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Revista Entrelíneas, Junio, 2019 PDF
Revista Entrelíneas, Junio, 2019 PDF
El maestro
Desde que aparecieron aquellos endemoniados motoristas con sus banderas y gritos de “¡arriba Espa-
ña!”, la mayoría de los vecinos del pueblo estaban muy preocupados por la suerte del pobre maestro.
Cuando papá dijo en casa que, por fin, habían nombra-
do a un nuevo maestro, mamá y la abuela se pusieron muy alegres.
“Es lo que necesitan los chavales. Que los metan en cintura y les ense-
ñen a leer, a poner el nombre, la dirección y las cuatro reglas, y no andar todo
el día por los caminos matando pájaros y robando fruta”, sentenció mi abuela.
Debían de estar todos los padres muy contentos, porque fueron muchas mujeres a lim-
piar la escuela y hasta pusieron flores en un tarro de cristal en la mesa del maestro. Los
hombres arreglaron el camino que va desde la carretera a la escuela. A nosotros no ha-
cían más que decirnos que no estorbáramos y “ya veréis cuando venga el maestro”.
Para el día de su llegada, el alcalde pedáneo junto con el cura y dos de los veci-
nos más viejos organizaron un recibimiento muy bonito. Pero cuando apareció el maes-
tro, se les notó mucho que esperaban a alguien distinto. Algunos chavales mayores em-
pezaron a reírse, aunque el cura los miró tan fijamente que daba miedo, y se callaron.
Don Obdulio era muy bajito. “No creo que llegue al metro y medio, pero puede que sea un buen maes-
tro. Ahora, vamos a ver si estos sinvergüenzas lo respetan”. Eso lo dijo mi padre a la hora de la cena.
Con todo, el maestro supo ganarse el cariño y la admiración de la mayor parte de sus alumnos y el res-
peto de muchos padres. “Estoy convencida de que pasa necesidades”, decía una vecina a mi madre. Por
la noche mi madre se lo repetía a mi padre. Entonces organizaban una colecta de patatas y chorizos.
También había quienes hablaban de él con burla y desconfianza hacia su labor porque este
maestro no pegaba. Solo utilizaba el puntero para señalizar en el mapa. Su paciencia era infi-
nita y no pegaba, ni siquiera cuando a sus espaldas alguno de los mayores escribía en el en-
cerado: “Obdulio tacón”. Cuando se daba la vuelta y lo veía, se limitaba a mover la cabeza y
a borrar lo escrito y seguía explicándonos que había palabras llanas, como: “tomate, ciclista…”.
Solo una vez lo vi alterado y fue con el cura. Aquel día me pareció que de repente había crecido,
lo vi grande muy grande. “Señor cura, usted manda en su iglesia, pero aquí mando yo. No puede
venir cuando le apetezca e interrumpir la clase con su catecismo. Para eso tiene su púlpito”. El cura
no podía creer lo que oía y empezó a reír por lo bajinis y se fue diciendo “bueno, hombre, bueno”.
Cuando lo conté en mi casa, mi madre abrió los ojos asustada mientras se santi-
guaba, pero mi padre se reía y decía “este es de los míos, republicano, sí señor”.
Desde entonces, se corrió por el pueblo que el maestro era rojo, pero a él no pare-
cía que le importara mucho. El día siguiente al que aparecieron los motoristas en el pue-
blo, no me dejaron ir a la escuela y mi padre tampoco fue a trabajar al campo. Salió dicien-
do que iba a ver si se enteraba de lo que estaba pasando, pero regresó muy pronto. Venía
todo acalorado y llevó a mi madre casi arrastras hasta la sala. Aunque hablaba en susu-
rros, le oí decir que había un gran revuelo en el pueblo porque el maestro había desaparecido.
La mamá no hacía más que estrujar el mandil y decir “¡Dios mío, Dios mío, socórrenos en la aflicción!”.
El papá se sentó en el banco del corredor con la cabeza entre las manos y solo se le oía “mecagoen”.
Yo no sabía si estaba enfadado porque ya no iba a volver a ver al maestro o porque la helada se había
llevado otra vez las patatas. Cuando se lo pregunté, levantó la cabeza y empezó a reír a carcajadas.
“Eso es lo que tú aprendes en la escuela, perillán: ¡que caen heladas en el mes de julio!“.
Ya muy de noche, llegó a nuestra casa un amigo de mi padre. Venía muy nervioso, se sentó en una
silla y la mamá le dio un vaso de vino. Cuando se serenó un poco, empezó a hablar muy bajito :
“Tranquilos, tranquilos. No lo han detenido. Está a salvo, el maestro está seguro.
¡Qué cosas hay que ver! ¡El cura lo tiene bien escondido !”.
Socorro González
Cuento basado en La lengua de las mariposas, película basada a su vez en un cuento del mismo nombre, de
Manuel Rivas.
Sección
Sumario
Junio, 2019. Cuadragésimo cuarta edición
Entreversos
Eva Casado, Gloria Poza, Annabel Gómez, Catalina Cuesta, Juan Pedro López Sanz 3
Entrecuentos
José Luis Sánchez Pascual, Carmen Serrano, Catalina Cuesta 6
Entresueños
Gloria Poza, Rosa Umbral, Jimena y Alicia 8
Entreveros
Gloria Poza, Annabel Gómez, Carmen Serrano, Socorro González,
José Luis Sánchez Pascual, Ana María Sánchez, Ruth Obiamo Moiché,
Esther Obiamo Moiché, Catalina Cuesta, Eva Casado, Juan Pedro López Sanz 9
Entrelibros
Gloria Poza, Rosa Umbral 30
Entrecomillas
Frases de cine 31
Entrelíneas
Ana María Sánchez, Carmen Serrano, Esther Obiamo Moiché, José Luis Sánchez Pascual 32
Entrembustes
Ruth Obiamo Moiché, José Luis Sánchez Pascual, Carmen Serrano, Socorro González, Esther
Obiamo Moiché 36
Entrecerrado
Alicia Piso 40
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Sección
Entreversos
3
Entreversos
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Entreversos
Inigualable Bishop
«Lafoto de la
poeta
sugiere una
sinécdoque,
se ve su cara
pero se refiere
a toda ella
porque es
sinceridad
de los pies a la
cabeza»
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Entrecuentos
Se cerraron las esclusas las mentiras. Los que vivimos cada día aquí, mu-
tantes y desfavorecidos, sufrimos las consecuen-
Maldito Coogahen, no entiendo qué pretende en- cias de una legislación en manos de las corporacio-
cerrándonos aquí, si ya nos tenía relegados al olvi- nes. Abandonados a nuestra suerte. Colonos que
do. No hemos hecho nada más que reclamar nues- vinimos a formar parte de una promesa y que nos
tros derechos, aprovechando una nueva incursión convertimos en esclavos, en conejillos de indias,
“legal” de sus fuerzas militares. La culpa no es en errores de los cuales es mejor olvidarse. Cerrar
nuestra, nosotros no queremos ser así, fueron las la puerta y tirar la llave.
bóvedas construidas con materiales defectuosos Quato, sálvame, sálvanos, libéranos, libera Marte
las que causaron lo que somos; Marte y su influen- de Coohagen.
cia, ya sabes. ¿Y así terminará todo? ¿así acabará Me mareo, se me va la cabeza. Ahora veo el cielo
mi vida?, ¿no les basta con negarme un futuro?, de Marte como un gran lienzo que se mueve, con
¿no les es suficiente con haber convertido este dis- andamios que lo sostienen y que proyecta la ilu-
trito en el zoo de Marte? Morir asfixiada porque sión de un horizonte extraterrestre. Creo ver gente
me niegan el oxígeno. Irónico, ahora que ya no que anda fuera de las bóvedas, que las limpia por
quiero terminar con mi vida; mi poder, mi jaula, fuera, sin trajes, sin protección, y eso es imposible.
mi prisión de acero en tumba alienígena. Espero Incluso mueven luces que yo creía estrellas. Debo
que Quato cumpla la promesa que nos hizo. Quaid de estar muriendo, deben de ser alucinaciones de
parece un buen tipo, aunque su rostro no miente, un cerebro ahogado, pues noto cómo alguien se
algo me dice que nos engaña, veo en la sombra de afana por maquillarme el rostro y ajustarme la de-
sus gestos otro nombre dibujado, “Arnold…”, se- formidad de mi cara. Una locura.
