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Subdirector Gerente
Javier López-Roberts Concha Toquero Plaza
Diseño
Estudio Joaquín Gallego
Impresión
Brizzolis, arte en gráficas
isbn: 978-84-87619-98-4
dep. legal: M-1415-2012
Acción Cultural Española (AC/E) cumple, una vez más, con su grata tarea de poner el arte con-
temporáneo al alcance del gran público. Presente en gran parte de las Bienales internaciona-
les, AC/E es un instrumento ágil y eficaz que apuesta firmemente por el arte actual hecho en
España para difundirlo dentro y fuera de nuestras fronteras.
La artista Eva Lootz presenta en esta ocasión un viaje hacia el inconsciente colectivo a través
de estos Nudos, una serie de representaciones de carácter simbólico acerca de la realidad de
cada cual, tomando como punto de partida las marañas de sentimientos, emociones y con-
ductas que conforman nuestro ser.
Eva Lootz ha querido ver en este tipo de identidades individuales una conexión con los juegos
de cordeles que en las sociedades occidentales sólo conservan los más pequeños y que, sin
embargo, están presentes en todas las organizaciones humanas primitivas como expresión
de las relaciones de los individuos dentro de la colectividad.
De este modo, Eva Lootz conecta lo inconsciente individual con el inconsciente colectivo, punto
al que ha llegado a partir de los vínculos psicoanalíticos que el lenguaje establece entre los
conceptos de mostrar y nombrar. Ambos términos, relacionados en la primera pieza de esta
exposición Entre manos, son también punto de partida de los vídeos que nos ofrecen.
Uno de ellos, cuyo título ha sido extraído de un verso de Henri Michaux (…no es más que un
pequeño agujero en mi pecho), exhibe con un inmenso hueco negro una cascada de las infi-
nitas causas y efectos que componen el ser humano o la expresión interna de su existencia.
Por último, Blind Spot señala con acertada singularidad el espacio de cada cual que resulta
inabordable para todo individuo. Un aspecto que permanece ajeno a todo reconocimiento por
más introspección que se ensaye, por más que uno se empeñe en ejercitar la conocida ins-
cripción del templo de Delphos nosce te ipsum, conócete a ti mismo.
Agradecemos al Círculo de Bellas Artes que nos acompañe en esta travesía de ofrecer al pú-
blico ejemplos de arte contemporáneo realizado en nuestro país, porque ambas instituciones
partimos del convencimiento de que sobre la base de lo que hoy se está creando se funda-
menta el arte del futuro, en el que sin duda España tendrá algo que decir.
Charo Otegui
Presidenta AC/E
Acción Cultural Española
En línea con su apuesta por las expresiones más depuradas del arte contemporáneo, y dentro
de un esfuerzo consciente por intervenir en el debate estético de nuestro tiempo, el Círculo de
Bellas Artes se enorgullece de presentar esta nueva muestra de Eva Lootz (Viena, 1940), una
de nuestras artistas más reflexivas e interdisciplinares, capaz de trabajar en lenguajes tan di-
versos como la instalación, el dibujo, el grabado, la fotografía, el sonido y el vídeo.
La obra de Eva Lootz ha girado siempre en torno a los problemas que surgen de la imbrica-
ción entre materia y lenguaje. Sus últimos trabajos buscan poner en juego, en sus palabras,
la «fricción entre el nombrar y el mostrar» a fin de hacer aparecer (hacer presente) ese territo-
rio velado por la sombra de la racionalidad occidental.
Nudos –última estación en este itinerario creativo– nos lleva al territorio de los hilos, las ma-
rañas, los tejidos, los enredos, los nudos, los flujos, las circulaciones y bloqueos. Tomando
como punto de partida el Seminario 23 de Jacques Lacan, Lootz ha querido subrayar el papel
que el juego de hacer nudos, el juego de los cordeles, ha desempeñado en todas las socieda-
des llamadas «primitivas» como forma de socialización y aprendizaje del trabajo en común. No
en vano, como recuerda Piedad Solans, comisaria de la muestra, la figura del nudo interesó a
Lacan como analogía del discurso textual («un texto […] no puede tejerse sino haciendo nu-
dos») y como emblema teórico, siendo el llamado nudo borromeo –un lazo de tres aros cuya
particularidad es que, al cortarse uno, los otros se separan– el que le permitió ligar los tres
registros de su visión topológica: de lo real, lo simbólico y lo imaginario.
Nudos nos acerca un vídeo nuevo, Entre manos, realizado expresamente para la ocasión, en
el que los hilos van pasando de una pareja de manos a otra formando figuras complejas y va-
riadas, mientras una voz en off permite establecer conexiones entre el juego y los nudos y
trenzados de la teoría lacaniana. Se incluyen, además, una obra realizada en vidrio (Mostrar/
Nombrar, 2011) y dos vídeos, No es más que un pequeño agujero en mi pecho (2004) y Blind
Spot (2005), que hacen un poco de curvas de nivel de las inquietudes y obsesiones recientes
de la artista. Nudos, así, se nos aparece como un work-in-progress tan coherente como lleno de
incitaciones reflexivas.
Esta exposición es una reflexión acerca de los nudos, los hilos que nos conectan y la
imbricación del pensamiento con nuestro cuerpo. Es también un acercamiento a la topo-
logía y a la sospecha de insuficiencia de un espacio de tres dimensiones en el que se
cumplen los axiomas y postulados de Euclides. A la vez que recoge y cuestiona el «hilo
de Ariadna» que desde tiempos inmemoriales ha vinculado los hilos y la mujer.
A menudo he pensado que en los juegos infantiles ha llegado hasta nosotros un
legado importante de la memoria de la humanidad.
