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4 Poetas hispanocanadienses

Con-Fabulación publica una muestra de poesía escrita por autores de lengua hispana
afincados en Canadá. Este material compilado y cedido exclusivamente para nuestro
medio es una colaboración del poeta colombiano Juan Guillermo Sánchez

Jorge Etcheverry
Se inicia en el Grupo América y la Escuela de Santiago, agrupaciones poéticas de los
1960. En Canadá desde 1975, es traductor y doctor en Literatura Comparada. Sus libros
de poemas son: El evasionista/the Escape Artist (Ottawa, 1981); La calle (Santiago,
1986); The Witch (Ottawa, 1986); Tánger(Santiago, 1990); Tangier (Ottawa, 1997); A
vuelo de pájaro (Ottawa, 1998); Vitral con pájaros (Ottawa; 2002) Reflexión hacia el
sur (Saskatoon, 2004) y Cronipoemas (Ottawa, 2010). En prosa, la novela De chácharas y
largavistas, (Ottawa, 1993). Es autor de la antología Northern Cronopios, antología de
narradores chilenos en Canadá, Canadá, 1993. Tiene prosa, poesía y crítica en Chile,
Estados Unidos, Canadá, México, Cuba, España y Polonia. Es uno de los editores
de Split/ Quotation – La cita trunca.

TE MIRO
Desde los aledaños

Te miro a ti te entreveo

Desde tus afueras

Con mi pluma torpe

Mi compás y sextantes mal ajustados

Mis antenas de precario insecto

Embotadas

Mis ojos facetados

Repetitivos

Quizás no perspicaces

Te miro desvestirte en tu ventana

Después de una cita


Con algún elegido

Entre tus innumerables admiradores

Mientras fumo

Bajo un farol en esa esquina

Brumosa y lluviosa

mirando a tu ventana

Desde la calle oscura

Como en el cuadro de un amigo

Y te ansío

Poesía

Desde esta periferia

En que mis torpes dedos

Ejercitan la escritura

PEZPOETA
Aún en los refugios aparentemente más a salvo que tenemos. Esa especie de carpa en
que por tantos años nos hemos cobijado —y defendido con otros que no voy a nombrar—
bajo el pretexto de la poesía

Como una explosión atómica cae en nuestro seno y vehiculizada bajo una voz otrora
solidaria y venerable esa vasta universal imposición que nos viene del Sistema

Que otra vez abre sus alas de pluma metálica y sombra desproporcionadamente
grande en comparación con sus dimensiones—y que pretende así cubrirlo todo—no
dejarnos cobijo ni resquicio disponible

Así pues sabremos defendernos con máscaras y disfraces—algunos de sus retoños


más queridos y mimados se los devolveremos dados vuelta como guantes y con ojos
opacos de resentimiento
Jugando pinpón de bolsillo haciendo canastos levantando el dedo índice de manera
disimulada en un además tan sugerente como universal

Se harán la señal de la cruz en las ceremonias de todas las iglesias que los filisteos y
pechoñas implementan a favor de todos los dioses

Aún los mismos ángeles serán en secreto convencidos por nuestros gestos más
inexpresados

Como peces de vasto desove y de número ínfimo nos deslizamos en el vasto


cardumen plural —nuestro potencial de inseminación crece en proporción directa con
cada batida de nuestras poderosas aletas dorsales

***

Nela Rio
Poeta, escritora, artista y crítica literaria argentino-canadiense. Tiene 2 libros publicados
en España, (Editorial Orígenes, y por Torremozas) y otros en Canadá (por Broken Jaw
Press), 8 bilingües español-inglés; uno español-francés; y otro trilingüe,
español/inglés/francés. Ha participado en seis antologías. Rio tiene ocho Libros de
Artistas en los que combina su arte y poesía y que han sido expuestos en varias
universidades de EEUU, Honduras, Canadá y Argentina. Elizabeth Gamble Miler
reflexiona así sobre su obra: "La obra de Nela Rio, poesía y prosa, abarca varios temas: la
represión política y la violencia contra la mujer, la enfermedad y el envejecimiento, el amor
y la sexualidad, el uso de mitos tradicionales y la creación de nuevos mitos. Pese a la
violencia de los temas tratados en su poesía aparece en ella la ternura, el amor y la
solidaridad; sus poemas son una canto a la vida en un tono definitivamente celebratorio".

