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Introducción
Hay tres tipos de estados en el sistema internacional: las grandes potencias, los países
medianos y las naciones débiles. Los grandes poderes, o potencias de primer orden, son lo
que disponen de capacidad para establecer las reglas del juego del sistema internacional.
Los estados medianos son los que gozan de un “poder relativo” para ejercer influencia, aun
cuando no se pueda determinar el curso de los acontecimientos centrales de la política
mundial. Finalmente, están los países desprovistos de poder real, que son los que carecen
del peso político, económico y militar para ejercer algún tipo de influjo de modo individual
en la arena internacional. La Argentina está entre los estados medianos.
Tanto los estados medianos como los pequeños carecen de poder efectivo para incluir
unilateralmente en los asuntos de la seguridad internacional. A diferencia de los estados
pequeños, los estados medianos gozan de cierta capacidad para ejercer influencia a nivel
sistémico. La capacidad puede medirse cuando actúan a través de alianzas pequeñas,
grupos u organizaciones regionales y a través de su participación en las instituciones
internacionales.
En el ámbito de las RRII el concepto de autonomía refiere a la capacidad que tienen los
Estados para defender sus intereses y definir sus objetivos nacionales. El alcance real de la
autonomía de los Estados es motivo de profundas discusiones tanto en el campo político
como en el académico. Sin embargo, la literatura reciente suele coincidir respecto de dos
cuestiones centrales. 1- La autonomía nunca puede ser pura o total; 2- Existen distintos
grados de autonomía, tipificables según el poder con que cuentan los actores estatales.
Siguiendo este razonamiento, es posible identificar tres tipos ideales de Estados: las
grandes potencias, los Estados medianos y las naciones débiles. El elemento fundamental
que permite diferenciar a los tres tipos ideales de Estados es su capacidad para ejercer
influencia en el escenario internacional
América del Sur es una de las regiones del “mundo moderno” o “sistema interestatal
westfaliano” que resulta mayormente afectada por la primera configuración del poder
descripto por Cox: el imperio (imperio; sistema interestatal; sociedad civil). Las relaciones
de control político y económico marcadas por el accionar de una superpotencia, los
estados nacionales del todavía resistente orden westfaliano y los movimientos
trasnacionales de la sociedad civil se hallan imbricados en interacciones globales en las
que la primera configuración (el imperio) busca imponer sus reglas, mientras que las dos
restantes (el sistema internacional y la sociedad civil global) intentan preservar sus cada
vez más restringidos campos de acción.
Sin embargo, el hecho de ser una región afectada por la influencia de una potencia
hegemónica no significa que los países sudamericanos carezcan de activos a partir de los
cuales desplegar estrategias restrictivas de poder.
- Estrategias y autonomía:
En relación con este asunto, y como aspecto estratégico a considerar, el Cono Sur de
América ofrece a los países que lo componen un margen interesante para desplegar
estrategias restrictivas, situación que es sustancialmente diferente de la que predomina
desde la región andina hasta el norte de las Américas. Esto se debe a dos motivos
esenciales: la mayor lejanía geográfica y el menor nivel de amenazas a la seguridad de
EE.UU.
Ahora bien, lo que sí es crucial para Argentina es el impacto de este “margen de acción” en
los foros internacionales de seguridad; Argentina tiene más libertad de acción que otros
Estados medianos que están dentro de la órbita hegemónica de un Estado mucho más
poderoso. Por ello, los países que no son grandes potencias pueden ser influyentes cuando
recurren a las instituciones y foros internacionales.
Por otra parte, partiendo de una distinción simple, Anzelini destaca dos tipos generales de
oposición o restricción al poder imperial: a) la abierta provocación a EE.UU.; y b) un
desafío limitado a los intereses estadounidenses. El primer tipo es el que despliegan los
Estados que perciben la política exterior y de defensa de EE.UU. como hostil a sus
intereses, estratégica e ideológicamente. El segundo tipo es el empleado por los Estados
que se oponen en una cantidad determinada de cuestiones, pero que, aun así, buscar
mantener relaciones cordiales con Washington a partir de la cooperación en otros asuntos
de la agenda.
Las posibilidades de ampliar los márgenes de autonomía para un Estado que no se halla en
las más inmediata periferia o “afuera cercano” de Washington son bastante “interesantes”.
