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El Capitalismo Tardio Escrito
El Capitalismo Tardio Escrito
PRESENTADO A
UNIVERSIDAD DE NARIÑO
ECONOMIA POLITICA
PASTO
2019
A lo largo de toda la historia del capitalismo hasta el presente, los procesos de
acumulación originaria de capital han coexistido constantemente con la forma
predominante de la acumulación de capital a través de la creación de valor en el proceso
de producción. Los campesinos, los tenderos, los artesanos, a veces incluso los
empleados, los burócratas del gobierno y los obreros altamente calificados tratan de
convertirse en capitalistas y explotan ellos mismos la fuerza de trabajo arreglándoselas de
una manera u otra para asegurarse una cantidad inicial de capital.
Pero la penetración del modo de producción capitalista en estas esferas está limitada por
dos factores decisivos. En primer lugar, este modo de producción debe ser competitivo, es
decir, el precio de venta debe ser menor que el precio de costo de las mismas mercancías
producidas en la esfera de la producción simple de mercancías o la producción familiar, o
al menos lo suficientemente bajo como para que los productores originales consideren
que su propia producción más barata no es ya provechosa en vista del tiempo y el trabajo
ahorrados por la compra de nuevos productos. En segundo lugar, debe haber disponible
un exceso de capital cuya inversión en estas esferas produzca una tasa de ganancia más
alta que su inversión en las esferas ya existentes
En el proceso puede sucederles una de dos cosas: o se van a pique o preparan el terreno
para la producción “normal” de plusvalía, en la que a su vez pueden participar. En este
último caso, se convierte en capital “normal”, industrial, agrícola, financiero o comercial.
Uno de los mayores logros de Marx fue el de señalar que no existe tal cosa como un
“fondo de salarios” claramente definido, ni tampoco ninguna “ley férrea de los salarios”
que determinaran el nivel de los salarios con la fuerza de una necesidad natural. Aun
cuando en último análisis, la determinación del valor de la mercancía fuerza de trabajo en
una sociedad productora de mercancías está gobernada por leyes objetivas, al igual que
toda determinación de cualquier clase de valor de mercancía, hay sin embargo algo de
especial en este particular valor de mercancía, debido a que está influido en gran medida
por los conflictos entre el capital y el trabajo, en otras palabras, por la lucha de clases.
La fluctuación del ejército industrial de reserva y la etapa alcanzada por la lucha de clases
en un momento dado son, por tanto, los factores determinantes en la expansión o
contracción de las necesidades que deben satisfacer los salarios. Desde el punto de vista
de la clase capitalista, la lucha en tomo a la tasa de plusvalía es una lucha para restringir
los salarios a las necesidades que son compatibles con un descenso del valor de la fuerza
de trabajo mientras que, a la inversa, la clase obrera constantemente trata de lograr que
los salarios satisfagan un número creciente de necesidades.
Ahora bien, si se consideran los últimos 150 años de la historia del capitalismo se puede
decir con certeza que el elemento histórico en el valor de la fuerza de trabajo ha tenido
una tendencia a aumentar.
En general, una economía con un exceso de fuerza de trabajo tiene muy grandes
posibilidades de realizar una tasa de crecimiento más alta [es decir, una tasa más alta de
acumulación debido a una tasa de ganancia más alta; EM] que una que no tiene esas
condiciones de abundancia de mano de obra, si las demás circunstancias son iguales.
Esto no sólo se debe a que la fuerza de trabajo no producirá un cuello de botella en dicha
economía, sino a que los salarios relativamente bajos combinados con altos niveles de
tecnología importada darán como resultado precios más bajos y una expansión de las
exportaciones.
Podemos recapitular ahora para explicar la combinación específica que hizo posible el
crecimiento acumulativo a largo plazo de las economías de los países imperialistas.
Fueron dos procesos de larga duración los que conformaron dicha combinación
específica: un incremento a largo plazo de la tasa de ganancia y una expansión a largo
plazo del mercado por medio de la innovación tecnológica acelerada, o, en otras palabras,
el incremento a largo plazo de la tasa de plusvalía que fue acompañado por un ascenso
de los salarios reales.
La lucha del capitalista particular por elevar la tasa de plusvalía encontró expresión
empírica en la lucha por reducir la parte correspondiente a los salarios. E l propósito de la
automatización era lograr tal reducción, y, al mismo tiempo, reconstruir el ejército
industrial de reserva.
