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NOTAS Y DISCUSIONES

Antropología «compleja»
de las emociones humanas
EUGENIA RAMÍREZ GOICOECHEA
UNED, Madrid

RESUMEN. Hablar, escribir y pensar en ABSTRACT. It has become fashionable to


las emociones está de moda. Nosotros nos talk and write about the human emotions.
sumamos a la corriente porque pensamos We do think that it is time we social (and
(y sentimos) que ya era hora. Desde una other) scientists pay more attention to the
perspectiva interdisciplinar abordamos la emotionality of (wo)men. Our approach is
complejidad concentrándonos en cuatro an interdisciplinary one, since we believe
temas básicos, algunos ya clásicos: la uni- it is the best way to deal with the complexity
versalidad de las emociones y la unidad psí- of this phenomena. We will concentrate on
quica del hombre/mujer, el debate entre four major aspects of it: the universality
cognición y emoción, los efectos de las emo- of emotions, the discussion on the relations-
ciones en lo social y de lo social en las hips between emotion and cognition, the
emociones y, por fin, la propuesta de una social effects of emotions and the emotional
teoría experiencial compleja de la emoción. effects of the social, and, at last, the embo-
Con esto no pretendemos agotar, ni mucho died nature of emotion. Ours is an open-en-
menos, el debate, sino sólo sugerir y orien- ded «story», and we hope to contribute to
tar la mirada para futuros/as explorado- the discussion and encourage further explo-
res/as en este tema tan fascinante. rations on such a fascinating topic.

1. Introducción S. J. Williams cita los siguientes vectores


sociológicos y paradigmáticos para explicar
El interés académico y popular por las la «mayoría de edad» de las emociones
emociones está en pleno auge. Desde que en la preocupación del quehacer de soció-
nos cuentan la multitud de inteligencias logos, antropólogos, psicólogos, politólo-
que pueden describirse del ser humano, gos. Después de rastrear la permanencia
incluyendo la emocional (Gardner, 1983) oculta de la cuestión de las emociones en
hasta la explosión bibliográfica y massme- los fundadores de la sociología moderna
diática sobre la vida afectiva, el tema no (Durkheim, Weber, Marx, Simmel), nos
ha dejado de ocupar un espacio creciente pone al día de la actualidad del estudio
en el discurso de la «postmodernidad». de las emociones en la sociología y antro-

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pología de la década de los ochenta. Con- especie humana, el dualismo entre cogni-
cluye que este resurgimiento del interés ción y emociones, la profunda dimensión
por lo afectivo y emotivo se debe princi- social de lo afectivo y emocional y, por
palmente a los siguientes factores: a) La último, una tentativa de descripción bio-
crítica a la filosofía y sociología racionalista social, experiencial y encarnada del sujeto
y su concepción del hombre/mujer; b) La como persona, en donde lo emocional se
reintroducción de lo biológico en la expli- integra como elemento básico y consti-
cación social y la importancia del cuerpo tuyente.
en la constitución del sujeto; c) La comer-
cialización y comodificación de lo emocio-
nal por parte de la industria del consumo, 2. La universalidad de las emociones
del ocio y los mass media; d) La expansión y la unidad psíquica de la especie humana
corporativa profesional sobre el ámbito del
self, sus avatares, manejo y vicisitudes, La afirmación de que las emociones huma-
como un campo de práctica terapéutica, nas son generales a nuestra especie suele
y e) La incorporación de lo afectivo-emo- basarse en argumentos filogenéticos y neu-
cional en la agenda política, como campo rofisiológicos. Ya Darwin expresó el sig-
de derechos y libertades en distintos con- nificado evolutivo de las emociones (Dar-
textos «glocales» (Williams, 2001:1-16). Lo win, 1965). Hay una positiva correlación
que está claro es que más que como arte- filogenética entre inteligencia y emoción
factos, las emociones deberían ser enten- desde los invertebrados a los humanos. Las
didas como procesos complejos que invo- emociones estarían ligadas al comporta-
lucran muchas dimensiones del ser social miento defensivo y al establecimiento de
del humano. vínculos sociales.
Nosotros no podemos explorar todas El sistema límbico es cinco veces mayor
estas cuestiones en este breve ensayo sobre en el humano que en el mono (Izard,
tema tan complejo, diverso y complicado 1979). Aunque hay evidencias de que éstos
de definir. Nuestro propósito es introducir también sufren emocionalmente ante la
algunas de las claves de la discusión que separación súbita y prolongada de la madre
los fenómenos afectivos han suscitado en (Harlow y Harlow, 1962; Reite y Short,
las ciencias humanas, especialmente la 1981), la sonrisa y el llanto son específi-
Antropología, pero también la Sociología camente humanos, como sistemas de
y la Psicología. Desde ahí proponemos expresión de las emociones, en relación a
explorar algunos caminos que incorporen estrategias adaptativas y de supervivencia
una visión filoontogenética, pero también de nuestra especie (Montagu, 1959), diri-
sociocultural de las emociones humanas, gidas a reclamar el cuidado de los padres
lo que implicará, necesariamente, cierta en la larga ontogenia humana (Ainsworth
«inflación» bibliográfica. Serán más las et al., 1974). El vínculo afectivo entre infan-
puertas abiertas que las soluciones dadas, te y cuidadores tiene una función biológica
pero eso es parte de los límites de nuestro esencial que sería la de proteger al niño
trabajo intelectual. Lo que se pretende es de los predadores (Bowlby, 1969) Según
ofrecer, en un esfuerzo de coherencia y Zajonc (1984), las reacciones emocionales
articulación discursiva, una guía (incom- categorizan nuestro entorno en clases de
pleta necesariamente) de la mirada, el estí- objetos y acontecimientos en términos de
mulo para seguir diferentes pistas. Éstas peligro o seguridad. La musculatura y las
se concentran en torno a cuatro temas o habilidades para expresar emociones están
problemas principales: la universalidad de presentes en todo bebé sano en el naci-
las emociones y la unidad psíquica de la miento. Estos mismos muestran capacida-

