Está en la página 1de 3

La lectura con placer y deseo nos podría llevar a entender el mundo que nos rodea.

Más que
hacer de la lectura un fin “académico” se debe hacer de ella un fin intelectual, de manera
que podamos encontrar no solamente un medio para aprobar exámenes y materias, sino
para hallar el verdadero conocimiento. Pero en este siglo contemporáneo los clásicos se
mantienen en decadencia sobre todo como herramienta pedagógica, pues, no es que no se
induzca al alumno a leer clásicos, sino que se motiva a la lectura con medios evaluativos
que, aunque necesarios, restringen la verdadera enseñanza que, debería entenderse como la
necesidad de conocimiento y no como la simple aprobación o reprobación de un examen, y
es esta la actividad primordial que debería caracterizar a un buen maestro, la de enseñar los
clásicos y así interactuar con los demás saberes.
Posiblemente este método educativo podría detener la influencia capitalista que se ha
colado en las instituciones de manera global, y es que es claramente observable cómo en las
universidades y en los colegios se comercian día a día cartones, se implementan métodos
que exigen la memorización y la rápida adquisición de conceptos que no son
cuidadosamente rumiados y que por lo general quedan comprendidos muy básicamente, la
idea de que la tecnología es primordial en las aulas, la profesionalización como único
objeto de la educación, el arte de la enseñanza como simple oficio y la preparación que se
le otorga a los estudiantes para vivir en un mundo con el que tal vez no están de acuerdo;
mas, cuando el rico proceso de aprendizaje se transmite con pasión y se orienta de tal
manera que cada quien pueda desarrollar el ejercicio de pensar por sí mismo sin el velo
predeterminado de monetizarse, se desarrolla un sentido crítico capaz de poner en tela de
juicio las ortodoxias, pero no como simple anarquía, sino como una posible revolución de
ideas que puedan mejorar el contexto social, económico y humano de las personas.
Los trágicos griegos pueden ser un buen ejemplo de lo que propone Nuccio Ordine en su
texto, pues cada uno de ellos fue realmente liberal en sus pensamientos, y a través del teatro
expresaron tanto sus más profundas inconformidades como sus tendencias ideológicas.
Leyendo las obras trágicas nos encontramos en un choque con nosotros mismos, pues la
humanidad, el heroísmo y los problemas del hombre que determinan en gran parte el
contenido de las obras, nos ayuda a crear, por medio de la confrontación de ideas, un
espíritu crítico y humanístico, que según Ordine deberían ser el centro de la evaluación
educativa. Hablar de clásicos y negar el gran aporte que los trágicos dieron a la cultura sería
un grave error, y a modo especulativo se puede decir que sin estas obras, lo que hoy
definimos por clásicos serían bastante diferentes, pues es un hecho la influencia de la
tradición griega en los clásico europeos y en todo el mundo occidental, incluyendo la
cultura latina.
Pese al comentario de Ordine sobre lo vacíos que son los comentarios sobre las obras
clásicas y la doble dificultad que impone interpretar las interpretaciones de un tercero ante
el proceso directo de la comprensión sin intermediaros, éste no tiene relación con La
tragedia griega de Albín Lesky, pues más que la interpretación de una obra, Lesky propone
el estudio cultural e histórico de la tragedia, de este modo no hay una conexión o rivalidad
directa en los textos como algunos podrían pensar, y que vale la pena aclarar para
demostrar una armonía entre ambas lecturas propuestas en clase.
Para empezar se llamó a Homero el padre de la tragedia, ya que su obra (la Ilíada) tuvo
elementos miméticos de la epopeya, allí nos encontramos con un "inicio" de lo trágico con
el drama, viendo en éste su forma definitiva, pero también se encontró lo trágico en la
poética y en la épica pues vemos como el ser humano no reconoce lo correcto de lo
incorrecto por consiguiente fracasa por un defecto moral. Edipo es ejemplo de semejante
aspecto, y teniendo en cuenta esto se puede decir que se llama tragedia a un determinado
tipo de historias acerca de un personaje que se encontraba en medio de una gran felicidad y
cayó de ella a la desgracia acabando míseramente, de este modo, lo que hemos considerar
como trágico es la caída desde un mundo ilusorio de seguridad y felicidad.
Según Lesky, de la tragedia nace la expresión racional y establece una relación con la
compasión, pues ésta sólo puede producirse cuando somos testigos de una desgracia
inmerecida, y para declarar que algo es inmerecido, se debe apelar a la razón, teniendo en
este punto una gran conexión con la racionalidad que exige Ordine frente a la educación,
los clásicos y el mundo.
“Las verdaderas tragedias no resultan del enfrentamiento surgen del enfrentamiento entre
un derecho y una injusticia” (Hegel). Ese enfrentamiento o conflicto es la principal
característica de las obras de Sófocles, como lo refleja fielmente la tragedia de Antígona,
pues no se espera una armonía sino un constante conflicto de opuestos en los que el
protagonista demuestra toda su humanidad, sus decisiones y su posición ante el destino.
Hablando de este conflicto, el autor propone otro punto clave en Clásicos para la vida y es
cómo este tipo de obras griegas puede educar, pero plantea también que existe una
influencia en la ética y la moral, creando una contradicción entre el comportamiento y la
razón, que se puede solucionar con otro de los puntos de Nuccio, pues en estas
circunstancias se abre una relación con el pensamiento crítico del lector que permite juzgar
con fines educativos los pensamientos y acciones contrapuestos en los personajes.
Finalmente el autor desarrolla una relación entre el misticismo y la razón, que si bien no
contempla Ordine, permite conocer el contexto histórico y sus ideas, lo cual puede
contribuir a un análisis objetivo del pensamiento de los trágicos, que llevado a contextos
educativos puede resumirse en educación por contraste, poniendo en tela de juicio sus
tradiciones y sus oposiciones con las nuestras. En caso de que un maestro quiera educar por
medio de los clásicos puede encontrar en los autores más representativos del género como
Eurípides, Sófocles y Esquilo, una metodología capaz de satisfacer los propósitos de lo que
debería ser la educación según Nuccio Ordine.
Habiendo establecido esta relación entre los trágicos como clásicos y la relación entre los
clásicos y la educación, queda por resolver: ¿Hasta qué punto la modernidad, en especial la
literatura moderna, que es demasiado liberal, puede romper la tradición clásica en la que la
estilización del lenguaje representa una importante función para explicar a profundidad del
drama de los personajes y qué repercusiones educativas traerá dicha ruptura con la
superficialidad temática que caracteriza una gran parte de estas obras con el método
propuesto por Ordine? Y ¿Cómo se puede superar el hecho de que los actos morales que
plantean las obras antiguas puedan influenciar en la educación hasta crear un sesgo en el
comportamiento de los estudiantes?

También podría gustarte