TRÍPTICO DEL ESPACIO DESNUDO


ASOMARSE A LA VIDA

Cuando decimos que nos asomamos a la vida

¿Dónde estamos?

¿Desde qué espacio contemplamos?

¿Cómo se llama la vida

en la otra vida que vivimos?

Acodada en el filo de las dos

entreabro,

mi curiosidad seducida,

el espacio que todavía no he vivido.

CONFABULACIÓN DEL SENDERO

Espacio desnudo. Todavía.

No lo transitan pies que ondulen

la superficie frágil de la lluvia.

Nadie lo habita en la estremecida caricia

de las letras,

intangible,

labios saliendo del fondo de la mano.

No ha nacido el rumor leve que lame

ingrávido,
el relámpago sin queja.

Busco la confabulación del sendero

ocultándome el centro,

haciéndome andar hacia atrás.

El reloj dado vuelta como un mapa quebrado.

Tropiezo con mis sombras en las orillas impasibles,

vuelvo mi rostro como si fuera a un encuentro.

Toda hecha hacia adentro

anticipando la creación.

LUZ DESENROSCADA

En el preciso instante del olvido

irrumpe la palabra,

llena mi boca con el ahogado papel, al que desdoblo,

anticipando los signos por nacer

como una sed de gritos.

***
Luis A. Torres
Nació en Chile y vive en Canadá desde 1977. Hizo sus estudios en la Universidad de
Manitoba y en la Universidad de Toronto donde recibió los títulos de Magister en
Literatura y de Doctor en Filosofía. Su libro El exilio y las ruinas obtuvo una mención
honrosa en el Premio Casa de las Américas 2000. Es profesor asociado en el
Departamento de francés, italiano y español de la Universidad de Calgary, Canadá. Su
poesía ha aparecido en revistas como, Alter Vox y en la antología Boreal - Antología de
poesía latinoamericana en Canadá (Ottawa: Split Quotation-Verbum Veritas, 2001),
editada por los poetas Luciano P. Díaz y Jorge Etcheverry.

SI SÓLO NO FUERA

Pero por dónde

se dividen y se alejan.

Para cuánto separados

y nunca la mirada

otra vez así de plena

vibre.

Esas figuras.

Si sólo no fuera

lo que espanta

en el filo.

Agua, sal.

Eso no golpeará

la prisa,

el arrebato,
ni nada,

ni el ave, el tú,

cuando caiga,

vida.

ALEDAÑOS

Por un costado del mirar

la mano aprieta

con todo,

sus dedos infinitos,

y sin embargo,

no poder,

allí,

aledaños de la muerte,

de un sorbo

ya más,

lo que la vida.

Entonces,

el temor,

la rueda y la arista.

Pétreos leones
guardaban la comarca.

HOGAR

Al borde de las puertas llegarás,

empujarás la hoja del hogar,

verás, entonces,

la última vez,

verás la vida.

***

Julio Torres-Recinos
(Chalatenango, El Salvador, 1962). Poeta, narrador e investigador literario. Tiene
publicados los libros de poesía Crisol del tiempo, Nosotros, Una tierra
extraña, Fronteras y Hojas de aire (Ediciones Lord Byron, 2008), libro que fue
seleccionado como uno de los mejores poemarios publicados en España en el 2008. Ha
dado recitales de su obra en Costa Rica, Nicaragua, El Salvador, Alemania, España,
Italia, Australia, los Estados Unidos y Canadá. Publicó, junto con Luis Molina Lora, las
antologías Retrato de una nube: Primera Antología del cuento hispano canadiense (2008)
y Las imposturas de Eros: cuentos de amor en la postmodernidad (2009). En 1992 ganó
el Primer Premio de Poesía en el certamen convocado por la Celebración Cultural del
Idioma Español en Toronto, Ontario, Canadá. Tiene terminado un libro de cuentos
titulado Con Aurora después. Reside en Canadá desde 1988.

