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El siglo XIX está considerado como el siglo de oro del cuento. Ya en la primera mitad,
durante el Romanticismo, podemos hablar de un renacimiento de este género, que presenta
tres variantes principales:
Edgar Allan Poe (1809-1849) es el gran impulsor del género, aunque la poesía fue su
verdadera pasión. Tras una vida marcada por la desgracia (orfandad, desavenencias con su tutor,
muerte prematura de su esposa…) y los excesos (alcohol, drogas…) murió joven, a la edad de
cuarenta años, por causas desconocidas (¿coma etílico, suicidio, ¿asesinato?) Dotado de una
gran inteligencia y de una poderosa imaginación, Poe es un maestro en el campo del misterio,
así como en la recreación de atmósferas de terror. Sus relatos sobresalen por la dosificación de
la intriga y por la capacidad de sorprender. Poe prefiere los detallados análisis psicológicos a la
acumulación de acciones externas. En vez de la descripción de lugares, se decanta por el análisis
de la angustia que se siente en ellos. Contrasta el ambiente realista de sus historias con el fondo
de misterio y terror que hay en ellas. En sus relatos predomina el terror, el misterio, los
crímenes, personajes en situaciones límite, lo insólito y lo sobrehumano.
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Relatos policiales, como Los crímenes de la calle Morgue.
Narraciones de aventuras y viajes extraordinarios, como El escarabajo de oro
o La narración de Arthur Gordon Pym (su única novela).
Cuentos de terror, que presentan lo más oscuro del alma humana, su brutalidad
y maldad, como El hundimiento de la casa Usher, El gato negro o El corazón
delator.
El francés Guy de Maupassant (1850-1893) fue uno de los grandes maestros del relato
breve en esta segunda mitad del siglo. Muy influido por Flaubert en sus principios literarios, nos
ofrece en sus obras una visión pesimista de la vida y de la sociedad, a partir de la pintura de
cuadros despiadados y amargos sobre la burguesía del momento. Fue un maestro del retrato
psicológico de los más variados personajes y de las descripciones de lugares concretos (posadas,
caminos, estaciones de tren…).
Destacan sus cuentos de guerra ambientados en la guerra franco-prusiana de 1870,
dentro de los que se encuentra Bola de sebo, una de sus obras más conocidas. Trata de la huida
de tres ricos matrimonios, de dos monjas, de un demócrata y de la prostituta “Bola de Sebo” a
causa de la invasión prusiana. Durante el difícil trayecto “Bola de Sebo” comparte sus alimentos
con los demás viajeros, a pesar de haber sentido las críticas y el desprecio de ellos durante el
viaje. Hacen alto en una posada, donde un oficial prusiano impide seguir el trayecto a no ser que
Bola de Sebo pase una noche con él. Esta se niega pero al final la convencen. Al día siguiente se
reanuda el viaje y los viajeros sacan sus alimentos. “Bola de Sebo”, debido a la noche que pasó
con el oficial, no tuvo tiempo de preparar nada y ninguno de los viajeros le ofrece algo a ella,
por lo que el resto del viaje lo pasa sollozando.
Escribe también cuentos de tema amoroso, como Una partida de campo (donde dos
mujeres viven una relación furtiva que iluminará para siempre sus vidas) y de crítica social,
como El collar.
Dentro de sus cuentos fantásticos sobresale El Horla, en el que el autor, a través de un
diario, nos muestra las supuestas alucinaciones del protagonista, que siente la presencia de un
ente que él llama el Horla.
El ruso Anton Chéjov (1860-1904) nacido en una familia de antiguos siervos, estudió
Medicina, pero pronto abandonó el ejercicio de esta carrera para dedicarse a la literatura, como
cuentista y dramaturgo. Su obra (tanto narrativa como dramática) está fuertemente influida por
el Naturalismo francés, al que añade una notable capacidad de penetración psicológica y un
sentido humorístico que se proyecta sobre personajes, sentimientos y situaciones. No obstante,
el pesimismo impregna toda su obra, y en ocasiones el autor parece llegar a un total
escepticismo. Es un gran renovador del cuento. Por sus relatos breves desfilan todos los estratos
sociales (médicos, artesanos, criados, aristócratas…), personajes típicamente rusos, inactivos
pero que sueñan con una acción liberadora. De ellos destacaremos:
Tristeza, trata de un cochero cuyo hijo ha muerto. El padre no tiene con quién hablar,
salvo con su caballo.
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Vanka, en el que el protagonista, que es un joven aprendiz de zapatero sufre añoranza de
su pueblo natal y le suplica a su abuelo en una carta que lo libere de su maestro que le pega. Hay
un contraste entre la ciudad de Moscú y la aldea en la que vivía con su abuelo una vida más
sencilla pero más feliz.
La dama del perrito, en la que se habla de un amor apasionado, pero imposible, entre
dos personas que en su doble vida buscan la felicidad que no encuentran en sus respectivos
matrimonios.