A lo largo de los años y en el curso de mi trabajo he tenido en ocasiones la impre-
sión de tropezar con algunos fragmentos de esa memoria, y a veces los he incorporado
a mi trabajo. Así cuando reflexioné acerca de las peonzas e impartí un curso que titulé
«Cromos y peonzas», elucubraciones estrechamente relacionadas con la pieza «Arenas
giróvagas» que se expuso en Tarragona. En otro momento me di cuenta del rico tras-
fondo que hay detrás del juego del «diábolo»; sin embargo, no lo llegué a desarrollar. En
la pieza «Noche, decían», si bien no tomé como punto de partida ningún juego infantil, sí
utilicé algo que podría calificarse de sedimento de la memoria colectiva, almacenada en
este caso en el lenguaje: la vecindad de la palabra ocho y la palabra noche en todos los
idiomas indoeuropeos.
Lo que me ha tenido ocupada –enredada, diría yo– recientemente, hasta el punto
de dedicarle horas de estudio y aprendizaje, es el juego de los cordeles, del que esta ex-
posición es en cierto modo fruto y resultado.
De niñas jugábamos a ese pasarnos las figuras de cordel de las manos de una a
las manos de otra –el juego suele jugarse en pareja–. Se trataba de mantener el juego
durante el mayor tiempo posible y ganaba quien era capaz de generar más figuras sin
que se le enredaran los hilos. Es un juego conocido en todos los países de Occidente y
14 NUDOS EVA LOOTZ
circula bajo nombres como jugar a las cunitas, la hamaca, la crêche, cat’s cradle, abhe-
ben, etcétera, pero sospecho que la última generación que jugaba a eso de manera ge-
neralizada fue la mía.
Al hilo de este juego descubrí, siguiendo los estudios antropológicos hechos a prin-
cipios del siglo XX, que prácticamente todos los pueblos que nuestra soberbia de colo-
nizadores ha llamado «primitivos» practicaban juegos de cordeles, bien sea a solas o en
compañía, creando figuras que a menudo son de extrema complejidad y que a veces iban
acompañados de pequeños relatos o cuentos, de los que, sin embargo, apenas queda rastro.
Hilos de la vida. Nudos.
La atracción ejercida por el procedimiento de anudar y desanudar se revela infinita.
Hay nudos por doquier. En la navegación, en el relato, en el lenguaje, en los símbolos.
A pesar de no saber nada acerca de la navegación, a excepción de lo que he podido
aprender en mis lecturas de Joseph Conrad o Herman Melville, no se me escapa que lo
primero que aprende cualquier marinero es a hacer nudos.
Y ¿qué son figuras como la promesa, la negación, el juramento, sino nudos del len-
guaje?
Exposición, nudo y desenlace. Preludio y fuga.
Figuras mediante las que el relato en su despliegue, lo mismo que la música en su
desarrollo, mantiene la atención del público. Parece que el placer que procura deshacer
un nudo argumental, el placer de asistir a una fuga, es tan inagotable como lo es la ne-
cesidad de divertirse de la humanidad. ¿Qué sería una novela policíaca sin un buen nudo
o una película de James Bond sin una buena persecución?
Nada extraño, pues, que el gran cineasta ruso Sergei Eisenstein, al analizar los mo-
dos de composición de los que se valen las diferentes artes a la hora de desplegarse
en el tiempo y el espacio, encuentre precisamente estas dos figuras: el nudo y la fuga.
Vean, aunque solo sea a modo de curiosidad, el hermoso nudo que encuentra en Dante.
En el Convivio, nos dice Eisenstein, Dante sostiene que la palabra autor deriva de
una palabra latina olvidada, la palabra aueio, que no solo significa entrelazar las palabras
entre ellas, sino que está formada por una secuencia que enlaza las vocales, si bien no
en el orden habitual en los idiomas occidentales –A, E, I, O, U– sino en otro que forma un
nudo. Comienza en A y vuelve a U, para después pasar por E y dirigirse directamente a I,
de donde vuelve a O, de manera que forma realmente un nudo. Y –dice Dante– dado que
la palabra autor proviene de esa voz, se comprende que solo los poetas, que entrelazan
sus palabras gracias al arte de la música, la comprendan.
Pero ¿qué razón tenía Dante para sostener que el camino de A «vuelve» hacia la U
y va directamente de U a I y, de nuevo, vuelve atrás de I a O?
Para ver esto claro no hay más que una solución: encontrar el orden de las vocales
a partir del procedimiento sugerido por Dante (y que da como resultado un nudo). Ese
orden es el siguiente: I, E, A, O, U; y para Dante es la sucesión orgánica.
¿En qué es más orgánica I, E, A, O, U que la habitual de A, E, I, O, U?
Lo más extraordinario aquí –nos dice Eisenstein– es el buen oído de Dante. Porque
si seguimos la tabla de las frecuencias de las vibraciones que corresponden a las dife-
rentes vocales, obtenemos exactamente el orden propuesto por Dante. Su oído era tan
fino que era capaz de sistematizar una secuencia harmónica sin disponer de aparatos
de medición acústica.
Y lo que aquí también llama la atención es que el autor, el poeta, el aueio, es sinó-
nimo de ¡un nudo de vocales!
EVA LOOTZ FIGURAS DEL INTERVALO 15
En efecto, casi todas las niñas aprenden con repugnancia a leer y escribir,
pero aprenden con mucho gusto las labores de aguja. Trazada ya esta primera
senda, han de sucederse la costura, el bordado y los encajes. [...]
Estos progresos irán extendiéndose fácilmente hasta el dibujo,
puesto que este arte no es indiferente para vestirse con gusto.
Jean-Jacques Rousseau
Annarita Buttafuoco1
1.
