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GENERALIDADES SOBRE TOXICOLOGÍA AMBIENTAL DE LOS

PESTICIDAS COMUNES*.

OVERVIEW OF ENVIRONMENTAL TOXICOLOGY OF COMMON


PESTICIDES

Ricardo Ignacio Pereira Martínez **


Estudiante de maestría en Ingeniería Ambiental Universidad Mariana,

*Artículo de reflexión.

**Ingeniero Industrial y Docente Investigador Grupo Eslinga Universidad Cooperativa de Colombia,


Tecnólogo Administrador Financiero IU CESMAG.
San Juan de Pasto, Nariño
Correo electrónico: ripereiram@gmail.com

RESUMEN:

Reflexionar sobre la toxicología ambiental de los pesticidas, es encontrarse en la


disyuntiva de fuerzas sociales, económicas y productivas opuestas, cada una en
defensa de sus propuestas o sus denuncias. En el centro de ese remolino social la
ciencia provee de postulados y conceptos que permiten por una parte dilucidar el
conocimiento suficiente sobre los fenómenos naturales que los describen. Esta es la
postura reflexiva del presente documento que pretende desde la luz de la ciencia
explicar la fenomenología práctica relacionada con los pesticidas comunes.

ABSTRACT:

Reflect on environmental toxicology of pesticides, is be in the dilemma of social,


economic and productive forces opposing in defending their proposals or their
complaints. In the center of the social whirl are the scientific studies that provide
postulates and concepts that elucidate sufficient knowledge about natural phenomena
that describe them. This is the position of this reflective document, which intended to
explain the features and the common pesticides phenomenology.
PALABRAS CLAVE
Fumigar, toxico-dinámica, toxico-cinética, insecticida, toxicología, veneno.

KEY WORDS
Spraying, toxicodynamics, toxicocynetic, insecticide, toxicology, poison.
 Introducción.

Puede resultar molesta la generalización, cuando ésta se refiere a calificar


indiscriminadamente las vagas vilezas con las que a veces se describen las
deficiencias y afectaciones con las que un ser, un fenómeno o un agente aflige la
seguridad y la tranquilidad de la vida. Por otra parte, la generalización resulta útil
cuando a partir de un axioma permite la identificación de un factor, que en un sentido,
podría resultar adverso a la seguridad y a la tranquilidad de la vida, permitiendo con
ello la acción preventiva.

Otorgando generosamente valor suficiente a lo doméstico del anterior comentario y


recurriendo al interés científico que acompaña la pretensión de estas reflexiones, la
generalización también se aleja de la vulgarización para mejor acceder en el terreno
de la universalización práctica de las explicaciones sobre un tema que podría cobrar
preponderante relevancia para la seguridad y la tranquilidad de la vida.

El acto de comer o de beber, de respirar, o incluso de palpar; son acciones cotidianas


en todos los quehaceres y escenarios del diario vivir; no obstante, muchas veces son
vectores mediante los cuales, las personas entran en contacto con sustancias añadidas
deliberadamente a un ambiente para modificarlo para alguna conveniencia. Estas
incorporaciones bien pueden generalizarse con el uso del verbo “fumigar”, que según
define el diccionario de la lengua española, es la acción de “combatir por medio de
humo, vapor, gas o polvos en suspensión, las plagas de insectos y otros organismos
nocivos” (REAL ACADEMIA ESPAÑOLA, 2014), es decir que fumigar es la acción
mediante la cual se incorporan deliberadamente sustancias diseñadas con funciones
específicas para afectar de alguna manera, a alguna forma de vida y que por ende, de
una u otra manera también afectan la seguridad y la tranquilidad de la vida.

Estas sustancias son los pesticidas o plaguicidas, grupo muy amplio y diverso que se
afirma a principios del siglo XX no superaban de agrupar a aproximadamente 650
denominaciones químicas, muchas de origen vegetal, para que a finales del mismo
siglo se incursionara en el tercer milenio, con más de 20.000 denominaciones de
principios activos venenosos (RAMIREZ & LASCAÑA, 2001); aunque de acuerdo
con la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos EPA actualmente existen
cerca de 865 pesticidas registrados, según afirma el Centro Médico de la Universidad
de Maryland (UNIVERSITY OF MARYLAND., 2014). En este sentido, algunos
autores afirman que hacen parte del grupo de los plaguicidas, todas las sustancias que
son capaces de inhibir las funciones orgánicas, la reproducción, el desarrollo o la vida
de un organismo; otros definen que los “pesticidas son sustancias que ayudan a
proteger las plantas contra mohos, hongos, roedores e insectos, o que los pesticidas
ayudan a prevenir la pérdida de las cosechas y el desarrollo potencial de
enfermedades en los humanos” (UNIVERSITY OF MARYLAND., 2014); todo,
dependiendo del punto de vista del usuario y todo argumentado de manera válida,
pero que de a su vez han de hacer tales posturas, un censo inmensamente variable del
número de pesticidas a que podrían referise, todo dependería de la definición que los
contenga.

