Está en la página 1de 42

Entreabierto

El maestro

Desde que aparecieron aquellos endemoniados motoristas con sus banderas y gritos de “¡arriba Espa-
ña!”, la mayoría de los vecinos del pueblo estaban muy preocupados por la suerte del pobre maestro.
Cuando papá dijo en casa que, por fin, habían nombra-
do a un nuevo maestro, mamá y la abuela se pusieron muy alegres.
“Es lo que necesitan los chavales. Que los metan en cintura y les ense-
ñen a leer, a poner el nombre, la dirección y las cuatro reglas, y no andar todo
el día por los caminos matando pájaros y robando fruta”, sentenció mi abuela.
Debían de estar todos los padres muy contentos, porque fueron muchas mujeres a lim-
piar la escuela y hasta pusieron flores en un tarro de cristal en la mesa del maestro. Los
hombres arreglaron el camino que va desde la carretera a la escuela. A nosotros no ha-
cían más que decirnos que no estorbáramos y “ya veréis cuando venga el maestro”.
Para el día de su llegada, el alcalde pedáneo junto con el cura y dos de los veci-
nos más viejos organizaron un recibimiento muy bonito. Pero cuando apareció el maes-
tro, se les notó mucho que esperaban a alguien distinto. Algunos chavales mayores em-
pezaron a reírse, aunque el cura los miró tan fijamente que daba miedo, y se callaron.
Don Obdulio era muy bajito. “No creo que llegue al metro y medio, pero puede que sea un buen maes-
tro. Ahora, vamos a ver si estos sinvergüenzas lo respetan”. Eso lo dijo mi padre a la hora de la cena.
Con todo, el maestro supo ganarse el cariño y la admiración de la mayor parte de sus alumnos y el res-
peto de muchos padres. “Estoy convencida de que pasa necesidades”, decía una vecina a mi madre. Por
la noche mi madre se lo repetía a mi padre. Entonces organizaban una colecta de patatas y chorizos.
También había quienes hablaban de él con burla y desconfianza hacia su labor porque este
maestro no pegaba. Solo utilizaba el puntero para señalizar en el mapa. Su paciencia era infi-
nita y no pegaba, ni siquiera cuando a sus espaldas alguno de los mayores escribía en el en-
cerado: “Obdulio tacón”. Cuando se daba la vuelta y lo veía, se limitaba a mover la cabeza y
a borrar lo escrito y seguía explicándonos que había palabras llanas, como: “tomate, ciclista…”.
Solo una vez lo vi alterado y fue con el cura. Aquel día me pareció que de repente había crecido,
lo vi grande muy grande. “Señor cura, usted manda en su iglesia, pero aquí mando yo. No puede
venir cuando le apetezca e interrumpir la clase con su catecismo. Para eso tiene su púlpito”. El cura
no podía creer lo que oía y empezó a reír por lo bajinis y se fue diciendo “bueno, hombre, bueno”.
Cuando lo conté en mi casa, mi madre abrió los ojos asustada mientras se santi-
guaba, pero mi padre se reía y decía “este es de los míos, republicano, sí señor”.
Desde entonces, se corrió por el pueblo que el maestro era rojo, pero a él no pare-
cía que le importara mucho. El día siguiente al que aparecieron los motoristas en el pue-
blo, no me dejaron ir a la escuela y mi padre tampoco fue a trabajar al campo. Salió dicien-
do que iba a ver si se enteraba de lo que estaba pasando, pero regresó muy pronto. Venía
todo acalorado y llevó a mi madre casi arrastras hasta la sala. Aunque hablaba en susu-
rros, le oí decir que había un gran revuelo en el pueblo porque el maestro había desaparecido.
La mamá no hacía más que estrujar el mandil y decir “¡Dios mío, Dios mío, socórrenos en la aflicción!”.
El papá se sentó en el banco del corredor con la cabeza entre las manos y solo se le oía “mecagoen”.
Yo no sabía si estaba enfadado porque ya no iba a volver a ver al maestro o porque la helada se había
llevado otra vez las patatas. Cuando se lo pregunté, levantó la cabeza y empezó a reír a carcajadas.
“Eso es lo que tú aprendes en la escuela, perillán: ¡que caen heladas en el mes de julio!“.
Ya muy de noche, llegó a nuestra casa un amigo de mi padre. Venía muy nervioso, se sentó en una
silla y la mamá le dio un vaso de vino. Cuando se serenó un poco, empezó a hablar muy bajito :
“Tranquilos, tranquilos. No lo han detenido. Está a salvo, el maestro está seguro.
¡Qué cosas hay que ver! ¡El cura lo tiene bien escondido !”.

Socorro González

Cuento basado en La lengua de las mariposas, película basada a su vez en un cuento del mismo nombre, de
Manuel Rivas.
Sección
Sumario
Junio, 2019. Cuadragésimo cuarta edición

Síguenos en Facebook: Entrelíneas de Loranca

Dirección. Alicia Piso, profesora del taller Entrelíneas


Maquetación y corrección. Alicia Piso y Raquel Acosta
Encuadernación. Alumnos del taller Entrelíneas
Portada. José Luis Sánchez Pascual
Entreabierto. Socorro González

Entreversos
Eva Casado, Gloria Poza, Annabel Gómez, Catalina Cuesta, Juan Pedro López Sanz 3

Entrecuentos
José Luis Sánchez Pascual, Carmen Serrano, Catalina Cuesta 6

Entresueños
Gloria Poza, Rosa Umbral, Jimena y Alicia 8

Entreveros
Gloria Poza, Annabel Gómez, Carmen Serrano, Socorro González,
José Luis Sánchez Pascual, Ana María Sánchez, Ruth Obiamo Moiché,
Esther Obiamo Moiché, Catalina Cuesta, Eva Casado, Juan Pedro López Sanz 9

Entrelibros
Gloria Poza, Rosa Umbral 30

Entrecomillas
Frases de cine 31

Entrelíneas
Ana María Sánchez, Carmen Serrano, Esther Obiamo Moiché, José Luis Sánchez Pascual 32

Entrembustes
Ruth Obiamo Moiché, José Luis Sánchez Pascual, Carmen Serrano, Socorro González, Esther
Obiamo Moiché 36

Entrecerrado
Alicia Piso 40

2
Sección
Entreversos

Hora crepuscular La meta

Hora crepuscular, hora vespertina. Cruzas el umbral, te lanzas hacia la madurez.


Miedo conyugal, miedo al homicida. Abres los brazos, bebes brisas en lugar de vientos,
Hora de ocaso, hora de cambio. disfrutas de la calma, saboreas lo pequeño,
Suena el piano, vibra el relicario te sumerges en las aptitudes, das la espalda a la
Hora de cierre, hora triste. torpeza.
Solo teme, ya desiste.
Hora bruja, hora roja. Sabes ir, volver y quedarte si hace falta.
Grita muda, grita floja. No te asustan los espejos ni los precipicios,
Hora de sangre, hora de fin. porque siempre los puedes mirar de reojo
Blande el sable, tiñe el carmín. y en caso de apuro esquivarlos o dormir.
Hora de sueño, hora de paz.
Ni una menos, ni una más. El mañana ya no se sienta a tu lado en el sofá
pero te sientes afortunada por sobrevivir
Eva Casado y con cada paso saboreas el triunfo
de estar más cerca de la meta.
Para Ulises
Annabel Gómez
¿Fue mi primer amor?
No lo tengo muy claro, Superhéroe
pues el tiempo traiciona
y borra las torpezas Me atrapó el monstruo,
de nuestra juventud. con su zarpa me ha hundido,
Sí fue, doy por seguro, su visita ha desgarrado mis entrañas
el que dejó en mi mente y a mis seres más queridos el alma.
un recuerdo imborrable, Estoy, quizás, herido de muerte
que, cuando por la calle día a día me devoras en tu guarida metido.
me cruzo con alguno Aun así... por mis venas corre
que a él se le parece, un veneno compartido,
vuelve hasta mi memoria, yo me quedo con mi parte
y con dolor constato hacia ti va el resto dirigido.
que la separación Cuanto más veneno me quema por dentro...
fue solo culpa mía Yo más fuerte, tú un poquito más chiquito.
por mi infidelidad. ¡Huésped indeseable!
Me enamoré de otro ¡Apestoso inquilino!
de más categoría, Solo puede quedar uno.
y nubló mis sentidos Hoy sin fuerzas tras la batalla:
hasta no razonar. te echo de mi vida, de mi casa.
Ya sé que feneciste, Vete... ¡Te he vencido!
o quizá renacieras
en otros de tu especie, Catalina Cuesta
y me atrevo a pensar
que si ocurrió tal hecho Tu corazón
me diste tu perdón,
pues nunca conociste, Qué amplio puede ser el corazón
mi muy querido ULISES, que alberga la totalidad de otros
que es el abatimiento. que alberga tanto planeta.
Mi idolatrado amigo:
¡MI SEISCIENTOS! Las propias ilusiones
y las ajenas,
Gloria Poza la sed del sediento,
los poemas del poeta,
la esperanza de los gregarios,

3
Entreversos

la calma de las mesetas, Todo el mundo


el clamor de los valles, ha dormido alguna vez
la dirección del camino, con los ojos abiertos,
la avaricia del frustrado, por eso te habrán lanzado
la risa pueril, esa bonita metáfora.
el movimiento de la tierra,
el brillo de la luna, ¡Estás dormido!
el propio amor Para fastidiar
y el que te arrojan regalarás un bostezo.
y no me importa que
un corazón envejezca Es verdad que cuando despertamos
o enferme no lo hacemos como la Bella Durmiente,
porque cumplirá igualmente. es verdad que otros no despiertan
ni derrumbándose el edificio,
El arca de Orfeo no como los bebés que les cantan:
Duérmete niño, duérmete ya
Una tormenta de vulgaridad y no hay manera,
invade nuestro tiempo la que se duerme es la mano
y resta literatura. del cuidador.
Orfeo diseña un arca
donde reunir Dormir es burlarse
a todos los escritores, de este mundo
para que de su proximidad un ratito.
nazcan nuevas vidas literarias.
Infelicidad
Arte protegido
que navega sobre el caos. Los infelices no tememos
La vulgaridad es un monstruo la muerte.
poderoso, pero los versos del poeta
no transigen, Tememos la lentitud del tiempo.
las figuras del novelista Necesito mis arrugas.
no transigen. Necesito helarme
para ceder todo,
La literatura se rescata, hasta mi mayor poema
ese rescate calmará la vulgaridad, e irme mudo.
ese rescate maquillará
la cara de los vulgares, Quiero caer hasta sangrar
que seguirán sin atender obteniendo una mente aniquilada
pero respetando. que ni ama, ni odia
Y del respeto solo a mí mismo.
deriva la comprensión
y de la compresión deriva la superioridad Quiero ser el protagonista
y de la superioridad cesan las tormentas no por ego
como el arca. sino por la mayor debilidad humana.
Solo presente como memoria.
Quisiera cerrar los ojos
Descanso con la ilusión
de que no se vuelvan a abrir.
Dormir es vivir
un poquito muerto. Cuando llega la noche
y me encierro en la cama
Cuando resucites oigo la oscuridad
una nueva alma, y su sonido me descubre.
habrá en tu organismo.

4
Entreversos

Inigualable Bishop

Qué alma la de ese poeta La foto de la poeta


que nos conquista con su lucidez. sugiere una sinécdoque,
se ve su cara
No sobra una metáfora. pero se refiere a toda ella
Las personificaciones crean vida. porque es sinceridad
No falta una hipérbole. de los pies a la cabeza.
La música puede oírse.
No sé si atreverme a escribir, Imagen auténtica
después de leer semejante obra. que te reclama.
Qué poeta.
Qué recursos. Ojos de poeta
Qué sabiduría. para ver las metáforas,
nariz de poeta
Él no arriesga, para oler las hipérboles,
avanza con total seguridad oídos de poeta
como un depredador para percibir la música.
que busca la perfección
y no tengo ninguna duda No puedo escapar.
de que la ha encontrado, Al lado del zumo
aunque ella siempre persiste Bishop.
vive muy escondida. El zumo no me lo terminé,
a Bishop sí.
Solo un maestro
puede acceder a ese Juan Pedro López Sanz
lugar tan inaccesible
donde otros inferiores
perderíamos la vida poética.

«Lafoto de la
poeta
sugiere una
sinécdoque,
se ve su cara
pero se refiere
a toda ella
porque es
sinceridad
de los pies a la
cabeza»

5
Sección
Entrecuentos

Se cerraron las esclusas las mentiras. Los que vivimos cada día aquí, mu-
tantes y desfavorecidos, sufrimos las consecuen-
Maldito Coogahen, no entiendo qué pretende en- cias de una legislación en manos de las corporacio-
cerrándonos aquí, si ya nos tenía relegados al olvi- nes. Abandonados a nuestra suerte. Colonos que
do. No hemos hecho nada más que reclamar nues- vinimos a formar parte de una promesa y que nos
tros derechos, aprovechando una nueva incursión convertimos en esclavos, en conejillos de indias,
“legal” de sus fuerzas militares. La culpa no es en errores de los cuales es mejor olvidarse. Cerrar
nuestra, nosotros no queremos ser así, fueron las la puerta y tirar la llave.
bóvedas construidas con materiales defectuosos Quato, sálvame, sálvanos, libéranos, libera Marte
las que causaron lo que somos; Marte y su influen- de Coohagen.
cia, ya sabes. ¿Y así terminará todo? ¿así acabará Me mareo, se me va la cabeza. Ahora veo el cielo
mi vida?, ¿no les basta con negarme un futuro?, de Marte como un gran lienzo que se mueve, con
¿no les es suficiente con haber convertido este dis- andamios que lo sostienen y que proyecta la ilu-
trito en el zoo de Marte? Morir asfixiada porque sión de un horizonte extraterrestre. Creo ver gente
me niegan el oxígeno. Irónico, ahora que ya no que anda fuera de las bóvedas, que las limpia por
quiero terminar con mi vida; mi poder, mi jaula, fuera, sin trajes, sin protección, y eso es imposible.
mi prisión de acero en tumba alienígena. Espero Incluso mueven luces que yo creía estrellas. Debo
que Quato cumpla la promesa que nos hizo. Quaid de estar muriendo, deben de ser alucinaciones de
parece un buen tipo, aunque su rostro no miente, un cerebro ahogado, pues noto cómo alguien se
algo me dice que nos engaña, veo en la sombra de afana por maquillarme el rostro y ajustarme la de-
sus gestos otro nombre dibujado, “Arnold…”, se- formidad de mi cara. Una locura.
guido de un apellido largo y extraño que no logro
descifrar. Parece con sus movimientos ofrecernos Relato basado en la película Desafío total (1990),
una actuación, una comedia de la que pocos cono- de Paul Verhoeven, que a su vez está basada en un
cen el desenlace. No sé. Es como si a veces, cada relato corto de Philip K. Dick, “Podemos recordarlo
vez que aparece Quaid, una bruma de personas por usted al por mayor” (1966).
con cámaras de video y papeles le acompañara, le
siguiera, ávidos de cada uno de sus gestos, y se José Luis Sánchez Pascual
movieran al compás de algo que resuena como un
clac bajo un rumor cíclico. Luna de sangre
Estoy agotada. Me cuesta respirar. La mezcla de
oxígeno se degrada y con ella la cualidad de mis Inspirado en la película Caperucita Roja: ¿a quién
pensamientos. Pronto boquearé como pez fue- tienes miedo? (2011), de Catherine Hardwicke.
ra del agua. Me mareo y tengo que sentarme,
apoyarme en la desgastada pared del club, entre La historia que voy a contarles puede estar ocu-
los restos de sangre y cristales rotos que siguie- rriendo ahora en este instante, en cualquier par-
ron a Melina y Quaid en su huida. No recuerdo te del mundo donde las leyendas toman forma
exactamente cuánto tiempo hace ya que los ven- de realidad. Una joven huérfana muy indepen-
tiladores se detuvieron y el ejército se replegó diente y resuelta, digamos que se llama Lucy,
al resto de distritos. Nadie vendrá a salvarnos. se levanta una mañana empapada en sudor. Ha
Somos desechables, prescindibles, humanos de pasado una mala noche de duermevela. No re-
segunda con taras y defectos, marcianos de pura cuerda los sueños que le han dejado inquieta y
cepa, encerrados como ganado, abono almace- que no abandonará en días. Observa su cara de-
nado, putrefacción que sirve de cebo para el tu- macrada en el espejo y se lava los dientes para
rismo más soez y vulgar. ¡Venga a Marte y visite quitarse el mal gusto, que ese día es especial-
el distrito mutante! ¡Deje que le lean el futuro mente desagradable.
mientras descubre a las mujeres marcianas y sus En el desayuno trastea con su smartphone: no tie-
peculiaridades! ¡Emborráchese en los clubs más ne ningún mensaje de whatsApp, el Facebook le
exóticos donde todo está permitido! Y ya sabe, si recuerda que hoy es el cumpleaños de su amiga
tiene algún problema, apreté el botón del pánico Andrea, varias fake news y se topa con una noticia
y nos desharemos de esa molestia que no le deja inquietante por la cercanía. Han hallado el cuerpo
disfrutar de sus vacaciones marcianas…, sí, todos de un hombre cerca del Madklyn. Es el segundo
hemos visto los anuncios, las luces, los colores, muerto en extrañas circunstancias en la zona en

6
Sección
Entrecuentos

esta semana. Esperemos que todo sea casualidad. al escondite, después al corro, más tarde al tru
Este barrio suele ser muy tranquilo. Hoy me que- que y, en el peor de los casos, a los choques.
daré en casa y me iré pronto a la cama. Hartos de este desconcierto, los dioses decidieron
Lucy, por su orfandad, desconoce su maldición crear un nuevo hijo que pusiera orden y sirviera de
familiar: “Durante la luna de sangre un hombre eje central para todos los demás. Dicho y hecho,
mordido es un hombre maldito”. Es la letanía que Iris quedó encinta y la naturaleza hizo lo demás.
sus antepasados revelaban a sus descendientes Cuando llegó el momento del parto nació el hijo
durante siglos. Y no, esta noche no se irá a dormir cuidadosamente ideado para ser el centro de Uni-
pronto. Hoy la luna de sangre está en su cénit. Es verso y le llamaron Sol, y al resto de sus hijos les
noche de caza. dieron la esencia de la responsabilidad y la madu-
rez para que girasen a su alrededor en caminos or-
Carmen Serrano denados sin posibilidad de chocar. Pero la natura-
leza, siempre caprichosa, quiso que el parto fuera
múltiple y junto a Sol, el hijo más fuerte de todos,
fuente de vida y energía, nació una hija pequeña,
tan chiquita y tan tímida que desde el principio se
«Nadie vendrá pegó a las faldas de su madre sin quererla aban-
donar, la llamaron Luna. Pasados muchos siglos,
los dioses quisieron dar independencia a Luna y
a salvarnos. viéndola tan indefensa decidieron buscarle una
compañera que cuidase de ella y así le dieron un
lugar cerca de su hija Tierra, que por su posición,
Somos ni cerca ni lejos de Sol, por su bondad y por su
amor, fue la única que albergó huéspedes en sus
dominios. Los dioses hicieron que Luna girase eter-
desechables, namente alrededor de Tierra para que así pudiera
jugar al escondite, su juego favorito, ante los ojos
de los habitantes de Tierra por toda la eternidad.
prescindibles, Catalina Cuesta

humanos de
segunda con
taras
y defectos»

