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Foster (2001) el criterio normativo de calidad es desplazado por el valor experimental del
interés; y al arte se lo ve desarrollarse menos por el refinamiento de las formas de arte dadas
(en las que se persigue lo puro y lo extraño se tacha) que por la redefinición de tales categorías
estéticas. De este modo, el objeto de la investigación crítica deviene no tanto la esencia de
un medio como "el efecto (la función) social de una obra» y, lo que es más importante, el
intento de intervención artística no consiste tanto en asegurar una convicción trascendental
en el arte como en emprender un examen inmanente de sus reglas discursivas y regulaciones
institucionales. (p.61)
Este trabajo estará dividido en 4 capítulos: En el primer capítulo que he titulado “primeras
manifestaciones: inicio, nudo y desenlace”, se abordará por medio de una contextualización,
el concepto de arte contemporáneo desde su surgimiento en Europa y Estados unidos a través
de la mirada de Hal Foster, para luego aterrizar su llegada a Colombia; En el segundo capítulo
titulado “A qué nos referimos cuando hablamos de arte contemporáneo colombiano”, En
este capítulo se abordará una mirada de lo contemporáneo atravesado por el pensamiento de
Bürger para luego aterrizar en lo que define el concepto de contemporáneo en Colombia a
través de la miradas de sus artistas; En el tercer capítulo titulado “Primera generación:
configuración del ethos de un artista.”, Este tercer capítulo se enfocará en indagar sobre los
primeros artistas que comenzaron a mostrar quehaceres contemporáneos en Colombia, cómo
fue su formación a que situaciones se vieron expuestos, cuáles son sus influencias,
pensamientos y modos de ser/hacer, que los encajan dentro de la definición de arte
contemporáneo; En el cuarto y último capítulo titulado ” El artista de la vida contemporánea:
Consideraciones para una artista contemporáneo a partir de las notas de Giorgio Agamben
y Charles Baudelaire.” Finalmente se cerrará la investigación con una conclusión que
reflexionará sobre el arte contemporáneo sus implicaciones en Colombia y en los artistas
locales.
Esta investigación pretende ser un primer paso para llevar a cabo investigaciones arduas
sobre arte contemporáneo en Colombia, sus orígenes y modos de accionar en el contexto
local, de ningún modo pretende ser una pauta desde la cual se hable sobre una verdad absoluta
del arte contemporáneo colombiano.
Para llevar a cabo esta investigación se han planteado distintos puntos metodológicos que
van desde referentes teóricos, recopilación de archivo, hasta la realización de entrevistas.
Cuerpo del trabajo:
CAPÍTULO I
Primeras manifestaciones: inicio, nudo y desenlace.
¿Cómo hablar de contemporaneidad desde una visión universal?
Qué es lo contemporáneo en Colombia, cómo hablar de contemporaneidad en Colombia.
¿Cuándo y cómo llega a Colombia?
Giorgio Agamben, en su definición de lo contemporáneo, plantea que es una relación
particular con el propio tiempo y nos dice que contemporáneo es aquel que mantiene su
mirada fija en su tiempo para percibir, no sus luces, sino sus sombras. Todos los tiempos son,
para quien experimenta su contemporaneidad, oscuros. Contemporáneo es quien sabe ver esa
sombra.
Estamos inmersos en la contemporaneidad. Sin que logremos definir exactamente en qué
consiste en el campo del arte –por qué, nos preguntamos, fijar un conjunto de rasgos que
solidifiquen los aspectos del fluir desorganizado del presente–, podemos, tentativamente,
considerar sus síntomas. Síntomas, no rasgos de estilo. Aspectos que se observan, que se
describen, sin que esto implique su celebración acrítica.1
Si partimos de esta comprensión del arte moderno, podemos aproximarnos a uno de los
síntomas del arte contemporáneo –que sucede al moderno, como un nuevo momento–. Es,
en un sentido inicial, aquel en el que el arte deja de evolucionar. Es el después de la conquista
de esa autonomía absoluta enunciada por el arte concreto. Es cuando el mundo real irrumpe
en el mundo de la obra. La violenta penetración de los materiales de la vida misma,
heterónomos respecto de la lógica autosuficiente del arte, establece un corte. Los objetos, los
cuerpos reales, el sudor, los fluidos, la basura, los sonidos de la cotidianeidad, los restos de
otros mundos bidimensionales (el diario, las fotografías, las imágenes reproducidas) ingresan
en el formato de la obra y la exceden.2 Mucho de esto sucedió con el cubismo, pero sobre
todo con el dadaísmo y el surrealismo. Sin embargo, su profundización y generalización se
producen en el tiempo de la posguerra, principalmente desde fines de los años cincuenta. Tal
desestabilidad involucra una crítica a la modernidad que se profundizará y tendrá un lugar
visible, disruptivo con el debate poscolonial.
