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Universidad de San Buenaventura

Licenciatura en filosofía
Seminario V
Daniel Felipe Calderón Vargas.
Profesor: Franklin Giovanny Púa

¿A quién pertenece el conocimiento? ¿Existen otras formas de conocer?

En el presente texto me propongo hacer dos cosas. En primer lugar, exponer brevemente, lo
que Albán entiende por lo “asimétrico” y lo “desigual”. En segundo lugar, mostrar, en
líneas generales, la solución o alternativa que Albán sugiere en torno al problema de la
“colonialdad del saber”, esto es, aquello que está relacionado con la formación de
subjetividades que se apropian de “epistemes otras” en contraposición a la visión
tradicional o canónica del conocimiento.

1. Lo “asimétrico” y lo “desigual”
Si queremos partir de antónimos o términos contrapuestos y, por ello mismo,
problemáticos, debemos preguntarnos por esos mismos conceptos pero sin la carga de
negatividad o negación evidentes en su enunciación. ¿Qué lo simétrico y lo igual? Al
parecer, si nos ceñimos a la idea general de Albán, debemos aceptar que, al menos en lo
que respecta al conocimiento o a la epistemología, Occidente es afín a lo simétrico y a lo
igual. Esto tiene su explicación en la misma modernidad: ya hemos dicho, en sesiones
anteriores, que Europa tuvo y tiene sus pretensiones de dominio y control sobre el resto del
mundo y han sido los procesos colonizadores lo que le han permitido, al menos, acercarse
al poder absoluto. Ahora ¿qué entendemos por colonialidad? Albán nos va a decir que es el
control de todas las formas del conocimiento y de la producción del mismo, sin dejar a un
lado a las subjetividades que poseen y producen tal conocimiento. La hegemonía del poder,
por consiguiente, es la hegemonía del saber, en tanto que la destreza más determinante de
la Colonia no es la conquista de territorios, sino del conocimiento. Nos dice Albán,
entonces:
Esto nos ha llevado a pensar que ha existido una colonialidad del saber en el sentido de la
producción, organización y distribución de las formas en que el conocimiento se ha
determinado y legitimado en el mundo occidental (Albán, 2013, p. 70).

La Modernidad se caracterizó por la homogenización de la totalidad, en aras de su


comprensión y dominio, es decir, aplicar el principio de identidad a los objetos para
doblegarlos de modo que pudieran ser atrapados merced a la potencia racional expresada en
los conceptos. Lo simétrico quería nivelar la totalidad en función del sistema, aboliendo
cualquier aspereza o contradicción. Mas ¿qué resultó de todo ello? Todo se revirtió y la
intención de aniquilar cualquier sombra de paradoja o absurdo, provocó la aparición de
asimetrías o contradicciones más alarmantes y desconcertantes, es decir, hubo un desborde

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de los límites de la razón. Albán señala las más importantes a simetrías de la modernidad y
la producción del conocimiento: 1) Civilización y barbarie, 2) cultura y naturaleza; 3) razón
e irrazón.

Esta primera asimetría podría entenderse como el movimiento que se produce en la


civilización como la causa de su contrario o, si se quiere, la civilización engendra anti-
civilización. Esto se entiende a partir de la concepción ilimitada del progreso, de modo que
la historia se redujo a una idea lineal y ascendente del tiempo, sin tener en consideración
otras formas de la misma temporalidad (Albán, 2013, p. 73). La segunda asimetría hace
referencia al establecimiento de lo culto, al cultivo del espíritu, en cuanto la cultura y la
naturaleza ocupan ámbitos de representación distintos, pues lo primero se separa de lo
segundo en función de una producción racional (Albán, 2013, p. 74). La tercera y última
asimetría mencionada por Albán está relaciona con la sistematización del conocimiento y
subsiguiente homogenización del saber, provocando que la emergencia de otras epistemes
sea un hecho irrealizable (Albán, 2013, p. 77). Todo esto se enmarca, como el mismo Albán
lo señala, en el establecimiento del binario conocimiento y saber, dado que se le adjudica al
primero el estatuto de cientificidad y al segundo, la producción de las comunidades
consideradas bárbaras o no civilizadas.

