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LA FILOSOFIA ESPANOLA
para El Doce- efiis+e y El Krau'sista '*)

Sobre la brillante especulación de la Edad de Oro he-


mas visto abatirse duran te el siglo de Voltaire la langui-
dez en el recuerdo; ahora en el siguiente, en su primera
mitad al menos, la languidez pasa a ser desdén y olvido.
Derrocado el invasor tras heroico batallar, viene el para-
dójica triunfo del extranj erismo en varios aspectos cul-
turales. No hay un dos de mayo en la defensa de la filoso-
fía, sino capitulación lisa y llana a lo ancho y largo de la
Península, El patrimonio filosófico pasa al número de las
cosas mandadas retirar, y propios y extraños colaboran en
su desaparición. Una' oj ea da al' panorama europeo por los
días de la Restauración nos hará patente lo que decimos:
Algo muy opuesto a lo que fué el pensamiento tradi-
cional en su afirmación de los dualismos materia-espíritu,
mundo-Trascendencia, suj eto-obj eto, impera en las altas
cátedras con el nombre de escuela idealista, mientras den-
tro como se acaba de decir el exotismo aduéñase de las
-mentes. Compréndese según eso que en torno al pasado
se haga un silencio de tumba. ¿ Quién se imagina a los tras-
cendentalistas germanos simpatizand-o 'con quienes nunca
hicieron caso de aquellas oquedades del Absoluto en que
gl!staban bece» resonar sus grandílocuentea .conceptos?
TIenen con todo el rasgo hispanófilo de enaltecer la esce-
na conceptista de Calderón, llegando a entrever en la rea-
lidad umbrátil de los bienes mundanos que denuncia "La
Vida es Sueño"-;-orden puramente moral-c-lasevanescen-
cias 'ontológicas que se imaginaran sus escuelas.' Desde
Je:lla y el círculo romántico de las Schlegel difúndese el
mito de los fenbmenismos calderonianos, tomándolos de
donde jamás se pensó en confundir meras formas escéni-
ca~, barroquizantes p<!r añadidura y no carentes de inge-
nuidad en consecuencia, con las -formas apriorísticas kan-
tianas 1). Goethe mismo desde su teatro deWeimar no es

*) Continuación (IV) del estudio La Filosofía EspaJiíola. Su Ooncept«


1181~ Valo?', cf. Números: diciembre (1944), pp, 525 ss,; febrero (1945), pá-
ginas 325 ss.; mayo, pp. 51 ss. '
1) Punto extensamente estudiado por el autor e'J1 esta Revista, ene-
ro, abril, julio - agosto, setiembre de 1935. - Estos mismos días, el
prof. de Oxford vV. Entwistle ha disertado en Madrid sobre el fondo fil{)-
sófico de la obra calderoniana. No creo que aceptando la tesis trascen-
dcntalista.
LA FILOSOFÍA ESPAÑOI.A
118 JOAqUÍN IRIARTE, S. I.

de Vives y presentar' a Vitoria como inspirador d·' (!!'.