Generalizadamente suele aceptarse los registros de la EPA como la referencia válida


para referirse a estas sustancias, sin embargo muchos países han adoptado una
denominación e identificación independiente de frente a sus propias legislaciones,
necesidades, intereses y con su particular nivel de confianza en la agencia; sin
embargo, ésta sigue siendo una fuente poderosa de referencia. Al respecto por
ejemplo, se refiere la Red por una América Latina Libre de Transgénicos expresando
su punto de vista respecto del uso del herbicida glifosato (pesticida para plantas), en
los siguientes términos:
“La normativa en varios países, así como de organismos internacionales,
sobre el uso del glifosato varían de acuerdo al estándar de protección que el
Estado de cada país esté dispuesto ofrezca a sus habitantes en materia de
salud y nutrición. Muchas de las actividades agrícolas legítimas y no
legítimas que se realizan en la zona de frontera con Colombia se encuentran
contempladas en estas regulaciones e indican el residuo máximo de
glifosato que los productos de consumo pueden contener para que sean
aptas para el uso humano” (RALLT, Boletín 245).

Sobre pesticidas, las regulaciones y experiencias en el mundo son diversas pues la


normatividad de cada país es soberana según sus intereses y libertades; de este modo,
a nivel internacional muchos países independientes han promovido y regularizado sus
propios estándares y márgenes de tolerancia respecto a su uso siendo que para efectos
de comparación, muchos de estos datos permiten referenciar los indicadores de la
EPA como importantes y que suelen ser las más referidas por países con menos
regulaciones propias.

 Fundamentos y conceptos:

El Código Internacional de Conducta Sobre la Distribución y Uso de Plaguicidas


(FAO, 2003) define que “un pesticida es la sustancia o mezcla de sustancias,
destinada a prevenir, destruir o controlar plagas, incluyendo los vectores de
enfermedad humana o animal”; es decir que la función del plaguicida consiste en la
eliminación de las especies de plantas o animales no deseadas o consideradas dañinas,
parásitas o perjudiciales para la producción, el procesamiento, el almacenamiento, el
transporte y la comercialización de los productos o de los bienes de las personas
incluyendo los productos agrícolas de consumo que suplen las necesidades
alimentarias. Es decir que la acción de un plaguicida es causar la muerte a un ser que
se considera perjudicial y en tal sentido tiene efecto sobre la vida y la salud. Otro
asunto distinto, son las razones con las que se justifica su necesario uso, pero tales
argumentos no incrementan ni disminuyen su acción, pues esta es irracional actuando
de acuerdo a sus propiedades químicas y no de acuerdo a los sentimientos humanos o
sus justificaciones. Desde este punto de vista una sustancia plaguicida es
esencialmente un arma química que se utiliza contra los seres que se consideren una
plaga pues en ambos casos se utilizan las propiedades químicas de una sustancia para
herir, matar o inhabilitar a un ser que se muestre completamente adverso a unos
determinados intereses (PINTUREAU, 2012).

A esta propiedad que varía de un pesticida a otro y que caracteriza la capacidad de la


sustancia química para ser adversa a la vida o a la salubridad de los organismos vivos,
se la define como toxicidad. Así lo explica el Observatorio de Salud y de Medio
Ambiente de Andalucía a través de su diccionario virtual (Unión Europea, 2014). Tal
definición supone una severidad tóxica del pesticida, la cual como los explica la
Organización Mundial de la Salud “es directamente proporcional a la concentración
de la exposición y al tiempo en que ésta se produce. Esta relación varía con la etapa
de desarrollo de un organismo y con su condición fisiológica” (OMS, 2003).

Para estudiar la toxicidad de una sustancia, existen parámetros predefinidos estimados


en base a la gravedad o tipo de daño que la sustancia provoca con relación al tiempo
de exposición para causarlos (MARQUEZ ROMEGIAGLLI, s/f); pero para una
mejor comprensión del efecto tóxico y obtener unas cifras que permitan
dimensionarlo, se requiere conocer la dosis suministrada, es decir la cantidad de
sustancia que se moviliza en el organismo; es también determinante la vía corporal
por la cual accede la sustancia al organismo y la frecuencia con la que se repite o se
administra una dosis, además del tipo y gravedad del daño o los daños y el tiempo
necesario para causarlos.

