Está en la página 1de 3

Los 60 años de la Televisión Argentina

Mirta Varela

El 17 de octubre de 1951 empezaron las transmisiones en la Argentina, cuando LR3


TV Canal 7 de Buenos Aires, dependiente de Radio Belgrano y dirigida por Jaime
Yankelevich, emite los discursos del Día de la Lealtad desde Plaza de Mayo. En toda
esa década el canal porteño será el único del país, hasta que recién en abril de 1960
comenzó a emitir Canal 12 de Córdoba, escoltado por otros canales de Buenos Aires y
Mar del Plata. Los inicios, en tramos de Radiografía de la televisión argentina, nota de
Mirta Varela en la revista Todo es Historia, nº 411 de octubre de 2001.

“La primera transmisión pública de Canal 7 de Buenos Aires, se realiza con equipos
Standard Electric comprados por Jaime Yankelevich en Estados Unidos. También había
ingresado una cifra que oscilaba, según las fuentes, entre 400 y 5000 aparatos receptores
Standard Electric y Capehart, que sólo en una ínfima proporción se encontraban instalados
en los hogares porteños. Las vidrieras comerciales eran su espacio privilegiado y lo serían
aún por un buen tiempo. Los diarios y las revistas de esos días apenas registran su aparición
del nuevo medio. El hecho histórico es el Día de la Lealtad, la reaparición de Eva Perón en
público luego de un período de reposo por su enfermedad, la multitud en la calle. La
transmisión televisiva agrega, reafirma, viene a contribuir; no es más que un detalle, un
dato que ratifica el hecho de que la Argentina está entre los primeros países del mundo. ‘La
Televisión se asociará Mañana a la Magna Fiesta Cívica del País’, titula el diario Crítica el
16 de octubre.

En los anticipos de los días previos a la transmisión y en los comentarios posteriores, se


condensan dos imágenes de la televisión que ratifican la importancia de ese hecho histórico
y lo oportuno de la elección. La televisión profundiza los sentidos del Día de la Lealtad
porque es el canal más idóneo para la transmisión de la historia en vivo: es presentado
como el medio más objetivo, aquel que sin mediaciones deja hablar a los hechos por sí
mismos: ‘El verdadero estado de espíritu de las multitudes argentinas, hablará mañana por
sí solo: todos los panegíricos verbales resultarán vanos’.

La televisión tardaría muchos años en desplazar a la radio en la vida cotidiana; sin


embargo, en relación con el acontecimiento elegido para dar comienzo a las transmisiones,
sus ventajas son evidentes y muestran lo que se piensa entonces como una de las
características principales del medio: su transparencia, su objetividad. Pero en la
discursividad peronista de entonces, la televisión también es puesta en otra serie y
contextualizada como parte de la ‘realidad efectiva’ de la que habla la marcha partidaria. La
televisión, como artilugio técnico, es ejemplo de los logros alcanzados y al mismo tiempo
es el eslabón de una serie indefinida de progreso que la Argentina estaba poniendo en
marcha.
(…)
Desde el punto de vista de la producción, el rasgo más notable de este período es que toda
la programación se emitía en vivo. Recién en 1959 se realizan pruebas experimentales con
el video tape que comenzará a ser utilizado sistemáticamente a partir de la inauguración de
los canales privados en 1960. La emisión en vivo suponía una cierta precariedad para la
realización de los programas, pero al mismo tiempo le otorgaba calidez y una inmediatez
más próxima a la producción teatral. El canal, en un primer momento, funcionaba en el
Teatro Alvear -Ayacucho y Posadas- donde el ‘teatrillo’ en planta baja funcionaba como
estudio A, que era el más grande, y un salón como estudio B en otro piso. Entre 1953 y
1954 se montó un pequeño estudio de publicidad al lado del estudio B, lo cual permitió
despejar un poco el reducido espacio para las emisiones y evitar, apenas, los ruidos que
salían al aire durante las transmisiones.

En esos primeros años se necesitaban 45 minutos entre programa y programa para desarme
y montaje de las escenografías. Mientras en el Estudio se realizaba este trabajo, se exhibía
un documental o, lo que se volvería mucho más frecuentes, cortos de ‘El pájaro loco’. La
dificultad para el manejo de los tiempos de programación llegó a tal punto que el recurso
del dibujo animado se convirtió en la imagen usada por los técnicos: ‘Poné un pájaro loco
de 7 minutos’, se decía cada vez que era necesario llenar un hueco. (…) El cine, el teatro o
la radio siguieron siendo los lugares de consagración. Esto trajo como consecuencia que el
personal estable de la televisión fuera en general muy joven, con poca experiencia en otros
medios. Con la excepción de algunos ciclos destacados como ‘Teatro del sábado’ o ‘Teatro
universal’ -donde participaron directores muy reconocidos como Armando Discepolo,
Cunill Cabanellas o Esteban Serrador-, la televisión se caracterizó por mostrarse como un
medio muy permeable a la incorporación de personal ‘multifunción’. Los cameramen
pasaron rápidamente a realizar dirección de cámaras y luego dirección integral de los
programas, como Nicolás Del Boca, Edgardo Borda o Pancho Guerrero.

Cantantes/actores/locutores pasaron a conducir sus propios programas. Un caso singular es


el de Blackie, una cantante que en ese momento era conocida por sus incursiones en el jazz
y que, después de cantar en un show de televisión, pasa a producir sus propios programas y
antes de dos años llega a la dirección artística del canal. Por excepcional que parezca la
historia, los casos similares se repiten. La juventud y el amateurismo son dos datos de la
forma de producción de este período”.

http://www.teaydeportea.edu.ar/archivos/los-60-anos-de-la-television-argentina/

También podría gustarte