A la larga ambas tácticas sólo pueden lograr un éxito limitado, y ambas reproducirán
contradicciones sociales aún más agudas. Por una parte, la reducción de las inversiones
internas disminuye el ritmo de crecimiento e intensifica, por ello mismo, los antagonismos
sociales. Por otra parte, después de un cierto retraso, y el retraso es de crucial
importancia, de las diferencias en los niveles de salarios entre el país exportador de
capital y el país importador de capital también comenzarán a desaparecer. En un grado
considerable, por supuesto, la velocidad de este proceso de nivelación de los salarios
estará determinada por la estructura social y económica interna del país importador de
capital (si el país en cuestión está ya industrializado, este proceso no podrá detenerse
durante mucho tiempo; en cambio, si el país es una colonia subdesarrollada, el proceso
podrá ser frenado durante un periodo más largo).
La reducción del tiempo de rotación del capital fijo está estrechamente relacionada con la
aceleración de la innovación tecnológica. La aceleración de la innovación tecnológica
determina la aceleración de la obsolescencia de la maquinaria, que, a su vez, promueve
la aceleración del remplazo del capital fijo en uso, y por tanto reduce el tiempo de rotación
del capital fijo.
“Lo que permite a las máquinas ejecutar el mismo trabajo que antes efectuaba el obrero,
es el análisis y la aplicación de leyes mecánicas y químicas. De ahí la lucha de los
obreros contra las máquinas. Lo que era actividad del obrero vivo, se convierte en
actividad de la máquina”. Este análisis es una brillante anticipación por parte de Marx, de
condiciones que sólo se desarrollaron mucho más tarde, con la aceleración de los
descubrimientos e invenciones científicos.
El rasgo característico de este crecimiento del trabajo intelectual científico -motivado por
el crecimiento acumulativo del conocimiento científico, la investigación y el desarrollo y
determinado en última instancia por la innovación tecnológica acelerada es la
reunificación masiva de la actividad intelectual y productiva, y la entrada del trabajo
intelectual en la esfera de la producción.
Así, el grito de guerra del capitalismo tardío en la educación superior viene a ser: por una
ciencia aplicada, especializada y sujeta a la división capitalista del trabajo, una ciencia
fragmentada, subordinada a la maximización de ganancias por los monopolios. Las
palabras de Marx citadas al principio de este capítulo se han convertido en realidad:
cuando la aplicación de la ciencia a la producción inmediata determina e incita a ésta, la
invención se convierte en una rama de la actividad comercial y las diversas ciencias se
vuelven prisioneras del capital.
Se puede incluso decir que la corporación típica del capitalismo tardío es cada vez más
indiferente a las formas específicas de la calificación del trabajo, debido a que en la época
de la innovación tecnológica acelerada estas formas deben de todas maneras cambiar
varias veces durante la vida normal de un obrero. El, capitalismo avanzado, por el
contrario es perfectamente capaz satisfacer sus necesidades de fuerza de trabajo
calificada intelectualmente en un periodo de tiempo bastante breve.
La producción de armas para las guerras dinásticas desde el siglo XV al XVIII constituyo
una de las principales fuentes de la acumulación originaria y una de las parteras más
importantes del capitalismo tardío. A causa, de los gastos en armas y la guerra, en cuanto
a estímulos para el aceleramiento de la industrialización o para la extensión del mercado
capitalista han desempeñado un papel considerable a lo largo de toda la historia moderna.
Así, los gastos militares también contribuyen sustancialmente a la expansión acelerada de
la producción durante las dos décadas anteriores a la primera guerra mundial. Por tanto
lo que vamos a investigar son los efectos de este gasto enorme militar sobre el desarrollo
de la economía del capitalismo tardío en su conjunto. El método más seguro consiste en
analizar la dinámica de las contradicciones o dificultades internas más importantes del
desarrollo del modo de producción capitalista a la luz de un presupuesto armamentista
permanente y sustancial. Para esto, debemos convertir el esquema de reproducción de
Marx, que opera con dos sectores, -sector I: medios de producción; sector II: bienes de
consumo- en un esquema con tres sectores, añadiendo un tercer sector que produce
medios de destrucción.
