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REFLEXIÓN FINAL

DIANA MARÍA DAMARIS DÍAZ TORRES

Presentado a:

IVAN DARIO MORENO ACERO

UNIVERSIDAD DE LA SABANA

MAESTRÍA EN PEDAGOGÍA E INVESTIGACIÓN EN EL AULA

ANTROPOLOGÍA Y FILOSOFÍA DE LA EDUCACIÓN

FACULTAD DE EDUCACIÓN

BOGOTÁ

2016
A partir de los conocimientos abordados a lo largo de esta asignatura se evidenciaron una
serie de experiencias y sobre todo una seria de reflexiones relacionadas a nuestro que hacer y rol
como docentes, basadas siempre en una firme teoría que desde los ámbitos epistemológicos,
antropológicos y éticos nos enmarcaron en un universo de conocimiento que si bien, propendían
implícitamente en generar acercamientos filosóficos basados en la razón dirigiendo un sentido y
un fin hacia y en pro de la acción educativa. Ya que en muchas ocasiones nos encargamos de
hacer sin conocer o simplemente cuestionarnos ¿de dónde viene? o ¿de dónde provienen? o ¿qué
implican los términos y/o acciones que dirigen nuestros roles? No solo en nuestra cotidianidad
sino también en el transcurrir del día a día en diversos ámbitos profesionales.

En este sentido es pertinente iniciar este texto académico con la siguiente afirmación, la
cual se considera en mi percepción subjetiva como centro y núcleo de todo elemento teórico,
técnico, práctico y ético que derivan de la cotidianidad educativa: “Todo pueblo organizado tiene
una organización educadora” (Jaeger, 1985), es así que en esta sola frase se derivan
cuestionamientos tanto teóricos, prácticos y filosóficos, incluyendo implícitamente a la educación
y un contexto tan complejo como la sociedad. Es entonces cuando la primera cuestión sobre la
educación empieza a definirse o revelarse siendo la acción educativa el fin último y único de
dichos cuestionamientos o planteamientos, donde asemejamos funciones sustantivas de la misma.

Es así que para abordar dicha complejidad la condición empírica que le da Jaeger (1985) a
la educación como una función tan natural y universal del comportamiento humano, que tarda en
asimilarse y llegar al mismo ser de una forma consiente, transporta al concepto mismo del
perfeccionamiento que es abordado desde la filosofía y rudimenta los planteamientos derivados
de Kant acerca de una acción educativa en donde el hombre solo por la educación llega a ser
hombre, contextualizando de alguna manera a parte de un gran valor al concepto educativo, de
igual forma al hombre como centro indiscutible y transcendedle de la misma naturaleza,
definiéndose como único y capaz de recibir y ser parte de la acción educativa o de la educación
para ser un poco más general a ese dominio que del ser humano proviene en diferentes aspectos
subjetivos. Entonces, y complementando los elementos filosóficos retomados en el anterior
argumento se deriva que la educación aparte de ser una función natural, trabaja directamente con
la naturaleza del hombre y esta de la misma forma centra al mismo ser en un complejo de
características individuales constituyentes de una sociedad, en la cual la educación se convierte
en la esencia de la virtud humana más difícil de adquirir, pero si bien también la más sustantiva y
descriptiva de la misma virtud. Si bien, este aporte contextualizándolo en las dinámicas diarias
del docente la sociedad hace parte esencial de su rol pues está mediando como acción educativa
las características contextuales y en si naturales que propenden al fiel desarrollo del ser humano
en la educación tanto en aspectos cognitivos como aspectos netamente humanos o porque no,
filosóficos.

Por consiguiente, después de haber profundizado en la esencia o estructura de la acción


