Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
[-]
TEMA RELEVANTE
MARCO NORMATIVO
La posesión –pese a generar efectos jurídicos tales como la defensa posesoria, las
presunciones legales, la prescripción adquisitiva de dominio, la suma de plazos
posesorios, el reembolso por mejoras, etc.– no constituye un derecho subjetivo1, sino
un hecho que es protegido2 y al cual el ordenamiento jurídico le atribuye determinadas
consecuencias jurídicas, independientemente de que exista o no un derecho sujetivo
subyacente. En efecto, consideramos que no se puede considerar a la posesión como
un derecho subjetivo, por el solo hecho de que genera consecuencias jurídicas, ya que
se olvida que no toda fuente de consecuencias jurídicas constituye un derecho
subjetivo, así, por ejemplo, las distintas fuentes de obligaciones (el contrato, el
enriquecimiento sin causa, el hecho ilícito, etc.) o los distintos modos de adquirir la
propiedad (la accesión, la aprehensión, etc.), producen consecuencias de derecho,
pero, no por ello puede sostenerse que sean derechos subjetivos.
En tal sentido, la posesión debe entenderse como un poder de hecho que, en interés
propio, ejerce el sujeto sobre un bien, sin importar cuál sea el sustento de ese poder, si
una relación meramente material (usurpación), o un derecho real (propiedad,
usufructo, etc.) o un derecho personal (arrendamiento, comodato, etc.).
II. Fundamento de la protección posesoria
Así, la posesión se tutela para defender los intereses económicos de todos aquellos
que disfrutan de una relación de hecho con una cosa, sin tener en cuenta si el poder
de hecho corresponde o no a un derecho de propiedad3 o, en general, a un derecho
subjetivo; empero, la protección de la posesión es necesaria, también, para mantener
la paz social4, por una parte, y, por otra, para realizar la explotación económica de las
cosas5. Nos interesa resaltar la segunda de las funciones enunciadas y, al respecto,
son ilustrativas las palabras de Martín Wolff: “El fundamento de la protección
posesoria reside en el interés de la sociedad en que los estados de hecho existentes
no puedan destruirse por acto de propia autoridad, sino en que se impugnen por vías
de derecho, si con él se contradicen. La protección posesoria es protección de la paz
general, reacción contra la realización del derecho por la propia mano del lesionado y
que una sociedad medianamente organizada no puede tolerar”6. En similar sentido
Francesco Messineo ha sostenido que: “[P]uede aducirse mejor, como explicación del
instituto de la posesión, esta otra razón también de orden público: que –si al titular
de un derecho le estuviese permitido reprimir por sí mismo el ejercicio ajeno (aunque
fuera arbitrario) del derecho de él (titular) y, por consiguiente, hacerse justicia por sí
mismo (defensa privada de los derechos (…))– resultaría turbada la pacífica
convivencia social o ‘paz social’ (…). La tutela de la posesión se vincula al principio
del respeto del orden constituido (o statu quo); el individuo no puede modificar una
situación jurídica o de hecho; se necesita la providencia del juez, que ordene que
se desista de la posesión”7.
Pues bien, autorizada doctrina alemana9 explica que el derecho de autodefensa del
poseedor le confiere dos posibilidades:
Estas ideas son el reflejo de lo que aparece consagrado en el formante legal. Así el
Código Civil alemán establece:
Para el ejercicio de los derechos que, según el § 859, corresponden al poseedor, está
también facultado aquel que ejerce por el poseedor el poder de hecho sobre la
cosa según el § 85510.
i) Para repeler, en ese mismo momento, la fuerza empleada por un tercero que
implique un acto de turbación11. En cuyo caso se ejercitará el “derecho de defensa”.
ii) Para recuperar un bien, lo que supone un acto de efectivo despojo. En cuyo
caso se ejercitará el “derecho de reacción equivalente”.
Con la modificación del artículo 920 del Código Civil14 efectuada por la Ley Nº 30230,
publicada el 12 de julio último, el tenor de aquella norma ha quedado de la siguiente
manera:
“El poseedor puede repeler la fuerza que se emplee contra él o el bien y recobrarlo, si
fuere desposeído. La acción se realiza dentro de los quince (15) días siguientes a que
tome conocimiento de la desposesión. En cualquier caso, debe abstenerse de las vías
de hecho no justificadas por las circunstancias.
La Policía Nacional del Perú así como las Municipalidades respectivas, en el marco de
sus competencias previstas, en el marco de sus competencias previstas en la Ley
Orgánica de Municipalidades, deben prestar el apoyo necesario a efectos de garantizar
el estricto cumplimiento del presente artículo, bajo responsabilidad.
Pues bien, en esta nueva regulación se han obviado y hasta transgredido importantes
reglas de la defensa posesoria extrajudicial.
El nuevo artículo 920 –al igual que la norma modificada– se limita a reconocer
únicamente uno de los dos supuestos en los que opera la defensa posesoria
extrajudicial, nos referimos al caso del efectivo despojo del bien (que permite ejercer el
derecho de reacción equivalente), dejando de lado los actos perturbatorios (que
permite ejercer el derecho de defensa). No olvidemos que el mecanismo de la
autotutela posesoria otorga el derecho de proteger la posesión en sí misma, sin hacer
distinciones en cuanto a la categoría del ataque, es decir, si este implica desposesión o
solo turbación15. En efecto, el perjuicio a la posesión –frente al cual se podrá
reaccionar con el mecanismo en estudio– puede traducirse ya en la pérdida total o
parcial de la posesión, ya en una simple perturbación.