guido de un apellido largo y extraño que no logro
descifrar. Parece con sus movimientos ofrecernos Relato basado en la película Desafío total (1990),
una actuación, una comedia de la que pocos cono- de Paul Verhoeven, que a su vez está basada en un
cen el desenlace. No sé. Es como si a veces, cada relato corto de Philip K. Dick, “Podemos recordarlo
vez que aparece Quaid, una bruma de personas por usted al por mayor” (1966).
con cámaras de video y papeles le acompañara, le
siguiera, ávidos de cada uno de sus gestos, y se José Luis Sánchez Pascual
movieran al compás de algo que resuena como un
clac bajo un rumor cíclico. Luna de sangre
Estoy agotada. Me cuesta respirar. La mezcla de
oxígeno se degrada y con ella la cualidad de mis Inspirado en la película Caperucita Roja: ¿a quién
pensamientos. Pronto boquearé como pez fue- tienes miedo? (2011), de Catherine Hardwicke.
ra del agua. Me mareo y tengo que sentarme,
apoyarme en la desgastada pared del club, entre La historia que voy a contarles puede estar ocu-
los restos de sangre y cristales rotos que siguie- rriendo ahora en este instante, en cualquier par-
ron a Melina y Quaid en su huida. No recuerdo te del mundo donde las leyendas toman forma
exactamente cuánto tiempo hace ya que los ven- de realidad. Una joven huérfana muy indepen-
tiladores se detuvieron y el ejército se replegó diente y resuelta, digamos que se llama Lucy,
al resto de distritos. Nadie vendrá a salvarnos. se levanta una mañana empapada en sudor. Ha
Somos desechables, prescindibles, humanos de pasado una mala noche de duermevela. No re-
segunda con taras y defectos, marcianos de pura cuerda los sueños que le han dejado inquieta y
cepa, encerrados como ganado, abono almace- que no abandonará en días. Observa su cara de-
nado, putrefacción que sirve de cebo para el tu- macrada en el espejo y se lava los dientes para
rismo más soez y vulgar. ¡Venga a Marte y visite quitarse el mal gusto, que ese día es especial-
el distrito mutante! ¡Deje que le lean el futuro mente desagradable.
mientras descubre a las mujeres marcianas y sus En el desayuno trastea con su smartphone: no tie-
peculiaridades! ¡Emborráchese en los clubs más ne ningún mensaje de whatsApp, el Facebook le
exóticos donde todo está permitido! Y ya sabe, si recuerda que hoy es el cumpleaños de su amiga
tiene algún problema, apreté el botón del pánico Andrea, varias fake news y se topa con una noticia
y nos desharemos de esa molestia que no le deja inquietante por la cercanía. Han hallado el cuerpo
disfrutar de sus vacaciones marcianas…, sí, todos de un hombre cerca del Madklyn. Es el segundo
hemos visto los anuncios, las luces, los colores, muerto en extrañas circunstancias en la zona en
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Entrecuentos
esta semana. Esperemos que todo sea casualidad. al escondite, después al corro, más tarde al tru
Este barrio suele ser muy tranquilo. Hoy me que- que y, en el peor de los casos, a los choques.
daré en casa y me iré pronto a la cama. Hartos de este desconcierto, los dioses decidieron
Lucy, por su orfandad, desconoce su maldición crear un nuevo hijo que pusiera orden y sirviera de
familiar: “Durante la luna de sangre un hombre eje central para todos los demás. Dicho y hecho,
mordido es un hombre maldito”. Es la letanía que Iris quedó encinta y la naturaleza hizo lo demás.
sus antepasados revelaban a sus descendientes Cuando llegó el momento del parto nació el hijo
durante siglos. Y no, esta noche no se irá a dormir cuidadosamente ideado para ser el centro de Uni-
pronto. Hoy la luna de sangre está en su cénit. Es verso y le llamaron Sol, y al resto de sus hijos les
noche de caza. dieron la esencia de la responsabilidad y la madu-
rez para que girasen a su alrededor en caminos or-
Carmen Serrano denados sin posibilidad de chocar. Pero la natura-
leza, siempre caprichosa, quiso que el parto fuera
múltiple y junto a Sol, el hijo más fuerte de todos,
fuente de vida y energía, nació una hija pequeña,
tan chiquita y tan tímida que desde el principio se
«Nadie vendrá pegó a las faldas de su madre sin quererla aban-
donar, la llamaron Luna. Pasados muchos siglos,
los dioses quisieron dar independencia a Luna y
a salvarnos. viéndola tan indefensa decidieron buscarle una
compañera que cuidase de ella y así le dieron un
lugar cerca de su hija Tierra, que por su posición,
Somos ni cerca ni lejos de Sol, por su bondad y por su
amor, fue la única que albergó huéspedes en sus
dominios. Los dioses hicieron que Luna girase eter-
desechables, namente alrededor de Tierra para que así pudiera
jugar al escondite, su juego favorito, ante los ojos
de los habitantes de Tierra por toda la eternidad.
prescindibles, Catalina Cuesta
humanos de
segunda con
taras
y defectos»
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Entreveros
anfitrión no había hecho aún lla de su esposa. Dicen que hizo que perdieran el contac-
acto de presencia. El criado la velada resultó muy ani- to, sin causa aparente. Quizás
también se había esfumado. mada y que se prolongó has- la dejadez, fruto de la lejanía.
Disimuladamente, algu- ta altas horas la madrugada. Después ella conoció a su ma-
nos se iban acercando hacia rido y a los tres años se casa-
la puerta de salida, pero los Socorro González ron, luego vinieron los hijos...
más se resistían a marchar- Pero ahora eso no importaba, te-
se sin satisfacer su curiosidad. nían tantas cosas que contarse...
En los relojes dieron los cuar- «La obra Salió de casa y entró en el lo-
tos. Un nuevo estruendo dejó cal. Se sentó en una de las
a todos mudos y expectantes. favorita mesas que solían ocupar an-
Y, de pronto,una cercana alga- taño, cuando salían juntos.
rabía y alegre música inunda- de la Las 13:00, las 14:00, las
ron el ambiente. Los suspiros 14:30, las 15:00, las 15:30...
de alivio no se ocultaron y las novia Del establecimiento salió una
sonrisas, ahora auténticas, se mujer entre avergonzada, indig-
adueñaron de los rostros. Por era nada, humillada y llorosa, al ver
fin, la reunión iba tomando vi- que su amigo más querido no ha-
sos de aquello para lo que se Bodas de sangre» bía acudido a su tan deseada cita..
suponía habían sido convocados. Mientras, no muy lejos de allí, en
No era la primera vez que, con la cafetería de enfrente, sin que
discreta y velada contraseña, Era un día luminoso y frío de ella se diera cuenta, un hombre
se reunían para, después de un abril, los relojes daban las de su misma edad, con señales
opíparo almuerzo, dar rienda trece... Había quedado a co- de un ictus en el lado izquierdo
suelta a sus más íntimas y lu- mer con él. Emocionada, pen- de su cuerpo y en una silla de
juriosas fantasías. Sin embar- saba si después de 25 años la ruedas, contemplaba la esce-
go, esta vez todo era distinto; reconocería. Fue un día cual- na, con lágrimas en los ojos.
nadie sabía quién de ellos era quiera, entrando en Facebook
el anfitrión. La ansiedad y la una mañana, cuando le entró Ana María Sánchez
emoción se palpaban en el aire. un mensaje que una amiga ha-
Mezcladas con la música, ya se bía compartido y vio que era La boda
oían cada vez más cercanas las Pablo. Su foto en el perfil aso-
pícaras y cantarinas voces de las maba a su móvil con unas cuan- Era un día luminoso y frío de
anheladas acompañantes. No tas canas y el rostro con algu- abril y los relojes daban las
se hicieron esperar; con coque- na que otra arruga, pero era él. trece. César aguardaba pacien-
to y sensual contoneo,iniciaron Después de pensárselo mucho, temente la salida de los novios
su descenso por la hasta en- se puso en contacto. Este la re- de la iglesia de Los Capuchinos.
tonces solitaria escalera. conoció al instante y con palpa- Nada hacía presagiar lluvia y eso
Como si de una ensayada coreo- ble alegría le contestó. Sus ga- le hacía feliz. Amaba su profe-
grafía se tratara, y sin dejar de nas de reencontrarse emergían sión aunque desde fuera alguien
sonreír, cada una ocupó su lu- de sus palabras como un ruego. pudiera pensar que se trataba
gar al lado de su caballero, col- No lo dudó ni un instante. Apro- de un director de cine frustrado,
gándose con mimo de su brazo. vechando que su marido tra- a César le importaban las bodas.
