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Definidos los movimientos que surgen dentro del surrealismo, tanto como las categorías

estéticas de las que hace uso el mismo, como ejemplo para explicar los aspectos estéticos
y técnicos de los que este hace uso vamos a tomar como ejemplo dos obras que resumen
las características de lo que tratamos de explicar, una va a ser de Joan Miró y la otra de
Salvador Dalí, ya que Miró nos permite comprender los recursos empleados por parte del
surrealismo abstracto y Dalí, comprender los empleados en la corriente figurativa de
surrealismo.
De Joan Miró, la obra que hemos seleccionado es Interior Holandés hemos hecho esta
elección porque es una abstracción surrealista de una obra que es plenamente figurativa
con los cual deja ver la evolución de un estado a otro, por ello las vamos a comparar de
tal forma que se pueda dilucidar lo innovador que en este caso fue el catalán.
En primer lugar, Interior Holandés, es una reinterpretación de la obra el tañedor del Laúd
de Hendirck Martenz de 1661. Con lo nos encontramos ante una obra que se encuentra
dentro de la tradición estética del siglo XVII. En ella se manifiesta un internes claro por
crear una composición bella en la cual de forma pretendida se trata de crear un entorno
agradable, intimo y apacible que refleje un momento de distensión y disfrute entre dos
personas.
No hay ninguna intención de subvertir la realizad ni tampoco de ahondar en los aspectos
que en esta subyacen, sino que la intención es la contraria, mostrar una realidad ideal y
bucólica en la que nada es peligroso.
Aquí no hay monstruos ni pesadillas, todo es calma quietud y ritmo compositivo acorde
con el gusto de la burguesía de la época, la cual no estaba interesada en la contemplación
de obras complicadas ni reflexivas, sino que querían ver el hedonismo en el cual ellos
mismos estaban absortos.
En cuanto al uso del color, se distancia menormente de la obra de Miró, ya que no
aparecen estridencias ni disonancias que impacten de forma significativa en el ojo del
espectador, son todo colores que imitan lo real y están aplicados de forma objetiva, no
hay ningún mensaje psicológico tampoco en ellos como sí lo hay en la composición de
Miró.
Así mismo, en el óleo del Tañedor del Laúd, los rostros no están deformados, están
completamente idealizados y el recurso que se emplea para relacionar a los personajes
entre ellos es la complicidad que despiden las miradas, lo que es una aplicación también
de la belleza tradicional, pues se puede relacionar con la virtud moral de los personajes.
En lo que se refiere a las poses, se percibe un gran estudio de los gestos y nada queda al
azar, por lo que es vidente que no es una pintura automática ni surgida de un momento
espontáneo de creatividad.
Sino que es una obra pensada y planificada, en la cual se ha hecho uso de bocetos y otras
formas que han permitido crear todos los detalles. Esta planificación también se aprecia
en el uso de la perspectiva matemática tanto en interior de la sala como en la vista del
paisaje exterior que aparece en la ventana.
El paisaje de la ventana es, además, un claro referente al mundo ideal que se trata de
representar en la obra, dado que es la visión de una canal, el cual potencia el sentimiento
de calma y romanticismo. En ella, queda claro que ningún monstruo procedente del
subconsciente o de otro mundo va a aparecer para subyugar o atemorizar a los personajes
de la composición.
Otros aspectos que ponen de realce el uso de una concepción de la belleza clásica en la
obra y en absoluto convulsa, es el bodegón que aparee sobre la mesa el cual es abundante
y lujoso, con gran cantidad de frutas en su momento de mayor plenitud. Lo cual es un
elemento que ensalza la belleza de la juventud y la plenitud del ser humano cuando es
joven y se siente inmortal y capaz de todo. Los colores del bodegón, también están usados
de forma objetiva tal y como aparecen según las leyes de la lógica.
Por lo que es una pieza en la que mímesis aristotélica con la que el surrealismo se reveló,
queda patente.