Tal separación entre conocimiento y saber, tiene su asidero en el establecimiento de un


lugar de enunciación, en este caso el colonizador europeo, como fuente del conocimiento
legítimo. ¿Se está deslegitimando, por esto mismo, los avances científicos y tecnológicos?
Albán señala que no se trata de negar rotundamente la razón ilustrada, sino de señalar la
irracionalidad que el mismo mito de la modernidad desencadenó en diversos sectores del
mundo: Colonias, Guerras, Genocidios, etc (Albán, 2013, p. 75).

Luego de esta discusión, Albán se propone dar respuesta al siguiente interrogante: ¿el giro
decolonial remite a la necesidad de poner en cuestión nuestros aprendizajes? (Albán, 2013,
p. 76) Ante este interrogante, Albán apela a la idea de pensamientos otros, entendiendo este
otro como un diálogo con las trasformaciones planetarias, es decir, un disrupción o
desgarradura desde el un lugar de enunciación diferente al hegemónico. Sin embrago, ¿qué
se entiende por decolonialidad? Albán apunta a que se trata de una toma de posición
reaccionaria a los paradigmas y presupuestos de las lógicas colonizadoras (aunque la
decolonialidad implique no solamente la de-colonización o sólo dejar de ser colonizados),
con el fin de hacer una lectura de diferentes fenómenos que han afectado al hombre a lo
largo de la historia, en concreto, en la Modernidad. De cara a esto, Albán afirma que: El
ejercicio decolonial precisa revisarse y replantearse las condiciones de construcción de las
subjetividades y el cómo esos sujetos de la historia han estado en ella (Albán, 2013, p. 77)
Tratando de buscar la formación de tales subjetivadas, Albán se encuentra con el problema
epistemológico no simplemente como un tema de índole abstracta o teórica, sino como algo
que afecta la misma a realidad de los individuos, pues la colonialidad implica una suerte de
racismo epistémico (Albán, 2013, p. 78). Este racismo, como se deriva de su misma
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caracterización o adjetivación, se entiende como una violencia contra aquellos que son
considerados como inferiores o menores de edad y, por ende, quien controla los dominios
del conocimiento (Occidente) dicta quién habla y desde dónde habla.

Como alternativa a este racismo epistemológico, Albán asume la postura de Walter


Mignolo quien habla de epistemologías fronterizas (Albán, 2013, p. 77). Esta idea está
encaminada a buscar formas otras de nombrar realidades que, por tradición y poder,
pertenecieron a Occidente. En otras palabras, Albán habla de una restitución de la
diferencia colonial, la cual fue objeto de las pretensiones aniquiladoras de la colonia en
función de un orden universal. Esto se entiende, dice Albán, si se tiene en cuenta que los
problemas gnoseológicos o epistemológicos no sólo hacen referencia a la relación sujeto
objeto y a las características de la representación abstracta, sino que el conocimiento es un
hecho político, cargado de intereses e intencionalidades y ubicado geográficamente. Por
ello, las epistemes fronterizas implican la producción de conocimientos en contextos
específicos, como cada una de nuestras comunidades o instituciones en donde nos
desempeñamos (Albán, 2013, p. 79). El lugar o lo local, entonces, adquieren un rol
determinante en este proceso de reconocimiento de las diferencias, estos hacen parte de la
vida y son fuente relacional con los otros.

Albán termina este apartado citando a Mignolo quien señala que la epistemología fronteriza
puede pensarse como decolonización, o si se quiere, como de-construcción desde la
diferencia colonial (Albán, 2013, p. 81). Ello implica tener en cuenta las experiencias de los
colonizados como experiencias silenciadas, es decir, formas de entender el mundo y de
relacionarse con el conocimiento que fueron mutiladas por las categorías de la Modernidad
colonizadora. Sin embrago, no se trata solamente de descolonizar territorios, sino, como lo
señala Albán, decolonizar mentes.