Los rostros de los hombres es- bajaba hasta tarde ese sábado Ponía tanto empeño que inclu-
taban lívidos y desencajados y los niños ya hacían su vida, so había conseguido un premio
y sus corazones desbocados, ya que estaría sola en casa, al mejor reportaje del año en
pero ninguno de ellos se atre- eligió ella el día del reencuen- su categoría. No se limitaba a
vió a decir una sola palabra. tro y la hora, las 14:00, en la grabar y a hacer fotos forzadas,
El criado de nuevo hizo acto casa de comidas, donde, con él tenía un guion basado en las
de presencia y, una vez anun- escasos recursos, hacía tantos vidas de los contrayentes, des-
ciado que el almuerzo esta- años comían los dos cuando te- pués de estudiar a fondo sus
ba servido, abrió las puertas nían alguna ocasión especial. preferencias. La obra favorita de
del impresionante comedor. Habían pasado tantas cosas la novia era Bodas de sangre…
Con solícita deferencia conyu- desde la última vez. Su mar-
gal, cada invitado retiró la si- cha al extranjero por trabajo Annabel Gómez
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Entreveros
Se iluminó el disco amarillo mercado, y la mujer más her- bían marcado la carretera, pero
y cerré los ojos de golpe por el mosa, los hijos más guapos, el no fue eso lo que llamó mi aten-
dolor causante. Me daba de lle- trabajo en una gran empresa ción. Fue ella. Allí tendida en el
no, sentía el calor que me llega- con mejor sueldo que el mío. asfalto, con las piernas retorci-
ba y daba la impresión de que ¿Qué hace? Me mira, como re- das en una postura imposible,
las heridas me escocieran más. tándome, con mi coche de tres con su cabello rubio, largo y re-
Con tiento y parpadeando furio- puertas, mi recién estrenado suelto, esparcido como los rayos
samente, conseguí abrir los ojos; divorcio y con la casa que se la de un sol de verano. La blusa,
levantar la cabeza no, me pesa- ha quedado mi exmujer, junto descubierta de par en par, invi-
ba demasiado. Vi que estaba en con medio sueldo de “mierda”. taba al rojo a conquistar el co-
una sala completamente blanca Noto cómo me está desa- lor blanco. Su falda, de longitud
con azulejos en las paredes y en fiando con la mirada. Des- escrupulosamente estudiada,
el suelo, el cual estaba hundido de mi asiento lo oigo resoplar. insinuaba lo que no quiso mos-
en el centro, justo donde yo es- Los motores rugen. Las manos trarme aquella noche. Algunas
taba maniatado en una silla de crispadas, cogiendo el volante. uñas de su manicura perfecta,
metal con brazos. Mis muñecas Ambos miramos el semáforo En rotas. Y su rostro retrataba un
se ceñían apretadamente con un minuto, que se nos hace eter- gesto entre sorprendido y asus-
vueltas y más vueltas de cáña- no, se pone por fin en verde y su tado, con los ojos muy abiertos
mo. Bajo mis pies, también ata- coche arranca de golpe. Tan de- y fijos en los que ya no se apre-
dos a la silla, había un desagüe. prisa que no ve que yo, ignoran- ciaba el color del iris. Su boca,
Tenía calambres en las piernas do su reto, me he quedado pa- exquisitamente perfilada, se de-
y en los brazos, un doloroso ti- rado, viendo desde mi posición tuvo antes de exclamar lo que
rón me torturaba la espalda, privilegiada, sin oír los insultos hubiera deseado escuchar para
pero era en el desnudo torso de los que tengo detrás, cómo responderle con una gran y am-
donde mi agonía estaba en su se empotra contra otro coche plia sonrisa. Fue en ese preciso
punto álgido y ahora veía por que está aparcado en doble fila. instante cuando descubrí, cuan-
qué: los trozos de carne que me Arranco de nuevo el coche do supe con una certeza abru-
habían arrancado se los esta- mientras pienso, observán- madora qué era lo único que
ban comiendo en un rincón de dole, con un deje de sorna, me hacía verdaderamente feliz.
la habitación tres ratas enor- no todo te iba a salir tan bien.
mes como pequeños perros. Esther Obiamo Moiché
Ahora, con la luz, pude ver el Ana María Sánchez
estropicio en toda su magni- …Se iluminó el disco amari-
tud, pues ya no tenía pezo- Se iluminó el disco amarillo. llo, esa fue la frase que me vino
nes y el agujero del ombligo Me llevó unos instantes com- a la mente cuando mi cena, o lo
ya no era tal y también veía prender lo que realmente había que quedaba de ella, terminó es-
los músculos de mi abdomen. pasado. La escena que aparecía tampada en el suelo de la coci-
Lo sorprendente es que aún ante mí era borrosa y todo se na. Allí, entre el mosaico irregu-
estuviera vivo. movía a cámara lenta. Los ele- lar que formaban la mugre y las
A mi espalda oí el chirrido de mentos que la componían, es- baldosas, el único huevo fresco
una puerta que se abría, unos taban desordenados, colocados que me quedaba, de hecho, el
pasos largos y pesados que como por azar. Sentí que una único alimento que me queda-
se acercaban. Una sombra mano decidida presionaba mi ba, mostraba su perfecta yema
cayó sobre mí y una respira- hombro izquierdo. Alcé la vista dorada en contraste con la cla-
ción asmática húmeda y pes- y un pitido apenas perceptible ra, transparente albúmina, que
tilente serpenteó por mi nuca. pero continuo resonó en mis oí- iba extendiéndose todo lo que la
Sí, era sorprendente que aún dos. Interpreté los labios de mi tensión superficial le permitía.
siguiera vivo. salvador y solo pude asentir. Me En algún momento anterior co-
ayudó torpemente a ponerme en menté que iba a relatar lo que
Ruth Obiamo Moiché pie y me trasladó a un lado de la sucedía si tratabas de freír un
calzada. Mientras caminábamos, huevo en vinagre, por fortuna
Se iluminó el disco amari- vi mi coche arrinconado en el para mí (tal vez no para la cien-
llo... y de pronto descubro que margen opuesto y a las autori- cia) no pude testimoniar tamaño
a mi lado está mi vecino. Con dades estudiando la gran cicatriz prodigio pues, aunque intenté
su coche, el más grande del con la que los neumáticos ha- rescatar el huevo estrellado del
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Se iluminó el disco amarillo. la cama me tuve que tumbar y to y para todos nosotros, ¡para
Habitualmente acelero antes mi mama, mi prima y la cuñá se qué! Dos meses después, su
de que se encienda la luz roja, vieron negras pa poderla dece- veterinario nos pidió despe-
pero esa vez me detuve pacien- rrar. —Niña, que ansí no pues dirnos de ella y dejarla en
te y cívicamente. El coche de mi salir— decía mi mama, —que su clínica. De regreso a casa
lado hizo lo mismo y, a través no pues ni respirar— y yo ca- juré a mi familia que si entra-
de los cristales,mis ojos se en- llá, me ayudaron a levantarme ba otro gato en casa, saldría
contraron con los del copiloto de de la cama y más tiesa que un yo aunque fuera sin maleta.
mi vecino. Nos sonreímos, con ajo, porque no me podía doblar,
esa sonrisa tonta de no saber pa la feria que me fui a la case- Gloria Poza
muy bien por qué uno sonríe. ta principal. Empezamos con la
El semáforo se puso verde y manzanilla, seguimos con mu-
los dos arrancamos al mismo chas más, yo de picar ná de ná
tiempo. En la primera rotonda por temor a que el vestido dijera
nuestros caminos se separaron. de estallar. A eso de las cuatro
Desde entonces, todas las no- horas y de mucha manzanilla
ches sueño con esa sonrisa. En me entraron ganas de orinar, al
mis sueños intuyo a su dueño agacharme palante pa no poner
caminando por una acera de la el culo en el váter, vamos, lo
ciudad; yo voy deprisa con la in- que hacemos todas las mujeres,
tención de adelantarle y mirar de ocurrió lo que nunca tenía que
soslayo si tiene una ligera cica- pasar: se me salieron las tetas,
triz bajo el ojo derecho. Sé que tal cual. Más de 10 minutos pa
lo reconocería. No puedo sopor- meterlas por el escote y si antes
tar no volver a verlo. En la mi- iba tiesa ahora retiesa y asus-
tad del sueño despierto agitada tá porque con to el polvo que
con el corazón palpitando fuer- había temía hasta destornudar.
