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La historia intelectual

en la era del giro cultural*

Peter Burke

Universidad de Cambridge

El cuestionario acerca del “mapa” de la histo- exitosos de la historia intelectual. En el mun-


ria intelectual del presente que me invitaron a do angloparlante existe la “historia intelec-
responder es lúcido y agudo, pero mi respues- tual” en sentido estricto, tal como se la practi-
ta quizá exija una breve aclaración. Será limi- ca en la línea que podríamos denominar el
tada, en particular en dos aspectos. “eje Cambridge-Baltimore” de John Pocock,
En primer lugar, voy a privilegiar los estu- Quentin Skinner y sus numerosos seguido-
dios sobre Europa de especialistas europeos y, res.1 En el mundo germanoparlante, existe la
dentro de este ámbito, los escritos en inglés, Begriffsgeschichte que practicó con brillantez
simplemente porque son aquellos con los que Reinhart Koselleck y fue institucionalizada en
estoy más familiarizado (Cambridge aparece los múltiples volúmenes de Geschichtliche
de modo recurrente como sitio de publicación Grundbegriffe. Durante mucho tiempo, una
en las notas al pie, un recordatorio de que frontera tanto intelectual como lingüística se-
incluso en un mundo en globalización el sitio paró estos dos enfoques sobre las ideas, una
fijo sigue siendo importante para la comuni- frontera que en el último tiempo se volvió
cación como para la producción de ideas). más fácil de cruzar, en particular gracias a los
Para compensar esta limitación, no voy a res- esfuerzos diplomáticos de Melvin Richter.2
tringir la argumentación a la “historia” en un No es mi intención sugerir que estos dos
sentido restringido ni al período moderno enfoques iluminadores se hayan agotado,
temprano en el que me he especializado, sino aunque considero que transcurrido el espacio
que abarcará desde el mundo antiguo hasta el de una generación, en términos intelectuales
siglo XX, incluyendo la obra de investigado- hoy ambos pueden mostrar rendimientos
res que provienen de departamentos de len- decrecientes. No obstante, lo que quiero su-
guas clásicas, literatura e historia de la ciencia gerir es el valor de una “tercera vía” o un ter-
tanto como de departamentos de historia.
En segundo lugar, me gustaría desplazar la
1 Para una celebración y reevaluación recientes de la
atención desde el presente hacia el futuro cer-
obra de Skinner, véanse Annabel Brett y James Tully
cano. En términos más concretos, voy a evitar (eds.), Rethinking the Foundations of Modern Political
los dos modelos actualmente más populares y Thought, Cambridge, Cambridge University Press,
2006.
2 Melvin Richter, The History of Political and Social

Concepts: a critical introduction, Nueva York, Oxford


* Traducción: Leonel Livchits. University Press, 1995.

Prismas, Revista de historia intelectual, Nº 11, 2007, pp. 159-164


cer paradigma, más cercano a la historia cul- valor del nuevo término, está en dirigir la
tural tal como se la practica hoy. Este enfo- atención más allá de las historias impresas y
que podría denominarse “historia cultural de hacia las actitudes de sus lectores en el pasa-
las ideas”, en la línea de la “historia social de do, e incluso las de personas que nunca leye-
las ideas” propuesta en los años sesenta y ron historia y tal vez no sabían leer, pero que
setenta por Peter Gay y Robert Darnton (si mantenían actitudes hacia el pasado deriva-
bien no dieron exactamente el mismo signifi- das de imágenes y de tradiciones orales.
cado al sintagma). Distinguiría este enfoque De un modo similar al tratamiento de la
del de la “historia cultural” tout court adu- cultura histórica, o, mejor dicho, de las “cul-
ciendo que gran parte de estos trabajos se turas históricas” en plural, estudios recientes
ocupan de ideas, mentalidades, conocimiento han abordado la historia de las culturas reli-
o curiosidad y no de características de la his- giosas antes que la historia de las doctrinas o
toria cultural tal como las definió Roger la teología, las culturas de las ciencias antes
Chartier: prácticas y representaciones. Este que la historia de las teorías científicas, y la
conjunto de trabajos se ubica mejor en la culturas políticas antes que la historia del pen-
frontera entre historia intelectual y cultural samiento político. Por ejemplo, el pensamien-
(entendiendo el término “frontera” en este to político inglés de mediados del siglo XVII
contexto como una “zona de contacto” antes ha sido estudiado con frecuencia, pero un
que como una línea de separación). libro reciente enfoca “la cultura política del
Quisiera ilustrar la importancia creciente Commonwealth inglés”. El pensamiento y las
de este enfoque con ejemplos de estudios instituciones políticas escandinavas han sido
publicados en los últimos quince años aproxi- abordados desde este punto de vista en un
madamente, así como con referencias ocasio- volumen colectivo sobre la construcción cul-
nales a cinco congresos recientes celebradas tural de “Norden”, el término escandinavo
en Princeton, Nueva York, Munich, Harvard y para Escandinavia, que trata no sólo, como se
Leiden. podría esperar, sobre identidades religiosas y
La historia misma de la historiografía ofre- nacionales, sino también sobre la cultura polí-
ce algunos ejemplos de este cambio de foco, tica y “la culturalidad del Estado de Bienestar
revelado en el uso creciente de la frase “cul- Nórdico”.4
tura histórica”. El pionero en este sentido fue Una ilustración del modo en que el
sin duda el historiador francés Bernard Departamento de Historia y Filosofía de la
Guénée, pero sólo recientemente se ha segui- Ciencia de la Universidad de Cambridge ha
do su ejemplo, como en el caso de los inves- estado revisando y renovando la historia de la
tigadores canadienses Mark Phillips y Daniel ciencia es el volumen colectivo sobre “cultu-
Woolf.3 El “valor monetario”, como les gus- ras de la historia natural”.5 En un campo
taba decir a los filósofos ingleses, esto es, el adyacente, Peter Galison ha realizado un estu-

