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La terapia mental creada por Sigmund Freud es una famosa desconocida. El psicoanalista
Daniel Schoffer nos da sus claves.
Psicoanálisis
La clave de la corriente fundada por Sigmund Freud a finales del siglo XIX es el inconsciente,
esa parte de nosotros mismos que no conocemos, donde el terapeuta busca las causas de las
enfermedades mentales y las conductas desadaptativas.
Sobre todo para las neurosis: fobias, obsesiones, problemas psicosomáticos, depresión,
angustia... A veces también es efectivo para tratar psicosis, con ayuda de medicación.
Tiene que ver con los hallazgos de Freud. A partir de la práctica clínica descubrió el
funcionamiento del aparato psíquico y un método específico para el tratamiento de las
neurosis. Los síntomas son producto de un conflicto interno. Parte de ese conflicto es
inconciliable con el sujeto que, por eso, lo expulsa de la conciencia en lugar de resolverlo.
¿A dónde lo expulsa?
El psicoanálisis ayuda a entender al paciente que el daño viene del conflicto interno, de
tendencias e impulsos que no acepta, y no de fuera. Se trata de hacer consciente lo
inconsciente, ya que, si no, lo descargará en forma de síntomas, actos fallidos y sueños. Se
trata de que admita esas tendencias que prefiere ignorar enfrentándose al conflicto para
resolverlo o, si no tiene solución, para aprender a vivir con él.
No. Solo cuando produce sufrimiento y entorpece la vida. Por ejemplo, si cada vez que alguien
va a hablar en público le duele la garganta, puede ser síntoma de una inseguridad. Si además
es profesor y eso le obliga a cancelar clases, el conflicto no resuelto interfiere con su profesión.
A veces, el enfermo no es consciente de su mal y repite las situaciones de fracaso o
sufrimiento, que achaca a la mala suerte, a lo dura que es la vida...
El psicoanalista pide al paciente que diga lo primero que se le ocurra sin censurar nada,
aunque parezca no venir a cuento. Esto se llama asociación libre. Luego el analista trata de
interpretar aquello que interfiere en el relato. Si el paciente se equivoca, se bloquea o
recuerda un sueño es que quiere decir algo y solo lo puede expresar mediante esas
formaciones del inconsciente. Todos los relatos son pantallas que esconden lo que quiere
expulsar y ve como ajeno.
Todo tiene que ver con ella, con el relato que uno puede construir sobre sí mismo. Hace falta
tiempo para escuchar al paciente y para que él se escuche. Hablar, en sí, ya es terapéutico. La
palabra cura, organiza, disuelve el trauma, da un nuevo sentido a lo que nos aqueja.
De tres a cinco años es un tiempo razonable para llegar a las causas. Pero la remisión de los
síntomas puede llegar antes. A veces en pocas sesiones, porque el paciente hace una huida
hacia la salud o porque se sugestiona, como un placebo en medicina.
Es difícil no tener ningún conflicto reprimido. Por eso, ¿estamos todos enfermos?
Podríamos decir que sí. Como escribió Freud, hay un malestar en la cultura, el sujeto debe
someterse a un orden simbólico dominante y sofocar ciertas tendencias en nombre de su
hominización.
El psicoanálisis, además de terapia, es un método para autoconocerse. ¿Acude gente a su
consulta con este fin?
No. La gente no se psicoanaliza así porque sí. Es un trabajo intenso, que exige compromiso y
regularidad. Cuando viene alguien es debido a que está deprimido o angustiado, pues no sabe
qué le pasa.
Sí. No quiere decir que no tenga conflictos, porque, si no, no me pasaría nada, sería un idiota o
estaría muerto.
Para ser psicoanalista hay que psicoanalizarse primero. ¿Le ha servido tumbarse en el diván?
Mucho. Por ejemplo, para saber por qué quería ser psicoanalista. Mi profesión es una forma
de sublimar mi deseo voyerista, igual que el odontólogo sublima su impulso de torturador o el
periodista, el de cotilla.