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Justicia y Violencia contra las mujeres
"El poder judicial constituye la primera línea de defensa a
nivel nacional para la protección de los derechos y
las libertades individuales de las mujeres,
y por ello la importancia de su respuesta efectiva
ante violaciones de derechos humanos 1 "
El derecho de las mujeres a vivir una vida libre de violencia y discriminación, ha sido definido
como un derecho humano, que a su vez comprende un corpus de derechos que deben
garantizarse 2 por parte de las instituciones nacionales. Sin embargo en la práctica las normas
per se no garantizan la conquista de ese derecho sino que deben conciliar con la práctica
judicial que se desprende de la interpretación de esa norma y las resistencias de los operadores
en los que se atraviesan los prejuicios y la naturalización de la violencia. Así, por ejemplo la ley
26.45 de Protección Integral se ha encontrado en su implementación material con obstáculos
que comprometen el espíritu de la norma y por ende del derecho humano complementario de
Acceso a la Justicia.
Entendiendo el "acceso a la justicia" como el acceso de jure y de facto a instancias y recursos
judiciales de protección frente a actos de violencia, de conformidad con los parámetros
internacionales de derechos humanos.
Un acceso adecuado a la justicia no se circunscribe sólo a la existencia formal de recursos
judiciales, sino también a que éstos sean idóneos para investigar, sancionar y reparar las
violaciones denunciadas.
Sin una respuesta adecuada de la justicia, el mensaje que se transmite a la sociedad es que
denuncia "no vale la pena", que someterse y exponerse a la ruta crítica aumenta los riesgos de
ser violentada y lo que es más grave aún se envía un mensaje a la sociedad de impunidad
sistemática, cuyo efecto inmediato es el recrudecimiento de la violencia contra las mujeres.
En relación con la ley 26.485 es visible la distancia entre la norma y la práctica judicial, al
respecto pueden hacerse los siguientes señalamientos:
1
Informe CIDH Acceso a la Justicia para las mujeres víctimas de violencia en las Américas
2
(Derecho a la vida, a la libertad, a la integridad y a la seguridad de su persona (art.3); del derecho a no ser sometida
a torturas ni a penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes (art. 5); de la igualdad ante la ley y el derecho a igual
protección de la ley (art. 7); del derecho a recurrir a un tribunal imparcial (arts. 8 y 10); del derecho a circular
libremente (art. 13), y de la libertad de reunión y asociación (art. 20). Declaración Universal de Derechos Humanos)
“2015 ‐ Año del Bicentenario del Congreso de los Pueblos Libres“
1) Profundo desconocimiento del concepto de violencia contra las mujeres como violación de
derechos humanos, se conserva el enfoque de violencia familiar y sus limitaciones.
La justicia aun no comprende el cambio de paradigma legal propuesto por el artículo 16 i)
sobre la amplitud probatoria teniendo en cuenta las circunstancias especiales en las que se
desarrollan los actos de violencia y quienes son sus naturales testigos.
Esto se traduce en la práctica en que en el proceso judicial se exigen múltiples requisitos para la
expedición de las medidas preventivas urgentes (múltiples testigos, declaraciones
revictimizantes, etc...). Por otro lado la mujer emprende una serie de acciones destinadas a que
sus dichos sean considerados veraces, ya que el estereotipo de la mujer mendaz es de fuerte
arraigo en la justicia.
2) Incumplimiento de los términos establecidos por la ley para la expedición de las medidas
preventivas urgentes: En la práctica estas medidas cuya naturaleza es prevenir de manera
inmediata la vida y la integridad de la mujer en situación de violencia, se desnaturalizan ya que
muchas mujeres realizan la denuncia y no las obtienen en tiempo y forma, aumentando el
riesgo ante nuevos ataques y desoyendo la solicitud de amparo a la Justicia.
3) Ausencia de control de la notificación de la medida: Una vez superado los anteriores escollos,
la mujer debe lidiar con que la comisaría más cercana, notifique al agresor, hecho que muchas
veces no se da por falta de diligencia de la misma. Adicionado al hecho de que el Juzgado no
realiza un control adecuado de este acto procesal, de gran importancia pues la medida no
adquiere vigencia mientras no se cumpla este requisito.
4) No se aplica el artículo 32 que dispone las medidas a tomar ante incumplimiento de la
medida de protección, lo que es de suma importancia ya que es el procedimiento disponible
para identificar la capacidad de daño del agresor y un claro indicador de riesgo altísimo. Existen
numerosos casos de mujeres con incumplimientos reiterados de medidas de protección, cuyos
Juzgados no ponen en conocimiento de la Justicia penal el hecho, en razón de la configuración
del delito de desobediencia.
5) Realización de mediaciones en situaciones de violencia a pesar de existir una prohibición
expresa dispuesta por la ley 26.485 en sus artículos 9 y 28. Exponiéndolas a nuevas experiencias
de violencia, en desmedro de su subjetividad y su proceso de fortalecimiento autonómico.
6) Existencia de procesos burocráticos que retardan el proceso desde el momento de la
denuncia hasta la efectivización de la medida de protección. Por ejemplo el juzgado la deriva a
una defensoría para que le realicen el escrito de solicitud medidas para llevar a ese mismo
juzgado. Lo que desconoce la realidad de las mujeres y su disponibilidad del tiempo ya que son
las encargadas del cuidado de los hijos/as y una prolongación innecesaria de la protección
integral.
7) En materia penal no existe conexidad de las causas: esto origina causas superpuestas y
dispersión de los elementos de prueba y múltiples instancias de revictimización, pese a
resoluciones disponibles en la materia, resolución 346/14 en Provincia de Buenos Aires. Por
“2015 ‐ Año del Bicentenario del Congreso de los Pueblos Libres“
otro lado existe mucho camino por recorrer en Fiscalías, donde se archivan causas sin investigar
adecuadamente por "ausencia de pruebas" y en caso de que se continúe la investigación no se
expiden medidas de seguridad lo que es realmente contradictorio ya que los casos de mayor
gravedad son los que llegan a este fuero. En materia probatoria es una ironía la ausencia de
informes forenses, ya que en la práctica acudir a un médico forense es casi imposible porque
hay personal insuficiente, no disponible en todas las jurisdicciones y sin formación con
perspectiva de género.
8) Uno de los delitos más identificados recientemente en los casos de violencia contra las
mujeres es la privación ilegitima de la libertad, sin embargo no se le da este encuadre en el
marco de la investigación y se desestiman situaciones claras de tortura en el marco de la
violencia de género.
9) Aún en casos de múltiples desobediencias, no se dictan ordenes de captura en contra del
agresor, dejándolo libre continuamente, a pesar de las detenciones, exponiendo a la mujer a
mayor violencia como modalidad de venganza.
10) Ausencia de protagonismo de instituciones como es el caso de los Servicios Locales de niñez
y de las Defensorías Civiles.
11) Desconocimiento de vulnerabilidades múltiples en las mujeres en situación de violencia:
Discapacidad, enfermedad, y /o escasez de recursos materiales y simbólicos
12) Falta de respuesta o respuesta ineficiente de las fuerzas de seguridad ante los eventos de
urgencia y emergencia
Pese a todo, los obstáculos judiciales constituyen solo una de las múltiples adversidades que las
mujeres que deciden decirle basta a la violencia encuentran. La independencia económica, la
ruptura de lazos sociales, los conflictos al interior del grupo familiar y el proceso de
fortalecimiento personal son los demás desafíos pendientes. Sin embargo son la existencia de
un sistema de Justicia efectivo y un Estado comprometido con acabar la impunidad, los que
determina finalmente, si valió la pena decir "basta".