El nacimiento de Sol y Luna

Hace millones de años estaban el dios Arco y la


diosa Iris en su dominio Universo intentando dis-
frutar de una siesta reparadora, tarea esta difí-
cil, pues sus ocho hijos, Mercurio, Venus, Tie-
rra, Marte, Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno,
no paraban de jugar, ahora al pilla-pilla, luego

7
Sección
Entresueños

Un sueño el día anterior, pido una cerve- “perro, yo me llamo Chama”. Y


za considerando volver a casa el perro dijo: “pues yo me lla-
Me he sentado a consultar do- para comer. mo Dalmatista”.
cenas de folletos, no acierto Al sentir el frío de la cerveza
a decidir qué destino escoger en mi mano, he despertado, y Jimena y Alicia
para un viaje inmediato. No en ella se encontraba única-
vuelvo a Fitur, me digo, porque mente mi botella del agua.
regreso a casa cargada con un «El perro
pesado fardo. ¡como si yo dis- Gloria Poza
pusiera de tiempo o de dinero
para recorrer medio mundo! Yo bailaba y bailaba sin parar, dijo: ‘pero
Por tanto, únicamente lo hago sola, en una luminosa, diáfana
para ver fotografías, precisa- y amplia sala. Me sentía plena
mente cuando todo se encuen- y feliz. Era capaz de realizar qué pasa
tra en internet y con mayores movimientos que nunca antes
detalles, y, además, no pesa. había hecho ni sabía que pu-
¿Por qué este empeño si sola- diera hacer. La música salía de conmigo,
mente dispongo de seis o siete mi cuerpo. Un gran ventanal
horas? al fondo, sin persianas ni cor-
Y de repente, me he visto reco- tinas, con los cristales limpísi- por qué
rriendo el Paseo del Prado sin mos. No se apreciaba ningún
decidirme por entrar al museo paisaje, solo el cielo y nubes
de este nombre que celebra su blancas. A mi izquierda, una me
200 cumpleaños y acaba de puerta abierta por donde co-
recibir el premio Princesa de menzaron a entrar niños, co-
Asturias de Humanidades, o nocidos unos y desconocidos señaláis
acudir al Thyssen, y concluyo otros, que se pusieron a bailar
que a este, porque no lo co- conmigo.
nozco; pero al aproximarme he y habláis
comprobado la fila intermina- Rosa Umbral
ble que tuvo la misma idea. Al
final, tomo la Carrera de San Era un zoo donde había tigres, de mí’»
Jerónimo para ir a orar ante el cebras y jirafas. Había tam-
Cristo de Medinaceli y después bién un perro dálmata. Empe-
a comer en una de esas tascas zó a hablar primero el tigre y
típicas y castizas. después dijo la jirafa: “mirad
¿Me hizo desistir de entrar al ese perro dálmata”,
Thyssen la larga espera que y el perro dijo: “pero
debía soportar? Nada compa- qué pasa conmigo,
rable con la del Cristo. Nada, por qué me señaláis y
como consecuencia inmedia- habláis de mí”, y en el
ta, a comer directamente: y zoo había además un
en una mesa bien dispuesta caballo con manchas
de un sitio famoso, hojeo las negras y el cuerpo
distintas ofertas con sus fo- blanco y el caballo no
tografías correspondientes, y tenía casi comida. To-
concluyo que para sentirme dos se reían de él. En-
bien comida, o sea, satisfe- tonces, dijo la jirafa:
cha, debo al menos pedir tres “te pareces al caballo,
platos principales. Y como no sucio y maloliente”. Y
estoy dispuesta a tal derroche el perro dijo: “pobre-
y ya estoy salivando pensando cito, el caballo, por
en las carrilladas de cerdo ibé- qué le tratáis así”. El
rico que sobraron en mi casa caballo dijo, cansado:

8
Entreveros

Continuará… intención del sheriff Jameson, vantó despacio, hipnotizado por


sin embargo, su afición por apu- aquel movimiento envolvente y
Los alumnos han realizado rar las botellas que llevaban su caminó hacia las suaves olas.
microrrelatos a partir de la apellido, no era lo más conve- Una vez en el escenario levan-
primera frase de distintas niente para organizar una bús- tó la tela y quedó absorbido por
obras maestras de la litera- queda exhaustiva como requería esta. Viajó descendiendo lenta-
tura universal. Al lector ac- el caso, por no hablar de la falta mente a través de un espacio
tivo le corresponderá averi- de medios reclamados durante acolchado, lleno de luz, de colo-
guar la obra y el autor a los décadas. res nunca vistos antes, con aro-
que pertenecen estos gran- El propio jefe de policía asistió ma de flores frescas y música
des comienzos. a la representación en la que La relajante. Flotaba por un espacio
Maga Rock había desaparecido. idílico. Se sentía en paz consigo
¿Encontraría a la maga? Era su número estrella, pero mismo transportado a un mundo
Sí, aunque no en el lugar y la algo falló; la artista no volvió nuevo. Cuando sus pies tocaron
forma que él esperaba. ni al escenario ni a ningún otro el suelo, no tuvo prisa por correr
Había desaparecido junto a su lugar. Jameson incluso llegó a al lado de Alicia persiguiendo al
ayudante cuando pretendía, pensar que era un truco publici- conejo, no hizo caso a la Reina,
como cada día, con su técnica tario. Le ponía furioso pensar en no buscó a nadie, fue la Maga la
habitual, hacer desaparecer a todo un pueblo utilizado con fi- que le encontró a él.
este; tanto se concentró en el nes mercantilistas. Sin embargo
truco que consiguió un escapis- enseguida su olfato de perro sa- Annabel Gómez
mo doble y ambos se esfuma- bueso le advirtió de que el caso
ron. Sobre el escenario queda- no era una desaparición con- ¿Encontraría a la maga?
ron únicamente los artefactos sentida. A pesar de encontrarse Esa incertidumbre le quitaba
empleados en el número que la algo desentrenado, se despertó el sueño porque no soportaría
policía incautó para su examen. en él su viejo instinto. Toda su continuar desangelado. Desde
A ellos se les busca por tierra, atención estaba centrada en el que había perdido su sombra se
mar y aire. caso, apenas comía ni dormía Se sentía desnudo, más expues-
Pero afirma que una noche lo podría decir que sus cinco senti- to al mundo. No sabía cómo,
visitó en sueños comunicándo- dos estaban alerta. cuándo, y por qué ocurrió tal
le que cada martes acude a la Tras seguir todos los métodos desgracia. Llevaba días encon-
Cuesta de la Vega, y hasta allí habituales de investigación: in- trándose raro, como fuera de
se desplaza cada noche de los terrogatorios a testigos y per- sitio, con una profunda sole-
martes puntual a la cita; se le sonas allegadas, búsqueda de dad. Fue el nieto de la porte-
ve deambular y hablar en su- huellas, pruebas, posibles coar- ra, Darío, quien se percató de
surros ininteligibles que alterna tadas y móviles del presunto la anomalía: “¡Oye, tú no ha-
con sonrisas; cuando el sueño le crimen, el sheriff no obtuvo una ces mancha en el suelo!”. Los
hace caer rendido, se duerme en línea de investigación clara. Se niños perciben la realidad con
un banco. centró tanto en el teatro que cierta clarividencia. Al principio
Pero, ¿quién le cubre con una empezó a obsesionarse, hasta no le dio importancia, pero su
manta en la madrugada cuando tal punto que pasaba las noches subconsciente comenzó a tra-
arrecia el frío? sentado en una de sus butacas, bajar y se descubrió observan-
Gloria Poza observando fijamente el esce- do el pavimento a su alrede-
nario precintado. La platafor- dor: al cruzar la calle, a través
La maga ma giratoria detenida, el telón de las lunas de un escaparate,
extrañamente subido a media en la cola del cine, al salir del
¿Encontraría a la Maga? Esta era altura, la mesa con ruedas, las portal y, especialmente, cuan-
la pregunta que todos los habi- chisteras, los naipes… todos los do se encontraba en compañía
tantes del pueblo se hacían. Te- artilugios formaban un bode- de alguien. Contaba las silue-
nían esperanzas acerca del im- gón. De repente, una gran tela tas, hacía extraños movimien-
pacto mediático del personaje de satén negra desplomada en tos con la cabeza, se ponía a la
para ayudar a situar en el mapa el suelo comenzó a agitarse. Se pata coja, estiraba los brazos:
su pequeño pueblo del Medio ondulaba al compás de una ma- primero uno, luego otro, des-
Oeste y confiaban en la buena rea imaginaria. Jameson se le- pués los dos. Su contorno no

9
Entreveros

estaba. La conmoción fue ma- —¿Me esperaba? —replicó sor-


yúscula y poco a poco entró en prendido—. Entonces sabe por
un bucle de desesperación hasta qué he venido.
que compartió el fenómeno con —No supongas nada tenebro-
sus allegados. Obviamente no le so —contestó indicándole que
creyeron, pero era fácil la com- tomara asiento en torno a una
probación del fenómeno. mesa camilla donde descansaba
Se adentró en las callejuelas del una bola de cristal oculta bajo
barrio Latino con la esperan- un paño de terciopelo rojo—. Me
za puesta en ella. Su compadre lo dijo Marcelino.
Marcelino le habló de esta mujer La sibila tomó sus manos entre
sabia. Sus indicaciones habían las suyas y penetrando en él con
sido muy específicas y no tardó su mirada le desveló la causa de
en encontrar, en mitad de la ca- su inquietud.
lle, el edificio modernista de fi- —Tú yo interior se ha revela- Foto: Carlos Miranda
nales del XIX con su fachada de do. ¿Estás dónde quieres estar?
ritmo ondulante, testigo mudo ¿Estás haciendo lo que quieres
de una bonanza intelectual per- hacer? Enfréntate a tus miedos,
dida. Accedió al espacioso por- pero especialmente a tus de- Secreto
tal presidido por el impactante seos… y salta. Escapa de tu zona
ascensor con sus pequeñas vi- de confort y lánzate a lo que ¿Encontraría a la Maga? Era en lo
drieras de colores. Subió hasta verdaderamente te ilusiona. único que podía pensar antes de
el último piso donde encontró —Y… ¿ya está? ¿Eso es todo? salir de casa para ir a la escuela.
un tramo estrecho de escaleras —¿Te parece poco? ¿Esperabas Aquella mañana, mi corazón pal-
que le condujo más arriba. Estas velas humeantes, incienso que- pitaba tan fuerte que temí que
finalizaban abruptamente frente mándose o sortilegios a la luz de sus latidos me delataran y que
a una puerta, dando paso a la la luna? Por favor, al salir no ol- mi madre se diera cuenta. Con
buhardilla donde supuestamen- vides dejar la voluntad en el pla- todo el sigilo del que fui capaz,
te vivía la maga. tillo que hay junto a la entrada. cogí la cartera y abrí la puerta
Golpeó la puerta con los nudillos Se levantó vacilante, y escéptico con la intención de escabullirme
al no encontrar un timbre con- se dirigió a la puerta. No sintió sin besarla, pero ella, engan-
vencional. Cedió sin resistencia, ningún alivio. Había perdido el chándome por los pelos, enrolló
estaba abierta. El chorro de luz tiempo. Rebuscó en su cartera y bruscamente la bufanda alrede-
que entraba por el gran venta- dejó un billete de diez euros. dor de mi cuello mientras me ta-
nal que ocupaba uno de los fal- Al salir a la calle estaba confuso. ladraba con su mirada. Todo a mi
dones del tejado, le cegó unos La verdad es que las palabras alrededor desapareció, solo veía
instantes. Cuando sus ojos se de la bruja le habían calado. ¿Y sus grandes y escrutadores ojos.
acostumbraron al estallido lumí- si había llegado el momento de Mi cara ardía como si me hubie-
nico, vio una sala amplia y con- cambiar su vida? Realmente su ra subido la temperatura a cua-
fortable. Nada de la decoración, trabajo no le gustaba, nunca ha- renta grados. Estaba aterrado,
un mobiliario de lo más conven- bía querido ser pasante en un todos iban a descubrir mi más
cional y ecléctico, hacía adivinar despacho de abogados. Le en- íntimo e inconfesable secreto,
que allí viviera alguien dedicado cantaba viajar, no tenía ninguna pero mamá solo dijo que era un
a la brujería. “Un ser de luz”, le atadura emocional y, además atolondrado y que como no me
dijo su amigo. podía permitirse un año sabáti- abrigara iba a coger la gripe y
—Por fin has llegado —dijo una co. Quizás encontrase su sitio en que esto ya era lo único que fal-
voz detrás de él desde el altillo algún lugar recóndito del mun- taba para que perdiera el curso.
que servía de dormitorio. do. Había llegado el momento Durante mucho tiempo creí que
Al volverse la observó bajar las de planificar la partida. su nombre era Esa, pero,cuando
escaleras y no le pareció tan es- Un silbido llamó su atención, y al ya tenía casi diez años, descubrí
pecial. No irradiaba ningún halo volver la esquina comprobó que que ese no era su nombre. Lo
misterioso. Una melena morena le seguía su sombra desapareci- supe porque cuando mi madre la
corta suavizaba un rostro cua- da pisándole los talones. llamaba así, mi padre meneaba la
drado de facciones duras que cabeza y decía: “mujer, tiene
transmitían seguridad. Carmen Serrano nombre, un bonito nombre”.

10
Sección
Entreveros

Lo que no sospechaban era que la mano por debajo del jersey y


desde el día que la vi en la puerta «Por supuesto, empezar a palparme con fruición
de la escuela, dándole la mano a no causaría buena impresión
un pequeñajo, quedé hechizado. no quería y francamente, gemir a lo Meg
Su blanquísima cara estaba llena Ryan como que no me sale. La
de estrellitas, sus ojos eran ale- palpar unos magdalena de mi plato tampo-
gres y risueños y su pelo… ¡ay, co daba el pego: sí, blandita era,
su pelo!, era como fuego, del pechos en pero le faltaba el tamaño y la
mismo color de la lumbre que yo consistencia suficiente para si-
había visto en casa de los abue- el vacío, en la mular presión, además, desme-
los. Seguro que era una Maga y nuzar un elemento de repostería
yo solo podía aspirar a llegar a nada llamado muffin, mientras trata-
la escuela antes de que entra- ba de sentir unos pechos tratan-
ran los pequeños, y contemplar- constructivista» do de excitarme, hubiese sido
la disimuladamente desde lejos. una escena digna de ver, pero
tar a gusto, sin molestar, todo tratar de olvidarme era imposi-
Socorro González el tiempo que necesitase. Pensé ble, mi caldera central funciona-
en esos pechos imaginados de ba a todo trapo y lo que hacía
..... pezón tamaño medio, erectos al un momento aparecía borroso,
notar mis palmas, como recono- ahora dibujaba claramente unos
ciendo y aceptando un estrecho glúteos, unas piernas, que bo-
Era un día luminoso y frío de vínculo que entre ellos existiera. rraron mi necesidad de blandura:
abril y los relojes daban... Por supuesto, no quería palpar ahora quería estrujar, morder,
¿cómo las 13? Eso decían en la unos pechos en el vacío, en la atragantarme de piel, ente-
radio, pero yo miré y comprobé nada constructivista, deberían rrarme en suavidad y tersura…
los relojes de la casa y marca- estar unidos, preferiblemente, a El reloj dio las catorce y ahora
ban las 12 horas; entonces abrí una mujer en consonancia con lo que necesitaba era algo duro.
mi móvil y vi que efectivamente el calibre que ansiaba contener
eran las 13. Y comprendí que la entre mis dedos. Como no me José Luis Sánchez Pascual
noche anterior se había produ- importaba el aspecto en esta ilu-
cido el cambio de hora y yo no sión freudiana, mi mente creo a Sorpresa
había adelantado esta. Cuándo la mujer borrosa, como si entor-
fijarán definitivamente una hora nara la mirada creativa, difumi- Era un día luminoso y frío de abril
para todo el año y dejarán de nando y emborronando rasgos y los relojes daban las 13. Con-
marearnos con cambios? y dotando de nitidez aquellas fabulado con la fatídica hora, un
Ahora debía resolver con una partes acunables. Era tan fe- fortísimo y ensordecedor estruen-
hora menos de tiempo la elabo- bril la necesidad que me asal- do dejó mudos e inmovilizados a
ración de la comida, y a las 14 tó en aquella fatídica hora que los elegantes y selectos invitados
horas llegarían mis invitados, y casi podía sentir el hormigueo que, expectantes ante el insólito
además debía arreglarme. ¡Vaya de mis yemas al contacto con la recibimiento, charlaban entre sí y
patinazo! erección mamaria que sufría mi sonreían con fingida despreocu-
—Julia, baja a comprar tres mujer imaginaria que, por aquel pación. Sin embargo, el inespe-
pollos asados y una fuente de entonces, ya empezaba a gemir rado y atronador golpe los forzó
croquetas. Hoy no se cocina. de forma ostensible en mi ca- instintivamente a abandonar su
lenturienta mente. Necesitaba pose de frívola indiferencia. Mo-
Gloria Poza con urgencia tocar algo blan- vidos por un invisible resorte,
do, obtener permiso de alguna giraron al unísono sus cabezas
Era un día luminoso y frío de fémina. Buscar a mi alrededor hacia la imponente escalera. Esta
abril y los relojes daban las para saciarme era prácticamen- permanecía vacía y silenciosa.
trece y me entraron unas ganas te inviable, las consecuencias Un excitado y cada vez más
absurdas de tocar algo blando y serían funestas y por supuesto intenso murmullo se ex-
pensé en unos pechos, unos que no zanjaría mi problema. Probé tendió por el amplio hall.
colmaran mis manos, sin desbor- con los míos, pero carecían de Hacía más de treinta minutos
darlas en exceso, que fueran fir- las cualidades organolépticas que un criado les había abier-
mes al tacto y que pudiese apre- necesarias, además, meterme to la puerta, pero el misterioso