aj eno del todo a la boga de la "metafísica" segismundiana, cosa que ap>cnas se atreve a creer y lo enuncia ('11 In, 1111'
y Schopenhauer, Rosenkranz y Runa Fischer la consagran dubitativo-admirativa; suscribiría sin duda lo que <:111/111
con sus elogios. Ello sin perjuicio de que a renglón segui- había dicho o estaba para decir: que se podía escriulr \11
do les oyéramos decir; no haberse visto aquí un pensador historia de la civilización sin mencionar a España. El que
de nota. eral vgr. Schlegel (F.) que en su Historia de la Li- sale bien librado con De Gérando es Suarez a quien como
teratura Antigua y Moderna (1815) asevera (cap. X) : "Es- a "cumbre de la Escuela" hace objeto de exposición más
paña no ostenta como Italia, Alemania o cualquier otro detallada 2). Cousin (Hlistoria General de la Fil,osofía,
país ningún gran filósofo", es decir la tesis del volumen 1863) menciona sólo a Lullio ("semi-africano") Y a Sánchez
quin to de Brucker que ya conocemos. Pero Schlegel des- el escéptico, al que cree portugués. Lo sensible es que Hau-
'lmésde todo es literato; pasemos a los del ramo : . réau en la primera gran H.istoriade la Escolástica' que se-
Hegel en su Historia de la Filosofía (4 vol., publicación . guramente es la suya (1.850; más de mil pp.) nos pase por
póstuma, 1833) es el silencio absoluto, para dccirlo con un alto. Verdad es que omite la Escolástica del Barroco; pero,
término favorito suyo, en lo que concierne a la patria de ¿la debió haber omitido? En compensación Francia estu-
Suárez. No le concede mención a,lguna honorífica y al Exi- diará concariiío a A.verroes (Renán, 1852), a Abícebrón y
mio mismo le ha silenciado. Algunas figuras sueltas como Maimónides (Franck, 1861), a los filósofos hebreo-arábi-
Lulio-vafortunadc siempre, lo hicimos notar, en los Tra- gos (Munk, 1859), a los místicos (Rouselot, 1867). En Bél-
tados-, como Sabunde y Julián de Toledo (el de los ab- gica es Nameche quien se consagra a glorificar la figura
surdos); la escuela arábiga y Séncca salen sí a relucir; pero
del "brugense" Vives (1841). J
el período de los Austrias no ostenta más rasgos ni fiso- y; basta ya de forasteros, si no se quiere decir algo so-
nomía que lo que se nos dice al hablar del drama calde- bre. el inglés Mackintosh que desde 1816, en d,istintas obras
roniano (Prelecciones sobre la Estética), tener Invadidos doctrinal es, surge-así se nos dice-como el heraldo de la
la abstracción los ámbitos del honor personal. Ritter gran contribución hisp'ánica al Derecho internacional 3),
(1829-52) m'ás comprensivo nos concede en los cinco volú-, y al que más tarde hacen eco-también en obras del
menes de la Filosofía Cristiana (2: Parte) méritos secun- ramo-el americano Wheaton (1853) y varios más. Por este
darios. Ninguno en los tres de la Moderna. Alguno en los mismo tiempo Irwing y Prescott descubren la peregrina
cuatro d-ela Antigua. figura de Las Casas y le otorgan rango de filósofo. El in- I
, Sin' embargo según avanza el siglo restablécese la tento prospera Y el obispo de Chiapa ingresa en la Historia
verdad. Tras, Schopenhauer, el entusiasta de Gracián, que de la filosofía española ,amén de en el tomo' d0 Filósofos de
llamó a Suárez ,"cifra y compendio de la Escolástica", sur- la Bibl. Rivadeneira (t. 65). He ahí en breves rasgos cómo
ge K. Wern'er con los dos tornos de Franz Suarez (1861) y aparece España entr.e los extranj eros de la época de la Res-
Stockl con su Historia de la Filosofía Medi'eval (4 vol., 1864 tauración. y los domésticos, ¿cómo la ven? ..
, y ss.) a redescubrir la filosofía peúinsular, deteniéndose . Bien haremos en acercarnos a ellos sin muchas ilusio-
ante la novedad de una metafísica construí da por vez pri- nes, ya que el doce-añismo es triunfo más que de lo his-
mera con arcos, bóbeda y gran cúpula, obra del Eximio gra- pánico, de los ideólogos y eclécticos galos. Algo sabía de
nadino. El capítulo final de la Escolástica 10 escriben Sa- eso el filósofo Rancio que los combatió sin descanso.
larnanca, Alcalá y Coimbra, suplanta doras gloriosas de
París, observ:a Stóckl, y lo escriben,' continúa el mismo, con La evaporación del sentimiento del valer filosófico pa-
calidades que jamás había tenido aquélla, ya que concen- trio en estos tiempos tiene expresión elO'cuente en la liqui-
trándose las fuerzas 'en una única escuela, la de sto. To- dación del patrimonio artístico y religioso que por los mis-
más, su magnificencia y elevación suben de punto. Por
cste mismo tiempo Gerkrath (1860) dedicaba una mono-. 2) lll'ilizo la novena ed. (1847) que puede estar ampliada respecto a
graf'ía a Fr. Sánchez el escéptico, subrayando su espíritu 11l~ ;1)
pl'jll1N':l~.
De los encomios de Mackintosh sólo tengo l'eferencias, vgr., en
criticista en amplio estudio histórico-crítico. 1\1('\d'II(11'1I, 1'1'lllYo y en el P. Gctino: El Maélstl'o FI'. F1'CLnci.sco VitO'ria, No
11.\ \1,,(\1(10 <11\1' ('(111 HilA obras (vgr. ])i,sertaci6-n sobre el Pl'ogl'eso <Le la
.,.pasa!ldo a Francia, De Gérando como tantos otros que /111;('11) ""ION "I'IIII'OH 11\10 f'ldn mliH indicados para hallarlas. lIo visto S11
"111Htl.dll1 01•. 1 11""'1'11" Nní u rn! ,V (\n Ul'lItI'H". 1)(11'0 no se alude en {>l a J1UC'S-
le preceden, recoge las dos o tres i-deas que sobre 1:1 filo
11'11' l.ill'l'lIll1'i"'II\II~1 'I~. .
sofía hispánica flotan en el ambiente para hablar ('1111 11111
I:.!I
1~O .IOAl,llJiN TlllAH'I'E, H. 1. I.A IrII.OH()I'IA I'::-'I'AN()I.A

