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armaré contra él a los Celos, que, tomando como aliado al A mor, realizarán
un enorme daño12,
y, como efecto de esta estratagema, llegan las primeras discusiones erttre los
amantes, dándose lugar a la primera reconciliación de los protagonistas,
porque fáciles son las reconciliaciones de los amantes, y con gusto aceptan todo tipo
de excusas 13.
Los celos también penetran, y acaso con más fuerza, entre los perso-
najes secundarios de la novela. Así sucede con Dionisio en repetidas ocasio-
nes14; con Estatira, mujer del Gran Rey, celosa de la belleza de Calirroe, que
provoca comparaciones con la belleza de las demás, y que es motivo para
que el Gran Rey visite contirtuamente el gineceo particular donde se halla la
protagonista15.
Del amor también se dice que es duro tirano, y que es un dios que se
complace en engaños y traiciones16.
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c) Efectos del amor. Una vez superada esta lucha positiva, que lleva
consigo el amor, o sumergidos en dudas y sentirr^ entos contradictorios, los
protagonistas sufren de muy diversos modos los efectos que produce el
amor.
Los primeros en sufrir estos efectos son los mismos protagonistas:
Quéreas, tras la herida, volvió a casa con gran dificultad, al igual que un
guerrero valeroso herido mortalmente en combate, que se avergiienza de caer, pero
no puede mantenerse en pie. La muchacha por su parte, se arrojó a los pies de A fro-
dita... cayó sobre ellos (los protagonistas) una noche terrible, pues el fuego los infia-
maba. Pero más terriblemente sufría la muchacha a causa de su silencio, ya que sen-
tía pudor de delatarse... Quéreas al ver consumido ya su cuerpo, se atrevió a decir a
sus padres que estaba enamorado, y que no viviría si no conseguía casarse con Calí-
rroe... se le agravaba la enfermedad, hasta el punto de que ya no iba a sus ocupacio-
nes acostumbradas... El gimnasio añoraba a Quéreas y estaba como vacío, pues los
jóvenes le adoraban... Todos se compadecieron del hermoso muchacho que corría
peligro de perecer por el sufrimiento de su noble alma21.
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Dionisio estaba herido, pero intentaba esconder su herida, como hombre cul-
tivado y que busca muy especialmente la virtud. Y no queriendo parecer desprecia-
ble a sus servidores ni pueril a sus amigos, resistió toda la tarde, creyendo que lo
ocultaba; pero haciérzdolo más evidente por su silencio... prolongó mucho su bebida
de sobremesa, pues sabía que no iba a dormir, de modo que quería pasar su insomnio
con los amigos. Después que hubo pasado parte de la noche, puso fin a la reunión,
pero no consiguió el sueño. Todo su ser estaba en el templo de A frodita, y se acor-
daba de todo, del rostro, del cabello, de cómo se había dado la vuelta, cómo había mi-
rado, de su voz, de su figura, de sus palabras. Y sus lágrimas le quemaban. Enton-
ces se pudo ver el combate entre la razón y el sentimiento, pues, inundado por el de-
• seo, intentaba, como hombre de noble linaje, resistir. Y como el que saca la cabeza de
• una ola, se decía a sí mismo: te averg^ enzas, Dionisio, el primer hombre de
jonia por tu virtud y tu fama, al que admiran los sátrapas, los reyes y las ciudades,
de sentir cosas de chiquillo? Estás enamorado después de haberla visto una sola vez,
y eso estando de duelo, antes de haber ofrecido expiaciones a la sombra de la desdi-
chada... Eros inflamaba más fuerte el alma que filosofaba en cuestiones de
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amor.