La Segunda Guerra Mundial es una articulación central para el argumento que aquí
proponemos. Esta gran 2 “El arte contemporáneo apuesta menos a las virtudes totalizadoras
del símbolo que al talante diseminador de la alegoría. Se interesa más por la suerte de lo
extraestético que por el encanto de la belleza; más por las condiciones y los efectos del
discurso que por la coherencia del lenguaje. El arte contemporáneo es antiformalista.
Privilegia el concepto y la narración, en desmedro de los recursos formales. La devaluación
de la bella forma se origina en la crisis de la representación: ésta deja de ser concebida como
epifanía de una verdad trascendente y se convierte en un sistema de juegos entre el signo y
la cosa: un juego de lances contingentes que, aunque no logrará dirimir la disputa entre ambos
términos, generará el confuso excedente de significación que requiere el arte para seguir
funcionando como tal. La forma pierde su poder de convocatoria (ya no despierta la materia,
ya no representa el objeto entero), pero no se retira: sigue siendo un personaje clave en la
representación estética. Ella guarda la (mínima) distancia: asegura el margen que requiere la
mirada (Escobar, 2004:147-148).
Podría ser 1945, entonces, una fecha demarcatoria para el comienzo de la contemporaneidad
en el arte. Pero también podría situarse en la explosión del informalismo en la segunda mitad
de los años cincuenta o en el experimentalismo de los sesenta, momento en el que se opera
un cambio radical en las formas de hacer arte. Los collages matéricos de Antonio Berni
podrían señalar esta transición. Es entonces cuando la vida ingresa en el mundo del arte con
pocas mediaciones, cuando cambia el concepto de espectador, cuando empiezan a ser
significativos términos como participación. El parámetro podría situarse también en el
proceso de creciente radicalización política del arte de los años sesenta, cuando, al calor de
la Revolución Cubana, se anticipaban otras, y el artista no dudaba en colocar sus obras bajo
el mandato de la revolución, en pensarlas como armas capaces de provocarla. La lucha
armada también involucró a los artistas. Si pensamos qué hechos transformaron la vida
cotidiana y la cultura en América Latina, tendríamos que considerar, sobre todo, la violencia
represiva de las dictaduras. Probablemente nos resulten más significativos el Consenso de
Washington y el liberalismo de los años noventa que el fin de la Guerra Fría. Fue entonces
también cuando irrumpió en la vida cotidiana Internet, alterando las formas de comunicación
humana. El cambio tecnológico también impactó en la insurrección, tal como sucedió con
los usos que hizo de Internet el zapatismo. Desde el campo específico del arte, es en los
noventa cuando se expande el formato de las bienales. En esos años se multiplican los
síntomas de la contemporaneidad. En un sentido general, podría decirse que estas
modificaciones comienzan a tomar forma en los sesenta, pero solo se consolidan en los
noventa. ¿Se produce entonces un cambio en el régimen de historicidad (Hartog, 2007)?
Alexander Alberro no duda en señalar que en 1989 es reconocible un nuevo período histórico
que también se visualiza en el territorio del arte, y cuyo punto de gestación ubica en los años
cincuenta, sesenta y setenta. Y 1989, no solo porque entonces ocurre la caída de la Unión
Soviética y se anuncia la era de la globalización, sino porque es entonces cuando tiene lugar
la plena integración de la tecnología. Pero, si bien considera que lo contemporáneo es hoy la
formación hegemónica, no propone que pueda establecerse una fecha precisa para señalar su
emergencia. En tal sentido, señala que “el período del arte que hoy llamamos contemporáneo
ha llegado paulatinamente durante cierto tiempo” (Alberro, 2011:58). También Cuauhtémoc
Medina recopila las fechas que las instituciones y las bibliografías utilizan para señalar
cuándo empieza el arte contemporáneo: el MOCA (Museum of Contemporary Art, Los
Ángeles), 1940; la Tate Modern de Londres, el período posterior a 1965; el libro de Kristine
Stiles y Peter Seltz Theories and Documents of Contemporary Art, 1945 (Medina, 2010b).
El fin de la Segunda Guerra, el final de la Guerra Fría: las fechas no hacen más que señalar
un observatorio desde el cual reconocer las transformaciones que se han operado y que
señalan un cambio en la manera de formular los lenguajes del arte.
