Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Hace años, participé en un proyecto liberal llamado Laissez Faire City. Este
escrito, con algunas modificaciones, es la explicación que suelo dar cada vez
que me preguntan sobre aquella aventura. Y es que, todavía hoy, la historia de
Laissez Faire City tiene sus misterios...
Entre las filas liberales, sin embargo, pronto se vio que la decepción de los
orientales con el marxismo y la ilusión del mercado por las
telecomunicaciones no iban a llevar a los gobiernos occidentales a abrazar con
renovado vigor las viejas recetas del laissez faire. Muy al contrario, parecían
más empeñados que nunca en aplicar las chapucillas que fueran necesarias
para asegurar la pervivencia del Estado del Bienestar. Reformar para
conservar, pero a la socialdemocracia ni tocarla.
1
Fundaron el Laissez Faire City International Trust y nombraron
fideicomisario a un exdiplomático ruso llamado Mikhail Larguine para
coordinar los esfuerzos. En un primer momento, le echaron el ojo a unas cien
millas cuadradas en Perú. Durante el verano de 1995, el Trust publicó un
anuncio en The Economist y Newsweekinformando del proyecto. Varios
medios de comunicación, principalmente británicos, se hicieron eco de la
noticia, mientras en Estados Unidos pasaba casi desapercibida. Miles de
personas se pusieron en contacto con el Trust y algunos pagaron los cien
dólares que se pedían en un principio para convertirse en Fundador. En marzo
de 1996, se creó la página web de Laissez Faire City (en adelante, LFCity).
Los anuncios habían atraído la atención de jóvenes que no sólo conocían las
ideas de Rand sino que estaban muy familiarizados con las nuevas
tecnologías. Fue esta segunda oleada de Fundadores los que decidieron dar un
giro insospechado al sueño de LFCity.
Cuando estos jóvenes tomaron las riendas, en 1997, su primer objetivo fue
el desarrollo de programas informáticos para garantizar la privacidad de los
usuarios. Entendieron que era de la mayor importancia protegerse de los
ataques de las agencias gubernamentales y de cualquier otro tipo de cacos y
fisgones.
2
El primer fruto real de este nuevo enfoque fue el MailVault, un sistema de
correo electrónico basado en avanzadas técnicas encriptación para garantizar
la privacidad de los mensajes. Sobre estos cimientos, había de construirse toda
una red de herramientas para permitir a los futuros ciudadanos de LFCity crear
sus propios negocios de banca electrónica con la que desarrollar la economía
de la ciudad.
De hecho, fue a principios de ese mismo año que se publicó el citado The
Sovereign Individual, que versaba, precisamente, sobre las enormes
posibilidades que las nuevas tecnologías brindaban a los individuos para
comerciar entre sí, enriquecerse, prosperar y guardarse de maleantes
gubernamentales y comunes.
Pero dos años después, los retrasos en las entregas de los programas
informáticos propiciaron que un nuevo grupo de jóvenes informáticos
reemplazara a los que habían dado el giro cibernético a LFCity.
3
No sin sobresaltos, el Trust superó estas primeras pruebas. Pero el lobo ya
había enseñado las orejas.
Tal vez había algún otro, pero estos eran los esenciales. Las Biblias.
Así que los beta testers entramos en DC. Y lo primero que nos encontramos
fue una serie de lecturas inspiradas en los libros antedichos. A las lecturas les
seguía un test. Pasado ese test, uno se convertía en beta tester.
4
internet; con una seguridad excepcional, eso sí. Pero debía servir de punto de
partida.
Un problema que surgió con esto fue que uno podía invitarse a sí mismo
usando una nueva identidad (Bot) falsa. Yo llamé a esto la "inflación de
los Bots" y no fuimos pocos los que lo criticamos muy duramente porque
estaba dando la impresión de que DC crecía cuando, en realidad, lo único que
sucedía es que los ya presentes adquirían nuevas ciberidentidades lo mismo
que hace uno cuando se crea una nueva cuenta de correo. Esto, encima,
convencía a cada "tramposo" de que el proyecto era una chapuza. Pero claro,
si la relación usuario-Bot era del todo anónima, entonces resultaba imposible
asegurar que el usuario no iba a crear más Bots. Así que finalmente se decidió
que esa "trampa" era legal.
5
Pero los promotores seguían empeñados en desarrollar un software súper
avanzado que fuese capaz de sostener toda esa atrevida infraestructura de
LFCity. Y eso requería un montón de dinero.
Entonces los pocos cabreados que se quedaron (mucha gente puso mucho
dinero) consiguieron que se hiciera una auditoria externa. Quedó claro que
había sido una estafa y la cosa se disolvió. Creo que a nadie se le devolvió ni
un dólar.
6
Años después, muchos de los participantes seguimos en contacto. Cuando
menos, sirvió para hacer amigos, aprender cuatro cosillas y ver, a la brutas, lo
acertado que iba Hayek cuando hablaba de “los socialistas de todos los
partidos”. La libertad se practica, no se diseña.