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des tempranas para detectar las expresio- incorporar lo emocional (cf. infra)— por
nes faciales de sus cuidadores. la psicología evolucionista (Mithen, 1996;
Las emociones están ligadas a procesos Barkow, Cosmides y Toolby, 1992; Donald,
neuroquímicos y neurofisiológicos del sis- 1991; Sperber, 1994) por la que se justifica
tema nervioso autónomo, entre estos últi- la universalidad de una psicología humana
mos el cambio de la conductividad eléc- especializada en dominios (Gómez y
trica de la piel, dilatación de la pupila, alte- Núñez, 1998) a partir de la dotación espe-
ración del pulso y la presión sanguínea, cífica del homo sapiens en un entorno con
cambios en la transpiración y respiración, determinadas regularidades medioam-
secreción de distintas hormonas, etc. De bientales como es el Pleistoceno y que ha
ahí podríamos hablar de una «neuroquí- dado lugar a sistemas clasificatorios
mica» de las emociones (Eibl-Eibesfeldt, (Atran, 1990, 1998) y preceptuales simi-
1993). lares entre culturas (Berlin y Kay, 1991).
Esto justificaría el carácter común de La Antropología, desde sus comienzos,
algunas de ellas para todos los humanos, también se ha planteado este problema,
que es precisamente la orientación de los en el contexto de su especificidad como
trabajos de P. Ekman y C. Izard, para quie- disciplina (Stocking, 1982). La idea de la
nes existen evidencias crossculturales y unidad psíquica del hombre/mujer se ha
etológicas humanas, tanto en niños nor- llevado mal con la idea de la diversidad
males como en niños ciegos o sordomudos cultural entre los grupos humanos y, sin
(Eibl-Eibesfeldt, 1993) de determinadas embargo, no sin dificultades, la antropo-
emociones «básicas» como alegría, sorpre- logía ha mantenido los dos extremos a la
sa, tristeza, enfado y asco (Ekman, 1992; hora de entender la humanidad (Shore,
Izard y Buechler, 1980). Es a través de 1996) 2.
programas motores que dirigen los movi- Desde esta perspectiva universalista, las
mientos faciales, con su multitud de mús- emociones generales básicas tendrían
culos y nervios exclusivamente humanos, reflejo en las construcciones lingüísticas
como la especie humana expresa e inter- elaboradas para «denotar» este tipo de
preta las emociones (Ekman, 1979; 1980). experiencia. A pesar de las diferencias
Desde este enfoque, la modelización neu- fonológicas, gramaticales y semánticas de
ronal de la producción y expresión de las las distintas lenguas, existiría una estruc-
emociones sería innata y sólo el cuando, tura semántica subyacente común a la
el cómo y el control de la intensidad de mayoría de ellas en cuanto a la expresión
las mismas variaría culturalmente 1. Por de las emociones. Los humanos usarían el
otro lado, parece haber una especialización mismo marco descriptivo a la hora de ubi-
neurológica en el reconocimiento de la car el significado afectivo de conceptos,
posición de las caras y, por ende, en el incluyendo valores, estereotipos, actitudes,
reconocimiento de la direccionalidad de la sentimientos. Para Osgood, May y Miron
mirada (Perret et al., 1982, 1995). El reco- (1975) habría suficiente evidencia crosscul-
nocimiento de la modularidad en el tono tural para afirmar esto. Levy (1984) afirma
de voz así como otras expresiones corpo- que los términos emocionales usados entre
rales (posturas) completarían el espectro los tahitianos como en los newar refieren
de posibilidades experienciales y comuni- posiblemente a tendencias focales univer-
cativas de las emociones. sales y que la diferencia reside en los limi-
Esta orientación generalista se funda- tes a los que dichos términos se aplican.
menta en la idea de una unidad psíquica En esa misma perspectiva se sitúan Moore,
para la especie humana, perspectiva apo- Romney y Hsia (1999) en su análisis cross-
yada —a pesar de sus problemas para cultural de los significados de los términos

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para emociones entre sujetos hablantes de La Psicología crosscultural tomó gran


chino, inglés y japonés. Su postura es que interés por el tema de las emociones, dán-
existen estructuras semánticas comunes dole un giro culturalista, nada «psicologis-
para los términos utilizados para nombrar ta», relacionándolo estrechamente con la
emociones. Esta participación común de construcción de la persona y del «self»
significados es mayor que incluso para tér- (Shweder y LeVine, 1984; Rosaldo, 1980;
minos utilizados para nombrar categorías 1984; Levy, 1984), insistiendo en la varie-
de animales (Hermann y Raybeck, 1981) dad de experiencias entre culturas, y la
o de parentesco. Una de las críticas atri- imposibilidad de referirse a lo mismo des-
buibles a este tipo de trabajos es su elevado de un punto de vista trascultural. Para
sesgo positivista y el tratamiento descon- Shweder (1994), por ejemplo, las emocio-
textualizado y a-experiencial de la emo- nes no son objetos naturales («natural
ción. El carácter discreto de dichas emo- kinds») como otros objetos del mundo
ciones «básicas» tampoco está claro. fenoménico. Ahí reside uno de los pro-
Wierzbicka (1986) intenta mediar en blemas conceptuales fundamentales en la
esta polémica sin desbaratar, no obstante, discusión. Este relativismo máximo es una
sus presupuestos de partida. Uno de los de las formas que adopta la orientación
problemas de las teorías naturalistas es que constructivista, que hace residir en la cul-
los términos que utilizan constituyen parte tura la verdadera posibilidad de la cons-
de la taxonomía popular inglesa, y no cons- trucción, expresión y comunicación signi-
tituyen un marco analítico libre de dicha ficativas de las emociones, las cuales se
cultura. Por ello propone analizar las emo- constituyen en torno a vocabularios com-
ciones desde un metalenguaje semántico partidos, convenciones, rituales, tal como
general basado en palabras clave «libres» Geertz (1973) propuso para los símbolos.
de cultura como «decir», «querer», «de- El objetivo es reintegrar la vida afectiva
sear» (want), sentir, pensar, «bueno», «ma- a sus relaciones con el contexto social y
lo», lexicalmente existentes en todas las cultural (Lutz, 1988), al que contribuyen,
culturas, diversamente hiper o hipo cog- a su vez, a construir. En esa medida, las
nizados. Wierzbicka (1986) asume que la emociones mediatizan el juego social, la
no lexicalización de una emoción no sig- interacción y la contestación en el seno
nifica que no se encuentre en una cultura, de otros sistemas de referencia jerárquicos
sino que los miembros de la misma no la más vastos (Abu-Lughod y Lutz, 1990).
han encontrado suficientemente saliente. Desde esta visión interaccionista de lo
Esto daría pie a hablar de cierta especi- social y del poder, puede entonces hablarse
ficidad de dominio para las emociones en de una micropolítica de las emociones y
la naturaleza humana (Wierzbicka, 1994). de un cuerpo «discursivo» de éstas (Fou-
Pero incluso aquí podría argüirse la exis- cault, 1988). Desde esta aproximación, el
tencia de culturas que no distinguen entre urso emocional constituye parte funda-
sentir y pensar, como en los Ifaluk de mental de la teoría de las emociones de
Micronesia (Lutz, 1982) o entre los Sami 3. una sociedad contribuyendo a la consti-
La respuesta más contundente a los exce- tución (Heelas, 1996; Solomon, 1984) y
sos «universalistas» ha venido de la parte ordenación de éstas (Dunn, Brown y
de la Psicología crosscultural y la Antro- Beardsall, 1991; Crapanzano, 1994)
pología psicológica, reubicando las emocio- mediante la narración y la recitación.
nes en el terreno de lo social y cultural. Uno de los problemas principales, sobre
La perspectiva adoptada ha sido denomi- los que este constructivismo ha desarro-
nada «constructivista», frente a la «organís- llado su argumento es que se han metido
mica», descrita hace unos momentos. en el mismo saco emociones «básicas»,