temente, así una y otra noche. Pero no pasa ná, que voy pa mi Foto: Gloria Poza
Me irrita pensar que una deci- casa tan contenta y la costura
sión inconsciente, tomada en casi reventá pero mañana más.
una fracción de segundo, haya
venido a alterar mi vida sose- Catalina Cuesta Todo esto sucedió más o me-
gada. O, tal vez, no sea irrita-
ción, sino desconcierto ante esta
..... nos así: somos muchos los que
nos bajamos en esa parada, así
zozobra que ha venido a po- que me levanté deprisa de mi
ner una pizca de sal a mi vida asiento en el tren; me coloqué
Todo esto sucedió más o detrás de un chico con un culo
Socorro Gonzalez menos durante las fiestas de estupendo; se para el tren, se
Navidad del 2011. Recuerdo abren las puertas y sigo hipno-
Se iluminó el disco amari- que teníamos comida familiar tizada por ese trasero tan mono.
llo, le siguió el rojo, el verde, fuera de casa y Naly, nuestra Noto un ligero tirón en mi bolso-
el azul... la caseta se encendió gatita, me vio desde la venta- mochila, echo las manos atrás y
al completo, había llegao el mo- na de mi habitación y supon- compruebo que todos los bolsi-
mento ansiao y allí estaba yo go que contenta y nerviosa, llos están cerrados; sigo andan-
con mi vestío de faralaes, gua- en vez de bajar hacia el inte- do y noto cierta resistencia. Es-
pa pa reventar, y no solo por lo rior, lo hizo hacia afuera, ca- cucho a lo lejos un fuerte golpe
bonito que era el vestío, sino yendo ante mí desde el tercer y gritos de dolor, pero no hago
porque me apretaba por to los piso. caso y sigo al tipo del culo arro-
laos, las costuras de las caderas Llamadas de auxilio, tras- llador. El chico se gira, y yo a mi
más estirás que el moño que lu- lado a clínica de urgencias. vez giro para que no me pille
cía, el escote bajo enseñando to Viendo sus graves lesiones, embobada mirándole esos pan-
lo que hay que enseñar, que en yo sugerí que la sacrifica- talones que tan bien le quedan.
la feria hay que lucirse desde el ran, y casi me sacrifican a mí. Ahí me di cuenta de que la chi-
principio hasta el final. Pa abro- Para qué tanta operación, tan- ca que estaba detrás de mi
char la cremallera del vestío, en to sufrimiento para el animali- esperando para apearse del
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alimento canino procesado, llamé al ascensor y ban aromas solo factibles en ambientes herméti-
tras cuatro minutos de infructuosa espera, presté cos…, y eso que aún no había llegado a la cocina…
atención a un papel que me avisaba en el tono
burocrático habitual: “Jódete, que el ascensor está (Extracto de Crónicas del hombre que fue mirado
roto. Si vives en el noveno, ya sabes lo que te por un tuerto)
toca, Jajaja. ¡Ah! Y disculpa las molestias”. Qué
remedio me quedaba sino asumir con paciencia los José Luis Sánchez Pascual
198 peldaños con la escasez de aliento de quien
concibe el deporte como un ideal, más que como
un hecho. Estando en el cuarto piso, a mi falta de «Un olor que, sin llegar a ser
aire se sumó la persona más desagradable y ver-
borreica del bloque, que me soltó todo su arsenal desagradable, escondía,
de problemas y soluciones para el mundo mundial,
como si en mi mano estuviese el resolver el ham- detrás de esa primera
bre del mundo o revertir el calentamiento global,
¿no podíamos comentar algo del tiempo como es impresión, algo picante,
lo habitual?, ¿o algún comentario banal acerca de
mi escalada forzosa? Aquella persona había con- extraño,
vertido el descansillo en su plataforma política, en
su púlpito particular. La situación duró lo que mi pero a la vez familiar, como a
educación dio de sí, cinco minutos interminables
de cortesía, que se tornaron en un despectivo co- pies sucios mojados,
mentario para dar por terminada la conversación
y, por supuesto, crearme un enemigo de por vida. a pedo de ducha»
Cuando por fin llegué a la puerta de mi casa, bus-
qué las llaves con mi cerebro congestionado, que
se angustió al no encontrarlas y creerlas perdidas. Todo sucedió más o menos como voy a relatar
En el frenesí del manoteo, no recordé lo que había a continuación. Estaba deseando llegar a casa. Te-
guardado en uno de mis bolsillos, cuyo frágil envol- nía un fuerte dolor de cabeza y la vejiga iba a ex-
torio no soportó la ansiedad de la búsqueda y prin- plotarme de un momento a otro. Aparqué el coche
gó mis dedos y mis uñas de tibia mierda de perro. tres calles más abajo de mi casa. A buen paso re-
Antes de cometer el error de tocar otro sitio, me corrí los doscientos metros, rezando para no encon-
limpié como pude en el interior de la parte ya “vio- trarme con ningún conocido que me hiciera perder
lentada”, traté de tranquilizarme y darle oxígeno a un tiempo precioso por cortesía y buena educación.
mi cabeza, y sí, recordé de donde pendía el manojo Traspasé la puerta del portal y esperé a que bajara
de llaves: nueve pisos más abajo, insertado en la el ascensor. ¡Vaya, debía estar en el último piso! Tar-
puerta de mi buzón, cuya pequeña llave había he- daba una eternidad. Saltaba de un pie a otro inten-
cho de ancla cuando me asaltó la interrupción men- tando mitigar la presión de la micción. Se abrieron
tal de descubrir que me había estado limpiando la las puertas del ascensor y pulsé el botón del cinco.
mierda de mi zapatilla con una carta de mi banco. El ascensor fue subiendo como mis ganas de orinar.
Así que bajar y subir de nuevo, rezar para no en- ¡No! ¡Era imposible! En la pantalla digital apareció
contrarme a nadie y usar las llaves guardadas en el cuatro pero no continúo subiendo, se había para-
el bolsillo correcto, abrir la puerta…, y ser golpea- do. Un tembleque me ascendió por las piernas has-
do por un fuerte y penetrante olor que me saludó ta la raíz del pelo. No aguantaba más, empezaba a
como fiel mascota: un olor que, sin llegar a ser sentir una pequeña humedad en mi ropa interior.
desagradable, escondía, detrás de esa primera im- Dicen que la necesidad agudiza el ingenio, y era cierto.
presión, algo picante, extraño, pero a la vez fami- Me quité las Vans y liberé mi vejiga en ellas. El placer
liar, como a pies sucios mojados, a pedo de ducha. fue inmenso, mejor que un buen polvo. Pulsé el botón
Y en efecto, el origen de aquel olor era mi mochila de emergencia y esperé plácidamente a que vinieran a
para el gimnasio, que había olvidado deshacer y rescatarme. Reprimí las ganas de echarme un cigarrillo
me miraba desde el suelo como si la hubiese aban- por la leyenda de falta de oxígeno en los ascensores.
donado, clamando piedad, clemencia, para que sa-
cara después de más de diez horas de sufrimiento, Carmen Serrano
los calzoncillos y la camiseta sudada que rezuma-
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quedó petrificado al ver al espontáneo: una versión que les faltaban para la boda. Cada día una nue-
demacrada y sin pelo de sí mismo. El Teseo espec- va cruz, un nuevo paso al frente hacia su infinita
tador terminó su intervención: “y va consumiendo felicidad. Allí, sobre el pilar que hay junto a la
las rentas del heredero”. Era el turno de Hipólita. ventana, el calendario esperaba el nuevo trazo,
La actriz que la interpretaba tomó las manos del que iba pasando de la firmeza inicial de las pri-
Teseo del escenario con gran desparpajo, para sa- meras veces a una cada vez más sinuosa línea
carle de ese lugar al que acudimos cuando recibi- incapaz de mantenerse erguida por la emoción
mos una sorpresa mayúscula. El resto de la obra se de la mano que la delineaba. Miriam, con su dul-
desarrolló sin contratiempos, si bien es verdad que ce mirada, lo observaba complacida. Los rayos
no fue la mejor actuación de Daniel Mejías, quien al de sol que se colaban por la veneciana ilumina-
terminar la función buscó ansiosamente a su her- ban su rubio y ondulado cabello y la sumían en
mano gemelo entre el público sin resultados. Deci- un halo místico que le confería una inmensa paz.