Flujo sin origen ni fin, sin espacio y sin pausa, así discurre el pensamiento de Molly, la mu-
jer de Leopold Bloom, en el Ulises de James Joyce2. Verbalidad sin bordes, desbordada,
materia gomosa en la que las palabras se pegan unas a otras, se empujan unas a otras,
estirándose hacia la noche, la luz, el sueño. La espera. Así, la escritura: indefinida, sin
1 Annarita Buttafuoco, Historia y memoria de sí. Feminismo e investigación histórica en Italia, en Feminismo y
Teoría del discurso, ed. Giulia Colaizzi, Cátedra, Madrid, 1990, p. 47.
2 James Joyce, Ulises, trad. José María Valverde, Bruguera, Barcelona, 1976, 2 vols. He utilizado la 7ª edición
de 1983. El monólogo de Molly Bloom corresponde al vol. II, pp. 375-475.
18 NUDOS EVA LOOTZ
3 En Mostrar y nombrar, Eva Lootz alude a las «140 filósofas de la Antigüedad de las que conocemos el nombre,
pero de las que nada sabemos. Y tampoco me cabe ninguna duda de que la imagen de la mujer tal y como la
conocemos es un invento, una proyección de los hombres». Lo visible es un metal inestable, Árdora, Madrid,
2007, p. 26. Rosa García Rayego, en Mujeres, arte y literatura: Imágenes de lo femenino y feminismo, aludien-
do a Molly Bloom como imagen de la mujer obsesionada por la sexualidad, tal como la narra Joyce, rescata
las mujeres «no imaginarias»: «Mientras estas falsas imágenes iban ocupando el espacio de la fantasía de los
varones, escritoras modernistas como Virginia Woolf, Mary Sinclair o Dorothy Richardson rehacían la creativi-
dad de forma que reflejara sus propias experiencias, al tiempo que revisaban las convenciones patriarcales».
4 Jacques-Alain Miller: Tres conferencias brasileñas sobre el síntoma, en El síntoma charlatán, Paidós, Buenos
Aires, 1998, p. 47.
PIEDAD SOLANS EL HILO DEL LENGUAJE 19
del tapiz/lenguaje que anudan/desanudan, en el hilo que cose y entrelaza palabra, cos-
tura, texto, lengua, carne, espera, muerte5? ¿Cuál es la historia vivida, narrada, inscrita y
entrelazada por las mujeres en el tejer del tiempo? ¿Qué dicen –Antígona, Medea, Electra,
Ana Karenina, Madame Bovary–, no ellos de ellas y de los otros, sino ellas de sí mismas?
¿Hay que buscarlas, desenterrarlas, desempolvarlas entre los legajos, las alfombras,
los archivos, las capas de pintura, sacarlas de los fogones y los desvanes, de las cho-
zas y los salones, de los telares y las fábricas y escuchar su memoria furtiva, allí donde
«a-cuerda-te / a-nuda-te / indicios de una extensión suspendida / en las manos nudas,
cuerdas/ los dedos frotan siglos de silencio»7?
2.
En Nudos, la exposición realizada en la Sala Goya del Círculo de Bellas Artes, Eva Lootz
configura el espacio como un campo de intensidades donde se pone en juego «la fricción
entre el nombrar y el mostrar», haciendo aparecer ese territorio que se oculta en la som-
bra de la racionalidad occidental. Territorio de la mano izquierda y del inconsciente en el
que tienen su particular importancia los hilos, las marañas, los tejidos, los enredos, los
nudos, los flujos, los vacíos y los bloqueos: una topología de superficies que evocan las
configuraciones y los trayectos del anudar/desanudar, del atar/desatar y su relación con
la antropología, el lenguaje, el psicoanálisis y la subjetividad «femenina». Basándose en
el juego casi olvidado de los cordeles, que en nuestras sociedades se ha conservado
como un juego de niñas, pero que está presente en todas las sociedades llamadas «pri-
mitivas», Eva Lootz ha producido un video titulado Entre manos (2011), en el que los hilos
se van pasando de una pareja de manos a otra formando figuras complejas y variadas.
Su voz en off, que lee el texto de la psicoanalista y escritora Ani Bustamante, permite
establecer conexiones entre el juego, los nudos y los trenzados de la teoría lacaniana.
(En Ou Pire, el 10 de mayo de 1972, encontramos una frase de Jacques Lacan: «Un texto,
como su nombre lo indica, no puede tejerse sino haciendo nudos»).
5 Remito a un texto de Jacques Aubert sobre Joyce en Los Seminarios de Jacques Lacan / Seminario 23. El
Sinthoma, Clase 5. Agradecimientos a Jacques Aubert. 20 de enero de 1976, del que extraigo este párrafo:
«Esta certeza, estos problemas de la certeza y de sus fundamentos en relación con los efectos de voz sobre
el significante, Joyce ha querido enunciar sus reglas en una ciencia estética. Pero poco a poco se dio cuenta
de que eso no estaba tan ligado a la ciencia, y que era justamente un saber-hacer ligado por una práctica del
significante. Y evidentemente, aquí, lo que tengo muy presente en mi memoria, lo que se me impone más allá
de lo que Aristóteles dice sobre la praxis en la Poética (42), es la definición de Lacan: acción concertada por
el hombre, y entonces, ‘concertada’, evidentemente nos prepara para lo que nos pone en condiciones (en me-
sure) de tratar lo Real por lo Simbólico». Jacques Lacan, seminario 19bis: Ou pire. El saber del psicoanalista,
1972; y Jacques Lacan, seminario XXIII: Joyce, le shintome, en donde alude al «nudo de Joyce», 1975/1976.
