Está en la página 1de 7

La historia de Laissez Faire City

Bitácora de Antonio Mascaró Rotger

Hace años, participé en un proyecto liberal llamado Laissez Faire City. Este
escrito, con algunas modificaciones, es la explicación que suelo dar cada vez
que me preguntan sobre aquella aventura. Y es que, todavía hoy, la historia de
Laissez Faire City tiene sus misterios...

La historia de Laissez Faire City

La última década del siglo XX empezó con grandísimos cambios.

La implosión del imperio soviético y la explosión de las tecnologías de la


información se citaban a diario como los progenitores de un nuevo orden
mundial que ya estaba aquí.

Entre las filas liberales, sin embargo, pronto se vio que la decepción de los
orientales con el marxismo y la ilusión del mercado por las
telecomunicaciones no iban a llevar a los gobiernos occidentales a abrazar con
renovado vigor las viejas recetas del laissez faire. Muy al contrario, parecían
más empeñados que nunca en aplicar las chapucillas que fueran necesarias
para asegurar la pervivencia del Estado del Bienestar. Reformar para
conservar, pero a la socialdemocracia ni tocarla.

En 1994, un grupo de inversores de diversos países visitó algunas regiones


de Hispanoamérica. Fue en ese viaje que James Dale Davidson tomó las notas
en su ordenador portátil que acabarían constituyendo el famoso The Sovereign
Individual. Durante el viaje, esos capitalistas recordaron cierta idea que Ayn
Rand había tenido décadas atrás. La autora liberal se había preguntado qué
sucedería si un país pobre cediese por 50 años unas docenas de millas
cuadradas a un grupo de inversores. Rápidamente se entusiasmaron con la idea
y decidieron poner manos a la obra.

1
Fundaron el Laissez Faire City International Trust y nombraron
fideicomisario a un exdiplomático ruso llamado Mikhail Larguine para
coordinar los esfuerzos. En un primer momento, le echaron el ojo a unas cien
millas cuadradas en Perú. Durante el verano de 1995, el Trust publicó un
anuncio en The Economist y Newsweekinformando del proyecto. Varios
medios de comunicación, principalmente británicos, se hicieron eco de la
noticia, mientras en Estados Unidos pasaba casi desapercibida. Miles de
personas se pusieron en contacto con el Trust y algunos pagaron los cien
dólares que se pedían en un principio para convertirse en Fundador. En marzo
de 1996, se creó la página web de Laissez Faire City (en adelante, LFCity).

El Trust amplió su búsqueda a todo el planeta y pronto se inspeccionaron


posibles sedes en varios continentes. Pero cuando el gobierno de Alberto
Fujimori empezó a perder interés en el proyecto, algunos Fundadores del Trust
recogieron los bártulos y se dedicaron a otros asuntos.

Hay que decir que estos primeros Fundadores eran principalmente


empresarios de edad media con amplios conocimientos de Ayn Rand y autores
similares. Cuando se vieron abandonados por una gran parte de sus
compañeros, la nueva mayoría de Fundadores quedó constituida por un grupo
muy distinto.

Los anuncios habían atraído la atención de jóvenes que no sólo conocían las
ideas de Rand sino que estaban muy familiarizados con las nuevas
tecnologías. Fue esta segunda oleada de Fundadores los que decidieron dar un
giro insospechado al sueño de LFCity.

Confiando tan firmemente en el capitalismo como en la informática, estos


jóvenes estaban convencidos de que uniendo ambas fuerzas se podía crear una
LFCity en el ciberespacio. La ciudad física podía esperar mientras ellos se
ponían manos a la obra para construir la ciudad en la naciente internet. En
lugar de empezar por hacerle la competencia a Mónaco, Singapur y Hong
Kong, se la harían a Yahoo!, Amazon y AOL, por así decirlo.

Cuando estos jóvenes tomaron las riendas, en 1997, su primer objetivo fue
el desarrollo de programas informáticos para garantizar la privacidad de los
usuarios. Entendieron que era de la mayor importancia protegerse de los
ataques de las agencias gubernamentales y de cualquier otro tipo de cacos y
fisgones.

2
El primer fruto real de este nuevo enfoque fue el MailVault, un sistema de
correo electrónico basado en avanzadas técnicas encriptación para garantizar
la privacidad de los mensajes. Sobre estos cimientos, había de construirse toda
una red de herramientas para permitir a los futuros ciudadanos de LFCity crear
sus propios negocios de banca electrónica con la que desarrollar la economía
de la ciudad.