El parámetro que tal vez mejor describe el efecto tóxico de una determinada
concentración de un pesticida, es la denominada concentración CL50 o dosis letal
DL50, después de todo los plaguicidas tienen un alto rango de efectos ya que
diferentes sustancias provocarán diferentes efectos tóxicos, por lo tanto, para estimar
la toxicidad de diferentes químicos se debe medir el mismo efecto mediante las
llamadas pruebas de letalidad, que consisten en medir cuanta concentración de un
plaguicida se requiere para provocar la muerte en determinada proporción de
individuos en un tiempo determinado. De allí que la DL50 corresponde a la cantidad
de miligramos de un ingrediente activo por kilogramo de peso, necesario para matar
al 50% de los seres expuestos en diferentes experimentos de laboratorio que observan
las diferentes vías y tiempos de exposición (CCSSO, 1999).

Dado a que el efecto y la potencia tóxica de los plaguicidas depende de las dosis altas
o bajas, de sus componentes amén de los intereses del mercado, los plaguicidas son
manufacturados industrialmente bajo unos parámetros de concentración igualmente
variables según su destino y utilización, de manera tal que su composición general
incorpora a cuatro elementos constituyentes: El principio activo, que es la sustancia
verdaderamente tóxica del pesticida comercial y que se presenta en diferentes
dosificaciones; el agente portante o material inerte que puede ser agua, arena, talco o
cualquier sustancia que no reaccione químicamente con el principio activo pero que
también sirve como medio de disolución o de aplicación de la sustancia tóxica. Los
agentes coadyuvantes, que sirven para texturizar el producto y para regular las
propiedades de la sustancia activa; y, por último los aditivos que agregan propiedades
y apariencia a la sustancia comercial (MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS
SOCIALES DE ESPAÑA, 1984).

Un quinto grupo de componentes son las trazas contaminantes, que son sustancias
indeseables, que aunque en muy bajas concentraciones se encuentran haciendo parte
del plaguicida.

 La clasificación de los pesticidas.

La clasificación de los pesticidas obedece a un sistema de metodologías que


resuelven problemas descriptivos dependiendo de la necesidad humana de seguridad,
de comprensión, de identificación o de utilización del pesticida. El trabajo de revisión
de Ramírez y Lacasaña presenta un completo resumen sobre los sistemas de
clasificación de los pesticidas, refiriéndose a un sistema de clasificación que
incorpora a cinco categorías (RAMIREZ & LASCAÑA, 2001): 1. Una clasificación
según su peligrosidad toxicológica que corresponde a la clasificación aportada por la
OMS y que clasifica a los plaguicidas con base a su toxicidad aguda, de manera que
son considerados en cinco grupos de mayor a menor peligrosidad (OPS, s/f). 2. Una
segunda clasificación en base a la vida media del principio activo que se refiere a la
capacidad que tiene una sustancia de permanecer activa en el medio ambiente aun
después de haber terminado la necesidad por la cual se aplicó, a esta característica se
la conoce también como la persistencia o la acción residual del pesticida. La medida
de la vida media es conocida como la DT50 que es el tiempo que tarda en convertirse
el 50% de una sustancia en otra, estando en el caso del plaguicida en una determinada
matriz ambiental (REP-AL, 1996). 3. Corresponde a la clasificación de los pesticidas
de acuerdo con la familia química a la que pertenece su principio activo (GIL, SOTO,
USMA, & GUTIERREZ, 2012) de manera que se encuentran compuestos clorados,
fosforados, incluso inorgánicos. 4. También se clasifican por sus usos en agricultura,
domésticos, industriales o en salud pública entre otras varias aplicaciones
(RAMIREZ & LASCAÑA, 2001); y 5. Por su finalidad se agrupan en Insecticidas,
Redendicidas, fungicidas, herbicidas, acaricidas, nematicidas, molusquicidas,
bactericidas, fumigantes y preservantes (FARRERA, 2004).

 Patrones toxicológicos de los pesticidas.

