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Educacion y Antropoligia, Historia Derivada PDF
Educacion y Antropoligia, Historia Derivada PDF
Presentado a:
UNIVERSIDAD DE LA SABANA
FACULTAD DE EDUCACIÓN
BOGOTÁ
2016
A partir de los conocimientos abordados a lo largo de esta asignatura se evidenciaron una
serie de experiencias y sobre todo una seria de reflexiones relacionadas a nuestro que hacer y rol
como docentes, basadas siempre en una firme teoría que desde los ámbitos epistemológicos,
antropológicos y éticos nos enmarcaron en un universo de conocimiento que si bien, propendían
implícitamente en generar acercamientos filosóficos basados en la razón dirigiendo un sentido y
un fin hacia y en pro de la acción educativa. Ya que en muchas ocasiones nos encargamos de
hacer sin conocer o simplemente cuestionarnos ¿de dónde viene? o ¿de dónde provienen? o ¿qué
implican los términos y/o acciones que dirigen nuestros roles? No solo en nuestra cotidianidad
sino también en el transcurrir del día a día en diversos ámbitos profesionales.
En este sentido es pertinente iniciar este texto académico con la siguiente afirmación, la
cual se considera en mi percepción subjetiva como centro y núcleo de todo elemento teórico,
técnico, práctico y ético que derivan de la cotidianidad educativa: “Todo pueblo organizado tiene
una organización educadora” (Jaeger, 1985), es así que en esta sola frase se derivan
cuestionamientos tanto teóricos, prácticos y filosóficos, incluyendo implícitamente a la educación
y un contexto tan complejo como la sociedad. Es entonces cuando la primera cuestión sobre la
educación empieza a definirse o revelarse siendo la acción educativa el fin último y único de
dichos cuestionamientos o planteamientos, donde asemejamos funciones sustantivas de la misma.
Es así que para abordar dicha complejidad la condición empírica que le da Jaeger (1985) a
la educación como una función tan natural y universal del comportamiento humano, que tarda en
asimilarse y llegar al mismo ser de una forma consiente, transporta al concepto mismo del
perfeccionamiento que es abordado desde la filosofía y rudimenta los planteamientos derivados
de Kant acerca de una acción educativa en donde el hombre solo por la educación llega a ser
hombre, contextualizando de alguna manera a parte de un gran valor al concepto educativo, de
igual forma al hombre como centro indiscutible y transcendedle de la misma naturaleza,
definiéndose como único y capaz de recibir y ser parte de la acción educativa o de la educación
para ser un poco más general a ese dominio que del ser humano proviene en diferentes aspectos
subjetivos. Entonces, y complementando los elementos filosóficos retomados en el anterior
argumento se deriva que la educación aparte de ser una función natural, trabaja directamente con
la naturaleza del hombre y esta de la misma forma centra al mismo ser en un complejo de
características individuales constituyentes de una sociedad, en la cual la educación se convierte
en la esencia de la virtud humana más difícil de adquirir, pero si bien también la más sustantiva y
descriptiva de la misma virtud. Si bien, este aporte contextualizándolo en las dinámicas diarias
del docente la sociedad hace parte esencial de su rol pues está mediando como acción educativa
las características contextuales y en si naturales que propenden al fiel desarrollo del ser humano
en la educación tanto en aspectos cognitivos como aspectos netamente humanos o porque no,
filosóficos.
En este caso, las teorías fluyen en varios sentidos principalmente haciendo una
diferenciación del hombre frente al aprendizaje sobre la técnica. Movilizando la concepción de
necesidad básica del ser humano nuevamente como parte de esta acción hacia el trabajo de
ayudar y crecer en su desarrollo tanto de habilidades físicas como cognitivas y/o intelectuales.
Por consiguiente como lo afirma Doryan, Badilla y Chavarría (2005) surgen así los fines
relacionados a aspectos individuales como desarrollo y construcción de la identidad, en donde el
docente deja de ver al estudiante como un ser general y lo caracteriza dentro de sus propias
habilidades o fortalezas. Es aquí cuando como educador se suelen abrir los horizontes y delinear
o desdibujar metodologías tradicionales que en algún momento diseñaban a la educación como
un ente sistemático y castraste en donde el dinamismo y la participación colectiva se limitaban a
la estandarización y generalización del conocimiento donde solo el docente era el único capaz de
objetivar las teorías y por ende impartirlas. Es aquí donde Rodrigo y Arnay (1997) hacen un
vuelco de conceptos cuando reflejan que en la tradicionalidad de la educación el estudiante se
considera como un “alumno” es decir un ser sin luz que debe ser iluminado y por consiguiente no
cuenta con una serie de capacidades, no siendo capaz de evidenciar tanto en el cómo en el
entorno motivaciones racionales o emocionales que sean idóneas para construir una tendencia
propia a la educación.
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