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guiada por la fe
12:00 am
Los trágicos momentos vividos en 1996 no son ajenos a nadie. Aquellos sucesos tortuosos
en los que fueron protagonistas diplomáticos, oficiales del gobierno, militares de alto rango
y hombres de negocios que fueron tomados como rehenes por el grupo terrorista denominado
‘Movimiento Revolucionario Túpac Amaru’ (MRTA) jamás serán olvidados.
Desde la perspectiva del cardenal -en entrevista con Miguel Humberto Aguirre para RPP-,
existe una nueva concepción en lo que es la amistad civil, el amor al prójimo y una nueva
vida política, una regeneración entre las fuerzas armadas y la sociedad civil. Considera que
es meritoria la labor de los comandos Chavín de Huántar debido al contexto en el que se
desarrolló la situación: el Perú entero sufría los azotes del llamado ‘Fenómeno del Niño’, lo
cual complicaba aún más las probabilidades de éxito.
Cipriani se refiere también a los medios de comunicación y la tecnología: considera que debe
haber una apertura en los medios de comunicación, ya que observa que estos tienen una
tendencia determinada a la hora de informar; señala, también, que se debe manejar mejor la
tecnología con el fin de no dejar de lado la verdadera amistad, la relación, la convivencia.
Es aquí cuando Aguirre pregunta: ¿Cómo llega usted a ser un personaje central en esta
situación? Cipriani señala que el Gobierno pidió el auxilio de la Iglesia, y es cuando se le
solicita entrar a la residencia del embajador de Japón y realizar la santa misa para aquellos
que deseen encomendarse. “El 25 de diciembre entré al lugar a realizar la santa misa,
encontré católicos y no católicos, se abrió una esperanza, había un bloqueo que estaba
durando 5 o 6 días que estaba cortando las comunicaciones, quise prepararlos espiritualmente
a los que quieran confesarse, les iba a dar la absolución a todos en caso de emergencia”,
señaló.
Contó también que enseñó a los terroristas la reconocida revista ‘Caretas’, en la que se
evidenciaba el rechazo internacional hacia las acciones tomadas por el grupo subversivo.
“Les enseñé la revista, con la opinión de todas las naciones del mundo, para que vieran que
todos estaban en contra de ellos”, afirmó.
Asimismo, relató que le exigieron que no hablara con los miembros más jóvenes del grupo
subversivo, ya que “eran más fáciles de influenciar”. Sin embargo, cuando tuvo la
oportunidad de hacerlo, señaló que los jóvenes del Movimiento Revolucionario Túpac
Amaru (MRTA) le contaron en qué lugares habían estudiado, que no eran enemigos de la
Iglesia y cuestionaron el por qué Dios permitía que sucedan esa clase de acontecimientos.
“Le doy gracias a dios, rezo por las almas de los que cayeron, por el sufrimiento de los
rehenes, voltear la página no es un tema político, es un tema humano, no podemos seguir
enfrentados en dos grupos, hay que buscar el bicentenario de otra manera. Bendigo a todas
las familias”, finalizó.
(JUAN DIEGO TELLO)
12:00 am
El reloj marcaba las 8:19 de la noche cuando los terroristas ingresaron por el inmueble
colindante que se encontraba vacío, dinamitaron la pared limítrofe y avanzaron a la
residencia. Los asistentes que se encontraban en los jardines entraron en pánico y se
refugiaron dentro de la residencia. Los terroristas que estaban armados les comunicaron que
eran rehenes, empezando así la peor pesadilla…
La sede diplomática había estado custodiada por más de 300 policías y guardaespaldas,
tenía muros de 3.5 m. de alto y rejas en las ventanas con vidrios a prueba de balas y puertas
construidas para soportar el impacto de una granada. Por lo tanto, era un sitio fácil de
defender desde su interior.
El sacerdote jesuita Juan Julio Wicht permaneció en cautiverio voluntariamente, pese a que
los terroristas habían considerado su liberación.
En busca de una solución pacífica, Fujimori nombró un equipo para que sostuviera
conversaciones con el MRTA que incluyó al embajador canadiense Anthony Vincent, quien
había sido brevemente rehén, el arzobispo Juan Luis Cipriani Thorne y un delegado del
CICR. Este equipo estuvo presidido por el entonces ministro de Educación Domingo
Palermo Cabrejos. El 17 de enero se informó que las negociaciones con el MRTA se habían
paralizado.
El 10 de febrero, Fujimori viajó a Londres, donde anunció que el propósito de su viaje era
“encontrar un país que diera asilo al grupo del MRTA”.
Cada tarde, 8 de los miembros del MRTA jugaban fulbito al interior de la residencia por
alrededor de una hora.
TÚNELES BENDITOS
Eran las 3:23 de la tarde del martes 22 de abril de 1997 -habían pasado más de cuatro meses
desde del inicio de la toma- cuando 140 comandos iniciaron la operación Chavín de
Huántar.
Tres cargas explosivas retumbaron en el primer piso donde estaban jugando los
emerretistas. Treinta comandos entraron a la caza de los sediciosos, mientras otro grupo
emergía de dos túneles que llegaban hasta el jardín trasero de la residencia.
Estos heroicos soldados ascendieron rápidamente las escaleras que habían sido colocadas
para ellos. Su tarea consistió en hacer volar una puerta, por medio de la cual fueron
evacuados los rehenes.
Al ocaso del sol, los 14 terroristas del MRTA, un rehén, el magistrado Carlos Giusti Acuña,
vocal de la Corte Suprema herido de bala en una pierna, lo que le causó una violenta
hemorragia provocó su muerte y dos valerosos oficiales, el Teniente Coronel EP Juan Valer
Sandoval y el Teniente EP Raúl Jiménez Chávez murieron en el asalto. Uno de ellos,
protegió al canciller Francisco Tudela mientras este escapaba por la azotea.