dió bajar, al ver que justo en la butaca que ocupaba Allí, frente a ella, se sentía el ser más afortuna-
había un sobre. Dentro encontró la siguiente nota: do, en esa cuenta atrás para iniciar junto a ella,
Querido hermano: la persona más maravillosa que había conocido,
Sé que te habrá impactado mi presencia. No he un nuevo camino. Sabía que, juntos, serían ca-
encontrado mejor modo de aproximarme a ti que paces de crear su propia senda hacia el futuro,
a través del teatro donde compartimos tan buenos esquivando los obstáculos que pudieran encon-
momentos y al fin terminó por distanciarnos. Me trar, llenando de risas los huecos que intenta-
arrepiento de haber pasado la mitad de nuestras sen abrir los escollos con los que tropezasen y
vidas sin apenas hablarnos. La envidia se apode- fortaleciendo sus lazos con cada éxito. Enveje-
ró de mí y no supe dominarla. ¡Lo siento tanto! cerían juntos y encontraría hermoso cada signo
Eres un actor magnífico, yo no tenía derecho a re- de ancianidad que viera en ella. Impaciente por
procharte tu éxito. He venido para verte por úl- verla pasar, abrió la ventana esperanzado. Pero,
tima vez sobre las tablas, en la vida real no soy una vez más, su sueño se esfumó, al verla cami-
capaz de despedirme de ti. No intentes contactar, nar radiante, con la mano entrelazada a la de él.
allá donde voy no admiten visitas ni llamadas.
Espero que tardes mucho en reunirte conmigo. Eva Casado
Daniel no pudo contener las lágrimas mien-
tras sonreía pensado que esta despedida —No está lejos, hermosa Hipólita, la hora de
era digna de una tragedia de Shakespeare. nuestras nupcias.
Él, que estuvo pensando en una forma ingeniosa
Annabel Gómez de declarar matrimonio a su amada, de afrontar el
desasosiego y la angustia de la duda ante la res-
puesta, de superar el vértigo al vacío insondable
que produce hincar la rodilla.
Él, que había ahorrado lo indecible para ofrecer una
alianza digna, una joya equiparable a su princesa,
poniéndose a dieta, eliminando caprichos para ras-
car un euro de aquí y de allá, vendiendo favores a
cambio de dinero, favores que harían ruborizar a
cualquiera, trabajando como esclavo tan solo para
obtener un nuevo tintineo en la hucha.
Él, que se había enfrentado a su familia, que es-
taba en contra de la unión por ser ambos de dis-
tinta condición y raza, que había luchado contra
los prejuicios de la sociedad en la que vivían, sin
importarle ser excluido, rechazado, apartado de los
círculos en los que había crecido.
Él, que adoraba cada paso que daba ella, que tenía
en un altar cada gesto y movimiento, que soñaba
“No está lejos, hermosa Hipólita, la hora de despierto a cada instante con un futuro en común
nuestras nupcias”, recitaba Mateo en su habita- lleno de dicha y alegría; no se dio cuenta de que,
ción, libro en mano, cual Teseo ante su amada. Se tal vez, el mejor momento para postrarse y hacer
imaginaba a Miriam frente a él, contando los días la petición, no fuera aquel en el que ella disfrutaba
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de su música favorita con sus nuevos airpods, go los que me llevaron a aceptar con agrado el
pues cuando terminó la frase, dibujando una acuerdo de matrimonio que tus padres hicieron
sonrisa en su rostro, ella confundió nombre con los míos.
con epíteto y donde hubo “Hipólita”, ella escu- —Mi adorada Hipólita, no puedes hacerme más fe-
cho hipócrita, y esa palabra por sí sola, así, sin liz confirmándome tus deslices prematrimonia-
contexto, reavivó discusiones pasadas acerca les y no seré yo quien te prohíba el disfrute
de gastos y derroches, y disparó una reacción, con Rafael, eso sí, con total discreción, que
que, energizando su brazo, selló una tremenda hablen pero... que no vean nada, mi reina. A
bofetada en el rostro del amado y nos obse- ser posible, que te preñe cuanto antes para
quió con la mejor cara de estupefacción jamás que nuestros padres sean felices y asegurar
interpretada. nuestra estirpe, yo gustoso tomaré como míos
todos los hijos que tú decidas darme. En cuan-
José Luis Sánchez Pascual to al rumor sobre mí, es tan cierto como el
tuyo.
Impaciencia de amor Quedan pues habladas y ratificadas nuestras
secretas capitulaciones matrimoniales. ¡Queri-
No está lejos, hermosa Hipólita, la hora de da, qué felices vamos a ser!
nuestras nupcias, y, entonces, todos los te-
mores que en tu corazón escondes se des- Catalina Cuesta
vanecerán como el rocío cuando le acari-
cian los tibios rayos del sol de la mañana.
No te sonrojes, amada mía: será tal cual aca-
.....
bo de confiarte. Te asombrarás de los pro-
digios que el amor puede obrar en una don-
cella tan inocente como tú, Hipólita mía. Habíamos salido a ganar
No, no seguiré hablando; la turbación que veo
en tu rostro augura a mi corazón un torrente de Todos los guerreros de las otras localidades se
felicidad y hace que me consuma de impaciencia. reunieron al amanecer, toda la comarca unida
Buenas noches, amor mío. por una sola amenaza. Era hermoso ver a todas
Sueña con este, tu rendido enamorado. esas personas que se aniquilaron unas a otras en
el pasado, ahora unidas por un enemigo común.
Socorro González De todas las edades, hombres, mujeres, ni-
ños, todos portaban sus armas con orgullo, la
—No está lejos, hermosa Hipólita, la hora expresión fiera y la determinación de un dios
de nuestras nupcias y me pregunto si será enfurecido. Las espadas estaban ya en las ma-
verdad el rumor que recorre todo el pueblo so- nos, brillantes y afiladas para la ocasión; había
bre tus amoríos con Rafael. Quiero que sepas quien portaba mosquetes, y los más pudientes,
que no te reprocho nada, eres justo la mujer su propio fusil, que era más lento de recargar,
que siempre busqué y que sabía, sería muy di- pero infinitamente más mortal. Los pocos ca-
fícil de encontrar. Lo que quiero es que aquí y ñones que había estaban en los extremos de
ahora nos sinceremos y lejos de la presencia de la primera fila, de pequeño calibre pero lustra-
nuestros padres y del señor párroco, iniciemos dos y limpios, listos para destrozar al enemi-
un pacto matrimonial ventajoso para ambos. go. Y así sería, porque para eso estaban allí.
Supongo, que tú también querrás saber si los
rumores existentes sobre mí son ciertos. Ruth Obiamo Moiché
—Juan de mi vida y mi corazón, no sabes bien
cuanto agradezco tu sinceridad y correspon- Habíamos salido a ganar, le dije a mi pare-
diéndote te diré que Rafael y yo mantenemos ja de baile cuando nos dirigíamos a la pista,
las relaciones que tú sospechas, te quiero por mientras tanto iba pensando: ¿Quién me man-
encima de todo y estoy dispuesta a que des- daría inscribirme en esta aventura? Yo creía
pués de pasar por el altar, estas finalicen por que el concurso se restringía al centro de ma-
mucho que me duela. En cuanto a los rumores yores de mi barrio, al que acudía, casi a dia-
sobre tu persona desmentirlos sería inútil y te rio, a distintas actividades, y en el que había
aseguro que fueron ellos junto a tu educación y aprendido durante un curso bailes de salón,
tu comportamiento, siempre exquisito, conmi- creyéndome con eso una semiprofesional; pero
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yo sosteniendo cada uno de sus pasos, hacia ese encerrada en el pozombligo del desierto de pelu-
innovador tratamiento que, esta vez sí, la curaría. sas, para convertirse en cebo e imán de toda la
roña factible de formar parte de las huestes pe-
Eva Casado lotilleras. Pocos eran los contactos de las caries-
con sus enemigas desde entonces, solo de vez en
Habíamos salido a ganar cuando alguna de ellas remontaba el desierto apro-
vechando las bandadas emigrantes de uñas largas
Habíamos salido a ganar y lo hicimos, aunque no y yemas pringosas, e intentaban penetrar en el
supimos qué, hasta que nos fijamos en nuestros reino de Endodoncia y robar información valiosa
pies y contamos dedos de menos. Repetimos la para la guerra, pero casi todas ellas terminaban
operación una y mil veces y en todas el resultado deglutidas por el gargantasofago al no poder des-
salió negativo, siendo el símbolo de la resta la parte prenderse a tiempo de las bandadas de transporte.
