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Universidad Alberto Hurtado

Facultad de Filosofía y Humanidades


Pedagogía en Lengua Castellana y Comunicación
Historia y Arte Antiguo
Profesor: Pablo Castro
Ayudante: Daniela González
Estudiante: Francisca Salas

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La homosexualidad masculina en Grecia:


representación del patriarcado, la dominación y las
ideas del amor

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Históricamente, la homosexualidad ha sido un punto de inflexión cultural, de debate
y de persecución. A lo largo del tiempo, ha sido abordada desde diversas culturas, ha
cambiado en sus ideales, y se le ha dado una nueva perspectiva, que ha llevado a la lucha
constante entre dichas minorías sexuales con sus opositores, hasta llegar a lo que hoy se
conoce. Dentro de dicha afirmación, existe de forma empírica, una gran relación entre las
concepciones de la moral, de la religión —la más relevante será el cristianismo—, y la idea
del hombre como ente dentro de la sociedad, lo que ha formado, de manera progresiva, las
posturas que hoy se han difundido en el siglo XXI sobre la homosexualidad.

A éste respecto, las civilizaciones antiguas no estuvieron exentas de éste


comportamiento, y será justamente en Grecia en la que se desarrolló con mayor énfasis,
debido a que la homosexualidad no sólo era un elemento de placer, sino que representaba
una parte de la política, la filosofía y la sociedad en su conformación. En conjunto a la
situación de la cultura helena, y más exactamente en la Atenas de los siglos V y VI a.C, es
en donde surgirán dos de las obras más representativas de las ideas del amor relacionadas a
la homosexualidad y las imágenes del hombre en torno a éste respecto: El Banquete de
Platón, uno de sus diálogos más famosos, donde como en cada obra del filósofo, se puede
apreciar una parte de su pensamiento, y en éste caso, de la mano de las diferentes voces que
participan en dicho relato, que revelará un importante significado de la homosexualidad
masculina: el amor del hombre por la racionalidad y la perfección del hombre en cuanto a
un ser fuerte y capacitado para la vida política y social, y la Antología Palatina, que es una
sucesión de epigramas referidos al amor, donde se refiere a la adoración de la belleza
masculina por sobre la preferencia hacia la mujer, particularmente en el libro XII, que será
abordado más adelante. Dichas actitudes dan cabida a la idea de que la homosexualidad
masculina sería una clara prueba del dominio patriarcal que imperaba en la cultura griega,
de ciertas posturas respecto al amor ideal dado de la mano de un hombre, y de la renegación
de la mujer al plano meramente reproductivo y hogareño.

Para probar el punto anterior, es importante comenzar mencionando el papel del


hombre en Grecia, tanto en la época clásica como arcaica, donde las estructuras sociales
estaban regidas, como se sabe, por figuras masculinas, tanto en la política como en lo
intelectual y público. El hombre era la gran figura heroica, considerada como tal desde toda
su historia. En los tiempos homéricos por ejemplo, sus obras fueron consideradas como el
gran ideal del hombre griego, exaltando las virtudes de la valentía, la inteligencia y su
talento en batalla. Se tiene la idea del hombre “como héroe, el hombre como ciudadano y
del hombre como ser de razón.” (Mayorga, 2007)

Es importante distinguir la noción de homosexualidad que imperaba en éste


entonces, puesto que el término usado hoy no existía en aquel tiempo. Los autores que aquí
se mencionan, concuerdan en que el término “homosexualidad” no debería ser usado para
referirse a los antecedentes de ésta época, sino que debieran usarse términos como
“homofilia” u “homoerotismo”, dada la naturalidad que era vinculada a éstas relaciones. En
la introducción a su libro de relatos La homosexualidad en Grecia y Roma, Joaquín Esteban
García dice lo siguiente:

Para un griego, la heterosexualidad no existía como tal. El sexo se disfrutaba con


hombres y con mujeres, independientemente de que uno se enamorara de unos u
otras. (...) Para los griegos, acostarse con otro hombre no implicaba ser homosexual,
tampoco se consideraba menos viril a quien se enamoraba de otro hombre. (2017,
p.14)

Dicho lo anterior, es la validez de éste tipo de relaciones dentro de los distintos


planos de la vida de la sociedad griega, particularmente, en el caso de Atenas, quienes
llevaron el amor hacia los jóvenes mucho más allá. En lo político, en su libro Historia y
presente de la homosexualidad, Alberto García Valdés (2017) se refiere a un importante
término aplicado a las relaciones de homofilia presentes en Grecia: la pederastia, la cual
como menciona, fue regulada en el año 600 por el legislador Solón, quien restringía a los
esclavos de mantener relaciones con “hombres libres”, con lo que se apuntaba a conservar
el característico sentido de superioridad que definía a los griegos en su esplendor, dejando
en claro la dominación masculina del amo, ligada a la idea de la libertad propia de los
atenienses, y que estaba dada solo por los ciudadanos en éste caso, mas no por los esclavos
La importancia de éste hecho político sería la que da a entender, según Ramiro González
Delgado (2011) en su traducción de Antología Palatina, en convertir la pederastia en una
institución.
En El Banquete de Platón también se destaca la importancia de la unión amorosa
entre hombres dentro de un plano político y estratégico en palabras de Fedro, uno de los
asistentes al banquete, quienes al hacer diversas alabanzas a Eros, el dios del amor, realizan
variadas cavilaciones que representan ciertas creencias de la sociedad griega:

Así pues, si hubiera alguna posibilidad de que exista una ciudad o un ejército de
amantes y amados, no hay mejor modo de que administren su propia patria que
absteniéndose de todo lo feo y emulándose a otros. Y si hombres como ésos
combatieran uno al lado del otro, vencerían, aun siendo pocos por así decirlo, a todo
el mundo. (Platón, 1993, págs. 200-201)

Contemplando todo lo anterior, es momento de profundizar en el elemento de la


pederastia, y la implicación política, social y cultural que tuvo. El término como tal, poseía
una connotación diferente a la que se le tiene por dada hoy, como la define Valdés (1981,
pág. 21): “El ideal griego del amor era el dirigido a los jóvenes varones, la pedofilia y la
pederastia. Pero se trataba de una pederastia filosófica, propia de las clases intelectuales y
dominantes.” Por ello, es común ver a filósofos relatando acerca de la pederastia, de sus
propias experiencias inclusive, como en El Banquete de Platón por ejemplo. Delgado
(2011) se apresura a aclarar que dicha terminología debe ser entendida dentro de su
contexto histórico de modo muy diferente al que hoy es usada.

La pederastia se trataba de la relación entre un adulto y un joven, entendidos como


tales a los muchachos entre los 12 y 18 años. Los griegos solían determinar la adultez de un
joven cuando había pasado por ciertos procesos físicos, como el crecimiento del vello facial,
el que estaría ligado con la inteligencia, tal como se expresa en el diálogo de Pausanias en
El Banquete de Platón (1993) donde éste, al explicar los tipos de amor diferenciados entre
el amor “Pandemo”, referido al amor “ordinario”, que vela por la belleza y no por la razón,
y el amor “Urania”, que es el amor hacia la fuerza y el intelecto, habla de la aparición de la
barba masculina como signo de conocimiento. Antes de ésta marca temporal del vello
corporal, el adulto erastés (amante), se encargaba de la crianza del joven erómenos (amado),
dándole los conocimientos fundamentales de la vida, que luego le llevarían a convertirse en
un adulto capaz de ejercer todos los derechos de la ciudadanía ateniense. Estratón de Sardes
también habla del vello en el rostro, como símbolo de la pérdida de la belleza que
caracteriza a la juventud que propiciaba la pederastia. (Delgado 2011)

Pero la pederastia también poseía ciertas normas que no podían romperse. Era por
ejemplo, mal visto que el hombre solicitara una relación homoerótica que involucrara
directamente la penetración, puesto que la pederastia poseía un rol más bien de enseñanza.
Por ello, el “pasivo” en éste caso, era rechazado por la sociedad, dada la consideración de
que el ser penetrado derivaría en una falta de dominación de los actos del joven amado, y
por ende, era asociado con una imagen femenina, de la que se tenía la idea que era llevada
por la emocionalidad y no por la razón. Delgado (2011) describe entonces, el uso de la
prostitución masculina como una forma de practicar todas aquellas tendencias sexuales que
entre el erastés y el erómenos estarían prohibidas, como el coito anal o la felación,
remitiendo a la pederastia más como un elemento de crecimiento personal del erómenos y
no solo de placer.

Aun así, para los griegos no resultaba extraño el que un hombre prefiriese a otro
por sobre la mujer, quien era la otra cara de la moneda dentro del plano sexual y amoroso.
Tomando nuevamente el ejemplo de Pausanias en El Banquete, es que habla de los
inspirados por el amor Urania, el amor más puro y el que lleva a los hombres “inspirados
por éste amor se dirijan precisamente a lo masculino, al amar lo que es más fuerte por
naturaleza y posee más inteligencia.” (1993, pág 206) Es entonces que se desplaza a la
mujer al plano de lo contrario al amor que debiera buscarse, dado el papel que ésta debía
desempeñar. Valdés (1981) habla acerca de la construcción patriarcal de Grecia, donde la
mujer era vista como la que favorecía la perpetración de la estirpe como mera reproductora.
Se sabe también, que la mujer se encargaba de la crianza primaria de los hijos, así como de
la conducción del hogar en aspectos como el alimento o el uso del capital económico. En la
traducción del libro XII de la Antología Palatina por Delgado, donde el principal personaje
será Estratón de Sardes, éste realiza un canto hacia los muchachos, describiendo a la mujer
del siguiente modo:

Una mujer no tiene esfínter, ni besos cándidos, ni buen olor natural en la piel, ni ese
dulce lenguaje picante, ni inocente mirada... Y si va de lista es bastante peor.
Frígidas por detrás todas son. Pero lo más importante no es eso, sino donde poner la
mano errante. (2011, pág. 88)

El último verso hace referencia a la preferencia del poeta por el órgano sexual
masculino, haciendo ver como la ausencia de éste en las mujeres, lo más reprochable. Y a
lo largo del poema, destaca la hermosura de los jóvenes aún en edad de ser cortejados,
condenando el crecimiento del vello nuevamente como factor de la pérdida de juventud,
mas no de belleza.