mos días tiene lugar, cuando en una racha de inconaclen CIOII dI' Amlc« UIl capitulo con datos tomados de Brucker
cia vuelan aventados por el huracán revolucionario mo- y propias adiciones referentes a Feijóo y Jovellanos. Como
nasterios y bibliotecas. Es eso exactamente lo que ocurre .ultiva la discreción en filosofía-que eso es el "conmon-
en el campo filosófico a pesar de la romántica, que en su scnsismo"~se desentiende de las aves de alto vuelo y nos
devoción por el medio evo debió haber 'considerado más da un resumen manco. Entre Eixalá y los autores que le
las glorias de la "Aurea Aetas" que en filosofía al menos siguen en la enumeración acabada de dar, se p~oduce un
mucho se le parecían. hecho notable para los efectos de nuestro traba] o:
De Larra es esta frase: Imaginación toda, aun en el
gran siglo tuvo nuestra alma patria cortísimo número de El 17 de oct. de 1845 sale un Real Decreto (Ramo de
escritores razonados. Más de extrañar es el caso de Dono- Instrucción pública del Ministerio de Goberna:CÍón desem-
so que en su primera época, única en que cree en la filo- peñado por P. J. Pidal) en que se prescribe una Reseña his-
sofía-aunque en la segunda es cuando la hace-, se pasa tórica de la filosofía a los bachilleres (sección de Letras),
disertando bellamente sobre filósofos y filosofías en que y en los estudios superiores, a los doctq.randos, la Hístoria
España nada cuenta. Así por ej emplo, en su "Discurso del de la Filosofía. En consecuencia surgen textos para una Y -
Instituto de Cáceres" {1829), y en las lecciones del Ateneo otra disposición, siendo el más notable el de García Luna
1836-37)-cójase la titulada "Soberanía de la Inteligen- (1847). En él se lee como observación final: '
t.:~a"-sufre eclipse casi total de Hispanidad. Debió sin ~m- "En nuestro país no ha habido propiaménte escuelas
bargo ser más que mero eclipse, pues andan por ahí muy lle- filosóficas, si bien los nombres de L. Vives, P. Simón Abril,
vadas y traída-s frases suyas que positivamente la deprimen Sánchez de las Brozas, Jiménez Patón, Juan de Huarte de
y que hablan de un oprobioso paréntesis de tres siglos en S. Juan, Quevedo pudieran figurar muy bien entre .aque-
filosofía. A contrarrestar estas y otras defecciones había llos de los más ilustres pensadores. Los ascetas con S. Juan
venido el canónigo burgalés Lapeña que publicó en 1806-7 de la Cruz, Santa Teresa, Rivadeneira, Malón q.e Chaide,
una extensa Historia de la Filosofía (tres vol.) de sentido Granada y León abundan en ideas psicológicas, mstañsi-
patriótico aunque no siempre bien servido con observacio- cas y morales que podrían dar ocasión para útiles tareas
nes tan expuestas como éstas: "Ninguna nación puede glo- al que se propusiese estudiar las obras de estos esclareci-
riarse de haber tenido tantos y tan notables escritores como dos ingenios baj o el aspecto filosófico". -Es todo lo que el
nuestra España [... J, con la particularidad de que nadie cousiniano Luna tenía que decirnos, pasando a continua-
hizo mej or uso de las sutilezas Escolásticas" 4). Y a con ti- ción a dar el índice con un extenso elenco de autores,
nuación, sacados de N. Antonio, pone listas largas de tra- alienígenas todos ellos.
. tados que comen tan el Angélico y los libros de Arístóte- Münescillo (traductor de Bouvier, 1846) y Arnau (texto
les 5). De sólo los últimos como se dijo antes, hay 250.. Y pro.pio, 1847) traen también las reseñas prescritas con al-
no se olvide que N. Antonio murió en 1684. gunas tímidas adiciones sobre los autores patrios. De ran-
Sigamos con los historiadores del ramo, Quintana (S.), cia estirpe mental el primero se lamenta de que no se
Eixalá, Monescillo, García Luna, Arnau. (V.), Balmes, Fer- haga justicia a España "siendo así que ha surtido de ideas,
nández Cuevas. lEI primero (1840) pone Historia de la Fi- pensamientos y vastos planes literarios a los moderMs fi-
losofía por rótulo, pero hace sólo historia de la cultura. lósofos de Alemania". El segundo, tocado como estaba de
Dej a caer sin embargo esta significativa caracterización: empirismo, se fija menos en la alteza metafísica; y dando
"España tenaz sostenedora de las sutilezas escolásticas", viveza y colorido a lo que evidentemente fué un exceso,
El "conmon-sensista" Eixalá (1842) inserta en la traduc- observa: "La filosofía que prevalece en las obras de los
ingenios castel\anos de aquellas edades es la escolástica:
así se ve en los galanes y aun en las damas probar la fir-
4) En el prólogo se expresa mejor: "Con la particularidad de que se
puede asegurar, el que han sido [los españoles], los que con más prudencia meza de su pasión y acusar a los otros de tibieza con silo-
han manejado las sutilezas Escolásticas". gismos que no de,sdeñaría el más sutil argumentador" (pú-
5) Más arriba (II) he dicho por equivocación que eran 218. Son 250
eu números redondos. Los 218' se refieren a los comentaristas de la Suma gina 367). Sin embargo, si en la cuestión general es poca
Aquinática, y es lo que registró Cánovas. De todas maneras el sentido de cosa Arnau, mereció bien en sus apreciaciones de la mis-
lo qllP RP afirmó, con la nota allí puesta, en nada se altera, gana más bien tica (p. 365), que por lo acertadas y oportunas hubieran
en verdad.
12:~
J :2') LA FILOSOliíA ESPAÑOLA
,JOAQuíN lJUAHTE, S, J.