En lo que se refiere al empleo de la luz, esta también está planteada con una clara
intención de crear belleza, así como de crear un entrono agradable. A su vez, esta tampoco
crea contrastes vibrantes ni que impacten o sorprendan al espectador, como sí hace Miró,
ya que su luz unificada y homogénea da un aspecto plano a sus figurar al contrario de la
volumetría que presentan las de Martenz.
La luz de la que hablamos, entra por la ventana al interior holandés de 1661, es una luz
dorada, como de media tarde, la cual por otro lado, se vincula con los encuentros
amorosos que se solían llevar a cabo en el siglo XVII al caer la tarde, con lo que aparece
un mensaje amoroso que no queda tan claro en la composición de Joan Miró, los seres
qué pinta, informes y dinámicos, no manifiestan intenciones de relacionarse íntimamente
entre ellos, simplemente surgen en el espacio y por las curvas que los recorren, se logra
mostrar que con la misma rapidez que han aparecido, van a desaparecer igual que en un
sueño. Lo que es mucho más siniestro dado que cuestiona la existencia de lo material en
el plano de la realidad sensible y nos presenta una visión fugaz de la vida que no aparece
en la obra holandesa, en la que se percibe una realidad que tiende a lo estable y lo eterno.
La intimidad y la eternidad, la representa lumínicamente la luz oscura que aparece
iluminando a los personajes de forma vertical y que los envuelve en un momento donde
el tiempo parece haberse detenido, solo existen ellos y nada más en el mundo, tan solo
necesitan la compañía mutua que se prestan, además de la que de dan el perro y el gato
que aparecen en la composición.
El perro y el gato, son elementos que aparecen increíblemente metamorfoseados en el
óleo de Miró y en el cual el significado simbólico de ellos no es el mismo.
Así mismo, hemos de fijarnos en el significado que se da a la música en la obra holandesa,
ya que aparece revestida del antiguo significado de pecado y de incitación al acto carnal
acorde con el lenguaje de la época y con el pensamiento de la misma, con lo que es un
símbolo de la sensualidad.
Este, a su vez, se relaciona con los dos animales que representan al hombre y a la mujer,
el perro y el gato respectivamente, además de los humores del ser humano, digamos que
son los que en realidad permiten leer el mensaje de la pieza del siglo XVII, dado que el
gato bajo la mesa, casi imperceptible y acechante es el que explica el gesto de la mujer,
la cual por la expresión de su rostro se advierte que es la que está incitando al musico a
yacer con ella.
También hemos de apreciar, que son los animales los que miran al espectador y los que
lo introducen en la obra y no los humanos. Este detalle, pudo ser uno de los motivos por
los cuales Miró decidiera hacer una reinterpretación de la obra, por el motivo de que
simbólicamente se están mostrando dos mundos por medio de ellos, algo que sí interesó
a los surrealistas, aunque en este caso, no es una contraposición entre la realidad y el
sueño, sino una traslación de naturalezas e intenciones.
Comparando esto con la obra del catalán, la de este es más naif, dado que la figura de la
mujer prácticamente desaparece, se fusiona de forma abstracta con la mesa, que ofrece
una visión imposible de la realidad y que es diametralmente opuesta a la anterior.
En cambio, el tañedor y el laúd, aparecen de un tamaño mucho mayor que en la primera
y son los elementos que dominan el espacio interior. Los colores, no son en su caso
objetivos, sino absolutamente subjetivos, el rostro del musico aparece reducido a una
forma esférica de color rojo, lo que supone una síntesis del semblante del musico. Sin
embargo, sabemos que se trata de una cara humana porque bajo la esfera aparece el bigote
del tañedor del laúd.
Con lo que, por un lado, tenemos al musico bello que se ajusta al canon academicista y
por otro, tenemos al siniestro, informe y metamorfoseado musico surrealista, que no
presenta la belleza canónica ni tampoco armonía formal, sino que es una forma ovoide
como movida por el propio ritmo del laúd que tañe.
