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Así te afectan los traumas de niño en tu vida

adulta
Los traumas infantiles tienen importantes consecuencias en el desarrollo y la salud
de la vida como adultos. Pero, ¿cuáles son exactamente y cómo funcionan sus
mecanismos?
La joven se sentó en el despacho del Dr. Felitti con una risita nerviosa.
Aparentemente estaba bien. Perfectamente. Eso decía su último test de opinión. Pero
tanto VincentFelitti como su compañero, Robert Anda, tenían sus dudas al respecto.
Grace era solo una más de las 17.000 personas que habían estado investigando en
uno de los mayores estudios sobre traumas infantiles y problemas de adolescentes.
Su caso, sin embargo, no tardó en mostrar los signos propios de una
adolescencia difícil y marcada por los problemas. Allí donde la apariencia de Grace
trataba de ocultar la angustia vivida unos años atrás, su historial médico no podía
disimularla. Felitti chasqueó la lengua y cerró la carpeta que tenía delante de sí y se
dispuso a hablar.

Estudiando los traumas infantiles en los adultos


El análisis epidemiológico llevado a cabo por el Dr. Felitti y el Dr. Anda es uno de los
mayores, si no el mayor, de toda la historia en analizar los traumas infantiles, las
situaciones adversas y su implicación en el futuro adulto de sus víctimas. Dicho
estudio, como comentábamos en la ficción de arriba, observó el caso de unos 17.000
sujetos y llegó a una conclusión clara: existe una correlación entre los problemas
sufridos en la niñez y los problemas médicos sufridos en la vida de adulta. En
concreto, el estudio observó que los niños con problemas infantiles son más
propensos a sufrir cáncer. También se relaciona una reducción de vida media de
hasta 20 años. O un 20% más de posibilidades de ser hospitalizado La investigación
ha conseguido predecir los costes médicos que rondan a una persona con traumas
infantilespor diversas razones. Y, por supuesto, un 460% más de posibilidades de
sufrir depresión.

La exhaustiva investigación, incluso, ha conseguido predecir con asombroso acierto


los costes médicos que rondan, de media, a una persona cuya niñez está marcada
por los traumas infantiles en comparación con una persona "sana" (sí, hay una
diferencia). Por supuesto, este estudio tiene varias críticas importantes. La primera
de ellas es que solo tiene en cuenta a individuos procedentes de una sociedad
"occidentalizada". Es más, solo a gente de Estados Unidos, lo que es un gran sesgo.
Otra crítica importante es que, como hemos dicho muchas veces, causalidad no
implica correlación. Esto quiere decir que entender que hay una relación no implica
que conozcamos por qué ocurre algo. Aquí es donde llegamos a lo interesante.

Desvelando las causas


Este estudio continúa en diversos laboratorios y mentes científicas de todo el
mundo. La intención, precisamente, es tratar de hallar las causas. Es decir, la forma
que tienen los traumas infantiles de afectar a nuestro cuerpo y nuestra mente,
dejando su marca. Y los resultados hasta el momento son asombrosos además de
inquietantes.

Cómo afecta al material genético

Probablemente casi todo el mundo vea de forma instintiva que las experiencias
como niño nos afectan. Pero conocer los mecanismos exactos es otra historia. Y
mucho más importante. A medida que aumenta nuestro conocimiento sobre la
genética molecular y otros aspectos fisiológicos descubrimos algunos detalles de
los dichos mecanismos. Por ejemplo, la epigenética es una rama novedosa que
muestra que más allá de las mutaciones se puede cambiar la expresión del material
genético La epigenética estudia las modificaciones de la expresión de nuestros
genes debido a estímulos externosdebido a estímulos externos. Eso quiere decir que
no hace falta modificar nuestros genes, sino que algo proveniente de fuera (una
emoción, una comida, una lesión...) es capaz de hacer pequeñas modificaciones en la
manera de expresarse de los genes (nunca directamente en la cadena de ADN).

