Está en la página 1de 3

Resumen del Capítol 9. «Lenguaje y comunicación».

Matteo Bordignon.

Las funciones del lenguaje en la comunicación humana.


La comunicación humana no utiliza exclusivamente el lenguaje para transmitir datos e informaciones,
no tiene un carácter exclusivamente lingüístico: en una conversación entre dos interlocutores el 35%
del mensaje se realiza en palabras mientras que el restante 65% es comunicación no verbal. Todavía
la función comunicativa es considerada por parte de la pragmática la más importante del lenguaje.
En ámbito filosófico se distinguían tres funciones principales del lenguaje (Tomás de Aquino): la
función representativa (aspecto lógico del lenguaje) asociada con el modo verbal indicativo, la
función afectiva o emocional, posiblemente expresada con el subjuntivo, y la función de expresar
voliciones (que podría ser expresada con el modo imperativo). Otros pensadores recuperaron o
añadieron al análisis de Tomás aspectos y funciones diferentes del lenguaje, pero en general fijaron
en el número de cuatro los tipos principales de discurso: declarativo, en el cual las proposiciones que
lo componen pueden ser veras o falsas en base a la correspondencia o meno con lo que ocurre,
prescriptivo, cuyas oraciones pueden ser cumplidas o meno según que se lleve a cabo lo que la
oración dice, expresivo, cuyas oraciones pueden ser sinceras o no según que expresen o no el estado
psicológico del hablante, y realizativo, en el cual las proposiciones enuncian en virtud de lo que
significan el acto de habla que en ella se realiza.

Análisis de la conversación.

H.P. Grice elaboró un análisis filosófico de las convenciones que rigen la conversación, entendida
como el uso prototípico del lenguaje. Se presuponen unos principios básicos en el acto de
comunicación que tienen que ser previamente aceptados por los participantes a la conversación, que
pueden ser resumidos en el «principio de cooperación». Podemos incluir en este principio básico de
racionalidad del diálogo algunas máximas que representan la voluntad de parte del emisor y del
destinatario que el mensaje de la conversación se pueda intercambiar de la mejor manera posible:
máxima de cantidad (se relaciona a la cantidad de información que deben darse), máxima de cualidad
(se relaciona col decir la verdad y afirmar cosas que puedan ser probadas), máxima de modo (tiene
que ver con el modo de expresarse y de decir las cosas). El «principio de cooperación» de Grice
interpreta el gesto comunicativo como una mera transmisión de informaciones y de datos de un emisor
a un destinatario y reduce el contexto comunicativo a un mero intercambio, sin tomar en cuenta los
objetivos personales de las dos partes, la situación afectiva que entra en el contexto lingüístico, y las
relaciones jerárquicas que se establecen entre las personas. Otros autores, como Sperber y Wilson,
propusieron de reducir todas las máximas de Grice a un solo principio, el «principio de relevancia»,
individuando en la propiedad de la pertinencia y en la relevancia la característica más importante de
una información, que la hace digna de ser procesada o no.

Las «inferencias pragmáticas»: «implicaturas» conversacionales y suposiciones.

Analizando la conversación, diferentes autores, entre los cuales el mismo Grice, se dieron cuenta que
hay inferencias que pertenecen al ámbito extralingüístico del contexto o a los elementos lexicales y a
la estructura sintáctica del enunciado. Las inferencias pertenecientes al ámbito extralingüístico se
denominan «inferencias pragmáticas». Los principales casos de «inferencias pragmáticas» son las
implicaturas conversacionales y las presuposiciones. Las implicaturas conversacionales dependen del
contenido implícito y contextual de lo que decimos: pueden ser convencionales (si derivan de los
aspectos convencionales del significado de las palabras) o no convencionales (caracterizada por una
estrecha conexión con el contexto). Las implicaturas no convencionales se llaman conversacionales
cuando se rigen por los principios que rigen la conversación y, en el caso contrario, se llama no
conversacionales. Estas últimas implicaturas, según se efectúen directamente en el contexto de
emisión, serán particulares o generalizadas. Las implicaturas particularizadas entonces se producen
por el hecho de decir algo en un determinado contexto, y las generalizadas para tener lugar
independientemente del contexto. Grice menciona cinco rasgos característicos de las implicaturas
conversacionales: se pueden cancelar (añadiendo al enunciado en el que aparecen una información
que les invalide de forma explícita), son inseparables del contenido semántico de lo que se dice, no
son propiedades lógicamente deducibles o inferibles a partir de lo dicho, son no convencionales (no
forman parte del significado convencional de las expresiones a las cuales se ligan) y tienen un grado
de indeterminación (hay diferentes maneras y varias para poder volver a un genérico principio de
cooperación). En el caso de las presuposiciones son proposiciones cuya verdad es supuesta diciendo
una determinada expresión lingüística. La presuposición es un fenómeno más pragmático que
semántico: no siempre está ligada al significado de una expresión y no siempre permanece invariada
respecto al contexto.
Lenguaje e interacción social.

El filósofo Apel, partiendo de la teoría de Wittgenstein de la existencia de una multiplicidad de juegos


lingüísticos, se propuso de buscar un juego de lenguaje ideal, trascendental, que sería la condición de
posibilidad de los otros juegos lingüísticos, y que pueda entrar en comunicación con ellos. Este juego
ideal deberá ser extremamente racional y obedecer a una voluntad dialógica de entendimiento. El
filósofo Habermas explora las condiciones de validez de las expresiones lingüísticas, las exigencias
que el acto de hablar tiene que cumplir para tener un significado: la comunicación requiere
interlocutores iguales capaces de expresarse a un mismo nivel socio-cultural, libre y exente de
relaciones de dominios y sumisión. El lenguaje, de hecho, tiene su ética. Apel y Habermas, con la
teoría de la comunidad ideal de comunicación sostienen la necesidad de una ética del discurso, unos
presupuestos mínimos de racionalidad de discurso para que se cumplan las condiciones generales de
comunicación: una comunicación tendría que ser exente de cualquier carácter manipulativo del
discurso, que pero está implícitamente contenido en la función lingüística.

También podría gustarte