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UN MUNDO FELIZ

Lo que implica el anhelo de la perfección.

Alumna: Fátima de Jesús Galdámez Pimentel

Asignatura: Comunicación oral y escrita II

LIC. Gabriela M. Gómez Sánchez.

Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas

Facultad de Ciencias Sociales y Humanidades

Licenciatura en Psicología

2° grado grupo “C”

Tuxtla Gutiérrez Chiapas, 26 de Mayo, 2017


Resumen
En el siguiente ensayo, se expone las implicaciones que suscitan cuando el anhelo de la

perfección se hace latente en el hombre, orillándolo a idealizar un mundo feliz con hombres

perfectos en una sociedad estable; claramente, erradicando cualquier tipo de emocionalidad en el

sujeto para que éste, no le tema ni a su propia muerte, basándose en el condicionamiento, que se

hace un tema relevante durante el desarrollo, pues a partir de la invención de códigos de

conducta, el hombre suprime totalmente los constructos de Dios y familia ( porque se cree que

estos limitan el desarrollo personal y social, conllevando a la infelicidad, esclavitud y

dependencia del otro). A lo largo del escrito, además de que se hace énfasis en las consecuencias

del mal uso de las tecnologías, se darán respuestas a las siguientes preguntas: ¿Entre más sean

los avances científicos de la era, menor será la capacidad de raciocinio del hombre para hacer un

buen uso de ella?, ¿El erradicar el constructo de Dios y de familia en una sociedad, causaría la

libertad y felicidad en los habitantes? Y finalmente ¿Entre más condicionados estén los hombres

y más se supriman de su emocionalidad, mayor será su capacidad de concebir la muerte como un

proceso natural? Que serán respondidas en base al libro de Aldous Huxley (2000): “Un mundo

feliz” y complementado con otros materiales bibliográficos, con el fin de darle sustento teórico al

presente trabajo.
Lo que implica el anhelo de la perfección.
Desde tiempos remotos, el hombre ha tenido la necesidad o el anhelo de crear un mundo ideal,

ya sea porque en él manifiesta los sueños o inquietudes que no pueden ver en la realidad, o bien,

porque se ve en la necesidad de crear mundos inexistentes y perfectos para comprender mejor el

mundo en el que vive. Sea cual fuere la razón, lo cierto es que existe un anhelo feroz de

perfección, tanto para la individualidad del hombre como para la sociedad en que se desarrolla.

Lo anterior, sirve de inspiración a muchos para idealizar un “buen lugar” regido por justicia y

paz, como en la idea de la República de Platón, o bien, en la creación de una utopía, como lo

describe Tomás Moro en su libro. La finalidad de este ideal, es la búsqueda de la convivencia

pacífica de sus habitantes, el bienestar físico, moral y el disfrute igualitario de sus bienes y

servicios. Sin embargo, toda esta perfección, a la larga, puede llevar a consecuencias negativas;

como a la intolerancia al cambio, a una rebelión de habitantes por la inconformidad del sistema

que los rige, en fin a la muerte misma. De esta manera, el ideal de una sociedad modélica puede

convertirse en una situación indeseable, transcendiendo de una utopía a una distopía. Tomando

los aspectos que llevan al fracaso a la creación de un sociedad y un mundo perfecto, puedo hacer

las siguientes interrogantes: ¿Entre más sean los avances científicos de la era, menor será la

capacidad de raciocinio del hombre para hacer un buen uso de ella?, ¿El erradicar el constructo

de Dios y de familia en una sociedad, causaría la libertad y felicidad en los habitantes? Y

finalmente ¿Entre más condicionados estén los hombres y más se supriman de su emocionalidad,

mayor será su capacidad de concebir la muerte como un proceso natural? A partir del libro “Un

mundo feliz” de Aldous Huxley (2000), daré respuestas a las hipótesis anteriores para entender

mejor, lo que implica el anhelo de la perfección.


Se dice que los detalles son sumamente importantes para crear grandes cosas, además, de que

conducen a la virtud y a la felicidad, es por eso que la ciencia es muy sutil y minuciosa a la hora

de crear o inventar algo para el beneficio de la humanidad. Lo cierto es que en la búsqueda de la

creación de un mundo ideal, es común ver que las pesquisas de poder, conducen al hombre a los

excesos y se aproveche de la ayuda que estos descubrimientos científicos nos puedan ofrecer;

obteniendo así el control social. De acuerdo a lo anterior, se puede suponer que el poder que la

ciencia le ofrece al hombre, conlleva a formular estrategias de todo tipo para manipular a la masa

y tener ventaja sobre los demás. Un ejemplo de ello se manifiesta en el ideal de “mundos

perfectos”, que lejos de concebir una sociedad movida por la paz y la justicia (como lo hicieran