6 Teresa de Lauretis, Alice Doesn’t: Feminism, Semiotics, Cinema, en Feminismo y Teoría del discurso, op. cit., p. 5.
7 Ani Bustamante, texto para Entre manos, de Eva Lootz. En Nudos [cat.], Círculo de Bellas, Artes, Madrid,
2012. De la autora, ver Los pliegues del sujeto. Una lectura de Fernando Pessoa, Biblioteca Nueva, 2010, así
como el libro de Sergio Larriera, Nudos & Cadenas, Ítaca, 2010.
20 NUDOS EVA LOOTZ
Eva Lootz narra el origen de Entre manos: «Al hilo de nuestras conversaciones acerca del
Seminario 23 de Lacan –que es el del síntoma y también el de los nudos–, me acordé
de aquel juego de los cordeles que jugábamos las niñas –también lo jugaban a veces los
chicos, pues es conocido en todos los países–, y pensé que ese tenía que ser el tema
de mi próximo video. Ese pasar de las diferentes figuras que van surgiendo de una pa-
reja de manos a otra –el juego se va jugando entre dos participantes– y crear una se-
cuencia todo lo larga que se pueda, con un texto de voz en off que relacione ese juego
con los nudos de Lacan. Desde entonces he estudiado más a fondo el tema. Encontré
el libro de una antropóloga que hacia 1906 recopiló y documentó 107 figuras de cordel
a lo largo de todo el mundo8, pues lo curioso es que este juego está presente en todas
las tribus llamadas ‘primitivas’ desde la Amazonia hasta los mares del Sur, pasando por
los esquimales y los habitantes de Siberia, y en nuestras sociedades ‘desarrolladas’ ha
sobrevivido como juego de niños, especialmente de las niñas».
(«¡Qué discreta es la labor de las mujeres! –dice Eva Lootz–. Ellas son las que tejen el
hilo. / Invisible como el hilo de las telarañas lo van hilando de generación en generación,
en su vientre lo anudan y lo tejen para que atraviese los siglos»9.)
Eva Lootz y Ani Bustamante tejen palabras que previenen del desorden de la mente, de
la locura, de la confusión; transmiten afectos; ríen de la banalidad y la arrogancia de la
lengua; evocan la existencia de la otredad, la necesidad de pensar no contra ni para ni
de sino con, en común, entre: «Entre tú y yo / se tensan los cordeles, / no hay tejido sin
el nudo de tu nombre haciendo puntada»10.
Las mujeres cosen, tiran del ovillo, pasan el hilo, cantan, sueñan, piensan, entretejen la
amnesia espesa en las dimensiones del espacio y del tiempo; las niñas (¿por qué, las
niñas?) aprehenden un universo táctil jugando con las cuerdas y los vacíos y nombran
fenómenos, relaciones, lugares, cantidades, seres y símbolos: El arco, La boca, Muchas
estrellas, El relámpago, El gusano, Dos diamantes, La trampa del pulgar, La puerta apa-
8 Caroline Furness Jayne, String Games and How to Make Them, a Study of Cats’s - Cradle in Many Lands, Dover
Publications, reimpresión de 1962 de un libro publicado por Charles Scribner´s Sons en 1906.
9 Eva Lootz, La mujer de la blusa blanca, en Lo visible es un metal inestable, Árdora ediciones, Madrid, 2007, p. 74.
10 Ani Bustamante, ibídem.
PIEDAD SOLANS EL HILO DEL LENGUAJE 21
che, Hombres luchando, La escalera de Jacob, Las patas del cuervo, El gato y el ratón.
«Somos muchas figuras de cordeles / y a la vez, / la medula más íntima / el abdomen
de tu nombre de seda / y un texto como hilo surgiendo de las glándulas / del deseo»11.
Las hilanderas piensan con los dedos, hilan los huecos, reparan trama, cuerpo: «Te cons-
truyes por efecto de nudos. / Huele a piel y fibra / mientras danzan las manos, / la ex-
tensión última del movimiento corporal, / el borde de los dedos, /tacto infinitesimal. /
Babel dactilar multiplicando sentidos»12. Tejen la urdimbre del tiempo, las figuras del
amor y el enlace, de la fidelidad y la espera. Cuentan historias, transmiten mitos, narran,
abren trayectos y ponen orden y regularidad en la confusa trama de los laberintos donde
amor y lucidez se extravían y mueren sin un enlace. Tiran del hilo, desmadejan el ovillo,
encadenan huecos, peinan bucles y trenzas, anudan vacíos: «Figuras del intervalo, / lí-
nea, dedo, lazo, / cuerda con la que ato carne y agujero»13.
(«El hilo –escribe Lootz en La mujer de la blusa blanca, evocando a Aracne, la del hilo
largo, a Ariadna, a Penélope, a Louise Bourgeois, a Las Hilanderas de Velázquez– no debe
romperse, es la posibilidad de salir del laberinto»15.)
3.
Eva Lootz habla, cose, dibuja, escribe y juega, con la im/potencia creativa de un lenguaje
desconocido, anudando y deshaciendo nudos, inventando textos, superficies y topologías
de hilos, dedos y palabras. Desde la impotencia de hablar en la mudez. Pues ¿qué decir,
cuando el silencio anuda un espesor de siglos? ¿Cómo no repetir lo ya dicho, cómo decir
lo que no ha sido nombrado? ¿Cómo evidenciar la fricción entre el mostrar y el nombrar?
¿Cómo sustraerse a la disgregación, la acumulación, la enajenación de las palabras?
