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Expo G5 D-Pub Tema. - Delimitación de Espacios Marinos
Expo G5 D-Pub Tema. - Delimitación de Espacios Marinos
Supuestos de delimitación
En el Derecho del Mar clásico la delimitación lateral se agotaba a muy pocas millas
de la costa, en un mar territorial estrecho, eventualmente complementado por una
zona contigua proporcionada a la anchura de aquél. En cuanto a la delimitación
frontal, se presentaba sólo en estrechos internacionales o en golfos y bahías de
boca no muy amplia bajo más de un soberano. Las líneas de base seguían en
general la bajamar y las iniciativas unilaterales que se separaban de ella no solían
ser descabelladas. La equiparación del territorio insular al continental como factor
de atribución de espacios marinos no planteaba normalmente problemas agudos
porque, a fin de cuentas, la proyección de la tierra sobre la mar era modesta y los
intereses en juego limitados. El aprovechamiento de los recursos del lecho y
subsuelo marinos apenas había comenzado y la explotación pesquera era marginal
en la mayoría de los países.
El acuerdo de delimitación no tiene por qué ser un tratado formal. Puede ser incluso
tácito. Pero siendo la delimitación un asunto de gran importancia dicho acuerdo,
como ha advertido la Corte Internacional de Justicia (Controversia territorial y
marítima entre Nicaragua y Honduras en el mar Caribe, 2007), no puede presumirse
fácilmente. Quien afirma su existencia ha de probarlo convincentemente. Este es
uno de los puntos más atractivos de la controversia marítima (2008) pendiente ante
la Corte entre Perú y Chile, el primero negando y el segundo sosteniendo la
existencia de un acuerdo que fijó la divisoria siguiendo el paralelo en que la frontera
terrestre llega a la mar.
1) ¿Puede ser acaso el mal tono general de relaciones entre los ribereños
interesados en la delimitación el primero de ellos? No necesariamente. Si una de-
limitación es muy problemática vecinos que se llevan bien preferirán aparcarla, para
evitar que se convierta en una fuente de conflicto. España y Francia, por ejemplo,
lograron concluir un acuerdo de delimitación de la plataforma continental en el golfo
de Vizcaya (1974), pero se abstuvieron de seguir adelante con una negociación
paralela en el golfo de León, una vez advertidas sus posiciones inconciliables. En
sentido contrario, una mala relación general impide los ejercicios de cooperación en
la zona fronteriza pero puede, por lo mismo, urgir la delimitación en búsqueda de
seguridad y certidumbre. El acuerdo entre Cuba y Estados Unidos (1977) ofrece al
respecto un ejemplo paradigmático.
2) El primer obstáculo nace de la afirmación por una de las partes de que el acuerdo
ya existe y nada hay, pues, que negociar. Si hay un acuerdo en vigor ha de aplicarse
(CONVEMAR, arts. 74.4 y 83.4). Normalmente el Estado que sostiene este punto
de vista, rechazado enfáticamente por su vecino, suele ser el beneficiario del statu
quo y actúa consciente de que la línea que dice acordada o consentida es
claramente inequitativa. Así, por ejemplo, Honduras se empecinó en la presunta
existencia de un acuerdo tácito con Nicaragua que habría fijado la frontera marítima
en el paralelo 15º N, hasta que la Corte Internacional de Justicia hubo de
desmentirla (Controversia territorial y marítima entre Nicaragua y Honduras en el
mar Caribe, 2007). Asimismo, Colombia se encastilló en transfigurar el meridiano
82º, una línea de separación de archipiélagos según un tratado de 1928 y protocolo
de 1930, en divisoria de espacios marinos, hasta que también la Corte desautorizó
su infundada —e interesada-interpretación (Controversia territorial y marítima,
Nicaragua c. Colombia, 2007)…
c) El empleo de las líneas de base y sus puntos de apoyo. Las discrepancias pueden
versar sobre los criterios para establecer el punto de partida de la línea cuando el
término de la frontera terrestre, como ocurre con los deltas fluviales, es muy
inestable; la línea de la bajamar; la procedencia y aplicación del método de líneas
de base rectas, sea por su longitud, por su dirección (separándose de la general de
la costa) o por los puntos de apoyo escogidos (bajíos más allá del mar territorial,
puntos de apoyo acuáticos o en territorio extranjero…); la pertinencia del cierre de
bahías y deltas; la procedencia y aplicación del principio archipelágico… De ahí que
pueda decirse que cuando las partes se ponen de acuerdo para, por ejemplo, trazar
una línea de equidistancia, los problemas apenas están comenzando, porque la
equidistancia necesita referencias y los negociadores pueden estar en esto en
profundo desacuerdo. Salvarlo requiere una cierta imaginación, sentido práctico y
mucha voluntad política. En 1977 Cuba y Estados Unidos trazaron una mediana
entre dos líneas de equidistancia hipotéticas, una que tomaba como base la línea
de bajamar, ignorando las líneas de base rectas cubanas, y otra que partía de
ellas… y de las líneas de la misma especie construidas al efecto por Estados Unidos
en el sur de Florida. Así alcanzaron un acuerdo.
Entregada a la prudencia de las partes, no faltan casos en que una hábil mediación
(como la papal, con posterioridad al laudo de 1977, en el asunto del Canal de
Beagle) o una conciliación (como la habida en el caso de la delimitación de la
frontera marítima entre Islandia y Noruega, 1981) permite desandar los pasos
perdidos en pos del acuerdo. Pero también cabe que las partes atribuyan
competencia a jueces o a árbitros al margen de las previsiones de la CONVEMAR,
buscando un pronunciamiento que: 1) haga las veces del acuerdo de delimitación;
2) fije el marco necesario —los principios— de dicho acuerdo; ó 3) resuelva los
puntos aún polémicos del trazado de una línea por lo demás ya convenida.