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Históricamente, la homosexualidad ha sido un punto de inflexión cultural, de debate
y de persecución. A lo largo del tiempo, ha sido abordada desde diversas culturas, ha
cambiado en sus ideales, y se le ha dado una nueva perspectiva, que ha llevado a la lucha
constante entre dichas minorías sexuales con sus opositores, hasta llegar a lo que hoy se
conoce. Dentro de dicha afirmación, existe de forma empírica, una gran relación entre las
concepciones de la moral, de la religión —la más relevante será el cristianismo—, y la idea
del hombre como ente dentro de la sociedad, lo que ha formado, de manera progresiva, las
posturas que hoy se han difundido en el siglo XXI sobre la homosexualidad.
Así pues, si hubiera alguna posibilidad de que exista una ciudad o un ejército de
amantes y amados, no hay mejor modo de que administren su propia patria que
absteniéndose de todo lo feo y emulándose a otros. Y si hombres como ésos
combatieran uno al lado del otro, vencerían, aun siendo pocos por así decirlo, a todo
el mundo. (Platón, 1993, págs. 200-201)
Pero la pederastia también poseía ciertas normas que no podían romperse. Era por
ejemplo, mal visto que el hombre solicitara una relación homoerótica que involucrara
directamente la penetración, puesto que la pederastia poseía un rol más bien de enseñanza.
Por ello, el “pasivo” en éste caso, era rechazado por la sociedad, dada la consideración de
que el ser penetrado derivaría en una falta de dominación de los actos del joven amado, y
por ende, era asociado con una imagen femenina, de la que se tenía la idea que era llevada
por la emocionalidad y no por la razón. Delgado (2011) describe entonces, el uso de la
prostitución masculina como una forma de practicar todas aquellas tendencias sexuales que
entre el erastés y el erómenos estarían prohibidas, como el coito anal o la felación,
remitiendo a la pederastia más como un elemento de crecimiento personal del erómenos y
no solo de placer.
Aun así, para los griegos no resultaba extraño el que un hombre prefiriese a otro
por sobre la mujer, quien era la otra cara de la moneda dentro del plano sexual y amoroso.
Tomando nuevamente el ejemplo de Pausanias en El Banquete, es que habla de los
inspirados por el amor Urania, el amor más puro y el que lleva a los hombres “inspirados
por éste amor se dirijan precisamente a lo masculino, al amar lo que es más fuerte por
naturaleza y posee más inteligencia.” (1993, pág 206) Es entonces que se desplaza a la
mujer al plano de lo contrario al amor que debiera buscarse, dado el papel que ésta debía
desempeñar. Valdés (1981) habla acerca de la construcción patriarcal de Grecia, donde la
mujer era vista como la que favorecía la perpetración de la estirpe como mera reproductora.
Se sabe también, que la mujer se encargaba de la crianza primaria de los hijos, así como de
la conducción del hogar en aspectos como el alimento o el uso del capital económico. En la
traducción del libro XII de la Antología Palatina por Delgado, donde el principal personaje
será Estratón de Sardes, éste realiza un canto hacia los muchachos, describiendo a la mujer
del siguiente modo:
Una mujer no tiene esfínter, ni besos cándidos, ni buen olor natural en la piel, ni ese
dulce lenguaje picante, ni inocente mirada... Y si va de lista es bastante peor.
Frígidas por detrás todas son. Pero lo más importante no es eso, sino donde poner la
mano errante. (2011, pág. 88)
El último verso hace referencia a la preferencia del poeta por el órgano sexual
masculino, haciendo ver como la ausencia de éste en las mujeres, lo más reprochable. Y a
lo largo del poema, destaca la hermosura de los jóvenes aún en edad de ser cortejados,
condenando el crecimiento del vello nuevamente como factor de la pérdida de juventud,
mas no de belleza.
Dicho esto, la pederastia no era sólo educación, ni cuidado ni disfrute, sino que
estaba derechamente en relación a la adoración por la belleza. Tanto en el libro XII de
Antología Palatina como en El Banquete, es puesto en evidencia, pese a que en éste último
texto desde el plano filosófico, el hombre debe amar no sólo la belleza del joven amado,
sino que también su inteligencia. En la última parte de El Banquete de Platón (1993) en el
diálogo explicativo entre Sócrates y Diotima, la mujer a quien le atribuye su conocimiento
sobre el amor, se habla de que para conocer realmente la belleza, se deberá ver más allá del
cuerpo bello, y que el conjunto de éste con la inteligencia del ser amado es el fin que el
hombre sabio debe buscar. También plantea que al alcanzar éste grado, se verá la belleza no
sólo en un cuerpo, sino a la belleza como un todo, usando la belleza de cada cuerpo como
escalones que le permitan al hombre llegar hasta la idea de la belleza en sí.
Que hermoso eres Diodoro, y en tu esplendor para los que te aman. Aunque te cases,
no te abandonaremos. Aunque te haya crecido vello en la cara y finos rizos rubios
en las sienes, ni aun así abandono a mí amado. Pues su belleza, a pesar de la barba,
a pesar del cabello, me pertenece. (Delgado, 2011)
La pederastia se configura así, como un elemento profundamente intricado en la
sociedad griega, donde encontramos su mayor desarrollo en Atenas. Es un elemento
político, de determinación y respeto social, de poder y de idealización del hombre, tanto en
el joven amado como el que ama, hasta llegando a ser mal visto que un muchacho no
practicase la pederastia, de la mano de ésta en el plano educativo, dada la valoración hacia
el adulto con más experiencia. Tal fue su impacto, que incluso parejas de amantes fueron
tomadas como ejemplos de virtud, una que siempre reincide en el hombre. Conocido es el
relato de “la caída de la tiranía”, abordado por diversos autores del homoerotismo griego,
protagonizado por Harmodio y su amante Aristogitón, quienes lograron en un acto de
proteger su relación de la intromisión de Hiparco, uno de los hijos de Pisístrato y heredero
del control de Atenas junto a su hermano Hipías, derrocar a los tiranos. Otro ejemplo será el
de Aquiles en La Ilíada, donde a pesar de conocer su destino si se enfrentaba a Héctor,
príncipe de Troya, decidió vengar a Patroclo, quien es considerado por diferentes teóricos
como su amante.
Delgado, R. G. (2011). Poemas de amor efébico: Antología Palatina, libro XII. Madrid: Ediciones
Akal.
Mayorga, J. J. (2007). Las ideas sobre el hombre en la grecia antigua. Facultad de Ciencias
Económicas, 213-234.