CRUJEN LAS COSAS

Crujen las cosas,

se derrumban,
crujen de día

y crujen de noche,

no como cruje una casa

por los pasos diarios

sino como

si estuvieran

hundidas

por un peso atosigante,

como si una carga

fuera triturando

su arena.

Se pueden ver grietas

en las paredes

y los arranques de las casas,

en las ciudades

y sus parques

que no pueden impedir

que poco a poco

se vayan llenando

de grama y florecillas.

Crujen las cosas

aunque no lo oigamos,

aunque volvamos la vista


a otro lado,

aunque disimulemos

que percibimos el polvo

que los días van dejando.

El libro, la taza,

el disco que tanto cuidábamos,

la bicicleta,

todo se va cansando,

todo va cediendo

como el verano,

como las fotografías,

como los puentes

y los cauces de los ríos.

VAMOS ESPARCIENDO LOS DÍAS

Vamos esparciendo los días

por ciudades y países,

por pueblos y aldeas

en los que hemos vivido.

Esas ciudades y aldeas

se van haciendo propias

y van dejando en nuestra piel


una pátina de oro

hecha de pasos y de horas,

de largas conversaciones,

de viejas amistades,

de largas caminatas

perdidos en sueños.

Vamos dejando nuestras huellas

por donde vamos,

por calles ajenas que apropiamos

aunque sea por un tiempo,

por el trabajo que tuvimos

aunque sea por un tiempo,

por parques y puentes,

en el metro y los autobuses,

en el cine y la biblioteca.

Vamos también recogiendo aguas

de un río que no era nuestro,

vamos también echando a nuestro cesto

peces de un mar que poco a poco

va siendo nuestro

porque las ciudades y los países

en que hemos vivido

también se van pegando


al cuerpo, van adhiriéndose

a la piel como un olor,

como un color de sol,

como el color verde a las hojas,

como una canción

que suena constante en la mente.

El país de las mujeres poetas


Por José Luis Díaz-Granados*

Cuando alguien nos pregunta por los escritores uruguayos


favoritos, de inmediato se nos vienen a la cabeza los nombres de
Juan Carlos Onetti, Enrique Amorim, Felisberto Hernández, Mario
Benedetti y Eduardo Galeano, narradores de indiscutible talento y
rigor estilístico.

Pero hay más: siendo Uruguay un territorio relativamente


pequeño (sólo 175 mil kilómetros cuadrados de extensión y una
población de 3 millones de habitantes), su bagaje intelectual es
considerable.

Allí está, asomando su cabecita entre dos gigantescos vecinos: Brasil y Argentina, que
en total suman 12 millones de kilómetros cuadrados y más de 180 millones de habitantes.
Y sin embargo, Uruguay tiene una tradición literaria de primera línea con nombres como
Juan Zorrilla de San Martín, autor de la epopeya nacional Tabaré, José Enrique Rodó, el
pensador de Ariel y Los motivos de Proteo, Florencio Sánchez, padre del moderno teatro
y el insuperable maestro del cuento corto, Horacio Quiroga.

Además, dio tres geniales aportes a la literatura de Francia con Isadore Ducasse,
“Conde de Lautreamont”, Jules Laforge y Jules Supervielle.

Pero no todo termina ahí. Uruguay se destaca por poseer un extraño y hermoso
privilegio: es el país que más mujeres poetas (o poetisas) ha producido en el planeta con
respecto a su tamaño geográfico y demográfico, y teniendo en cuenta la alta calidad
literaria de sus obras.

El torrente maravilloso se inicia con María Eugenia Vaz Ferreira –contemporánea de


los modernistas José Santos Chocano, Leopoldo Lugones, Guillermo Valencia y su
paisano Julio Herrera y Reissig–, poeta de melancólico acento. Con su libro La isla de los
cánticos, publicada después de su muerte, acaecida en 1924, logró reconocimiento
universal.

Delmira Agustini, nacida en 1886, expresó sus sentimientos a través de hermosas


imágenes en versos de gran perfección formal. Asesinada a los 28 años por su esposo,
celoso patológico que luego se suicidó, la vida y obra de la Agustini de confunde con la
leyenda.

