otros problemas. El mayor de ellos es que la manipulación consciente de la zancada implica
hacer cambios motores importantes en los patrones de movimiento que normalmente son perfectamente visibles al observador externo. Sin embargo, las mejoras reales en la economía de carrera derivadas del entrenamiento a largo plazo que Stephen McGregor fue capaz de medir son ajustes motores finos que no pueden ser controlados conscientemente. En el mundo real, la zancada mejora a medida que el cerebro inconsciente averigua cómo mantener las velocidades deseadas con una menor activación de menos unidades motoras y no cambiando el lugar hacia el que se mueven los brazos y las piernas. Semejantes ganancias en la eficiencia son solo visibles como un aumento general de la belleza de la zancada. El único defecto común de la técnica de correr que existe en el nivel de la coordinación motora básica es el del exceso de amplitud de la zancada, que es provocado por la utilización de zapatillas y la mejor forma de corregirlo es dirigiendo la atención al calzado deportivo y no aprendiendo toda una nueva forma de correr. De hecho, creo que si todos los corredores corrieran con los pies descalzos, no existiría ninguno de los sistemas de técnica de carrera. Otro problema con los sistemas de técnica de carrera es que obligan a todos los corredores a intentar correr de la misma forma cuando es bastante obvio, tal y como ha señalado Ross Tucker, que nuestros cuerpos tan distintos no nos permiten correr de la misma forma. La observación del grupo de corredores que encabezan cualquier maratón importante nos muestra una enorme variedad incluso entre los mejores de los mejores. Algunos corredores tienen una pronunciada inclinación hacia delante mientras que otros están perfectamente rectos. Algunos llevan los brazos arriba; otros, abajo. Algunos corredores apoyan más la puntera del pie mientras que otros apoyan la parte central. Algunos dan zancadas largas y relajadas mientras que otros exhiben zancadas compactas con una elevada frecuencia de movimiento. Cada corredor, a lo largo de años de práctica, ha «solucionado» el «problema» de correr rápido en distancias largas desarrollando la zancada óptima para su cuerpo único. Sí, es cierto, hay muchas características que son comunes a las zancadas de todos los corredores de élite, pero el resto de nosotros no podemos llegar a ser corredores de élite (ni incluso sensiblemente mejores de lo que somos hoy) imitando conscientemente estas características. Por ejemplo, los corredores más rápidos normalmente poseen de forma natural ritmos de zancada más elevados que los corredores más lentos. Si dos corredores de distintos niveles de capacidad corren juntos al mismo ritmo, el de mayor talento de los dos dará zancadas más cortas y más frecuentes que el otro. Cuando corrí con Haile Gebrselassie, observé que él daba aproximadamente 9 zancadas por cada 8 mías. El ritmo natural de zancada de un corredor de élite normal es de 90 zancadas por minuto. Ahora, usted podría pensar que aumentando conscientemente su ritmo de zancada de 80 a 90 por minuto sería una forma eficaz de lograr un poco más de eficiencia, con una zancada similar a la de la élite. Sin embargo, la investigación ha mostrado que los corredores pierden eficiencia, no la ganan, cuando se fuerzan a sí mismos a correr con un ritmo de zancada distinto a su ritmo natural de zancada[49]. De hecho, me sentí tremendamente raro al intentar igualar el ritmo de zancada de Geb cuando corrí con él. Parece que, respecto a la mayor parte de aspectos de la técnica de carrera, el cerebro inconsciente sabe mejor que la mente consciente lo que es más eficiente. Cada corredor adopta naturalmente el ritmo de zancada que es más eficiente teniendo en cuenta la totalidad de su biomecánica y estructura