3 Bernard Guénée, Histoire et culture historique dans 4 Sean Kelsey, Inventing a Republic: the Political
l’occident medieval, París, Aubier, 1980: la ausencia de Culture of the English Commonwealth, Cambridge,
traducciones de este estudio fundamental da indicios Cambridge University Press, 1997; Øystein Sørenson y
sobre su recepción relativamente fría; Mark S. Phillips, Bo Stråth (eds.), The Cultural Construction of Norden,
Society and Sentiment: Genres of Historical Writing in Oslo, Estocolmo, etc., Scandinavian Universities Press,
Britain, 1740-1820, Princeton, Princeton University 1997.
Press, 2000; Daniel Woolf, The Social Circulation of the 5 Nicholas Jardine, James A. Secord y Emma C. Spary

Past: English Historical Culture 1500-1730, Oxford, (eds.), Cultures of Natural History, Cambridge,
Oxford University Press, 2003. Cambridge University Press, 1996.

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dio de lo que denomina las “subculturas” de El valor de la noción de tradición se debe
la física del siglo XX (en particular, teóricos y en parte al hecho de que atiende al esfuerzo
experimentadores), identificando lo que lla- siempre involucrado en la transmisión del
ma “zonas de comercio”, definidas como es- conocimiento a través de las generaciones,
pacios donde “dos grupos disímiles pueden esfuerzo que los historiadores no deberían
hallar un fundamento común”, intercambian- dar por sentado, sea obra de individuos, gru-
do información sin acordar acerca de la tras- pos o instituciones tales como escuelas y uni-
cendencia de lo intercambiado en términos versidades. El “conocimiento”, junto con la
más amplios.6 “información”, es el foco de una serie de
Un aspecto importante en el cual el amplio estudios recientes sobre los límites de la his-
“giro cultural” ha afectado la historia intelec- toria intelectual y cultural. Tres de los más
tual es la reevaluación reciente de la idea de importantes de estos estudios se ocupan de la
“tradición”. Si bien fue central para la histo- historia de la India colonial. El primero sos-
ria cultural “tradicional”, por ejemplo los es- tiene que el conocimiento en apariencia
tudios de la tradición clásica asociados al desinteresado sobre la India fue impulsado
Instituto Warburg, la noción de tradición ha por los ingleses para asistirlos en el control
sido relativamente descuidada en años del país. El segundo hace hincapié en la
recientes. Aunque el estudio colectivo La importancia de la información para la prácti-
invención de la tradición tuvo un impacto ca política y enfatiza el modo en que los bri-
profundo en muchos países y numerosas dis- tánicos construyeron su administración sobre
ciplinas, lo que parece haber atraído a los lec- la base de sus predecesores mogoles, en tan-
tores fue la parte de “invención” en la ecua- to que el tercero sostiene que el sistema de
ción antes que la parte de “tradición” (véase castas, al menos en su forma moderna, no fue
la avalancha de libros recientes con la palabra tanto una expresión de la tradición hindú
“invención” en su título, desde “La invención como producto del encuentro entre los súbdi-
de España” a “La invención de Argentina”).7 tos hindúes y los administradores británicos
Sólo recientemente encontramos intentos por preocupados por clasificar a las personas que
parte de historiadores de compensar el equi- se encontraban bajo su control.9
librio, redefiniendo la noción de tradición inte- Los historiadores de Europa se mueven
lectual a través de las ideas de Thomas Kuhn, en una dirección similar. Publiqué un estu-
por ejemplo, o de Hans-Georg Gadamer.8 dio general sobre este tema hace algunos
años, concentrándome en el período 1450-
1750. Este “campo del conocimiento” ha
seguido expandiéndose desde entonces, en
6 Peter Galison, Image and Logic: a material culture of
microphysics, Chicago, University of Chicago Press,
un espectro que se extiende desde una histo-
1997, pp. 46, 803. Le agradezco a mi colega Richard ria de la idea de curiosidad y las prácticas
Drayton de Cambridge que me haya llamado la aten- asociadas a ésta, hasta una serie de estudios
ción sobre este innovador estudio.
7 Inman Fox, La invención de España, Madrid, 1997;