apenas menciona más que a vives, "genio colosal qUQ pur-


podido prevenir interpretaciones panteísticas que después
han de prosperar, ,gó como Hércules de monstruos la tierra" 8). Morón (obra
y viene ahora lo más extraño, Balmes, en su Historia de idéntico título, 1842) apenas toca la cultura modernn
y en consecuencia llega a interesar poco a ios que sitúan
de la Filosofía (1848) no se ocupa de un solo autor domés-
la cuestión muy p'referentemente en el mundo cristiano.
tico 6),. El dato merece algún comento, Un Balmes que, si
no fué reaccionario-tuvo más bien el defecto de adelan-
I Azcárate (P.) por el contrario (Dedicatoria Y Prólogo a ve.
lacias sobre la Filosofía moderna, 1853) se entrega a ver-
tarse a su época así se ha escrito-, tan poco se dej aba
daderos lirismo s cuando habla de los maestros de Grocio,
impresionar por Ío extranj ero, y i que no mencione. un solo
de los Vives, de los Pereiras y Huartcs, de los Balmes y Val-
autor patrio en texto escrito para los Institutos nacionales! degamas. "El español, asienta, tiene naturalmente esta
Se nos dirá que estimó a Suárez y aun le siguió en senten-
tendencia a lo alto y a lo sublime, a lo ideal", y la base de
cias bien conocidas, pero ciertamente no le lleva a su ga-
nuestro carácter, continúa, es "esa grandeza espiritualista
lería de autores, como si en el momento de dar fe de su :1
de miras que inspira' la religión". Le sigue Cánovas en
latir hispánico, sufriera ausencias o lo encontrara inexis- 1856, y según Valera siendo parte. muy importante en la
tente, disuelto en la admiración a Descartes y otros sis- puj a que sobrevien~ tras la revalo'rización de la filosofía
temáticos ultrapirenaicos de los dos últimos siglos, Bien
es verdad que alcanzaba los tiempos más adversos que patria.
Cánovas que redacta la introducción a su Historia de
tuvo la Escolástica en su larga vida (Hurter). De lo que el la Decadencia de España (p'luma de veintiocho años),
pensador catalán tuvo conciencia viva fué de que en tor- toma la ciencia y la filosofía como puntos altos desde don-
no suyo' se preparaba un desarrollo intelectual considera- de iluminar las futuras observaCIOnes de su libro. Y es
ble para días muy próximos, como si sintiera la especula- que a pesar de su juventud ha madurado lo, bastante para
ción krausista que rondaba ya sus puertas 7). ' ver que la interpretación de España ha de hacerse tanto
Las lagunas del Viquense las llenaba en parte Fernán- o más que, de los hechos y de la política, de las dencias
dez Cuevas, que en la reseña histórica de su texto (1858) del espíritu, de su filosofía sobre todo, que él no desestima
--mencionado con loa por Valera-habla ya de los nacio- y de la que dice que tiene que ser reivindicaaa. Pasapdo
nales aunque con caracterización muy imprecisa. Exhala a definir'la, dominado todavía por resabios doceañistas,
un ¡ay! de dolor por la inj usticia de que somos víctima, dictamina: DentrO' de una exaltación del principio reli-
pero bastante unilateral él mismo pasa por alto partes muy I
gioso, el pensamiento de los siglos de los Austrias fusiona
importantes del pensamiento sescentista. Apúntese con por modo extraño el Calvario con el Pórtico y 'la Acade-
todo a favor del j esuíta asturíano el que incluya y estu- mia, la Providencia cristiana v' la moral de Jesús con el
I
die ya a los Balmes y Donosos. fatalismo griego y la ética estoica, elementos ambos a dos
y de los historiadores saltamos' sin más a los hispanis- .intolerantes que van a poner 10 suyo en la decadencia na-
tas e hispanizantes que por la materia de su estudio y por
el género literario que ej ercitan, más en contacto CO'11 la cional.
Se podrá disentir de dicha valoración y de los asertos
cultura medía, >sonlos encargados de remover la concien- que la fundamentan; pero su gesto-que es lo que aquí
cia nacional. más queremos destacar-descubre maneras de investiga-
\ ción nueva y privilegiáda al llevar la torsión hístoriográ-
E. de Tapia' (Historia de la Civilización, de España, fíca hacia los campos de la filosofía que condiciona, o por
1840) analiza en uno de sus capítulos (vol. III, c. XII) los lo menos declara, la trayectoria de un pueblo culto. No es
progresos intelectuales del siglo XVI, pero de los filósofos s610 eso; conciencia, siquiera fuese perturbada, de un rico,
ti) E1 une en el curso de su breve Historia
.
tenga alusiones fugaces a
patrimonio filosófico ha de concedérsele, sobre todo en com-
UJl Lulio, a un Vives, deja en pie la afirmación que, por cierto, no es mía.
paración con otros, vgr. el solitario de Illescas, que en
Hny que veriñcarla en los autores que figuran en el Sumario, en lo pro-
graruútico del Iibro,
7) Escribía en el prólogo de la Fil. F1N~d.: La España que se ha H) Aqlli ahora, antes ya varias veces, y más adelante de nuevo, ha-
lanzado también en el movimiento material y político (le los demás pueblos ¡"',Í!" el" "hHI'j'VflJ' los lectores que las alabanzas a Vives son casi siempre
de Europav siente como ellos las necesidades de la vida intelectual, y sólo j\ I"II"IIHIIH eI •• ¡ 1'l'Hto do los filósofos; y de los de casa tanto o más que de los
aguarda un momento de tregua en sus agitaciones para tomar parte en las I
gloriosas y pacificas luchas que se traban en el campo de la ciencia. el' 1""'·1
t :.!¡)
I :¿,l JOAQUÍN IRIARTE, S. I. J,A 111J,oSOJ·-fA I-:SI'AN()J,A