El laúd, es uno de los elementos mas definidos en la obra de Miró. El que parece ser en
el óleo del catalán, el que hace que las formas en torno a él aparezcan onduladas y
deformadas, como siendo sometidas a las vibraciones del sonido producido por el
instrumento. Con lo que se potencia el carácter onírico de la obra.
En lo que respecta al uso de la perspectiva que hace el español, en este caso desaparece
por completo, la obra es plana y sus personajes bidimensionales, no están tratados
volumétricamente como sí lo están en la pieza en la que se inspira.
Miró no manifiesta interés por la escala de lo humano o de lo real, sino que trata de
mostrar los elementos claves que permitan, por un lado, entender el oba y por otro su
relación con la pieza en la que se inspira.
Esta a su vez es ejemplo de cómo el arte de Miró es el resultado de un proceso de
simplificación de la pintura, es decir, le importan la línea, el color y la subjetividad
compositiva. Ya que es a partir de los elementos que más parecen atraerle, como son el
musico, el perro y el gato como construye un interior en el que ningún objeto aparece tal
y como lo encontraríamos en la naturaleza, sino que son reinterpretaciones de esta, con
lo que la mímesis y la belleza tradicionales desaparecen en favor de las formas grotescas
y subversivas, manifestándose en ella la intención de interrogar al espectador sobre su
propia existencia en el mundo.
En cuanto a como se trasladan los mensajes al receptor, en la primera queda más claro a
nivel visual, ya que podemos ver tanto las actitudes de los personajes como a los animales
completamente definidos, por lo que podemos analizar sin complicación el trasfondo de
la obra.
En cambio, en la pieza de Joan Miró, hemos de descifrar el lenguaje propio que emplea
el artista, ya que en ella sí son los animales los que dan toda la información alusiva a las
relaciones carnales, pese a que sus informes seres no manifiesten intención de ello, sin
embargo, por medio de estos es como se codifica el impulso sexual que subyace en el ser
humano sin necesidad de hacerlo visible como tal.
Por tanto, es una obra sobre la que hay que reflexionar activamente y yendo de la parte al
todo, igual que debe analizar un sueño según Freud, ya que si la analizamos de forma
global esta parece no significar nada y ser incluso superflua. Pero en ella queda de
manifiesto el misterio surrealista y los juegos de ocultamientos, ya que como vemos nada
es lo que parece en el universo de Miro.
En cuanto a los resultados finales la obra de Martenz, presenta un color modulado y
manifiesta un mayor interés por dejar que sean los efectos cromáticos y la luz los que
modulen las formas, no dándose importancia a la línea, ni al dibujo, porque de acercarse
más a la atmosfera real.
En cambio, las líneas están muy marcadas en la obra de Joan Miró y delimitan las
manchas de color, así como están aplicadas de forma mucho más plana y sin modular.
También tenemos una reducción no solo en cuanto a lo que respecta a la forma, sino en
lo se que refiere a la paleta empleada. Miró la reduce a colores como son el rojo el amarillo
el azul, el blanco y el negro, lo que dista de la enorme gama cromática de la anterior obra
holandesa.
Esto, a su vez, le confiere a la pintura del catalán un aspecto más fantástico y grotesco,
dado que no son los colores habituales que vemos en el mundo cuando contemplamos los
objetos que aquí se representan.
Con lo que la obra de Miró, lo que hace es resumir la importancia del saber emplear los
signos de tal forma que impacten y sorprendan, tal como estipula el surrealismo, así como
es muestra de la creación de una caligrafía propia y personal que no encontramos en otro
surrealista.