las utopías), conciben una sociedad condicionada que siga órdenes, una sociedad mecanicista

que, con la idea de clasificar a sus integrantes por aptitudes y habilidades, pretender sacar a flote

la sociedad modélica anhelada y si eso no le basta, ignora la individualidad del hombre y trata de

crear vida artificial como lo expresa Huxley (2000): “… los óvulos que contenía eran

inspeccionados en busca de posibles anormalidades, contados y trasladados a un recipiente

poroso; sumergido en un caldo caliente que contenía espermatozoides en libertad…los óvulos

fecundados volvían a las incubadoras, donde los Alfas y los Betas permanecían hasta que eran

definitivamente embotellados, en tanto que los Gammas, Deltas y Epsilones eran retirados al

cabo de sólo treinta y seis horas, para ser sometidos al método de Bokanowsky… Controlamos el

crecimiento normal…” (P.p.13-14).1

A partir de lo anterior, es imprescindible afirmar que los avances científicos no son

benignos para la humanidad pero, si son usados con fines negativos, efectivamente conllevan al

sujeto a perder la razón al intentar desafiar a la naturaleza haciendo un mal uso de los avances

1
Huxley, A. (2000). Un mundo feliz. Barcelona; Plaza y Janés Debolsillo.
científicos. Además, cabe mencionar que la capacidad de raciocinio se limita cuando hay poder

de por medio y pueden cumplir cualquier cometido, como lo afirma Skinner (1968): “[el

hombre]…Es un contrincante poderoso, y siempre vence…A veces, arremete contra la cultura de

una sociedad y altera ligeramente dicha sociedad en provecho propio…” (p.100).2 De acuerdo

con Skinner, el conflicto comienza a partir de anteponer intereses propios al de los demás,

siendo así el cometido más desfavorable que enfrentan los que quieren crear la sociedad de

ensueño, pues al tratar de manipular e influir en las decisiones de la sociedad, tienen que disolver

ideales, creando así códigos de conductas que les exija erradicar constructos antes introyectados.

Skinner (1968) lo externa de la siguiente manera: “…En definitiva... Se ha moldeado la conducta

de los individuos de acuerdo con patrones de «buena conducta»…Vimos que precisamente eso lo

podíamos hacer... Habíamos ya elaborado un código de conducta… El código ayudaría así a que

todo funcionara sin roces, con tal de que cada uno lo viviera en la práctica. Nuestra labor

consistió en hacer que todo el mundo lo cumpliera” (p.100).3 Este código que regiría el

comportamiento de los hombres en una sociedad utópica, debe siempre prescindir de dos

constructos principales: el de Dios y el de la Familia, con tal de causar en sus habitantes “libertad

y felicidad”. En cuanto a la idea de erradicar la idea de familia, Huxley (2000) lo externa de

manera siguiente: “Nuestro Freud fue el primero en revelar los terribles peligros de la vida

familiar. El mundo estaba lleno de padres, y, por consiguiente, estaba lleno de miseria; lleno de

madres, y, por consiguiente, de todas las formas de perversión, desde el sadismo hasta la

castidad; lleno de hermanos, hermanas, tíos, tías, y, por ende, lleno de locura y de suicidios.”(p.

35).4 Como podemos notar, para los creadores de ideales de perfección, la familia limita el

2
Skinner, B. F. (1968). Walden Dos. Madrid, España; HYSPAMERICA.
3
Loc. cit.
4
Huxley, Op. Cit., p. 35.
desarrollo y desenvolvimiento de un sujeto en la sociedad, además de traumar al individuo si ésta

no está bien cimentada y preparada para ofrecer una buena educación a los hijos.

Por el lado de la religión o bien de la idea de Dios, Huxley (2000) dice lo siguiente: “Dios

no es compatible con el maquinismo, la medicina científica y la felicidad universal. Es preciso

elegir. Nuestra civilización ha elegido el maquinismo, la medicina y la felicidad. Por esto tengo

que guardar estos libros [que hablan de Dios] encerrados en el arca de seguridad. Resultan

indecentes. La gente quedaría asqueada.” (p. 135).5 Entonces, a partir de querer eliminar los

constructos sociales: Dios y familia, porque “limitan” el desarrollo del hombre al tener grados

altos de sentimentalismos, traumas, miedos y demás conflictos emocionales, se cree que se podrá

alcanzar una libertad individual y por lo tanto ser felices; idea, que es necesario refutar ya que, es

precisamente lo que implica que las utopías sean inexistentes e irrealizables, porque lejos de

conllevar a la felicidad y a la libertad se está guiado a la sociedad a una distopía, que pretende

tener sujetos sin un sentido crítico, es decir, mecanicistas, como lo afirma George Orwell (1957):

