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EL ARTE DEL GRAFFITI

Para empezar con la crónica quiero mencionar algunos detalles los cuales considero

particulares e importantes.

Los graffitis, forman parte de la historia de la humanidad ya que su origen se remonta a las

inscripciones realizadas en paredes desde el imperio romano; muchos de estos aún son

conservados, y expuestos en prestigiosos museos. Sin embargo, para éste tema la historia

parece no haber cobrado valor; porque hoy en día, los graffitis, son considerados como

actos de vandalismo, es por eso que los artistas deben buscar estrategias para evitar ser

atrapados, como ir acompañados, pintar de noche, y en espacios lejanos o abandonados,

son pocos los lugares que han sido destinados a evidenciar el arte callejero. Por eso

actualmente son realizados en espacios públicos, sin permisos, y en una modalidad de

pintura libre, con fines de expresión y divulgación donde su esencia es cambiar y

evolucionar; buscando ser un atractivo visual de alto impacto, como parte de un

movimiento urbano revolucionario y que puede ser visto como rebelde, pero donde cobra

vida su imaginación y creatividad.

Cuando me disponía a realizar el trabajo de campo, traté de llevar la menor cantidad de

cosas posibles, de estar cómoda, pues aunque desconocía el ambiente al que iba a

enfrentar, mi mente estaba el estigmatizada y preparada para enfrentarme a un ambiente

hostil al cual no estoy acostumbrada a presenciar.

Eran aproximadamente las 6:30 pm, donde la luz del día empieza a desaparecer; elegí

inicialmente el municipio de Dosquebradas; al encontrar murales con graffitis, me detuve


para tratar de tomar las mejores capturas, pues al observar con detenimiento encuentro

imágenes en donde se necesita más que un aerosol para crear estos espacios, cargados de

imaginación, técnica, creatividad, locura, fantasía, y realidad. Presenciar estas imágenes me

permitió darme cuenta de que existe un talento que invade las calles, pero

desafortunadamente son mal llamados vándalos, y puede ser cierto que algunos tengan

ciertas manías, pero considero que lo anterior sucede porque no se adecuan los espacios

para crear arte, y permitir ser vistos, y halagados como una obra de arte.

Al continuar desplazándome por la cuidad, más exactamente en Cuba, empiezo a entender

las particularidades de las imágenes, en donde se puede entrever una competencia entre

lo cualitativo, por la calidad de sus dibujos y letras entrelazadas y en ocasiones difíciles de

entender a primera vista, y lo cuantitativo por dejar plasmadas sus huellas por sectores,

quizás tratando de marcar territorio imponer alguna ley, ideología, o ver quien firma más;

tratan de sectorizar sus espacios, y son realizados por personas con gustos, preferencias

particulares, considerados buenos por unos, malos por otros, estigmatizados por sus ropas,

vocabulario, compañías.

Disfruté de la experiencia aunque por momentos me sentí insegura, rodeada de oscuridad,

murales de colores, y voces que se acercaban, dando alertas para salir del lugar.

Descubrí que los graffiteros plasman sus dibujos en la mente, y no tienen opción de

equivocarse, deben saber aprovechar los espacios, jugar con la combinación de colores, la

proximidad, velocidad, e incluso la presión que ejercen sobre el pulsador para dejar salir el
líquido de la lata. Es una verdadera expresión de arte que solo es legal bien vista y halagada,

en 10 lugares de mundo.

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