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LAS CUENTAS DEL PRISIONERO Finanzas No Aptas para Menores
LAS CUENTAS DEL PRISIONERO Finanzas No Aptas para Menores
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Cómo le expliqué las Finanzas básicas,
y su aplicabilidad práctica en la empresa y en la vida,
a mi compañero de celda.
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© 2011 - Ignacio Pradera.
ISBN: 978-84-614-9293-0
Depósito Legal: M-23893-2011
Título:
LAS CUENTAS DEL PRISIONERO – ¡Finanzas no aptas para menores!
Autor: Ignacio PRADERA RIVERO
Idioma: Castellano
Bubok Publishing
Impreso en España.
www.lascuentasdelprisionero.com
A todos los lectores de la
“La Piscina de tus sueños”,
con enorme gratitud…, ¡y admiración!
La celda ............................................................................ 17
La condena ....................................................................... 21
La jerga taleguera ............................................................. 27
El abogado........................................................................ 33
El recuento matutino ........................................................ 39
El comedor ....................................................................... 43
El patio ............................................................................. 53
La siesta............................................................................ 67
El polideportivo................................................................ 73
La ducha ........................................................................... 87
El teléfono ...................................................................... 101
La llamada ...................................................................... 107
El sociocultural............................................................... 117
La biblioteca................................................................... 127
El salón de actos............................................................. 143
La comunicación ............................................................ 159
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Acerca del autor
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Introducción
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conocimientos financieros más elementales. Tener una imagen mental
clara y simple nos permite entender mejor la economía doméstica, la
empresarial y hasta incluso la nacional o pública.
El dinero debe ser considerado como un medio y no como un fin.
El fin somos siempre las personas y nuestra felicidad. Ahora bien, si
no sabemos gestionar el medio, ¡jamás conseguiremos el fin! Todo
proyecto, tenga o no ánimo de lucro, debe tener viabilidad financiera
para que pueda desarrollarse y cumplir sus objetivos.
Sólo las empresas que consiguen beneficios a medio y largo
plazo contribuyen a generar empleo estable y a pagar los impuestos
que se traducen en ingresos públicos. Muchas compañías cierran, con
todas las consecuencias negativas que ello conlleva, tras ser lideradas
por personas con amplios conocimientos del producto y/o del
mercado, pero con un desprecio total por las finanzas. No debemos
desentendernos de las cuentas con el pretexto de que no es lo nuestro.
Saber algo de números y contribuir al beneficio de las empresas en las
que trabajamos, y del país en que vivimos, tiene mucho más que ver
con la responsabilidad social que todos tenemos, que otras actuaciones
aparentemente muy altruistas, pero que posteriormente demuestran
tener una eficacia reducida o dudosa. Una divulgación de las nociones
financieras básicas puede mejorar la cultura financiera general y
ayudar a que todos, con independencia del rol que nos esté tocando
jugar, entendamos un mismo lenguaje y podamos evaluar mejor el
impacto de nuestras decisiones en el futuro económico de todos.
El análisis correcto de los números es básico, pero sin olvidar
que debemos añadir poesía a la prosa financiera. El artista no puede
pintar cuadros sin dominar los aspectos técnicos, pero no debe olvidar
que debe añadir arte a sus obras, si pretende emocionar con ellas. La
técnica del análisis financiero debe complementarse con el arte de la
gestión, con el de aplicar políticas adecuadas para conseguir que las
cuentas privadas y públicas reflejen realidades empresariales y
sociales cada vez mejores y justas. De hecho, esa búsqueda del difícil
equilibrio entre eficiencia y equidad, entre razón y emoción, entre
prosa y poesía, entre técnica y arte, entre economía y política, debe
enmarcar —y también diferenciar y caracterizar— cualquier actividad
humana. Si somos ignorantes financieros, ¡jamás lo conseguiremos!
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Los muros de la cárcel encierran un mundo amenazador,
inquietante y desconocido para la mayoría.
Se trata de un lugar en el que sólo sobreviven los más
fuertes, los que se saben adaptar, aquellos que aprenden
rápidamente a interpretar los códigos internos no escritos, a
conocer el significado de todo, a deshacerse de sus arraigados
prejuicios y a actuar conforme a unas nuevas pautas de
comportamiento, algo que nadie les había enseñado jamás.
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siente una perita cuando se la follan así de mal, tal como seguro has
hecho tú para que te enchironaran.
— ¡Yo no he violado a ninguna mujer jamás! —le niego su
acusación muy asustado, completamente atenazado por los nervios,
mientras trato de evitar que las piernas me continúen temblando.
