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Aspectos que debe contemplar la estructura de un programa y

las consecuencias en la formación.

Chile invierte en educación un 7,5% de su Producto Interno Bruto, cifra


considerable y que supera incluso al de varios países desarrollados, como
Finlandia o Estados Unidos, por nombrar a algunos.

¿Si se invierte más que países con mejores resultados, dónde se encuentra el
problema?

El sistema educacional chileno es descentralizado; la administración de los


establecimientos está a cargo de personas o instituciones municipales y
particulares llamados sostenedores, quienes asumen ante el Estado la
responsabilidad de mantener en funcionamiento el establecimiento
educacional.

Pero lamentablemente, nuestro país se encuentra seriamente segmentado,


donde quienes más tienen asisten a establecimientos privados, le siguen
subvencionados y en el último peldaño, se encuentran los colegios
municipalizados.

Si bien la cobertura del sistema educacional chileno es prácticamente


universal. La matrícula en Educación Básica (EGB) alcanza al 99,7% de los
niños entre 6 y 14 años. En el caso de la Educación Secundaria la cobertura de
la matrícula es de 87,7%, de los adolescentes entre 15 y 18 años. Esta
universalidad no está dada en cuanto a calidad educacional.

Un mismo programa educativo, no rinde los mismos frutos, para un alumno de


un colegio cota mil, que para uno estudiante de escuela municipal. De partida,
se diferencian en tipos de docentes, infraestructura, herramientas
educacionales, tipos de tecnologías y primordialmente en la capitalización
cultural que es entregada por el hogar.

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