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d) A mor-matrimonio
El matrimor^ o, siempre considerado como sacro e indisoluble, tiene
en la novela griega períodos de solidez y períodos de inestabilidad. A pesar
de todo la tradición no se rompe, al menos en Caritón. Este afirma que el
matrimonio es yugo insoluble26, y sus ritos son los usuales y típicos de la tra-
dición clásica griega, sin variaciones de ning^ n tipo. La costurnbre es respe-
tada incluso en las formas exteriores más superficiales; es más, la multitud
se re^ ne en el templo, donde era costumbre de la ciudad que quienes se
iban a casar recibiesen a los novios 27. No existen pues, variaciones ni de
fondo r^ de forma en Caritón. Además, debemos tener presente que en esta
novela, por vez primera y ^ nica, se nos presenta la descripción de dos ma-
trimor^ os en la persona de la protagor ^ sta.
e) A mor-destino
El amor es de tan capital importancia en este marco novelístico (y
más, incluso, en novelistas posteriores), que marca, como ya se ha dicho, el
destino total de cada personaje en la novela, ya se trate de personajes princi-
pales como secundarios.
Es Eros quien act^ a como líder en la asamblea en que se decide la
suerte de Quéreas y Calirroe, y en la que Quéreas, por votación popular, y
este es el principal ejemplo que tenemos dentro de la novela griega, recibe a
Calirroe como su futura esposa28. Este Eros es quien hace que la mujer sea
un simple juguete en manos de su amante, el cual, aprovechándose de su
amor, la engaña fácilmente, y ella misma, en sus pensarr ^ entos y reflexio-
nes, se engaña al poner por encima de todo lo que considera más preciado,
el amor29 Lo anterior se ve daro en el pasaje en que ante una supuesta falta
de amor entre uno de los protagonistas, el hecho es considerado como urta
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a) A mor homosexual
De la admiración casi pasional que encontramos en Caritón ante la
belleza y dotes del protagonista por parte de los demás personajes de la
obra, ahora pasamos a un verdadero amor entre sexos iguales, siempre por
parte de varones y nunca entre mujeres.
Los precedentes los encontramos en toda la literatura griega, acen-
tuándose a partir de la lirica griega y culn^ nando con la comedia (aunque
sean atisbos). Pero los modelos más cercanos, en este aspecto, parten del
mismo mundo romano, corrupto y ávido de nuevas sensaciones y emocio-
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era para que le educase, pues decía que era maestro de oratoria. Y cuando lo tuvo en
sus manos, primero lo tuvo encerrado y después de esto se marchó a Bizancio"38.
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... Entonces se ven uno a otro, y A ntia se siente conquistada por A brocomes
y A brocomes es vencido por Eros, y contemplaba continuamente a la muchacha y
por más que queria, no podia apartar los ojos de ella: lo posee el dios que se ha insta-
lado dentro de él... A ntia por su parte lo pasaba mal, recibiertdo por sus ojos abier-
tos de par en par por la belleza de A brocomes que se cuela en su interior, y des-
preciando ya incluso lo que es decente en las virgines. En efecto, hablaba para que
A brocomes la oyera, y desnudaba algunas partes de su cuerpo, las que le era posible,
para que A brocomes las viera. Y él se entregaba a su contemplación y era cautivo
del dios"42.
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pos agotados por la noche pasada, mirada abatida y color mudado, pasar el tiempo
en el templo de la diosa contemplándose el uno al otro, miedo a las declaraciones,
llantos de felicídad y, como punto final, la proposición de juramento de amor mu-
tuo53.
Abrocomes califica su propia pasión por Antia de sufrimiento y esclavi-
tud por una muchacha, y desafia abiertamente a Eros 54, pero el amor va
contra la voluntad del amante, y, a pesar de la resistencia que se intente,
siempre sale vencedor56.
La situación de la mujer-doncella ante los primeros actos de amor es
de perplejidad absoluta y con unos matices muy diferentes a los del varón.