El surgimiento del sector III que es el sector reproductor de armas tendría que
caracterizarse por una declinante composición orgánica del capital. Esto prueba que una
industria armamentista no puede constituir la solución para las dificultades de la
realización provocadas por el incremento de la composición orgánica del capital. Por
medio de los impuestos, el estado extrae de la plusvalía realizada por el sector II y las usa
para comprar medios de destrucción del sector III. Sin embargo, el surgimiento de un
sector de armamentista permanente solo puede resolver el problema de la realización del
valor de las mercancías producidas en el sector II bajo una precondición adicional que el
total del poder de compra necesario para comprar armas y bienes destructivos sea
deducido del total de la plusvalía, dejando intactos los salarios de la clase obrera, así
mismo, desde el punto de vista de la lógica del modo de producción capitalista, ninguna
de estas precondiciones tiende sentido. Más aun los capitalistas hayan de organizar la
producción de armas con el objeto de incrementar la suma social de los salarios en lugar
de tratar de disminuirla.
En primer lugar, el sector III tiene una composición orgánica del capital más bajo que la de
los sectores I y II. En condiciones capitalistas normales, esta hipótesis es completamente
irreal por el contraria; por el contrario, la composición orgánica del capital en el sector II es
normalmente más alta que el promedio social.
1) La segunda condición es que el surgimiento del sector III conduzca a un aumento
permanente en la tasa de plusvalía en comparación con su nivel normal antes de que este
sector existiera, debemos distinguir dos casos.
a) La tasa de plusvalía en el sector III se eleva por tanto por encima de la media
social que contribuye a un aumento en esta última instancia. Un aumento en la plusvalía
relativa no puede, por tanto, ser nunca una característica específica del sector III pero si
determina el valor de la mercancía fuerza de trabajo para toda la industria.
La consecuencia de pagar la fuerza de trabajo por muy por debajo de su valor solo puede
ser un rápido descenso en la intensidad y la productividad del trabajo. El resultado es una
lógica de reproducción descendente que conduce a la destrucción de los elementos
materiales de la reproducción ampliada.
Cabe resaltar Kindron refuta a Marx, afirmando que su modelo es un sistema cerrado
donde no hay filtración. El autor del libro, afirma que la categoría de filtraciones confunde
diversos fenómenos diferentes. Las crisis destruyen el capital mediante la desvalorización
y el capital desvalorizado significa que las tasas de ganancia incrementadas. En general,
las guerras no desvalorizan el capital en modo alguno. Las guerras solo pueden
considerarse como filtraciones que frenan la tendencia descendente de la tasa de
ganancia si destruyen el capital.
Para Marx es el trabajo abstracto el que crea valor. Este trabajo es parte de la capacidad
total de la sociedad y produce una mercancía que, sin importar su valor de uso específico,
encuentra su equivalente en el mercado porque satisface una necesidad social.
Los gastos militares permanentes significan también una redistribución de las ganancias
hacia las compañías productoras de armas, que en mayoría, sino en su totalidad son
compañías del sector I.
Durante el periodo de posguerra a partir de 1945, una de las soluciones más importantes
al problema del capital excedente, sino también para la aceleración de la innovación
tecnológica, la carrera armamentista con un conjunto de estados no capitalistas
desempeño un papel importante en este incentivo.
En todo caso, dado que una economía armamentista en expansión determina una
redistribución de la plusvalía hacia un pequeño número de compañías a expensas de un
número cada vez mayor de otros capitalistas, el crecimiento del sector III evaporaría
completamente la ganancia de muchos capitalistas y amenazaría a una parte sustancial
de su clase con la bancarrota. Por tanto, es acertado concluir, que la ampliación de una
economía armamentista permanente esta necesariamente bloqueada por los limites
sociales internos y objetivos.
Si esta división del trabajo fue particularmente característica de la industria misma durante
la época del capitalismo de libre competencia a partir de la segunda revolución
tecnológica también empezó a ejercer una influencia directa sobre la agricultura. En
conjunto todo este proceso de especialización y división del trabajo se desarrolló más
lentamente en la agricultura que en la industria hasta vísperas de la segunda guerra
mundial. La época del capitalismo tardío por lo menos en su primera onda larga de
modalidad expansiva se ha caracterizado por un incremento mayor aun de la
productividad del trabajo en la agricultura que en la industria. La conquista masiva de la
agricultura por el gran capital acelera a su vez la división social del trabajo en este sector
que alcanza ahora una etapa cualitativamente superior a la de tiempos del capitalismo de
libre competencia del imperialismo clásico, por tanto, puede resumirse en la creciente
industrialización de la agricultura.