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como miedo, alegría, sorpresa, etc., con sobre la universalidad o no de las emo-
otras más «complejas», como la ansiedad, ciones. Las convenciones son creaciones
el odio, el amor, el arrepentimiento, el humanas. Son indeterminadas hasta un
orgullo, la culpa o la vergüenza (cf. infra) límite pero no arbitrarias, inmotivadas. En
y cuyos patrones organísmicos tanto neu- algún otro lugar hemos enfatizado lo mis-
rológicos como sensorimotores no están mo sobre las posibilidades, dentro de cier-
tan claros 4. Es obvia la diferencia entre tas constricciones, de la acción humana con
sorprenderse cuando algo entra súbita- sentido (Ramírez Goicoechea, 1991;
mente en nuestro campo de la experiencia 1998). Es decir, una emoción siempre tiene
como cuando vamos caminando y nos cae una indudable incardinación neurofisioló-
algo encima, a hacerlo porque un ser que- gica, pero ésta no es ajena al sistema socio-
rido no ha recordado nuestro aniversario. cultural en que el universo emocional se
De la misma manera, no es lo mismo constituye y adquiere sentido para el sujeto
angustiarse por la proximidad de un vacío, —precisamente por su instauración social,
a sentir lo mismo ante la inminencia de compartida, La forma de esta constitución
una oposición académica. No podemos es relativamente impredecible, convencio-
asegurar que en el caso de las emociones nal, pero no es inmotivada, puesto que está
denominadas más primarias no haya «tra- determinada dentro de ciertos límites
bajo» cultural (Lutz, 1983). De hecho, constrictivos (D’Andrade, 1992) 5. En
como veremos enseguida, la importancia cuanto a las emociones, dichos límites ven-
del «otro» y de una situación interactiva drían por los propios requisitos de estruc-
en la modularidad de la emoción «prima- turación de la tarea (Bates, 1979; Gibson,
ria» también ha de tenerse en cuenta. Pero 1996), entre los que se incluye lo que se
lo cierto es que en las emociones «com- puede y cómo se puede hacer con el cuerpo
plejas» los procesos mentales y experien- —tanto al nivel funcional como expresivo
ciales están ligadas en mucha mayor medi- del cuerpo—, así como por los formatos
da a procesos de aprendizaje (Harris et al., de comprensión e interpretación ofrecidos
1989) y construcción de la relación y la por el marco sociocultural en términos de
identidad, por tanto, también a referentes selección de metáforas y etnoteorías diver-
sociales y culturales. sas 6. Por otro lado, además, la unidad psí-
Dos han sido las críticas más comunes quica del humano no se refiere exclusi-
a los excesos «culturalistas». Primero, su vamente a las estructuras del cerebro y las
olvido de las dimensiones corporales de características comunes del sistema nervio-
lo emocional «desnaturalizándolas» del so humano en determinado momento evo-
todo, y, segundo, que la emoción no puede lutivo de la especie. Si esto tiene impor-
reducirse experimental ni subjetivamente tancia es porque nuestra dotación neuro-
al discurso sobre la misma (Rosenberg, fisiológica y biológica al nacer implica un
1990), a pesar de posibles propiedades nivel de maduración que nos hace depen-
estructurantes y actualizantes. der extraordinariamente del entorno para
¿Cómo echar luz sobre algo que nos sobrevivir y desarrollarnos. Desde el punto
parece humanamente tan general pero a de vista neurológico, nuestro cerebro se
la vez tan particular? Vamos primero a caracteriza por su tremenda apertura y
volver sobre la crítica de la unidad psíquica plasticidad, como un órgano abierto que
de lo humano, para, a partir de ahí, con- se reorganiza continuamente a partir de
tribuir humildemente a resituar el debate. la experiencia y de una historia de trans-
La distinción entre convención y arbi- formación continua en donde «hardware»
trariedad que hace B. Shore (Shore, 1996) y «software» son interdependientes (Edel-
nos parece útil para iluminar la discusión man, 1992; Varela et al., 1991; Freeman

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y Skarda, 1987; Dreyfuss, 1979; Bruner, social (Elías, 1982) y ontogenético (cf.
1996). infra). Como dicen Gumperz y Levinson
Si pensamos que el cerebro y su acti- (1991) para lo cognitivo, lo emocional tam-
vidad es un sistema en constante autocons- poco puede ubicarse totalmente en el indi-
trucción, no podemos separar lo orgánico viduo, sino que es también incorporado en
de lo que le sucede y cómo se manifiesta. prácticas culturales y sistemas simbólicos
Si pensamos que el cerebro sigue creciendo (cf. Hutchins y Hazlehurst, 1995) que las
«estructuradamente» en los primeros años soportan y promueven 10. Y si para las
de vida 7, no podemos decir que es algo emociones básicas se habla de correspon-
dado, materia prima de cambios ulteriores. dencias neurofisiológicas «universales»,
Al contrario, visto como un sistema que para los «estados emocionales» complejos
se desarrolla autoconstituyéndose y no está claro que haya patrones faciales
autoorganizándose (Edelman, 1992; Chan- determinados, ni que pueda hablarse de
geux, 1983; Erdi, 1988) al hilo de las pri- respuestas neurológicas y corporales
meras experiencias y reorganizándose con comunes (Averill, 1996a).
cada nueva experiencia (Freeman, 1991), La universalidad tiene, por fin, otra lec-
resulta que la psyque es algo diferente tura no exclusivamente genética o evolu-
—más— que la dotación neurológica de tiva. Desde el punto de vista comparativo,
la especie. Por tanto, la unidad psíquica de lo que se trata, como Durkheim y Mauss
de la humanidad no puede referirse exclu- (1963) sostuvieron, es de lo común en los
sivamente a un sustrato biológico común, procesos sociales humanos, en el sentido
abstraído de sus condiciones de desarrollo de que las propiedades de la mente sólo
(Oyama, 1992), sino en términos del entor- son posibles a partir de la experiencia
no y el contexto histórico/biográfico (Sho- social, sea ésta todo lo diversa que sea a
re, 1996) en que éste se desarrolla y al lo largo de las diversas culturas. La cues-
que colabora a construir 8. Tendríamos que tión es que todo proceso humano es (no
hablar mas bien del sujeto como unidad «está») socialmente mediado, experimen-
biosocial, a pesar de sus dificultades meto- talmente vivido, y esto es común en todas
dológicas (Hinde, 1991). De lo que trataría las culturas. El aspecto dialógico, sobre el
sería de contemplar integradamente al que nos extenderemos en el siguiente apar-
hombre/mujer, donde lo biológico/psicoló- tado, independientemente de todos sus
gico/social está inextricablemente unido matices crossculturales, es constitutivo de
(Morin, 1973; Goldschmidt, 1993; Freund, una humanidad reconocible como tal. Des-
1988), siendo uno condición y resultado de el punto de vista cognitivo y evolutivo,
a la vez del otro, como da cuenta la peculiar los trabajos de Jerome Bruner y su escuela
ontogenia humana (Robertson, 1996; (Bruner, 1974; Bruner, Greenfield y Olver,
Toren, 1993). Se trataría de verlo como 1966; Olson, 1980; Trevarthen 1980, 1986;
una «persona» (Ingold, 1990, 1991; Carrit- Kaye, 1977, 1980; Butterworth, 1996) así
hers, 1985; Shweder y Levine, 1984; Toren, lo ponen de manifiesto. Este aspecto con-
1998), «un agente creativo dentro de un textual y situacional matizaría las necesa-
campo total de relaciones cuyas transfor- rias correlaciones neurofisiológicas entre
maciones describen un proceso evolutivo» experiencia y expresión de las emociones
(Ingold, 1991; cf. Maturana y Varela, tan queridas por una aproximación gene-
1992). ralista y universal de las emociones. Pero,
Por tanto, hablar de la especie humana además, supone una fuerte crítica a la pers-
también es hablar de su potencialidad posi- pectiva de una emoción inscrita en el indi-
ble 9, gracias también a las «tecnologías» viduo 11, instancia, concreción particular
de la civilización en el sentido histórico de la especie. No se puede banalizar los