Para mostrar la otra vertiente del surrealismo, la figurativa, vamos a presentar la obra la
persistencia de la memoria de Salvador Dalí. La cual es una pieza de las más conocidas
de Dalí y en la que se conjugan de forma directa lo real y lo surrealista. Ya que, en el
fondo, apreciamos claramente la bahía de la zona catalana en la que Dalí se crió, con lo
que ya vamos viendo como en esta obra van apareciendo elementos de la estética
surrealista como aquellos que nos remiten a la infancia del artista, a diferencia de la obra
de Miró, esta bahía sí cuenta con colores que son más cercanos a la realidad, del mismo
modo que las montañas que se encuentran ubicadas al fondo del lienzo.
Sin embargo, perdemos toda conexión con la realidad si nos trasladamos al primer plano
de la composición donde aparece el tipo de surrealismo que va a caracterizar la estética
daliniana y que es el reflejo de la creación de un lenguaje onírico y fantástico propio y
personal procedente de sus visiones, alucinaciones e interpretación del tiempo o incluso
del queso camberg según cuentan las anécdotas cuando hablan de esta obra.
En este caso, en lugar de tomar como inspiración una obra pictórica, Dalí parte de la teoría
de la relatividad de Einstein la cual lo impactó, lo que hace que esta pieza presente esas
deformaciones y metamorfosis que demuestran como el tiempo nos desgasta y nos
consume sin que apenas lo percibamos.
Lo cual introduce el aspecto feo de la vida y al que nos oponemos a mirar por lo que nos
enfrenta a nosotros como espectadores por medio de estas deformaciones con lo que mas
tememos y a lo que más teme también el propio Dalí,
El tema de lo relativo, es otra característica fundamental de esta obra, ya que potencia la
subjetividad de la misma, por el motivo de que manda el mensaje de que la relatividad no
es más que la percepción de cada observador viendo la realidad a su manera, por tanto,
todo es cierto y nada es absoluto.
Lo que ideológicamente se opone a los postulados políticos del momento en el que Dalí
creó esta obra, así como a la existencia de una belleza absoluta y eterna, es decir, nos
marchitamos igual que se marchita el rostro de Dalí que aparece en el lateral derecho.
Sobre él, además, se puede contemplar un reloj que simboliza la muerte y el paso del
tiempo, temas que atrajeron a los surrealistas y que por otra parte son frecuentes en los
sueños.
Los relojes son símbolos que aterran a los seres humanos, ya que encarnan las cadenas de
lo cotidiano y de la rutina, por lo que aluden a la perdida de libertad del hombre. Con lo
que, por medio de su disolución, Dalí, también está haciendo una reflexión sobre la
importancia de vivir el momento, ya que no tenemos forma de saber si realmente
existimos si todo es relativo y no existe lo absoluto. Así, lo siniestro y el misterio son los
elementos que dominan la atmosfera de la composición, aunque de forma muy sutil, tanto
que necesitamos hacer una reflexión muy profunda sobre la misma para poder percibir
esto.
Otros de los planteamientos que se cuestiona Dalí, son la materialidad de los objetos y su
existencia en el mundo además de su color. Esto lo podemos ver por ejemplo en el árbol
que aparece sobre un pedestal, dado que este está contaminado por los tonos azules y el
dorado del reloj que soporta, detalle que por otro lado refleja como está siendo consumido
lenta pero inexorablemente.
Del mismo pedestal cuelga otro reloj, con otra hora distinta pues cada uno de ellos marca
una hora diferente, lo cual de nuevo nos remite de forma simbólica a los distintos planos
de la realidad, el pasado, el presente y el futuro. Aunque también podríamos relacionarlos
con el momento del sueño y la vigilia, siendo el sueño el lugar de creación espontánea
según los surrealistas y donde además encontraban sus fuentes de inspiración pues era un
momento donde el artista era libre por completo de los dictados de la razón.
Lo mas importante y mas surrealista de esta obra son sus símbolos y como los emplea
Dalí, dado que son los que revisten de todo su significado a la pieza, es decir los que
constituyen su lenguaje pictórico y estético.