«Decir algo.», escribe. «Palabras hay muchas. Conozco tantísimas en por lo menos cua-
tro idiomas. Y sin embargo, sólo soy capaz de decir algo si las palabras se vuelven hacia
mí, me dirigen asimismo la palabra. Con todo el repertorio a mi alcance hay un estado
en el que siento la presencia de todas ellas, pero ninguna es para mí, todas están com-
prometidas en otra parte y me dan la espalda. Entonces estoy muda.»16
Y en la impotencia de decir algo, ¿qué hacer, sino colocarse en otro lugar: dibujar, escribir
y romper el sentido entre imagen y escritura, subvertir la sintaxis, desorganizar los signifi-
cantes, provocar el desorden y la incongruencia? Eva Lootz despliega una multiplicidad de
4.
En Nudos se ha incluido una pieza de vidrio, Mostrar/Nombrar (2011), con dos pala-
bras unidas, Mostrar/Nombrar, y dos vídeos, No es más que un pequeño agujero en mi
pecho (2004) y Blind Spot (2005), que aluden a las metáforas del cuerpo, del tiempo,
de la mirada. Junto con Entre manos, generan el laboratorio mental y perceptivo donde
se gesta el trabajo al que Eva Lootz aludía en el texto Nombrar y mostrar, rechazando
la idea de «naturaleza»: «Diría que el hilo más obvio que atraviesa mi trabajo […] es el
que rodea la pérdida, la desaparición, la huella, el desparrame, el derrame, la presencia
de lo negado, el ser agujereado, y la imposible congruencia, la brecha entre el lenguaje
y lo visible»18. En No es más que un pequeño agujero en mi pecho la relación cuerpo/
agujero, presencia/ausencia, espesor/vacío, se ubica en un agujero circular en cuya ne-
gritud intemporal desaparece la arena, incesantemente derramada. Incapacidad de asir,
de retener, de recoger tanto como de cerrar, de dar fondo, trama, suelo. Impotencia de
hablar porque el agujero invade el espacio vacío del lenguaje. Esa herida que absorbe
una lluvia infinita de arena no es naturaleza: en su mudez muestra la topografía de un
despojamiento o una pérdida insondable. Agujeros que nunca se llenan ni se tapan.
En la aporía de la arena que cae sin acumularse, dice: apertura: tiempo: deseo: quizás,
muerte.
17 He expuesto en textos anteriores la relación de la obra de Eva Lootz con la tradición estructuralista vienesa,
la crítica del lenguaje practicada por Wittgenstein y el Wiener Kries. Ver Piedad Solans, Los derrames de la
memoria, en Eva Lootz. Sedimentacions [cat.], Fundació Sa Nostra, Palma de Mallorca, 2004, pp. 72; «Eva
Lootz. Sondear lo invisible» (prólogo), en Eva Lootz. La noche en que vi un azul que era rojo, Colección Plástica
& Palabra, Universidad de León, León, 2008, pp. 7-15.
18 Eva Lootz, Lo visible es un metal inestable, op. cit., p. 37.
PIEDAD SOLANS EL HILO DEL LENGUAJE 23
Opuesto frontalmente en el espacio, el vídeo Blind Spot (2005) es una metáfora de la mi-
rada y la imposibilidad de hablar de lo Real: el ojo, la pupila negra; anverso convexo de la
concavidad. Del agujero. El punto ciego. Late con un sonido rítmico que golpea. «La pieza
alude al ‘punto ciego’, es decir, el hecho de que en toda mirada hay un punto –allí donde
se unen la retina y el nervio óptico– donde el ojo no es capaz de ver. Punto ciego que, me-
tafóricamente, puede relacionarse con una línea de pensamiento que concibe lo Real como
aquello imposible de traducir a palabras o símbolos».21 El punto ciego enlaza también con
el «mostrar»: lo que no se muestra, lo no visible. Lo que está pero no se ve. Lo que no
se nombra. La pieza de vidrio Mostrar/Nombrar, iluminada, muestra ese «desencanto del
ojo» al que alude Lootz, la imposibilidad de constituirse a través del sentido de la vista22.
Pero el ver es, también, una política. La sombra donde se arroja lo que no quiere verse ni nom-
brarse: «Casi todas las niñas aprenden con repugnancia a leer y a escribir», dice él de ellas.
5.
En el espacio, las hilanderas construyen figuras en torno al vacío, al tiempo que la arena
susurra y cae, la pupila late y la voz de Eva Lootz suena en Entre manos: «repara en el
bucle donde el hilo al volver sobre sí mismo crea un punto de anclaje, / un lugar fijo, una
agarradera. / Sólo el bucle permite tejer, sólo el nudo permite que haya texto»23.
Pues lo que Eva Lootz pone en juego en su obra artística es una epistemología o
teoría del conocimiento (e invoco aquí la etimología de la palabra griega theoría como el
acto de conocer a través de la mirada) que cuestiona la construcción del conocimiento
racionalista y antropocéntrico occidental del «yo sujeto/pensante/asexuado». Su lenguaje
no es el parloteo loco de lo que «él dice de ella»: en el escuchar/mirar anuda los tejidos/
textos –el lenguaje y el saber– de esa otredad ausente.
1 Término acuñado por Clifford que hace referencia a un espacio aplanado de cualquier número de dimensio-
nes, esto es, a un espacio con curvatura cero.
26 NUDOS EVA LOOTZ
1.
Eva Lootz asume la pérdida del objeto de la representación y la evanescencia del deseo
humano. Por tal razón, en ella la materia está en fuga. No sólo ha trabajado con materias
poco estables como parafina, lacre, mercurio, vidrio, arena, sal, sino que se ha interesado
especialmente por la tierra y el agua, por las heridas inferidas por el hacer humano sobre
la tierra y la escritura –fluvial, volcánica, geológica– sobre la misma. Transita con «natura-
lidad» hacia las huellas y marcas sobre la tierra, sabiendo leer lo que en ella acontece.
