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MOLINA CAMPOS, E.: La enseñanza de la biblioteconomía: historia y
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amplia etapa histórica, que arranca del mundo oriental y se extiende por todo el
occidental.
Los catálogos primitivos demuestran que sus compiladores caminaban a tientas
hacía un "sistema". Los profesionales de entonces, como en cierto modo ocurre ahora,
no siempre se sentían seguros a la hora de hacer frente, en la práctica, a la múltiple y
compleja casuística que presenta, en toda época, la catalogación, a fin de controlar
suficiente y adecuadamente, las formas y los contenidos documentales.
En la mayoría de las bibliotecas del período Antiguo no existían catálogos y
cuando existían no pasaban de ser listas descriptivas cuya finalidad era inventariar las
colecciones y ordenarlas según una metodología muy rudimentaria. No se puede
hablar de catalogación en este período, por lo menos en el sentido que tiene
actualmente, se puede hablar de rudimentarios catálogos. Es decir, de listas
descriptivas y ordenadas. Del estudio de los catálogos en la Antigüedad se pueden
extraer algunas conclusiones:
-No es clara la diferencia entre archivo y biblioteca: las bibliotecas tenían,
exclusivamente, carácter de depósito y conservación de los fondos.
-No es clara la diferencia entre catálogo e inventario: el objetivo
primordial de los catálogos es el mero control de las colecciones.
-Al no existir normas para la realización de los catálogos era el criterio
personal de cada catalogador el que se imponía en los trabajos.
-En la parte descriptiva de aquellos catálogos, se mezclaban los
aspectos formales del documento con lo que hoy llamaríamos "contenido
intelectual" del mismo. Es decir, se mezclaban la catalogación con la
clasificación. De ahí que haya autores que llaman a los catálogos de esta
época, catálogos clasificadores.
Es a mediados del siglo XVI, cuando se comienza a observar, los primeros
"intentos" de implantación de rudimentarias normas de catalogación, principalmente, a
través de la obra del enciclopédico bibliógrafo suizo Conrad Gesner (1516-1565), de
Andrew Maunsell y de Gabriel Naude ( 1600-1653).
La confiscación de los bienes de la Iglesia, obra del gobierno revolucionario
instaurado con la Revolución Francesa, trae consigo la acumulación de una enorme
cantidad de volúmenes, más de 12 millones de tarjetas, estampas, monedas por
inventariar y catalogar. Con la supresión de las entidades religiosas y también
seculares y la confiscación de sus posesiones, muchas e importantes bibliotecas
privadas que contenían un número indeterminado de libros y manuscritos pasaron a
ser propiedad del estado francés. Hay que tener en cuenta, que la mayor parte de las
bibliotecas francesas anteriores a la Revolución eran bibliotecas privadas,
fundamentalmente bibliotecas de instituciones religiosas, colecciones de particulares o
bibliotecas fundadas por las instituciones de enseñanza o centros eruditos. El gobierno
decidió entonces utilizar esos fondos para la creación de bibliotecas públicas,
dedicadas a la educación popular.
1.2. Primeras normativas europeas
Bajo el título de Instruction pour próceder à la confection du catalogue de
chacune des bibliothèques sur lesquelles le Directoires ont dû ou doivent incessam
ment apposer les scellés2 se publicó el 15 de mayo de 1791, lo que se conoce como
las primeras reglas de catalogación conocidas en el mundo. Se redactaron con el único
objetivo de poder inventariar los fondos de las bibliotecas confiscadas y crear un gran
catálogo general de los bienes culturales que contaba Francia3.
En la citada instrucción francesa de 1791 se aconseja la clasificación por
autores y se pide que la catalogación sea realizada por personas de una cierta cultura.
Establece, como norma obligatoria, el encabezamiento de autor e incluye reglas
concretas para el acceso al documento y para su localización. Precisa también, su
forma documental: catálogo en forma de fichas.
Resulta ser esta pequeña obra la primera instrucción en materia de catalogación
del mundo que se conoce. Su importancia no radica tanto en sus aportaciones sino en
que se trata del primer intento normalizador a escala nacional4. De ahí que la
instrucción francesa de 1791, ha sido más valorado por los historiadores que por los
profesionales de la catalogación. Por otra parte, su texto, pese a ser una obra mítica en
la historia de la catalogación, no ha sido muy difundido ni reproducido. El original
francés es un pequeño panfleto de dieciséis páginas, similar a otros muchos publicados
por el gobierno revolucionario. El lenguaje empleado, es sencillo, descomplicado, dada
su finalidad pedagógica.
Las segundas reglas de catalogación conocidas en el mundo fueron las
españolas de Pedro García5, bibliotecario 5ª de la Real Biblioteca de S.M., conocidas
por Reglas que se han de conservar para hacer las cédulas para un índice general y, el
complemento de las mismas, Instrucciones para los que han de hacer las
cédulas6,aprobadas por la Junta de Bibliotecarios de la Real Biblioteca de S.M. el 21 de
febrero de 1815. Estas reglas estuvieron vigentes durante 42 años hasta que se
aprobó la Instrucción de Indalecio Sancha y Moreno de Tejada y sirvieron para hacer el
primer índice o catálogo en papeletas sueltas o fichas.
