Está en la página 1de 3

TRADUCCIÓN DE LA «IMITACIÓN DE CRISTO»

Por San Juan de Ávila (doctor de la Iglesia)

Obras completas del Santo Maestro Juan de Ávila, (4 vols), Edición crítica, Biblioteca de Autores
Cristianos, Madrid 2000-2003, Vol. II, 875-1001.
PRÓLOGO
(Contemptus mundi, nueuamente romangado [Sevilla, J. Cromberger, 1536])

Tres cosas hay, amado lector, que notablemente aprovechan al ánima que desea salvarse. Una es la
palabra de Dios, otra es la continua oración, otra es el recibir muchas veces el precioso cuerpo de nuestro
Señor Jesucristo. Estas tres cosas leemos haber sido muy usadas en principio de la Iglesia cristiana: y
por eso fue tan próspera en Dios, y así lo será en todo tiempo cualquiera ánima que estas tres cosas
usare, con las cuales se hará una tan fuerte atadura de ella con Dios, que ni demonio, ni carne, ni mundo
sepan ni puedan romperla.
Y si es razón que sea muy estimado aquello que nos ayuda a alcanzar una sola cosa de estas tres (pues
cada una por sí es tan preciosa), ¿qué te parece en cuánta estima debemos tener lo que nos acarrea todas
estas tres cosas? Mucho ha hecho un predicador o un libro cuando ha hablado o inducido a cualquier
cosa de éstas: y así es la verdad.
Mas ruégote que sepas mirar y estimar este presente libro, y verás en ti mismo cuan de verdad ha
obrado Dios en ti (mediante estas palabras) no una de estas tres cosas, mas todas juntas: y no como
quiera, mas muy apuradamente. Y dígolo así, porque aunque muchos libros haya que nos enseñen obrar,
y orar, y comulgar, mas mucha diferencia va (como dicen) de Pedro a Pedro y de libro a libro.
Cierto no es pequeña obra saber encaminar en el camino de Dios, para que el que camina no caiga en
barrancos. Ni es arte pequeña el saber hablar con Dios en la oración, ni cosa liviana el saberse aparejar
para bien recibir el cuerpo de Cristo. Y todo esto hallarás tan abundosamente en esta mesa tan pobre en
pompa de palabras, y tan rica y harta en las sentencias, que cierto yo tengo muy creído que tú me
reprehenderás, después de leído, de corto, por no haber sabido alabar este libro como merece ser
alabado. Y dirás con el rey David: Así como lo oímos, así lo vimos (Sal 48,9), y aun con la reina Sabá,
cuando decía: Mayor es tu hecho que tu fama (1 Re 10,7). Prueba, toca, gusta, y verás la gran eficacia de
aquestas palabras y comerás un maná que te sepa a todo lo que hubieres gana, como el otro hacía. Lo
cual significaba (como Orígenes dice) la virtud que tiene la palabra de Dios, que a quien de buena gana
la recibe, obra en él lo que ha menester.
Pues ten una cosa por averiguada: que si te llegas a este libro con alguna atención y gana de
aprovechar, hallarás remedio para tu necesidad. De manera que muchas veces dirás: este capítulo que
agora abrí, al propósito de lo que yo había menester ha hablado. Aquí, si fueres soberbio, hallarás
palabras que te humillen. Si demasiadamente desconfías y tienes las alas del corazón (como dicen)
caídas, aquí hallarás mucho esfuerzo. ¿Eres descontentadizo y congojoso, lleno de voluntad propia,
madre de toda maldad y de todo trabajo? Aquí te enseñará poner todas tus cosas en Dios y vivir en un
santo descuido debajo de la confianza de aquel Señor que

También podría gustarte