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EL ZAPATERO FELIZ

Todavía perdura el recuerdo, en una ciudad de Europa, de un alegre


zapatero. Era, probablemente, una de las personas más felices de la tierra
Un día una niñita estaba sentada observando a su mamá lavar los a pesar de su gran humildad.
platos en la cocina. De pronto notó que su mamá tenía varios Un día el zapatero fue visitado por uno de sus vecinos, un banquero muy
cabellos blancos que sobresalían entre su cabellera oscura. Miró a rico, que al observar la gran alegría del zapatero entre tanta miseria, no
su mamá y le preguntó inquisitivamente, pudo dejar de preguntar:
¿Mami, por qué tienes algunos cabellos blancos? Su mamá le Señor zapatero, si no es molestia, ¿podría decirme cuánto gana
contestó: usted con su humilde trabajo?
– Bueno, cada vez que haces algo malo y me haces llorar o me Es tan poco dinero, señor, que hasta vergüenza me da decirlo, no se
pones triste, uno de mis cabellos se pone blanco’. La niñita se quedó lo tome a mal. Pero dicho dinero me da cada día el pan de mis hijos, y a mí
pensativa por un rato y luego dijo: me basta con terminar decentemente el año, aunque tengamos que
privarnos, lamentablemente, de muchas cosas. – Respondió el zapatero
– Mami, ¿por qué todos los cabellos de mi abuelita están blancos?
orgulloso.
TIPO DE TEXTO: Aquella excelente y positiva actitud dejó muy sorprendido al
banquero que, poco después, dijo muy conmovido:
Señor zapatero, tome usted estas monedas de oro que le ofrezco
desinteresadamente, y guárdelas con esmero para cuando las necesite de
verdad.
EL ADIVINO A partir de entonces la actitud del zapatero cambió, con motivo de sentirse
poseedor de una de las mayores riquezas del mundo. Aquella riqueza
Instalado en la plaza pública, un adivino se entregaba a su oficio. De repente exigía mucho del zapatero, ya que al haber escondido bajo el suelo de su
se le acercó un vecino, anunciándole que las puertas de su casa estaban casa las monedas de oro, era incapaz de descansar y vivir con normalidad.
abiertas y que habían robado todo lo que había en su interior. El zapatero había enterrado sin saberlo al mismo tiempo el dinero y su
El adivino se levantó de un salto y salió corriendo hacia su casa, desencajado alegría y buen humor, siendo desde entonces huéspedes de su casa, el
y suspirando, para ver lo que había sucedido. miedo, la desconfianza, el insomnio y la inquietud. El menor ruido durante
Uno de los que allí se encontraban, viéndole correr le dijo: la noche, le hacía llenarse de temor ante un posible robo y sus
-Oye, amigo, tú que te vanaglorias de prever lo que ocurrirá a los otros, ¿por consecuencias.
qué no has previsto lo que te sucedería a ti? Hasta que un día, cansado el zapatero de su nueva vida, fue a visitar a su
El adivino no supo qué responder. vecino banquero:
Moraleja: no hay que fiarse de aquellos que dicen que pueden adivinar el Oiga, amable señor; quiero devolverle todo su dinero, pues mi
futuro de los demás. Tan sólo pretenden estafarnos y quitarnos nuestro mayor deseo es vivir como lo hacía antes.
dinero. Y, de esta sencilla forma, el zapatero recuperó su alegría.
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