Para tal efecto el Gobierno había reclutado en secreto un importante número de mineros a
quienes puso a construir esos túneles con múltiples salidas al interior de la residencia.
Uno de mis compañeros entró corriendo al salón gritando que algo había estallado en la
residencia del embajador de Japón. Nos paramos todos y salimos al pasillo, incluso el
profesor. Alguien sacaba un televisor al corredor y todos nos fuimos arremolinando en
torno a las imágenes. Comandos que salían de la tierra misma, que corrían fusil en mano
hacia la casa. Llevaban escaleras, explosivos plásticos. Camillas. Tiroteos desde la azotea,
explosiones, soldados heridos, rehenes ensangrentados, sorprendidos de estar libres.
Nadie decía una palabra. Todos enmudecimos viendo lo que parecía una película. Y estaba
pasando de verdad, en Lima, a 15 minutos de la universidad. Justo hoy soy 19 años de la
Operación Chavín de Huántar. Pasadas las 3 de la tarde de ese 22 de abril de 1997. Han
pasado los años y he conocido -a unos más de cerca que a otros- a rehénes y comandos de
aquella gesta y siempre que hacía un reportaje se me quedaban pequeños apuntes y algunas
historias en el tintero. Así que aquí van, tal cual me las contaron.
- Cuando los terroristas del MRTA asaltan la residencia, no solo liberaron sin saber a la
madre del presidente Alberto Fujimori. Al pasar lista para identificar a sus prisioneros, pese
a ir de civil, Luis Giampietri se identificó como almirante en retiro de la Marina de Guerra.
Dijo también que en momento integraba el directorio del Instituto del Mar del Perú. Lo que
no les mencionó a los terroristas es que pertenecía en actividad a la Fuerza de Operaciones
Especiales (Foes), especialista en demolición submarina. Tampoco les dijo que fue el
primer jefe e instructor de la Unidad de Combate Especial (UCE) de la Armada, que al final
fueron parte de los comando Chavín de Huántar que recuperaron la residencia.
- El almirante Giampietri, consideraba que su deber como militar era escapar del cautiverio.
Desde que ingresó la Cruz Roja llevando colchonetas para que duerman, se llevaba los
envoltorios plásticos en los que venían. Con el tiempo, llegó a tejer a escondidas una cuerda
de 4 metros de largo, que ocultó en 10 pedazos diferentes por todas las habitaciones del
segundo piso, donde dormían.
- Hace unos días, el almirante me contó esto sobre el momento mismo del rescate hace 18
años: "Coné es el terrorista que mataría a (el coronel Juan) Valer. Subió a nuestra
habitación, porque todos los días hacían un ensayo de ejecución de rehénes e iban a las
habitaciones y apuntaban a dos o tres que eran sus blancos. En mi habitación eran
(Francisco) Tudela, (Pedro) Fujimori y (Pedro) Aritomi. Hacían como que les disparaban y
se iban. Cuando sube, yo lo he visto entrar buscar a Tudela con la mirada, para matarlo. Ya
le habíamos advertido del operativo y no estaba allí. Cuando “Coné” los ve escapando, les
tira una granada que hiere al canciller Tudela con esquirlas y le arranca un pedazo de muslo
a Aritomi.
- Un par de horas después, el propio Francisco Tudela completaría para mí la historia: “Yo
ya estoy en la terraza y (Coné) empieza a dispararme desde el interior. Primero tira una
granada que por suerte estalla en el aire, golpea en la puerta. Como eso no me mata y sigo
avanzando, me dispara 3 veces. La primera vez me raspa el antebrazo derecho. La segunda,
la bala estalla frente a mis ojos y los llena de cemento. Esa bala por centímetros no me da
en la cabeza; la tercera ya me da, cuando llego al final. Me hiere en la pierna y se lleva dos
pulgadas de peroné”.
- Esa es la imagen que más recuerdo de ese día. La camisa blanca y el pantalón beige de
Tudela manchados de sangre. Roja, muy brillante. Tenía la pierna rota y 60 esquirlas de
granada en la espalda (aunque él no lo sabía aún). Hasta hoy vive con 21 pedazos de
metralla alojados en el cuerpo.
- Jiménez era teniente ascendido póstumamente a capitán del Ejército. Murió cuando el
grupo de comandos que encabezaba intentó forzar su entrada por el área de servicios. Los
terroristas habían dejado trampas cazabobo que estallaron y tiraron aturdidos hacia atrás a
los soldados. “¡Vamos, comandos!” gritó Jimenez a la cabeza de sus hombres en medio del
humo, y se metió por el hueco abierto en la pared, como primer hombre. Recibió tres
balazos que lo tumbaron nuevamente. Eso no detuvo a los que iban detrás de él. Le arrojan
al capitán herido una granada; las esquirlas le abren el cuello con un tajo de 8 centímetros y
le arrancan la pierna al capitán Raúl Cruz Jarama.
- Cuando los comandos rescatan el cadáver de comandante Juan Valer, entre sus
pertenencias encontraron esta carta escrita a mano, horas antes de asaltar la residencia:
“Si tengo que luchar hasta la muerte para verte libre y limpio de daño, lo haré con tal de
mantener nuestra libertad, soberanía y poder escuchar al fin con satisfacción y orgullo el
comentario:
'El murió como un soldado, cumpliendo con su misión y pidió a todo el mundo que lo
recuerden como Valer. Valer fue nuestro compañero y amigo fiel'
Que Dios los bendiga,
Atentamente, Comando Valer”.
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