El ejemplo más claro lo tenemos precisamente en Antia, la cual, en un mo-
mento en que lo estaba pasando mal y ya no podia resistir más, se rean ^ na
a si rnisma tratando de que ello no fuera notado por los que le rodeaban: •
"Qué sufro, desdichada de mí? Y o, una virgen, arno por enc^na de mi edad
y sufro un mal nuevo y que no conviene a una muchacha. Estoy leca por A broco-
mes, que es bello pero orgulloso. Cuál será el límite de mi deseo y cuál el término de
este mal? Mi amado es arrogante y yo una virgen bien custodiada. quién tomaré
como ayuda? quién contaré todo? pánde podré ver á A brocomes?57
Longo, autor de época poco posterior (aunque también del s. 11) a Je-
nofonte de Efeso, se mueve, al menos en el terreno del amor, en las mismas
coordenadas que los dernás autores de novelas de amor y aventuras, aun-
que su novela debe ser considerada como plenamente integrada dentro de
este tipo de novelas. Su estilo, al ser lento y florido, nos impregna de un
mundo inocente, sensual y juvenil, sonriente y acogedor, en un marco de
calidoscópica naturaleza.
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a) Eros
Filetas, personaje securtdario de la novela, en un alarde de erudición,
explica a Dafnis y Cloe quién es Eros: es un dios joven, hermoso, alado,
agrada a la juventud porque ama lo bello, su poder es superior al del mismo
Zeus, reina sobre los elementos, manda a los astros, dispone de las cabras y
ovejas de los pastores, las flores son obra de Eros, por él corren los ríos y so-
plan los vientos, los toros mugen enamorados como si un tábano los hu-
biera picado, el macho cabrío ama a la cabra y la sigue a todas partes, hace
que un pastor enloquezca por Amarilis y se olvide de comer y beber, es el
fuego interior que quema, con él es preciso besarse, abrazarse, acostarse
juntos, desnudos, cuerpo contra cuerpo59.
Longo es el primer novelista, y ^ nico, que desvía toda su atención
amorosa hacia campos, los gartados y los ciclos naturales de las estaciones.
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gares y los pastores se ven corrientemente entre ellos, pero no así Dafnis y
Cloe. El protagonista recuerda los juegos de amor interrumpidos con la lle-
gada del invierno y, poco a poco, va cayendo en una muerte psíquica pro-
vocada por el am.or hacia la amada68.
"El amor, amado mío, dijo, no admite cobardías No ves como todo su as-
pecto es militar? Arco, carcaj, flechas, antorcha, todo en él es viril y respira au-
daía..., ten cuidado en no desmentir al dios..."7°.
"Si el fuego del amor fuese como el ordinario, entonces de bastaría cogerme
en tus brazos para inflamarte. Pero en realidad, contrario a los demás fuegos, no
arde sino con cierta variedad de leña que le es particular, y estrechado por el amor,
consume furíosamente, pero sin lastimar, a aquellos a quienes alcanza"72.
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... Clio estaba junto al pavo real. Y acaecía también que en aquel momento el
pájaro hacía la rueda, a causa de lo cual mostraba todo el resplandor de sus plumas.
Y o empecé a decir lo que sigue: no sin razón el pájaro obra de este modo, lo hace por-
que seguramente está enamorado. En todo caso, es cuando cuando quiere atraer a la
que ama cuando se muestra así, en toda su belleza... es por ellla por quien ahora
hace ostentación de su hermosura mostrándole el tapiz de su plurnaje. Tapiz no me-
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nos lleno de colores que un jardín, pues la naturaleza es la que pone oro para ador-
narlo y en torno al oro un círculo de p^ rpura no menos brillante.."76.
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un pez. Cuando quieren unirse una a otra, la víbora va hasta la orilla y silba en di-
rección al mar, de un modo particular, para que la morena sepa que está allí; ésta,
reconociendo la señal, sale del agua. Pero no corre inmediatamente hasta su amado
(pues sabe bien que en sus colmillos lleva la muerte), sino que se sube a una peña y
allí espera a que su prometido haya purificado su boca. De este modo permanecen
uno frente a otro, mirándose, el enamorado en tierra, la amada en una isla. Y
cuando el amante ha vomitado lo que aterra a la enamorada y ésta le ha visto escu-
pir el veneno mortal por el suelo, entonces baja de la peña gana la costa y se enrosca
en torno a su amante cuyos besos ya no teme"".
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b) A mor y hermosura
Hemos apuntado al hablar de las restantes novelas, el amor está inti-
mamente ur^ do a la belleza. En el punto precedente, sobre la naturaleza del
amor, hemos vislumbrado esta relación entre el amor y la belleza, ya que es
ésta la causa y origen del amor.