Finalmente, cabe precisar que –aun cuando la norma no diga nada al respecto– el
despojo de la posesión se verifica no solo cuando el tercero agresor se apropia para sí
la cosa o parte de ella, sino también cuando la destruye o la toma para entregársela a
otro o simplemente para tirarla después16.
Pues bien, es indudable que este remedio se otorga en supuestos en que medie
violencia, lo que aparece –y aparecía– reafirmado por las propias palabras de la ley:
“repeler la fuerza”. Pero ¿se otorga solo en casos de desposesión violenta? Nótese
que el modelo alemán no atribuye la fuerza o violencia al ataque sino al contraataque
(§ 859.1 del BGB). ¿Qué pasaría si X (arrendatario de una habitación) desea hacer un
viaje de fin de semana, cuando, pocas horas después, retorna a su habitación, porque
ha perdido el bus, y se encuentra con que está ocupada por Z, quien le impide el
ingreso y a quien los arrendadores le han alquilado la habitación para el fin de
semana? Si X solo tuviera la posibilidad de accionar judicialmente, debería pasar el fin
de semana fuera de su habitación. Creemos que en este caso la autodefensa sería
legítima17 ya que, en el caso específico, la posesión no solo se afecta cuando por la
fuerza se nos obliga a salir de la habitación, sino también cuando estando ausente se
nos impide por la fuerza ingresar a ella. Nótese, finalmente, que en el caso planteado
se respeta el requisito temporal, asunto distinto sería si X no volviera hasta después
del fin de semana.
Podemos concluir, entonces, que la autotutela de la posesión puede ser ejercida contra
cualquier acción, que sin la voluntad del poseedor le perjudica en el ejercicio de su
poder de hecho, salvo que tal acción esté autorizada por la ley, no importando la forma
cómo se realice, esto es, si hubo violencia o clandestinidad en el despojo18. Esto ha
sido expresamente consagrado por el Código Civil suizo en su artículo 926.2: “Cuando
la cosa le ha sido arrebatada mediante violencia o clandestinamente, puede
recuperarla inmediatamente, expulsando al usurpador si se trata de inmuebles, o
arrebatándola al ladrón sorprendido en flagrante delito o detenido en su fuga, si se
trata de cosas muebles” [el resaltado es nuestro]; lo mismo debe decirse del modelo
alemán en el que las vías de hecho ilícitas se extienden a cualquier acto que perturbe
o quite la posesión al poseedor sin su consentimiento (§ 858), abarcando así la
clandestinidad.
Al redactar el segundo párrafo del nuevo artículo 920, el legislador parece haber
olvidado otro dato fundamental: la defensa posesoria extrajudicial protege la posesión
en sí misma, cualquiera sea su especie, y no la propiedad26. En efecto, puede hacer
uso de la autotutela de la posesión tanto aquel sujeto que ostenta un derecho sobre el
bien (que podría ser un derecho real o un derecho de personal) como aquel que no
ostente ningún derecho sobre el mismo; de allí que resulte legítimo el uso de este
mecanismo, incluso, por parte de un poseedor ilegítimo contra el verdadero
propietario27. De esta manera, la defensa posesoria extrajudicial puede ser ejercitada
tanto por un propietario como por un no propietario que hubiesen sido despojados de
la posesión de un bien. Sin embargo, en el segundo párrafo de la norma en cuestión
solo se hace referencia al propietario, y lo que es peor aún, en su extremo final señala
que: “En ningún caso procede la defensa posesoria si el poseedor precario ha
usufructuado el bien como propietario por lo menos diez (10) años”, ¿es que acaso, en
este supuesto [el del propietario de un inmueble que no presente edificación terminada
y que se encuentre ocupado por un poseedor precario que no lo haya usufructuado
durante 10 años], el plazo para la recuperación privada del bien se extiende hasta los
10 años? Francamente inverosímil.
El cuarto párrafo del nuevo artículo 920 –de manera absolutamente contradictoria a lo
que parecía ser la intención del legislador– reduce considerablemente los supuestos
en donde se puede ejercer la defensa posesoria extrajudicial, pues dispone que esta
no procede contra el propietario de un inmueble, salvo que quien pretenda ejercerla
haya adquirido la propiedad del inmueble por prescripción.
Para salvar las incoherencias de la norma debemos concluir que: El poseedor puede
ejercitar la autotutela si es despojado del bien (primer párrafo), a menos que tal
despojo haya sido perpetrado por el propietario de dicho bien (cuarto párrafo). Sin
embargo, en este último supuesto, sí podrá ejercitarla siempre que tenga una
edificación terminada (segundo párrafo).
Con todo, del nuevo artículo 920 parece desprenderse que la intención del legislador
ha sido permitirle al propietario la recuperación del bien por medio de la fuerza –sin
importar el intervalo de tiempo entre el despojo y la recuperación– y proscribir esta
posibilidad para el poseedor no propietario.
Conclusión
___________________________
5 BARASSI, Ludovico. Diritti reali e possesso. Vol. II, “Il possesso”, Milano, 1952,
p. 17.
Si alguien ejerce el poder de hecho sobre una cosa por otro, en la vivienda o
negocio de este, o en una relación semejante, en virtud de la cual debe seguir las
instrucciones de este último referentes a la cosa, solo este otro es poseedor.
14 En su versión original el artículo 920 del Código Civil establecía que: “El
poseedor puede repeler la fuerza que se emplee contra él y recobrar el bien, sin
intervalo de tiempo, si fuere desposeído, pero en ambos casos debe abstenerse de las
vías de hecho no justificadas por las circunstancias”.
22 Esto ya lo decía el Digesto (Lib. 43, tit.16, Ley 3ª, § 9) non ex intervallo, sed ex
continenti (“No después de un intervalo, sino inmediatamente”).