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En su sentido originario la palabra mito alude a algo real como ficticio, es una alegoría, está
compuesto por componentes irreales como también de elementos que nos dan cuenta de las
formas de vida reales del hombre creador de mitos.
El paso del mito al logos se consuma paulatinamente. Un grupo de pensadores que suscitan las
cuestiones filosóficas acerca del origen de las cosas y que proponen un principio unitario del
mundo, esencial, expresado desde un lenguaje mitológico, pero con un uso claramente
metafórico del nombre de los dioses y mediante una reinterpretación alegórica de los mitos.
Los pitagóricos establecieron el canon de las cuatro ciencias Pitagóricas: aritmética, geometría,
astronomía y acústica (teoría racional de la armonía), que mas tarde constituiría como
quadrivium la base de las siete artes liberales.
Para Heráclito, el solitario o el oscuro entre los presocráticos, la base de todo conocimiento es
la contemplación empírica de la multiplicidad de las cosas, que le conduce a la convicción de
que la totalidad del mundo consiste en opuestos. Todo lo que sucede es expresión de las
relaciones entre los opuestos. El padre de todas las cosas es la guerra, es decir, la lucha de los
opuestos, que al fin, no obstante, alcanzan una unidad comprensible en la razón eterna del
mundo. Del todo deviene la unidad y de la unidad deviene el todo. En definitiva, para Heráclito
los opuestos se mantienen en una tensión constante la cual constituye a la vez orden armonía.
Ahora bien, el paso del mito al logos es un paso paulatino de un pensamiento primitivo a uno
más elaborado, de un pensamiento pre-científico a uno científico. Al respecto Aristóteles dice:
“la admiración ha sido siempre, antes como ahora, la causa por la cual los hombres comenzaron
a filosofar. Al principio se encuentran sorprendidos por las dificultades más comunes; después
avanzando poco a poco, plantearon problemas cada vez más importantes…”
Tanto en el mito como en la Filosofía se partirá entonces de una conmoción provocada por la
admiración, que revelaría un estado de ignorancia, de no saber, de no saber efectivamente a
qué atenerse frente a la realidad.
La relación del hombre con los dioses se expresa a través de unas narraciones denominadas
mitos. Los mitos son relatos que sugieren una interpretación del cosmos y establecen el puesto
del hombre en el mismo. El cosmos mitológico está poblado por una serie de personajes
dotados de poderes sobrenaturales (dioses, semidioses o héroes). Las historias narradas en el
mito tienen lugar en un tiempo «falso», es decir, que no se corresponde con ningún período del
tiempo real. Los mitos expresan un saber que presenta las siguientes características:
Los mitos constituyen narraciones que exponen el lugar del hombre en un cosmos caótico
(impredecible) y sagrado (sujeto a la voluntad de unos dioses ante los que solo cabe la
resignación y el sacrificio). Su saber es anónimo, ahistórico, etnocéntrico, irracional y fuente de
legitimidad del orden individual y social.
Las versiones griegas cuentan que Hades, dios que rige en el Tártaro o Mundo de los
Muertos secuestra a Core-Perséfone, la hija primaveral de Démeter cuando ella recogía
flores en los campos acompañada de un cortejo de ninfas para hacerla su esposa a la
fuerza. En los relatos se destaca el dolor de Démeter, la diosa de la fértil Tierra ante la
desaparición de su hija y su búsqueda desesperada. Ella abandona el Olimpo, la sede de
los dioses y comienza a buscar a Core durante nueve días y noches, sin beber ni comer. En
su peregrinaje la acompaña Hécate, la diosa de las Encrucijadas (o Anciana Sabia que con
la Doncella y la Madre forma la Triple Diosa pre-patriarcal). Démeter se viste de negro en
señal de duelo, transformando su belleza y esplendor divino en la imagen de una madre
humana angustiada.
Con esa información, Deméter y Hécate van ante Helios, el dios sol "que todo lo ve" para
que admita ante ellas quién es el raptor. Helios confirma la sospecha de Démeter: Hades,
el hermano de Zeus es el secuestrador de Core. Démeter está tan indignada que deja de
sustentar la vida, impidiendo que florezca sobre la tierra.
Zeus envía regalos y mensajes a Deméter para que deponga su actitud y acepte los hechos,
es decir su voluntad y la de su hermano. Pero ella responde que la tierra seguirá estéril
hasta que Core sea devuelta. Entonces Zeus ordena a su hermano que devuelva a Core,
diciéndole que si no lo hacía "todos estaremos acabados". También le respondió a
Démeter que su hija sería restituída siempre y cuando no haya probado la comida de los
muertos.
Mientras tanto, en el Tártaro, Core llora contínuamente, negándose a comer o beber los
manjares que Hades le ofrece. Ocultando su bronca por la noticia recibida de su hermano,
Hades se acerca a Core y le comunica que él la dejará en libertad porque ve que es
desdichada y su madre llora por ella. Entonces Core deja de llorar y acepta las semillas de
una granada que Hades le ofrece. Finalmente, en Eleusis, Démeter se reencuentra con su
hija abrazándola llena de alegría. Pero un testigo informa sobre la granada y Démeter se
sintió muy desalentada al saber que Core había comido en el mundo de los muertos
quedándo así vinculada a Hades. Entonces dijo: "No volveré al Olimpo ni anularé mi
maldición sobre la tierra".
Desesperado Zeus instó a Rea, madre de Hades, Démeter, Zeus y demás dioses olímpicos,
para que suplique a Démeter no cumplir su amenaza. Al final se llega a un acuerdo: Core-
Perséfone pasará tres meses con Hades en el Tártaro y el resto del año con Démeter sobre
la faz de la tierra. Hécate se encargará personalmente de la protección de Core
ofreciéndose como garante para hacer que el pacto se cumpla.