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aspectos comprensivos e interpretativos de una desviación o perturbación de la racio-


las situaciones específicas en que se expe- nalidad (Favret-Saada, 1994).
rimentan las emociones, y muchas de éstas La Antropología no ha ido a la zaga
se concretan en otros que también expe- en este sentido. Si Kluckhohn se adscribía
rimentan y expresan emociones (Ginsburg a las teorías naturalistas dominantes de
y Harrington, 1996) 12. unas emociones básicas «coloreadas» cul-
turalmente, para la escuela de Cultura y
Personalidad la emocionalidad apuntaba
3. Cognición y emoción, racionalidad a personalidades modales y formas de
y afectos compromiso entre las pulsiones de la natu-
raleza y el control cultural (Levy, 1984).
Esta dualidad mente/cuerpo ha sido sos-
Es de todos conocida la tradición filosófica tenida también por los trabajos de
occidental, heredera del judeocristianismo Lévi-Strauss, donde las emociones, como
y el cartesianismo que relega lo emocional subproductos corporales, no tienen cabida
a lo visceral y lo pasional, instintos «bajos» en una Antropología de la «mente» (Levy,
ligados a lo corporal frente a lo mental 1984).
(Shilling y Mellor, 1996). El problema resi- Este dualismo se ha querido apoyar en
de en la dicotomía cultura-mente (Shore, una relativa evidencia neurofisiológica de
1996) y sus conexiones con otros dualismos predominancia de uno u otro hemisferio
(Varela et al., 1991; Johnson, 1987; Put- cerebral: el izquierdo para lo cognitivo; el
nam, 1999). Desde esta perspectiva dua- derecho para lo emotivo (Cacioppo y Petty,
lista, las emociones, como los sentidos, 1981; Tucker, 1981). Es cierto que hay evi-
«entorpecen» la razón. Esta visión racio- dencias experimentales sobre la implica-
nalizante de la modernidad es deudora de ción del hemisferio derecho en la expre-
una visión «cognitivista» que sitúa al racio- sión y reconocimiento de las emociones
nalismo como el logro más visible de nues- (Carlson, 1999) y que esta disimetría para
tra reciente historia (occidental), dejando lo emocional parece más antigua filoge-
de lado otras lecturas, discursos y proble- néticamente hablando que para otros pro-
máticas menos publicitadas de nuestra tra- cesos cognitivos (Davidson, 1985). Pero lo
dición de pensamiento (Latour, 1992). Sin cierto es que ambos hemisferios están
embargo, y muy a su pesar, la emoción mutuamente involucrados en múltiples
ha sido una preocupación central «oculta» procesos y tipos de inteligencia (Rose y
en el racionalismo occidental (Barbalet, Mesulam, 1979; LeDoux, 1998) y parece
1998): cómo justificar sus efectos, cómo que las regiones cerebrales funcionan
construir un individuo desencarnado que, estructurando y reestructurándose cons-
sin embargo, «desgraciadamente», siente tantemente permitiendo hasta cierto punto
y padece. cierto «uso compartido» para distintas fun-
Desde la Sociología, Émile Durkheim ciones (Calvin, 1997).
(1982) entendió el progreso como la eva- Ya hemos comentado que el hipotála-
cuación de los afectos, ligados a la men- mo y el sistema límbico están unidas a la
talidad primitiva. Paradójicamente, reco- neurofisiología de las emociones, sobre
noció la importancia de lo emocional a la todo la «amígdala». Esto es algo común
hora de constituirse la grupalidad y sus vín- a los vertebrados. Pero su vínculo a partes
culos (cf. infra). Del mismo modo, Max más externas del córtex cerebral parece un
Weber situó la emoción del lado de la irra- rasgo evolutivo posterior, ligado a los pri-
cionalidad, de la experiencia incompren- mates y sobre todo a los humanos. La capa-
sible intelectualmente y, en el fondo, como cidad emocional estaría ligada a este rasgo

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común evolutivo con otras especies, pero Estos datos iluminarían el estéril debate
el «contenido» y los factores que disparan sobre el afecto o emoción como variable
la «emocionalidad» estarían progresiva- independiente o no frente a lo cognitivo.
mente ligados al córtex como lugar del Para los que dan preeminencia a lo afectivo,
aprendizaje y la experiencia (LeDoux, éste se contempla bien como un sistema
1998). Del mismo modo, hay claras evi- amplificador de pulsiones innatas, amplian-
dencias de la implicación del hemisferio do la urgencia de algo, como un mecanismo
izquierdo también en la emoción, modu- de motivación central, desarrollado evolu-
lando el trabajo neurológico del hemisferio tivamente (Tomkins, 1981) o bien en el sen-
derecho, así como organizando las mani- tido de que «las preferencias no necesitan
festaciones sociales de lo emocional (Carl- de las inferencias»: las emociones no nece-
son, 1999). sitan de elaboracion cognitiva para suscitar
Las relaciones entre la emoción y lo cog- respuestas viscerales y de actividad motora
nitivo no son únicas, sino complejas. Desde (Zajonc, 1984; cf. Goodale, 1982; Stephan
el punto de vista neurológico, entran en et al., 1981). Sin embargo, es poco probable
juego complejísimas redes neuronales, que la puesta en marcha de una reacción
poniendo en marcha multitud de áreas del emotiva sea independiente de experiencias
cerebro, con funcionalidades complejas y previas que impliquen cierto trabajo cog-
variadas. Algunas teorías han insistido en nitivo (Lazarus, 1982) 13. Desde luego, por
que la emoción es resultado de cierto nivel lo menos para la experiencia afectiva, pare-
de activación de la formación reticular del ce más que probable la existencia de algún
cerebro, una estructura compleja en el proceso perceptivo/cognitivo, algún tipo de
tallo del cerebro. En la medida en que la toma de conciencia (Izard, 1983; Harkness
formación reticular sirve también para la y Kilbride, 1983) e interpretación (Gins-
integración virtual de toda actividad cere- burg y Harrington, 1996; Tomkins, 1981),
bral, la percepción o la acción estarían siendo que el saber y la información tam-
necesariamente imbuidos de contenido bién intervienen y modifican las emociones.
emocional. La mayoría de las veces las fun- Izard (1984) propone un modelo de
ciones cognitivas operadas en el neocórtex «bucle» («loop model») en donde cabrían
suelen ser activadas a partir de las límbicas, dos sistemas, uno en el que la emoción
dando lugar a la evaluación y a la toma sería un factor en el procesamiento de
de conciencia emotiva. Por si fuera poco información y la cognición, y otro, en don-
complejo, parece que estas mismas fun- de el sistema emotivo procesaría informa-
ciones cognitivas (recordar, pensar, juzgar, ción «afectiva». Para Cicchetti y Schnei-
imaginar) pueden disparar ciertas emocio- der-Rosen (1985), las emociones pueden
nes. Por todo ello se habla de un modelo funcionar como contexto en el desarrollo
de circuito doble que implica al sistema cognitivo a la vez que la emergencia de
límbico y el neocórtex. En las primeras eta- nuevas emociones dependen del desarrollo
pas de la ontogenia parece que el circuito cognitivo. Por su parte, Levy (1984) dis-
subcortical es preferente y con el desarro- tingue entre dos niveles de conocimiento
llo progresivo de las capacidades cogniti- o saber («knowledge») en relación a la
vas, se procesaría en ambos sentidos. Las emoción. Uno denominado «de primer
relaciones ente ambas dimensiones men- orden», vinculado a la memoria perceptual
tales parecen ser, pues, enormemente y esquemas sensorimotores y el otro, «de
estrechas. El sistema límbico también es segundo orden», que referiría a una evalua-
fundamental para la memoria y el proce- ción «cognitiva» que implicaría nombrar,
samiento de información (Laird et al., clasificar, interpretar, dirigir, elementos
1982). todos ellos del sistema cultural del grupo.