alta de un crucifijo milenario con el que nos hicimos Cuando Cariolo terminó su relato, se fijó en nues-
una estupenda infusión. Una astilla se atoró entre tra carencia absurda de dedos de los pies y nos
los dientes y tiramos con fuerza de ella, llevándo- preguntó el motivo de dicha desaparición. Noso-
nos en el esfuerzo todas las maldiciones apresadas tros no supimos qué contestar, solo que había-
en el paladar. Eran tantas que tuvimos que nadar mos salido a ganar y lo hicimos, pero la euforia de
para no ahogarnos y remontar la corriente hasta la victoria no fue acompañada de objeto alguno,
la orilla de caramelo fundido donde las caries nati- sino de un surreal relato que no supimos terminar.
vas nos recibieron con las llagas abiertas, pregun-
tándonos de forma reiterada si teníamos esmalte José Luis Sánchez Pascual
para intercambiar, que lo pagaban a buen precio.
Convicción
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La vieja me miraba con cara de compa- andén, que se me hacen eternos, nos metemos en
sión, hasta que se arrancó: —¡Pobrecito! ¿Has el vagón a empujones, me sitúo en el primer asien-
tenido un accidente? ¡Válgame la Macarena! to que veo y sacó un libro para leer, con la espe-
Cómo te ha quedado el pantalón. Llevo aquí ranza de que así se me hará más corto el trayecto.
aguja e hilo y puedo darte cuatro puntadas. De pronto, algo inusual esa mañana me llama la
—Oiga abuela, que no soy un tío, soy una tía, y atención. No es alguien que esté robando, los tí-
métase la lengua en el dedal porque no he te- picos carteristas que te encuentras en ciertas es-
nido ningún accidente, ahora nos compramos taciones. No es el vigilante que, después de una
los pantalones así, “toos” rotos. ¿Qué pasa? madrugada de trabajo de 12 horas, se ha que-
dado dormido con la boca abierta y roncando,
Gloria Poza ajeno a los que le observan, ni siquiera la mu-
jer embarazada a la que, ignorándola, hemos
Whatsapp. Filosofía. Line. Whatsapp. Inglés y dejado de pie para sentarnos. No, nada de eso.
francés. Sexo. Sexo. Whatsapp. Quedar esta tarde. Lo que me llamó la atención era un mucha-
Estoy medio castigado. Siete de la mañana. Whats- cho, delgaducho, que acababa de entrar, con
app. Biblioteca. Convers. Calor. Universidad. Sexo. el iPod colgando de unos auriculares, por lo
Sexo. No pienso ir. Humanidades. Examen. Whats- que deduzco que estaba escuchando música.
app. Mamá. Bocadillo. Sexo. Sexo. La media. Whats- Se coloca al final del convoy, tranquilamen-
app. Papá. Podré ir otro día. Jo, tío. Whatsapp. Sexo. te, sin prisas. Dejando a su lado la mochila, sin
Esta es la mía. Me bajo. preocuparse si se la podrían robar o no. De pie,
apoyándose en la pared, solo sujeto con una
Ruth Obiamo Moiché mano a la barra, descuidado completamente.
No suelo ser una persona envidiosa, pero en ese
momento, viendo su indiferencia, quizás por su ju-
Como todas las mañanas, salgo de casa bien ventud, le dirigí una mirada reprobadora, diciéndo-
temprano y a la carrera. Con la hora pegada, cojo le por lo bajo: “ya me gustaría verte a ti a mi edad”.
el metro. Después de esperar unos minutos en el Quizás fue en ese breve momento, pues me bajaba
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Entrelibros
Los besos en el pan, de Almudena Grandes De Caligari a Hitler. Una historia psicológica
del cine alemán, de Siegfried Kracauer
Novela breve, que cuenta las distintas his-
torias de las familias que conforman un ba- Siegfied Kracauer, De Caligari a Hitler: este nom-
rrio del centro de Madrid en una época de crisis. bre y este título han sido durante mucho tiempo
Cómo parejas y personas resisten los embates punto de referencia obligado para todos aque-
de esta. El porqué sus abuelos, cuando eran ni- llos que se dedican a estudiar el cine como un
ños, les enseñaron, como a mí, a besar el pan. arte del siglo XX. En su libro, Kracauer aborda
Una novela que conmueve y engancha. el periodo más rico y espectacular del cine ale-
mán y, por extensión, uno de los más impor-
Gloria Poza tantes del cine mundial: el que va de 1919, año
de la aparición de El gabinete del dr. Caligari, a
1933, año de la subida al poder de Adolf Hitler.
Rosa Umbral
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Entrecomillas
El cine tiene que producir sosiego. ¿Conocen este chiste? Dos señoras de edad es-
tán en un hotel de alta montaña y dice una: Vaya,
Azorín aquí la comida es realmente terrible. Y contesta
la otra: Sí, y además las raciones son tan peque-
Si este fuera un mundo perfecto no escribiríamos ñas. Pues, básicamente, así es como me parece la
novelas ni haríamos películas. Lo viviríamos, a tra- vida. Llena de soledad, miseria, sufrimiento, tris-
vés del amor de los demás. teza… Y sin embargo se acaba demasiado deprisa.
Imagínese a un hombre sentado en el sofá favorito Ver una película de Rohmer es como contemplar
de su casa. Debajo tiene una bomba a punto de crecer una planta.
estallar. Él lo ignora, pero el público lo sabe. Esto
es el suspense. Gene Hackman. La noche se mueve
Alfred Hitchcock
Encerrados en un ascensor con un cadáver... ¡el
Si puede ser escrito o pensado, puede ser filmado. colmo de un neurótico!
Stanley Kubrick
Woody Allen. Misterioso asesinato en
Es imposible hacer una buena película sin una cá-
mara que sea como un ojo en el corazón de un Manhattan
poeta.
El fondo está lleno de buenas personas, Lou.
Orson welles Solo los bastardos flotan, como el aceite.
Yo soy grande, son las películas las que se volvie- Paul Newman. Harper, investigador privado
ron pequeñas.’
—Osgood, voy a serte sincera. No podemos casar-
Gloria Swanson. El crepúsculo de los dioses nos.
—¿Por qué no?
Si sales con un hombre casado, nunca te pon- —Para empezar, no soy rubia natural.
gas rimmel. —No importa.
—Fumo. Fumo mucho.
Shirley McLaine. El apartamento —Me da igual.
—Tengo un pasado horrible. Llevo tres años vivien-
Sí, es mi mano. La puedo mover. Noto el pulso, co- do con un saxofonista.
rre la sangre. El sol sigue en lo alto, iluminándolo —Te perdono.
todo y yo... Yo, Antonious Block, juego al ajedrez —Y jamás podré tener hijos.
con la Muerte. —Podemos adoptarlos.
—Es que no lo entiendes, Osgood. Soy un hombre.
—Bueno, nadie es perfecto.
Max von Sydow. El séptimo sello
—No es que me importe, pero ¿dónde está su ma- Jack Lemmon. Con faldas y a lo loco
rido?
—¡Oh, ha muerto!
—Seguro que usa eso como excusa.
—Estuve con él hasta el final.
—No me extraña que falleciera.
—Lo sostuve entre mis brazos y lo besé.
—¡Entonces fue un asesinato!
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Entrelíneas
William Wyler adaptó en la década de los Pero aún así, cuando me lo confesó a la cara, estaba
años 30 la obra teatral de la dramaturga dispuesta a irme con ella, empezar de nuevo, en
estadounidense Lilliam Hellman, The otro sitio, juntas como siempre hemos estado. No
children´s hour (una obra que fue presentada me creyó cuando le propuse que comenzaríamos
por primera vez en el año 1934 en los otra vida, en otro lugar y otro trabajo. Tal vez, yo no
teatros de Broadway), con la película Esos se lo di a entender convencida. Quizás, sin darme
tres (1936) y que él mismo se encargaría, cuenta, notó mi desprecio hacia ese sentimiento
en la década de los 60, de realizar su que no era mutuo, pero que respetaba. Eso sí
posterior remake con La calumnia (1962) es seguro, al descubrírmelo, nada sería igual.
