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Sistema Nervioso
Sistema Nervioso
Desde que el cigoto, la primera célula del ser vivo, se constituye a partir de la “fusión”
de los gametos de ambos progenitores (óvulo y espermatozoide), se inicia un
proceso de división celular que llevará al aumento del número de células de este
ser. Estas células primigenias se denominan blastómeros o blastocitos, y son
células que poseen una característica fundamental para el inicio de la vida: son
células pluripotenciales, es decir, células capaces de “convertirse en cualquier tipo
de célula”, capaces de diferenciarse durante el resto del proceso para formar los
diferentes tipos de tejidos que forman al ser humano. Cuando esta masa de células
alcanza un número determinado, entre 16 y 32 células, queda constituido lo que se
conoce como mórula, llamado así por su aparente forma de mora. Una masa de
células, de momento, indiferenciadas.
De mórula a blástula
Esta masa informe de unas cuantas células denominada mórula comienza un proceso
de primera y leve diferenciación de sus células. El cambio ocurre con la aparición
del blastocele, una cavidad de fluido que se abre en el interior de esta masa de células y
que contiene aminoácidos, proteínas, azúcares, iones y otras sustancias necesarias para
la formación del feto. Desde que aparece este blastocele, la mórula deja de llamarse
mórula para denominarse blástula y a las células que constituyen esta blástula pasan a
ser conocidas como blastómeros.
La blástula cuenta con una estructura peculiar. El blastocele o cavidad interior de fluído va
aumentando su tamaño. Este blastocele está cerrado por una capa de
blastómeros denominada blastodermo y adherido a esta, en el interior de esta cavidad,
encontramos el embrioblasto, una masa de células que será la que de lugar a las diferentes
estructuras orgánicas del feto. Toda la bástula está rodeada por una capa celular exterior
denominada trofoblasto y que está dedicada a la administración de nutrientes al feto.
La médula espinal
Durante esta etapa del desarrollo cabe destacar que las células nerviosas van a
encontrar un principio de diferenciación funcional. Sabemos que en nuestro sistema
nervioso hay células dedicadas a la recepción de información (neuronas
sensoriales) y células dedicadas a la ejecución de acciones en base a esa
información (neuronas motoras). En este punto del desarrollo embrionario (4-5
semanas aprox.), van a ocurrir una serie de eventos señalizadores que establecerán
una primera suerte de división funcional sensorial/motora.Las señales
“sensiorizantes” proceden de la cresta neural y generarán en el tubo neural la
formación de la placa alar o placa de la que derivarán las neuronas que participarán
en la recepción sensorial de la mécula espinal. Es decir, de ella se formarán, grosso
modo, las neuronas de la médula espinal que se encargarán de recibir la información
sensorial procedente de nervios y órganos sensoriales, por ejemplo, la información
de temperatura de una taza que está demasiado caliente.Por contra, las señales
“motorizantes” proceden, de nuevo, de la notocorda (aquel elemento del
mesodermo que indujo en su momento la formación, por defecto, de la placa neural),
y generarán en el tubo neural la formación de la placa basal, la placa de la que
derivarán las neuronas de la médula espinal que participarán en la transmisión de
las señales de movimiento a músculos y órganos.
Cuarta fase del desarrollo fetal del Sistema
Nervioso Periférico
Aunque a esta la denominemos cuarta fase, ello no implica que esta parte del
desarrollo fetal del sistema nervioso, el desarrollo del sistema nervioso periférico,
suceda sólo después del desarrollo primario y diferenciación del sistema nervioso
central que acabamos de ver. Es un proceso que ocurre paralelamente.