184 ISEGORÍA/25 (2001)


NOTAS Y DISCUSIONES

La incorporación de este elemento cog- es el mundo de una manera vívida («qua-


nitivo permite a muchos autores distinguir lia», «mío»), haciendo incrementar la acti-
entre emociones y sentimientos, incorpo- vación de varios esquemas para la acción
rando estos últimos una toma de concien- y evaluación, permitiendo mientras tanto
cia o experiencia subjetiva 14. Para Rolls una demora de modo que la planificación,
(1994) los sentimientos implican, desde el la secuencialidad de objetivos, el recono-
punto de vista neurocientífico, una toma cimiento y otros procedimientos complejos
de conciencia y alguna habilidad de pro- pueden operar. Para él se trata de un sis-
cesamiento de tipo lingüístico. LeDoux tema de información en «suspense» («in-
(1995) distinguiría también entre emoción formation holding system») donde las
condicionada y la experiencia o sentimien- emociones son bucles reverberantes que
to del mismo. mantienen información de forma activa de
Desde las ciencias cognitivas, los teó- modo que no desaparece, que permite una
ricos de la modularidad de la mente (Fo- demora pero que trabaja contra el olvido.
dor, 1983; Sperber, 1994) y del conexio- Las emociones y el razonamiento no son
nismo (Churchland y Churchland, 1987) incompatibles, sino que se vinculan en un
y de la especificidad de dominios cogni- sistema de procesamiento total de infor-
tivos que citábamos en el apartado anterior mación y de la construcción de sentido.
nunca se han incluido a las emociones den- Mediante la fusión del hecho que se des-
tro de los módulos mentales innatos, pre- cribe y la reacción evaluativo-afectiva, los
cisamente por el mantenimiento que hacen esquemas culturales consiguen tener un
del dualismo entre racionalidad y emocio- impacto direccional poderoso como valo-
nalidad en el ser humano. Los modelos res implícitos (D’Andrade, 1981). Van-
computacionales de la mente y la identi- damme (1988) subraya que la emoción per-
ficación del cerebro como procesador cen- mite concentrar la atención y la energía
tral, en sus distintas versiones más o menos en ciertos aspectos de la situación, pro-
conexionistas, han trabajado exclusiva- piciando, por medio de la simbolización,
mente los productos proposicionales de la su organización, reorganización y jerarqui-
actividad mental como única fuente de zación. La cognición sería una «meta-
conocimiento. Éstos son producto de las emoción», un nivel organizativo superior
capacidades intelectuales de más alto nivel por medio del cual se estructura y opera
(«higher order») de nuestro cerebro, que en lo simbólico, incrementando nuestra
aparentemente no involucran actividad eficacia y resolución en el entorno, algo
fisiológica alguna, al contrario que las ya iniciado en el nivel de lo emocional.
emociones (Averill, 1996b). Esto no impediría a lo cognitivo cierto
Desde ese modelo integrado de la per- nivel de autonomía y feedback en lo
sona que citábamos antes, lo llamado a emocional.
menudo «subjetivo —las motivaciones, los El afecto hace que algo sea importante,
deseos e intenciones (Searle, 1990), las saliente 15, involucrando al sujeto y orien-
emociones— también son parte de su acti- tándolo a la acción. El conocimiento, como
vidad psíquica y mental, inextricablemente saber, es algo más que el conocimiento
unido a los procesos experienciales y del proposicional desencarnado. El significa-
saber. do, precisamente, se constituye «valorati-
D’Andrade (1981) ve las emociones y vamente» y se engarza en el sujeto, invo-
sentimientos como respuestas internas lucrándolo, por medio de la intención, la
sobre cómo van las cosas en relación a una motivación, el deseo, y las emociones que
variedad de clases de necesidades. Los sen- éstos vehiculan. Como Lave propone, la
timientos y las emociones nos dicen cómo cognición en la acción está fusionada con

ISEGORÍA/25 (2001) 185


NOTAS Y DISCUSIONES

el sentimiento desde el momento en que objetuales mediadas socialmente (Bates,


no puede separarse de la experiencia y la 1979). Las emociones son vehículos por
creación de valor (Lave, 1988). La muestra medio de los cuales los niños son integra-
de los afectos no ha de entenderse como dos en las actividades y mundos compren-
una expresión catártica de los sentimien- sivos («understandings») de los adultos
tos, sino más bien como declaraciones de (Lutz, 1983).
la mente, la motivación y la intención La teoría del vínculo (Bowlby, 1969,
(Schieffelin, 1983). Gell (1996) se refiere 1973; Ainsworth et al., 1974) especifica otra
al «amor», con sus componentes de inti- conexión con el conocimiento. Su opera-
midad, disimulo y secreto, como un tipo tividad como plataforma de seguridad
particular de inteligencia que nos distin- emocional a partir de la cual el bebé
gue, como una manera de adquirir cono- desarrolla su curiosidad y capacidades
cimientos, de obtener, distribuir y trans- explorativas protegiéndose de lo extraño
formar informaciones que son de un valor indica algún tipo de conexión entre algunos
fundamental. procesos cognitivos y afecto. Las eviden-
Por su parte, Damasio (1994) también cias etológicas así parecen confirmarlo
ha subrayado, en su crítica a la imagen también 17. Cicchetti y Schneider-Rosen
racionalista cartesiana del hombre y a la (1985) describen algunas de las consecuen-
teoría de la elección racional reelaborado cias cognitivas negativas en la relación
luego por el modelo de la «microecono- afectiva anómala entre padres y niños seve-
mía», la importancia de la emoción y la ramente discapacitados y, por supuesto, en
evaluación afectiva en la toma de decisio- el caso de maltrato infantil.
nes, subrayando saliencias, direccionalida- El marco dialógico e interactivo de la
des, propósitos. Además, las emociones socialización y aprendizaje humanos, a
también intervienen en la creatividad pesar de su variabilidad crosscultural en
humana (Isen et al., 1987) y fijan la expe- términos de contextos, intensidad, parti-
riencia (entre ésta el dominio cognitivo) cipación, direccionalidad y actores (cf.
en la memoria. La crítica feminista y su Ochs y Schieffeln, 1984; Harkness y Super,
recuperación del cuerpo ha puesto tam- 1983; Grossmann et al., 1985; Sagi et al.,
bién el acento sobre la mutua constitución 1985; Bretherton et al., 1979; Fraiberg,
entre emociones y proceso de razonamien- 1974) ha sido subrayado por infinidad de
to (Jaggar 1989, citado en Williams, autores (Kaye, 1977; Charney, 1980; Schaf-
2001) 16. fer, 1992; Butterworth, 1996; Brazelton y
Devereux (1979) establece una intere- Tronick, 1980; Bretherton, 1985; Messer
sante conexión entre emoción, cognición y Collis, 1996). El aprendizaje en el con-
e implicación («involvement») con la rea- texto social por medio del «andamiaje»
lidad a través de la simbolización y la fan- («scaffolding») y presentación estructura-
tasía, una capacidad que convierte a la da y «troceada» («chunks») (Schank y
«realidad» en algo muy multidimensional. Abelson, 1977) de formatos y contenidos
La emocionalidad es básica en la construc- proporcionados por parte de los cuidado-
ción, también, de la función simbólica (Ba- res, mediante la observación activa en un
tes, 1979; Pinol-Douriez, 1987). Igual que contexto de maestro-aprendiz (Bloch,
la relación entre los objetos y sus nombres 1991) o el descubrimiento «guiado»
son experimentados por los niños en sus (D’Andrade, 1981), en la praxis (Lave,
primeros años de vida en términos de con- 1988), a partir de una «pedagogía» ausente
tigüidad entre sí y con los contextos prag- en otros primates (Premack, 1984), en don-
máticos en que estas relaciones se produ- de el infante es co-ayudado a organizar
cen, lo emocional es parte de las relaciones sus emociones y aprende los formatos de