11
Sección
Entreveros

anfitrión no había hecho aún lla de su esposa. Dicen que hizo que perdieran el contac-
acto de presencia. El criado la velada resultó muy ani- to, sin causa aparente. Quizás
también se había esfumado. mada y que se prolongó has- la dejadez, fruto de la lejanía.
Disimuladamente, algu- ta altas horas la madrugada. Después ella conoció a su ma-
nos se iban acercando hacia rido y a los tres años se casa-
la puerta de salida, pero los Socorro González ron, luego vinieron los hijos...
más se resistían a marchar- Pero ahora eso no importaba, te-
se sin satisfacer su curiosidad. nían tantas cosas que contarse...
En los relojes dieron los cuar- «La obra Salió de casa y entró en el lo-
tos. Un nuevo estruendo dejó cal. Se sentó en una de las
a todos mudos y expectantes. favorita mesas que solían ocupar an-
Y, de pronto,una cercana alga- taño, cuando salían juntos.
rabía y alegre música inunda- de la Las 13:00, las 14:00, las
ron el ambiente. Los suspiros 14:30, las 15:00, las 15:30...
de alivio no se ocultaron y las novia Del establecimiento salió una
sonrisas, ahora auténticas, se mujer entre avergonzada, indig-
adueñaron de los rostros. Por era nada, humillada y llorosa, al ver
fin, la reunión iba tomando vi- que su amigo más querido no ha-
sos de aquello para lo que se Bodas de sangre» bía acudido a su tan deseada cita..
suponía habían sido convocados. Mientras, no muy lejos de allí, en
No era la primera vez que, con la cafetería de enfrente, sin que
discreta y velada contraseña, Era un día luminoso y frío de ella se diera cuenta, un hombre
se reunían para, después de un abril, los relojes daban las de su misma edad, con señales
opíparo almuerzo, dar rienda trece... Había quedado a co- de un ictus en el lado izquierdo
suelta a sus más íntimas y lu- mer con él. Emocionada, pen- de su cuerpo y en una silla de
juriosas fantasías. Sin embar- saba si después de 25 años la ruedas, contemplaba la esce-
go, esta vez todo era distinto; reconocería. Fue un día cual- na, con lágrimas en los ojos.
nadie sabía quién de ellos era quiera, entrando en Facebook
el anfitrión. La ansiedad y la una mañana, cuando le entró Ana María Sánchez
emoción se palpaban en el aire. un mensaje que una amiga ha-
Mezcladas con la música, ya se bía compartido y vio que era La boda
oían cada vez más cercanas las Pablo. Su foto en el perfil aso-
pícaras y cantarinas voces de las maba a su móvil con unas cuan- Era un día luminoso y frío de
anheladas acompañantes. No tas canas y el rostro con algu- abril y los relojes daban las
se hicieron esperar; con coque- na que otra arruga, pero era él. trece. César aguardaba pacien-
to y sensual contoneo,iniciaron Después de pensárselo mucho, temente la salida de los novios
su descenso por la hasta en- se puso en contacto. Este la re- de la iglesia de Los Capuchinos.
tonces solitaria escalera. conoció al instante y con palpa- Nada hacía presagiar lluvia y eso
Como si de una ensayada coreo- ble alegría le contestó. Sus ga- le hacía feliz. Amaba su profe-
grafía se tratara, y sin dejar de nas de reencontrarse emergían sión aunque desde fuera alguien
sonreír, cada una ocupó su lu- de sus palabras como un ruego. pudiera pensar que se trataba
gar al lado de su caballero, col- No lo dudó ni un instante. Apro- de un director de cine frustrado,
gándose con mimo de su brazo. vechando que su marido tra- a César le importaban las bodas.
Los rostros de los hombres es- bajaba hasta tarde ese sábado Ponía tanto empeño que inclu-
taban lívidos y desencajados y los niños ya hacían su vida, so había conseguido un premio
y sus corazones desbocados, ya que estaría sola en casa, al mejor reportaje del año en
pero ninguno de ellos se atre- eligió ella el día del reencuen- su categoría. No se limitaba a
vió a decir una sola palabra. tro y la hora, las 14:00, en la grabar y a hacer fotos forzadas,
El criado de nuevo hizo acto casa de comidas, donde, con él tenía un guion basado en las
de presencia y, una vez anun- escasos recursos, hacía tantos vidas de los contrayentes, des-
ciado que el almuerzo esta- años comían los dos cuando te- pués de estudiar a fondo sus
ba servido, abrió las puertas nían alguna ocasión especial. preferencias. La obra favorita de
del impresionante comedor. Habían pasado tantas cosas la novia era Bodas de sangre…
Con solícita deferencia conyu- desde la última vez. Su mar-
gal, cada invitado retiró la si- cha al extranjero por trabajo Annabel Gómez

12
Sección
Entreveros

de la cama hasta que decidió despidió de él desde la cubierta


Era un día luminoso y frío de marcar el número móvil. Los del barco con la promesa de vol-
abril y los relojes daban las tre- “y sí” se sucedían en su cabe- ver a verse. La aventura heléni-
ce. La Plaza de San Marcos bullía za a velocidad de la luz. Cuan- ca estaba a punto de comenzar.
de turistas con el devenir propio do pudo controlar el vértigo que
del ocioso que intenta exprimir el le producía la situación, marcó. _________________
tiempo con el máximo de activi- Una voz varonil le contestó al otro 1 – Por supuesto, estaré encan-
dades. Pilar tomaba un café en lado. Tartamudeó una pequeña tado. ¿Recuerdas ese restauran-
una de las terrazas resguardada presentación que terminó con un te que te gustaba tanto en San Mar-
bajo los soportales de la plaza. “¿qué te parece si nos vemos?”. cos? Podemos quedar para comer.
Estaba algo nerviosa esperando —Certo, sarò felice ¿Ricorda 2 – No va a ser posible, quedé viu-
a su cita. Una espera que se ha- quei ristoranti che ti sono pia- do hace tres años. Aunque estoy se-
bía prolongado cuarenta años. ciuti tanto a San Marcos? Pos- guro que le hubiese gustado cono-
Conoció a Marco en unos en- siamo incontrarci per mangiare1. certe, le hablé de ti muchas veces.
cuentros culturales que hicieron —Sí, será estupendo. Dile
la Complutense y la Ca`Foscari a tu mujer que nos acom- Carmen Serrano
durante el verano de 1978 y pañe —dijo con suspicacia.
se enamoraron perdidamente. —Non sarà possibile, ero vedo- .....
Dos años mantuvieron su amor vo tre anni fa. Anche se sono
a distancia viviendo a caballo sicuro che avrebbe voluto incon-
entre Madrid y Venecia, pero trarti, ti ho parlato molte volte2. Se iluminó el disco amarillo...
después ambos se sumergie- Y allí estaba ella esperando a y tras un segundo de incertidum-
ron en sus carreras En su caso un príncipe entrado ya en años. bre, pisé el freno, pero el joven
se llevó todo: un matrimonio y Miró el reloj, pasaban quin- que al volante de un deportivo
una familia frustrada. Hasta ese ce minutos de la hora conve- circulaba detrás de mí, no me
momento no lo había echado nida. Le daría cinco minutos imitó y frenó contra mi vehículo;
de menos. La vida les llevó por más, y daría por terminada esta ambos, después de apartarnos a
otros derroteros y se olvidaron aventura que cada vez le es- un lado de la calle, nos enfren-
el uno del otro. O eso creía… taba pareciendo más absurda. tamos cara a cara y me increpó
Hace un par de meses Pilar se —Buongiorno, cara Pilar. como un energúmeno: —Vieja
jubiló de su puesto como directo- Así comenzaron tres días en los estúpida —me dijo—, ¿has vis-
ra adjunta en una multinacional. que disfrutó de una compañía to cómo has dejado mi flamante
Sus compañeros le regalaron un amena llena de recuerdos, visi- bólido? Las carcas como tú no
crucero por las islas griegas con taron la isla de Lido, Murano, el deberían andar solas fuera del
salida desde Venecia, además de mercado de Rialto, Santa Croce, asilo jorobando a otros conduc-
una preciosa y emotiva fiesta de el Puente de los Suspiros, pasea- tores—. Yo me mordí la lengua
despedida. Entonces una luz se ron en góndola, a pie… y habla- porque observé que, a su espal-
iluminó en su cabecita; quizás ron, hablaron mucho: del pasado, da, un policía municipal se acer-
pudiera ir unos días antes e inten- del presente, del futuro. Y sobre caba, quien nos solicitó nues-
tar localizar al amor de juventud todo Marco hablaba de su amada tros permisos de conducir, algo
al que no olvidó por completo. La y desaparecida esposa, no había de lo que carecía el jovenzuelo.
planificación del viaje fue tarea conversación en la que no apare- Multa por falta del permiso,
fácil, pero al llegar la búsqueda ciera Marcela. De lo maravillosa otra por insultos, y además le
de Marco se hizo más difícil ya que había sido su vida con ella, exigió que me pidiera perdón.
que, aunque cueste creerlo en es- de lo que la echaba de menos, Pero como le pareciera a mi
tos días, él parecía no tener perfil lo que le gustaba, lo que odiaba, orgullo poco castigo, exageré
en Facebook, ni en ninguna otra de lo afortunado que fue al te- las muestras de dolor por mo-
red social. Después de dos días ner a sus dos hijos. Le envidió. lestias en el cuello para así sa-
de indagaciones, reencontrar lu- Al principio Pilar pensó en pe- carle una indemnización por
gares, olores llenos de recuerdos dirle que le acompañara en su traumatismo cervical con con-
y recuperar amigos olvidados, crucero porque el reencuentro secuencias. Hay que ense-
logró un número de teléfono. estaba siendo muy agradable. ñar a los listillos a no pasarse.
En la habitación de hotel fue Pero decidió que debían reto-
imposible calcular el tiempo mar su relación como dos bue- Gloria Poza
que pasó sentada en el borde nos amigos. De este modo se

13
Sección
Entreveros

Se iluminó el disco amarillo mercado, y la mujer más her- bían marcado la carretera, pero
y cerré los ojos de golpe por el mosa, los hijos más guapos, el no fue eso lo que llamó mi aten-
dolor causante. Me daba de lle- trabajo en una gran empresa ción. Fue ella. Allí tendida en el
no, sentía el calor que me llega- con mejor sueldo que el mío. asfalto, con las piernas retorci-
ba y daba la impresión de que ¿Qué hace? Me mira, como re- das en una postura imposible,
las heridas me escocieran más. tándome, con mi coche de tres con su cabello rubio, largo y re-
Con tiento y parpadeando furio- puertas, mi recién estrenado suelto, esparcido como los rayos
samente, conseguí abrir los ojos; divorcio y con la casa que se la de un sol de verano. La blusa,
levantar la cabeza no, me pesa- ha quedado mi exmujer, junto descubierta de par en par, invi-
ba demasiado. Vi que estaba en con medio sueldo de “mierda”. taba al rojo a conquistar el co-
una sala completamente blanca Noto cómo me está desa- lor blanco. Su falda, de longitud
con azulejos en las paredes y en fiando con la mirada. Des- escrupulosamente estudiada,
el suelo, el cual estaba hundido de mi asiento lo oigo resoplar. insinuaba lo que no quiso mos-
en el centro, justo donde yo es- Los motores rugen. Las manos trarme aquella noche. Algunas
taba maniatado en una silla de crispadas, cogiendo el volante. uñas de su manicura perfecta,
metal con brazos. Mis muñecas Ambos miramos el semáforo En rotas. Y su rostro retrataba un
se ceñían apretadamente con un minuto, que se nos hace eter- gesto entre sorprendido y asus-
vueltas y más vueltas de cáña- no, se pone por fin en verde y su tado, con los ojos muy abiertos
mo. Bajo mis pies, también ata- coche arranca de golpe. Tan de- y fijos en los que ya no se apre-
dos a la silla, había un desagüe. prisa que no ve que yo, ignoran- ciaba el color del iris. Su boca,
Tenía calambres en las piernas do su reto, me he quedado pa- exquisitamente perfilada, se de-
y en los brazos, un doloroso ti- rado, viendo desde mi posición tuvo antes de exclamar lo que
rón me torturaba la espalda, privilegiada, sin oír los insultos hubiera deseado escuchar para
pero era en el desnudo torso de los que tengo detrás, cómo responderle con una gran y am-
donde mi agonía estaba en su se empotra contra otro coche plia sonrisa. Fue en ese preciso
punto álgido y ahora veía por que está aparcado en doble fila. instante cuando descubrí, cuan-
qué: los trozos de carne que me Arranco de nuevo el coche do supe con una certeza abru-
habían arrancado se los esta- mientras pienso, observán- madora qué era lo único que
ban comiendo en un rincón de dole, con un deje de sorna, me hacía verdaderamente feliz.
la habitación tres ratas enor- no todo te iba a salir tan bien.
mes como pequeños perros. Esther Obiamo Moiché
Ahora, con la luz, pude ver el Ana María Sánchez
estropicio en toda su magni- …Se iluminó el disco amari-
tud, pues ya no tenía pezo- Se iluminó el disco amarillo. llo, esa fue la frase que me vino
nes y el agujero del ombligo Me llevó unos instantes com- a la mente cuando mi cena, o lo
ya no era tal y también veía prender lo que realmente había que quedaba de ella, terminó es-
los músculos de mi abdomen. pasado. La escena que aparecía tampada en el suelo de la coci-
Lo sorprendente es que aún ante mí era borrosa y todo se na. Allí, entre el mosaico irregu-
estuviera vivo. movía a cámara lenta. Los ele- lar que formaban la mugre y las
A mi espalda oí el chirrido de mentos que la componían, es- baldosas, el único huevo fresco
una puerta que se abría, unos taban desordenados, colocados que me quedaba, de hecho, el
pasos largos y pesados que como por azar. Sentí que una único alimento que me queda-
se acercaban. Una sombra mano decidida presionaba mi ba, mostraba su perfecta yema
cayó sobre mí y una respira- hombro izquierdo. Alcé la vista dorada en contraste con la cla-
ción asmática húmeda y pes- y un pitido apenas perceptible ra, transparente albúmina, que
tilente serpenteó por mi nuca. pero continuo resonó en mis oí- iba extendiéndose todo lo que la
Sí, era sorprendente que aún dos. Interpreté los labios de mi tensión superficial le permitía.
siguiera vivo. salvador y solo pude asentir. Me En algún momento anterior co-
ayudó torpemente a ponerme en menté que iba a relatar lo que
Ruth Obiamo Moiché pie y me trasladó a un lado de la sucedía si tratabas de freír un
calzada. Mientras caminábamos, huevo en vinagre, por fortuna
Se iluminó el disco amari- vi mi coche arrinconado en el para mí (tal vez no para la cien-
llo... y de pronto descubro que margen opuesto y a las autori- cia) no pude testimoniar tamaño
a mi lado está mi vecino. Con dades estudiando la gran cicatriz prodigio pues, aunque intenté
su coche, el más grande del con la que los neumáticos ha- rescatar el huevo estrellado del

14
Sección
Entreveros

suelo, pescarlo con una paleta, día acurrucado entre sabanas,


la yema terminó por perder su después de darme una ducha
geométrica circunferencia y ce- purificadora, claro. Sin embar-
dió ante la operación, haciendo go, al traspasar la puerta del
inservibles los esfuerzos de re- baño comprendí que mi cal-
cuperación, sin contar con los vario aún no había finalizado…
pelos sospechosos que, como (Extracto de Crónicas del hom-
polizontes, se unieron a la masa bre que fue mirado por un tuerto)
informe de la clara y yema ya
mezcladas. Así que, ante la José Luis Sánchez Pascual
pesca infructuosa, el trayecto
suelo sartén, se convirtió en Se iluminó el disco amarillo
suelo basura, mientras el vina- después de pasar la primera
gre se evaporaba poco a poco curva tras el pantano de En-
del teflón en una reducción trepeñas. Resplandecía como
de líquido que yo creía aceite. haber, ¿un trozo de pan duro?, un gran sol saliendo de las
Aquel fantástico regreso al ho- con moho; ¿un poco de leche?, aguas del embalse. La noche
gar que comenzó en el portal con unos excelsos grumos cua- se hizo día durante los segun-
en forma de trufa perruna, es- jados de tonos amarillos que dos que permaneció en el cielo.
taba degenerando poco a poco harían la delicia de cualquier El coche, inexplicablemente, se
en una odisea digna de la me- inspector de sanidad; ¿alguna paró. De pronto la misterio-
jor tragedia griega, pues al lata de conserva? Sí, una, sa e intensa luz circular hizo
mencionado hedor de mi ropa abierta, de paté, que, posible- un movimiento extraño hacia
sucia recibiéndome tras el su- mente a nivel de microscopio la izquierda y desapareció a
ceso de las llaves, pronto le infantil, mostrase la quinta o gran velocidad por la derecha.
salió competidor en forma de sexta generación de habitantes Ni Pedro ni yo nos atrevimos
patata huérfana, podrida para “foiegrasientos”. En la nevera a mirarnos, y yo solo conse-
más detalle, que había perma- solo el eterno medio limón si- guí articular unas palabras:
necido oculta en un cesto bajo tuado en la isla de la soledad y —¿Siguen dormidos?
la milagrosa multiplicación de que sospecho que habita en to- —Sí —me contestó miran-
bolsas de la compra que se da das las neveras abandonadas do hacia los asientos tra-
en toda casa de vecino (fenó- por el principio de simultanei- seros— No se han movido.
meno digno de un estudio so- dad de universos paralelos. Al Puse el motor del coche en
ciológico pormenorizado). La final pude engañar el hambre marcha y proseguimos el viaje
pléyade de plástico había pro- con unos miserables cereales hasta casa en absoluto silencio.
tegido y ocultado la floración de una marca que ya no se fa- Al día siguiente nuestros ros-
del tubérculo y su posterior brica y que por mimetismo ha- tros mostraban el cansancio
conversión en cadáver mohoso. bían adquirido el sabor y la tex- de una noche en vela. Du-
Aún no me cosquilleaba la idea tura de la caja que los contenía. rante el desayuno, antes de
de que la casa me trataba de Como no bebo, ni fumo (pues que los niños despertaran:
decir algo, que lo que me es- esto no es una novela negra), —Lo de anoche no fue un sue-
taba sucediendo era fruto de no ahogué mis penas en alco- ño, ¿verdad? —interpelé sin
algún desliz o desagravio que hol y tabaco, ni esperé a que mucho convencimiento. Temía
había cometido y que desequi- un elemento sorpresivo me sa- que la brillante aparición hubie-
libraba gravemente mi balan- cara de mi abulia existencial. ra sido fruto de mi imaginación.
za de karma: cansado, sucio, No hice ni amago de encender —No, fue absolutamente real.
hambriento…, todos los pasos la televisión, ni de navegar por Volverán a contactarnos y por
que daba para paliar alguno la web para obtener distrac- fin volveremos a casa. El ex-
de estos estados degenera- ción, la posibilidad de una ex- perimento ya ha terminado. El
ba en honda decepción, en plosión o un fallo electrónico final de la Tierra está próximo.
efectos contrarios, en con- se me presentaban como más Sonreí. No aguantaba más
secuencias cuasi malignas. que probables dado el trans- este traje humanoide.
Pero no cejé en mi empeño de, curso de la jornada. Decidí
al menos, poder llevarme algo entregarme a los brazos del Carmen Serrano
al estómago. Algo tendría que benigno Morfeo y terminar mi