Así llevó a escultura, tomando en cuenta la longitud y sinuosidad de cada tramo del
río y el tiempo en que se produjeron, las variaciones experimentadas a lo largo de los
tres últimos siglos por el Bajo Guadalquivir desde Sevilla hasta Sanlúcar de Barrameda
debido a las inundaciones y a la intervención humana. La digitalización de estos datos
dio las coordenadas que le permitieron construir las esculturas «Bajo Guadalquivir 272
– 1» y «Bajo Guadalquivir 272 – 2», algo parecido a una esfera y una torre de mármol de
estratos irregulares.
A raíz de transformar en palabras luminosas los nombres de los afluentes del río
Segura, distribuyéndolos a distintas alturas en el inmenso espacio de la Sala Verónicas,
en Murcia, explicó en el catálogo de la exposición que la presencia de los líquidos en su
trabajo no solamente respondía a una inclinación intuitiva sino que implicaba una «crítica
a nuestro mundo de entidades fijas y encerradas en sí mismas que toman a los sólidos
como modelo de pensamiento, por no decir de su ontología».
Eva Lootz busca el nudo: en el curso de los ríos, en los meandros de deltas y ma-
rismas, en las formas del cuerpo humano y en los objetos que van surgiendo por ana-
logía con tales trazos sobre la superficie de la tierra. Los dibuja en verdaderos apuntes
de campo, los fotografía, los ilumina en cajas de luz, los eleva como siluetas recortadas
que proyectan sus sombras sinuosas, los rodea de letras, los enlaza unos con otros, los
nombra uno por uno para encerrar los múltiples nombres luminosos suspendidos a dis-
tintas alturas. Cada tanto aparece un nudo, o una red de puntos conectados, o una figura
topológica que constituye una dimensión esencial de sus caminos, de sus trayectos; una
dimensión que no resulta de una observación directa, de un hallazgo «natural», sino que
ha sido sugerida por el pensamiento analógico y cuya presencia en la obra no se debe
–se diría– más que a un mero parecido, como si la presencia de ese nudo o esa red no
respondiese más que a un dictado estético.
Pero no, esas apariciones –al principio ocasionales, esporádicas– son verdaderos mo-
jones de su manera de mostrar y nombrar, hitos en su sostenido método de «leer la tierra»,
como escribe en la serie de dibujos denominada «Guadalquivir». Visiones esquemáticas de
la orografía y la hidrografía de España. Montañas y ríos, escrituras sobre la tierra. Grafos
de una anatomía que se va construyendo en el curso de décadas de un obrar incesante.
Una anatomía en la que no hay nudos (Lacan afirmaba que había buscado denodadamente
un nudo en el cuerpo humano, en sus disecciones juveniles, sin poder jamás encontrarlo)
pero en la que el nudo se va tornando cada vez más imprescindible.
«Lituraterre» llamó Lacan a la visión que tuvo desde el avión al cruzar la estepa si-
beriana en un viaje a Japón. Neologismo en el que el latín litura es borrón, trazo, pliegue,
y en el que el francés terre indica la superficie de inscripción.
Acción del significante sobre el cuerpo que, como rayo de sol filtrado a través de
las nubes o como precipitación pluvial, escribe sobre la tierra. Forma primordial de una
literatura que Lacan expresó así: le nuée du langage fait ecriture, el nubarrón del len-
guaje obra escritura.
SERGIO LARRIERA EL CUERPO QUE HABLA 27
2.
Hay artistas que, aun cuando temáticamente obran en torno
al vacío en dimensiones imposibles, manifiestan sin em-
bargo una gran fe en la solidez y profundidad de sus volú-
menes, necesitan de la plenitud de sus trazos perfectos…
Me refiero, por ejemplo, a las esculturas simbólicas de John
Robinson, verdaderos monumentos sólidos a la topología
de nudos y de superficies. Su quehacer perfecto se ciñe ri-
gurosamente al concepto, aun cuando opera con topologías
que hacen estallar nuestra intuición y la estrellan en el error.
En el campo del arte sobre papel, Maurits Cornelius
Escher se ha valido como nadie de los recursos del dibujo
y del grabado para generar trampantojos que, en las dos
dimensiones del plano, rompen con las tres dimensiones
sugeridas por la perspectiva y dislocan al espectador su-
mergiéndolo en un espacio de n dimensiones. Con Escher
culmina, al alcanzar su límite infranqueable, la posibilidad
del dibujo para sugerir los intuidos espacios de más de
tres dimensiones. Se puede afirmar que tal es el límite
que impone esa materia –el trazo sobre el plano–, que no
hay paso más allá. Tal vez pueda decirse que cada época
tuvo un artista en cuya obra quedó plasmada una topología.
Sin duda así sucedió con Las Meninas de Velázquez, obra
que por su tensión entre visión y mirada se constituye en
paradigma de este asunto, genuina topología de la mirada
y del modo en que ella misma elude, en la escenificación
del deseo, la castración.
De igual modo, Día y noche, Escaleras arriba y escale-
ras abajo y Cóncavo y convexo, entre otras obras de Escher,
son la expresión más acabada de la representación intuitiva
de un espacio que, en topología de superficies, se conoce
como «botella de Klein».
En la serie de dibujos «Derivas» (Cien Puentes,
Diputación provincial de Cuenca, 1992) hay cuatro láminas
que configuran un subconjunto ordenado a partir de la pa-
labra «prótesis». En un escrito posterior, de 1996, dice Eva
Lootz que «a través de la prótesis se trastoca esa totalidad
que encierra el cuerpo dentro de unos límites establecidos,
y es la función la que crea extraños cuerpos combinados,
crea cuerpos-bloque que no son otra cosa que bloques
en devenir» (Lo visible es un metal inestable, página 121).
