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ASPECTO POLÍTICO DEL ONCENIO DE LEGUÍA

El oncenio de Leguía, bautizado por él mismo como "La Patria Nueva", significó el final
de la supremacía política de la oligarquía civilista, la cual pasó a ser hostilizada
duramente por el régimen.

Significó un intento de acabar con las tradicionales formas de hacer política; sobre
todo se buscó dar participación en la política a sectores sociales históricamente
marginados como eran la clase media y el pueblo.

Se intentó, sin éxito, modernizar al Estado, lo cual, como dijimos antes, significaba una
voluntad de ruptura con los viejos esquemas políticos del Perú del siglo XIX.

Otra muestra de este intento de querer dejar atrás los viejos esquemas políticos del
siglo XIX fue la derogación de la Constitución de 1860 y la promulgación de una nueva
Carta Magna en 1920.

El jurista Mariano H. Cornejo es considerado como el padre de esta nueva


Constitución. En esta nueva constitución se elevó el período presidencial de cuatro a
cinco años, asimismo el Estado reconoce y protege a las comunidades indígenas, se
prohíben los monopolios y se someten las propiedades a las leyes del Estado. Por otro
lado, quedaba prohibida la reelección presidencial inmediata; sin embargo, Leguía
pudo ser reelegido dos veces: en 1924 y 1929, gracias a las reformas constitucionales
de 1923 y 1927 con las cuales quedó legalizada la reelección.

El "oncenio" fue una dictadura civil disfrazada de democracia la cual se caracterizó por
una constante persecución y hostilización a los opositores al régimen, principalmente
líderes del Partido Civil, a quienes se les aplicaba duras sanciones que iban desde la
deportación hasta los encarcelamientos e inclusive, en algunos casos se habría
llegado hasta los asesinatos extrajudiciales.

Dentro de esta actitud de falta de respeto a las libertades democráticas, la censura a


los diarios de oposición al régimen destacó nítidamente; así tenemos, por ejemplo, el
caso del diario "El Comercio" de marcada filiación civilista, el cual fue saqueado e
incendiado por los simpatizantes del gobierno sin que las fuerzas del orden hiciesen
algo para evitarlo. Pero todo este aparato represivo del "oncenio" estuvo coordinado
por la policía secreta, la cual estuvo dirigida por el primo del dictador, Germán Leguía.
Por otro lado, los movimientos obreros también sufrieron los embates de la represión
con lo cual terminaron sumamente debilitados, ocasionando que el anarquismo
perdiese fuerza dentro de las organizaciones obreras.

A pesar de este panorama sombrío para las libertades políticas, se van a dar los
espacios para la aparición de nuevos movimientos, inicialmente clandestinos, que en
el futuro se convertirían en los referentes políticos más importantes del siglo XX.

Hablamos por un lado del A.P.R.A. (Alianza Popular Revolucionaria Americana)


fundada en 1924 en México por el exiliado joven sanmarquino Víctor Raúl Haya de la
Torre. El A.P.R.A era un movimiento de juventudes de clases medias con una
marcada posición antiimperialista norteamericana. En 1930, luego de regresar de su
exilio, Haya de la Torre fundó el Partido Aprista Peruano. Por otro lado, en 1928, el
joven autodidacta de origen pobre, José Carlos Mariátegui, fundó el Partido Socialista
Peruano, cuyo planteamiento era transformar desde sus bases a un país semi colonial
como era el Perú, con una economía semi feudal y que estaba sometido a presiones
del imperialismo capitalista del occidente.

En 1923, se permitía la reelección presidencial para un solo período, mientras que con
la encomienda de 1927 no se ponía límite al número de veces que podía reelegirse al
presidente.

ASPECTO INTERNACIONAL.

En el aspecto internacional, el gobierno de Leguía va a procurar solucionar los


problemas limítrofes aún pendientes.

Así pues, se firmó con Colombia el Tratado Salomón-Lozano en 1922 con el cual se
cerró al viejo problema fronterizo sobre la selva norte en disputa con el vecino del
Norte desde fines del siglo XIX. Lamentablemente la solución no fue positivista para el
Perú; el gobierno de Leguía entregó a Colombia los territorios comprendidos entre los
ríos Caquetá y Putumayo y el llamado Trapecio Amazónico, a cambio los colombianos
nos cedieron el Triángulo de Sucumbios.

Este tratado fue lesivo para los intereses del Perú, pero permitió a Colombia tener
acceso a la libre navegación por el Río Amazonas. Además, se puso fin al tema de
Tacna y Arica, ya que Chile no había mostrado voluntad para la realización del
plesbicito. Con la firma del Tratado de Lima de 1929: Rada Gamio-Figueroa Larraín; el
Perú recuperaba Tacna y Chile se quedaba con Arica a perpetuidad.

Por otro lado, se va a producir el Laudo de París sobre los yacimientos de la Brea y
Pariñas en manos de las empresas New Jersey Oil Company y Estándar Oil Company.

La Corte internacional de París falló a favor de las petroleras norteamericanas. Así el


Perú renunciaba a los impuestos que las petroleras debían pagarle durante cincuenta
años, así como renunciaba al canon petrolero y se comprometía a no elevar en veinte
años los impuestos a la exportación del petróleo.

Asimismo, en este gobierno, se amplió la concesión de los ferrocarriles del Perú a


noventa y nueve años a la Peruvian Corporation.

El Presidente de Estados Unidos Calvin Coolidge había propuesto que Tacna y Arica
pasasen a manos de Bolivia, cosa que ni el Perú ni Chile aceptaban.

http://todosobrelahistoriadelperu.blogspot.com/2012/02/el-oncenio-de-leguia.html

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