La historia del arte es una disciplina de las ciencias sociales que estudia la evolución del arte
a través del tiempo. Entendido como cualquier actividad o producto realizado por el ser
humano con finalidad estética o comunicativa, a través del que expresa ideas, emociones o,
en general, una visión del mundo, el arte emplea diversos recursos, como los plásticos,
lingüísticos, sonoros o mixtos. La historia del arte, como disciplina académica y entorno
institucional (museos, mercado del arte, departamentos universitarios, producciones
editoriales) se suele restringir a las denominadas artes visuales o plásticas (esencialmente a
pintura, escultura y arquitectura), mientras que otras artes son más específicamente objeto de
estudio de otras disciplinas claramente delimitadas, como la historia de la literatura o la
historia de la música, siendo todas ellas objeto de atención por la denominada historia de la
cultura o historia cultural, junto con las historias sectoriales enfocadas a otras
manifestaciones del pensamiento, como la historia de la ciencia, la historia de la filosofía o
la historia de las religiones. Algunos campos de conocimiento estrechamente relacionados
con la historia del arte son la estética y la teoría del arte.
A lo largo del tiempo el arte se ha clasificado de muy diversa manera, desde la distinción
medieval entre artes liberales y artes vulgares (o mecánicas), pasando por la moderna
distinción entre bellas artes y artes menores o aplicadas, hasta la multiplicidad
contemporánea, que entiende como arte casi cualquier manifestación de la creatividad del ser
humano. La sucesiva ampliación del listado de las «artes principales» llegó en el siglo XX
hasta el número de nueve: la arquitectura, la danza, la escultura, la música, la pintura, la
poesía entendida de forma amplia como literatura con intención estética, que incluye los
distintos géneros del teatro y la narrativa, la cinematografía, la fotografía y la historieta (o
cómic).
Al solapamiento conceptual de términos entre artes plásticas y artes visuales se añadieron los
de diseño y artes gráficas. Además de antiquísimas formas de expresión artística como la
moda y la gastronomía, actualmente se suelen considerar artes nuevos vehículos expresivos
como la publicidad, la animación, la televisión y los videojuegos.
La historia del arte es una ciencia multidisciplinar, procurando un examen objetivo del arte
a través de la historia, clasificando culturas, estableciendo periodizaciones y observando sus
características distintivas e influencias. El estudio de la historia del Arte se desarrolló
inicialmente en el Renacimiento, con su objeto limitado a la producción artística de la
civilización occidental. No obstante, con el tiempo se ha impuesto una visión más amplia de
la historia artística, intentando una descripción global del arte de todas las civilizaciones y el
análisis de sus producciones artísticas en términos de sus propios valores culturales
(relativismo cultural), y no sólo de los de la historia del arte occidental.
El arte goza hoy día de una amplia red de estudio, difusión y conservación de todo el legado
artístico producido por la humanidad a lo largo de su historia. Durante el siglo XX han
proliferado las instituciones, fundaciones, museos y galerías, de ámbito público y privado,
dedicados al análisis y catalogación de las obras de arte, así como su exposición a un público
mayoritario. El auge de los medios de comunicación ha sido fundamental para el mejor
estudio y divulgación del arte.
Hal Foster, re-actualiza las nociones de vanguardia y neovanguardia en su obra “El Retorno
de lo Real”. Sostiene, en consonancia a Peter Bürger, que la vanguardia histórica combate
los principios burgueses del arte, como también, la figura romántica del genio artístico. Tarea
que es efectuada mediante el uso de objetos cotidianos y la abstracción de los tradicionales
elementos que componían el arte moderno: la importancia de la idea central de la obra y de
los materiales de acción creativa. Sin embargo, para Foster, la vanguardia debe ser analizada
mediante una re-evaluación, a través de: “nuevas genealogías de la vanguardia que
compliquen su pasado y den apoyo a su futuro” (Foster, 2001, pp. 7).
Bajo un indagar casi genealógico, pregunta Foster: “¿Apareció Duchamp como “Duchamp”?
por supuesto que no, pero a menudo se lo presenta como nacido de una pieza de su propia
frente ¿Surgieron acaso Las señoritas de avignon de Picasso como la cima de la pintura
moderna por la que ahora pasan?” (Foster, 2001, pp. 10). Estos íconos del arte, son sólo
“efectos retroactivos” del despliegue del arte y del desarrollo de la crítica, siendo sus efectos
no inmediatos, sino una “temporalidad diferida de la significación artística” (Foster, 2001,
pp.10). Luego, la historia del arte se hace legible retroactivamente, es decir, desde el presente
hacia el pasado, no teniendo un punto final. De este modo, la vanguardia ha de leerse a la luz
de la neovanguardia. Ambos movimientos, son considerados como manifestaciones de un
mismo fenómeno, habiendo entre ambos, diferencias de grado y no de especie. De este modo,
la neovanguardia acomete la apertura de la vanguardia, ampliando su concepto, mediante
nuevas revisiones y despliegues.