186 ISEGORÍA/25 (2001)


NOTAS Y DISCUSIONES

su expresión, es como se produce la socia- ción de la situación, con los consiguientes


lización y el aprendizaje en las nuevas efectos «estructurantes» sobre la relación
generaciones en la especie humana. Esta social (cf. infra).
forma particular de interacción coopera- Lo interesante de esta perspectiva, apo-
tiva y diálogo prelingüístico es capital en yada por una abundante literatura al res-
el establecimiento y mantenimiento de la pecto, tanto en psicología del desarrollo
intersubjetividad y la compartición y com- como en primatología, es la relación entre
prensión de las intenciones, sentidos y el reconocimiento y expresión significativa
emociones de los demás, tan típicamente de las emociones y una teoría mental sobre
humanos. los otros. Las teorías de la referencia social
Hoffman subraya la importancia de las («social referencing») (Campos y Sten-
emociones desde el punto de vista de la berg, 1981; Klinnert et al., 1983) mencio-
cognición social y el lugar de ésta en la nan cómo el/la niño/a busca información
cognición en general. El afecto juega un sobre los estados mentales de la madre (o
papel esencial en la distinción entre la cuidador/a) por medio de la interpretación
comprensión de las personas y la compren- de su cara y la expresión de sus emociones,
sión de los objetos, aludiendo una dife- regulando su propia conducta, conecta
rencialidad de dominio entre la inteligen- emoción, cognición y comportamiento. La
cia física o mecánica y la social 18. Para capacidad de «provocar» emociones (con-
M. L. Hoffman (1981) la cognición social solar, molestar, fastidiar), están al alcance
precede a la cognición no social, tanto es del niño a partir del segundo año de vida,
así que la permanencia de la persona es progresando su interés sobre el estado
considerada anterior a la permanencia del emocional de los demás a partir del tercer
objeto y esto gracias al involucramiento año (Dunn, 1988). Algunos, desde una
emocional respecto del primero, ausente orientación maquiavélica de la inteligencia
en la relación con el segundo. El efecto social (Whiten y Byrne, 1988) llegan a opi-
positivo de la emoción en la memoria pue- nar que las emociones, más que como sig-
de explicar este hecho. Pero también argu- nos de una intención de actuar, deberían
ye que el principio de causalidad, vía reco- comprenderse como intentos de manipular
nocimiento de intencionalidad y estados el comportamiento de otros mediante la
mentales, así como de violaciones de las información de que ciertos tipos de com-
reglas sociales, es comprendido antes en portamiento van a ocurrir (Fridlund y
la esfera de lo social. La conducta expre- Duchaine, 1996). Por su parte, Bates
siva —gestos, posturas, elementos ilocu- (1979) insiste en que la resolución de
cionarios del discurso— tiene consecuen- tareas, la enseñanza y la empatía —que
cias a la hora de activar y regular la expe- incluye la detección y participación en esta-
riencia de la emoción en otros, porque dos emocionales— están ligados desde el
comunica intenciones, motivaciones, punto de vista ontogenético en el niño nor-
deseos. La empatía (Hoffman, 1981; Harris mal. Baron-Cohen (1991) subraya, en ese
et al., 1989; Liebowitz, 1983), o emoción mismo sentido, la ligazón entre las inca-
vicaria, el ponerse en el lugar del otro pacidades en competencia social —entre
como ya insistía G. H. Mead (1967), asumir ellas una teoría de la mente—, en destrezas
las emociones del otro gracias a la estruc- comunicativas y en «prentensión» («pre-
turación semejante entre el actor (sujeto) tence») en los niños autistas.
y el modelo (objeto), juega un gran papel A este respecto, lejos de una inteligen-
en el reconocimiento del estado mental del cia piagetiana general, podríamos hablar
otro y de sus condiciones, favoreciendo la de una suerte de «confluencia» («confla-
cognición social y la correcta interpreta- tion». Cf. Johnson, 1997, cit. en Lakoff y

ISEGORÍA/25 (2001) 187


NOTAS Y DISCUSIONES

Johnson, 1999) entre emoción y cognición, familias de clase trabajadora, de forma que
como experiencia «holística» crosmodal en cada clase prepara a sus hijos en un perfil
la infancia, cuyos planos de relación y psicológico atribuido como propio (Hochs-
mutua constitución variarían —dando child, 1979). Diferencias en los contenidos
lugar a subsiguientes procesos de especia- emocionales y formas expresivas de las
lización de dominios— en relación a futu- co-narraciones entre padres e hijos pueden
ros estadios de maduración neurológica y justificarse en parte por diferencias de cla-
ontogenética (Gibson, 1996), a la estruc- se social (Burger y Miller, 1999) y también
turación propia de las tareas cognitivas por la estructura de la unidad doméstica
(mentales) en términos de su construcción (Seymour, 1983). Las variaciones históri-
progresiva hasta que se convierten en auto- cas e ideológicas también producen varia-
máticas y rutinarias (Bates, 1979: et al., ciones en los estilos emocionales, como
1988) y a las variadas tecnologías educa- Demos (1996) muestra para una Nueva
tivas y de socialización. Inglaterra prerrevolucionaria, donde la
No podemos extendernos aquí a discutir vergüenza es un sentimiento predominante
las teorías de la crossmodalidad y de la a la Nueva Inglaterra colonial dominada
metáfora. Sólo apuntaremos la relevancia por la culpa. La posmodernidad y sus fuer-
de la inteligencia social —y parte de ella zas producen una determinada gestión de
una teoría sobre la mente y dentro de ésta, las emociones (Hochschild, 1983).
de la emocionalidad— y su operacionali- No podemos desligar las emociones de
zación en otros dominios cognitivos, en la sus vínculos morales, de la propiedad o
evolución de las habilidades cognitivas de no de sus expresiones socialmente cons-
nuestra especie durante el proceso de truidas y legitimadas, de sus lazos con las
sapientización (cf. Jolly, 1972; Goody, instituciones, normas y valores que las
1995; Whiten, 1991; Byrne, 1995). En ello, informan (Harkness y Super, 1983). En esa
la atribución de deseos, intenciones y emo- medida, las emociones tienen siempre un
ciones marca, según Jolly (1996), el largo referente constitutivo público, compartido,
camino hacia la simbolización y la cultura: una comunidad para quien y por quien las
«A lo largo de milenios de evolución, las emociones adquieren su sentido. Las emo-
mentes progresaron desde “ese mono ciones no pueden tomarse abstractamente
quiere morderme”, a “no le gusto a ese de las experiencias que las constituyen, por
primate”, a “ese trueno quiere asustarme”, mucho que se «localicen» en el self como
a “Zeus está enfadado conmigo”» (traduc- lugar de las mismas (Harris, 1989), sino
ción propia) (Nota. Sobre teorías «natu- que implican también una visión sobre el
ralistas» de la religión, cf. Boyer, 1994). mundo y lo social, unido a una praxis
socialmente guiada por medio de reglas,
instituciones, valores. Emociones «com-
4. Efectos emocionales de lo social, plejas» como la vergüenza y la culpa remi-
efectos sociales de la emoción ten, en última instancia, a regulaciones del
self en y por lo social (Fajans, 1983; Solo-
Desde una aproximación macrológica, es mon, 1984), a la comprensión de la agencia
claro que la estructura social determina y la responsabilidad, a códigos de conducta
y gestiona perfiles y conductas emociona- y etiqueta, participación y aprobación
les. La socialización diferencial en el afecto social, sanciones y definiciones sobre la fal-
tiene que ver con esto (Miller y Sperry, ta, la transgresión y la restitución social,
1987). Un ejemplo clásico es cómo las un orden moral y ético, al fin y a cabo
familias de clase media preparan a sus hijos (Rosaldo, 1983; Schieffelin, 1983; Lutz,
para controlar sus emociones más que las 1983; Scheff, 1990). A la inversa, no sólo