Primero, hay que fijarse en que hay cuatro relojes, uno de bolsillo y tres más blandos y
deformados. Interesa, un reloj que aparece a la izquierda del cuadro en la plataforma
rectangular y que tiene sobre él una mosca, así como el reloj de bolsillo que está lleno de
hormigas, siendo estas referencias a como nos consumimos y a la putrefacción de la carne.
Con lo que, a través de estos pequeños detalles, la estética daliniana nos está mostrando
aspectos aterradores de forma oculta y misteriosa tal y como gusta al surrealismo.
En el caso de otros detalles, como por ejemplo la luz y el color, como en el caso de Miró,
también juegan un papel fundamental en la pieza, que en esta se muestran aplicados de
manera mas cercana a lo que sería el academicismo, ya que nos hayamos dentro de la
tendencia figurativa del surrealismo.
La luz, en esta ocasión lo que hace es dividir la composición en dos planos, uno posterior
y otro anterior. En el primero, aparece una luz casi tenebrista que dota de misterio a la
obra y que ilumina suavemente a los objetos dándoles un mayor aspecto volumétrico, el
cual no aparecía en las abstracciones de Miró.
Así mismo, estos detalles y aspectos nos demuestran que no todas las obras del
surrealismo eran puramente automáticas. En realidad, los que mas se aproximan al
automatismo como tal, fueron Max Ernst y André Masson, estos sí se dejaron guiar por
el impulso creativo de forma mas directa que lo dos españoles.
Si bien cabe destacar, que Miró resulta mucho más automático que Dalí, aunque se sabe
que retocaba las obras. Por lo que la estética surrealista resulta tan difícil de explicar
porque son muchas las consideraciones a tener en cuenta cuando las vemos plasmadas en
los lienzos. Con estas creaciones, lo que intentamos es da una explicación lo más clara
posible y que ilustre las ideas fundamentales como son la intención de crear sorpresa, ser
misteriosas y el juego de ocultamientos y revelaciones, además de los encuentros azarosos
e imposibles entre objetos que hicieron famosos a los surrealistas, además la posibilidad
de pintar enigmas, sin necesidad de que aparezcan palabras, solo mediante el uso de
símbolos que remiten a conceptos descontextualizados.
La relación entre el símbolo y el concepto es importante tenerla siempre presente para
entender la estética daliniana y la de aquellos a los que influenció dado su permanencia
en los planteamientos futuros del surrealismo. Esto es porque mediante ellos es con lo
que crea las metáforas visuales que aluden a lo que aparece en el subconsciente. Esto
puede parecer muy complejo, pero si se entiende en relación con el método de la paranoia
critica creado por Dalí cobra sentido por sí solo, ya que, por medio de ese método creativo,
lo que hace Dalí fundamentalmente es crear un universo simbólico que parte de la realidad
y que se deforman imitando las alucinaciones que sufren los enfermos de la paranoia. Por
ello en la obra hay restos de lucidez y de locura, locura que muestran además las fobias
del artista y sus traumas, adultos e infantiles.
Los traumas de Dalí tienen que ver con el sexo y su narcisismo, por ello no es de extrañar
que temiese tanto a la muerte y a la fugacidad del tiempo. Dado que su persona es una
especie de espectro de su propio hermano, lo que en cierto sentido siempre lo hizo sentir
que el mismo era un ser dual, un ser reencarnado por decirlo de algún modo, por lo que
las dudas sobre su propia existencia y materialidad en él es lo que pueden explicar la
creación de estas formas que chorrean y que se escurren que pueden ser una presentación
de cómo él se sentía al ser atravesado por las incertidumbres y lo relativo como Einstein
demostró.
Con lo que podríamos decir que, en la obra de Dalí, todo es relativo pero que la subversión
es absoluta. Absoluta porque refleja el pensamiento y las ideas que atemorizan los seres
humanos de todas las épocas, pero sin necesidad de que en sus obras aparezca lo que hoy
podríamos entender como gore, lo que nos permite ver su valor como artista y como
surrealista.