Dicho esto, la pederastia no era sólo educación, ni cuidado ni disfrute, sino que
estaba derechamente en relación a la adoración por la belleza. Tanto en el libro XII de
Antología Palatina como en El Banquete, es puesto en evidencia, pese a que en éste último
texto desde el plano filosófico, el hombre debe amar no sólo la belleza del joven amado,
sino que también su inteligencia. En la última parte de El Banquete de Platón (1993) en el
diálogo explicativo entre Sócrates y Diotima, la mujer a quien le atribuye su conocimiento
sobre el amor, se habla de que para conocer realmente la belleza, se deberá ver más allá del
cuerpo bello, y que el conjunto de éste con la inteligencia del ser amado es el fin que el
hombre sabio debe buscar. También plantea que al alcanzar éste grado, se verá la belleza no
sólo en un cuerpo, sino a la belleza como un todo, usando la belleza de cada cuerpo como
escalones que le permitan al hombre llegar hasta la idea de la belleza en sí.

Por ello, el elemento de la belleza será de gran importancia. Como lo describe


Delgado (2011) en su texto, los jóvenes eran apreciados por qué tan bellos fueran,
recibiendo así los favores y cortejos de los adultos, quienes utilizaban su fortuna para
ayudar al joven en su transición como ciudadano. Valdés (1981) también habla de la
belleza masculina como el único canon de belleza, y en la Antología Palatina, Estratón de
Sardes la enaltece al describir a su enamorado en medio del despecho del mismo:

Que hermoso eres Diodoro, y en tu esplendor para los que te aman. Aunque te cases,
no te abandonaremos. Aunque te haya crecido vello en la cara y finos rizos rubios
en las sienes, ni aun así abandono a mí amado. Pues su belleza, a pesar de la barba,
a pesar del cabello, me pertenece. (Delgado, 2011)
La pederastia se configura así, como un elemento profundamente intricado en la
sociedad griega, donde encontramos su mayor desarrollo en Atenas. Es un elemento
político, de determinación y respeto social, de poder y de idealización del hombre, tanto en
el joven amado como el que ama, hasta llegando a ser mal visto que un muchacho no
practicase la pederastia, de la mano de ésta en el plano educativo, dada la valoración hacia
el adulto con más experiencia. Tal fue su impacto, que incluso parejas de amantes fueron
tomadas como ejemplos de virtud, una que siempre reincide en el hombre. Conocido es el
relato de “la caída de la tiranía”, abordado por diversos autores del homoerotismo griego,
protagonizado por Harmodio y su amante Aristogitón, quienes lograron en un acto de
proteger su relación de la intromisión de Hiparco, uno de los hijos de Pisístrato y heredero
del control de Atenas junto a su hermano Hipías, derrocar a los tiranos. Otro ejemplo será el
de Aquiles en La Ilíada, donde a pesar de conocer su destino si se enfrentaba a Héctor,
príncipe de Troya, decidió vengar a Patroclo, quien es considerado por diferentes teóricos
como su amante.

A modo de síntesis, la homosexualidad masculina tuvo un importante papel dentro


de la historia de ésta cultura, sirviendo como un elemento de estudio fundamental de la
conformación estructural de la sociedad Grecia, debido a su carácter de dominación, de
poder, de educación y de apreciación y enaltecimiento del hombre. Esto plantea una posible
pregunta, trayendo ésta implicancia a la era actual: ¿Qué ha cambiado que propició las
ideas del hombre homosexual como inferior al que no lo es? ¿Qué alteraciones pudieron
efectuarse de tal modo que la homosexualidad dejó de ser un objeto de poder y grandeza
para pasar a ser rechazada?
Bibliografía

Delgado, R. G. (2011). Poemas de amor efébico: Antología Palatina, libro XII. Madrid: Ediciones
Akal.

García, J. E. (2017). Introducción. En J. E. García, La homosexualidad en Grecia y Roma (pág. 14).


España : Caligrama.

Mayorga, J. J. (2007). Las ideas sobre el hombre en la grecia antigua. Facultad de Ciencias
Económicas, 213-234.

Platón. (1993). Diálogos III, Banquete. Madrid: Gredos.

Valdes, A. G. (1981). Investigación histórica. La homosexualidad desde el punto de vista de la


religión, la moral y las ciencias médicas. En A. G. Valdes, Historia y presente de la
homosexualidad (págs. 18-22). Madrid: Akal Editor.

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