Nicolas Shumway, The Invention of Argentina,


Berkeley, University of California Press, 1991. 9 Bernard S. Cohn, Colonialism and its forms of
8 Eric J. Hobsbawm y Terence Ranger (eds.), The Knowledge: the British in India, Princeton, Princeton
Invention of Tradition, Cambridge, Cambridge Uni- University Press, 1996; Christopher Bayly, Empire and
versity Press, 1983 [traducción castellana: La invención Information: Intelligence Gathering and Social Com-
de la tradición, trad. Omar Rodríguez, Barcelona, munication in India, 1780-1870, Cambridge, Cam-
Crítica, 2002]. Mark S. Phillips y Gordon J. Schochet bridge University Press, 1997; Nicholas Dirks, Castes
(eds.), Questions of Tradition, Toronto, University of of Mind: Colonialism and the Making of Modern India,
Toronto Press, 2004. Princeton, Princeton University Press, 2001.

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sobre los usos políticos de la información, el un interés por otros medios de transmisión:
tema principal de un congreso celebrado en orales, escritos y pictótricos. La importancia
Munich en 2006, “Information in der Frühen continua de la comunicación manuscrita en la
Neuzeit”.10 Un resultado de este interés por era de la imprenta ha sido enfatizada en los
la política de la información ha sido el incre- casos de la modernidad temprana de Francia,
mento de estudios sobre archivos (en contra- Inglaterra y España, en tanto que el lugar de
posición a los estudios en archivos), que la comunicación oral en la universidad mo-
examinan la lógica y los efectos de los derna es el tema de un estudio notable de
modos en que los gobiernos organizaron la Françoise Waquet.13 En cuanto a la frontera
información.11 entre historia intelectual y lo que solía cono-
El estudio del conocimiento o de la infor- cerse como “historia del arte” (más reciente-
mación naturalmente conduce a los modos en mente, la historia de las imágenes o “cultura
que se la transmitió, y este tópico también ha visual”), hoy es el ámbito de numerosos estu-
atraído bastante atención recientemente. De dios importantes. La historia del pensamien-
hecho, la historia del libro, con el aporte de to político se ha visto enriquecida por los
bibliotecarios y bibliógrafos así como de his- estudios de las imágenes pictóricas y litera-
toriadores, ya está en camino de convertirse rias de los gobernantes, e incluso la historia
en una nueva disciplina. En el contexto de de las ideas filosóficas como aquella de “for-
Prismas, sin embargo, lo que mayor énfasis tuna” hoy abreva en fuentes visuales.14
merece es el modo en que una preocupación En el curso de esta investigación se ha vuel-
por los libros y la lectura está transformando to evidente (o, para ser más exactos, incluso
sectores tradicionales de la historia intelec- más evidente que antes) que el modelo simple
tual. Por ejemplo, dos estudios recientes en de ideas que se “propagan” inmodificadas de
inglés han reunido la historia del libro y la un lugar a otro, como el modelo simple de las
historia de la ciencia, para beneficio de “tradiciones” transmitidas de una generación a
ambas.12 otra, necesita de una revisión seria. La idea de
El interés acerca de la propagación de la la “recepción” creativa, establecida hace tiem-
información impresa ha sido acompañado de po en los estudios literarios, también se está
volviendo un lugar común entre los historia-
dores culturales e intelectuales.
10 Peter Burke, A Social History of Knowledge from
Hay más de un modo de ilustrar este giro
Gutenberg to Diderot, Cambridge, Polity Press, 2000 desde la producción de ideas a su “consu-
[traducción castellana. Historia social del conoci-
miento: de Gutenberg a Diderot, trad. Isidro Arias. mo”. Uno es observar el renacimiento de la
Barcelona, Paidós, 2002]; Neil Kenny, The Uses of historia de las mentalidades promovido en
Curiosity in Early Modern France and Germany,
Oxford, Oxford University Press, 2004.
Francia por la red de Annales pero sustituido
11 Dirks, parte 2, sobre el “archivo imperial”; Randolph