Pasando a los aspectos coloristas de esta obra, el color es rico y variado, es un color
modulado, no como el que aparecía en la pintura de Miro, también emplea una gran gama
cromática, en lugar de presentar los colores tan esquemáticos y esenciales como hacía
Miro.
Aquí predominan los tonos fríos, los azules los grises y los blancos que contrastan con
los cálidos ocres, marrones y amarillos. Contraste que por otra parte muestra su
conocimiento de la luz impresionista y de la obra de pintores como Velázquez, siendo
ambos grandes maestros del dominio de la luz, el color y el ritmo compositivo, así como
de la creación de atmosferas pictóricas por medio del color. Esto es otro de los puntos
fuertes de la obra de Dalí y que potencia su estética subversiva y misteriosa.
Como estos, también fue un maestro de la colocación de los focos de luz con los cuales
podía crear obras tenebrosas y siniestras sin necesidad de deformar a los personajes tanto
como otros surrealistas. Siendo también la luz uno de los elementos que dota de irrealidad
a su obra, ya que, por ejemplo, esta es una luz fría e irreal que parece inmóvil y estática
y cuyo estatismo se contrapone al devenir del tiempo que reflejan los relojes.
Pasando a los aspectos compositivos de la obra que son algo a tener siempre en cuenta,
ya que son los que explican el efecto estético y los que posibilitan que este sea mayor o
menor.
Por ejemplo, no causa el mismo efecto ver un rostro iluminado desde un punto de vista
bajo que desde un punto de vista alto. El punto de vista alto siempre nos asombra más al
no ser el punto de vista habitual con el que vemos los semblantes humanos.
En cuanto a los aspectos compositivos que comenzamos a ver en la persistencia de la
memoria, domina la línea horizontal del mar de fondo enmarcada por una luz que divide
el cuadro en dos segmentos desiguales, pero sin embargo se presentan en armonía. Esta
se completa por la horizontal de la rama seca del árbol, que con su tronco marca a la
izquierda una vertical que equilibra la composición. Siendo esto una muestra de como
conocía a los maestros como Velázquez, el cual fue un gran innovador en el uso de las
distintas perspectivas en sus obras. Aunque esto es otra muestra de como Dalí se
desvincula del automatismo surrealista.
Los elementos dinámicos que emplea aquí, también muestran como la estética surrealista
se apoyó en otros movimientos anteriores como el simbolismo o el romanticismo, o
incluso otros más clasicistas como el renacimiento, sin embargo, el dinamismo de la obra
lo sitúa más cerca de la tradición barroca española, (lo cual no es extraño, dado que Dalí,
manifestó un gran interés por los temas religiosos y la representación de cristo.)
En este caso, emplea tanto líneas diagonales como curvas cómo se puede contemplar en
la plataforma, la cabeza y los relojes. El color contribuye a la sensación de movimiento y
estatismo a la vez por la conjunción que aparece de tonos fríos, que nos alejan las formas
y los cálidos que por su parte nos las acercan. Con lo que podemos decir que está
recreando un juego óptico para aumentar el carácter sorpresivo y alucinatorio.
La perspectiva, está empelada de forma tradicional, pero, sin embargo, esta parece extraña
ya que el punto de vista que nos ofrece es alto, pero no aparece este aplicado de igual
forma en todos los objetos con lo que subvierte y cambia nuestro modo de ver
biológicamente hablando y nos hace ver el mundo sin que nos demos cuenta como lo
vería por ejemplo un paranoico, es de nuevo un efecto alucinógeno.
El paisaje, el autorretrato blando, los relojes, la mosca y las hormigas, son los elementos
que transmiten el mensaje de la obra y sobre los que mas hay que detenerse a reflexionar
dado el contenido simbólico y metafórico que estos contienen.
