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PRIMER ENCUENTRO.

Estaba caminando en la orilla de la playa ni siquiera recuerdo porque lo hacía,


creo que esa noche estaba tan aburrido que lo único que se me ocurrió hacer
fue dar una vuelta cerca del muelle; a decir verdad, era bastante relajante
sentir el aire fresco filtrándose en mis poros; la noche era muy bella no había
muchas personas lo cual la hacía más cálida y tranquila, es curioso jamás me
había detenido a observar la luna pero… por alguna extraña razón esa noche
no podía dejar de verla, era tan brillante que iluminaba toda la playa, las olas
del mar parecían estar echas de millones de luceros resplandecientes era sin
duda una noche PERFECTA; ya era algo tarde al día siguiente tenía que
trabajar así que me disponía a irme a mi departamento, sentí un pequeño
empujón en mi hombro izquierdo no fue tan fuerte pero si lo suficiente como
para hacerme tambalear un poco, .que delicado, deben estar pensando ¿no?;
antes de que siquiera pudiera voltearme escuche una voz una dulce y delicada
voz
-lo siento…decía mientas se alejaba corriendo
era la voz de una mujer de la cual no pude ver su rostro, pero juro por lo más
sagrado que tengo que esa fue la voz más encantadora y hermosa que jamás
había escuchado en mi vida por un segundo pensé en echarme a correr tras de
ella, alcanzarla y preguntarle quien era; una verdadera locura sin duda, pero
cuando reaccione ya ni siquiera podía verla solo podía ver una silueta
alejándose entre la noche. Sin más que hacer decidí ir a descansar a mi
departamento talvez el encerrarme en mi propio mundo me ayudara a distraer
mi mente y dejar de pensar en esa mujer algo que jamás sucedió puesto que
pasé toda la noche con esa dulce voz resonando en mi mente una y otra vez,
no podía dejar de imaginar su rostro el cual seguramente debía ser tan
hermoso como su voz o eso quería pensar a menos de que fuera una mujer
horrible con una linda voz en ese caso creo que detendría mi obsesión por ella
ja bueno creo que estoy divagando mucho.
A la mañana siguiente me desperté algo tarde, muy tarde de echo quizá fue
por pasarme toda la noche en vela imaginando cosas y personas que jamás
existirán, aunque quisiera que sí. Podía sentir el cálido rose de los rayos del
sol entrando por mi ventana y acariciando mi rostro en complot con mi cama
que abrasaba mi cuerpo como diciéndome al oído –no te levantes quédate aquí
conmigo y duerme más, aunque creo que eso es algo que a todos nos pasa
después de despertar lo conocemos vulgarmente como flojera ja jajá pero mi
increíble profesionalismo me hizo ignorarla y levantarme de inmediato me
metí a la regadera brrr el agua estaba helada luego desayune algo ligero mi
rutina era algo monótona y original: despertar, bañarme, vestirme, desayunar,
tomar mi cuaderno y salir a trabajar

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