La presión, la maledicencia y la intransigencia
En Nueva Inglaterra, Karen Wright (Audrey Hepburn, de la gente, el qué dirán y, sobre todo, su amor
Desayuno con diamantes) y Martha Dobie (Shirley escondido y prohibido hacia mí, con el que había
MacLaine, Madame Sousatzka), dos buenas amigas convivido siempre, en silencio, en secreto...
que se conocen desde la universidad, abren una acabaron con las pocas fuerzas que le quedaban
escuela privada exclusiva para niñas. Las cosas y su vida se le hizo un peso insoportable
parecen ir sobre ruedas, especialmente para Karen, para llevar esa culpa, que le corroía el alma.
que pronto contraerá matrimonio con Joe Cardin Empezar de cero. No es una opción, debo
(James Garner). Sin embargo, la felicidad se esfuma hacerlo. Alejarme de este lugar para siempre,
cuando María Tilford (Fay Bainter, La mujer del de todo esto. Será al principio difícil, pero más
año), una alumna consentida e insolente, difunde me lo resultará volver a creer en los demás, en
un rumor. La niña, enfadada por el castigo que le el ser humano y, después de Joe, en el amor.
ha puesto su profesora Karen, se queja a su abuela
y le repite una conversación que apenas entendió Ana María Sánchez
entre la tía de Martha, Lily (Miriam Hopkins, Carrie),
y su sobrina, en la que la primera hacía referencia No necesitaba nada más
al especial cariño que le tenía Martha a Karen. Los
escandalosos rumores se extienden rápidamente por ¡Estúpida niña! Me ha destrozado la vida con su mal-
la escuela causando devastadores consecuencias... dad infantil sin consecuencias. Me ha quitado la única
ilusión que hacía que me levantase por las mañanas
y soportar las tonterías de estas niñas malcriadas.
No necesitaba nada más. Un amor que sabía no
correspondido pero que imaginaba que podía ser
posible. He soñado con hacernos viejecitas juntas
y pasear por el campo cogidas del brazo como cual-
quier pareja. Antes de llegar ella a mi vida creía
que era una aberración de la naturaleza. Reza-
ba todas las noches para que desaparecieran las
sensaciones y sentimientos que me causaban mis
iguales. Pero cuando Karen llegó no quise seguir
apartándolos porque por primera vez me sentí viva.
No necesitaba más de ella, solo su presencia.
Cómo voy a vivir sin ver su cara, sin tomar sus ma-
nos, sin acariciar su pelo. Ahora no podré sumer-
girme en sus ojos o embelesarme con su voz sin
que encuentre su rostro horrorizado por mis aten-
Karen Wright ciones hacia ella. Puedo soportar cualquier cosa:
las habladurías de las cuatro chismosas, que se
Salgo del cementerio. No quiero mirar a nadie, ni vaya al garete la escuela, lo que sea. Pero la aver-
siquiera a Joe, sobre todo a él. Después de todo sión de mi amada. No, eso no lo puedo soportar.
lo que hemos compartido, lo enamorado que Lo siento Karen. Soy incapaz de salir de
parecía estar de mí. Mejor así. Lo que ha pasado ha este cuarto y enfrentarme a tu incompren-
descubierto su verdadera cara. Hace pocas semanas sión. No quiero y no lo haré. No quiero se-
no hubiese creído que el rumor levantado por una guir viviendo sin ti. Adiós mi vida, mi amor.
niña consentida pudiese más que su “amor por mí”.
Pobre Martha. No supe verlo, ni lo intuí siquiera. Carmen Serrano
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Entrelíneas
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Entrelíneas
xenofobia, terrorismo, eugenesia, pobreza, las imágenes más bellas que podamos habernos
miseria… Nos sitúa en un futuro sin futuro, cada creado visionando la película. Lo sublime se pierde, se
vez menos distante (no quiero desvelar nada vuelve banal, insípido, innecesario. Todo parece tan
importante por si alguien lee esto y no ha visto descafeinado que cuesta reconocer que lo excelente
la película o leído el libro), en una civilización proceda de lo vulgar, con un final tan diferente que parece
irracional, en una Inglaterra del siglo ¿?, asolada, obsceno comparado con unos de los mejores quince
asediada, rota y fuertemente polarizada, donde las minutos (casi) finales que yo he tenido el honor de ver.
clases altas coleccionan/saquean arte, se encierran Tal vez debí haber leído primero, las sensaciones
en zonas protegidas, disfrutan de lo que les queda pudieron ser diferentes, aunque, desde mi humilde
de vida, mientras que en el otro lado de la realidad, experiencia, sé que no: el resultado se hubiera
los migrantes, los pobres, los desposeídos son suavizado pero no cambiado, pues ejemplos de
sometidos a vejaciones, encerrados en guetos ello tengo para contradecir este anhelo: Papillon, El
(¿os suena?) y exterminados sin piedad. Y entre perfume, Hacia rutas salvajes, La carretera, 1984,
polos, el resto, anhelando ser unos y temiendo Harry Potter (sí, también), El Padrino, Enemy (libro
convertirse en los otros. Y en una sociedad tan de Saramago: El hombre duplicado), El nombre
extremista, los grupos terroristas, los filantrópicos, de la Rosa, En busca del fuego, El hombre más
los grupos de presión, conforman sus corpúsculos buscado… y un larguísimo etcétera de peliculalibros
desde los que imponer su visión de la vida. que, cualquiera que haya sido el orden de consumo,
Todo esto discurre en un ambiente embriagador, se han enriquecido entre ellas. Incluso con un
abrumador, asombroso, lleno de tensión, tan carácter tan peculiar como el que Kubrick dotaba a
empequeñecedor como solo Cuarón es capaz de hacer sus creaciones, podremos disfrutar de ambas artes,
(aunque cuente con altibajos en su filmografía); un entendiéndolas casi como obras diferentes (véase
escenario oscuro, sucio, crudo, escasamente saturado, 2001, una odisea del espacio o El resplandor),
casi en blanco y negro, en el que los personajes pero con P. D. James, desgraciadamente, no.
tratan de sobrevivir, respirar, encontrar la esperanza Hijos de los hombres es una rara avis: no ver la película
en un mundo sin color, algo que (casi) no existe. es casi un pecado, tanto si te atrae el género como si no;
Así que cuando terminé de ver por primera vez leerse el libro es perder el tiempo, como dice algún amigo
la película (no sé cuántas veces la he visto ya), mío, en este caso concreto, mejor esperar la película.
¿cómo no tratar de leer la novela en la que se
basaba? ¿Cómo no querer descubrir otra obra
José Luis Sánchez Pascual
que formara parte de mi elenco privado, de mi
altar de dioses junto a Orwell, Huxley, McCarthy,
entre otros? ¿Cómo no querer absorber cuanto «¿Cómo no
antes las palabras de las que Cuarón había sacado
la inspiración para rodar semejante maravilla?... querer
Nunca me ha vuelto a suceder que, en la comparación
entre ambas versiones, salga “perdiendo” claramente absorber cuanto antes
la obra literaria, pero en este caso, así fue. Ya fuera
leyendo antes o después, la novela, como poco, las palabras
igualaba a la película, siempre que narraran historias
similares (dejo interpretaciones al margen). He visto de las que
y leído historias que han dejado el poso suficiente
por separado o que se han enriquecido entre ellas: Cuarón
las imágenes que me proporcionaban las películas
ayudaban a mi perezosa mente a la hora de dibujar había
entornos y, al revés, la profundidad y el conocimiento
de las letras originales, dotaban a la película de otra sacado
dimensión diferente desde la que observar, supliendo
carencias que el celuloide tiene al competir con la la inspiración
imaginación. Sin embargo, el libro de P. D. James,
me decepcionó gravemente. Nada hay del ambiente para rodar
decadente, de la sensación de veracidad, de la
angustia transmitida, del sufrimiento entre sus líneas. semejante
Apenas proporciona información añadida, es más,
padeceremos una ceguera que cercenará y malogrará maravilla?»
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Entrelíneas
«La película no me
decepcionó y me
animó a entrar en
el mundo literario
de Umberto Eco.
El nombre de la rosa
De esta forma, la
En 1986 Jean-Jacques Annaud dirigió El nombre
de la rosa, basada en la extraordinaria novela del
novela El nombre de la
mismo nombre, escrita por Umberto Eco en 1980.