De hecho, fue a principios de ese mismo año que se publicó el citado The
Sovereign Individual, que versaba, precisamente, sobre las enormes
posibilidades que las nuevas tecnologías brindaban a los individuos para
comerciar entre sí, enriquecerse, prosperar y guardarse de maleantes
gubernamentales y comunes.

Antes de que acabara el año, apareció el primer número de un periódico


llamadoLaissez Faire City Times (en adelante, LCFT). El primer número se
publicó en 1995 en edición de papel en inglés, ruso y español. Los siguientes
números aparecieron sólo en internet, sin versión en papel, desde noviembre
de 1997. Éste fue, a todos los efectos, el primer negocio que abrió sus puertas
en la embrionaria LFCity. El Dr J. Orlin Grabbe y otras conocidas firmas en el
mundillo liberal (Michael Gilson De Lemos, Tibor Machan, Claire Wolfe,
etc.) pronto impulsaron el crecimiento del LFCT. Más tarde, este periódico
cambió su nombre a Laissez Faire Electronic Times sin cambiar demasiado
sus contenidos. Desde hace meses parece inactivo.

El contenido del LFCT se limitaba cada semana a una media docena de


artículos sobre teoría liberal, tecnologías digitales de privacidad, dinero
electrónico y noticias varias sobre los que iba pasando en el mundo.
Obviamente, también aparecían las últimas noticias de LFCity.

Pero dos años después, los retrasos en las entregas de los programas
informáticos propiciaron que un nuevo grupo de jóvenes informáticos
reemplazara a los que habían dado el giro cibernético a LFCity.

Fue entonces cuando el Trust empezó a tener problemas derivados de su


financiación. No tanto por falta de liquidez como por sus dificultades a la hora
de protegerse contra timadores de todo tipo. Al parecer, alguno de estos
timadores, actuando con el respaldo de alguna agencia federal norteamericana,
trató de empantanar el Trust asociándolo con empresas de mala reputación.
Por supuesto, el listillo se habría embolsado, de paso, una buena suma.

3
No sin sobresaltos, el Trust superó estas primeras pruebas. Pero el lobo ya
había enseñado las orejas.

Antes de que acabara la década, se fijó un precio de 6.000 dólares


americanos para los que quisieran entrar a formar parte del selecto grupo de
Fundadores del Trust.

A principios del año 2001 entró en funcionamiento el Digital Monetary


Trust(DMT) que empezó a desarrollar los instrumentos necesarios para una
divisa digital. Principalmente, el Asset Lodgment Trust Accounts (ALTA) y
el Laissez-faire Electronic Stock Exchange (LESE).

En la fase de pruebas, se admitió la entrada a un grupo de varias docenas


de beta testers que básicamente tenían que aportar sus cometarios críticos a lo
que allí se iba construyendo. Esto me permitió entrar en LFCity sin tener que
desembolsar un céntimo.

A los beta testers se nos pedía un conocimiento mínimo de los libros


inspiradores del proyecto. Uno de ellos era La rebelión de Atlas de Ayn Rand.
Pero había otros:Piense y hágase Rico de Napoleon Hill, el ya
mencionado The Sovereign Individual de James Davidson y Sic Itur Ad
Astra: The Theory of Volition de Andrew Galambos. Además de estos libros,
eran constantes las referencias a la míticaDeclaración de Independencia en el
Ciberespacio de Barlow.

Tal vez había algún otro, pero estos eran los esenciales. Las Biblias.

Sin embargo, Los beta testers no "trabajabamos" en la propia LFCity sino


en una suerte de escenario de pruebas que por su pretendida naturaleza libre,
pionera, follonera y anárquica se llamó Dodge City, DC para los amigos.

Así que los beta testers entramos en DC. Y lo primero que nos encontramos
fue una serie de lecturas inspiradas en los libros antedichos. A las lecturas les
seguía un test. Pasado ese test, uno se convertía en beta tester.

Lo siguiente era bastante caótico por varios motivos. Para empezar, no


estaba muy claro cuando se abriría DC al gran público y, mucho menos,
cuando se abriría la mismísima LFCity. Otro motivo de desconcierto era que
DC, a pesar de toda la propaganda, no era más que un vulgar forum de

4
internet; con una seguridad excepcional, eso sí. Pero debía servir de punto de
partida.

