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Jurgen Habermas Conocimiento e Interes

Lo que propone Habermas es el cambio de la filosofía de la conciencia (partiendo de la premisa “los


objetos sirven para nuestros fines”, un sujeto actúa sobre unos objetos para dominarlos, hasta el
extremo de convertir al hombre en objeto de dominación también. Esto es una concepción monológica
de la subjetividad y es extremadamente perjudicial) a la filosofía del lenguaje (ya no se trata de dominar
al otro como si fuera un objeto, sino de comunicarse con él, de interactuar, de comprenderlo de utilizar
una racionalidad comunicativa).

Siendo así, Teoría de la Acción Comunicativa se referiría a la interacción de por lo menos dos sujetos
capaces de lenguaje y acción que establecen una relación interpersonal, partiendo de la premisa de que
todos los sujetos son capaces de lenguaje y la finalidad de esta, es llegar a un punto de acuerdo, es
decir, un consenso.

Siendo así, la disyuntiva entre la filosofía de la conciencia y la filosofía del lenguaje, se refleja en lo que
para mí, es actualmente la cotidianidad de este mundo, se unidimensiona el desarrollo al concebirse
sólo en los progresos técnicos y tecnológicos, en los logros de las ciencias, en la “emancipación” política,
en la obtención de bienes materiales, y una alineación, manipulación y por ende reducción del mundo
de la vida.

Habermas en su texto propone 5 tesis, de las cuales la tercera y la cuarta se refieren a la reconstrucción
del materialismo histórico (tesis marxista que extiende el principio del materialismo dialéctico al orden
de la vida social: La historia está determinada por las contradicciones entre los modos y relaciones de
producción, las cuales desembocan en una lucha de clases). El enfatiza en tres tipos de acciones
fundamentales: Trabajo, Lenguaje e Interacción Social (diferente Dominación) y a la vez tres tipos de
intereses que se relacionan directamente con éstas acciones: intereses técnicos, intereses prácticos de
comprensión e intereses emancipatorios, y la relación de ambos, acciones e intereses, llevan a la
construcción del conocimiento.

Según Habermas, cada interés específico participa, orienta y lleva a la construcción del conocimiento en
un tipo definido de ciencia, es decir, la consecución del conocimiento en las ciencias empírico-analíticas,
tal como biología, física, matemáticas, entre otras, prima el interés técnico por la necesidad de dominar
y explotar de manera sostenible a la naturaleza para optimizar los procesos de trabajo; en las ciencias
histórico-hermenéuticas, como la lingüística, semiótica entre otras, se encuentra el interés práctico de
comprensión para la apropiación de la cultura y procesos culturales, y cuya expresión son los textos
escritos y el habla articulada; y en las ciencias crítico-sociales (ciencias de la discusión) está el interés de
la emancipación, busca crear un nuevo modelo social re-evaluando el actual sistema de poder
(capitalismo), basado en la interacción de sus miembros con un pensamiento reflexivo, no en la
dominación de unos por otros ni la alienación de sus mentes. Es como diría Kant, pasar a una mayoría de
edad.

Considero que lo que propone Habermas, su acción comunicativa, podría realmente funcionar, pero, por
dónde se empezaría?. El sistema se ha encargado de conseguir los mejores métodos para adormecer las
mentes de las futuras generaciones aún antes de que estas nazcan. Crea una ideología para amilanar sus
procesos de pensamiento, hace que se que mire al trabajo como una obligación para tener dinero y
bienes materiales, no como una realización personal, y hace que su vida (y su mundo de la vida), se
reduzca a ser una simple máquina de trabajo y reproducción y así continuar en un círculo vicioso. En
nuestro caso, Latinoamérica, es un buen ejemplo. Para tratar de cambiar, sería tal vez el punto de
partida la educación, una educación crítico reflexiva, pero esto ya sería motivo de otra reflexión.

Teoría de la Acción Comunicativa

Habermas opina que no hay mente, ni actividad intelectual sin un lenguaje previo. Si todo ser humano
nació en una comunidad lingüística, el lenguaje es, paradójicamente, anterior al éste, todo el que quiso
decir algo ya tuvo que suponerlo. Habermas admite esta independencia del lenguaje y elabora su teoría
filosófica a partir de lo que él llama los supuestos universales del habla: aquellos supuestos que debe
considerar cualquier hablante antes de emitir palabra, porque son “mandatos” del lenguaje. Estos
supuestos son ciertos en cualquier lengua, por tanto universales. Un hablante no puede dejar de
pretender, si es que quiere alcanzar un consenso comunicativamente:

1. Inteligibilidad para lo que se dice. La comunicación resulta imposible si lo que se dice es


incomprensible para los demás.