El protagonista de la novela despierta al amor a través de la hermo-
sura, la cual causa una herida más profunda que urta flecha, y, a través de
los ojos, penetra en el alma".
Ahora bien, esta hermosura, en Aquiles Tacio, es la causa de todos los
males para el hombre. En el texto que sigue, Aquiles Tacio re ^ rte el pensa-
miento que los antiguos tenían en torno a los males que producen en el
hombre la belleza y la mujer que utiliza la belleza:
"Todas las mujeres no son otra cosa que sirenas: matan a los hombres ha-
ciéndoles disfrutar del placer del canto. Se puede calcular la enormidad del peli-
gro con sólo considerar los preparativos de la boda: escándalo de flautas, estruendo
de puertas, enarbolamiento de antorchas. Y en medio de tanto desorden se podría
exclamar: jA y del novio! 1\lo es todo esto un pretexto para empujarle sin piedad a
la guerra? Y a^ n, si se ignorase lo que sobre el matrimonio se ha escrito, se podría
no estar al tanto de los manejos de las mujeres, pero t^ conoces la literatura como
para incluso enseñar a otros las excelencias de las mujeres, sólo apoyándose
en las que ha habido más que suficientes para llenar tragedias: el collar de
Erifile, la comida de Filomela, las calumnias de Estenobea, el hurto de A erope, el
asesinato cometído por Procne, falta seguír? Cuando A gamenón se encapri-
chó de las gracias de Criseida, cuál fue la consecuencia? jLa peste entre los gríe-
gos! Si es A quiles el encaprichado de la hermosura de Briseída, la consecuencia en
a^ n una serie de desgracias. Que la mujer de Candales es hermosa, pues bien, ello le
costará la vida. El fuego de las antorchas cuando el matrimonio de Helena, ígué fue
junto al íncendió que originó Troya? La mano de Penélope, y ahora se trataba de
una mujer casta, :de cuántos pretendientes no causó la pérdida? Fedra, por amar
a Hipólíto, originó su muerte. Como Clitemnestra la de A gamenón, ésta por no
amarlo. iOh mujeres que no sois capaces de deteneros ante nada! Si aman
matart; si no am.an matan lo mismo. Fatal era que hubiera sido asesinado A ga-
menón, él cuya hermosura era digna de los dioses y todo esto se dice a propósito
de las mujeres herrnosas, circunstancia que parece que aten ^ a tanto in.fortu-
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nio. Pues la hermosura contiene cierto consuelo que parece que alivia la
desgracia; es como una suerte en la no suerte. Pero si la mujer no es her-
mosa siquiera, como de la que t ^ hablas, entonces la calamidad es dob1e"85.
"Permíteme que te diga que eres ingrato con Eros, tras lo que éste te concede.
Que no te das cuenta de en qué modo es grato y precioso ver aquello a lo que se
arria; cosa que corzstituye a^ n placer supero al acto mismo. Cuando los ojos se encuen-
• tran, reciben, como un espejo, la huella del cuerpo y su imagen; y esta emanación de la
belleza, que, a través de su canal, se penetra hasta el alm.a, realiza una especie de urzión
a distancia. Es casi una unión de los cuerpos; es una especie de abrazo carnal. Pero te
predigo que, muy pronto, tendrás también la realidad del acto. Pues no hay mejor me-
dio de persuadir que estar sin cesar en compañía de la que se ama. Los ojos son los
mensajeros del afecto, y la ccmstarzcia de la presencia es un medio eficaz para hacerse
mírar bien. Si es cierto que los animales se domestican y.se acostumbran a la compañía
hurnana, una mujer podría dejarse enternecer mucho rizás fácilmente a ^ n de la misma
manera. Sin contar que el hecho de que un enamorado sea de la misma edad que ella, es
una seducción para una joven. El instinto natural que la empuja, en la flor de la juven-
tud, el sentimiento que tiene de ser amada, hace con frecuencia que nazca un amor re-
cíproco. Pues todas las jóvenes desean ser hermosas, son felices de ser amadas, y
están agradecidas a quienes las aman, de que éstos se lo manifzesten; pues si nadie las
amase, ni seguras estarían de que son hermosas"89.