En los tiempos del capitalismo libre competencia y el imperialismo clásico, tal penetración
del capital en las esferas intermedias estaba restringido principalmente al proceso de
circulación: el capital comercial. Cuanto más avanzada llego a ser la división internacional
del trabajo y la socialización internacional objetiva del trabajo, mayor fue la importancia
del sistema de transporte. En la época del capitalismos avanzado el proceso de
capitalización y por tanto del trabajo adquiere una nueva dimensión en esta esfera de
meditación. Este desarrollo no debe por supuesto exagerarse. En una sociedad
productora de mercancías, imbuida del impulso adquisitivo, el mismo genera
constantemente su negación como una corriente secundaria. Lejos de representar una
sociedad postindustrial, el capitalismo tardío constituye la industrialización universal
generalizada por primera vez en la historia.
En último análisis, todas estas tendencias corresponden al rasgo distintivo del capitalismo
tardío: el fenómeno de sobre capitalización, o capitales excedentes no invertidos puestos
en movimiento por la tendencia a la caída en la tasa de ganancia y que aceleran la
transición al capitalismo monopolista. Mientras el capital fue relativamente escaso,
necesariamente se centró en la producción directa de plusvalía. Pero si el capital se
acumula gradualmente en cantidades cada vez más abundantes y una parte sustancial
del capital social no logra valorizarse en absoluto. El capital monopolista no se opone por
tanto, en modo alguno a la penetración de capital en el llamado sector de los servicios,
aun cuando la tasa de ganancia debía a que una masa incrementada de plusvalía tiene
que ser compartida entre una masa de capital social invertida que ha aumentado aún más
que ella. Por último, el capital monopolista no tiene ninguna razón para ser hostil a todo el
desarrollo de capitalización e industrialización intensivas de todos los sectores de la
sociedad.
Marx anticipo lo que sería la sociedad de consumo, de forma histórica, la extensión del
modo de producción capitalista significa una extensión masiva del salario monetario y una
extensión igualmente enorme llamado mercado interno para bienes de consumo industrial
propiciado por la misma acumulación de capital.
Por una parte, el capital está obligado a reducir el valor de las mercancías individuales por
medio de su constante expansión de la producción y de su creciente mecanización, que
requieren la producción y la venta masivas de estas mercancías, la producción de
plusvalía, la realización de ganancias y la acumulación de capital, siguen siendo los
objetivos finales de todos sus esfuerzos. La creciente discrepancia entre las necesidades
del consumo familiar y el salario del obrero masculino individual conduce a un mayor
empleo de mujeres casadas que garantiza una expansión general del trabajo asalariado.
Por un lado, el incremento sustancial en la intensidad del trabajo hace necesario un nivel
de consumo más alto, si la fuerza de trabajo ha de ser reconstituida. Esta extensión de
necesidades es un corolario de la necesaria función civilizadora del capital. La llamada
sociedad del consumo va más allá de la justa condena de la comercialización y
deshumanización del consumo por el capitalismo para atacar la extensión histórica de la
necesidad y el consumo en general.
Para los socialistas, el rechazo a la sociedad del consumo capitalista no puede expresar
un rechazo a la extensión y la diferencia de las necesidades en su conjunto o un regreso
al estado natural primitivo de estas necesidades; su propósito es necesariamente el
desarrollo de una rica individualidad para toda la humanidad. La producción de bienes
debe estar subordinada a este objetivo que presenta la eliminación de formas de
producción y trabajo que perjudican la salud humana y el medio ambiente. Al mismo
tiempo, debe recordarse que el hombre como ser material con necesidades materiales no
puede lograr el total desarrollo de una rica individualidad a través del desarrollo racional
de su consumo.
