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El Colegio de Profesores recibió con algo de dulce y agraz el anuncio,

debido a que, por una parte, manifestaron su “satisfacción” ante la


confirmación de que se incluiría dentro de las asignaturas obligatorias a la
de Filosofía, algo que la entidad había solicitado. Sin embargo, por otra
parte, el presidente de la colectividad gremial, Mario Aguilar, señaló que, al
menos preliminarmente, los deja “muy muy preocupados la electividad del
ramo de Historia”.

Aguilar fue cauto en todo caso y enfatizó que se trata de “una opinión
preliminar, porque esto lo tenemos que estudiar con más detalle y con la
profundidad que merece un tema tan importante”.

Sin perjuicio de ello, el dirigente señaló que la excusión de Historia “va a


significar que alumnos simplemente no van a tener formación en un aspecto
tan importante como es la historia de nuestro país, la historia universal,
materias que tienen que ver con la formación de identidad, con la
comprensión del origen de nuestro ser, de la sociedad en la que vivimos”.
En ese sentido, añadió que “es una materia demasiado importante, un
aspecto educativo demasiado importante, como para que no se le dé la
relevancia que corresponde”.

“Nos parece una mala señal minimizar la importancia de la Historia en la


formación de una persona, de un colectivo o de una sociedad. Es un error,
una visión instrumentalista de la educación, que la ve solo como una
preparación para el mundo del trabajo y la educación es muchísimo más
que eso. La educación tiene que ver con la identidad, con el desarrollo
social, con la integración social, y en ese sentido la Historia juega un papel
muy fundamental como asignatura y como materia”, concluyó Mario Aguilar.
El pasado viernes varios medios importantes de Chile anunciaron que el ramo de
Historia dejará de ser obligatorio para los cursos de 3º y 4º medio a partir del
2020, por lo que pasará a ser una asignatura optativa. Por más que la intención de
esta decisión sea hacer cambios medianamente profundos y beneficiosos para el
currículum escolar, considero que es una situación realmente lamentable.

No quiero que esta opinión sea tomada como un simple capricho por ser estudiante
de Historia, sino como una reflexión crítica de cómo estamos formando a nuestras
futuras generaciones. El mismo camino recorrido por el ser humano ha
demostrado que la historia es fundamental para la formación de la sociedad, de
personas libres, con criterio y razonamiento para poder crear un mejor futuro. Por
lo tanto, esta disciplina también refuerza nuestros lazos sociales.

Ya en el año 2012 se intentó reducir horas de Historia en los colegios, a lo que un


grupo de académicos de distintas universidades dieron su opinión. El profesor de
nuestro Instituto de Historia, Rafael Sagredo, en la campaña Historiadores
furiosos dejó muy claro su punto: “El principal defecto que yo veo en la medida que
se ha tomado es creer que las disciplinas, las ciencias, los ramos son cada uno un
fin en sí mismo, sin comprender que cada una de estas asignaturas (…) son un
medio para formar a la persona. Hay que saber a sumar y a leer, pero no nos sirve
de nada saber sumar y leer mecánicamente si no sabemos qué sumamos ni qué
leemos”[1]. Hoy, este defecto sigue siendo el mismo en las decisiones tomadas por
el Consejo Nacional de Educación (CNED).

Aunque siendo honestos, la historia no tiene una función práctica como las
matemáticas, las ciencias o lenguaje, pero siguiendo el argumento del profesor es
una materia que las reúne a todas, por ello muchos académicos, pensadores y
entendidos señalan que esta disciplina es omnívora. La Historia es hecha por el
humano para el ser humano, por eso la historia tiene una utilidad que trasciende en
lo práctico, es formativa.

Es válido decir que la Historia puede ser subjetiva y tener sus riesgos si es sesgada
o tendenciosa, pero todo aquel que se dedique al oficio de la Historia, sea
historiador o profesor sabe que el ideal es ser lo más objetivo posible. Sin embargo,
no podemos omitir la intervención del espíritu humano dejando así despertar
nuestras pasiones, mas ahí está nuevamente el motivo de ser de la Historia en la
pedagogía e investigación: educar, razonar y argumentar lo que pensamos, nuestras
decisiones y acciones pasadas, presentes y futuras.