15
Sección
Entreveros

Se iluminó el disco amarillo. la cama me tuve que tumbar y to y para todos nosotros, ¡para
Habitualmente acelero antes mi mama, mi prima y la cuñá se qué! Dos meses después, su
de que se encienda la luz roja, vieron negras pa poderla dece- veterinario nos pidió despe-
pero esa vez me detuve pacien- rrar. —Niña, que ansí no pues dirnos de ella y dejarla en
te y cívicamente. El coche de mi salir— decía mi mama, —que su clínica. De regreso a casa
lado hizo lo mismo y, a través no pues ni respirar— y yo ca- juré a mi familia que si entra-
de los cristales,mis ojos se en- llá, me ayudaron a levantarme ba otro gato en casa, saldría
contraron con los del copiloto de de la cama y más tiesa que un yo aunque fuera sin maleta.
mi vecino. Nos sonreímos, con ajo, porque no me podía doblar,
esa sonrisa tonta de no saber pa la feria que me fui a la case- Gloria Poza
muy bien por qué uno sonríe. ta principal. Empezamos con la
El semáforo se puso verde y manzanilla, seguimos con mu-
los dos arrancamos al mismo chas más, yo de picar ná de ná
tiempo. En la primera rotonda por temor a que el vestido dijera
nuestros caminos se separaron. de estallar. A eso de las cuatro
Desde entonces, todas las no- horas y de mucha manzanilla
ches sueño con esa sonrisa. En me entraron ganas de orinar, al
mis sueños intuyo a su dueño agacharme palante pa no poner
caminando por una acera de la el culo en el váter, vamos, lo
ciudad; yo voy deprisa con la in- que hacemos todas las mujeres,
tención de adelantarle y mirar de ocurrió lo que nunca tenía que
soslayo si tiene una ligera cica- pasar: se me salieron las tetas,
triz bajo el ojo derecho. Sé que tal cual. Más de 10 minutos pa
lo reconocería. No puedo sopor- meterlas por el escote y si antes
tar no volver a verlo. En la mi- iba tiesa ahora retiesa y asus-
tad del sueño despierto agitada tá porque con to el polvo que
con el corazón palpitando fuer- había temía hasta destornudar.
temente, así una y otra noche. Pero no pasa ná, que voy pa mi Foto: Gloria Poza
Me irrita pensar que una deci- casa tan contenta y la costura
sión inconsciente, tomada en casi reventá pero mañana más.
una fracción de segundo, haya
venido a alterar mi vida sose- Catalina Cuesta Todo esto sucedió más o me-
gada. O, tal vez, no sea irrita-
ción, sino desconcierto ante esta
..... nos así: somos muchos los que
nos bajamos en esa parada, así
zozobra que ha venido a po- que me levanté deprisa de mi
ner una pizca de sal a mi vida asiento en el tren; me coloqué
Todo esto sucedió más o detrás de un chico con un culo
Socorro Gonzalez menos durante las fiestas de estupendo; se para el tren, se
Navidad del 2011. Recuerdo abren las puertas y sigo hipno-
Se iluminó el disco amari- que teníamos comida familiar tizada por ese trasero tan mono.
llo, le siguió el rojo, el verde, fuera de casa y Naly, nuestra Noto un ligero tirón en mi bolso-
el azul... la caseta se encendió gatita, me vio desde la venta- mochila, echo las manos atrás y
al completo, había llegao el mo- na de mi habitación y supon- compruebo que todos los bolsi-
mento ansiao y allí estaba yo go que contenta y nerviosa, llos están cerrados; sigo andan-
con mi vestío de faralaes, gua- en vez de bajar hacia el inte- do y noto cierta resistencia. Es-
pa pa reventar, y no solo por lo rior, lo hizo hacia afuera, ca- cucho a lo lejos un fuerte golpe
bonito que era el vestío, sino yendo ante mí desde el tercer y gritos de dolor, pero no hago
porque me apretaba por to los piso. caso y sigo al tipo del culo arro-
laos, las costuras de las caderas Llamadas de auxilio, tras- llador. El chico se gira, y yo a mi
más estirás que el moño que lu- lado a clínica de urgencias. vez giro para que no me pille
cía, el escote bajo enseñando to Viendo sus graves lesiones, embobada mirándole esos pan-
lo que hay que enseñar, que en yo sugerí que la sacrifica- talones que tan bien le quedan.
la feria hay que lucirse desde el ran, y casi me sacrifican a mí. Ahí me di cuenta de que la chi-
principio hasta el final. Pa abro- Para qué tanta operación, tan- ca que estaba detrás de mi
char la cremallera del vestío, en to sufrimiento para el animali- esperando para apearse del

16
Sección
Entreveros

tren se me pegó tanto que su bufanda se en-


ganchó en mi bolso (qué manía tiene la gen- Todo esto sucedió. Repetí varias veces el mis-
te de no respetar el espacio vital del prójimo) y mo relato. Añadía alguna que otra percepción o
yo, al bajar los empinados escalones,la arrastré algún detalle nuevo que aparecía con asombrosa
de tal manera que cayó de boca y se rompió al- claridad pero esencialmente no cambiaba. Sin em-
gunos dientes, el pómulo izquierdo y la nariz. bargo, en cada ocasión, el abismo que se esta-
Ahora estoy con ella sentada en un ban- ba creando entre el suceso y el narrador, cobraba
co de la estación esperando al SAMUR. una distancia tan insalvable y ajena pero extra-
ñamente presente... Solo tenía que mantenerme
Ruth Obiamo Moiché anónimo durante unos minutos más y la prueba
definitiva del crimen desaparecería para siempre.
Todoestosucediómásomenospasadalaposguerra.
Julio, el hijo de un amigo de mi abuelo, como no tenía Esther Obiamo Moiché
trabajo, con ayuda de un vecino militar y muy buena
recomendación, quería ingresar en la Guardia Civil. Todo esto sucedió más o menos así: llegué tar-
Acabada la instrucción y las prue- de de trabajar, tan cansado que apenas me fije
bas que en esos tiempos se hacían, entró. en la tremenda mierda que, a modo de felpudo
Todo le iba bien: sueldo fijo, vivienda en el cuartel, donde vecinal, pisé, creando un molde perfecto de mi
se pudo llevar a su mujer, después de recién casados. cuarenta y cinco de pie. Solo cuando el olor nau-
Lo mejor fue que un primo, que era como un her- seabundo, de mierda recién hecha, subió a mis fo-
mano para él, pues los dos, aunque se habían criado sas, desconecté el piloto automático que me había
en el mismo barrio, con la Guerra Civil de por me- traído a casa y la pregunta nebulosa de qué era
dio, habían dejado de verse hacía varios años, ahora, aquello blandito que había pisado, obtuvo pron-
para sorpresa de ambos, volvieron a encontrarse y ta respuesta. Imposible de limpiar tamaña afrenta
coincidir en el mismo cuartel y como compañeros. hacia mi suela sin herramientas adecuadas, pero
Pero algo habría de entur- necesitaba, al menos, deshacerme parcialmente
biar esta suerte y esta vida perfecta. de aquella fábrica de arcadas, así que, cojeando
Después de 15 días de permiso, le llamaron la no- para no dejar mis huellas en el portal, me acerqué
che antes de presentarse al servicio. Tenía que a los buzones para usar a modo de trapo los cien-
participar en su primer pelotón de fusilamien- tos de octavillas que llenaban la papelera comuni-
to. Fue muy desagradable, pues él no estaba taria. Agarré un puñado de estas y froté como pude
de acuerdo con la pena de muerte, pero era lo los trozos más gordos y pegajosos. En ello estaba
que tocaba en esos tiempos, ya que había vis- cuando me percaté de un elemento discordante
to de sobra lo que sucedía a los que se negaban. en el amasijo de papel que estaba usando para
Al amanecer, se presentó en el punto de encuen- limpiarme, un elemento de blancura prístina, de
tro, a las afueras de la ciudad, en una tapia del lechosa naturaleza que a todas luces era una carta
cementerio. Cuando estaban preparándose, em- que, alguien, quién sabe si a mala leche o por des-
pezaron a hablar entre los compañeros “de lo que piste, había tirado a la basura. Intenté rescatar la
les había tocado hacer”, “a quiénes iban a fusilar”. misiva que mostraba, entre renglones marrones y
Corría el rumor de que uno de los condenados era arrugas teñidas, un sello de “último aviso” de una
un hombre que había pillado a su mujer con otro y entidad bancaria en un rojo chillón algo desvaído
les había “despachado” a los dos con la escopeta. por esos otros tonos, digamos, ocres de mi “pale-
Cual no sería su sorpresa, cuando salie- ta”. Di vueltas con cuidado a la carta para tratar
ron los presos, al ver que uno de ellos de discernir el destinatario, para, llegado el caso,
era su compañero, su amigo, su primo... dejarlo en el buzón correspondiente toda vez que
Ejecutó en silencio las órdenes que le ha- lograse limpiarlo de alguna manera, aunque no sa-
bían dado y lo mató de un tiro certero. bía cómo. No hizo falta, la carta era para mí, así
Al acabar, esa misma mañana, presentó su dimisión. que la enfundé como pude entre cuartillas limpias
Han pasado ya muchos años, desde aquel suce- y me la metí en el bolsillo, postergando su restau-
so. Ahora es ya un anciano, pero aún se le puede ración al momento adecuado en el que una pin-
ver caminando por el barrio, limpiándose muy de za estratégica en mi nariz presidiera la operación.
vez en cuando las lágrimas, recordando la muer- Con la zapatilla medio limpia, pensando en que me
te a sus manos del mejor amigo que nunca tuvo. haría falta un palillo, paciencia y la misma pinza
nasal que para el correo en la laboriosa tarea de
Ana María Sánchez extraer del entramado de mi suela los restos de

17
Sección
Entreveros

alimento canino procesado, llamé al ascensor y ban aromas solo factibles en ambientes herméti-
tras cuatro minutos de infructuosa espera, presté cos…, y eso que aún no había llegado a la cocina…
atención a un papel que me avisaba en el tono
burocrático habitual: “Jódete, que el ascensor está (Extracto de Crónicas del hombre que fue mirado
roto. Si vives en el noveno, ya sabes lo que te por un tuerto)
toca, Jajaja. ¡Ah! Y disculpa las molestias”. Qué
remedio me quedaba sino asumir con paciencia los José Luis Sánchez Pascual
198 peldaños con la escasez de aliento de quien
concibe el deporte como un ideal, más que como
un hecho. Estando en el cuarto piso, a mi falta de «Un olor que, sin llegar a ser
aire se sumó la persona más desagradable y ver-
borreica del bloque, que me soltó todo su arsenal desagradable, escondía,
de problemas y soluciones para el mundo mundial,
como si en mi mano estuviese el resolver el ham- detrás de esa primera
bre del mundo o revertir el calentamiento global,
¿no podíamos comentar algo del tiempo como es impresión, algo picante,
lo habitual?, ¿o algún comentario banal acerca de
mi escalada forzosa? Aquella persona había con- extraño,
vertido el descansillo en su plataforma política, en
su púlpito particular. La situación duró lo que mi pero a la vez familiar, como a
educación dio de sí, cinco minutos interminables
de cortesía, que se tornaron en un despectivo co- pies sucios mojados,
mentario para dar por terminada la conversación
y, por supuesto, crearme un enemigo de por vida. a pedo de ducha»
Cuando por fin llegué a la puerta de mi casa, bus-
qué las llaves con mi cerebro congestionado, que
se angustió al no encontrarlas y creerlas perdidas. Todo sucedió más o menos como voy a relatar
En el frenesí del manoteo, no recordé lo que había a continuación. Estaba deseando llegar a casa. Te-
guardado en uno de mis bolsillos, cuyo frágil envol- nía un fuerte dolor de cabeza y la vejiga iba a ex-
torio no soportó la ansiedad de la búsqueda y prin- plotarme de un momento a otro. Aparqué el coche
gó mis dedos y mis uñas de tibia mierda de perro. tres calles más abajo de mi casa. A buen paso re-
Antes de cometer el error de tocar otro sitio, me corrí los doscientos metros, rezando para no encon-
limpié como pude en el interior de la parte ya “vio- trarme con ningún conocido que me hiciera perder
lentada”, traté de tranquilizarme y darle oxígeno a un tiempo precioso por cortesía y buena educación.
mi cabeza, y sí, recordé de donde pendía el manojo Traspasé la puerta del portal y esperé a que bajara
de llaves: nueve pisos más abajo, insertado en la el ascensor. ¡Vaya, debía estar en el último piso! Tar-
puerta de mi buzón, cuya pequeña llave había he- daba una eternidad. Saltaba de un pie a otro inten-
cho de ancla cuando me asaltó la interrupción men- tando mitigar la presión de la micción. Se abrieron
tal de descubrir que me había estado limpiando la las puertas del ascensor y pulsé el botón del cinco.
mierda de mi zapatilla con una carta de mi banco. El ascensor fue subiendo como mis ganas de orinar.
Así que bajar y subir de nuevo, rezar para no en- ¡No! ¡Era imposible! En la pantalla digital apareció
contrarme a nadie y usar las llaves guardadas en el cuatro pero no continúo subiendo, se había para-
el bolsillo correcto, abrir la puerta…, y ser golpea- do. Un tembleque me ascendió por las piernas has-
do por un fuerte y penetrante olor que me saludó ta la raíz del pelo. No aguantaba más, empezaba a
como fiel mascota: un olor que, sin llegar a ser sentir una pequeña humedad en mi ropa interior.
desagradable, escondía, detrás de esa primera im- Dicen que la necesidad agudiza el ingenio, y era cierto.
presión, algo picante, extraño, pero a la vez fami- Me quité las Vans y liberé mi vejiga en ellas. El placer
liar, como a pies sucios mojados, a pedo de ducha. fue inmenso, mejor que un buen polvo. Pulsé el botón
Y en efecto, el origen de aquel olor era mi mochila de emergencia y esperé plácidamente a que vinieran a
para el gimnasio, que había olvidado deshacer y rescatarme. Reprimí las ganas de echarme un cigarrillo
me miraba desde el suelo como si la hubiese aban- por la leyenda de falta de oxígeno en los ascensores.
donado, clamando piedad, clemencia, para que sa-
cara después de más de diez horas de sufrimiento, Carmen Serrano
los calzoncillos y la camiseta sudada que rezuma-

18
Sección
Entreveros

Todo esto sucedió, más o menos. Des- .....


pués de tanto tiempo, es difícil recordar con
precisión todos los detalles, pero no es posi-
ble borrar el sentimiento de vergüenza que
me acompañó durante mucho tiempo. Sí, mu- No está lejos, hermosa Hipólita, la hora de
cha vergüenza durante demasiado tiempo. nuestras nupcias y ansío poder demostrar que
Mi boda fue una boda sencilla, pero en la que no mi arrojo actual por tu persona seguirá cuando por
se reparó en gastos. Que aquel buen mozo, ya fin nuestras vidas estén atadas para siempre. Pues
un poco madurito, pero con casa y coche pro- si ahora no he conocido dicha tan exultante, mi
pios, se casara conmigo después de un corto y mente no es capaz de imaginar cómo me senti-
purísimo noviazgo, fue motivo de envidia en- ré cuando llegue el momento cumbre. Y, oh, mi
tre mis amigas y de orgullo para toda la familia. preciosa beldad, me enfebrezco cuando tu imagen
Nos casamos un caluroso domingo de agos- me viene envuelta en los ropajes nupciales y más
to en misa de doce, y después de un espléndi- retumba mi corazón si pasa a regodearse en la
do banquete, un hermano de mi recién marido noche de bodas, ya que ahí sí te haré mía y ni
nos llevó a la capital. Pasaríamos la noche de hombre ni dios podrá arrebatarte de mi lado, mi
bodas en un hotel y al día siguiente partiríamos bella, exquisita, primorosa, majestuosa, Hipólita.
en el tren para disfrutar una semana de playa.
Una luna de miel como nunca había soñado. Ruth Obiamo Moiché
Se lo había contado a todas mis amigas y me-
nos amigas, y ahora, ¿cómo iba a presentar- —No está lejos, hermosa Hipólita, la hora de
me en el pueblo al día siguiente de mi noche nuestras nupcias, y aunque embargado por el
de bodas? Porque eso es lo que pasó: en lugar romanticismo que tu amor me inspira, debo des-
de tomar el tren hacia la playa, tomamos el au- cender al prosaico trámite de solicitar a tu padre
tobús de línea hacia el pueblo. Ni un grito, ni que confirme ante notario la donación prometida
una mala palabra, ni un reproche. Solo abrió como tu dote, consistente en: rebaño de 100 ca-
la boca cuando estuvimos frente a mi madre. bras y la finca de 500 hectáreas en la que pacen
“Señora”, le dijo, “usted es una buena mujer y yo los caprinos. ¡Ah! Y la confortable vivienda que
la respeto. Le entrego de nuevo a su hija. Se la hoy ocupa Prudencio, el pastor; él bien puede
traigo tal como me la llevé. No estaba como yo creí trasladarse al cobertizo del sureste, en el que le
que estaba y, seguramente, usted también. Adiós”. sobra espacio y no desmerece a su humilde oficio.
En mi defensa solo puedo decir que él nun- Tú sabes de mi carácter bucólico, y lo mucho
ca me había preguntado por ese detalle. que disfruto cuando hago vida en plena natura-
leza. Podríamos amarnos y retozar todo el día,
Socorro González. que los quesos elaborados por el bueno de Pru-
dencio bien darían para sostenernos a ambos,
Todo esto sucedió, más o menos después de más a la prole de descendientes que fuéramos
ver como la besaba. Me dio tanta rabia, envi- cosechando, porque la verdadera riqueza se mide
dia y celos que pensé alguna manera de casti- por el número de hijos que traemos al mundo.
gar los labios que disfrutaban de él. La ocasión —Mi querido Demetrio, hállome conmovi-
se presentó esa misma tarde y cuando prepa- da, qué digo, anonadada, enmudecida, tan-
ré el café para mi querida amiga Laura, antes to que me he quedado sin palabras, tan solo
de apretar el botón de la Nespresso, escupí en tres salen de mi garganta: ¡QUE TE ZURZAN!
su taza. No me quedé satisfecha. Dejé que el
perro olisqueara y lamiera sus galletas favori- Gloria Poza
tas de vainilla. No me quedé satisfecha. Fui al
baño y meé sobre la cucharilla que luego puse No está lejos, hermosa Hipólita, la hora de
cuidadosamente junto a su taza. No me quedé nuestras nupcias, interpretaba desde el escena-
satisfecha. Mezclé en el azucarero una cuchara- rio el mejor actor de teatro clásico del país. Desde
da de detergente. Mientras movía el café Lau- la primera fila del patio de butacas, se puso en pie
ra dijo “¡qué cremoso está!”. Tengo 19 años y un espectador. Su voz grave y profunda continuó el
sin duda este ha sido el mejor café de mi vida. texto: “y dentro de cuatro felices días principará la
luna nueva...”. El público siguió la trama con gran
Catalina Cuesta atención, pensando que esta intervención forma-
ba parte del montaje, sin embargo el protagonista

