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S. Tomás: la fe y la razón proceden de Dios y no puede haber contradicción entre ellas.

El Papa Juan Pablo II en su encíclica Fides et Ratio recordó que «la


Iglesia ha propuesto siempre a Santo Tomás como maestro de
pensamiento y modelo del modo correcto de hacer teología» (n. 43)
Entre los escritores eclesiásticos mencionados en el Catecismo de
la Iglesia católica, después de san Agustín, se cita a Santo Tomás
más que a ningún otro, hasta sesenta y una veces.
Dice Benedicto XVI que a este santo se le conoce como el "Doctor
Angélico" por "la sublimidad de su pensamiento y pureza de vida".
Santo Tomás de Aquino es un teólogo de tal valor que el estudio de
su pensamiento fue explícitamente recomendado por el Concilio
Vaticano II en dos documentos, el decreto Optatam totius, sobre la
formación al sacerdocio, y la declaración Gravissimum educationis,
que trata sobre la educación cristiana.
El motivo principal de este aprecio reside no solo en el contenido de
su enseñanza, sino también en el método adoptado por él, sobre
todo la nueva síntesis y distinción entre filosofía y teología.

solo en el contenido de
su A pesar de ser tan
importante por sus escritos
teológicos, su preocupación
primera era el amor a Dios….
El primado de la inteligencia, la clave
de toda la obra teológica y filosófica
del Doctor Angélico (como se lo
llamó después del siglo XV), no era
un intelectualismo abstracto, fin en
sí mismo. La inteligencia estaba
condicionada por el amor y
condicionaba al amor.
enseDecía nuestro santo que él
había aprendido más, arrodillándose
delante del crucifijo, que en la lectura
de los libros. Su secretario Reginaldo
afirmaba que la admirable ciencia de
Santo Tomás provenía más de sus
oraciones que de su ingenio. Este
hombre de Dios rezaba mucho y con
gran fervor para que Dios le iluminara
y le hiciera conocer las verdades que
debía explicar al pueblo.
ñanza, sino también en
el método adoptado por
él, sobre todo la nueva
síntesis y distinción
entre filoso Cuando, pues, la teología entra en diálogo con
la filosofía, este diálogo es posible —salvando lógicamente las respectivas distancias,
derivadas de radicales diferencias epistemológicas— sólo si ambas ciencias se
encuentran en un terreno común: y un terreno común entre dos ciencias no puede ser
sino un dato pre-científico común, es decir un dato que precede y funda, desde un punto
de vista lógico, tanto la ciencia filosófica como la teológica. No quiere decir esto, está
claro, que la filosofía deba someterse a criterios externos a ella, ni que la teología pueda
tener un papel directivo que no le corresponde absolutamente: quiere decir,
simplemente, que ambas ciencias, con una mirada retrospectiva que es conciencia de sus
fundamentos epistémicos, detectan las certezas del sentido común —que son juicios de
existencia, no teoremas para la explicación de los hechos— como punto de partida
necesario y regla metodológica ineludible de su proceso de investigación. Si la teología
re- ______ 20 Cf. LIVI, A., Filosofia del senso comune. Logica della scienza e della
fede. 21 Cf. LIVI, A., “Le premesse razionali della fede secondo ‘Fides et ratio’ ”. En
ANTONIO LIVI & GIUSEPPE LORIZIO (Coords.), Il desiderio di conoscere la verità.
Teologia e filosofia a cinque anni da “Fides et ratio”, 37-54. 88 Antonio Livi afirma —
es justamente lo que hace la Encíclica— que la filosofía ha de tener unas características
concretas (es decir, que debe ser un saber sapiencial, enraizado en los problemas
existenciales y en la religión) y no puede prescindir de un planteamiento metafísico
(para poder pasar, come sugiere Juan Pablo II, “del fenómeno al fundamento”), estas
orientaciones formales y metodológicas no son otra cosa que la toma de conciencia de
exigencias que se descubren en el mismo objeto, común a ambas, es decir la experiencia
universal del hombre que busca descifrar el mundo, su propia alma, el sentido de su
vida, sus relaciones con sus semejantes y el origen de todo.22 La orientación que la
filosofía recibe de la teología hay que entenderla pues como la aplicación del principio
de rigor racional que yo he llamado “principio de coherencia”23: es el principio que
prohíbe negar como verdad, en la reflexión crítica, lo que anteriormente ha sido

necesario afirmar como verdad fía y teología.

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