educativa, vale la pena resaltar que los fines de la misma según Polo (2006) bajo la afirmación de
Tomas Avira que Educar es ayudar a crecer, pues de esta premisa establece el crecimiento del
ser humano mucho menor si este no obtuviera la ayuda que se le ofrece para hacerlo, afirmando
así uno de los principios básicos del carácter filiar de la persona humana construyendo un
paralelo a que el hombre no podrá negar nunca que tiene un padre que guía y que en algún
momento el será padre también, por consiguiente también guiara u ofrecerá la ayuda para que
otro ser humano crezca indiferentemente de su origen, caracterizando igual que Newman (1946)
al crecimiento humano como el origen teórico de los fines de la acción educativa. Partiendo de
este punto en la cotidianidad del rol educativo la influencia derivada al aspecto filial, en
marcando a este proceso también el entorno familiar o a la familia, quien hace parte en gran
manera del actuar y del rol del estudiante en el aula de clase parte de una sociedad multicultural y
globalizada en donde la guía constante y colaborativa del docente construye al ser humano en
dicho contexto. En este sentido y siguiendo el rol familiar en la acción educativa, la escuela o la
institución no deben enmendar los errores que de ellos devengan. La cuestión radica en quehacer
docente sobre esta premisa, si es apoyo o se convierte en un mero vehículo de corrección en la
educación dirigida por la familia según lo afirma (Resnick, 1994).

Siguiendo la línea de lo anterior encontramos que existen diferentes aportes en el que


también se señala la necesidad del hombre de encontrar su propio camino y sus propios fines a
través de su propia experiencia o capacidad de elegir sus decisiones sin necesidad de ser ayudado
de tal forma niega el principio de filiación o se rebela contra él, en consecuencia se afirma que el
hombre no nace sino que se hace (Polo, 2006), de esta forma los fines de la acción educativa se
dirigen a un contexto más personal, justificando así la opción de no captar los fines de la
educación y por consecuencia la sociedad los demandan. De igual forma, utilizar esta rebeldía
hacia la filiación nos ayuda a perpetuar la construcción de los conocimientos y a justificar el
aprendizaje bajo experiencias sociales y/o aprendizajes propios del medio ambiente y del día a
día en aula de clase, nutriendo estos espacios no solo como los lugares donde se dicta la clase o
se hace presente la acción educativa, si no como esos espacios significativos e inolvidables para
el estudiante, logrando así que esa esencia educativa tan difícil de adquirí como se menciona
anteriormente, se convierta en un proceso más natural y dinámico, guiado por los medios y
herramientas actuales sustentadas dentro de la innovación.

En este caso, las teorías fluyen en varios sentidos principalmente haciendo una
diferenciación del hombre frente al aprendizaje sobre la técnica. Movilizando la concepción de
necesidad básica del ser humano nuevamente como parte de esta acción hacia el trabajo de
ayudar y crecer en su desarrollo tanto de habilidades físicas como cognitivas y/o intelectuales.
Por consiguiente como lo afirma Doryan, Badilla y Chavarría (2005) surgen así los fines
relacionados a aspectos individuales como desarrollo y construcción de la identidad, en donde el
docente deja de ver al estudiante como un ser general y lo caracteriza dentro de sus propias
habilidades o fortalezas. Es aquí cuando como educador se suelen abrir los horizontes y delinear
o desdibujar metodologías tradicionales que en algún momento diseñaban a la educación como
un ente sistemático y castraste en donde el dinamismo y la participación colectiva se limitaban a
la estandarización y generalización del conocimiento donde solo el docente era el único capaz de
objetivar las teorías y por ende impartirlas. Es aquí donde Rodrigo y Arnay (1997) hacen un
vuelco de conceptos cuando reflejan que en la tradicionalidad de la educación el estudiante se
considera como un “alumno” es decir un ser sin luz que debe ser iluminado y por consiguiente no
cuenta con una serie de capacidades, no siendo capaz de evidenciar tanto en el cómo en el
entorno motivaciones racionales o emocionales que sean idóneas para construir una tendencia
propia a la educación.

Mas sin embargo, existe en la actualidad la apropiación del concepto de


multiculturalismo, el cual ha empezado a derribar ciertos paradigmas frente a las tendencias de la
educación en donde este empieza a ser parte clave y prometedor, en donde aparte de desarrollarse
las relaciones sociales en el mundo (Rodríguez y Aguilera, 2002), hace conocer diferentes formas
y opciones de dirigir todo proceso educativo, siendo conscientes que las tendencias actuales de la
educación deberían ser en un principio netamente humanas que generales y estandarizadas, pues
si bien el proceso y siendo coherentes con la experiencia y visualización de ciertos contextos
adversos para asumir la escolarización o la conocida educación formal, se encuentran inmersos
diferentes procesos cognitivos y personales-individuales que definen metas, motivaciones,
actuaciones hasta sacrificios para alcanzar un objetivo o un fin relacionado a mejorar las
características humanas.