En este sentido el historiador inglés R.G. Collingwood citado por Enrique


Florescano (historiador mexicano) decía que la historia es “la disciplina del
autoconocimiento (por lo que) conocerse a sí mismo significa conocer lo que se
puede hacer y la única pista para saber lo que puede hacer el hombre es averiguar
lo que ha hecho. El valor de la historia, por consiguiente, consiste en que nos
enseña lo que el hombre ha hecho y en este sentido lo que es el hombre”[2]. Pero
más allá de un argumento filosófico, entendiendo que es lo que hemos hecho y que
podemos hacer, es posible tomar acciones en favor de la reconciliación, que como
bien sabemos es la gran carga que lleva nuestro país desde varios años.

El Comité Olímpico de Chile manifestó su preocupación tras la decisión


tomada por el Consejo Nacional de Educación en donde se elimina la clase
de Educación Física del currículum obligatorio para los alumnos de III y IV
Medio.

"Durante las últimas horas, hemos estado en contacto con distintos actores
del mundo educativo, de la salud y del deporte, y el rechazo a tal
determinación es unánime. Es difícil entender que, con los lamentables
índices de práctica deportiva en nuestro país, especialmente en niños y
jóvenes, el ramo de Educación Física se convierta en "optativo",
cuando todos los esfuerzos debiesen apuntar en la dirección contraria",
declararon en un comunicado.

En ese contexto, aseguraron que "diversas instituciones han hecho ver a la


opinión pública el daño que esta medida tendrá en los jóvenes desde el
punto de vista de la salud y la lucha contra el sedentarismo. Pero, además,
como Comité Olímpico queremos agregar que también será nocivo para el
futuro del deporte".
El COCh explicó que "es en ese rango etario en donde comienza a darse la
transición entre deportistas juveniles y los de alto rendimiento, por lo que
base de esta pirámide puede verse seriamente dañada y mermar la reserva
deportiva nacional para los años venideros".

Y agregaron: "Son miles los jóvenes que a partir de ahora recibirán el


mensaje equivocado: el deporte y la actividad física tienen una importancia
'optativa'".

En ese sentido, aseguraron que esperan que las autoridades a cargo de


estas materias "puedan reflexionar sobre esta decisión, teniendo en cuenta
todas las opiniones de los actores involucrados".

La OMS recomienda una hora de actividad física al día


La Sociedad Chilena de Nutrición no se quedó atrás en el polémico tema, y
se sumó al rechazo del cambio en el currículo escolar.

"Rechazamos enfáticamente la modificación curricular que deja como


optativa la asignatura de Educación Física en 3° y 4° Medio, considerando
los alarmantes datos de obesidad y sedentarismo entre los adolescentes de
nuestro país y que la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda
una hora de actividad física al día, parámetro del que ya estamos muy
lejos", declararon a través de un comunicado.

Y agregaron: "Nos preocupa profundamente el impacto que esto producirá


en la salud de nuestros ciudadanos a largo plazo y creemos que pone un
manto de duda sobre el compromiso adquirido por el Gobierno de
desarrollar una política pública de actividad física transversal e
intersectorial, que permitirá enfrentar a través de la prevención los desafío
sanitarios del país".

En ese sentido, hicieron un llamado "urgente" a los Ministerios de


Educación, Salud y del Deporte a reconsiderar esta medida y "para que sea
ratificado el compromiso del Estado con la salud de sus ciudadanos,
especialmente de nuestros niños, niñas y adolescentes".
El conocimiento que nos proveen las disciplinas que confluyen en esta asignatura resulta
crucial para que los ciudadanos y ciudadanas logren situar su existencia en el tiempo,
entiendan en toda su extensión y complejidad la idea de cambio y puedan así conocer y
explicar su presente, interrogándolo y transformándolo.

Estas habilidades no son secundarias ni deberían ser opcionales. Se trata de insumos


claves sobre las que reposa la vida en común, son herramientas que posibilitan el
sostenimiento de una comunidad política que reconoce y soporta sus diferencias, y es con
ellas con las que se imaginan los futuros compartidos. La historia, la geografía y las
ciencias sociales pueden tener enorme impacto acompañando a los jóvenes en el
desarrollo de un pensamiento crítico, pero no cualquier tipo de pensamiento crítico,
sino uno espacial e históricamente situado, atento a las circunstancias, al espacio y a los
desafíos que supone la vida en sociedad.