Cuanto más se satisfaga el consumo de bienes, más irracional e indiferente se torva para
la humanidad su extensión cuantitativa pura extravagancia, aburrimiento y cansancio de la
vida. La considerable extensión del consumo del proletariado en los países altamente
industrializados, lo que el modo de producción capitalista no puede hacer es aumentar
este consumo a la misma tasa que la productividad del trabajo. La ampliación de la
producción capitalista de mercancías y la ampliación de la circulación en la esfera del
consumo bajo el capitalismo avanzado van acompañadas por una expansión superior al
promedio de ampliación de estos sectores. Así mismo, es un rasgo del capital comercial
es característico del capital invertido en esta área del sector de los servicios característico
del capital invertido en esta área del sector de los servicios: su propósito es reducir el
tiempo de rotación del capital productivo circulante.
En la etapa tardía el capitalismo monopolista tiene lugar una extensión adicional de las
funciones del estado. Ello es consecuencia de tres rasgos principales del capitalismo
tardío: la reducción del tiempo de rotación del capital fijo, la aceleración de la innovación
tecnológica y el enorme aumento del costo de los grandes proyectos de acumulación
capitalista debido a la tercera revolución tecnológica, en una tendencia en el capitalismo
tardío hacia el aumento no solo de la planificación económica del estado. Hay por tanto,
una tendencia bajo el capitalismo tardío a que el estado incorpore un número cada vez
mayor de sectores productivos y reproductivos dentro de las condiciones generales de
producción que el mismo estado financia. Por consiguiente el capitalismo tardío se
caracteriza por las crecientes dificultades en la valorización del capital (sobre
capitalización, sobreacumulación). El estado supera estas dificultades, al menos
parcialmente, al proveer oportunidades adicionales en una escala sin precedentes para
las inversiones rentables de este capital en la industria de armamentos, la industria del
ambiente, la ayuda exterior y los trabajos infraestructurales.
Otro rasgo distintivo del capitalismo tardío es la creciente propensión del sistema social a
las explosivas crisis políticas y económicas que amenazan al modo de la producción
capitalista. Consecuentemente, la administración de la crisis es una función vital del
estado capitalista y su responsabilidad de aumentar las condiciones de producción. El
estado despliega maquinaria de manipulación ideológica para integrar al obrero en la
sociedad capitalista tardía como consumidor. Trata consecuentemente de desviar
cualquier rebelión hacia reformas contenibles por el sistema.
El capitalismo tardío es la época en la historia del desarrollo del modo de producción
capitalista en que la contradicción entre el crecimiento de las fuerzas productivas y la
supervivencia de las relaciones de producción capitalista asume una forma explosiva.
Esta contradicción conduce a una crisis cada vez más generalizada de estas relaciones
de producción. En primer lugar, al definir la esencia de las relaciones de producción
incluyen todas las relaciones fundamentales entre hombres y mujeres en la producción de
su vida material. La naturaleza específica de las relaciones de producción capitalistas
indica en la producción generalizada de mercancías, se determina la forma particular de la
separación de los productos de los medios de producción. La producción generalizada de
mercancías implica que la fuerza de trabajo y los medios de trabajo se han convertido en
mercancías.
El comercio y el crédito son los dos medios fundamentales de evitar temporalmente las
dificultades de la realización de plusvalía. La resultante aceleración de la rotación del
capital circulante posibilita el aumento de la masa de plusvalía de modo que esta
autonomía no disminuye necesariamente la ganancia apropiada por el capital industrial.
Pero a la par de la presión general para elevar la composición orgánica del capital, se
desarrolla así una presión adicional para disminuir la participación del capital circulante en
el capital productivo total, y para convertir todo el capital en capital fijo, lo cual incrementa
aún más la composición orgánica del capital y a la larga debe reprimir la tasa de
ganancia. Solo la socialización directa de la producción y su subordinación pueden
conducir a un nuevo desarrollo de la tecnología y la ciencia que promueva el
autodesarrollo y no la autodestrucción de los individuos y la humanidad.
Sin embargo el sector estatal en el que no hay un mecanismo social objetivo para la
reducción constante de los costos, está gobernado por el principio de una economía de
asignaciones, que conlleva un desperdicio permanente de recursos al grado de que las
personas activas en el tienen un interés material en incrementar estas asignaciones de
auto enriquecimiento. La declinación del modo de producción capitalista que subyace en
esta interconexión de la economía privada y la intervención estatal, se advierte con mayor
claridad aun en una perspectiva histórica.
BIBLIOGRAFIA