En la época en la que el arte contemporáneo llega a Colombia, fecha que será indagada
en la ivestigación. las escuelas de formación en arte, comenzaron a resurgir, sus
programas académicos cambiaron e incluyeron nuevas metodologías que influyeron al
momento de erigir las bases sobre lo que hoy conocemos como el estudio de las artes a
nivel local. Junto con estás bases de educación, nacieron nuevos espacios de circulación
del arte y al mismo tiempo un sinfín de modos de hacer artísticos que traían consigo un
síntoma de constante experimentación
EL arte contemporáneo llega a Colombia
Premio Luis Caballero
El Premio Luis Caballero fue creado en 1996 por el antiguo Instituto Distrital de Cultura y
Turismo (IDCT), con la intención de cualificar la oferta artística mediante un estímulo
económico y en especie a la creación de proyectos en sitio específico por parte de artistas
profesionales mayores de 35 años que demostraran una trayectoria profesional
ininterrumpida de diez años en el campo de las artes plásticas y visuales. El desafío planteado
por el Premio Luis Caballero a los artistas colombianos ha consistido, para cada una de sus
versiones, en tomar en cuenta la historia y la arquitectura particular de un espacio para
proponer un proyecto de intervención e instalación de gran formato.
https://www.galeriasantafe.gov.co/premio-luis-caballero
Programa de artes en Colombia
CAPÍTULO III
Primera generación: Configuración del ethos de un artista.
Aterricemos al Artista contemporáneo en Colombia
Implicaciones políticas, figura, canon o estereotipo
CAPÍTULO IV
El artista de la vida contemporáneo: Consideraciones para una artista contemporánea
a partir de las notas de Giorgio Agamben y Charles Baudelaire.
“El Artista de la Vida contemporánea” en Colombia.
Podríamos acuñar las tres ideas fundamentales que utiliza Baudelaire en su texto el pintor de
la vida moderna quién expone las ideas como fundamentales dentro de la creación artística
contemporánea, en primer lugar, declara que el arte se halla limitado a una época y que por
ello no puede presentar este un carácter de eternidad, lo que quiere decir que el arte presenta
elementos caducos y temporales. En segundo Lugar propone que el arte tiene la necesidad de
comprometerse a actuar siempre como intérprete de su tiempo. Obedeciendo a esto
Baudelaire dice que el arte no debe tomar elementos del pasado y que por ello debe moverse
siempre en el presente. En Tercer y último lugar dice que dicha creación debe limitarse a la
individualidad del artista.
Ahora si en “El pintor de la vida moderna” Baudelaire propone cómo debe trabajar y vivir el
verdadero artista moderno bajo estas tres premisas. Para cuyo ejemplo elige un artista a quien
nombra como el Señor G. Nosotros, haremos lo mismo. en este caso pensemos, ¿qué es lo
que posee este artista para situarse por encima del resto del ámbito artístico colombiano?
Pues precisamente la capacidad para cumplir tres requisitos, los tres requisitos que según
Baudelaire son indispensables. Aunque poseedor de una extraordinaria habilidad para el arte,
el artista elegido. no sobresale como genio del momento por esa cualidad. La razón, por tanto,
se encuentra en la actitud que muestra tal artista ante la sociedad y la vida colombiana. Es,
como expresa Baudelaire,” un amante de la vida: un observador nato cuyas ansias de ver y
sentir son inagotables” (pag). Este artista no se limita a las enseñanzas artísticas académicas
ni reproduce modelos establecidos. Es capaz de encontrar la máxima belleza en la calle, en
la muchedumbre, en la confusión de la contemporaneidad. Los ambientes más banales y
superficiales, donde la apariencia, la moda y las reuniones en sociedad constituyen el eje que
guía los días, son tan dignos de representación como lo fueron los acontecimientos históricos
o literarios plasmados en el pasado. Se erige, así como cronista del presente, encargado de
extraer lo bello del entorno de lo contemporáneo. Esta belleza rara vez mostrará la apariencia
de lo que tradicionalmente se ha considerado bello o digno de ser representado, sin embargo,
podrá suscitar igual o mayor emoción estética al espectador.
Conclusión:
Anexos:
Bibliografía:
Foster, Hal (2001). El retorno de lo real. La vanguardia a finales del siglo. Madrid: Akal.
Agamben, Giorgio (2009). Desnudez. Qué es lo contemporáneo. Barcelona: Anagrama.
Baudelaire, Charles (2013). El pintor de la vida moderna. España: Casa del libro.
Giraldo, Efren. (2004). La construcción del concepto de lo contemporáneo en la crítica de
arte en Colombia.
Huertas Sánchez, Miguel Antonio (2005). El largo instante de la percepción: los años sesenta
y el crépusculo del arte en Colombia. Universidad Nacional de Colombia.
Ranciéré, Jacques (2005). Sobre políticas estéticas. Barcelona: España.
Danto, Arthur, Después del fin del arte. El arte contemporáneo y el linde de la historia.
Danto, Arthur,El arte después del arte, Barcelona, España.
Bürger, Peter Teoría de la vanguardia.