Me vienen a la mente las explicaciones de mi abogado. Me
informó de que a todos los que entran en la cárcel por primera vez, y
también a los condenados por delitos de agresión sexual (muy mal
vistos por el resto de los internos), los intentan enviar a módulos
suaves. Los llaman así, porque los presos de esas galerías son
tranquilos y, por tanto, no suelen molestarles. Se trata de internos que
evitan meterse en líos, al estar próximos a conseguir la libertad o a que
les concedan permisos u otro tipo de beneficios penitenciarios. Pero
en mi caso, debido a la gran saturación del centro, el letrado que lleva
mi caso me dijo que no pudo impedir que me asignaran un módulo
duro. Me advirtió que, muy a su pesar, me encontraría con preventivos
reincidentes y con condenados a largas penas, cuya desesperación les
lleva a comportamientos muy violentos, peligrosos ¡e imprevisibles!
— ¡Te veo muy, muy jiñado, tío! —exclama ahora, mientras se
carcajea muy ruidosamente, interrumpiendo mis pensamientos—.
Recuerda que, aquí en el talego, para cagar ¡hay que ir al tigre!
Sé que llaman así a ese horrible váter sin taza que usan
poniéndose en cuclillas con un pie a cada lado del agujero, debido a
que el ruido del agua al tirar de la cadena recuerda al rugido de ese
animal. Recuerdo haberlo visto en la película española que fuimos a
ver el otro día con unos amigos, esa en la que un funcionario lo pasa
muy mal tras quedar atrapado durante un motín carcelario.
— Si no eres un violeta —continúa vociferando mi “amable y
educado anfitrión”—…, ¡¿qué coño has hecho para entrar en el
talego?! No tienes pinta de tener huevos para haber hecho algo gordo.
— Pues ya ves…— le digo, encogiéndome de hombros.
— ¿No serás un madero infiltrado que viene a enterarse de lo
que la peña está tramando ahora, verdad…? Si descubro que es así —
añade—…, ¡tienes mi palabra de que no sales de aquí con vida!
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La condena
— ¿Y dices que te han condenado por un marrón que tiene que ver
con la pasta? —me pregunta con entonación de parodia, mientras se
levanta de la cama y camina por la celda, contorneándose de manera
exagerada—.Ya te veía yo pinta de haber cometido un delito fino y
elegante, ¡sí, señor! —añade carcajeándose.
— ¿Eso es lo que piensas? —le pregunto asustado y aturdido.
— No eres el primer menda con muchos estudios que meten
entre estas rejas, ¿sabes? Aquí dentro, he conocido “distinguidos”
empresarios y financieros como tú. También han pasado algunos
políticos corruptos, aunque no todos con títulos…. Todos, eso sí,
personas famosas que, al parecer, se habían pasado de listillos con
negocios turbios. Sabes muy bien de lo que te hablo, ¿verdad?
— Por los medios de comunicación, todos sabemos que
personajes conocidos han sido condenados por delitos relacionados
con la obtención ilegal de dinero…. Y te puedo asegurar que me
parece asombroso estar encerrado en la misma prisión en la que han
estado alguno de ellos. Ésta en concreto, la había visto por fuera varias
veces, ¡pero nunca pensé que llegara a hacerlo por dentro!
— Muchos compis se quejaban —me explica—, al ver que eran
los niños bonitos de los miembros de la Junta y que, por eso,
conseguían todos los beneficios penitenciarios mucho antes. Todo el
mundo sabía que eran los enchufados de los funcionarios, pero
tenemos que reconocer ¡que nos venía bien a todos el que la prensa
estuviera tan pendiente de ellos…! Además, gracias a sus clases,
aprendimos mucho en los talleres de reinserción. Algunos de esos
manes, como dicen los compis colombianos, ¡eran unos aviones!
— ¿Unos aviones? —mi ignorancia sobre el significado de los
términos de la jerga carcelaria me obliga a volver a preguntar.
— Eran vivos, espabilados, ¡que no te coscas de nada, tío! —me
dice sonriente, dirigiéndose a mí con una actitud claramente mucho
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muchos años, como pasa fuera. Plajeando, esto se hace algo más
soportable, tío. Las pastis también nos ayudan a ir tirando, ¿sabes?
— Pues, como médico, te recomendaría que abandonaras esos
malos hábitos cuanto antes —le digo como de pasada, quedándome a
la espera de su reacción, mientras me abrocho los pantalones.