“Su cerebro debía lanzar una mancha que tapara cualquier pensamiento peligroso al menor

intento de asomarse a la conciencia. Este proceso había de ser automático, instintivo... no sólo

debía pensar rectamente, sino sentir y hasta soñar con rectitud…” (P.p.160-161).6

Resulta indiscutible que la idea del mundo perfecto se dé en estos tiempos, porque el hecho

de que esta idea se desarrollara en una sociedad provocaría, en primera instancia, la supresión de

la emocionalidad (al no gozar el afecto de la familia, amigos, o incluso tener prohibido enamorarse,

porque eso también limitaría el comportamiento al dejarse sentir), en segunda instancia, el

constante condicionamiento (con estimulación positiva o negativa según la requiera la situación)

5
Ibíd., p. 135
6
Orwell, G. (1957). 1984. Barcelona; Ediciones Destino.
y en última instancia, el de ser indiferentes al dolor que significa perder a un ser querido, es decir,

que el sistema sería de inhumanos, algo paradójico, si se supone que es precisamente nuestra

emocionalidad lo que nos dirige a discernir y tomar decisiones como sujetos emocionales que

somos. Actuaríamos indiferentes ante lo afectivo, como lo manifiesta Huxley (2000): “—No vaya

a pensar —dijo— que sostuviera ninguna relación indecorosa con aquella muchacha. Nada

emocional, nada excesivamente prolongado. Todo fue perfectamente sano y normal” (p.72).7 Es

así, que la causa principal de esta indiferencia, es el terrible condicionamiento, que los sujetos de

mayor rango y con el poder de manipular las situaciones implementan como estrategia para tener

“todo” bajo control, así es expresado por Huxley (2000): “Los Alfas [la clase social más alta] son

condicionados de modo que no tengan forzosamente que ser infantiles en su comportamiento

emocional. Razón de más para que realicen un esfuerzo especial para adaptarse.” (p.73).8 De

acuerdo con lo anterior, el condicionamiento hace posible que la conducta del hombre sea

predecible y controlable, puesto que al eliminar en él la emocionalidad, se volvería mecanicista e

influenciable, además de ser indiferente a la pérdida de un ser querido o incluso a la idea de su

propia muerte. Claro que este proceso se ha de llevar a cabo desde la infancia, para que se dé una

buena introyección, Huxley (2000) lo expone de esta manera: “El condicionamiento ante la muerte

empieza a los dieciocho meses. Todo crío pasa dos mañanas cada semana en un Hospital de

Moribundos. En estos hospitales encuentran los mejores juguetes, y se les obsequia con helado de

chocolate los días que hay defunción. Así aprenden a aceptar la muerte como algo completamente

corriente” (p.111).9 De esta manera, se tendría sujetos indiferentes al dolor, al amor, a la vida

misma; seres humanos sin Dios, sin familia, sin pensamiento crítico y además de eso, predecibles,

7
Huxley, Op. Cit. P.72
8
Id., p. 73
9
Id., p. 111
influenciables y moldeables en cuanto a su conducta. Entonces es considerable la afirmación de

que al estar condicionados y sin emociones, el hombre es capaz de concebir la muerte de una

manera natural, sin sentimentalismos ni emoción. Sin embargo, ¿Qué sería el hombre sin

emociones? Es claro que tendría una vida sin sentido, sin metas y sin propósitos, obligados siempre

a “ser” y a “hacer” lo que la clase alta disponga para la “estabilidad social”. Lo positivo de esta

situación, es que se queda en una utopía que no existirá, puesto que de nada sirve lo cómodo y

estable que pueda ser un lugar, sino hay cambios y libertad de pensamientos, de manera similar lo

describe Skinner (1968): “En el fondo, no es más que un sistema de molestias y frustraciones,

gradualmente mayores, inmerso en un ambiente de serenidad total.” (p. 106).10

En conclusión, es claro que un mundo perfecto con habitantes perfectos no siempre es el

más feliz, porque “un mundo feliz”, implica dejar de ser humanos para ser robots; sin personalidad,

sin individualidad, sin un yo, sin un nosotros. Ser perfectos sería sinónimo de hacer todo lo que

los demás dispongan y eso no conlleva ni a la felicidad ni a la libertad. Finalmente, en lo que

respecta a la evolución de la ciencia, es cierto que ha ocasionado buenos avances tecnológicos e

innumerables ventajas para el hombre, sin embargo, hay que tomar en cuenta que las consecuencias

son siempre negativas si el fin de los nuevos descubrimientos se orienta a buscar una sociedad

ideal y tratar de ir en contra de la naturaleza del hombre.

10
Skinner, Op. Cit., p. 106.

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