2. Sujetos y subjetividades: ¿aprender desaprendiendo?


Venimos hablando de asimetrías y contradicciones y, como vemos, Albán nos pone frente a
otra expresión que puede prestarse para equívocos o ambigüedades (diría la lógica):
aprender desaprendiendo. ¿Qué es lo que se debe desaprender? ¿Hemos, en realidad,
aprendido algo o simplemente queremos elaborar una formulación subversiva pero sin
asidero en los planos teóricos y prácticos? Naturalmente, Albán no está desligando este
asunto de la problemática decolonial, esto es, no se pude entender esta aparente
contradicción sin pensar en los alcances del giro decolonial. Albán se pregunta ¿el giro
decolonial implica un proceso de desaprender para aprender de manera otra? (Albán,
2013, p. 83) No se trata de negación nihilista pero sí de una apropiación críticas de los
contenidos culturales que tengan pertinacia o vengan al caso. El giro decolonial, dice
Albán, sugiere un viraje, un voltear la mirada y el pensamiento para identificar lógicas
“otras” de existencia, etc (Albán, 2013, p. 83).

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Tal viraje puede tener lugar si, tal como Albán, se parte de dos conceptos metodológicos
primordiales: el desmarque y el fuera de lugar. El primero hace referencia a dos posiciones:
1) colocarse en un lugar distinto o en fuera de lugar; y 2) como ejercicio crítico de revisión
de las huellas o marcas del proceso colonizador (Albán, 2013, p. 84). El lugar de enunciación
desde el cual se pretende estar en fuera de lugar implica un acto de permanente revisión e
interpelación para no caer en la naturalización. Esto quiere decir que hay una fundamental
necesidad de soltar los amarres que impiden al territorio colonizado adoptar una manera
distinta de ver sus propias realidades. De esta manera, dice Albán, es importante abrir el
campo de las ciencias sociales, en tanto que proceso interdisciplinar que invita a colocar al
pensamiento disciplinar en fuera de lugar para asumirlo de manera otra (Albán, 2013, p.
84).

Lo anterior está en íntima relación con la academia, en concreto, la escuela y la


universidad. ¿Qué papel debe cumplir la educación en el proceso de configuración de una
identidad? ¿Pueden la universidad y la escuela trasformar al sujeto, es más, crear o formar
subjetividades? Albán se pregunta ¿por qué pensar en los sujetos y en las subjetividades?
(Albán, 2013, p. 785) La modernidad entró en una crisis impensable; la racionalidad
desubjetivó al hombre, es decir, se produjo un descentramiento de ese sujeto monádico. Por
ello, Albán nos dice que es importante la formación de subjetividades desmarcadas. Estas
subjetividades serán capaces de reconocer las improntas coloniales de negación, de formas
de saber-ser-conocer no ilustradas, mas, lo fundamental, está en el declaración de la
reexistencia. ¿Qué entendemos por reexistencia? ¿Qué diferencia hay entre reexistir y
reinventase? Albán nos sugiere que:
La reexistencia debe entenderse como la decisión consciente de construir socio-vida aun en
las condiciones más críticas, saliéndoles al paso de lo que Boaventura de Sousa Santos
denomina “las formas de producción de no existencia de la modernidad, como el proyecto
mono-cultural (Albán, 2013, p. 86)

La monoculturalidad es una concentración que, en el fondo, se presenta como una forma de


negación de lo diverso y adverso, en tanto que se entiende como totalidad cerrada y
monolítica que no reconoce las diversidades y las diferencias. El proceso de desmarque, en
este caso, se asume desde los límites de la interculturalidad, como un paradigma disruptivo
que tiene en cuanta la praxis política y la construcción de un mundo más justo. Ahora bien,
Albán nos señala que la interculturalidad como proceso de desmarque necesita de su
tradición un acto concreto o sea, interculturalizar es el sí de la interculturalidad (Albán,
2013, p. 87). Así, la apertura a lo otro (entendiendo a la luz de lo que hemos venido
discutiendo) es condición esencial para el proceso decolonial y, fundamentalmente, de la
descolonización del conocimiento. Lo que se necesite, en breves términos no es más que
subjetividades disruptivas o descolonizadas en todos los ámbitos (¿es esto posible?)
Bibliografía

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Albán Achinte, A. (2013). Más allá de la razón hay un mundo de colores: modernidades,
colonialidades y reexistencias. Santiago de Cuba: Editorial del Caribe: Editorial Oriente.

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