Las ciencias han evolucionado en el conocimiento de la fisiología y de la ruta


toxicológica de los plaguicidas, de hecho estas sustancias se diseñan teniendo en
cuenta a todos los parámetros aportados naturales descifrados por la investigación,
para predecir su acción efectiva, su acción residual o su acción colateral; la formación
de resistencias biológicas; las reacciones químicas y bioquímicas y sus productos
(ECO, 1997). También se ha observado la cinética de las sustancias en los seres y en
el ambiente, al analizar la fenomenología de los contaminantes que aunque muchos
son tóxicos no todos son pesticidas.
Se comprende que los pesticidas no se incorporan directamente a los seres, primero
deben ser incorporados al ambiente y desde allí son transportados a través de los
vectores ambientales de movilidad (KLASSEN & WATKINS III, 2006), creándose
en el entorno ambiental unos escenarios de exposición (RAMIREZ & LASCAÑA,
2001) hasta la llegada de la sustancia a la vía de entrada de todos los organismos
residentes o presentes en el ambiente intervenido, que incluirá a aquellos a los que se
quiere atacar.

Una vez iniciada la relación de contacto entre el plaguicida y el organismo expuesto,


son la toxicodinámica y la toxicocinética las prácticas de estudio que entran a indagar
y a observar el comportamiento de las sustancias interactuando con su “huésped”, la
toxicodinámica, que observa la manera como los plaguicidas hacen su efecto en el
organismo; mientras que por otra parte la toxicocinética deriva sus trabajos a observar
los cambios que ocurren en el tiempo, en la absorción, la distribución, la
biotransformación y la eliminación de los tóxicos en el organismo (GONZALEZ,
2001), proceso que incluye la observación bioquímica de la transformación energética
y material de las sustancias.

Los parámetros cinéticos de la toxicología de los pesticidas, dependen de factores


externos relacionados con los patrones de exposición y con las sustancias químicas
que participan, junto con otros factores inherentes a la condición del individuo y la
vía de absorción del tóxico, que a su vez depende de las propiedades de la fórmula
química y de la vía de entrada, que determinan que un producto cruce las barreras del
cuerpo por la piel, la vía respiratoria o la vía digestiva como las más comunes, hasta
alcanzar la sangre u otro tejido en particular (CABALLERO, 2008).

Ya en el interior del organismo los pesticidas se movilizan a través de los torrentes


fluidos correspondientes con la especie o por medio de la presión osmótica y otras
interacciones celulares. En el caso de los animales los plaguicidas se movilizan por el
organismo a través del torrente sanguíneo de manera que los compuestos liposolubles
se unen a las lipoproteínas, mientras que las moléculas hidrosolubles lo hacen a las
proteínas plasmáticas o permanecen disueltas en la sangre (UNIVERSITY OF
ARIZONA, 2004).

Explican Manuel Repetto Jiménez y Guillermo Repetto Kuhn que desde la luz de la
toxicodinámica existen dos tipos de reacciones por medio de las cuales los
plaguicidas se metabolizan en el organismo, las reacciones de primera fase que
corresponden con la oxidación, reducción y la hidrólisis y que generalmente son
catalizadas por enzimas hepáticas y las de segunda fase, que son la conjugación y la
síntesis (REPETTO & REPETTO, 2009).

De estas reacciones, los metabolitos resultantes de la primera fase son ligados a


moléculas endógenas, sintetizándose componentes solubles en agua y fácilmente
eliminables por la bilis y la orina, como los metabolitos hidrosolubles de los
piretroides. La biotransformación de los plaguicidas puede dar como resultado
sustancias de reducida toxicidad o químicamente inactivas, como ocurre con el
metabolito final del dimethoato (RAMIREZ & LASCAÑA, 2001). Por el contrario,
pueden generarse sustancias tóxicamente más activas que el compuesto original,
como es el caso del carbosulfán al transformarse en carbofurán, o del paratión que da
origen al paraoxón, metabolitos con alta afinidad por el ADN y con capacidad
mutágena importante (SUAREZ & et. al., 2011).

La eliminación humana de algunos productos hidrosolubles, como el lindano y los


herbicidas tipo fenoxi, se hace fácilmente por vía urinaria sin haber sufrido cambio
alguno (BELLO & LÓPEZ DE CERAIN, 2001). La bilis es el medio principal por el
que algunos compuestos liposolubles como el DDT y otros órgano-clorados se
eliminan en las heces fecales. Los fumigantes que llegan al cuerpo en forma de gases
o vapores son eliminados comúnmente por vía respiratoria, tal es el caso del
acrilonitrilo o del bromuro de metilo (MENCIAS & MAYERO, 2000).

Por otra parte, la visión de la cinética toxicológica es explicada por Klassen y


Watkins III, anotando en su libro que parte de estudiar los modelos y las
descripciones matemáticas de la evolución temporal de la disposición de xenobióticos
en el organismo, asume teóricamente dos posiciones de análisis: una denominada
clásica en la que el estudio es no predictivo y observa el desplazamiento de las
sustancias por el organismo como su hubiera uno o dos compartimientos que podrían
no tener realidad anatómica o fisiológica clara y que experimentalmente obtiene
muestras de sangre o de plasma a lo largo del tiempo para evaluar las concentraciones
del pesticida asumiendo al cuerpo en su totalidad simplificada (KLASSEN &
WATKINS III, 2006).