En reiteradas oportunidades este gobierno ha manifestado su compromiso con la


democracia y los valores que la sostienen. Medidas como la eliminación de esta asignatura
del currículum obligatorio –que precisamente nos aproxima a la experiencia de hombres y
mujeres que en otras épocas debieron hacer frente a preguntas similares– no hace
sino poner en tensión esas declaraciones, instalando dudas sobre su consistencia. Tener
familiaridad con los aspectos históricos, espaciales y sociales de los fenómenos es de suyo
relevante para la construcción de aquellos lazos que hacen la vida en sociedad un
horizonte deseable. La señal de que su conocimiento puede ser una cuestión opcional
parece una apuesta fuerte en tiempos donde es precisamente la democracia la que
zozobra.

Esto en ningún caso supone desconocer el protagonismo que la formación en Educación


Ciudadana puede tener para la constitución de una ciudadanía crítica. Sabemos de la larga
historia de esta nueva asignatura, instituida por una ley aprobada en el Congreso
Nacional, y concebida como respuesta a los desafíos enfrentados por nuestro sistema
institucional en los últimos años. En ese sentido, reconocemos el lugar que hoy reclama y
el papel que le cabe a los profesores de historia enseñándola. Pero más allá de la eventual
proximidad entre algunos de sus contenidos, se trata de asignaturas que no pueden ser
equiparadas por efecto de una simple intuición técnica. Educación Ciudadana e Historia,
Geografía y Ciencias Sociales pueden acompañarse, pero no sustituirse en el propósito
de contribuir a la formación de ciudadanos y ciudadanas preparados para los desafíos
del siglo XXI.

A lo anterior se suma un cuestionamiento de tipo político, referido a la forma en que se


diseñan, planifican, revisan e informan las políticas públicas en nuestro país. El hecho de
que la preparación de este proyecto de reforma curricular se haya conocido mediante una
nota de prensa y no a través de una comunicación ministerial de carácter oficial, no sólo
es síntoma de la enorme distancia que separa a las autoridades de los profesores y
profesoras que enseñan en las aulas escolares, sus comunidades educativas, y los
académicos y académicas que producen conocimiento relevante en las disciplinas
involucradas, sino también de la escasa consideración del protagonismo que debe tener la
sociedad civil en procesos tan relevantes para el presente y futuro de una comunidad
política.

La elaboración de políticas públicas tan relevantes como las reformas curriculares exige
que las autoridades redoblen sus esfuerzos por garantizar procesos participativos y
transparentes. En nuestra memoria tenemos la propuesta de reforma de 2010, que
reducía las horas lectivas de la asignatura de Historia. Cientos de historiadores y
profesores de historia salieron a la palestra y se organizaron para expresar su rechazo.
Recién a fines de diciembre de dicho año algunos integrantes del Movimiento por la
Historia, la Geografía y las Ciencias Sociales pudieron revisar las actas del Consejo Nacional
de Educación, constatando que pese a todos los informes de expertos que contravenían
la propuesta de reducción de horas, el CNED terminó aprobándola por unanimidad. Son
experiencias como estas las que nos preocupan en esta nueva coyuntura.

A partir de lo señalado, los historiadores, historiadoras, profesores y profesoras de


historia abajo firmantes solicitamos a la Ministra de Educación y al CNED que entreguen
toda la información sobre este proceso y que se abra una ronda de consultas y espacios
de participación a los actores relevantes: profesores de aula de los distintos
establecimientos educacionales, historiadores que realizan investigación en las distintas
universidades del país, así como especialistas en didáctica de la historia y las ciencias
sociales.

Asimismo, rechazamos de plano que las políticas públicas se hagan de espalda a la


ciudadanía y se impongan decisiones solo sancionadas por los miembros del CNED, cuya
composición responde más a equilibrios político-partidarios que a las necesidades de un
organismo que debe ofrecer garantías ciertas sobre el vínculo entre nuestra educación y
los valores que demanda la vida en sociedad.
Como historiadores, historiadoras, ciudadanas y ciudadanos nos rehusamos a ser simples
espectadores de cambios tan relevantes para la formación de las actuales y futuras
generaciones de chilenos. Como historiadores, historiadoras, ciudadanos y ciudadanas
manifestamos nuestra total disposición para participar de una discusión amplia y abierta,
con todos los actores pertinentes, que nos permita reconocer el crítico papel que cumple
el conocimiento de la historia, la geografía y las ciencias sociales en la construcción de
aquellos vínculos que hacen la vida en sociedad posible y necesaria.

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