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EQUIPO DOCENTE
INTRODUCCIÓN…………………………………………………………………………1
LEGISLATURA ACTUAL………………………………………………………………...2
CONCLUSIÓN…………………………………………………………………………….6
BIBLIOGRAFÍA……………………………………………………………………………7
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INTRODUCCIÓN
Entendemos por educación especial, aquella formación destinada a los alumnos con
necesidades educativas especiales, hecho que se da en aquellos alumnos que debido
a sus capacidades presentan dificultades superiores al resto de su clase para conseguir
los objetivos del currículo que le corresponde. Dichas dificultades pueden ser
discapacidades, trastornos graves de conducta, altas capacidades intelectuales o
integración tardía en el sistema educativo entre otras y su propósito es la integración
del alumno bajo tres perspectivas; integración física, social y funcional. La educación
especial tiene como objetivo, mejorar dentro del marco socio cultural de éstas persona,
su capacidad intelectual y emocional.
En general se entiende que un niño tiene NEE cuando presente algún problema de
aprendizaje a lo largo de su escolaridad y los tipos de NEE son:
Según la LOE, todo centro educativo debe garantizar a sus alumnos “una igualdad
efectiva de oportunidades, prestando los apoyos necesarios tanto al alumnado que lo
requiera como a los centros en los que están escolarizados”, tratando de “mejorar el
nivel educativo de todo el alumnado, conciliando la calidad de la educación con la
equidad de su reparto”. Asimismo, dicha ley establece que la atención integral al
alumnado con necesidad específica de apoyo educativo se deberá regir por los
principios de normalización e inclusión.
En nuestro país, la mayor parte de los alumnos con necesidades educativas especiales
en las etapas de infantil y primaria se encuentran escolarizados en la enseñanza
pública, tendríamos otro largo y amplio análisis para poder determinar con exactitud los
motivos de ese dato estadístico.
A la hora de afrontar y atender al alumnado con NEE, debe tener en cuenta la situación
actual de los centros escolares, es decir, la heterogeneidad del grupo-aula. Toda la
comunidad educativa debe cooperar y coordinarse para dar respuesta a las dificultades
y necesidades de los alumnos, y asumir esas dificultades como un reto para la mejora
de la enseñanza y de la calidad de la educación, de manera que ésta favorezca el
bienestar y el desarrollo general de los alumnos en sus dimensiones sociales, de
equilibrio personal y cognitivas.
Como se indica en el informe Delors (1996), enseñar y aprender la diversidad de la
especie humana es una de las tareas fundamentales de la educación para el siglo XXI.
Por ello, es necesario mejorar la calidad de la educación, y que ese beneficio llegue a
todos los alumnos sin exclusiones, apostando por que la calidad y la equidad sean dos
principios indisociables.
Durante muchísimo tiempo y hasta el S. XX, las personas que presentaban lo que hoy
en día se considera como necesidades educativas especiales, han recibido múltiples
calificaciones debido al desconocimiento que había sobre ellas, considerándolas con
calificativos de todo tipo, como tontas o subnormales, entre otras muchas. Sin embargo,
en los años 60 muchos países europeos, junto con Canadá y Estados Unidos,
decidieron incluir en sus leyes los conceptos de normalización e integración para la
aceptación de estas personas en el ámbito educativo y social, tal y como indican
Cuadrado, López, Davarra y Murillo (1998).
Además, personas como Helen Mery Warnock pretendían que los calificativos
anteriormente dichos dejaran de usarse hacia las personas con dificultades, por lo que
en este apartado, debemos mencionar “el Informe Warnock realizado en 1978, en el
que se reformuló el concepto de necesidades educativas especiales en adelante NEE
o ACNEE, para referirnos a los alumnos que las presentan” (González, 2004, p).