su traducción de la Historia Unioersal de Weber (cf. In- ,,1i"lato di' íuntus generaciones, resplandezca sobre nuestro
troducción, I11, 1855) asienta que "la ciencia no llega a ser ho!'hmlllc ... ?". '
bajo Felipe II crítica polémica e indagadora como en los Tres meses después en Revista Uni-versitaria (30. XII,
demás pueblos". Otros varios pasaj es de la Introducción 1856) vuelve Laverde al misma tema 10), Y dos semañas
confirman esta su apreciación y voto casi negativo 9). más tarde (mediados de enero) en Revista de Instrucción
El tema de todas maneras está apasionado, y en 103 Pública se inicia una sección denominada "Filosofía Ibé-
veinte años siguientes tiene asegurado el favor del públi- rica". Es el propio Laverde quien la inaugura con cuatro
co. En el intento de irIo esclareciendo se irán dando cita artículos dedicados al "vivista" Piquer (t 1772), siguiéndo-
los más preclaros autores. Supaladín con fodoes uno. Uno le con sendos trabajos Suárez Bárcena (Sabunde, Servet) ,
el que actúa de mantenedor de tan excelsos juegos florales; y Menéndez de Luarca (Apuntes para la filosofía española).
uno e indiscutible el que por los cuatro lustros dichos lo La restauración filosófica estaba pues en marcha' aunque
lleva a la orden del día. He nombrado a G. Laverde y Ruiz, no sin impügnaciones. Recojo alguna:
"el que-ha puesto la primera piedra en la reconstrucción de J. M. S. de la Campa (Rev. Unioersitaria, 18. IV, 1857)
nuestro pasado científico y filosófico" (Valera) y del que niega a Laverde que "hubiera nunca un pensamiento emi-
paso a hablar, aunque no sin una breve mención del in- nentemente nacional, sino opiniones diversas, obra de la
signe Llorens, que en su conocida "Oración inaugural" del razón individual; y aunque muchas de ellas fueran de
año mismo en que Laverde empieza su campaña reivin- suma trascendencia, y "otras cuna y base de otros sistemas
dicadora (1854), se lamentaba de que el vuelo del ingenio .que nos han presentado como incubados en sus cerebros
patrioc.brillante en humanistas, ascéticos y poetas, queda- otros pueblos, en nuestro país permanecieron aún casi des-
se suspendido en el campo filosófico sin habernos dado un conocidos cuando no despreciados y perseguidos sus auto-
pensamiento indígena. . res". Campa como en general 10's de su generación, muy
hastiados de la huera especulación idealista-véase 10 que
Desde 1854, como se acaba de decir, se le ve "trabaj an- de Wulf encontraba entonces en la culta Bélgica-, quiere
do y fomentando la apenas conocida historia intelectual de ciencias de aplicación, progreso a todo trapo; y de la filo-
la Península". Pero de más formal manera desde el 1 de, sofía, en que apenas cree, afirma que necesita de la Fe
octubre de 1856, en que publica (cf. Diario Español) .un para al~anzar la verdad.
estudio titulado "De la Filosofía en España". Era: el co- Contestale Martín Mateos (25 de mayo) desaprobando
mienzo doctrinal y teórico de la' gran controversia; y por actitud tan negativa y recordándole que, corno decía Leib-
aquellosmismos días en su adorada Montaña venía al mun- niz, el presente tiene que vivir del pasado, sin que le sea po-
do quien la había de hacer culminar. Laverde encuentra sible al nuestro prescindir de uno suyo bien egregio, con
por los suelos el prestigio de la filosofía, como si realmen- autores tan dignos de estudio como los mismos Kant, Fich-
fe fuera cierto 10 que se- cuenta de la "fatal manía de pen- te y Cousin. Martín Mateos nos asigna pues verdadera prin-
sar" que habían pedido a Fernando VII tuviera a bien su- cipalidad filosófica. ,
primir. Es asignatura que para nada sirve y para la que Laverde vuelve a tornar la palabra y esta vez más de
los españoles a su vez no sirven; tales la prevención que propósito (Crónica de ambos Mundos: 1858) con un ensayo
advderte, Por lo mismo niega contra testimonios domés- que rotula: "De la Fundación de una Academia de Filoso-
ticos y extraños que sea aquí planta exótica la filosofía. fía Española", donde insiste de nuevo en que la filosofía
Lo niega con listas de autores ilustres; y a fin de restau- no es perniciosa; y pasando a hablar de las nacionales, dis-
rarIa propone una Academia que edite una biblioteca de cute su noción concreta, estableciendo sensatament.e hasta
filósofos patrios, publique una revista del ramo y promue- dónde pueden serIo sin menoscabo de Ia universalidad de
va la creación de una Facultad en Ia Central. Sus últimas la ciencia. Y firme una vez más en la verdad de su tesis:
palabras son: "¿ Llegará pronto el día en que tengamos da este paso definitorio audaz: Las escuelas qu~ deben
,
filosofía propia, nacional religiosa, que animada con el llamarse españolas son el senequismo, el vivismo, suaris-
mo, huartismo, "cuya progresión dialéctica puede en parte
,9) En alguna obra más debió de expresarse Sanz del Río e-n el mismo
sentido si no he interpretado mal alguna insinuación de Valera y Menén- 10) ron Jllst'ud'i08 C,dt';'008 (Lugo, 1868) ha recogido Laverde sus tra-
:lrz L'elayo. bUjOH ('u ItI") de )0 F'iloscñu española. No están todos, al menos, completos.
1:.!1l ;IO\(.}I iN 1111,\11'/'1<:,~. l.
1•.\ 1"ILosoFÍA E~I'AN()J.A u
Iúcilmcntc por las varias fases políticas, mo
d('Il'I'll1iJlat'~('
I )('jlllldo H los primeramente nombrados que apenas
y religiosas que esta nación presenta en el Ct)TSO de
1'111l's
portcucccn a lo doctrinal de la cuestión, revisemos las 'opi-
las edades y constituyen juntamente con otras menos famo-
niones de los últimos: ,
sas o de menos castizo origen y con las excepciones de uno
Mata-los que 'a este preceden están ya examinados-
y otro pensador aislado, la inmensa riqueza filosófica de la en el encabezamiento de su Tratado de la Razón Pura
península ibérica. El conjunto de ellas [... ] es lo que lla- (1858) pone, y no por orgullo sino por decoro según nos
mamos filosofía española". ,
confiesa, Filosofía Española. Y comentando este su enun-.
A continuación y para los efectos de la restauración que ciadc, es ya hora-re calca-de que empecemos a tener
persigu,e-que dicho sea de paso es a la manera de la que I
como otros pueblos nuestra propia filosofía y acabar de
entonces estaba teniendo la dramaturgia que no se eon- vivir a remolque de pensamienlos aj enos (p. XII); donde
tentaba con quedar críticamente valorizada sino que se es de notar la ruptura con el exotismo invasor que tan sim-
eslabonaba positivamente con el presente, lo que en su -día ,pático desplante denuncia, y es lo que más vale del volu-
habrá de alarmar a Pidal y varios más-, propone la crea- minoso libro. Digo desplante porque una obra embebida
ción de una Academia de la Filosofía Española, donde los en materialismos, mal podría iniciar ninguna filosofía na-
discursos de entrada versarían sobre autores ibéricos, ha- cional que por otra parte había ya comenzado y llegado a
bría certámenes anuales ¡
se foro,entarían obras que hi- su cenit. Ya por entonces el discreto Valera -andaba rozan-
cieran fuera una realida viviente lo que tan en el alma do el tema (cf. La América), aunque había de ser más tar-
se llevaba. de cuando lo abordara de frente. Allí lo estudiaremos.
'Mientras, oigamos a su antagonista "filosófico" que nos
El impulso está dado, sin que haya poder humano que va, a regalar los oídos con unos párrafos de dulce lirismo.
detenga el estudio del tema, y de cuanto el tema supone y En su discurso de recepción de la Academia (1862) bajo
abarca. El punto de la: filosofía española o ibérica como el 'epígrafe de "La Metafísica limpia, fij a y da esplendor"
algunos preferían decir,Valera entre otros, sea en elaná- decía Campoamor:
" lisis del concepto sea en el estudio de los autores que la, "Viene al mundo Luis Vives a fines del siglo XV y se
integran, llega a ser obsesión. Citaremos entre los cultiva- inaugura la época del renacimiento. Ante este docto escri-
dores de lo segundo a Pí y Margall (Mariana) , Laverde tor todos los demás escritores son unos escribientes. Este
(Piquer; Fox), Ríos Portilla (Vives) 11), Canalejas, Hose- gran agitador de la rebelión anti-aristotélica, sin ser un
lló, Weiler (Lulio), Núñez Arenas, Martín Mateos (Luis de económic9 sembrador de ideas con sistema, ha sembrado
Leóri,algo incidentalmente), C. de Castro (Filósofos mo- no las ideas sino los ~stemas a granel. Vives es la sustan-
ralistas en "Rivadeneira"), M\lrtín Mateos, Weiler (Místi- cia y los sucesores unos modos; en que todas son una cua-
, cos), Caballero (Cano), Guardia (Huarte), Ild, Martínez, lidades, cuyo suj eto de inherencia es el talento de Vives.
Sánchez Ruano (Sabuco), Guardia (Protestantes), Z. Gon- Este Cervantes de la Filosofía hirió de muerte al quíjotis-
zález (Hispánicos en general). Entre ¡'os que discuten doc- mo que mucho tiempo después fué a exhalar, no muy jus-
trinalmente cito a Laverde, Llorens, Campa, Martín Ma- tamente 'por cierto, 'a los pies de uno de los discípulos más
prosaicos de Vives, del Canciller Bacon de Verulamio. Lle-
teas, Sanz del Río, Mata, Azcárate (P.), Campoamor, Ca-
ga en el 'siglo XVI)a última evolución del escolasticismo, y
nalej as, Vidart, Z. González, F. de Castro, C. de Castra,
de la cual es el primer atleta el español Suárez, y estas
Valera, Salmerón, Azcárate (G.), Menéndez Pelayo, Núñez
ideas son' reproducidas en la mística por Granada, León
..
de Arce, Revilla, Pidal y Mon, Perojo, etc.
y Santa Teresa, en la Historia por Mariana y 'en la poesía
dramática por Calderón de la Barca. [, .. ]. Gómez Pereira
11) Prescindo por el momento de estudios ánteriores como el de Muz- y Cervantes, verdaderos fundadores del psicologismo mo-
qniz (Vives), V. de la Fuente (Vives también), ete. Me 'estoy limitando al derno, son los primeros que intentaron certificarse de su
período 'de efervescencia de la generación luausista (1855-1880), singular
por tantos conceptos, estudiada últimamente por lVIéndezBejarano y L'Ábbé existencia para partir en sus 'investigaciones de un princi-
Jobit. Es de calidad romántica en su fuego "místico", y de cantidad nota- pio cierto. El famoso entimema de Descartes: Pienso, lue-
ble' en obras, revistas, bibliotecas, concursos que abarca; u.na verdadera flo- go soy, está copiado al pie de la letra de este silogismo de
ración, que se nos está poniendo ya a conveniente distancia para intentar
valoraciones de conjunto. GúnH'Z Pcrcira : Lo que conoce, es; yo conozco, luego soy.
y C¡'rV/lII!('M en su original poema, cuando D. Quijote cuen-