19
Entreveros
Sección

quedó petrificado al ver al espontáneo: una versión que les faltaban para la boda. Cada día una nue-
demacrada y sin pelo de sí mismo. El Teseo espec- va cruz, un nuevo paso al frente hacia su infinita
tador terminó su intervención: “y va consumiendo felicidad. Allí, sobre el pilar que hay junto a la
las rentas del heredero”. Era el turno de Hipólita. ventana, el calendario esperaba el nuevo trazo,
La actriz que la interpretaba tomó las manos del que iba pasando de la firmeza inicial de las pri-
Teseo del escenario con gran desparpajo, para sa- meras veces a una cada vez más sinuosa línea
carle de ese lugar al que acudimos cuando recibi- incapaz de mantenerse erguida por la emoción
mos una sorpresa mayúscula. El resto de la obra se de la mano que la delineaba. Miriam, con su dul-
desarrolló sin contratiempos, si bien es verdad que ce mirada, lo observaba complacida. Los rayos
no fue la mejor actuación de Daniel Mejías, quien al de sol que se colaban por la veneciana ilumina-
terminar la función buscó ansiosamente a su her- ban su rubio y ondulado cabello y la sumían en
mano gemelo entre el público sin resultados. Deci- un halo místico que le confería una inmensa paz.
dió bajar, al ver que justo en la butaca que ocupaba Allí, frente a ella, se sentía el ser más afortuna-
había un sobre. Dentro encontró la siguiente nota: do, en esa cuenta atrás para iniciar junto a ella,
Querido hermano: la persona más maravillosa que había conocido,
Sé que te habrá impactado mi presencia. No he un nuevo camino. Sabía que, juntos, serían ca-
encontrado mejor modo de aproximarme a ti que paces de crear su propia senda hacia el futuro,
a través del teatro donde compartimos tan buenos esquivando los obstáculos que pudieran encon-
momentos y al fin terminó por distanciarnos. Me trar, llenando de risas los huecos que intenta-
arrepiento de haber pasado la mitad de nuestras sen abrir los escollos con los que tropezasen y
vidas sin apenas hablarnos. La envidia se apode- fortaleciendo sus lazos con cada éxito. Enveje-
ró de mí y no supe dominarla. ¡Lo siento tanto! cerían juntos y encontraría hermoso cada signo
Eres un actor magnífico, yo no tenía derecho a re- de ancianidad que viera en ella. Impaciente por
procharte tu éxito. He venido para verte por úl- verla pasar, abrió la ventana esperanzado. Pero,
tima vez sobre las tablas, en la vida real no soy una vez más, su sueño se esfumó, al verla cami-
capaz de despedirme de ti. No intentes contactar, nar radiante, con la mano entrelazada a la de él.
allá donde voy no admiten visitas ni llamadas.
Espero que tardes mucho en reunirte conmigo. Eva Casado
Daniel no pudo contener las lágrimas mien-
tras sonreía pensado que esta despedida —No está lejos, hermosa Hipólita, la hora de
era digna de una tragedia de Shakespeare. nuestras nupcias.
Él, que estuvo pensando en una forma ingeniosa
Annabel Gómez de declarar matrimonio a su amada, de afrontar el
desasosiego y la angustia de la duda ante la res-
puesta, de superar el vértigo al vacío insondable
que produce hincar la rodilla.
Él, que había ahorrado lo indecible para ofrecer una
alianza digna, una joya equiparable a su princesa,
poniéndose a dieta, eliminando caprichos para ras-
car un euro de aquí y de allá, vendiendo favores a
cambio de dinero, favores que harían ruborizar a
cualquiera, trabajando como esclavo tan solo para
obtener un nuevo tintineo en la hucha.
Él, que se había enfrentado a su familia, que es-
taba en contra de la unión por ser ambos de dis-
tinta condición y raza, que había luchado contra
los prejuicios de la sociedad en la que vivían, sin
importarle ser excluido, rechazado, apartado de los
círculos en los que había crecido.
Él, que adoraba cada paso que daba ella, que tenía
en un altar cada gesto y movimiento, que soñaba
“No está lejos, hermosa Hipólita, la hora de despierto a cada instante con un futuro en común
nuestras nupcias”, recitaba Mateo en su habita- lleno de dicha y alegría; no se dio cuenta de que,
ción, libro en mano, cual Teseo ante su amada. Se tal vez, el mejor momento para postrarse y hacer
imaginaba a Miriam frente a él, contando los días la petición, no fuera aquel en el que ella disfrutaba

20
Sección
Entreveros

de su música favorita con sus nuevos airpods, go los que me llevaron a aceptar con agrado el
pues cuando terminó la frase, dibujando una acuerdo de matrimonio que tus padres hicieron
sonrisa en su rostro, ella confundió nombre con los míos.
con epíteto y donde hubo “Hipólita”, ella escu- —Mi adorada Hipólita, no puedes hacerme más fe-
cho hipócrita, y esa palabra por sí sola, así, sin liz confirmándome tus deslices prematrimonia-
contexto, reavivó discusiones pasadas acerca les y no seré yo quien te prohíba el disfrute
de gastos y derroches, y disparó una reacción, con Rafael, eso sí, con total discreción, que
que, energizando su brazo, selló una tremenda hablen pero... que no vean nada, mi reina. A
bofetada en el rostro del amado y nos obse- ser posible, que te preñe cuanto antes para
quió con la mejor cara de estupefacción jamás que nuestros padres sean felices y asegurar
interpretada. nuestra estirpe, yo gustoso tomaré como míos
todos los hijos que tú decidas darme. En cuan-
José Luis Sánchez Pascual to al rumor sobre mí, es tan cierto como el
tuyo.
Impaciencia de amor Quedan pues habladas y ratificadas nuestras
secretas capitulaciones matrimoniales. ¡Queri-
No está lejos, hermosa Hipólita, la hora de da, qué felices vamos a ser!
nuestras nupcias, y, entonces, todos los te-
mores que en tu corazón escondes se des- Catalina Cuesta
vanecerán como el rocío cuando le acari-
cian los tibios rayos del sol de la mañana.
No te sonrojes, amada mía: será tal cual aca-
.....
bo de confiarte. Te asombrarás de los pro-
digios que el amor puede obrar en una don-
cella tan inocente como tú, Hipólita mía. Habíamos salido a ganar
No, no seguiré hablando; la turbación que veo
en tu rostro augura a mi corazón un torrente de Todos los guerreros de las otras localidades se
felicidad y hace que me consuma de impaciencia. reunieron al amanecer, toda la comarca unida
Buenas noches, amor mío. por una sola amenaza. Era hermoso ver a todas
Sueña con este, tu rendido enamorado. esas personas que se aniquilaron unas a otras en
el pasado, ahora unidas por un enemigo común.
Socorro González De todas las edades, hombres, mujeres, ni-
ños, todos portaban sus armas con orgullo, la
—No está lejos, hermosa Hipólita, la hora expresión fiera y la determinación de un dios
de nuestras nupcias y me pregunto si será enfurecido. Las espadas estaban ya en las ma-
verdad el rumor que recorre todo el pueblo so- nos, brillantes y afiladas para la ocasión; había
bre tus amoríos con Rafael. Quiero que sepas quien portaba mosquetes, y los más pudientes,
que no te reprocho nada, eres justo la mujer su propio fusil, que era más lento de recargar,
que siempre busqué y que sabía, sería muy di- pero infinitamente más mortal. Los pocos ca-
fícil de encontrar. Lo que quiero es que aquí y ñones que había estaban en los extremos de
ahora nos sinceremos y lejos de la presencia de la primera fila, de pequeño calibre pero lustra-
nuestros padres y del señor párroco, iniciemos dos y limpios, listos para destrozar al enemi-
un pacto matrimonial ventajoso para ambos. go. Y así sería, porque para eso estaban allí.
Supongo, que tú también querrás saber si los
rumores existentes sobre mí son ciertos. Ruth Obiamo Moiché
—Juan de mi vida y mi corazón, no sabes bien
cuanto agradezco tu sinceridad y correspon- Habíamos salido a ganar, le dije a mi pare-
diéndote te diré que Rafael y yo mantenemos ja de baile cuando nos dirigíamos a la pista,
las relaciones que tú sospechas, te quiero por mientras tanto iba pensando: ¿Quién me man-
encima de todo y estoy dispuesta a que des- daría inscribirme en esta aventura? Yo creía
pués de pasar por el altar, estas finalicen por que el concurso se restringía al centro de ma-
mucho que me duela. En cuanto a los rumores yores de mi barrio, al que acudía, casi a dia-
sobre tu persona desmentirlos sería inútil y te rio, a distintas actividades, y en el que había
aseguro que fueron ellos junto a tu educación y aprendido durante un curso bailes de salón,
tu comportamiento, siempre exquisito, conmi- creyéndome con eso una semiprofesional; pero

21
Entreveros
Sección

“Quedan cinco minutos. Pensad en lo


que os he dicho y… ¡adelante, equi-
po!”, ordena Damián con gesto decidido.
Y cada elemento del conjunto va ocupando su
posición asignada, listo para afrontar lo que está
por llegar. Cuando Clara alcanza su lugar indica-
do, endereza el cuerpo, aprieta los puños y tras
observar una gota de sudor perfilada en el suelo,
adelanta a su agrupación varios pasos al frente.
Se deshace de miedos y de dudas lanzando un
largo y cálido suspiro. Siente que no tiene nada
que perder. Es la hora. Ya no hay vuelta atrás.

Esther Obiamo Moiché

cuando vi a tantas parejas desconocidas, in- «Esta vez


tuí que era para todos los centros de la ciudad.
Y el espectáculo había comenzado: ¡qué pirue- era
tas!, ¡qué giros! Eso no era baile sino gimnasia
acrobática, pero ¡cómo era posible! Eran más diferente,
gruesas que yo, más maduras y menos esbeltas.
Previamente, ya me sentía avergonzada y de- simplemente
cidí no participar, pero me aseguraron que el
programa debía cumplirse sí o sí, salvo fuer- porque
za mayor. Y en mi fuero interno portaba una
máxima: habrá fuerza mayor, no lo dudéis. habíamos llegado
Con mis tacones, altos como el “Pirulí” de TVE.
Apenas me sostenía. Y en el primer paso me hasta
doblé el tobillo derecho. Juro que, aunque te-
nía la intención de simular ese accidente, su- aquí
cedió antes de que yo ejecutara mi propósito.
¡Y qué minuto de gloria!, bueno, fueron al con la
menos diez los que disfruté, saliendo triun-
fante en los brazos de aquel agente de segu- esperanza
ridad, que me trasladó hasta la ambulancia.
Ni los campeones se llevaron tan- distraída»
tos aplausos, según me dijeron.
Y, tras varias horas de hospital, llegué a
mi domicilio, en donde debo permane-
cer seis semanas escayolada y en repo-
so absoluto. Por atrevida y mentecata. Habíamos salido a ganar y ganaríamos. Con-
tra todo pronóstico, lo lograríamos. Nadie apos-
Gloria Poza taba por nosotros, ni familia, amigos, conocidos
y hasta desconocidos. Demasiados intentos, de-
Habíamos salido a ganar. Damián escupe las pa- masiados fracasos. Pero esta vez era diferen-
labras con el efecto deseado. No quiere dejar nada te, simplemente porque habíamos llegado hasta
al azar y la improvisación no entra en absoluto en aquí con la esperanza distraída. Y eso era una
sus planes. Cada integrante de la organización las ventaja, aunque nadie lo creyera. Solo nosotros
asume con la pasión y confianza que necesitan. dos. Años de incertidumbre, de desconsuelos,
Sin embargo, Clara las recibe como un proyectil de energías renovadas que pronto se esfumaban
a bocajarro. El dolor es tan intenso que, por más nos habían arrastrado a este punto. Se vislum-
que sacude sus hombros, no consigue despren- braba una nueva oportunidad, la última, posible-
derse de él. La aflicción se instala en su pecho, mente, y de nuevo regresó el tesón para lanzar-
reavivando el vacío que ya anidaba en su interior. nos por un nuevo sendero, ella ya muy débil y

22
Entreveros

yo sosteniendo cada uno de sus pasos, hacia ese encerrada en el pozombligo del desierto de pelu-
innovador tratamiento que, esta vez sí, la curaría. sas, para convertirse en cebo e imán de toda la
roña factible de formar parte de las huestes pe-
Eva Casado lotilleras. Pocos eran los contactos de las caries-
con sus enemigas desde entonces, solo de vez en
Habíamos salido a ganar cuando alguna de ellas remontaba el desierto apro-
vechando las bandadas emigrantes de uñas largas
Habíamos salido a ganar y lo hicimos, aunque no y yemas pringosas, e intentaban penetrar en el
supimos qué, hasta que nos fijamos en nuestros reino de Endodoncia y robar información valiosa
pies y contamos dedos de menos. Repetimos la para la guerra, pero casi todas ellas terminaban
operación una y mil veces y en todas el resultado deglutidas por el gargantasofago al no poder des-
salió negativo, siendo el símbolo de la resta la parte prenderse a tiempo de las bandadas de transporte.
alta de un crucifijo milenario con el que nos hicimos Cuando Cariolo terminó su relato, se fijó en nues-
una estupenda infusión. Una astilla se atoró entre tra carencia absurda de dedos de los pies y nos
los dientes y tiramos con fuerza de ella, llevándo- preguntó el motivo de dicha desaparición. Noso-
nos en el esfuerzo todas las maldiciones apresadas tros no supimos qué contestar, solo que había-
en el paladar. Eran tantas que tuvimos que nadar mos salido a ganar y lo hicimos, pero la euforia de
para no ahogarnos y remontar la corriente hasta la victoria no fue acompañada de objeto alguno,
la orilla de caramelo fundido donde las caries nati- sino de un surreal relato que no supimos terminar.
vas nos recibieron con las llagas abiertas, pregun-
tándonos de forma reiterada si teníamos esmalte José Luis Sánchez Pascual
para intercambiar, que lo pagaban a buen precio.
Convicción

«Una astilla se atoró Habíamos salido a ganar; sabíamos que, para to


dos nuestros seguidores, eso era un espejismo, pero
entre los dientes nosotros decidimos burlarnos de la sesuda realidad.
Como de costumbre, el entrenador nos habló en el
y tiramos con fuerza de vestuario, sin embargo, ese día, en su tono y mirada
había algo distinto. No fue una arenga más; sus pa-
ella, labras lograron revivir la confianza en nosotros mis-
mos y nuestro compromiso con los aficionados. Es-
llevándonos tábamos exultantes y, todos, tan distintos, salimos
del vestuario con la convicción de que ganaríamos.
en el esfuerzo todas Saltamos al campo de juego con el orgullo y
la bravura de los vencedores. No había dudas,
las maldiciones solo impaciencia por materializar la victoria.
Una vez más, se cumplió aquello de que las
apresadas guerras se ganan lejos del campo de batalla.

en el paladar» Socorro González

El rey Cariolo I de Endodoncia nos concedió au-


diencia y, en la sobremesa de la cena, nos relató la
leyenda del desierto de pelusas: en aquel erial vi-
vían los enemigos protohistóricos de las caries, las
pelotillas de roña, que desde los inicios pugnaban
con la caries por ostentar el poder, la influencia y la
fama de ser consideradas las menores de las ma-
yores molestias insignificantes del universo.
En dicha leyenda, que databa del primer amasa-
do pulgar índice de las fosas peludas, se precisaba
cómo la carie primigenia había sido capturada y

23
Entreveros

Entreimágenes y mil palabras

Imágenes para entrar y perderse

Foto: Carmen Serrano Foto: Gloria Poza

La vieja me miraba con cara de compa- andén, que se me hacen eternos, nos metemos en
sión, hasta que se arrancó: —¡Pobrecito! ¿Has el vagón a empujones, me sitúo en el primer asien-
tenido un accidente? ¡Válgame la Macarena! to que veo y sacó un libro para leer, con la espe-
Cómo te ha quedado el pantalón. Llevo aquí ranza de que así se me hará más corto el trayecto.
aguja e hilo y puedo darte cuatro puntadas. De pronto, algo inusual esa mañana me llama la
—Oiga abuela, que no soy un tío, soy una tía, y atención. No es alguien que esté robando, los tí-
métase la lengua en el dedal porque no he te- picos carteristas que te encuentras en ciertas es-
nido ningún accidente, ahora nos compramos taciones. No es el vigilante que, después de una
los pantalones así, “toos” rotos. ¿Qué pasa? madrugada de trabajo de 12 horas, se ha que-
dado dormido con la boca abierta y roncando,
Gloria Poza ajeno a los que le observan, ni siquiera la mu-
jer embarazada a la que, ignorándola, hemos
Whatsapp. Filosofía. Line. Whatsapp. Inglés y dejado de pie para sentarnos. No, nada de eso.
francés. Sexo. Sexo. Whatsapp. Quedar esta tarde. Lo que me llamó la atención era un mucha-
Estoy medio castigado. Siete de la mañana. Whats- cho, delgaducho, que acababa de entrar, con
app. Biblioteca. Convers. Calor. Universidad. Sexo. el iPod colgando de unos auriculares, por lo
Sexo. No pienso ir. Humanidades. Examen. Whats- que deduzco que estaba escuchando música.
app. Mamá. Bocadillo. Sexo. Sexo. La media. Whats- Se coloca al final del convoy, tranquilamen-
app. Papá. Podré ir otro día. Jo, tío. Whatsapp. Sexo. te, sin prisas. Dejando a su lado la mochila, sin
Esta es la mía. Me bajo. preocuparse si se la podrían robar o no. De pie,
apoyándose en la pared, solo sujeto con una
Ruth Obiamo Moiché mano a la barra, descuidado completamente.
No suelo ser una persona envidiosa, pero en ese
momento, viendo su indiferencia, quizás por su ju-
Como todas las mañanas, salgo de casa bien ventud, le dirigí una mirada reprobadora, diciéndo-
temprano y a la carrera. Con la hora pegada, cojo le por lo bajo: “ya me gustaría verte a ti a mi edad”.
el metro. Después de esperar unos minutos en el Quizás fue en ese breve momento, pues me bajaba