Denotando en sí, la suma importancia destacar los aprendizajes o reflexiones


anteriormente abordadas en esta asignatura, donde los aspectos, antropológicos, epistemológicos
y éticos nos llevan a definir al hombre como centro de la educación, consecutivamente a través de
la exploración de los fines de la misma para así recalcar a través de la movilización multicultural
las tendencias actuales de la educación, que si más, se convierten en una serie de análisis y
cuestionamientos sobre los modelos educativos y tendencias presentes en nuestro entorno, que si
bien, algunas de ellas carecen de sentido y oportunidad, convirtiendo tanto a la sociedad como los
modelos económicos y políticos (Cueva, 2007) en los principales soportes de esta. De igual esta
serie de aportes nos llevan a diligenciar las tendencias actuales de la educación principalmente a
un enfoque humanista, donde valga la redundancia la humanidad construye y alimenta la
educación del hombre a pesar de las dificultades y trastornos que la sociedad (Mèlich, 2000). En
complemento, esto nos hace estar de mejor forma involucrados con los cambios en modelos
educativos o tendencias que deriven directa o indirectamente de esta y su conocimiento a través
de los diferentes canales de comunicación que globalizan y centran a toda la educación en
diferentes dinámicas sustantivas de cada cultura. Es así que la educación tiende a globalizarse, a
ser un concepto individual más que general, a innovar, a desplegarse y a construir más que una
obligación un proceso netamente humano y necesario para la obtención de diferentes metas
regidas por motivaciones personales y que más fiable que este valor dado a la acción educativa,
lo aplique el docente en su cotidianidad a través de la constante apertura, comunicación,
preparación, responsabilidad y flexibilidad hacia las estructuras y métodos educativos con los
cuales nos formaron.

De esta forma, según Polo (2006) la acción educativa se contextualizan a un modelo


cíclico y colaborativo donde la familia, contexto, sociedad, características individuales,
características biológicas, confluyen para dirigir los fines de la misma por medio de estrategias
innovadores sustentadas en el juego, haciendo una clara referencia que este es un aspecto
fundamental de anclar el aprendizaje y generar estrategias de entendimiento tanto en el interior de
la familia y en este caso por los docentes (Prensky, 2001).

En consecuencia respecto a la pregunta y su respectiva sustentación en este documento,


sobre “¿Qué elementos, teóricos, técnicos, prácticos y éticos le aportan la filosofía y la
antropología de la educación a mi labor educativa cotidiana?”; es pertinente aclarar que en
conclusión, la acción educativa deriva de una serie de componentes que llevara a teorizar a través
de la practica o del contexto sobre el origen de la educación y además sobre su presencia en el
transcurso de la historia y diferentes culturas que nos acercan sustantivamente hacia el sentido
propio de esta, dirigiéndose al hombre y para el hombre y por consiguiente esto conlleva al
objetivo general de la filosofía de la educación. Por tanto asi la educación sea parte de la
naturaleza y constituya al ser humano, debemos procurar asi como lo afirma Susinos Rada y
Rodríguez-Hoyos (2011) no debemos dejar que el termino de educación al igual que el de
inclusión quede reducido a un eslogan o un reclamo sin raíces profundas en la práctica. Por tal
argumento, vuelve a enmarcar que todo proceso derivado de la educación el ser humano debe ser
su centro y de él derivar todo conocimiento a un actuar responsable y coherente tanto con las
demandas éticas y sociales de la actualidad.

Ya para finalizar y sin desestimar lo anteriormente sustentado, los elementos teóricos y


prácticos derivados de la filosofía y en si en el contexto se relacionan principalmente a la
necesidad del ser humano de ser formado y crecer, no solo en el sentido físico, sino también en el
sentido cognitivo e intelectual, complementando en un sentido crítico los principios
epistemológicos, antropológicos y éticos tomando en cuenta al hombre como principio básico de
esta misma acción. De igual forma, las características o principios a priori forman o cuestionan al
docente sobre su quehacer y de cierta forma dirige directamente su trabajo hacia la satisfacción o
felicidad del ser humano como tal, relacionándose y expresándose como ese ser integrador de
estrategias y herramientas para que este alcance un nivel significativo de satisfacción en la
formación de su ser.
Referencias

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