Siguiendo a este informe, debo reseñar tal y como hace también el autor Ainscow
(2001), un acto que simbolizó un antes y un después en la igualdad para personas que
necesiten una educación con mayor atención. Este acto fue la Conferencia Mundial
sobre Necesidades Educativas Especiales llevada a cabo por la UNESCO en
Salamanca en el año 1994. En ella, instituciones y gobiernos de diferentes países
reafirmaron la necesidad de integrar a todos aquellos alumnos con necesidades
educativas especiales en la educación habitual, haciendo que ésta sea una educación
inclusiva y para todos.
Un aspecto a tener en cuenta para fomentar una práctica educativa basada en los
principios de la educación inclusiva y que se dirija realmente a ofrecer una atención a
la diversidad adecuada a las características y necesidades educativas de nuestros
alumnos, consiste precisamente en examinar la formación que reciben los futuros
docentes en magisterio. Además, la formación del profesorado se convierte en un factor
crucial para elevar y mantener la calidad de nuestros sistemas educativos, no sin
encontrar y asegurar un equilibrio adecuado con la equidad, ya que ambos son
indisociables. Asimismo, es importante señalar que, pese a todo, será necesario que
los docentes aprendan a reconocer cuándo necesitan ayuda y sepan acudir a un
especialista que les oriente acerca de cómo desarrollar al máximo el potencial individual
de un alumno que cuente con determinada dificultad, solicitando además la
colaboración y apoyo de este profesional en el aula ordinaria de cara a mejorar la
respuesta educativa que se ofrezca a cada uno de los estudiantes.
A modo de ejemplo, sirva una situación en la que un alumno posea una dificultad fónica,
en cuyo caso sería aconsejable solicitar la ayuda de un foniatra o un logopeda que
pueda facilitarnos el trabajo con este alumno en el aula y ofrecernos pautas y
orientaciones que mejoren la atención educativa que le proporcionemos, sin salirnos
en ningún momento del marco de referencia del aula común.
Son muchos los niños y jóvenes con discapacidades que asisten a escuelas ordinarias,
y este número aumentará probablemente si se cuenta con el apoyo adecuado. Para
ello será necesario que todos los maestros tengan conocimientos sobre las
discapacidades y sobre su significado en el contexto educativo. Aunque no es preciso
que sean expertos en la educación de alumnos discapacitados, su preparación básica
debería proporcionarles ideas prácticas e información sobre las discapacidades, y una
adecuada comprensión de lo que es posible lograr en su escuela y mediante los
servicios locales existentes.
Esta propuesta obligaría a una importante reorientación de la formación de profesorado
en muchos países en que el objetivo principal es obtener un número relativamente
pequeño de especialistas preparados que prestarán servicio en escuelas especiales.
Aunque es importante disponer de especialistas, más importante todavía es poder
contar con enseñantes de más bajo nivel. La introducción de ajustes relativamente
pequeños en las enseñanzas impartidas en la escuela ordinaria podría ayudar a un
número muy elevado de alumnos con discapacidades. Por ello, la formación básica del
profesorado debería capacitar a éstos para modificar los programas de estudios y los
métodos de enseñanza cotidianos a fin de poder integrar a un mayor número de
alumnos. Los prepararía para reconocer y evaluar a los alumnos con discapacidades,
los haría conscientes de la importancia de colaborar con los padres, y les enseñaría a
conocer los límites de sus competencias y la oportunidad y formas de colaboración con
los especialistas.
E
BIBLIOGRAFÍA
DUBET, F. (2005). La escuela de las oportunidades. ¿Qué es una escuela justa? Barcelona:
Gedisa Ediciones.
BOOTH, T., AINSCOW, M. y KINGSTON, D. (2006). Index para la Inclusión. Desarrollo del
juego, el aprendizaje y la participación en Educación Infantil. Reino Unido: CSIE.
ARRÓ, M., BEL, Mª.C., CUARTERO, M., GUTIÉRREZ, Mª.D. y PEÑA, P. (2005). El
profesorado ante la escuela inclusiva. X Jornadas de fomento de la investigación. Universitat
Jaume I.