Fui a ver El nombre de la rosa cuando la estrena-
ron en 1986 por recomendación de mi profesor de
rosa se convirtió en
historia. Según su opinión, Jean-Jacques Annaud ha-
bía resuelto de forma más o menos magistral, llevar
al cine una novela tan compleja y documentada. La
mi favorita»
Edad Media es un periodo de la historia que me apa-
siona, y aunque no me gusta ver las películas antes
que leer las novelas sobre las que se basan, esta vez
kerville (Sean Connery) y su joven discípulo Adso
hice una excepción. La película no me decepcionó y
de Melk (Christian Slater) que van a ir desentra-
me animó a entrar en el mundo literario de Umberto
mando las misteriosas muertes de los frailes be-
Eco. De esta forma, la novela El nombre de la rosa se
nedictinos bajo el prisma de una moderna novela
convirtió en mi favorita por su lenguaje selecto con
policiaca al modo del mismísimo Sherlock Holmes.
una historia muy rica en detalles y que te va atra-
Annaud consigue plasmar el ambiente de mi-
pando poco a poco con sus entresijos filosóficos que
seria y superstición medieval con sus escenas
no aparecen en el guion de la película. Por supuesto,
de sangre y devoción, los espacios serenos
la obra literaria está muy por encima de su análoga
de las iglesias medievales, la biblioteca con
visual. En los créditos aparece como “un palimpsesto
su scriptorium, incunables, la terrible Inquisi-
sobre la novela de Umberto Eco”, lo que nos da una
ción con sus instrumentos de tortura, etc. La
idea de que la película no va a ser fiel a la novela.
caracterización de los personajes es fantás-
En la novela, a mi modo de ver, la protagonista es
tica porque te hacen olvidar al actor que los
la abadía con su impresionable biblioteca en torno
recrea y te ayudan a penetrar en la historia.
a la que se desarrollan las dos tramas paralelas.
La película tuvo mucho éxito y consiguió varios
Una histórica, con la celebración del cónclave en-
premios internacionales entre los que desta-
tre los delegados del Papa Juan XXII y el empera-
ca el César de la Academia francesa a la me-
dor por un lado, y los representantes de la Orden
jor película extranjera (1987), dos BAFTA (me-
franciscana para debatir sobre la supuesta here-
jor actor y maquillaje), cinco premios David
jía de una rama franciscana: los espirituales. La
de Donatello (mejor actor, maquillaje, mejor
segunda trama es la que se genera por una serie
fotografía, vestuario y producción), tres pre-
de asesinatos que aparentemente siguen la pau-
mios del Cine Alemán, y fue nominada como
ta de un pasaje del Apocalipsis. Finalmente, am-
mejor película a los Premios Edgar Allan Poe.
bas tramas confluyen en un proceso inquisitorial.
En la película, los protagonistas son Guillermo de Bas- Carmen Serrano
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Entrembustes
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Entrembustes
Sipnosis: una joven madre de origen rumano hilo conductor y nexo entre las distintas etapas
viaja con su hija Felicia de siete años con una en la evolución de Felicia y evoca, con gran
compañía de circo nómada por los pueblos de la acierto, la nostalgia de su anterior vida errante.
España de los años cincuenta. Durante el tiempo Buena selección de las otras melodías escogidas,
que la compañía acampa en las afueras de que, dependiendo de la década en que se
Sampaio Baixo, la joven encuentra trabajo como desarrollan los hechos, acompañan e ilustran el
doméstica en casa de tres hermanos solteros. momento histórico de nuestro país. La película
Los tres aceptan de buen grado la presencia en recorre desde los años cincuenta hasta la actualidad
la casa de la pequeña Felicia, quien se ganará los momentos decisivos en la vida de Felicia.
en muy poco tiempo el corazón de los hermanos Por destacar algunas escenas inolvidables: la de
Cuando los titiriteros levantan la carpa para volver la pequeña Felicia con su señorita, como ella le
al camino, la joven se despide de la familia, pero llama al principio, pelando membrillos en la cocina,
la pequeña Felicia, agarrándose fuertemente mientras las dos cantan a pleno pulmón “La casita
a las piernas de uno de los hermanos, llora y en Canadá”, y la de la elección de Felicia como
patalea gritando que quiere quedarse. Se llega Miss Sampaio Baixo. Dos escenas completamente
a un acuerdo: quedará con la familia durante distintas, pero en las que quedan patentes la gran
los meses de verano. En septiembre vendrá su pericia y sensibilidad en el manejo de la cámara.
madre a recogerla, pero esto nunca sucederá. Muy buena la actuación de todos los actores.
Parte del maravillososo elenco de Felicia, celebrando su gran éxito de crítica y público
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Entrembustes
dos son jóvenes promesas, con apenas una o Aun cuando mi primitiva suspicacia sobre la ne-
dos películas rodadas, pero que dan a la cinta cesidad de conversión de la novela al cine, me
una vida que ni los oscarizados más veteranos. lleve a partir de una visión parcial, cuando no
El cielo no es de algodón salió a la luz hace casi llena de prejuicios si la obra literaria ha
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Entrembustes
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Entrecerrado
Macguffin es un término acuñado por Alfred que también funcionan en ausencia, produciendo
Hitchcock que se refiere a una excusa argumental desconcierto. Son esos “parecía que..., pero no”,
que motiva a los personajes y hace avanzar que conducen el hilo argumental por nuevos
la trama, pero que carece de relevancia por sí derroteros. Y muchas veces están ahí de principio
misma para la narración. Es importante para a fin, sin que se sepa muy bien por qué ni para qué,
pero proporcionando a los personajes un objetivo
por el que luchar o seguir adelante. Seguro que si
«Me está repasáis el relato de vuestro biopic desde donde os
alcance la memoria hasta hoy, os vais a percatar
pareciendo de la cantidad de macguffins que atesoráis
en vuestro pasado haber y en el actual. Yo lo
que la trama he hecho y he caído en la cuenta de que hace
quince años algún ingenioso guionista introdujo
argumental de en mi cinta un pequeño y malhumorado macguffin
que acarreaba consigo abruptos vuelcos
cada uno argumentales, algunos en tono de comedia y otros
no tanto (por ejemplo, me echaron de una casa
de nosotros debido a su terrible comportamiento). Incombustible
hasta el final en su actividad macguffiniana,
se desarrolla así cuando ya me había acostumbrado a que mi
vida fuera como una mezcla entre Jo, qué noche
habitualmente, y un imposible film que hubieran codirigido M.
Night Shyamalan, Alfred Hitchcock y Javier Fesser,
impulsada ahora resulta que mi insignificante macguffin tiene
que marcharse. No estoy desconcertada, pues ya
por macGuffins lo venía venir, pero ignoro a dónde me dirige su
ausencia, qué me espera tras esta vuelta de tuerca
de diversa anunciada. Supongo que nuevos macguffinitos irán
brotando y yo les diré que me parece bien, que
índole» a pesar de que me hagan dudar seriamente del
libre albedrío, caminaré por donde me marquen,
que no sé lo que pretenden pero sí lo que son. O
los personajes, pero no para la audiencia. mejor, que sé lo que soy, el fantasma que no sabe
Hitchcock afirmó en 1939 sobre el macguffin: “En que está muerto, el macguffin de mis macguffins,
historias de rufianes siempre es un collar y en tu constante macguffin. Y qué hago mientras, Mika,
historias de espías siempre son los documentos”. qué hace un macguffin cuando se acaba la película.
Pues bien, últimamente he pensado mucho en
este elemento cinematográfico porque me está
pareciendo que la trama argumental de cada
uno de nosotros se desarrolla así habitualmente,
impulsada por macguffins de diversa índole:
objetos, personas, trabajos, acontecimientos,
etc., bastante intercambiables y sin trascendencia
intrínseca real en nuestra existencia, aunque con
la capacidad telequinésica de provocar intensos
movimientos. He llegado a esta conclusión, como
buena y extravagante cinéfila que soy, por medio
del análisis y la observación continuos de la vida
de los otros e incluso de la mía. Sobre todo de
la mía. Por esto considero que estoy exponiendo
una hipótesis más o menos científica. Es tan
fácil reconocer un macguffin en la pantalla como
fuera de ella. Su presencia puede causar giros
argumentales inesperados. En ocasiones aparecen
y, de repente, se esfuman como si nada. Es decir,
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