismo forjó realidades patriarcales, como el título de su
texto lo indica: la heterosexualidad como obligación, el no cuestionar y ocultar el
hecho de porque las mujeres eligen hombres para formar parejas, sin indagar en
la historia. Esta forma de elección no es arbitraria ni es por arte de magia, dado
que los varones son los que manipulan las instituciones. Y recurriendo a la
historia, en los siglos XIX y XX se torturó y medicalización a las lesbianas, y otras
sanciones como a las mujeres solteras y viudas, las cuales eran vistas como
anormales. Por lo tanto, hay una invisibilización de la historia del lesbianismo. Ella
recurre a esta frase para designar este ocultamiento: La relación entre hombre y

10Young,Iris. Marxismo y Feminismo: más allá del “matrimonio infeliz” (una crítica al sistema dual).
En El Cielo por asalto. Año II, Nº4, otoño/invierno 1992.
14

mujeres son una << una colaboración para mantener desquiciada la historia >>
totalmente ahistórica. Este famoso binarismo, y su sensación de algo que viene de
la naturaleza.

Otra forma de dominación del capitalismo y patriarcado fue y es la idealización del


amor romántico, por el cuál se sostienen tales sistemas, se retroalimentan, dicho
sea de paso, el amor romántico es relativamente “nuevo”, con esto quiero decir,
que el amor tuvo diferentes acepciones, no siempre fue “romántico”, algunas
veces fue cortés, amor victoriano, amor burgués, etc., según el imaginario social y
la producción de subjetividad de la época. Esta idealización del amor hace que se
sostengan ideas como que la realización femenina es mediante el matrimonio, que
la orientación sexual hacia los hombres son componentes inevitables de sus vidas,
por mas insatisfactorios u opresivos que resulten.Kathleen Barry, nos conduce a
pensar que la ideología del amor romántico heterosexual en las mujeres ha sido
utilizado como dominación por parte de los hombres, aquí ella lo llama “rufián”. Y
que dicha ideología es emitida por los cuentos de hadas, el cine, los cortejos
nupciales, las canciones populares, etc. Y que dicho concepto como emoción es
europeo.

“Pero una ideología más universal habla dela primacía y de lo incontrolable del
impulso sexual masculino (…) Mientras los adolescentes aprenden cuál es su
poder sexual a través de la experiencia social de su impulso sexual, las
adolescentes aprenden que el lugar del poder sexual es masculino. En la mística
del impuso sexual masculino que todo lo puede y todo lo conquista, del pene- con-
vida-propia, se enraíza la ley del derecho sexual masculino sobre las mujeres, que
justifica, por una parte, la prostitución como presupuesto cultural universal y, por
otra, defiende la esclavitud sexual dentro de la familia con el pretexto de la
intimidad familiar e irrepetibilidad cultural.”11

Al respecto dice Barry que este poder masculino acerca del impulso sexual
incontrolable se vuelve patrón, norma, de ahí viene la razón por la cual los varones
no pueden aceptar un “NO” como respuesta, y lo mismo del otro lado, las mujeres
que no pueden decir que “NO” por naturalizar este dogma, este “impulso natural”
masculino. De esta forma se sostiene la violación marital, la prostitución, el acoso
sexual, etc.

11
Rich, p. 32.
15

Otros medios más visuales y más explícitos que el amor romántico, en el cual la
dominación masculina se instala en la conciencia, como control, es la pornografía,
la publicidad, ambas se muestran a las mujeres como mercancía sexual, carentes
de contextos emocional, sin personalidad ni individualidad. La pornografía recrea y
refuerza la violencia y humillación, y naturaliza el sexo como masoquista.