En otro trabajo, Klaassen, Casarett y Doull explican también que la otra postura de la
toxicocinética es la denominada toxicocinética fisiológica, considerada predictiva y
en su modelo matemático el organismo está representado por una serie de ecuaciones
de balance de materia que describen a cada órgano o tejido en función a sus
determinadas características fisiológicas asemejándose a varios modelos
monocompartimentales de la toxicocinética clásica, unidos entre sí y creando una
estructura de modelo real de cómo se unen entre sí los compartimientos dependiendo
tanto de la sustancia química como del organismo que se está estudiando
(KLASSEN, CASARETT, & DOULL, 2005).

 . Unas ultimas reflexiones.

La exploración científica se mantiene inquieta por comprender los procesos


ambientales para poder describir con precisión a los fenómenos dinámicos,
bioquímicos y cinéticos involucrados en la toxicología de los plaguicidas y descubrir
con ello sus interacciones; proponer mecanismos de mitigación de los efectos no
deseables o de los procesos de “limpieza del ambiente y del ser; reemplazar el uso de
las sustancias agresivas en los pesticidas por otras de mayor conveniencia para la
seguridad y la tranquilidad de la vida (IPCC, 2014).

La humanidad debe reflexionar en su historia y proyectarse hacia el futuro que desea,


por encima de cualquier consideración económica, deben primar siempre las
consideraciones de sobrevivencia, salubridad y dignidad humanas, ecológicas y
ambientales (CUELLO GIRON, 2003). La investigación toxicológica ha recorrido un
interesante sendero pero debe plantearse objetivos estratégicos de mayor y más
profundo efecto al comprender que no basta descifrar la incógnita científica, debe
relacionarse con el efecto social que ésta tendrá y la duración real del beneficio en
términos de servicio.

Se ha caminado desde los comienzos de la industrialización hacia la producción


económica de alimentos, bienes y servicios, evolucionando entre aciertos y errores,
entre el consumo y el abuso, entre los recursos y los residuos; y, a golpe de
resultados, cambios en los paradigmas sociales del comportamiento que ha generado
nuevas presiones sociales, la humanidad transita en su historia, hacia un ambiente
habitable y con calidad, capaz de sostener y abastecer a la población que también está
en proceso de maduración. Quedará atrás la historia de una era en la que se provocó
la adversidad ambiental, de seguridad y de salubridad y se descubrirá un mejor modo
de vivir, de compartir y de ser en correspondencia con las responsabilidades
ambientales y sociales (TYSON, 2014), siendo que en todo ese tránsito el uso y
acción de todo tipo de xenobióticos incluidos los pesticidas harán presencia
haciéndose parte componente del sistema productivo-consumidor y del sistema
doméstico en la cotidianeidad de la corta vida humana. Estarán evolucionando en el
mismo sentido que la sociedad adopte sus sistema de pensamiento y seguirán
constituyéndose como armas químicas para el control de las plagas indeseables, solo
que es posible que siendo menos, mucho menos nocivas para la vida, al menos hasta
descubrir un recurso sustituto diferente que las erradique definitivamente.

Actualmente en toxicocinética se desarrolla la teoría QSAR/QSPR que busca


cuantificar las relaciones SAR a través del desarrollo de modelos, y combina métodos
de la estadística matemática con la química computacional (RIVERA & et. al., 2013).
Tales modelos se vuelven vitales a la hora de predecir el valor de la propiedad de una
sustancia si ésta es desconocida por resultar difícil de adquirir, sea por su
inestabilidad, toxicidad y costo económico. Aunque afirman Rafael Villamayor,
Pablo Duchowicz y Eduardo Castro que “Si bien el desarrollo de modelos QSAR
sigue en creciente aumento, aún se presenta cierta incertidumbre a la hora de elegir
aquellas relaciones cuantitativas que permitan predecir adecuadamente el efecto
toxicológico” (VILLAMAYOR, DUCHOWICZ, & CASTRO, S/f) y es que
aparentemente se requiere fundamentar o tal vez sistematizar mejor la información
toxico-dinámica que permita la mejorar la certeza de las relaciones que finalmente
llegan a ser generalizaciones cuando interactúan como sistema complejo, en la vida
como sistema vivo.
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