Head, “Knowing Like a State: the transformation of


political knowledge in Swiss archives 1450-1770”,
Journal of Modern History 75, 2003, pp. 745-782. Una 13Fernando Bouza, Corre manuscrito: una historia cul-
conferencia sobre este tema fue organizada por la tural del Siglo de Oro, Madrid, Marcial Pons, 2001;
Universidad de Harvard en 2005 por Ann Blair y Françoise Waquet, Parler comme un livre, París, Albin
Jennifer Milligan. Michel, 2003.
12 Adrian Johns, The Nature of the Book: Print and 14 Para citar sólo tres estudios recientes: Enrique

Knowledge in the Making, Chicago, University of Florescano, Thomas W. Gaehtgens y Nicole Hochner
Chicago Press, 1998; James L. Secord, Victorian sensa- (eds.), L’image du roi de François Ier à Louis XIV,
tion: the extraordinary publication, reception, and París, Maison des Sciences de l’Homme, 2006; José M.
secret authorship of Vestiges of the natural history of González García, La diosa Fortuna: Metamorfosis de
creation, Chicago, University of Chicago Press, 2000. una metáfora política, Madrid, Machado Libros, 2006.

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hacia las décadas de 1980 y 1990 por un inte- estudio de los encuentros culturales, por
rés por las representaciones o l’imaginaire.15 ejemplo), la metáfora de la “traducción cultu-
Otro es examinar el papel de la traducción y ral” del antropólogo se vuelve un concepto
el modo en que ideas clave se modifican en el extremadamente útil, ya que hace atender al
curso de su interpretación en otras lenguas. esfuerzo y a la habilidad así como a las deci-
Que esto puede ocurrir incluso en el caso de siones difíciles involucradas en el acto de tra-
lenguas similares, tales como el inglés y el ale- ducción, donde se camina por la cuerda floja
mán, ha sido demostrado claramente en el entre la infidelidad al texto original y la inin-
caso del pensador del Iluminismo escocés teligibilidad para los nuevos lectores.18
Adam Ferguson y su concepto de la “socie- En mi visión, uno de los caminos a seguir
dad civil”.16 Sin embargo, la demostración es en el futuro cercano en la historia cultural de
aun más clara, por no decir más dramática, en las ideas es precisamente este interés por la
casos en los que conceptos europeos tales traducción interlingüística como un caso
como libertad, democracia o cristiandad fue- especial de traducción cultural.19 A propósi-
ron traducidos a lenguas con estructuras y to, la dificultad particular de la traducción
tradiciones muy distintas, tales como el japo- –sea literal o metafórica– de ciertos concep-
nés o el wolof hablado en Senegal.17 tos lleva a un famoso problema: ¿cuándo
En estos casos, por supuesto, el problema puede un historiador afirmar que ciertas ide-
de la traducción no es tanto lingüístico como as se encuentran “fuera de lugar” en una cul-
cultural. Elegir un término o frase en la len- tura dada?20
gua de llegada con un “efecto equivalente” al La historia de todas estas formas de tra-
de la lengua de partida se vuelve cada vez ducción es necesariamente una historia com-
más difícil cuanto mayor es la distancia entre parativa, interesada tanto por la cultura que
las dos culturas, los presupuestos y las aso- produce las ideas como por la cultura que las
ciaciones del autor original y los nuevos lec- consume. Las comparaciones y los contrastes
tores. En este contexto, como en otros (el entre culturas ayudan tanto a los historiado-
res como a sus lectores a percibir y explicar
las diferencias acerca de ideas y actitudes y,
15 lo que es aun más importante, las diferencias
Ejemplos recientes incluyen a Malcolm Gaskill,
Crime and Mentalities in Early Modern England, acerca de los presupuestos, en cuanto a lo que
Cambridge, Cambridge University Press, 2000; A. A. está implícito o se da por sentado en un lugar,
Gorskii y E. I. Zubkova (eds.), Rossiiskaia mental’nost, tiempo y grupo social dados, así como en
Moscú, 1999; Hervé Martin, Mentalités médiévales,
Paris, 1996; Arnved Nedkvitne, “Beyond Historical cuanto a lo qué es lo que sostiene las institu-
Anthropology in the Study of Medieval Mentalities”, ciones locales. Un buen ejemplo del valor de
Scandinavian Journal of History 25, 2000, pp. 27-51.
16 Fania Oz-Salzberger, Translating the Enlightenment:

Scottish Civic Discourse in 18th Century Germany,


Oxford, Oxford University Press, 1995. 18 Maria Lúcia Pallares-Burke, Nísia Floresta, O
17 Entre los estudios más penetrantes se encuentran los Carapuceiro e Outros Ensaios de Tradução Cultural,
de Frederick Schaffer, Democracy in Translation: San Pablo, Hucitec, 1996.
understanding politics in an unfamiliar culture, Itaca, 19 Planteo este caso en la introducción a Peter Burke y

Cornell University Press, 1998; Ikuo Higashibaba, R. Po-chia Hsia (eds.), Cultural Translation in Early
Christianity in Early Modern Japan, Leiden, Brill, Modern Europe, Cambridge, Cambridge University
2001; Douglas Howland, Translating the West, Press, 2007.
Honolulu, University of Hawaii Press, 2001. Una con- 20 Roberto Schwarz, Ao Vencedor as Batatas, San Pablo,

ferencia celebrada en The City University of New York 1977; Elías José Palti, “The Problem of ‘Misplaced
en 2005, “Translation: The History of Political Thought Ideas’ Revisited: Beyond the ‘History of Ideas’ in Latin
and the History of Concepts”, intentó inspirarse en estas America”, Journal of the History of Ideas 67 (2006), pp.
bases. 149-179.

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este enfoque es un estudio reciente de la di- ción de un texto o de una idea, por ejemplo, no
ferencia entre los intentos organizados por puede analizarse con el mismo grado de pre-
comprender el mundo natural en la Grecia cisión que el texto mismo, o incluso que su
antigua y en la China antigua, haciendo hin- contexto original –si bien el concepto de con-
capié en la tradición de debate en la prime- texto es menos preciso de lo que parecería–.22
ra y en la importancia del apoyo oficial para Por otro lado, la historia cultural de las
la investigación en la segunda.21 El valor de ideas se acerca de un modo más amplio y
explorar las historias intelectuales de la mo- quizás más profundo a las culturas y las so-
dernidad temprana de Asia (el mundo islá- ciedades del pasado. La moraleja que extrai-
mico, India y China) fue tratado en un con- go de esta situación es que en la historiogra-
greso reciente en el Instituto Internacional fía de la cultura, así como en la propia
de Estudios Asiáticos de Leiden. historia de la cultura, un nuevo enfoque no
Este breve repaso deja poco lugar a la crí- debería reemplazar a uno anterior, y a menu-
tica. No hubiera elegido este tópico si no cre- do no lo hace. El resultado normal es cierta
yera que la historia cultural de las ideas tiene forma (no necesariamente pacífica) de coe-
mucho que ofrecer, ya que ha producido estu- xistencia.
dios valiosos y que es probable que dé nue- En pocas palabras, este artículo no sostie-
vos frutos en un futuro cercano. Como ocurre ne que la historia intelectual tradicional o
con otros enfoques, élite sin duda es vulnera- Begriffsgeschichte deba ser relegada al tacho
ble a la crítica. Voy a terminar sugiriendo que de basura; simplemente sugiero que a estos
sus debilidades son indisociables de sus for- enfoques más viejos se ha sumado reciente-
talezas; son, en otras palabras, el reverso de mente una tercera perspectiva. La competen-
la medalla. cia es inevitable, al menos en un entorno aca-
El punto más evidente y quizá más impor- démico caracterizado por recursos escasos,
tante que debemos reconocer es que el con- pero también hay espacio para el diálogo y la
cepto de cultura adolece de una vaguedad interacción. Este diálogo podría ayudar a
incorregible, siendo este el aspecto negativo poner coto a los rendimientos decrecientes de
su flexibilidad. La historia intelectual tradicio- los enfoques tradicionales a los que me refe-
nal es más rigurosa. La historia de la recep- rí en el comienzo de este ensayo. 

21Geoffrey Lloyd, The Ambitions of Curiosity:


Understanding the World in ancient Greece and China, 22 Peter Burke, “Context in Context”, Common Know-
Cambridge, Cambridge University Press, 2002. ledge 8: 1, 2002, pp. 152-177.

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