En estos dibujos utiliza de forma destacada el color
rojo y el tema gira en torno a instrumentos de punción y de
corte, de miembros mutilados o heridos, de grafías de im-
pacto, de dolor, de sangre, aunque también –en varios de
los elementos que componen cada una de las hojas– la pró-
tesis se presenta como tocado o como ornamento, incluso
28 NUDOS EVA LOOTZ
3.
Se incluye en este catálogo una serie de cincuenta dibu-
jos. Respecto de su lectura cabe preguntarse cómo de-
ben ordenarse: si como líneas horizontales, verticales o
diagonales; si de izquierda a derecha o de derecha a iz-
quierda (como podría sugerir la cuidada caligrafía del aleph
que aparece en uno de ellos); o si conviene romper es-
tas modalidades de ordenamiento para pasar a un orden
aleatorio o a un orden selectivo eligiendo conjuntos y su-
primiendo elementos.
Quiero decir que disponemos de cincuenta elementos
que, separados, podemos distribuir a gusto, y siempre de
manera distinta, aun cuando las numerosísimas variables
de combinatorias posibles deban conservar como referen-
cia la disposición original decidida por la artista.
La serie se denomina Nudos. Es el resultado conver-
gente de diversas líneas de trabajo. Según atestigua uno
de los dibujos, los nudos están presentes desde 1992.
Desde entonces han aparecido esporádicamente hasta pro-
SERGIO LARRIERA EL CUERPO QUE HABLA 29
4.
La lengua está presente en esta serie lo mismo como ór-
gano que como lenguaje, Sprache, es decir, como uno de
los órganos fundamentales de la fonación y como ese pro-
ducto social que llamamos lengua. El término castellano
le permite a la artista jugar siempre con el doble sentido.
Ya en una primera serie de cinco piezas (Lenguas,
1983-1988), hechas con materiales tales como tierra, lana
de acero, parafina, fieltro o lacre, aparece una lengua de
estaño en cuya superficie se distinguen números y letras.
SERGIO LARRIERA EL CUERPO QUE HABLA 31
5.
¿Qué son estos nudos? ¿En qué sentido se vale la artista
de las múltiples citas lacanianas que presenta en esta se-
rie (tanto las figuras como los textos escritos que forman
parte de los dibujos)? Empezaré por situar la importancia
de los nudos y cadenas en los que se sostiene el último
tercio de la enseñanza de Lacan.
El llamado «nudo borromeo» es un peculiar enlace de
tres aros de cuerda. Durante el seminario que Lacan dictó
en 1974, las tres dimensiones del espacio que habita el
ser hablante quedaron localizadas en el nudo borromeo:
«¡Al fin! ¡Esto es lo que habla!», exclamó. Habían transcu-
rrido veinte años desde que presentara por primera vez la
articulación de esas tres dimensiones en una conferencia
que llevaba por título «Lo simbólico, lo imaginario y lo real»,
pronunciada en 1953. Durante esos veinte años esas tres
dimensiones habían constituido el entramado de sostén de
su discurso y de todas las innovaciones que presentaba,
tanto de la teoría analítica como de la práctica. Pero solo
al articularlas en el nudo borromeo pudo decir «¡Al fin!».
Según él mismo relata, tan pronto entró en contacto con
el nudo supo que era la estructura que ofrecía la topología
propia de sus tres dimensiones: «Tuve inmediatamente la
certidumbre de que eso era algo precioso para lo que te-
nía que explicar. Relacioné de inmediato los redondeles
de cuerda, las tres consistencias, con lo que había reco-
nocido ya desde el principio de mi enseñanza» (Seminario
22,18-3-75).
La propiedad borromea de un nudo está constituida
por una peculiaridad de corte: al cortar uno cualquiera de
los redondeles de cuerda que lo constituyen, todos los de-
más quedan sueltos. Por el hecho de que un solo corte hace
que se suelten los tres elementos, el nudo fue utilizado en
el siglo XV por la familia de los Borromeo (de ahí su nom-
bre) para simbolizar una alianza triple, constituyéndose en
emblema de su escudo familiar. Esta modalidad de enlace
tiene muchos antecedentes tanto en el arte ornamental
celta y escandinavo como en la representación cristiana
de la Santísima Trinidad. Pero fue un matemático del siglo
XX quien lo denominó «enlace borromeo».
La unidad borromea, estructura mínima que hace po-
sible mostrar el efecto de corte, está constituida por tres
redondeles de cuerda. Hay solo un modo de articularlos para
obtener un nudo borromeo. El modo correcto de realizar el
anudamiento es mediante el trenzado. Se puede construir
tomando tres cuerdas de diferentes colores y efectuando los
movimientos propios de la construcción de una trenza. Tras
SERGIO LARRIERA EL CUERPO QUE HABLA 33
6.
En esta muestra del Círculo de Bellas Artes, la proyección
simultánea de cuatro vídeos sobre cuatro pantallas tiene
la peculiaridad de que el espectador sólo puede dirigir su
atención a una de las dos pantallas laterales, o a las dos
pantallas centrales, que al estar juntas se han de ver simul-
táneamente y en las que, «mano a mano», las manos juegan
con hilos. Como las acciones manuales que se muestran
no coinciden, el espectador tiene que sostenerse en una
especie de estrabismo divergente que impide ver con cla-
ridad, tornando problemática la visión frontal: «Siempre he
desconfiado de aquello que se obtiene en la visión frontal».
