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Era un extenso yomomo (pantano en lengua nativa) en el departamento de Pando, lugar húmedo y fangoso
donde el transeúnte puede hundirse si camina desprevenido.
Los vecinos habían cavado allí un pauro, nombre que se da al pozo de agua o vertiente, de donde se
aprovisionaban del líquido elemento para el consumo diario. Una tarde, una mujer pandina acompañada de su
hijo fue al pauro a recoger agua. Llenó su cántaro con agua y luego lo coloco sobre su cabeza y cuando se
disponía a regresar su camino, su hijo extrañamente ya no iba a su lado, había desaparecido
misteriosamente.
Lo busco por todos lados, la madre creyéndose víctima de una jugarreta del pequeño y al no encontrarlo,
desesperada comenzó a gritarle por su nombre:
¡Isirereee! ¡Isirereee!
En principio no tuvo respuesta pero luego de un determinado tiempo, escucho que el niño contestaba
aterrado, desde el fondo del yomomo.
¡Mamá! ¡Mamáaaa!
Y mientras, la madre más desesperada gritaba, la voz más se alejaba como si la persona fuera
sumergiéndose más, hasta que llegó el momento en que se perdió la voz y cundió solo el silencio. Un terrible
silencio…
De ese modo se formó la laguna, que es “un encanto”. Tiene por Jichi al niño que se llamaba Isirere.
(leyendas de pando)