2. Verdad para aquello que se dice. Para el contenido de lo que se dice en relación con lo objetivo (si
digo “esta mesa es verde” debe ser verde) o para las condiciones de existencia de lo que se dice (si digo:
“cierra la puerta” se presupone que la puerta estaba abierta).

3. Rectitud para su acto de habla en relación con un contexto normativo. Esto significaría lo siguiente:
todo hablante se atiene a un conjunto de normas aceptadas por todos. Si dice “usted se calla” es porque
debe estar autorizado a decirlo.

4. Veracidad para su formulación como expresión de su pensamiento. Lo que dice debe ser lo que cree o
piensa; si miente, la comunicación se rompe.

Estos cuatro supuestos: inteligibilidad, verdad, rectitud y veracidad, son los que forman la base de
validez del habla. Para Habermas, el uso primario del lenguaje sería el orientar su empleo al
entendimiento. El lenguaje busca ayudarnos a comunicarnos, y para poder comunicarnos son precisos
esos cuatro supuestos, y el lenguaje nos “obliga” a cumplirlos. Los otros usos del lenguaje son
parasitarios de este uso ideal. Podemos usar el lenguaje para engañar, estafar, manipular, etc., pero el
que miente debe hacer creer a los demás que opera bajo el supuesto de veracidad si quiere conseguir su
objetivo, el que dice cosas incongruentes debe convencernos de que no está loco, y que lo que dice
responde a la realidad, el que violenta y problematiza las normas pone en cuestión el presupuesto de
rectitud, etc.
La comunicación real está llena de problemas que impiden estas condiciones ideales del habla. Existen
todo tipo de patologías en la comunicación humana, pero esto no excluye la necesidad de un modelo de
comunicación ideal como referencia, el modelo que el uso correcto del lenguaje exigiría. Cuando existen
perturbaciones en la comunicación todos tenemos conciencia de que el proceso comunicador está
pisando sobre supuestos no admitidos, de que existe una anomalía. Las expectativas de normalidad
quedan desmentidas si lo que dices es falso, o no eres quién para decírmelo, o mientes, o no te
entiendo, y se produce violencia cuando no se consigue restablecer la comunicación.

En este punto, cuando no funcionan las bases de validez del habla y se interrumpe el proceso
comunicativo, es cuando para Habermas se hace necesario lo que él llama el discurso: una forma
reflexiva de interacción que se esfuerza en recomponer la comunicación. Si los supuestos admitidos no
son sólidos, hay que buscar un consenso en una discusión, que sea tal, que garantice la simetría y la
igualdad de oportunidades para los hablantes y donde se puedan aducir los mejores argumentos.

Con esto quiere decir lo siguiente: cuando se produce una situación de incomunicación y, por tanto, de
violencia más o menos encubierta, los hablantes deben crear una situación ideal de habla en la que cada
hablante se olvida de las diferencias de poder, sexo, edad... y de las normas compartidas, ya que la
violencia reinante las ha puesto en duda, y deben tener así igualdad de oportunidades para expresar los
mejores argumentos que posean para defender su postura. El consenso se produce sobre la base de la
coacción del mejor argumento: si me dejo convencer es porque pretendo que las razones en las que se
asienta mi convicción son igualmente convincentes para cualquier hablante. El ideal de la razón está
inscrito en la interacción lingüística, la alternativa al diálogo no es otra que la sinrazón y la violencia.

Para Habermas, la comunicación lleva inscrita en su piel la promesa de resolver con razones las
perturbaciones. Quien habla pisa una dimensión en la que aparecen claros los conceptos
verdad/mentira, justicia e injusticia. El lenguaje nos da la posibilidad de consensuar normas de
comportamiento y de propiciar, por tanto, el progreso histórico. Habermas da un nuevo sentido a la
frase de Aristóteles: “el hombre, porque habla, sabe de lo justo y de lo injusto”. Sobre el lenguaje,
Habermas establece la posibilidad de crear una ética, una política y una teoría consensual de la verdad.

Por todo ello, Habermas establece diferentes tipos de acción en los que interviene la comunicación. De
un lado, distingue entre las acciones que se llevan a cabo en un contexto social y las que lo hacen en uno
no social. Por otro lado, en función del objetivo que tiene la acción, Habermas establece otro criterio de
clasificación. Así establece tres tipos de acción: 1.En aquellos casos en que la acción está orientada al
éxito en un contexto no social, habla de acción instrumental. 2.Cuando la acción se realiza orientada al
éxito pero en un contexto social, lo denomina acción estratégica. 3.Finalmente, en aquellos contextos
sociales en que el objetivo es la comprensión mutua es cuando, según Habermas, aparece la acción
comunicativa.

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