— ¡¿Como médico?! ¡¿Pero no me has dicho antes que te habían
condenado por un trapicheo de jayeres?! —me pregunta poniendo una
expresión de cara que refleja una mezcla de asombro y desconfianza,
mientras deduzco que así deben llamar al dinero.
— Sí, sí, has oído muy bien —le respondo satisfecho de haber
conseguido intrigarle—, ¡pero no te mentí antes! Ejercí como médico
durante unos años —le aclaro—, pero luego pasé al mundo de la
gestión empresarial. Fue entonces cuando me di cuenta de que las
cuentas financieras son algo parecido a los análisis de sangre: te
aportan unos indicadores cuantitativos que te permiten medir, a lo
largo del tiempo, la evolución del estado de salud de la compañía.
— ¡No me digas más, primerizo! —exclama, mientras se acerca
hacia mí y apoya su cabeza en mi hombro—: tú debes de ser un jodido
lavador, y la pasma te ha enganchado blanqueando dinero con esas
redes de sociedades fantasma que tanto os gusta montar a los ricos y
avariciosos, ¿verdad? —me susurra en el oído.
Siguen contrastando los cuchicheos actuales del energúmeno
éste con sus berridos iniciales. Es como si el león enjaulado hubiera
dejado de rugir a algo que consideraba una intrusión en su espacio o
una presa fácil. La fiera parecía haberse amansado, sin duda alguna
por egoísmo, por algún interés personal relacionado con mi perfil
profesional, el cual supongo que no tardaré en descubrir.
— ¡¿Pero cómo se te puede haber ocurrido eso, hombre?! —le
desmiento categóricamente sus últimas conjeturas.
— Mientras muchos no tienen ni pa come, como dice la Juani,
vosotros os hincháis a ganar dinero negro que os lleváis a paraísos
fiscales en los que no se pagan impuestos…; ¡y tenéis los santos
cojones de llamar ingeniería financiera a esta vulgar chorizada!
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La jerga taleguera
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El abogado
— Por lo que me hablas del menda que está llevando tu caso. Veo que
es peor todavía que mi tinterillo…, ¡que ya es decir! —exclama
decepcionado de su letrado—. Con ese puto incompetente, al paso que
vamos, me terminaré ¡comiendo toda la condena a pulso!
— En lo que a mi abogado se refiere —le digo con la misma
rabia e indignación que me invaden cada vez que me acuerdo de ese
individuo—, me aseguraron que se trataba de un crack del derecho,
pero conmigo no lo ha demostrado, ¡desde luego que no!
— Por la pinta de rico que tienes, seguro que no era de oficio.
— ¡Por supuesto que no! —le confirmo con vehemencia y
rabia—. ¡Menudas minutas he tenido que pagar al cabrón ese!
— Veo que demostró ser mucho más hábil sacándote los
cuartos, ¡que los años de condena! —me dice riendo—. ¿De dónde lo
sacaste? —me pregunta a continuación con curiosidad, mientras
sugiere que nos sentemos mediante un ademán.
— Se trata de la pareja actual de la mejor amiga de mi esposa —
le informo—. Ella nació en París, aunque es de padres españoles y
lleva muchos años viviendo en nuestro país —le detallo algo más—.
La pobre se quedó viuda hace un año inesperadamente. Tras unos
meses en los que se encontró muy sola y triste, empezó a salir con el
abogado ese, que se había divorciado en varias ocasiones.
Recientemente, y tras poco tiempo de relación, decidieron empezar a
vivir juntos en una preciosa y lujosa casa propiedad de ella.
— ¿De dónde saca tanta pasta esa tía? ¿Es una puta cara?
— ¡No seas tan mal pensado, hombre! —se lo desmiento
rotundamente—. Brigitte, una mujer guapa y elegante, se casó con un
multimillonario cuya fortuna le permitió a ella dejar de desfilar por las
pasarelas de moda, pero no pudo evitar que el corazón le fallara a él,
el día menos pensado, de repente y sin previo aviso. Una nueva
demostración de que el dinero no lo consigue todo, supongo.
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existencias (la Merca); el 3º, las cuentas a cobrar (el Jari) y el 4º, el
dinero en efectivo que tenéis en caja y bancos (el Peculio).
— Si pensáis en los cuatro grados en los que nos tienen
clasificados a todos los compis en todos los talegos —interviene
Malamata, recordando el pequeño truco nemotécnico que se me
ocurrió en el patio—; ¡será algo que no se os olvidará en la vida!
— ¡Excelente aportación! —le agradezco, mientras observo
cómo dibujan —. Os recuerdo también que, a los Activos que tienen el
nivel más bajo de liquidez (razón por la que los situamos en la planta
más baja), los llamamos Activos No Corrientes o también, si
queremos simplificar las cosas, Inmovilizados.