24
Entreveros

en tres paradas, cuando me recordé a mí misma,


cuando no era poco más mayor que él. Sin horarios, Minusadictos
sin prisas. No me costaba entonces tanto madrugar
como ahora, no tenía responsabilidades, ni un tra- Me pregunto quién es el invalido, el incapacitado,
bajo al que llegar puntualmente, que, si vas tarde, si el que necesita una silla de ruedas o un bastón
te tienes que quedar a recuperar las horas. Ni una para moverse por el mundo o el que no lo hace
salud en la que tus huesos te predicen el tiempo. porque reniega de ello. Me pregunto si el joven
Ese instante fue suficiente para, como si me estuviera que engancha su móvil para recargarlo, en rea-
muriendo, viera toda mi anterior vida de un plumazo. lidad muestra un tipo de minusvalía que tiene
Al llegar a mi estación y bajarme, allí se- más de adicción que de carencia. Me pregunto
guía el muchacho, sin inmutarse, feliz. Y si no deberíamos empezar a facilitar los medios,
al arrancar otra vez el vehículo, su ima- no solo para integrar a los excluidos, sino para
gen se fue diluyendo con mis recuerdos. devolverles a todos los demás las diferencias.
Yo ya no veo gente informándose, aprendiendo,
Ana María Sánchez atesorando cultura o accediendo donde hace
décadas ni los sueños más optimistas nos co-
El pensamiento toma asiento locaban; solo veo adictos, yonquis de la tec-
nología, entes que miran las pantallas de sus
Cómodamente sentada observo detenidamente móviles veinte veces por minuto esperando
al joven que me acaba de ceder el asiento. Al un mensaje que no llega, que no llena, bo-
entrar me pareció un posible votante de Pode- badas que nos vacían y nos distraen de todo
mos, lo cual me horroriza, pero ahora creo que aquello que nos distingue como humanos: el
se trata de un estudiante que incluso puede que pensamiento y la reflexión. Veo cervicales do-
vote a PSOE o a Ciudadanos porque es educado y bladas en un ángulo cada vez más recto, ca-
amable. Ha dejado libre el área de los minusvá- bezas de las que cuelgan cerriles rostros, con
lidos, eso no lo hace cualquier pelagatos. Su cal- los ojos abiertos como solo permite el eco de
zado está limpio pero lleva los pantalones rotos, una cabeza hueca; chepas andantes, ensimis-
que a mí eso no me encaja en un muchacho tan madas como en fase REM de luces palmarias,
majo. La juventud ya se sabe que va a contraco- movizombis, personas que no ven el mundo
rriente. El otro día sin ir más lejos me encontré porque creen que lo poseen entre sus manos.
con la nieta de mi amiga Paloma y también iba Me angustia pensar que cuando queramos vol-
con esos pantalones hechos jirones. No lo en- ver a levantar la cabeza, sea demasiado tarde
tiendo, si esa chica es de buena familia, ¿Por qué para recuperar lo perdido: allí donde éramos
se viste como una desharrapada, si son gente grandes gourmets y sibaritas de lenguaje vi-
de derechas de toda la vida como Dios manda? sual, ahora consumimos píldoras de texto e imá-
La verdad, a mí este muchacho tan majo me ha genes a ritmo taquicárdico de likes y retweets.
descolocado, no sé adónde vamos a llegar. Claro, Allí donde reservábamos tiempo y alegrías para
que una viene a estos barrios pobres en metro grandes obras de cine o teatro, ahora parpa-
porque hay huelga de taxis y por eso me cruzo deamos alternado intermitentes Netflix y HBO,
con esta gente y a ver, ¿qué necesidad tengo yo entre anuncios disparados a nuestras neuronas
de perder el tiempo pensando estas tonterías? directamente desde YouTube. Allí donde nuestra
cultura y experiencia disponía nuestros gustos
Annabel Gómez y decisiones, ahora contamos con influencers,
youtubers que nos dicen lo que nos tiene que
Envidio esa manera tan relajada de estar. Esa gustar y qué es lo que tenemos que consumir.
aparente despreocupación por lo que le rodea Me da miedo ver el mundo que estamos dejan-
pero a la vez consciente del espacio físico que do a las generaciones que nos siguen, que cum-
ocupa sin remordimientos. Sin estorbos. Sin plirán al completo la profecía de Warhol, pero
excusas. Sin cargas salvo la que pueda ocultar que formarán la base de un pueblo obediente,
en su mochila. Una que puede contener sueños, sin criterio, que se moverá como las mareas
esperanzas, razones y la promesa de una vida al compás de lo que es y lo que no es viral,
diferente, rica, plena y suya. Solamente suya. bebés trending topic con apellidos de hashtag.
¡Qué envidia me da!
José Luis Sánchez Pascual
Esther Obiamo Moiché

25
Entreveros

¡Ahí estás, monstruo! Mirándome con tus El fin de una infancia,


ojos vacíos. Pero no te temo porque no eres li- La entrada de golpe a la madurez,
bre, siempre andas unido por tu técnico cordón sin haber pasado por una juventud, llena de sue-
umbilical al devorador de cuerpos intermiten- ños,
tes. Él te da la energía para existir. Vas rumian- De un primer amor, de un primer beso
do de cargador en cargador para no dejar de es- de esperanzas y sueños por cumplir.
tar en línea. Pero aquí abajo nadie te encuentra. Al final... un futuro incierto.

Carmen Serrano Ana María Sánchez


Desde enfrente
Ligera de equipaje
Lo miro y lo envidio. Tan despreocupado con su
mochila en el suelo y mirando todo el tiempo el ¿Perdí el último tren de mi vida? No lo sé. Aquí
móvil, con la seguridad de quien estrena traje. no hay estación, ni vía, ni camino, ni medio para
¡Tonterías! Cualquier cosa, menos seguridad. ¡El dirigirme a ninguna otra parte, solo desolación.
tiempo que habrá tardado en enfundarse en esos Le acompañé, como me sugirió, ligera de equipaje,
pantalones! Difícil me parece a mí que no se te y llegados a este lugar inhóspito, me dijo: —¡espéra-
escapen los pies por esos rotos. Y la camiseta, ni me aquí sentada! Y aquí estoy, pero ha tiempo que se
muy salida ni muy metida: lo justito. Las zapa- ausentó y temo quedarme reseca como el viejo muro
tillas, ya ni te digo. Bueno, es la moda. No, no; que sostiene mi espalda. ¿Es acaso este el lu-
ahora dicen tendencia. gar fantástico que me había prometido? Cier-
tamente sí, aunque con una acepción bien
Socorro González distinta de la palabra. ¿Y ahora quééé?

¿Y ahora qué? Llevo nada en la mochila, me he Gloria Poza


hecho el gallito, he dicho que me iba y aquí estoy
con mi soberbia y mis mentiras, ¿hacia dónde? Introspección. Qué palabra tan simple, apa-
Hacia ningún lugar. ¿Con quién? Con nadie pue- rentemente.
do estar, y lo más importante, ¿por qué? Por una He estado pensando en mí, en cómo era an-
tontá. tes, tan joven, tan inocente, tan cándida, tan
conformista. ¿Cómo pude dejar que me arras-
Catalina Cuesta traras a tan negro pozo de desdicha? ¿Cómo
pude creer en ti durante todo este tiem-
..... po? ¿Por qué creí que volverías a mí, si nun-
ca me tuviste en cuenta? Demasiado te di,
años y años de mi vida sin darme cuenta de
que ella seguía adelante y no me esperaba.
¡Señora!, ¿cuándo pasa el próximo tren al más Introspección. Por fin me hiciste abrir los ojos.
allá? Parece que se retrasa. Ahora voy viendo las cosas tal como siempre fue-
La espera puede ser larga pero no desespere, lle- ron. Ahora sé que soy capaz de sentarme a con-
gar, llegará. templar el paisaje y ver la belleza que me rodea.
Estoy en paz conmigo y me perdono por como fui.
Carmen Serrano Aún me quedan algunos escalones por subir, pero
sé que lo haré, por muy agotador que me resul-
En la puerta de la cabaña, con la maleta a los te, porque sé cómo me sentiré cuando realice tan
pies gran hazaña. Por bueno o malo que sea, no volve-
¿qué esperas mujer? ré a caer en ese pozo negro que absorbía mi ser.
Un viaje largo, quizás a otro país.
Un matrimonio, del que huir de una familia pobre, Ruth Obiamo Moiché
O de un padre severo,
O de una vida penosa, Despedida
Para caer en manos de otra vida, quizás más
dolorosa. Me quedo observándola desde la ventana sin atre-
Un trabajo lejos del hogar, porque no hay pan verme a salir. A veces el orgullo nos juega malas
sobre tu mesa. pasadas y aun sabiendo que quizá sea la última

26
Entreveros

oportunidad para aclarar malentendidos, no cisne interpretando su pieza de solista; que la


puedo reaccionar. Sigo aquí inmóvil contemplan- maleta no era de llegada, sino de partida y que
do sus mechones de pelo rebelde que siempre la alegría que me inundaba era un regalo. En
luchan por escaparse de la trenza. ¡La veo tan el último fulgor, ella se giró y me sonrió, incli-
frágil con la maleta esperando a que la recojan!… nando un poco la cabeza, dándome las gracias
Y sin embargo no me invade el afán por prote- por aquel resplandor que demostraba que no
gerla, aunque la lluvia amenace desde el cielo, se había equivocado, que lo que había veni-
aunque distinga una lágrima asomando por la do a buscar estaba allí y no en otro lugar. Me
esquina de su ojo, aunque tiemble de frío, aun- dijo que mi alma era preciosa, que sentía te-
que el desánimo se pueda tocar a su alrededor. ner que arrebatármela pero que ese era su co-
Ya se acabó el tiempo en que me reconfortaba metido. Se levantó y acarició mi viejo rostro:
estar a su lado, ahora debo aprender a convivir —Has vivido mucho y bien. Era la hora de ter-
con la soledad y el recuerdo de este día gris. minar.
—¿Dolerá? —pregunté.
Annabel Gómez —¿Te duele algo ahora?
—No.
No sé si habrá elegido el día adecuado, pero —En realidad, terminé hace rato.
quiere marcharse y aunque simula tranquilidad, Señaló el maletín y pude ver como desde su
adivino sus nudillos blancos por la fuerza tan de- interior una fuerte luz escapaba entre las cos-
cidida con la que sus manos se aferran al ban- turas. Yo ya no era, fui. Ella ya se alejaba pa-
co. Su bolsa de viaje descansa a su lado pero no seando, tarareando la misma melodía con la
forma parte de sus posesiones. Sí sus sueños, la que me llamó, meciendo a cada paso el es-
idea de dejar todo atrás y comenzar de nuevo. plendor guardado de mi último día en la tierra
Quiere marcharse. Ya. Si fuera capaz de dejarse
llevar por el viento que la rodea… pero sabe que José Luis Sánchez Pascual
debe esperar. Solo quiero que me mire, una vez
aunque sea. Solo quiero decirle que todo irá bien. Esperanza

Esther Obiamo Moiché Espero. Me he apeado aquí, obedientemen-


te, tal como me indicaban en la carta, pero
La recolectora nadie ha venido a recibirme. Miro a lo lejos
y adivino un camino tortuoso y polvoriento.
Y apareció sin más. Al amanecer. Sin hacer ruido. ¿Será un presagio? No importa, seguiré es-
Sentada en el banco de la entrada, balanceándo- perando. Puedo permitírmelo, aún no he toca-
se leve, canturreando distraída, mirando el camino do la reserva. Un depósito lleno de esperan-
que bajaba desde la colina hasta la casa mientras za y mi pequeño bolso son todo mi equipaje.
su preciosa melena roja se mecía en uno de sus
hombros, al compás de la brisa suave de la mañana. Socorro González
Me quedé observándola, sin decir nada, no quise
interrumpir aquello que la había traído, no quise Mientras contemplo el bosque que descri-
asustarla y que mi voz desvaneciese ese sueño lú- bías en tus cartas, paseo mis pensamientos
cido que hendía mi viejo corazón con un amor juve- por las imágenes que he dejado atrás en la
nil, pretérito y olvidado. Una sorpresa de pálpitos ciudad. Siento miedo, inseguridad ante la de-
encerrados en el cajón de los anhelos que pugnaba cisión tomada; Si no llegas antes de que ano-
con los trinos de los pájaros, esos pájaros invisi- chezca, volveré sobre mis pasos hacia la es-
bles de los primeros rayos. Aquella visión, aquel tación que me alejó de la civilización y me
ángel despistado, había despertado sentimientos acercó a nuestra soñada aventura romántica.
que me costaba reconocer como propios, que ras-
paban con molestia dulce, fibras perdidas de mi Catalina Cuesta
alma, dotándome de una energía de antaño capaz
de mover el mundo cuando lo miraba sin arrugas. .....
Me fijé, entonces, en la maleta, esa que a los pies
de la muchacha parecía esconderse entre la fal-
da, y comprendí que lo que notaba en mi pecho
era el concierto final de mi vida, el canto de un

27
Entreveros

res líquidos dormían. Cada cien, años un seís-


mo se manifestaba, pero faltaba mucho para
que se cumpliera ese tiempo. Cuando todo el
gentío dejó de mirar esos colores tan peregri-
nos, el seísmo se anticipó. Esta vez el fenómeno
regaló una especie de pez, al que se le podía
distinguir claramente la cabeza, ésta sostenía
con gran equilibrio una burbuja que imitaba a
un balón. El número circense duró un segundo,
cuando los asistentes volvieron a mirar, todo
había vuelto a su ser. Siguieron con sus fotos.
Una leyenda defiende que un minúscu-
lo seísmo es provocado por Zeus, ra-
bioso por el rapto de su hija Helena.

Juan Pedro López Sanz

Foto: Consuelo Peiró La gota de la paciencia

Caminábamos despacio en una sala diáfa-


na en la que los sonidos se agigantaban con
cada paso, con cada palabra que salía de mis
A lo lejos se escuchaba el goteo del agua labios, intentando dar significado al arte.
caída de un grifo mal cerrado. Las gotas de agua Me paré al frente del grupo diciendo: —En esta
repicaban sobre un vaso ya rebosante y a cada fotografía la autora representa justo el ins-
tintineo, mi corazón respondía a la par. Apoyada tante de la gota que colma el vaso de su pa-
en la pared, dejaba que tus labios recorrieran ciencia. Como podemos apreciar se trata de
mi cuello con languidez y tus manos erraran por un momento luminoso, deja atrás la oscuri-
mi cintura. Las mías estaban abiertas detrás de dad de la incertidumbre para reafirmarse en
mí, sujetando la pared para impedir que se mo- la decisión de dar por zanjado un asunto—.
viera y me produjera un mareo mayor. Mi na- Un señor alto, canoso, con porte distingui-
riz se llenó de tu perfume almizclado y mi cuer- do se acerca hacia mí con el brazo levantado:
po se cimbreaba al son del tuyo. Con rápidos, —¿Cómo sabe usted que la artista capta ese mo-
bruscos y precisos movimientos, ya estábamos mento preciso?
ambos alfombrando el suelo del pasillo vestidos —Pues mire, es algo sencillo; simplemen-
solo con la piel, y los jadeos jugaban a perse- te antes de organizar las exposiciones tengo
guirse por la casa acompañados de los chasqui- por norma entrevistar a los autores para pre-
dos que producíamos al chocar. Rápido, muy rá- pararlas y entre los temas principales siem-
pido, alcanzamos los dos ese estado en que la pre se encuentra el significado de las obras.
luz estalla tras tus ojos cerrados, tus miembros —Ya lo imagino, pero no me va a negar
tiemblan sin control, no llega suficiente aire a que es muy complejo plasmar a través de
tus pulmones, tu mente escapa por un momento una fotografía la pérdida de la paciencia.
de la cordura y dejas por un momento el mun- —Bueno, es la autora la que afirma
do consciente. Poco a poco la respiración se fue esto, yo me limito a intentar dar un to-
regulando, volví a centrarme en cosas terrena- que de literatura a sus intenciones.
les y mi cuerpo bailó al son de la última gota —Sí, yo entiendo su postura pero no me negará la
de agua caída en el olvidado vaso de la cocina. dificultad de lograr que sea justo esa gota y no otra.
—A ver, es una cuestión de percepción y realidad.
Ruth Obiamo Moiché Si la autora dice que es justo esa gota, a mí me
parece que debo creerlo. ¿Por qué no? En el arte
Seismo dos más dos no tienen por qué ser cuatro, pueden
ser cinco o tres, ¿No está de acuerdo con esto?
Los turistas iban preparados con sus cámaras de —Francamente, no. Creo que debemos ser más
fotos, las instantáneas se repetían desde todos estrictos a la hora de desempeñar nuestro trabajo.
los lados. Todo permanecía tranquilo, los colo- No se puede dar por válido todo aquello que se llega

28
Entreveros

a nuestros oídos, debería haber puesto en entre-


dicho la afirmación de la gota que colma el vaso. La gota que da la vida. Colorida, precisa, instantá-
—¿Y eso quién lo dice, usted? ¿Cómo se atre- nea, pasajera y tan hermosa... quiero zambullirme,
ve a juzgar mi labor? Me parece que voy quiero perderme en su estado y formar parte de
a dar por concluida la visita. Por lo que a mí esa efímera cualidad que la convierte en única.
respecta, sigan ustedes por su cuenta ya
que mis comentarios no son bien recibidos. Esther Obiamo Moiché
En ese momento el señor canoso sacó de
su bolsillo una cámara y me hizo una foto. Paradoja
—Era justo lo que yo quería, dijo, aca-
bo de captar su gota colmando el vaso. El tiempo se ha detenido formando la escultura frágil
Me acerqué a él y de un manotazo le tiré de H2O: el brazo de Dios sosteniendo el mundo. Lo
la cámara al suelo. El eco de mi voz reso- hace girar para que nuestro tiempo no se detenga.
nó en todo el edificio: —Ahora sí estoy furio-
sa de verdad, pero ha perdido su oportunidad Carmen Serrano
de captar el momento preciso—. Me di media
vuelta y continué la visita con el resto de los Es un instante mágico, inigualable, fasci-
visitantes rodeada de un halo de luminosidad. nador... por muchas veces que ocurra nunca
existirá otro igual, lo único hace que sea ex-
Annabel Gómez cepcional. Llevo tanto tiempo disfrutando
de este salto que el día que este niño apren-
Me siento aturdida del viaje por el tenebroso da a andar y no vuelva a chocar en la mesa
laberinto, y con el tacatá produciendo la vibración jus-
de súbito: ¡Independiente!, ¡libre!, ¡única! ta para poderme impulsar... nada será igual.
¡Qué vértigo!
¡Ploc! Catalina Cuesta
Ya, de nuevo, entre las compañeras de este in-
cógnito y eterno éxodo.
Solo un instante.
Suficiente, para recordar el poder de mi diminuto
aspecto.
Suficiente, para desear con orgullo ser parte del
infinito océano.
«Me di media
Socorro González vuelta y
En la noche de San Juan, me encontra-
ba en la casa de unos amigos y quise ob-
sequiarles con una caimada. El hecho de
continué la visita
haber vivido seis años en Galicia, me ha-
cían creer que ya era experta en conxuros.
Al concluir este, ignoro si por fallo o por-
con el resto de los
que alguna de las meigas se sintió interpela-
da y quiso jugarme una mala pasada, sentí
que mi mano quedaba atrapada entre los eflu-
visitantes
vios del alcohol al evaporarse entre llamas.
Hube de hacer un tremendo esfuerzo para
que mi mano se liberara de aquel remoli-
rodeada de un
no endemoniado y quedé con evidentes que-
maduras. Al reproducir el vídeo filmado, esta
fantástica imagen quedó plasmada en él.
halo de
¿Qué misterioso fantasma surgió de aquel aguar-
diente? Lo cierto es que nadie se atrevió a probarlo luminosidad»
Gloria Poza

29
Entrelibros

Los besos en el pan, de Almudena Grandes De Caligari a Hitler. Una historia psicológica
del cine alemán, de Siegfried Kracauer
Novela breve, que cuenta las distintas his-
torias de las familias que conforman un ba- Siegfied Kracauer, De Caligari a Hitler: este nom-
rrio del centro de Madrid en una época de crisis. bre y este título han sido durante mucho tiempo
Cómo parejas y personas resisten los embates punto de referencia obligado para todos aque-
de esta. El porqué sus abuelos, cuando eran ni- llos que se dedican a estudiar el cine como un
ños, les enseñaron, como a mí, a besar el pan. arte del siglo XX. En su libro, Kracauer aborda
Una novela que conmueve y engancha. el periodo más rico y espectacular del cine ale-
mán y, por extensión, uno de los más impor-
Gloria Poza tantes del cine mundial: el que va de 1919, año
de la aparición de El gabinete del dr. Caligari, a
1933, año de la subida al poder de Adolf Hitler.