“El mensaje más pernicioso que difunde la pornografía es que las mujeres son la
presa sexual natural de los hombres y Ies encanta, que son congruentes la
sexualidad y la violencia y que, para las mujeres, el sexo es esencialmente
masoquista, la humillación placentera, y el abuso físicoerótico. Pero al lado de
este mensaje va otro que no siempre es reconocido: que la sumisión obligada y el
uso de la crueldad, si se producen dentro de la pareja heterosexual, son
sexualmente normales, mientras que la sensualidad entre mujeres, incluidos el
respeto y la reciprocidad eróticas, son raras (…) La pornografia no se limita a crear
un clima en el cual resultan intercambiables el sexo y la violencia; amplía la gama
de conductasconsideradas aceptables para los hombres en la relación
heterosexual,conductas que una y otra vez despojan a las mujeres de su
autonomía, dignidad, potencial sexual, incluido el potencial de amar y ser amadas
por mujeres en la reciprocidad y la integridad.”

Al respecto, otra autora que es nombrada por AdrienneRich es


Catharine Mackinnon, ella también habla acerca del sexismo que padecen las
mujeres en los trabajos, que son víctimas de acosos sexuales, y que dichas
mujeres reconocen el poder de dominación de los hombres en las jerarquías que
corresponden a los puestos de trabajo ( altos cargos, como directivos etc), por lo
cual su posición más minimizada -la de las mujeres- y su miedo a hablar hacen
que se perpetúen estos mecanismos de dominación masculina. Ella lo llama: El
control viril sobre la sexualidad de las mujeres y el control del capital sobre las
fuerzas de trabajo.12

Como conclusión, debemos tener en cuenta la existencia del patriarcado como


anterior al capitalismo, no como universal, pero si como diferente en cada
sociedad y en cada momento. Del mismo modo, es pertinente no naturalizarlo.
Verónica Beechey dice que:

12
Rich, p. 28
16

“una teoría satisfactoria sobre el patriarcado debería ser históricamente específica,


y debería explorar las formas del patriarcado que existen dentro de los modos de
producción particulares. Esto sugeriría que las formas de patriarcado que existen
en el capitalismo son diferentes de las formas existentes en el pre-capitalismo o
en las sociedades socialistas”.13

Y al capitalismo considerarlo como esencialmente patriarcal, porque se observó a


lo largo del texto, que se sostiene gracias a toda una ideología patriarcal, no sólo
de dominio de la conciencia sino que también mediante la fuerza física. Donde las
mujeres, que son las que producen y reproducen (hecho que no puede aislarse, o
separarse) son tan importantes porque son las que producen trabajadores, por lo
tanto es necesario adueñarse de sus cuerpos, negándose el aborto, como el
control de su sexualidad. Y también la mujer como asalariada oprimida por recibir
menor salario, y por tener que realizar doble jornada, careciendo de elementos
indispensables como guarderías, y también la necesidad de que se cuestione el
deseo de madre, y la obligatoriedad de la heterosexualidad, etc. Pensar también al
Capitalismo no solamente como Patriarcal, sino también racista, segregacionista,
clasista, que utiliza diferentes estrategias para que haya personas desempleadas,
y menormente empleadas, o empleadas pero empobrecidas, que sean un ejército
de reserva, para su proceso de acumulación. Y al Patriarcado como herramienta
eficaz de los hombres para conservar sus privilegios en todos los ámbitos, y poder
ejercer el dominio de su masculinidad. De esta manera es como ambos se
potencian porque al capitalismo “le va como anillo al dedo” el patriarcado, y como
el patriarcado se refuerza por la capacidad de explotación de capitalismo,
utilizando mecanismos sexistas, y jerarquías de dominación a la hora de
ramificarse y perpetuarse.

Veronica. 1979. “Sobre el Patriarcado”. En FeministReview Nº3. (Trad. B.Ibarlucía y


13Beechey,

Mayra Lucio).
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Bibliografía:

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B.Ibarlucía y Mayra Lucio).

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Young, Iris. Marxismo y Feminismo: más allá del “matrimonio infeliz” (una crítica al
sistema dual). En El Cielo por asalto. Año II, Nº4, otoño/invierno 1992.
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