Proyecciones que propician la caída en el «ángulo ciego»
(Blind Spot es el título de uno de los vídeos) «Son esos
ángulos ciegos, esas manchas borrosas en el mapa de
la visión», escribía en 2003 Eva Lootz en un texto titulado
«Mostrar y nombrar». Allí, en esos pliegues de lo visible, «se
esconde lo que no tiene nombre», lo que un artista mues-
tra sin haberlo percibido, algo que está fuera del campo
de su conciencia.
Una vez más se nos confronta a la conjunción/disyun-
ción del mostrar y el nombrar, llevando la imposibilidad al
extremo: es imposible ver todo lo que se quiere mostrar,
al tiempo que se muestra sin querer lo que no es fácil de
ver; es imposible escuchar todo lo que se dice, tan impo-
sible como decirlo todo, así como es imposible hacer con-
gruente lo que se muestra con el lenguaje, por lo cual la
voz que suena en sincronía con los vídeos sólo puede co-
rresponder a un decir poético.
A la vez mostrar y nombrar tropiezan con su propia
imposibilidad intrínseca, la de hacerse totalmente con la
SERGIO LARRIERA EL CUERPO QUE HABLA 35
Un gesto
Frases que los hilos hacen decir a las manos.
Con intrincadas simetrías de nadie
bordas el espacio
punto
borde
entre tú y yo
entre tú y yo
se tensan los cordeles,
no hay tejido sin el nudo de tu nombre haciendo puntada.
Amarra, agarra,
sujeta la danza de mis cuerdas,
repara en el bucle donde el hilo al volver sobre sí mismo crea un punto de anclaje,
un lugar fijo, una agarradera.
Sólo el bucle permite tejer, sólo el nudo permite que haya texto.
reanuda
EVA LOOTZ nace en Viena (Austria), donde cursa estudios de Filosofía y Artes Plásticas
y se licencia en Dirección de Cine y Televisión. A finales de los sesenta se traslada a
España y a partir de 1973 comienza su actividad expositiva.
Partiendo de planteamientos anti-expresivos y procesuales, tendentes a una
ampliación del concepto del arte, evoluciona hacia la creación de espacios intersensoriales
y envolventes o, en términos de la autora, hacia un «arte continuo». Su obra, en la que
existe un marcado interés por la interacción entre materia y lenguaje, se caracteriza desde
el inicio por la utilización de registros heterogéneos.
Entre sus exposiciones cabe destacar Metal (Fundación Valdecilla, Madrid 1983),
Noche, decían (Sala Montcada, Barcelona 1987), Alfombra escrita (Galería Barbara Farber,
Ámsterdam 1990), Eva Lootz (David Beitzel Gallery, Nueva York 1990), Arenas Giróvagas
(Tinglado Dos, Tarragona 1991), Escultura y dibujos (Galería Juana de Aizpuru, Madrid
1992), A Farewell to Isaac Newton (South London Gallery, Londres 1994), La madre se agita
(Almudí, Valencia 1997), Eva Lootz (Boras Konstmuseum, Boras 1997, Suecia / Lunds
Konsthall, Lund 1998, Suecia / Brandts Klaedefabrik, Odense 1998, Dinamarca), Ich und
Du (Galerie Adriana Schmidt, Colonia 2000), Derivas (Galería Quadrado Azul, Oporto 2001),
Berggasse 19 (Galería Estiarte, Madrid 2001), La lengua de los pájaros (Palacio de Cristal
del Retiro, Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, Madrid 2002), Sedimentacions
(Fundació Sa Nostra Palma, Ibiza, Mahón, 2004), Paisajes hidráulicos (Galería Trinta,
Santiago de Compostela, 2007), Mundo, Seco, Benamor, Amarga (Sala Verónicas, Murcia
2009), Hidrotopías – la escritura del agua (Fundació Suñol, Barcelona 2009), Viajes de
Agua (Casa Encendida, Madrid 2009), Redes de agua (Galería ArtNueve, Murcia 2010), A
la izquierda del padre (Fundación Casa de la Moneda, Madrid 2010) y Pensar dibujando /
Drawing as Thought (Skissernas Museum, Lund 2011, Suecia).
Ha realizado intervenciones permanentes en el espacio público como NO - MA - DE
- JA - DO en la isla de la Cartuja en la Expo 92, LA MANO DE LINNEO en Bohuslän, Suecia
1996, ENDLESS FLOW, Silkeborg Dinamarca 2002, el PROYECTO RECOLETOS (Iluminación
de Navidad del Paseo de Recoletos, Madrid, 2004), y como intervención efímera: EN
TORNO A LO TRANSPARENTE (El Corte Inglés, Calle Serrano, Madrid febrero 2008). En
2008, en el marco de la Expo08, ha construido LA OREJA PARLANTE, pieza situada en la
orilla derecha del río Ebro en Zaragoza.
Fue profesora en la Facultad de Bellas Artes de Cuenca durante los primeros ocho
años posteriores a su fundación y ha impartido cursos y conferencias en Facultades de
Bellas Artes de España, Suecia, Estados Unidos y Chile.
Obtuvo el Premio Nacional de Artes Plásticas en 1994, en 2009 el Premio Tomás
Francisco Prieto de la Real Casa de la Moneda y en 2010 el Premio MAV de las Mujeres
en las Artes Visuales.
Agradecimientos muy especiales a
Ani Bustamante
Marta Alcalde
Fernando López
Francisco Gómez
Adolf Alcanyz
Joaquín Gallego
Marisa Díez de la Fuente
índice
ENTRE MANOS 42
NO ES MÁS QUE UN PEQUEÑO AGUJERO EN MI PECHO 64
BLIND SPOT 66
MOSTRAR/NOMBRAR 68
NUDOS 70
Currículum abreviado 77