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I:.!X .JOAI.l'JlN JHI¡\II'1'I~, S. l.
l." IrlLOSOl,íA W.;l>¡\NOLA l:¿ü
La lo que vió en la cueva de Montesinos, dramatiza este
principio filosófico del modo siguiente: "Despabilé los ojos, El contugio místico es notable. Al año justo (1862) es
limpiémoslos, ... " , Fr. Caualcj as el que con el rótulo "El Estudio de la Filoso-
Así habló y ante la más docta corporación del país el fía Española" hace un recorrido del pensamiento nacio-
autor de Humoradas bien poco feliz en estas filosóficas ade- nal, del que dice -se halla hoy en vías de restauración. :t:s
más de pobre valorador del pensamiento renacentista. i In- otro votó afirmativo y de calidad el suyo. Admite que sin
convenientes de pensar ciertos temas en ambiente menos ser cuna de magnas transformaciones f,:'losóficas, tiene
propio, lo que tantas veces le aconteció al nuestro de ahora, España cantidad 'de autores con doctrinas y corrientes con-
como que fueron profesores de literatura los más de la con- siderables, siendo la principal, la que representa "la vida
troversia! Con ello, para decir toda la verdad, reportó algu- propia del pensamiento español", "el misticismo suj etivo,
nas ganancias por el lado humanístico que como cuestión hijo legítimo del siglo en que se funda la libertad de con-
al fin humana hubiera de tener 12). ciencia y se enaltece la fuerza y la inteligencia individual".
Más peregrino se nos presenta el voto de Azcárate (P.) Tesis esta mística que aflora a la vez en García Luna y
en su Exposición histárico-criticade los Sistemas filosófi- Arnau (1847), lo hemos visto, y que, cruzando las fronte-
cos modernos (1861), obra de gran aliento y, contra lo que ras, va a tener repercusiones en Saisset, Rousselot, Guar-
se suele creer de los de éste grupo, no exento de acentos dia, para seguir privando entre los autores del 98 14). Para
pa trióticos ("el siglo XVI fué todo nuestro"; "siendo Espa- mí tiene no poco parecido, aunque sea' en lo contrahecho
ña la primera nación del mundo en el orden de la ciencia de su· figura, con la trascenden talista que algunos descu-
como lo era en el orden político": "la España de aquellos brían en los dramas calderonianos,
siglos era la designada para llevar la bandera de la civi- Martín Mateos-éste y Azcárate han tenido ya doble
lización"). Al abordar el punto de la filosofía patria, sin mención-en vez de üna exaltación mística por demás per-
negarle derivaciones magníficas en otros campos, vgr. el son alista y peligrosa, habla del principio religioso y de la I