En el caso de los traumas infantiles, precisamente, la epigenética afecta a la


capacidad de expresarse de ciertos genes. El estrés, por ejemplo, provoca una
hipersensibilidad de ciertas características de manera que sus efectos adversos
aparecen décadas después. Entre dichos efectos se encuentran problemas
inflamatorios, mayores niveles de estrés o una mayor sensibilidad al estrés. Por
desgracia, es un tema demasiado complicado para diseccionarlo a fondo en este
artículo. Pero su descubrimiento está abriendo nuevas puertas y aportando unas
necesarias explicaciones nunca vistas antes.
Existe, además, otro efecto de los traumas infantiles y las malas experiencias que
afectan a nuestro material genético. En concreto a los telómeros. Estas partes de los
cromosomas son las más alejadas del centro y están compuestas por ADN no
codificante, es decir, que no produce proteínas. Pero sí están relacionadas con el
control y expresión. Otro aspecto en el que participan íntimamente los telómeros es
en el envejecimiento celular y emocional. Aunque no sabemos exactamente
cómo, algunas pruebas muestran la relación entre la erosión de estas partes de los
genes con el deterioro celular y también la forma de actual aparentemente más
"senil". También sabemos que el estrés causado por los traumas infantiles provoca,
precisamente, dicho deterioro, con las consecuencias negativas que esto puede
tener.

Cómo afecta a nuestro cerebro


Por supuesto, uno de los puntos críticos en el mecanismo de afectación es, sin duda,
el cerebro. Los traumas infantiles y el estrés afectan a los niños con una proyección
de futuro. Por ejemplo, se detectan diferencias en el tamaño y la forma del
cerebro. El estrés provoca la expresión de una hormona que produce un menor
desarrollo de la materia gris en zonas asociadas con la toma de decisiones o el
hipocampo (un área dedicada a procesar las emociones y los recuerdos). Esto El
estrés provoca un menor desarrollo del hipocampo y el cortexprefrontalderiva en
adultos típicamente más sensibles y tendentes a sobre-reaccionar ante las
adversidades, generando aún más estrés.

Estos traumas también afectan al desarrollo de la microglía, un mecanismo cerebral


de limpieza y defensa, lo que provoca un desequilibrio que se traduce, con el
tiempo, en cambios de humor y menor control del mismo. Otro resultado muestra
que los niños con traumas infantiles muestran una menor cantidad
de conexiones entre el hipocampo y el cortesprefrontal, así como con la amígdala
(especialmente en niñas). Esto, en la vida adulta, equivale a posibles problemas de
afectividad y empatía con la pareja. También pueden terminar en graves trastornos
de ansiedad y depresión severa.

Cómo afecta al sistema nervioso y a la psicología


El sistema nervioso no consiste, únicamente, en el cerebro. Es un órgano complejo y
delicado que conecta el control principal (ahora sí, el cerebro) con el resto de
controles secundarios y, por último, órganos y músculos. El estrés y los traumas
infantiles, por supuesto, afectan a todo el sistema de una manera arrolladora, tal y
como muestran diversos estudios. Un ejemplo es la conexión cerebro-cuerpo. Una
máxima biológica hasta hace muy poco consistía en pensar que el cerebro está
completamente separado del cuerpo por varias barreras. Sin embargo ahora
sabemos que no es así exclusivamente. Existe al menos un canal por el cual el
sistema inmune y ciertas sustancias atraviesan las barreras y afectan casi por igual al
cerebro y al cuerpo. Esto tiene unas implicaciones extraordinarias ante el estrés
generado en el cerebro, que afecta también al resto del cuerpo y viceversa. Este
aspecto todavía está poco estudiado, pero presenta resultados muy interesantes.

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Por otro lado, elevando el nivel de actuación, también sabemos que el estrés y los
traumas infantiles actúan directamente sobre la psicología de los niños, provocando
cambios a la larga. Estos, por supuesto, se manifiestan en los adultos de diversas
maneras. Una de ellas es un defecto en la Red Neuronal por Defecto. Conocida
también como RND, este sistema se refiere a una serie de conexiones entre distintas
partes del cerebro que están en funcionamiento solo cuando El RND se encarga de
coordinar las funciones y decisiones de nuestra vida en un segundo planono
pensamos conscientemente. Como si fuera un proceso en segundo plano, la RND se
encarga de coordinar y procesar las decisiones y operaciones de nuestra vida. Parece
especialmente relevante a la hora de decidir qué es importante y qué no.

Sin embargo, ante la presencia de un trauma infantil prolongado se ha observado


que las personas poseen una RND menos interconectada o incluso difícilmente
funcional. Lo que se observa en la vida adulta de estas personas son decisiones poco
juiciosas, un sistema de inhibición pobre y poca responsabilidad además de una
serie de desórdenes de comportamiento severo. Poco a poco los mecanismos
fisiológicos generados se van poniendo de manifiesto. Pero todavía queda una
cantidad increíble de trabajo que hacer. Muy probablemente, algún día, podamos
tratar los efectos de un trauma infantil y evitar sus dolorosas consecuencias a la
larga.

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