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grimas, que son el mejor testimonio del amor 92; y algo nuevo en la novela,
uso de filtros de amor de procedencia egipcia 93. Los efectos del amor conti-
n^ an siendo semejantes a las demás novelas94.
Tal es el desprecio que una pasión profunda y un amor puro sienten por todos
los acontecimientos externos, tanto dolorosos como agradables, y tal es la fuerza que
impele a mirar ^ nicamente al ser amado y a atender a todos sus pensamientos96.
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partir del siglo II d. C., sino que nos da alguna explicación, que por otra
parte, nos llega de ciertas concepciones de fondo hipocrático.)
A Caricles, que le confiesa su amor-enfermedad, le da el siguiente
consejo:
sabrías que a los amantes lo inofensivo les parece terrible, y que, cuando se
trata de la persona amada, sólo dan crédito al testimonio de sus ojos; ahora bien, su
ausencia es para las almas enamoradas motivo de miedo y angustia. La causa
no es sino que ellos están intimamente convencidos de que no existe más medio de
quedar separados de los seres queridos, que un obstáculo externo que a disgusto
suyo lo impida106.
Teágenes y Cariclea
El protagonista, desde el comienzo, considera el amor corno algo no
material107 . Profundamente enamorado intenta dar muestras de contento y
se esfuerza por tratar a los presentes en un banquete con surrta delicadeza,
no puede impedir que los demás adivinen sus pensamientos, pues se le
queda la mirada perdida, da suspiros sin justificación, otras veces queda ca-
bizbajo y ausente en sus reflexiones, luego cambia repentinamente su rostro
y adopta una expresión más alegre, como si recobrara la conciencia y se lla-
mara a si mismo a la realidad, es decir, se deja transportar por estados de
ártimo muy diversos con facilidad (algo que ya hemos observado en los de-
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Una oposición obstinada aumenta, como sabes, la tenacidad del que domina
la situación, si su deseo es impetuoso; en cambio, una palabra que cede y acomoda
con presteza a su voluntad amansa el ardor del primer impulso y lo adormece con la
dulcura de la promesa. Pues, a mi parecer, los que tienen un amor un tanto r^ stico
creen que la primera prueba de correspondencia es el compromiso y, cuando lo tie-
nen, se consideran dueños y viven con más tranquilidad, dejándose mecer por la es-
peranza112.
Tisbe y Cnemón
Los amores de Tisbe y Cnemón forman uno de los episodios paralelos
y secundarios de la trama final.
La hipocresía amorosa comienza, en este caso, una verdadera historia
de amor. Tisbe se hace la enamorada de Cnemón y trata de seducirle de mil
marteras, ya con gestos, ya con insinuaciones, hasta que consigue su triunfo
fina1115. Posteriorm.ente Cnemón recibe una carta de Tisbe, que se encuen-
tra en peligro, y en la que expresa un nuevo sentimiento hacia Cnemón, y
donde se muestra dispuesta a morir por él:
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Tíamis y Cariclea
El amor apasionado de Tíamis por la belleza de Cariclea 118, está en-
vuelto en una atmósfera de religiosidad transitoria, que solamente sirve de
corr^ enzo y excusa para nuevas aventuras. Su pasión por Cariclea hace que
cada asurtto le parezca una demora infinita, sus palabras le fascinan, como si
fueran las de una sirena, y ésta sólo se limita a obedecer 119. Los dem.ás aspec-
tos de este amor son meros pretextos para continuar la aventura empezada.