188 ISEGORÍA/25 (2001)


NOTAS Y DISCUSIONES

las emociones aparecen en relación a jui- tinuo de la relación en el tiempo. Levy


cios evaluativos sobre el orden de las cosas, (1984), en su estudio sobre las emociones
sino que se puede hablar, también, de una en Tahiti, señala que expresar una emoción
propiedad y corrección de las emociones es una declaración a los otros sobre la rela-
(Williams, 2001), de un orden moral para ción del actor con su ejecución social en
las emociones. acción («ongoing social performance»). Es
Lo emocional tiene, a su vez, «efectos» un «metamensaje» sobre la relación del
sociales, consecuencias «estructurantes» actor con su comportamiento socialmente
para lo social (Williams, 2001; Gordon, codificado. Este aspecto eminentemente
1990). Puede hablarse de la «eficacia» expresivo y comportamental, pragmático,
social de las emociones (Barbalet, 1998) permite a algunos, de nuevo, distinguir
en el mismo sentido en que C. Lévi-Strauss entre emociones y sentimientos (Schieffe-
(1977) decía sobre lo simbólico, tanto des- lin, 1983; Fajans, 1983).
de el punto de vista de la re-creación del Por otro lado, las emociones y senti-
orden social como del de su cambio. mientos dan forma colectiva a la experien-
E. Durkheim (1982) atribuía a la emocio- cia e identidad de grupo también por
nal una causalidad directa en la solidaridad medio de la transmisión de narraciones,
mecánica, en la vinculación directa e inme- expresiones y metáforas (James, 1997),
diata del individuo con la colectividad. La pero también de chismes y rumores como
«efervescencia» colectiva tiene que ver con en los Kaluli de Papua (Nueva Guinea)
esto, tal como también subrayó V. Turner (Schieffelin, 1983). El uso de las emocio-
en su diferenciación entre estructura y nes, unido a determinados trabajos sobre
comunitas en los procesos rituales (Turner, el cuerpo, es intrínseco a la mayoría de
1977), vinculada esta última a los procesos los rituales de paso, residiendo en ello bue-
de renovación social, como revoluciones na parte de la «eficacia» social de los mis-
y revitalizaciones religiosas. La comunica- mos (Turner, 1980; Whitehouse, 1996).
ción emocional es crucial en el manteni- Hart cuenta cómo en los Tiwi (norte de
miento de las lealtades y vínculos grupales Australia), la teología, los arcanos, el mun-
(D’Andrade, 1981; Wentworth y Yardley, do sagrado y natural (cosmología, geogra-
1994). M. Rosaldo (1983), en su trabajo fía, biología, etc.), la «herencia cultural
sobre los Illongots de Filipinas y sus espe- completa de la tribu», es comunicado,
cíficas metáforas para lo emocional, des- enseñado, en contextos de fuerte experien-
taca cómo la vergüenza ordena las rela- cia afectiva y emotiva, con un trabajo
ciones sociales, evitando que la ira destruya determinado sobre el cuerpo (posturas,
los lazos cooperativos entre los parientes. prescripciones alimenticias, contactos
Para los Ifaluk, de las Islas Carolina en regulados, horarios y dietas fijas) (Hart,
Micronesia, las emociones están inscritas 1963).
en el corazón de sus interacciones inter-
personales sociales y, lejos de referirse a
estados mentales internos, les proporciona 5. Emoción y experiencia:
el marco motivacional para el manteni- teorías del cuerpo
miento de su sistema de rango y la obe-
diencia y cooperación que acompañan a Ya para terminar, en nuestro intento de reu-
éste (Lutz, 1983). bicar el debate en relación a paradigmas
Desde el punto de vista de la interacción más complejos y articulados sobre lo huma-
social, las emociones se trabajan y retra- no y lo social, vamos a referirnos a las teorías
bajan jerárquica y linealmente (Ginsburg del cuerpo («embodiment») y su concepción
y Harrington, 1996) permitiendo un con- integrada del sujeto y su experiencia. Es una

ISEGORÍA/25 (2001) 189


NOTAS Y DISCUSIONES

perspectiva ligada principalmente a la feno- o modelos [Nota. No es que el pensamiento


menología de Merleau-Ponty 19, aunque no «prelógico» sea característico exclusivo de
exclusivamente (Putnam, 1981, 1999) 20. las sociedades y mentalidades «primitivas»,
Desde el punto de vista fenomenológico, sino que las representaciones colectivas de
las emociones se entienden como una forma algunos grupos legitiman el pensamiento
de estar y ser en el mundo. Y es el cuerpo místico («participatorio» y emocional) en
el instrumento original con el que los huma- una cantidad de contextos más amplia que
nos dan forma a su mundo a la vez que otros grupos. Sólo con la aparición de lo
la sustancia original a partir de la cual el que denominó «conciencia individual»
mundo humano es formado (Mauss, 1950). estos conceptos que asumen la contradic-
Éste es precisamente uno de los principios ción en sí mismos derivan en conceptos
básicos de una concepción encarnada de la lógicos y abstractos, dando lugar a rela-
experiencia humana: uno vive desde el cuer- ciones abstractas de identificación simbó-
po y lo sensible, no puede mantenerse más lica, similaridad o metáfora (Shore, 1996).
la oposición mente/cuerpo. V. Turner (1980) es otro que ha destacado
Pero este cuerpo no es «dado», en el la importancia de lo sensorial y corpóreo
sentido del individualismo o del organi- en los procesos de simbolización y ritua-
cismo. Es un cuerpo que se construye his- lización (Turner, 1980).]
tórica, cultural y biográficamente a partir Aunque exista una gran variedad cross-
de aquellas posibilidades y aperturas neu- cultural sobre los distintos usos del cuerpo
rofisiológicas y cenestésicas de las que en relación a la experiencia y expresión de
hablábamos anteriormente. Reubicar la las emociones (Peixoto, 1995; Bozon y Heil-
experiencia —siempre social en cuanto born, 1996), aunque podamos matizar la
que construida socialmente— en el cuerpo necesaria y única correspondencia neuro-
devuelve la mente, lo psicológico, y lo cul- fisiológica a determinados estados emocio-
tural a sus dimensiones biosociales, algo nales, lo cierto es que toda experiencia está
olvidadas por los relativistas y construc- inscrita y a la vez mediada por el cuerpo.
tivistas. Lo físico, psíquico y social forman A partir de estas premisas, y para ter-
partes articuladas del complejo proceso de minar después de tantas idas y venidas, per-
la experiencia. mítasenos la petulancia de ensayar una
Sin hacer un repaso exhaustivo del tema definición, por si el lector tiene la sensación
en Antropología, recordaremos simple- de que los árboles no le han dejado ver
mente que Lévi-Bruhl fue uno de los pri- el bosque. Resumiendo hasta aquí, podría-
meros antropólogos en destacar la íntima mos entender la emoción (los procesos
relación entre lo conceptual, lo sensible, emocionales) como un campo constituti-
lo emocional y la actividad corporal. A par- vo/constituido de la experiencia encarnada
tir de conceptos como «la ley de partici- («embodied») de un sujeto biopsicológi-
pación», característica de una mentalidad co-social construido sociohistórica y polí-
pre-lógica (no en el sentido evolutivo) en ticamente a partir de diversas ideologías
donde existen correspondencias y relacio- —morales— y tecnologías educativas y del
nes donde la lógica encontraría oposicio- cuerpo a lo largo de la continua ontogenia
nes y contradicciones, insiste en la vivencia del ciclo vital humano. Las emociones per-
colectiva e individual de los conceptos no miten al sujeto dar valor, saliencia y sig-
de forma abstracta, sino experiencial, con- nificación (subjetiva e intersubjetiva) a su
creta (Shore, 1996). La «mentalidad» relación constitutiva con el mundo, impli-
(mentality) reside en la intersección de la cándolo, engarzándolo a él. Se trata de un
sensorialidad humana común y un conjun- sujeto que siente con otros sujetos que tam-
to variable de representaciones culturales bién sienten (Denzin, 1984), compartiendo

