Está en la página 1de 2

COLUMNA: MUJICA Y SU GUERRA CONTRA EL URUGUAY

Escribe: Fernando Reyes

Hace unos días el expresidente Mujica expresó en un acto de su sector político, para algarabía de
sus partidarios y desgracia de nuestra sociedad, la siguiente atrocidad:
"Van a aparecer los que vienen a comprar el voto. Entonces, ustedes, al que le ofrezca 100
pídanle 500, pero voten a quien se les antoje, menos al que los viene a coimear. Si son atorrantes y
les vienen a comprar el voto, apoyándose en la necesidad, cúrrenlos bien currados, pero después
voten a cualquiera menos a esos. Tenemos que enseñarles desde abajo que esos no son métodos".
¿Cuál es el contexto en que se dan estas declaraciones?
En unas semanas hay una elección en Uruguay. No es una elección obligatoria sino una elección
interna y simultánea de los partidos políticos. Esto no la hace menos importante, pues se trata del
primer eslabón popular del proceso de elección del nuevo Parlamento, de los nuevos Intendentes y
del nuevo Presidente.
Esta elección, al no ser obligatoria, presenta un abstencionismo mucho mayor que las elecciones
nacionales. Si en las elecciones nacionales la participación es del 90%, en la elección interna
promedia el 40%. A su vez, si se desglosa ese porcentaje por edad, por poder adquisitivo o por años
de educación formal recibidos, se aprecia que los más jóvenes y los más pobres votan mucho menos
que los más veteranos y que los más instruidos.
Esto hace que algunos políticos sientan la tentación de ofrecer dinero o prebendas a ciudadanos
en situación de necesidad para conseguir votos el mismo día de la elección.
Nosotros, como demócratas, despreciamos esa práctica. Es la prostitución de la voluntad popular
y por tanto debe ser denunciada y reprimida.
El voto secreto y la metodología por la cual se realiza el acto del sufragio permiten al ciudadano
votar según su conciencia. Excepto situaciones muy especiales, es imposible para un auditor
conocer lo que votó una determinada persona. Por lo tanto, la compra de votos siempre tiene un
riesgo. El operador político que lleva a un ciudadano a su local de votación, le da su lista, lo espera
hasta que termine de votar y le da dinero a la salida, no tiene el 100% de certeza que ese ciudadano
cumplió con su parte del acuerdo. Pero la práctica se realiza y funciona y esto solo es posible
porque hay muchos ciudadanos que aceptan ese trato.
El Sr. Mujica advierte esta situación y aplica su escala de valores. No importa incumplir el
compromiso asumido. No importa faltar a la palabra empeñada. No importa mentir para obtener un
beneficio. Nada de eso. ¿Por qué? No es que estas sean conductas de aplicación universal. Son
aplicables a este caso porque la persona a la que estoy mintiendo o traicionando, está haciendo algo
peor a lo que yo estoy haciendo. Así de simple funciona. Así de simple se aplica. La moral de
Mujica es básica y no requiere mucho análisis para entenderla. Podrás ser todo lo inmoral que
quieras con cualquiera mientras que ese cualquiera sea más inmoral que vos.
En esta elección interna habrá operadores políticos inmorales que intentarán comprar votos.
¿Cuál debe ser la respuesta de un ciudadano ante esa oferta? Por lo menos decir que no. Jamás
aceptar el dinero. Además, si se anima, estaría bueno que lo denuncie. Y también estaría bueno que
fuera a votar a cualquiera menos a ese. De manera de extirpar de nuestros cargos públicos a
aquellos que creen que estos son procedimientos válidos para acceder a posiciones de poder.
Que quede claro lo siguiente. Nosotros no juzgamos a un ciudadano que está pasando hambre, o
frío, o alguna necesidad básica insatisfecha y cae en la claudicación moral de aceptar ese dinero.
Lo que nos resulta inaceptable es que un ex presidente de la República, desde esa posición y
desde la influencia que tiene en amplios sectores de la sociedad, promueva esa conducta. Promueva
la inmoralidad. Promueva la corrupción. Promueva la barbarie.
En nuestro país se está librando una guerra. No es una guerra con muertos. No es una guerra con
fuego. No es una guerra de las que hacen correr sangre. No es ese tipo de guerras. Es una guerra
moral y cultural. Una nueva batalla entre la civilización y la barbarie. Y es una guerra porque solo
uno de los bandos puede sobrevivir. No es sostenible a largo plazo la coexistencia en un mismo país
de los valores de convivencia que representamos nosotros y los antivalores que representa Mujica.
O nosotros derrotamos los derrotamos a ellos o ellos nos derrotan a nosotros.
A veces parece que fuéramos perdiendo. Porque entendemos eso y porque amamos a este país es
que estamos peleando esta guerra.

También podría gustarte