El cine según Hitchcock, de François Truffaut

Se trata de la larga conversación de 50 ho- Belle epoque, de Rafael Azcona


ras que mantuvieron François Truffaut y Alfred
Hithcock. Se llevó a la gran pantalla en el docu- Guion original de la película Belle Epoque, diri-
mental Hitchcock/Truffaut (Kent Jones, 2015). gida por Fernando Trueba y ganadora de un Ós-
car de la academia a la mejor película extranjera.

Rosa Umbral

30
Entrecomillas

El cine tiene que producir sosiego. ¿Conocen este chiste? Dos señoras de edad es-
tán en un hotel de alta montaña y dice una: Vaya,
Azorín aquí la comida es realmente terrible. Y contesta
la otra: Sí, y además las raciones son tan peque-
Si este fuera un mundo perfecto no escribiríamos ñas. Pues, básicamente, así es como me parece la
novelas ni haríamos películas. Lo viviríamos, a tra- vida. Llena de soledad, miseria, sufrimiento, tris-
vés del amor de los demás. teza… Y sin embargo se acaba demasiado deprisa.

Carlos Fuentes Woody Allen. Annie Hall.

Imagínese a un hombre sentado en el sofá favorito Ver una película de Rohmer es como contemplar
de su casa. Debajo tiene una bomba a punto de crecer una planta.
estallar. Él lo ignora, pero el público lo sabe. Esto
es el suspense. Gene Hackman. La noche se mueve

Alfred Hitchcock
Encerrados en un ascensor con un cadáver... ¡el
Si puede ser escrito o pensado, puede ser filmado. colmo de un neurótico!

Stanley Kubrick
Woody Allen. Misterioso asesinato en
Es imposible hacer una buena película sin una cá-
mara que sea como un ojo en el corazón de un Manhattan
poeta.
El fondo está lleno de buenas personas, Lou.
Orson welles Solo los bastardos flotan, como el aceite.

Yo soy grande, son las películas las que se volvie- Paul Newman. Harper, investigador privado
ron pequeñas.’
—Osgood, voy a serte sincera. No podemos casar-
Gloria Swanson. El crepúsculo de los dioses nos.
—¿Por qué no?
Si sales con un hombre casado, nunca te pon- —Para empezar, no soy rubia natural.
gas rimmel. —No importa.
—Fumo. Fumo mucho.
Shirley McLaine. El apartamento —Me da igual.
—Tengo un pasado horrible. Llevo tres años vivien-
Sí, es mi mano. La puedo mover. Noto el pulso, co- do con un saxofonista.
rre la sangre. El sol sigue en lo alto, iluminándolo —Te perdono.
todo y yo... Yo, Antonious Block, juego al ajedrez —Y jamás podré tener hijos.
con la Muerte. —Podemos adoptarlos.
—Es que no lo entiendes, Osgood. Soy un hombre.
—Bueno, nadie es perfecto.
Max von Sydow. El séptimo sello

—No es que me importe, pero ¿dónde está su ma- Jack Lemmon. Con faldas y a lo loco
rido?
—¡Oh, ha muerto!
—Seguro que usa eso como excusa.
—Estuve con él hasta el final.
—No me extraña que falleciera.
—Lo sostuve entre mis brazos y lo besé.
—¡Entonces fue un asesinato!

Groucho Marx. Sopa de ganso

31
Entrelíneas

William Wyler adaptó en la década de los Pero aún así, cuando me lo confesó a la cara, estaba
años 30 la obra teatral de la dramaturga dispuesta a irme con ella, empezar de nuevo, en
estadounidense Lilliam Hellman, The otro sitio, juntas como siempre hemos estado. No
children´s hour (una obra que fue presentada me creyó cuando le propuse que comenzaríamos
por primera vez en el año 1934 en los otra vida, en otro lugar y otro trabajo. Tal vez, yo no
teatros de Broadway), con la película Esos se lo di a entender convencida. Quizás, sin darme
tres (1936) y que él mismo se encargaría, cuenta, notó mi desprecio hacia ese sentimiento
en la década de los 60, de realizar su que no era mutuo, pero que respetaba. Eso sí
posterior remake con La calumnia (1962) es seguro, al descubrírmelo, nada sería igual.
La presión, la maledicencia y la intransigencia
En Nueva Inglaterra, Karen Wright (Audrey Hepburn, de la gente, el qué dirán y, sobre todo, su amor
Desayuno con diamantes) y Martha Dobie (Shirley escondido y prohibido hacia mí, con el que había
MacLaine, Madame Sousatzka), dos buenas amigas convivido siempre, en silencio, en secreto...
que se conocen desde la universidad, abren una acabaron con las pocas fuerzas que le quedaban
escuela privada exclusiva para niñas. Las cosas y su vida se le hizo un peso insoportable
parecen ir sobre ruedas, especialmente para Karen, para llevar esa culpa, que le corroía el alma.
que pronto contraerá matrimonio con Joe Cardin Empezar de cero. No es una opción, debo
(James Garner). Sin embargo, la felicidad se esfuma hacerlo. Alejarme de este lugar para siempre,
cuando María Tilford (Fay Bainter, La mujer del de todo esto. Será al principio difícil, pero más
año), una alumna consentida e insolente, difunde me lo resultará volver a creer en los demás, en
un rumor. La niña, enfadada por el castigo que le el ser humano y, después de Joe, en el amor.
ha puesto su profesora Karen, se queja a su abuela
y le repite una conversación que apenas entendió Ana María Sánchez
entre la tía de Martha, Lily (Miriam Hopkins, Carrie),
y su sobrina, en la que la primera hacía referencia No necesitaba nada más
al especial cariño que le tenía Martha a Karen. Los
escandalosos rumores se extienden rápidamente por ¡Estúpida niña! Me ha destrozado la vida con su mal-
la escuela causando devastadores consecuencias... dad infantil sin consecuencias. Me ha quitado la única
ilusión que hacía que me levantase por las mañanas
y soportar las tonterías de estas niñas malcriadas.
No necesitaba nada más. Un amor que sabía no
correspondido pero que imaginaba que podía ser
posible. He soñado con hacernos viejecitas juntas
y pasear por el campo cogidas del brazo como cual-
quier pareja. Antes de llegar ella a mi vida creía
que era una aberración de la naturaleza. Reza-
ba todas las noches para que desaparecieran las
sensaciones y sentimientos que me causaban mis
iguales. Pero cuando Karen llegó no quise seguir
apartándolos porque por primera vez me sentí viva.
No necesitaba más de ella, solo su presencia.
Cómo voy a vivir sin ver su cara, sin tomar sus ma-
nos, sin acariciar su pelo. Ahora no podré sumer-
girme en sus ojos o embelesarme con su voz sin
que encuentre su rostro horrorizado por mis aten-
Karen Wright ciones hacia ella. Puedo soportar cualquier cosa:
las habladurías de las cuatro chismosas, que se
Salgo del cementerio. No quiero mirar a nadie, ni vaya al garete la escuela, lo que sea. Pero la aver-
siquiera a Joe, sobre todo a él. Después de todo sión de mi amada. No, eso no lo puedo soportar.
lo que hemos compartido, lo enamorado que Lo siento Karen. Soy incapaz de salir de
parecía estar de mí. Mejor así. Lo que ha pasado ha este cuarto y enfrentarme a tu incompren-
descubierto su verdadera cara. Hace pocas semanas sión. No quiero y no lo haré. No quiero se-
no hubiese creído que el rumor levantado por una guir viviendo sin ti. Adiós mi vida, mi amor.
niña consentida pudiese más que su “amor por mí”.
Pobre Martha. No supe verlo, ni lo intuí siquiera. Carmen Serrano

32
Entrelíneas

.....

Hijos de los hombres (2006), de Alfonso


Cuarón.
Franklin y Eva son una pareja que, como muchas
otras, deciden formalizar su relación y crear una En películas basadas en novelas, sean estas éxitos
familia. La llegada de su primer hijo, Kevin, provoca o no (sea lo que sea lo que signifique el éxito hoy
reacciones diferentes en cada uno; Franklin siente en día), suelo tener la precaución de haberme
una ciega admiración por su hijo y Eva se debate leído con anterioridad la obra de la que parten,
entre el amor incondicional y la sospecha de una principalmente por dos razones: la primera, para
personalidad esquiva y complicada de Kevin. A que sea mi imaginación la que trabaje y cree las
medida que Kevin va creciendo, las alertas que imágenes que formen parte de mi “película mental”,
Eva siente hacia él se convierten en certezas, y segunda, para poder comparar y valorar si la
en contra de la opinión de Franklin, que siempre profundidad y los matices literarios han podido ser
disculpa los actos de su hijo. Ni el nacimiento de fielmente representados o llevados a la pantalla
su segunda hija, Cillie, ni el esfuerzo de Eva por con talento, con cierta coherencia y veracidad
comprender y establecer una relación más cercana artística. ¡Ojo!, hay que tener cuidado con crearse
con su hijo, librará a ninguno de las terribles demasiadas expectativas y comprender que no toda
consecuencias en las que todo desembocará. novela es fácilmente traducible a otras disciplinas
Tenemos que hablar de Kevin es una novela de o que la visión del director bien puede crear una
Lionel Shriver. Fue llevada a la gran pantalla en 2011 obra completamente nueva que no tiene por qué
con título homónimo. Dirigida por Lynne Ramsay, ser peor, solo diferente e igual de remarcable.
cuenta en su reparto con Tilda Swinton, John C. Decía que suelo leer antes que ver, excepto en
Reilly y Ezra Miller en los papeles de Eva, Franklin este caso (soy así, qué le vamos a hacer). Vi la
y Kevin Khatchadourian, respectivamente. La película de Alfonso Cuarón, atraído por el actor
película cuenta con varias nominaciones a premios protagonista, Clive Owen, y su desempeño en
como los BAFTA o Los Globos de Oro, entre otros. otros filmes tan destacables como Plan oculto
Una cinta que revela el grado de compromiso (2006), de Spike Lee o Sin City (2005), de Frank
adquirido por cada progenitor en el cuidado Miller; ese fue el gancho principal, que sumado
de un hijo, el conflicto interior de Eva, la a mi necesidad casi patológica por devorar todo
ignorancia de Franklin, la toxicidad de Kevin, los lo que tenga que ver con la ciencia ficción en su
problemas que pueden surgir y las soluciones rama distópica (gracias a G. Orwell y su 1984) me
que, aplicadas en un momento determinado, convirtieron en presa fácil para esta Hijos de los
hubieran conducido a unas u otras consecuencias, hombres, la cual saboreé sin necesidad de babero.
inevitablemente trágicas quizás solo para algunos. ¿Y qué tal la película?, pues es una obra (¡maestra!)
Una película altamente recomendable. de arte tenebrista, que parece tan actual incluso hoy
mismo, que asusta. Con solo unos pocos cambios
en nuestra vida cotidiana podríamos extrapolar lo
Esther Obiamo Moiché que nos cuenta: inmigración, represión, racismo,

33
Entrelíneas

xenofobia, terrorismo, eugenesia, pobreza, las imágenes más bellas que podamos habernos
miseria… Nos sitúa en un futuro sin futuro, cada creado visionando la película. Lo sublime se pierde, se
vez menos distante (no quiero desvelar nada vuelve banal, insípido, innecesario. Todo parece tan
importante por si alguien lee esto y no ha visto descafeinado que cuesta reconocer que lo excelente
la película o leído el libro), en una civilización proceda de lo vulgar, con un final tan diferente que parece
irracional, en una Inglaterra del siglo ¿?, asolada, obsceno comparado con unos de los mejores quince
asediada, rota y fuertemente polarizada, donde las minutos (casi) finales que yo he tenido el honor de ver.
clases altas coleccionan/saquean arte, se encierran Tal vez debí haber leído primero, las sensaciones
en zonas protegidas, disfrutan de lo que les queda pudieron ser diferentes, aunque, desde mi humilde
de vida, mientras que en el otro lado de la realidad, experiencia, sé que no: el resultado se hubiera
los migrantes, los pobres, los desposeídos son suavizado pero no cambiado, pues ejemplos de
sometidos a vejaciones, encerrados en guetos ello tengo para contradecir este anhelo: Papillon, El
(¿os suena?) y exterminados sin piedad. Y entre perfume, Hacia rutas salvajes, La carretera, 1984,
polos, el resto, anhelando ser unos y temiendo Harry Potter (sí, también), El Padrino, Enemy (libro
convertirse en los otros. Y en una sociedad tan de Saramago: El hombre duplicado), El nombre
extremista, los grupos terroristas, los filantrópicos, de la Rosa, En busca del fuego, El hombre más
los grupos de presión, conforman sus corpúsculos buscado… y un larguísimo etcétera de peliculalibros
desde los que imponer su visión de la vida. que, cualquiera que haya sido el orden de consumo,
Todo esto discurre en un ambiente embriagador, se han enriquecido entre ellas. Incluso con un
abrumador, asombroso, lleno de tensión, tan carácter tan peculiar como el que Kubrick dotaba a
empequeñecedor como solo Cuarón es capaz de hacer sus creaciones, podremos disfrutar de ambas artes,
(aunque cuente con altibajos en su filmografía); un entendiéndolas casi como obras diferentes (véase
escenario oscuro, sucio, crudo, escasamente saturado, 2001, una odisea del espacio o El resplandor),
casi en blanco y negro, en el que los personajes pero con P. D. James, desgraciadamente, no.
tratan de sobrevivir, respirar, encontrar la esperanza Hijos de los hombres es una rara avis: no ver la película
en un mundo sin color, algo que (casi) no existe. es casi un pecado, tanto si te atrae el género como si no;
Así que cuando terminé de ver por primera vez leerse el libro es perder el tiempo, como dice algún amigo
la película (no sé cuántas veces la he visto ya), mío, en este caso concreto, mejor esperar la película.
¿cómo no tratar de leer la novela en la que se
basaba? ¿Cómo no querer descubrir otra obra
José Luis Sánchez Pascual
que formara parte de mi elenco privado, de mi
altar de dioses junto a Orwell, Huxley, McCarthy,
entre otros? ¿Cómo no querer absorber cuanto «¿Cómo no
antes las palabras de las que Cuarón había sacado
la inspiración para rodar semejante maravilla?... querer
Nunca me ha vuelto a suceder que, en la comparación
entre ambas versiones, salga “perdiendo” claramente absorber cuanto antes
la obra literaria, pero en este caso, así fue. Ya fuera
leyendo antes o después, la novela, como poco, las palabras
igualaba a la película, siempre que narraran historias
similares (dejo interpretaciones al margen). He visto de las que
y leído historias que han dejado el poso suficiente
por separado o que se han enriquecido entre ellas: Cuarón
las imágenes que me proporcionaban las películas
ayudaban a mi perezosa mente a la hora de dibujar había
entornos y, al revés, la profundidad y el conocimiento
de las letras originales, dotaban a la película de otra sacado
dimensión diferente desde la que observar, supliendo
carencias que el celuloide tiene al competir con la la inspiración
imaginación. Sin embargo, el libro de P. D. James,
me decepcionó gravemente. Nada hay del ambiente para rodar
decadente, de la sensación de veracidad, de la
angustia transmitida, del sufrimiento entre sus líneas. semejante
Apenas proporciona información añadida, es más,
padeceremos una ceguera que cercenará y malogrará maravilla?»