anti-aristotelismo de Vives, la ve concretada en el preludio fe como propulsores del pensamiento hispánico, lo que vie-
del movimiento idealista y que no es otro sino el panteís- ne a dar una filosofía cristiana. Dice así en la Introducción
mo místico de los Estella, Granada, Rodríguez, Puente, al val. IV de su obra El Espiritualismo (1861-63): "Si Es-
Avila, Márquez, Juan de la Cruz, Teresa de Jesús e Ignacio paña sin abandonar su pasado abriera cátedras en defen-
de Loyola. "Este misticismo semipanteísta del siglo XVI, sa de la alianza de la filosofía y de la fe, obraría conforme
no solo fué, son sus palabras, el alma de nuestros escrito- a su tradición, se elevaría a un rango a que Alemania no
res de aquel tiempo, cediendo todos al espíritu filosófico podrá llegar hasta que abandone el panteísmo, ni Francia
del renacirriiento, sino que se re hizo refluir también en las hasta que olvide su volterianismo, ni la Inglaterra hasta
instituciones que tuvieron lugar dentro de la religión, sir- que salga del materialismo de su reforma" 15).
viendo de ej emplo los fundadores S. Ignacio de Loyola y Rousselot (P.) en cambia con todo el peso que da una
Santa Teresa, ambos profundamente místicos" (p. 19). obra de extensión y percepción considerables, pese a los
Dos capítulos dedica Azcárate 3¡ la exposición de esta defectos también considerables que pueda tener (Los Mís-
tesis, derrochando sus galas intelectuales en la presenta- ticos Españoles, 1867), vuelve a la tesis de que la filosofía
ción del modelo del panteísmo místico, Servet, al que dej a hispánica se halla, en los grandes místicos. "A ellos, aseve- .
aureolado de grandeza, para continuar la marcha del libro ra, debe España su más real y original filosofía".
por los sistemas del panteísmo filosófico y del teológico- Va a terciar en la contienda un capitán de artillería,
racionalista 13). . L. Vidart (La Filosofía Española, 1866), que aunque su mo-
destia crea otra cosa, es el caballero que acomete la redac-
ción -de la filosofía patria que iCanalej as pedía en su es-
1:l) Se ha traído, aquí este trozo porque es típico, entre los que dije
arriba escritos "para llevarse aplausos y quedar corno artículo" de consu- tudio. Se presenta en plan de exigua contribución, titulan-
mo interior". ¿ Quién no, sabe que la afirmación refleja del sujeto pensante do su trabaj o Indicaciones bibliográficas. Además de la
es tan vieja como, la filosofía antigua, y que en Descartes lo, principal no,
es eso" sino, la vuelta a la intímídad, a la idea, a lo, subjetivo?
10) Debo, hacer notar que para F. de Castro, es Azcárate en esta obra ,J4) De dónde tomaran García Luna y Arnau aquella primera idea de
el iniciador del movimiento en pro, de la caracterización de la filosofía na- la Mística corno exponente de la filosofía que buscamos, es punto, qrue no,
cional. Aun sin aseuti r a Castro" cabe concederle no, pocos anérítos. Desde he podido aclarar.
luego, para los de su sector será propulsor importunte. 15) En otra introducción a la Teo,dicea quiere poner en guardia 'a Ios
cultívadores de una mística sin la fundamentación, ,te.ológi,cl\.
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rizucióu que es ésta: "Si nosotros tuviésemos ciencia bas- sobre las ruinas de la proyectada
!>J'('CiHIIIIH'Jlll' para
tante.' para formular 'un juicio sintético, quizá diría- la 1ilosofía? La razón de tan extraña actitud búsquese,
mos [.:. J, que todos los escritores españoles nacidos en el según nos dirá más tarde Pidal, en la manera de enfo-
seno de la Iglesia [antes ha hablado de los no-cristianos] car el punto de la filosofía n,aci~nal, llevánd?la por ex-
encierran sus especulaciones en el círculo trazado por el tremos que iban de Krause a VIves, fuera. siempre d:l
espíritu de la fe relitiosa. [".]. En nuestro sentir la filo- , campo tomista. que estimaban algunos ntás hIStOrICOy mas
sofía ibérica es esencialmente dogmática" (p. 127-28). La- saludable. Ya se hablará de esto. ,
verde que comenta y completa el estudio de Vidart .16), Prosigue la encuesta y son dos Castros los que surgen
aunque encuentre su caracterización algo temeraria y pre- en defensa del pasado. El primero, Federico, sustenta la
matura (p. 331), la admite páginas más abajo (p. 378), di- tesis de una filosofía peninsular "armonista", representa-r
ciendo que la verdad revelada es en efecto esencial en la da sobre todo por el genio andaluz, extremo más deteni-
construcción científica hispana, damente expuesto en un opúsculo que puhlica en 1879, Y
La marea va subiendo y,en pos siempre de la reivin- allí será examinado. El segundo, Cristóbal, editor del tomo
dicación apetecida, se habla ya de la constitución de UIH1 de Filósofos de "Rivadeneira" (t. 65, 1873) dice a los fíria-
sociedad que se encargue de editar una Biblioteca de Iiló- les de un Discurso preliminar de 150 páginas ,en cuarto,
sofos españoles. Zef. Gonzálcz, que nos suministra el de.. que es una sólida afirmación' de nuestra tesis: "Y después
talle repone por su cuenta lo que sigue en el artículo "So': de Lulio, ¿ en qué consiste la grandeza de todos nues-
bre una Biblioteca de teólogos españoles" (1869): "Nos- tros filósofos? En la uniformidad de su doctrina, que
otros deseamos vcomo el que más la realización de este es la doctrina verdaderamente cristiana. [... ]. Los espa-
pensamiento, pero debemos confesar que al tener noticia ñoles tenemos una filosofía cual corresponde al carácter
de la misma, nos preguntamos si no sería más convenien- severo de su pensamiento. Dentro del sistema católico se
te, más útil y más patriótico, por de pronto, el publicar han anticipado a publicar ideas que un siglo o dos más
una Biblioteca de teólogos españoles. [... ]. Sin 'ser de aque- tarde han dicho algunos extranjeros que eran suyas pro-
llos que miran con desdén ínjustífícable la filosofia espa- pias".
ñola; sin participar de la opinión de los que afirman que Inmediatamente después de Vidart y Castro (C.), y con
~ esa filosofía no merece figurar al lado de otras naciones; ocasión de ellos viene Valera, aparentemente, a desflorar
sin asentir al dictamen de los que parecen estar persua- la cuestión, pero en realidad pudiera ser que a algo más.
didos de que la filosofía española carece de todo mérito y Hemos dicho que había tocado el argumento' varias ve-
originalidad, es innegable que el movimiento filosófico. rea- ces, muy en particular en el prólogo a los Estudios Criti-
liza.do.-en la península. ibérica, no puede ponerse en pa- cos de Laverde (1868). En este' nuevo ensayo" titulado "De
rangón con el movimiento teológico que comunica especial la Filosofía Española" (1873), discute primero si son po-
brillo a la historia eclesiástica de España. [... ]. Porque la sibles filosofías. nacionales, en lo que previene si no con
verdad es que si España puede presentar algunos filóso- horizonte filosófico excesivo al menos con claridad y pre-
fos más o menos recomendables y distinguidos, no puede cisión cuanto sobre ello pudiera objetar un nocionalismo
escribirse que rayen tan alto como rayaron en teología rígido, y que más arriba hube yo también de examinar
lorquemada, los dos Sotos,Cano. ..". por si acaso; Con muy fina percepción advierte además
A más de uno sorprenderán este frenazo y estasreser- si en las filosofías nacionales no 'será adjunto indispen-
vas del P. Zeferino en .el momento más favorable qU6:tuvo sable la lengua misma vernáeulavcomo sucede de hecho .
la f'ilosofta patria para alcanzar la personalidad que da en filosofías reconocidamente tal'es. Habla después de los
Un gran monumento bihliográfico, y sin el que" como vió que le han precedido con voto afirmativo, y añade por su -
claro, en esto. Laverde, era imposible que se hiciera -res- cuenta: , ' J