190 ISEGORÍA/25 (2001)


NOTAS Y DISCUSIONES

y negociando significados sobre lo que acti- tions. Social, Cultural and Biological
vamente le sucede. Las dimensiones «prag- Dimensions, Londres, SAGE,
máticas» y comunicativas (Schieffelin, pp. 204-228.
1983) de lo emocional (Papataxiarchis, BARBALET, J. M. (1998), Emotion, Social
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NOTAS Y DISCUSIONES

NOTAS

1
Aquí, como en muchas aproximaciones biologi- 12
El feedback que se produce cuando se simula
cistas, se confunde lo «innato» con lo «involuntario». la expresión de una emoción en la cara sobre la acti-
El aprendizaje y el hábito bien pueden producir patro- vación y control de dicha emoción en el cerebro tiene
nes automáticos de respuesta. un refrendo empírico neurofisiológico por medio de
2
Esta paradoja entre la defensa de la unidad psí- la actividad del nervio trigémino. W. James reconocía
quica del hombre/mujer y la diversidad cultural ha sido la importancia de la retroalimentación efectuada desde
arrastrada por prácticamente toda la antropología desde los músculos a los centros de actividad neurológica.
Lévi-Bruhl, Lévi-Strauss, hasta Geertz (Shore, 1996). Claro está que investigadores como P. Ekman, contra
3
Ángel Díaz de Rada, Comunicación personal. quienes van dirigidas estas críticas precisamente, lo
4
Ginsburg y Harrington (1996) hasta cuestionan ponen en duda. Comunicación pública. Sixth Interna-
tional Colloquium on Cognitive Science, 1999. San
esta generalidad incluso para las emociones más pri-
Sebastián. En todo caso, esta capacidad de sentir emo-
marias. Por su parte, J. R. Averill no encuentra patro-
ción a partir también de la expresión de la misma pare-
nes comunes para las emociones «intelectuales» como
ce tener un papel importante en el establecimiento
la esperanza («hope») (Averill, 1996a). Esto no quiere
de la empatía que hemos citado. Cf. infra.
decir, en nuestra opinión, que no haya actividad cor- 13
Lo que ocurre es que esta perspectiva más que
poralizada de alguna manera, sino que el cuerpo es
integradora suele ser cognitivista. Cf. Greenberg y
capaz de «olvidarse» de sí mismo, lo que ha sido con-
Safran, 1987.
fundido por algunos con una facultad a-corporalizada 14
La conocida teoría de W. James señala que la
de la mente (cf. Leder, 1990). emoción sería precisamente, esta toma de conciencia,
5
La convencionalidad, es decir, la creación de un pero de cambios corporales que se producen como
significado social compartido, se ha confundido tam- reacción a determinadas situaciones.
bién con la inmotivación en lingüística. 15
Para Sperber y Wilson (1986), la «relevancia»
6
La noción de «image schematta» de Johnson de algo se refiere a la ampliación de nuestro acervo
(1987), como una serie limitada de esquemas experien- cognitivo en el sentido representacional, lejos de incluir
ciales corporales que sirven como bases conceptuales ningún aspecto emocional. Implica al sujeto como ente
para otros dominios de la experiencia, entre ellos la cognoscente, pero no como sujeto experiencial.
cognición, tendría utilidad heurística aquí. A partir de 16
Sobre género y dualismo mente/cuerpo véase, entre
estos esquemas se elaborarían diversas metáforas expli- otros, Williams y Bendelow (1988) y Lupton (1998).
cativas. Véase también la teoría «integrada» de metá- 17
Maturana y Varela, 1992, mencionan el caso de
foras primarias elaborada en Lakoff y Jonson (1999). ovejas a las que su madre no ha lamido y acariciado
7
Su volumen crece hasta el primer año de edad, en su primera infancia y que muestran deficiencias
continuando la mielización del córtex a lo largo de posteriores a la hora del juego con otros de su misma
los primeros años (Gibson, 1996). Incluso hay eviden- especie. Harlow y Harlow (1996) citan la disminución
cias neurológicas del «reparto» del complejo proceso de la exploración del entorno y la agresividad injus-
emocional entre los dos hemisferios durante el primer tificada en monos separados tempranamente de sus
año de vida. Cf. Davidson, 1984. madres. Los cambios fisiológicos operados en éstos
8
Un sistema autopoiético, al fin y al cabo. Cf. Matu- ante la separación de sus madres son descritos en Reite
rana y Varela, 1980. y Short (1981), quienes también comprobaron la pér-
dida de interés por el entorno.
9
Más que de tratar de asignar un cierto nivel de 18
Sobre esta apasionante cuestión no podemos
capacidad a una especie en particular, habría que tener
extendernos por el momento. Véase Gómez y Núñez,
en cuenta las circunstancias (una ecología) en que estas
1998. En Byrne y Whitten (1995) también se parte
capacidades aparecen. Cf. Lock y Colombo, 1996; Bate-
de una inteligencia diferencial para personas, grupos,
son, 1973.
relaciones sociales, y objetos naturales y artefactos,
10
En el mismo sentido de que Premack cita para como en la mayoría de los autores que sostienen las
los chimpancés de laboratorio, en donde las tecnologías teorías de especificidad de dominio, pero la visión es
y condiciones experimentales de laboratorio (que, sin absolutamente opuesta: aquélla está guiada por el inte-
embargo, para los humanos constituyen su situación rés y la racionalidad (una orientación «maquiavélica»)
«natural» de existencia) trabajan «ampliando» («up- no por componentes afectivos.
grading») las capacidades cognitivas de estos primates 19
En referencia concreta al campo de las emocio-
(Premack, 1980, cit. en Lock y Colombo, 1996). nes, Williams (2001) también cita el existencialismo
11
Los análisis psicológicos basados en la «perso- de Sartre.
nalidad» destacarían las características modales indi- 20
Nuestras principales referencias aquí son, sobre
viduales como rasgos psíquicos propios de cada uno, todo, las de F. Varela et al., 1991; M. Johnson (1987);
independientes no sólo de factores interactivos, sino G. Lakoff y Johnson (1999); C. Toren (1993); Csordas
también, por supuesto, de variables socioculturales. (1994); Haraway (1990, 1991).

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