34
Entrelíneas

«La película no me
decepcionó y me
animó a entrar en
el mundo literario
de Umberto Eco.
El nombre de la rosa
De esta forma, la
En 1986 Jean-Jacques Annaud dirigió El nombre
de la rosa, basada en la extraordinaria novela del
novela El nombre de la
mismo nombre, escrita por Umberto Eco en 1980.
Fui a ver El nombre de la rosa cuando la estrena-
ron en 1986 por recomendación de mi profesor de
rosa se convirtió en
historia. Según su opinión, Jean-Jacques Annaud ha-
bía resuelto de forma más o menos magistral, llevar
al cine una novela tan compleja y documentada. La
mi favorita»
Edad Media es un periodo de la historia que me apa-
siona, y aunque no me gusta ver las películas antes
que leer las novelas sobre las que se basan, esta vez
kerville (Sean Connery) y su joven discípulo Adso
hice una excepción. La película no me decepcionó y
de Melk (Christian Slater) que van a ir desentra-
me animó a entrar en el mundo literario de Umberto
mando las misteriosas muertes de los frailes be-
Eco. De esta forma, la novela El nombre de la rosa se
nedictinos bajo el prisma de una moderna novela
convirtió en mi favorita por su lenguaje selecto con
policiaca al modo del mismísimo Sherlock Holmes.
una historia muy rica en detalles y que te va atra-
Annaud consigue plasmar el ambiente de mi-
pando poco a poco con sus entresijos filosóficos que
seria y superstición medieval con sus escenas
no aparecen en el guion de la película. Por supuesto,
de sangre y devoción, los espacios serenos
la obra literaria está muy por encima de su análoga
de las iglesias medievales, la biblioteca con
visual. En los créditos aparece como “un palimpsesto
su scriptorium, incunables, la terrible Inquisi-
sobre la novela de Umberto Eco”, lo que nos da una
ción con sus instrumentos de tortura, etc. La
idea de que la película no va a ser fiel a la novela.
caracterización de los personajes es fantás-
En la novela, a mi modo de ver, la protagonista es
tica porque te hacen olvidar al actor que los
la abadía con su impresionable biblioteca en torno
recrea y te ayudan a penetrar en la historia.
a la que se desarrollan las dos tramas paralelas.
La película tuvo mucho éxito y consiguió varios
Una histórica, con la celebración del cónclave en-
premios internacionales entre los que desta-
tre los delegados del Papa Juan XXII y el empera-
ca el César de la Academia francesa a la me-
dor por un lado, y los representantes de la Orden
jor película extranjera (1987), dos BAFTA (me-
franciscana para debatir sobre la supuesta here-
jor actor y maquillaje), cinco premios David
jía de una rama franciscana: los espirituales. La
de Donatello (mejor actor, maquillaje, mejor
segunda trama es la que se genera por una serie
fotografía, vestuario y producción), tres pre-
de asesinatos que aparentemente siguen la pau-
mios del Cine Alemán, y fue nominada como
ta de un pasaje del Apocalipsis. Finalmente, am-
mejor película a los Premios Edgar Allan Poe.
bas tramas confluyen en un proceso inquisitorial.
En la película, los protagonistas son Guillermo de Bas- Carmen Serrano

35
Entrembustes

Todo se tuerce cuando Jeffries y Lisa observan


Próximos estrenos Fliminffinity lo que parece un posible asesinato en el piso in-
ferior al de Bloom: todo indica que el señor Tor-
valds se ha desecho de su mujer a tenor de lo que
El señor de Grease observan y de la información que logran obtener
en sus incursiones y de los rumores del vecin-
Tras largos años de paz en la idílica Tie- dario. Por supuesto preguntan a Bloom si él ha
rra Media, el Señor Oscuro comienza a des- notado algo extraño o ha oído algo que pueda
pertar y a llamar al objeto que podrá volver ayudarles, pero él no puede ayudarles pues ape-
a darle todo su poder. Para impedirlo,un gru- nas conoce a nadie en su propio edificio, pues
po variopinto de seres se une para detenerle. pasa la mayor parte del tiempo observando por
Por el camino se topan con una panda de adoles- la ventaba o visitando a la propia pareja. Esta
centes rockabilies que cantan sus desgracias a los no cejará en su empeño hasta desentrañar el
cuatro vientos y de los que su momento álgido está asesinato, pero no sabrá hasta mucho después
en un concurso de baile y la fiesta de fin de curso. que Bloom, en realidad, sí conocía los hechos,
y, haciendo gala de su falta de escrúpulos, ha-
Ruth Obiamo Moiché bía logrado grabar el asesinato con todo detalle.

La venta indiscreta (Argumento que une dos películas: La ven-


tana indiscreta, 1964, de Alfred Hitch-
Lou Bloom decide tomarse unas vacaciones para cock y Nightcrawler, 2014, de Dan Gilroy).
calmar un poco el ambiente y las críticas que ha
suscitado su último trabajo de periodismo “cri- José Luis Sánchez Pascual
minal”. Para ello cambia completamente de cos-
ta y se traslada desde Los Ángeles hasta Nue- El próximo viernes día 24 se estrenará por
va York, donde alquila un pequeño apartamento fin la ópera prima del director Daniel Écija,
en un barrio a las afueras de la ciudad. Allí en- Cuando cumplamos cien años. Película basada
tabla amistad con una joven adinerada, Lisa C. en la novela homónima de J. L. Pedraza.
Fremont, con la que coincide varias veces en el Una tragedia romántica dibujada con trazos de
patio cuando acude al edificio para visitar a su vida y muerte sin dejarse llevar por la agonía
prometido, el famoso reportero gráfico L. B. Je- de un final dramático siempre presente. Nos
ffries, quien se encuentra impedido en su casa encontramos ante dos seres solitarios (María
debido a una fractura fruto de uno de sus últi- Navarro y Luis Freire) que luchan contra la
mos trabajos. Como no podía ser de otra forma, enfermedad y encuentran un amor inesperado
la profesión unirá a Bloom y a Jeffries, presen- entre bolsas de quimio y batas blancas. Una
tados por Lisa, que piensa que la compañía de oda a la esperanza y a la felicidad del ahora.
Lou en sus ausencias le vendrá muy bien para Carmen Serrano
atenuar el voyerismo incipiente que Jeffries
muestra desde que se encuentra convaleciente. Felicia
En una de las cenas que comparte el trío, el tema
del entretenimiento de Jeffries sale a colación y Año de estreno: 2019
deciden hacer un experimento sociológico de ob- Duración: 110 minutos
servación doble, algo que entusiasma a los dos re- Dirección: Juan Pedro
porteros pero que amarga las esperanzas de Lisa, Reparto: Katy (Felicia); Eva (madre de Felicia);
que había visto la amistad como posible fin de las Carmen S., Armando y José Luis (los hermanos);
manías de Jeffries. El experimento lo realizarán Ruth (maestra de Felicia), Diego (novio de
cada uno desde la comodidad de sus casas y cada Felicia), Carmen B. (madre del novio de Felicia);
noche intercambiarán sensaciones y notas de lo Alicia (amiga confidente de Felicia joven); Merce
común y lo diferente, pues Bloom se hospeda casi y Ana S. (compañeras de trabajo de Felicia); Ana
enfrente de Jeffries: ambos observarán desde di- M. y Raquel (sobrinas de los hermanos); Soco
ferentes ángulos las fiestas del compositor, la re- (empleada antigua de la casa de los hermanos).
lación de los recién casados; Jeffries le hablará Género: drama social. Comedia. Familia. Basada
de la señorita Corazón solitario y de Miss Torso, en hechos reales.
mientras que Bloom le comentará acerca del loco Guion: Esther
del ático, de la familia conejo o de la Suspiradora. Música: Annabel

36
Entrembustes

Sipnosis: una joven madre de origen rumano hilo conductor y nexo entre las distintas etapas
viaja con su hija Felicia de siete años con una en la evolución de Felicia y evoca, con gran
compañía de circo nómada por los pueblos de la acierto, la nostalgia de su anterior vida errante.
España de los años cincuenta. Durante el tiempo Buena selección de las otras melodías escogidas,
que la compañía acampa en las afueras de que, dependiendo de la década en que se
Sampaio Baixo, la joven encuentra trabajo como desarrollan los hechos, acompañan e ilustran el
doméstica en casa de tres hermanos solteros. momento histórico de nuestro país. La película
Los tres aceptan de buen grado la presencia en recorre desde los años cincuenta hasta la actualidad
la casa de la pequeña Felicia, quien se ganará los momentos decisivos en la vida de Felicia.
en muy poco tiempo el corazón de los hermanos Por destacar algunas escenas inolvidables: la de
Cuando los titiriteros levantan la carpa para volver la pequeña Felicia con su señorita, como ella le
al camino, la joven se despide de la familia, pero llama al principio, pelando membrillos en la cocina,
la pequeña Felicia, agarrándose fuertemente mientras las dos cantan a pleno pulmón “La casita
a las piernas de uno de los hermanos, llora y en Canadá”, y la de la elección de Felicia como
patalea gritando que quiere quedarse. Se llega Miss Sampaio Baixo. Dos escenas completamente
a un acuerdo: quedará con la familia durante distintas, pero en las que quedan patentes la gran
los meses de verano. En septiembre vendrá su pericia y sensibilidad en el manejo de la cámara.
madre a recogerla, pero esto nunca sucederá. Muy buena la actuación de todos los actores.

Parte del maravillososo elenco de Felicia, celebrando su gran éxito de crítica y público

Crítica: Soberbia Katy en su papel de Felicia joven y


Ópera prima de Juan Pedro que, con gran maestría, en su transformación a lo largo de la película.
elegancia y sensibilidad, nos transmite una historia Una película emotiva y profunda, que nos reafirma en
de amor con mayúscula, sin caer en ningún momento cómo el amor y el agradecimiento son las cualidades
en la tentación de hacer de esta historia, basada que nos convierten en verdaderos seres humanos.
en un hecho real, un melodrama ñoño y sensiblero. Si no la habéis visto todavía, no os la perdáis.
Una sobresaliente adaptación de la novela del
mismo nombre, de la gran novelista Gloria P., Socorro González
en la que la banda sonora de Annabel hace de

37
Entrembustes

tres décadas y desde entonces ha estado en los


Críticas Fliminffinity
primeros puestos de las listas literarias, ha go-
zado de una reputación intachable, catapultando
a su autor a la fama, quien aunque siguió publi-
cando con regularidad, nunca volvió a disfrutar
El director de Apoteósico se atreve a llevar a de otro éxito tan grande como con este, su pri-
la gran pantalla la clásica novela de Brummchin, mer libro. Hasta hace poco más de tres años,
El cielo no es de algodón. Arriesgado trabajo. se oían rumores de una versión cinematográfi-
Y para ello cuenta con un reparto de lujo. To- ca. Ahora vemos que los rumores eran ciertos.
Ya hemos visto la película y poco podemos
decir que no sean más que alabanzas por el
«Si hiciéramos magnífico trabajo realizado, porque, además,
Brummchin ha producido el proyecto y ha co-
laborado en el guion, dándole el toque per-
una lista de las fecto para que podamos ver con nuestros
propios ojos esa magnífica novela que nos em-
belesó a miles de personas en el mundo entero.
peores películas Ruth Obiamo Moiché

de todos Si hiciéramos una lista de las peores pelí-


culas de todos los tiempos, esta se llevaría
los tiempos, el premio sin lugar a dudas y ocuparía el primer
lugar del ranking. Quiéreme aunque te duela
es una compilación de tópicos de las rom-com
esta se llevaría tratados hasta la extenuación de lo absurdo.
Si el director trataba de ser fiel a la novela,
no solo no lo consigue, sino que además ridi-
el premio culiza de manera extrema las situaciones y los
personajes convirtiendo el metraje en una ri-
dícula parodia del amor y de los “happily ever
sin lugar after”. El guion es lento, aburrido, disparata-
do e insulso. Difícil saber si el fracaso es del
director, que cobró un desorbitado sueldo por
a dudas este proyecto, del elenco, repleto de estrellas
venidas a menos, o de ambos, pero veamos lo
positivo. Las localizaciones exteriores sobre-
y ocuparía salen gracias al excelente trabajo del director
de fotografía, que al menos consigue situarnos
convenientemente en los diferentes entornos
el primer lugar en los que se plantean las acciones. La banda
sonora como mínimo servirá para reconciliar-
nos con el sueño que nos provoquen películas
del como esta. Los memes ya están circulando por
todas las RR.SS. Sírvase a gusto del consumidor.

Esther Obiamo Moiché


ranking»
Yo dentro, tú fuera

dos son jóvenes promesas, con apenas una o Aun cuando mi primitiva suspicacia sobre la ne-
dos películas rodadas, pero que dan a la cinta cesidad de conversión de la novela al cine, me
una vida que ni los oscarizados más veteranos. lleve a partir de una visión parcial, cuando no
El cielo no es de algodón salió a la luz hace casi llena de prejuicios si la obra literaria ha

38
Entrembustes

como voz sustituta de la vágina literaria, pues


en un actor al que indefectiblemente unimos
con la comedia y ese no es el tono correcto.
Donde sí tengo que poner un punto negro es
en el excesivo retoque digital de ciertas esce-
nas que restan credibilidad y crudeza precisa-
mente donde esta es más necesaria: viva la
arruga y los escenarios reales, aunque ya sa-
bemos que el narcisismo y la falta de pre-
supuesto a veces coartan la producción.
Puede ser que alguien viendo esta Yo dentro, tú
fuera, haya reavivado la polémica que suscitó en
su día Eyes Wide shut con el trío Cruise-Kidman-
Kubrick: nada más lejos de la realidad, pues ya
ha quedado desmentido por todos los participan-
sido de mi agrado, no puedo evitar asomarme tes; no hubo nada de lo que sucedió en la pe-
a aquellas “cintas” que ponen rostros e imáge- lícula póstuma de Kubrick que pueda reflejarse
nes a las letras y personajes de dichas obras en esta y de hecho, al contar con el propio Pa-
para comprobar si las visiones de ambos, la mía lahniuk como asesor, la película carece de banda
y la del director, la de la obra y la de la pe- sonora original a petición del propio autor, que
lícula, concuerdan o cumplen las expectativas. fue precisamente lo que en el subconsciente co-
Indudablemente el esfuerzo hecho por Ste- lectivo se asoció a la perversión visual de la obra
phen Soderberg en esta película para plasmar de Kubrick.
la obra de Chuck Palahniuk es encomiable. Difí- Recomiendo tanto la película como el li-
cil era llevar a la pantalla las imborrables imá- bro, pero, aviso a navegantes, no es apta
genes que el autor norteamericano puso en para todos los estómagos: si eres capaz
las conciencias de toda una generación de es- de no apartar la vista, te llevarás imáge-
tupefactos lectores que por aquel entonces no nes imborrables, perturbadoras, eternas.
distinguían un ménage à trois de una tostada
francesa. Sin llegar a asombrar tanto, ni a con- José Luis Sánchez Pascual
seguir que el ambiente de incomodidad y aver-
sión que permite el uso del contrapunto y la in-
trospección, el director logra ese malestar, esa
molestia que nos obliga a retreparnos en el sofá
«Si eres capaz
tratando de recuperar la comodidad perdida.
El guion, adaptado por Nic Pizzolatto, tiene gran
parte de la culpa del éxito de Soderberg, pues
de no apartar la
trata de mantener el argumento lo más fiel po-
sible al original, soslayando la poderosa técnica
de la perspectiva múltiple y el estilo indirecto
vista,
que solo las obras en papel pueden esgrimir:
imposible trasladar aquellas partes del libro a
las que asistimos desde el interior de una va-
te llevarás
gina, que en pantalla no se hubiesen entendi-
do y que la dupla guionista-director resuel-
ven con el personaje invisible con voz en off.
imágenes
Al buen tono general del film colaboran el ex-
celente elenco de actores seleccionados para
la tarea, donde destaca una exuberante Moni-
imborrables,
ca Belucci, ya bregada en estos temas (véase
Irreversible), o el sorprendente Chris Evans, al
que un humilde servidor no veía capaz de in-
perturbadoras,
terpretar con credibilidad un personaje fuera
de su universo Marvel. Tal vez, por ponerle un
pero al casting, no habría elegido a Jim Carrey
eternas»

39
Entrecerrado

Macguffin es un término acuñado por Alfred que también funcionan en ausencia, produciendo
Hitchcock que se refiere a una excusa argumental desconcierto. Son esos “parecía que..., pero no”,
que motiva a los personajes y hace avanzar que conducen el hilo argumental por nuevos
la trama, pero que carece de relevancia por sí derroteros. Y muchas veces están ahí de principio
misma para la narración. Es importante para a fin, sin que se sepa muy bien por qué ni para qué,
pero proporcionando a los personajes un objetivo
por el que luchar o seguir adelante. Seguro que si
«Me está repasáis el relato de vuestro biopic desde donde os
alcance la memoria hasta hoy, os vais a percatar
pareciendo de la cantidad de macguffins que atesoráis
en vuestro pasado haber y en el actual. Yo lo
que la trama he hecho y he caído en la cuenta de que hace
quince años algún ingenioso guionista introdujo
argumental de en mi cinta un pequeño y malhumorado macguffin
que acarreaba consigo abruptos vuelcos
cada uno argumentales, algunos en tono de comedia y otros
no tanto (por ejemplo, me echaron de una casa
de nosotros debido a su terrible comportamiento). Incombustible
hasta el final en su actividad macguffiniana,
se desarrolla así cuando ya me había acostumbrado a que mi
vida fuera como una mezcla entre Jo, qué noche
habitualmente, y un imposible film que hubieran codirigido M.
Night Shyamalan, Alfred Hitchcock y Javier Fesser,
impulsada ahora resulta que mi insignificante macguffin tiene
que marcharse. No estoy desconcertada, pues ya
por macGuffins lo venía venir, pero ignoro a dónde me dirige su
ausencia, qué me espera tras esta vuelta de tuerca
de diversa anunciada. Supongo que nuevos macguffinitos irán
brotando y yo les diré que me parece bien, que
índole» a pesar de que me hagan dudar seriamente del
libre albedrío, caminaré por donde me marquen,
que no sé lo que pretenden pero sí lo que son. O
los personajes, pero no para la audiencia. mejor, que sé lo que soy, el fantasma que no sabe
Hitchcock afirmó en 1939 sobre el macguffin: “En que está muerto, el macguffin de mis macguffins,
historias de rufianes siempre es un collar y en tu constante macguffin. Y qué hago mientras, Mika,
historias de espías siempre son los documentos”. qué hace un macguffin cuando se acaba la película.
Pues bien, últimamente he pensado mucho en
este elemento cinematográfico porque me está
pareciendo que la trama argumental de cada
uno de nosotros se desarrolla así habitualmente,
impulsada por macguffins de diversa índole:
objetos, personas, trabajos, acontecimientos,
etc., bastante intercambiables y sin trascendencia
intrínseca real en nuestra existencia, aunque con
la capacidad telequinésica de provocar intensos
movimientos. He llegado a esta conclusión, como
buena y extravagante cinéfila que soy, por medio
del análisis y la observación continuos de la vida
de los otros e incluso de la mía. Sobre todo de
la mía. Por esto considero que estoy exponiendo
una hipótesis más o menos científica. Es tan
fácil reconocer un macguffin en la pantalla como
fuera de ella. Su presencia puede causar giros
argumentales inesperados. En ocasiones aparecen
y, de repente, se esfuman como si nada. Es decir,

40

También podría gustarte