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Para obtener la trazabilidad de un producto hay que registrar todos los indicios que
va dejando de su paso a lo largo de la cadena alimentaria, estos indicios tienen
múltiples formas de ser registrados y se adaptan al tipo de producto y medidas
específicas de producción, procesamiento, transporte, etc. Los más interesados en
poder acceder a la trazabilidad de un alimento son los Gobiernos, las agencias de
salud, las agencias reguladoras, las agencias de protección ambiental, la industria
alimentaria en su amplio espectro, agricultores y ganaderos, proveedores,
procesadores, distribuidores, mayoristas, minoristas, etc. También son parte
interesada las asociaciones de consumidores, los laboratorios de investigación, en
definitiva, la trazabilidad ha ido adquiriendo cada vez más importancia y es
la herramienta indispensable para poder realizar un seguimiento en la cadena
global de suministros de alimentos desenmarañando la red de empresas por las
que pasa un alimento.
En el caso de un problema de salud pública, como por ejemplo un alimento
contaminado por salmonella o E. coli, agentes químicos contaminantes o fraudes,
el tiempo es un factor determinante que juega en contra de la salud pública,
también afecta a las empresas del sector y a todos los operadores que intervienen
en la cadena alimentaria. La trazabilidad es una herramienta que permite
reaccionar con rapidez e identificar el origen del problema, en consecuencia se
adoptan las medidas necesarias para proteger al consumidor final. Existen
muchos protocolos de trazabilidad, para los vinos, los productos marinos, los
alimentos cárnicos, los productos lácteos… lamentablemente, aunque es algo
cada vez más importante, siguen produciéndose muchos problemas con los
alimentos, uno de los problemas principales es el fraude que además está
asociado a la seguridad alimentaria, basta con dar un vistazo a este post para
tener una ligera idea del alcance de este problema a nivel mundial.