petar. ¿ A qué obedecía proceder tan peregrino? ¿ No. era él "Si por filosofía española hemos de entender el desen-
filósofo más bien que teólogo? Y si a pesar de ello' optaba volvimiento filosófico del pensamiento español en 'una di-
-.'.
"; 1
rección marcada, llevado a:
cabo, par una sede o sucesión
lf.i) . "IJa Fflosofia, Española de Vidal't", apareció en La :Abeja, Móntct-
de pensadores cuyos trabajos se enlazan y se completan
Ilesa, 1867, y va' coleccionado en EStÚidti08 Odticos. : ,L" ' 'formando todos ellos un conjunto dialéctico, con caracte-
132 JOAQUÍN IRI!~RTE, S. I.

res propios, a pesar de la diversidad, el cual desenvolví-


miento no puede menos de ejercer y ejerce efectIvamen-
te un influj o extraordinario en la historia general de la
filosofía, creo yo que no existe ni ha existido jamás tal
filosofía española. Grande es mi amor patrio; pero no me
ciega hasta el punto de sostener que haya habido en Es-
paña nada parecido a lo que se llama filosofía francesa,
desde Descartes hasta el día; a lo, que se llama filosofía
alemana desde Kant hasta los últimos discípulos de He-
RUR
gel". "Esto no obsta para afirmar que siempre y princi-
palmente en tiempos antiguos, hayamos tenido filósofos, EL SAl
los cuales, singular y aisladamente, han ejercido influjo
en el pensamiento general y en el desarrollo de la civili-
zación europea. Si esto puede llamarse filosofía española, No s
hay una filosofía española" (§ II). nos pro
A renglón seguido (§ III) hace una exposición de los algo viva
au tores árabes. y del judío Ben-Gabirol, "uno de los gran- el dejar
des filósofos y poetas que ha .habido en el mundo"-y pai-
sano mío por andaluz, anota con su acostumbrada' non-
chalance"-. A esta filosofía la cree con personalidad su- raza esp;
ficiente y la ve admitida por todos. También la luli ta po- "Entr
día afirmarse sin mayores protestas: mas el huartismo, ea en a
el gómez-pereirismo y vivismo no pasan, dice a su amigo Restrepol
Laverde, que con libertad y desenfado "ismifica" (~ IY). decisiva
No niega Valera que acaso lo más bello del pensamiento ma, sin d
hispano se encuentre en los escolásticos, en Cano - Suá- diversos
rez, por ej emplo, ni se olvida-e-autor al fin de trozo de y el .
blanda prosa "religiosa" - de los místicos, "que tal vez quien no
sean nuestros más originales y notables filósofos". Es una de Colon
cabeza clara, ajena por igual a conceptos aún en nebu- único f'ik
losa que proponían los unos por románticos, y al "ardí- ropa un
mento" definitorio que derrochaban otros. Demasiado cla- nocimien
ra-o perezosa si se quiere-para dej arse llevar por una canzar e.
noción que' quería suplir a fuerza de literatura v golpes las Ideas
intuitivos lo que le faltaba de elaboración y análÍsis. Una castellam
vez más Valera o el sentido de la medida. Demasiada me- rica. Lo~
dida y demasiado sentido, dirá más de uno. j Indolencia además]
e indecisióp ! j Equi-distantísmo cómodo! Pero de esto en tero del
el gran duelo Revilla-Menéndez que nos está e perando. - Milá Y F
JOAQUÍN IRIARTE, S. 1. como las
co ropaj

(1) Cil
Colombiana
(2) Es
al fecundo
\. ,. FARO, A. ]
gotá (U112)

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