En lo que se refiere a los relojes, cada uno, como adelantábamos, marca una hora distinta
que parece estar entre las 6 y la 7 de la tarde, que es la hora del atardecer y lo que a su
vez se encuentra vinculado con el tipo de luz dorada que aparece en la composición, ya
que es una luz que va apagándose igual que la vida y el propio sol, y con lo que se insinúa
de forma grafica y figurada a la vez el concepto de la relatividad del tiempo, no solo del
tiempo según Einstein, sino también de como lo entendían los surrealistas.
Por como pinta los relojes, a su vez vemos en ellos vemos la influencia del psicoanálisis
conjugado con una estética onírica y delirante.
Pese a que normalmente, son los relojes a lo que más atención se presta cuando se habla
de esta obra, el paisaje aporta mucha información, dado que en él se manifiesta la voluntad
de permanencia en el ayer y la posibilidad de recordar en un pasado no controlado por el
tiempo, es decir, la persistencia de la memoria, la huella de una vivencia pasada que fue
y que permanece pero que no puede ser controlada por el tiempo lógico precisamente
porque ya pasó.
A pesar de lo funesto del mensaje, contrapone con elegancia una escena infinita como es
la del paisaje, que podríamos decir que simboliza lo bello, donde persiste la memoria, con
objetos, que sin embargo lo que hacen es remitir a la fugacidad de la vida, a lo efímero y
a lo escurridizo del tiempo, lo funesto, el fatum humano y por tanto son reflejo de su
condena a desaparecer.
El autorretrato del propio Dalí, sigue esta línea de contraposición entre lo permanente y
lo fugaz, ya que la cara es similar a una roca del cabo de Creus, pero se representa como
una materia blanda evocando su mortalidad. Por tanto, la referencia a la roca es un modo
de evocar lo permanente y mediante la forma con la que se pinta se recrea la sensación de
mortalidad y desvanecimiento del artista. Imagen que simboliza la erosión de la vida
sometida al paso del tiempo.
La mosca es otra de las referencias a lo efímero y lo finito, es como decir que el tiempo
vuelva y que no vuelve. Las hormigas, se relacionan con un hecho de la infancia de Dalí
que lo traumatizó. Por lo que la fuerza con la que en el quedó este recuerdo traumático es
por lo que las pinta de forma tan realista, además en ellas se aprecia que hay una clara
intención por captar sus detalles anatómicos y presentarlas tal y como aparecen en la
naturaleza. (Es un elemento que le interesa, igual que a Miro por ejemplo de interesaba
resaltar el laúd.)
El efecto naturalista de estas, queda realzado mediante un juego de luces sobre el cuerpo
de las mismas y las sombras sobre el sustrato que les da volumen a todas ellas. En este
volumen, es, por ejemplo, en lo que encontramos una gran diferencia entre la obra de Joan
Miró, que era plana y la de Dalí. La primera era una pieza abstracta y esencial y esta
definida y compleja.
Las hormigas pueden ser interpretadas de varias maneras, por ello decimos que son un
símbolo complejo. La interpretación más lógica seria decir que sin un elemento que se
vincula con el paso del tiempo y la muerte, así como con la perdida de la juventud y la
potencia sexual del hombre, lo cual tendría lógica según el carácter del pintor de Figueras.
Otro significado, podría ser el de verlas como un símbolo lúdico y alucinatorio por las
formas que crean las hormigas cuando muchas de ellas marchas juntas describiendo
formas ondulantes e irregulares como las de los relojes, y por tanto son trauma y sorpresa.
Para concluir con el análisis de esta obra, podemos decir que remarca la importancia de
ser críticos en la actividad artística, ya que lo que hace Salvador Dalí, es criticar la
inutilidad del tiempo y nuestra constante intención de permanecer unidos a un tiempo
sublimado e irreal solo porque nos parece más agradable y fácil de vivir.

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