Estas son pues, las primeras reglas españolas de catalogación y las segundas
conocidas en el mundo, de las que se tiene noticia hasta la fecha, inéditas hasta ahora,
lo mismo que una versión ampliada de las mismas, manuscrita con letra del siglo XIX
en un bifolio, que se conserva en la Sección de Manuscritos de la Biblioteca Nacional
de España.
2. Comienza la explotación de las grandes colecciones
Al mismo tiempo que a principios del siglo XIX en Francia se luchaba por crear
un catálogo general de todos los bienes culturales confiscados por la Revolución
Francesa, en otros países europeos existía esa misma preocupación por organizar y
conservar los valiosos y dispersos tesoros culturales existentes en cada uno de ellos, lo
que dará lugar a la explotación sistemática de las grandes colecciones documentales
europeas, de los archivos y de las series críticas de los textos. Se trata de una
2
editadas en París por L'Imprimerie Nationale, 1791, 16 p.
3
Cfr. LONDON. G.: op. cit., p. 254.
4
Ídem, p. 9.
5
GARCÍA EJARQUE, Luis: "Inicios de la catalogación en España: las primeras
reglas de catalogación de la Real Biblioteca de Madrid". Boletín de la Asociación
Española de Archiveros, Bibliotecarios y Museólogos y Documentalistas, XLIV
(1994), nº 1, enero-marzo, pp. 89-106.
6
Cfr. GARCÍA EJARQUE, Luis: "Inicios...", op. cit., pp. 90-95.
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7
QUIGG ALA, P.J.: Theory of cataloguing: an examination
guidebook, London: Clive Bingley, 1966, p. 20.
INSTRUKTIONEN für die alphabetischen Katalogue der preussischen Biblioteken, 1899. 2 Ausgabe. 1908
(Berlín. 1915)
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lengua alemana.
La corriente europea de principios del XX, está representada por el Código
Vaticano de 1931, conjunto de reglas de catalogación, tenido por muchos países como
el más completo código existente entonces. Fue redactado para la Biblioteca que le dio
nombre, importante por sus valiosos fondos antiguos.
3. Carrera por la normalización documental
La tercera etapa o etapa especializada se inicia con la segunda mitad del siglo
XX y comprende acontecimientos como las Conferencias Internacionales de París
(1961) y de Copenhague (1969), la creación por parte de la IFLA del programa Control
Bibliográfico Universal y de las múltiples ISBD para la descripción de distintos tipos de
documentos. Coincide también con la publicación, en países avanzados, de nuevos
códigos, algunos de gran fuerza normalizadora y amplia difusión como el
Angloamericano.
Configuran esta etapa la carrera, la contienda por la normalización documental.
Es decir, la lucha por establecer reglas que aseguren la interconexión de sistemas que
permitan una mayor facilidad en el tratamiento documental y en la transferencia de la
información y la lucha por por sujetar a reglas, la naturaliza polisémica del documento,
lo que ha generado distintas corrientes de interpretación según épocas y escuelas y
una permanente revisión de reglas y códigos de catalogación. Organismos e institucio-
nes internacionales como la Unesco, Iso, Fid, Iso, entre otros, o nacionales, como
Aenor, Afnor, etc., redactan en este período normas entre las que cabe destacar en
esta materia:
- Las múltiples ISBD, como normas de descripción bibliográfica de todo
tipo de materiales.
- El formato de intercambio internacional de datos bibliográficos legibles
por ordenador conocido por Marc.
- Los variados códigos de identificación de los documentos como son,
entre otros, el ISBN, ISSN,
CODEN, etc.
- Las relativas a soportes físicos (formato de fichas) (75xl25 mm.).
- El conjunto de normas ISO aplicadas al vocabulario y terminología,
(como las normas ISO l968-l973), etc.
la salida del libro, a fin de que es información puede incluirse en la edición del libro a la
que pertenece. De esta manera, el libro y sus datos catalográficos, se encuentran
simultáneamente a disposición de bibliotecarios, libreros y bibliógrafos.
*1960:Lubetzky publica Code of cataloging rules..., obra en la que plantea un
drástica reducción del número de reglas.
*1961: Conferencia Internacional sobre Principios de Catalogación (ICCP),
celebrada en París. Tiene fuerte influencia sobre la catalogación de todo el mundo.
Primer intento serio para iniciar un acuerdo internacional. La declaración de principios
adoptada en esta conferencia, se basa en la obra de Lubetzky.
9
27 de octubre de 1998, p. 6.
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HARRIS, Michael H.: The age of Jewett: Charles Coffin Jewett and American
Librarianship 1841-1868, Littleton: Libraries Unlimited, 1975.
LONDON, G.: “The place and role of bibliographic description in general and individual
catalogues”: a historical analysis. Libri, v. 30, nº 4, 1980, pp. 253-284.
OSBORN, A. D.: "The crisis in cataloguing", Library Quarterly, 1941, 11(4), pp. 393-
411.