— ¡Son inmovilizados, porque son como los mendas
clasificados en 1er grado, los que están en régimen de aislamiento en el
chopano! —me sigue ayudando el boxeador, utilizando esas analogías
penitenciarias, mientras pone cara de sabelotodo.
— Y recordad todos también —continúo tras la oportuna
interrupción— que las otras plantas forman el Activo Corriente.
— Todos esos activos corren lo más rápido que pueden hacia el
4º grado, hacia la libertad condicional, ¡igual que hacemos nosotros!
—me sigue ayudando mucho mi peculiar asistente.
— ¡Exacto! —confirmo la importancia del concepto—. El
mejor gestor del Activo Corriente es el que consigue Rotaciones
elevadas de sus elementos, es decir, el que hace posible que las
existencias se conviertan en dinero líquido en poco tiempo.
— Veo que, en el Activo Corriente, hay que moverse como en
las fugas —mete baza el Jari—: ¡hay que actuar en un plis plas!
— Como sabéis —continúo sonriente tras la ocurrencia—, el
importe monetario al que están valorados los elementos que contiene
cada planta nos determina la altura de la misma. El porcentaje de la
altura de cada planta sobre el total es algo muy importante. Debemos
conseguir que las alturas sean proporcionadas y, también, que tengan
el tamaño mínimo posible.
— ¡Hecho, Piscinas! —exclama Malamata, adoptando una
actitud disciplinada y colaboradora que choca, por absolutamente
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Dos horas más tarde, tras observar en el comedor que todos los
presos se habían afeitado y perfumado como ningún día, y estaban de
mejor humor, entro en comunicaciones. El funcionario me indica la
cabina que me corresponde, y me introduzco en ella.
Tal como me habían advertido, el olor es inaguantable y el ruido
de gente gritando, para poder ser oídos a través de los cristales, es
infernal. Me siento en la silla y espero. Noto como una enorme
descarga de adrenalina me recorre de arriba a abajo, provocándome
palpitaciones, sudoración de manos y boca seca.
Unos minutos más tarde, que se me hacen eternos, la puerta del
otro lado se abre. Veo como entra, únicamente, el engreído de mi
abogado. Ni rastro de mi mujer o de alguno de mis hijos. Va vestido
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con un entallado traje de la mejor tela, por el que asoma una camisa de
cuello muy alto y adornado con un enorme nudo de corbata. Unos
horribles gemelos dorados, a juego con un ostentoso reloj, llaman
también la atención en su aparatosa indumentaria.
— ¿Cómo estás? —me pregunta, mientras cierra la puerta.
— ¿Dónde están mi mujer y mis hijos? —le pregunto, una vez se
ha sentado en la silla del otro lado del cristal.
— Tu mujer ha preferido no venir —me contesta.
— ¡¿Por qué?! —le vuelvo a preguntar inmediatamente.
— Dice que prefiere que te lo explique yo.
— ¡¿Qué me tienes que explicar?! —exclamo nervioso.
— En la cena que tuvimos en mi casa la noche que nos
conocimos, pasó algo muy especial, ¿sabes? —me dice como si yo no
tuviera nada que ver con ella—. Con tan solo cruzar unas miradas,
¡nos dimos cuenta de que encajamos a la perfección!
— ¡¿En tu casa o en la de Brigitte?! —le pregunto indignado.
— ¿Qué más da eso ahora?
— ¡Eres un sinvergüenza! —le grito furioso.
— ¡Tranquilízate, por favor! —me recomienda con una
parsimonia que todavía me irrita más—. Hablemos como seres
racionales, afrontando la realidad tal como es —añade con un cinismo
increíble—. Los humanos somos superiores a los animales, gracias a
nuestras capacidades para dialogar con lógica.
— ¡¿Superiores a los animales por nuestro comportamiento
racional, dices?! —le replico indignado—. Pues a mí me pareces un
bicho de lo más dañino, ¡una víbora asquerosa que se comporta
movido únicamente por los instintos más primitivos y ruines!
— Antes de que intentaras desviar la conversación dejándote
llevar por tus emociones —continúa como si nada—, te estaba
hablando de lo que sucedió entre tu mujer y yo esa noche…
— Ya vi que no le quitabas el ojo de encima, ¡cabrón de mierda!
—le grito, a la vez que me levanto de la silla y golpeo el cristal con
los puños—. ¡¿Pero no organizaste una fiesta para anunciarnos que te
ibas a casar con su amiga Brigitte?!
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