Ródopis y Calasiris -•
El incorrupto sacerdote Calasiris, figura central de esta filosofía amo-
rosa, es atrapado en las redes de la cortesana Ródopis, mujer de extraordi-
naria belleza, en la flor de la juventud, sin lugar de procedencia defir ^ da,
que ejercía su profesión en Egipto, más concretamente en Menfis. Atrapa a
Calasiris asistiendo a permanentes sacrificios y ofrendas en el templo de
Isis:
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Este amor de Arsace por Teágenes, que tiene como principal testigo al
indignado Tíamis, fracasa rotundamente aunque otro personaje, Cíbele,
convence a Arsace con falsas promesas. Heliodoro termina la descripción
de este amor afirmando:
Isiade de Quemis
Un amigo de Nausicles relata a éste sus premuras; causa de ellas es
Isíade de Quemis. Su objetivo es estar ^ nicamente a su servicio. Para ella la-
bra la tierra y le procura manutención; por causa de ella no descansa día y
noche; obedece a cuanto ella le impone, sea grande o pequeño127.
Otros amores son los de Péloro, lugarteniente de Traquino, por Cari-
c1ea128; Traquino y Cariclea129; Aquemenes por Cariclea 130, en el que se nos
relata cómo es el amor de urta mujer persa.
Finalmente, recordemos la existencia de una especie de amor carnal
entre un neófito y una prostituta de nombre Ródopis131.
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6.—Consideraciones generales
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Notas
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" la muchacha estaba tendida en su lecho cubierta con un velo, llorando y guar-
dando silencio entonces a ella se le desataron las rodillas y el corazón pues no sabía
con quién iba a casarse. Se quedó al punto sin voz y las tinieblas le inundaron los ojos,
y poco faltó para que expiara..." (I, 1,14).
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(50) V, 9,11-12.
(51) V, 1,8-9.
(52) V, 1,12.
(53) I, 3,3-4; 4, 6-7; efectos físicos y psicológicos de Antia y Abrocomes ert I, 5,2-4:
" tenían el cuerpo agotado por la noche pasada, la mirada abatida y mudado el co-
lor. Y eso ocurrió durante mucho tiernpo y no había nada más para ellos. Pasaban el
día en el templo de la diosa contemplándose el uno al otro, sin atreverse a declararse la
verdad por miedo. Esto es lo ^ nico que había: A brocomes suspiraba y lloraba, y supli-
caba que la muchacha le escuchara con pasión. Y A ntia sufría lo mismo, pero sopor-
taba una desgracia mayor, pues si veía que otras muchachas o mujeres lo miraban (y
todas miraban a A brocomes) era evidente su sufrimiento, temiendo parecerle inferior
a ellas. Y elevaban ambos a la diosa plegarias comunes, que, sin que ellos lo supieran,
eran las mismas".
I, 2,5-9: efectos corporales; I, 9,2-8, mar^ festacioens del amor; II, 3,2-3, efectos
en Martto: -
No se atrevía a hablar a A brocomes, pues sabía que tenía esposa y no tenía esperanza
de convencerlo, ni tampoco a ning^ n otro de los suyos, por temor a su padre. Por ello
se consumía a^ n más y sufría, y no pudiendo soportarlo más resolvió confiar su
amor..."
" Y o, que hasta este momento tan sólo estaba enamorado de tu mesa; yo, que antes ju-
raba que nada había más agradable que el vino riejo y que encontraba en tus cocineros
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más encantos que en los efebos de Mitilene, ahora no estimo nada hermoso fuera de
Dafnis".
"Es posible que A mor tenga tanto poder como para inflamar incluso a los pájaros?
— No tan sólo a los pájaros, dije yo, pues esto nada tendría de asombroso ya que él
mismo tiene alas, sino también a las serpientes, a las plantas, y si no me equivoco mu-
cho, hasta las piedras. En todo caso, el imán ama al hierro, y le basta con verle y to-
carle para atraerle a sí cual si existiese entre ellos una especie de deseo amoroso".
(78) I, 18.
(79) I, 18.
(80) I, 7-12.
(81) I, 12-14.
(82) II, 34.
(83) II, 35,4-5.
(84) 1, 4,3-4.
(85) I, 8,2-8.
(86) 1, 2,1-3.
(87) 1, 5,5-6.
(88) I, 10,5-7 (importancia del beso); IV, 8 (descripción).
(89) I, 9.
(90) 11, 3,4.
(91) 11, 1,3.
(92) VI, 7,6.
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