La trilogía modernista la completa otra poetisa de audiencia universal: Juana de


Ibarbouru (1895-1979), llamada “Juana de América”, y quien con su primer libro, Las
lenguas de diamante, publicado en 1919, se consagró tempranamente.

Posteriormente, esa poesía inicialmente ardorosa y erótica, derivó hacia tonos de


marcado acento intimista, con predilección hacia los temas domésticos: la infancia, la
familia, la maternidad, la naturaleza, etc. Las tres autoras inauguran un ciclo singular, yo
diría único, de mujeres poetas que logran capturar al lector hacia insospechadas
dimensiones de la lírica.

Sara de Ibáñez (1910-1971), cuyo primer libro, Canto, editado en 1940, está precedido
por un entusiasta prólogo de Pablo Neruda. Casada con Roberto Ibáñez –poeta de
hondas indagaciones existenciales–, se destacó por su gran riqueza expresiva, en libros
como Hora ciega, Artigas y Apocalipsis 20.

La poesía de Clara Silva aparece como un retorno al romanticismo dentro de


estructuras de tono más libre. Y aún más vehemente es el tono poético de Idea Vilariño,
aunque más inclinada a las expresiones melancólicas, a la angustia existencial y a las
más exquisitas depresiones.

Por su parte, otra autora de poemas muy leída por sus contemporáneos y aún por los
más jóvenes, es Ida Vitale –nacida el año en que murió María Eugencia Vaz Ferreira–,
preocupada por el misterio del tiempo y del ser, que a veces la lleva a inclinar su
sentimiento hacia cierta elación mística.Cada uno en su noche, es su libro capital.

Son muchas y diversas las voces líricas del Uruguay, el país más pródigo en mujeres
poetas. Algunas de ellas son también narradoras como las muy conocidas Cristina Peri-
Rossi, Silvia Lago, Judith Baco, Raquel Martínez, Mercedes Rein y Rosario Peyrou.

No sé si Ana Basualdo sea poetisa, pero el fusilamiento invisible de que fue víctima en
el Uruguay de los 70 contado por Eduardo Galeano en susDías y noches de amor y de
guerra, la han convertido a ella no sólo en leyenda viva sino en desgarrador poema.
María Esther Gilio, también periodista y narradora, ganó el Premio “Casa de las
Américas” en La Habana, con su vigoroso testimonio sobre la guerrilla tupamara. Otra
uruguaya, María Gravina Telechea, también ganó el codiciado galardón cubano con su
libro Lázaro vuela rojo, que en opinión del poeta español Ángel González, sorprende “por
su dominio pleno del lenguaje y así mismo por la belleza y vigencia del contenido”.

Y la cosecha de belleza lírica sigue creciendo con nuevos libros de la delicada y


original Amanda Berenguer –contemporánea de la Vilariño–, Marosa Di Giorgio, Adriana
Genta, Sara Larocca y Stella Santos (estas tres últimas más dedicadas al teatro), Esther
de Cáceres, Circe Maia, Cristina Carneiro y Martha Canfield, uruguaya que vivió muchos
años en Colombia y que actualmente escribe profusamente poesía y crítica en la divina
Génova.

Estoy seguro de que en las antologías de la novísima poesía del Uruguay abundan las
mujeres con textos maravillosos. En fin, algo muy especial debe tener un territorio tan
pequeño para que en él habiten quienes a un mismo tiempo son poetas y poemas.

José Luis Díaz-Granados (Santa Marta, Colombia, 1946). Poeta, novelista y periodista. Obras
principales: El laberinto (poesía, 1968-1984); Las puertas del infierno(novela, 1985, finalista del
Premio Rómulo Gallegos); Rapsodia del caminante (poesía, 1996); Cuentos y leyendas de
Colombia (1999); El otro Pablo Neruda (ensayo, 2004); Los años extraviados (novela, 2006)
y Fulgor de la Calle Grande (novela, 2012). Sus libros de poesía se hallan reunidos en un volumen
titulado La fiesta perpetua. Obra poética, 1962-2002 (2003).

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