El hecho de que Argentina no sea prioridad para los Estados Unidos no debería ser algo
negativo necesariamente.
En lo que hace estrictamente al plano de las estrategias, la primera de las enunciadas por
Walt (recuperada para el posicionamiento de Argentina frente al entramado de seguridad
internacional) es el soft balancing. Los Estados están comenzando a unir fuerzas de
manera más sutiles, con el objetivo de limitar el poderío estadounidense. Pero más que
conformando alianzas antinorteamericanas, los países están apelando al soft balancing;
coordinan sus posiciones diplomáticas para oponerse a la política de EE.UU. y obtienen así
mayor influencia juntos.
En lugar de apuntar a alterar la distribución global del poder, el soft balancing admite la
vigencia de una determinada distribución global del poder (la unipolaridad estratégico-
militar), pero busca alcanzar pequeñas transformaciones a través de una restricción
limitada al accionar de las grandes potencias. La clave es la cooperación y la coordinación
diplomática con otros Estados de segundo o tercer orden con intereses similares.
La tercera estrategia denominada balking consiste en saber decir “no” a los intereses
estratégicos de las grandes potencias, cuando éstos se hallan en abierta contradicción con
los intereses de los Estados menores. Muchas veces este tipo de oposición no tiene por
objetivo alterar la distribución del poder en el corto o largo plazo, sino simplemente
“ponerse firmes” y rechazar el plegamiento a los intereses de los actores poderosos. El
“acomodamiento” implicaría, en esencia, ir en contra de los propios intereses estructurales
de un Estado de mediano porte como la Argentina. (Rechazo de varios países a alojar bases
armadas estadounidenses). En temas vitales como la seguridad estadounidense las
posibilidades de oposición se acotan sensiblemente.
Autonomía heterodoxa
Puig define a la autonomía como la máxima capacidad de decisión propia que se puede
tener teniendo en cuenta los condicionamientos objetivos del mundo real. En su análisis,
este autor distingue entre cuatro etapas por las que debe atravesar un país para alcanzar
el máximo nivel de autonomía. Según Anzelini, es al tercer tipo de los enunciados por Puig
(autonomía heterodoxa) al que puede aspirar un Estado mediano como Argentina. En
otras palabras, teniendo en cuenta que el continente americano es la única región del
planeta que cuenta con un país (EE.UU.) como única e indiscutida potencia hegemónica,
resulta impensable aspirar a lograr el último nivel de autonomía (autonomía secesionista).
La situación geopolítica de América del Sur ofrece a Argentina, en tanto Estado mediano, la
posibilidad de combinar restricción y colaboración en su vinculación (mediada por la
arquitectura de seguridad regional) con la gran potencia hemisférica.
Malvinas
Ocupación ilegal de Gran Bretaña, disputando la soberanía de las Islas y los espacios
marítimos circundantes desde 1833.
A partir de 1965 se abordaron diferentes fórmulas para resolver la disputa. Las estrategias
han estado signadas por el respeto al derecho internacional, las instancias multilaterales y
la importancia de resolver las controversias en forma pacífica. La Argentina ha
revindicado permanentemente su justo reclamo, recurriendo a los canales y a las
herramientas brindadas por el derecho internacional. Ha impulsado la adopción de
resoluciones que obliguen a las partes a negociar y así resolver pacíficamente la
controversia. Asimismo, ha buscado el apoyo a su posición por parte de la comunidad
internacional.
Nuestro país debe denunciar todas las acciones unilaterales emprendidas por el RU a
modo de poner en evidencia la ilegitimidad de las mismas y la violación que dichos actos
implican para el derecho internacional. Deben demostrarse intentos por salir del conflicto
de forma pacífica (el respaldo internacional y el apoyo de los países es clave).
Proliferación Nuclear
La cuestión nuclear impacta en distintos aspectos de la vida de un país con influencia clara
en las políticas energética, económica, militar, científico-tecnológica, y en sus relaciones
diplomáticas. Las armas nucleares resultan un factor de máxima importancia en el plano
de las relaciones internacionales.
Todos los estados tienen derecho legítimo a desarrollar y beneficiarse del uso pacífico de
la energía nuclear, conforma su interés nacional, siempre que respeten las obligaciones
que impone el derecho internacional, las normas sobre no proliferación y la necesidad de
eliminar las amenazas a la paz y seguridad internacionales.
Conclusión