Además del forum, había en DC una especie de “ciberparcelas”


llamadashomesteads y los beta testers podíamos comprarlas para montar allí
nuestros negocios. Alguno lo hizo, pero sólo vendieron avatars (los iconos de
usuario) y algún escrito, que yo sepa.

Los beta testers tuvimos desde el principio la posibilidad de comprar


acciones de LFCity. No pocos pagaron los 6.000 dólares americanos,
convirtiéndose así en Fundadores con la esperanza de que en pocos años
LFCity haría sombra a los mejores valores del NASDAQ. Creo que hubo
varios centenares de personas que pagaron esa cantidad.

Si uno no pagaba en divisas, sólo podía ganar dinero de DC trabajando en


algo, y que yo recuerde lo único que realmente dio dinero fue conseguir que se
apuntara más gente o destacar en la tarea de señalar errores y como
solucionarlos. Yo conseguí meter a algún amigo, aunque recuerdo que una
amiga entró, lo vio, y enseguida pensó que era una chorrada y se largó. Otros
no consiguieron entrar porque no podían instalarse en su ordenador el
programa de encripción PGP que se requería.

Un problema que surgió con esto fue que uno podía invitarse a sí mismo
usando una nueva identidad (Bot) falsa. Yo llamé a esto la "inflación de
los Bots" y no fuimos pocos los que lo criticamos muy duramente porque
estaba dando la impresión de que DC crecía cuando, en realidad, lo único que
sucedía es que los ya presentes adquirían nuevas ciberidentidades lo mismo
que hace uno cuando se crea una nueva cuenta de correo. Esto, encima,
convencía a cada "tramposo" de que el proyecto era una chapuza. Pero claro,
si la relación usuario-Bot era del todo anónima, entonces resultaba imposible
asegurar que el usuario no iba a crear más Bots. Así que finalmente se decidió
que esa "trampa" era legal.

De esta manera, entraba "gente" pero DC seguía siendo un foro de debate y


cuatrohomesteads mal hechas. Un ciberpoblacho, no el ciberHongKong
ultrafuturista más allá de Blade Runner.

5
Pero los promotores seguían empeñados en desarrollar un software súper
avanzado que fuese capaz de sostener toda esa atrevida infraestructura de
LFCity. Y eso requería un montón de dinero.

Para empezar, en DC había muchas promesas interesantísimas pero nada se


inauguraba nunca porque ese software era un proyecto de largo plazo. Lo
único que llegó a funcionar realmente fue el periódico, el foro de debate, el
servicio de correo electrónico seguro y una especie de mercadillo donde uno
podía vender avatars.

La obsesión por la privacidad protegió a los poderes fácticos, los


promotores de la segunda generación que controlaban todo el tinglado
electrónico desde el legendario y paradisíaco refugio de San José de Costa
Rica.

Entonces alguien acusó a uno de estos promotores de la segunda generación


de estar recabando información privada sobre los participantes: identidad
personal, dirección IP, cuentas bancarias, pasado profesional, de todo...

Tras un montón de debates que llevaron a un mal ambiente enorme, se


decidió que se elegiría a un representante de los beta testers para ir a ver qué
diantre pasaba en Costa Rica. Pero eso sólo empeoró las cosas porque el que
fue volvió convencido de que había pasado una semana en el Reino Celestial y
la gente empezó a largarse en masa.

Entonces los pocos cabreados que se quedaron (mucha gente puso mucho
dinero) consiguieron que se hiciera una auditoria externa. Quedó claro que
había sido una estafa y la cosa se disolvió. Creo que a nadie se le devolvió ni
un dólar.

Paradójicamente, mientras LFCity se hundía arrastrada por el fracaso


estrepitoso de DC, los programadores del Trust había conseguido terminar los
tres productos principales, a saber: el MailVault 2.1, el LESE y el ALTA.
Debería haber sido un gran éxito, pero llegaba demasiado tarde.

Se descubrió que uno de los implicados en la estafa de DC había


participado hacía años en una estafa con plata en diversos estados de EE.UU.
Y sospecho que había alguna relación con gente poco respetable de por Rusia
por algún comentario que me hizo un beta tester de los países del Este.

6
Años después, muchos de los participantes seguimos en contacto. Cuando
menos, sirvió para hacer amigos, aprender cuatro cosillas y ver, a la brutas, lo
acertado que iba Hayek cuando hablaba de “los socialistas de todos los
partidos”. La libertad se practica, no se diseña.

También podría gustarte