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DUELO

El duelo según de la fuente (2.002) es un proceso emocional y cultural definido, sujeto a


variaciones individuales que dependen del carácter del sujeto con el “objeto perdido”, del
significado que tiene para él esa pérdida y del repertorio de recursos del que dispone para
contender con ella.
CARACTERÍSTICAS DEL DUELO EN LOS NIÑOS DE 0 A 12 AÑOS
Cada vez más desde nuestra sociedad tendemos a proteger de un modo excesivo a
nuestros infantes de las crudas realidades de la vida. Esto que a priori nos parece bueno,
en muchas ocasiones no lo es ya que apartando a los niños de estas realidades no les
permitimos que conozcan, experimenten, se habitúen y aprendan a afrontar muchas de las
experiencias que tendrán que vivir en un tiempo más o menos próximo.
La muerte de un ser querido es uno de los acontecimientos más dolorosos y estresantes
que puede experimentar un ser humano, y además suele ser un hecho ineludible en la
mayoría de los casos. ¿Quién no ha perdido a alguien al que quiere?
Cuando esto ocurre todas las personas, incluidos los niños y los adolescentes, debemos
enfrentarnos a un proceso de duelo para el que muchas veces no estamos preparados. Si
no afrontamos adecuadamente esta pérdida estaremos expuestos a sufrir problemas
posteriormente.
Algunos de los mitos que nuestra sociedad ha forjado en torno al duelo infantil son los
siguientes:
 El sufrimiento y el duelo infantil son de corta duración. Pero en realidad, este
dolor nunca termina. Los niños crecen, se desarrollan y van descubriendo e incorporando
nuevos factores desarrollados con la pérdida.
 Los bebés y los niños pequeños, no son capaces de sufrir o experimentar el
duelo. Es al contrario, los niños/as experimentan estas emociones intensamente. Sin
embargo su expresión verbal poco desarrollada no les permite expresar estos sentimientos
y muchas veces estas emociones no son reconocidas por los adultos.
 El trauma causado por la muerte de un ser querido siempre ocasiona trastornos
emocionales a largo plazo. El sufrimiento es una respuesta normal a la muerte de un ser
querido. En la mayor parte de los casos, cuando los niños/as reciben apoyo y sienten que
sus sentimientos y experiencias son validadas, tienden a desarrollarse normalmente.
 Para ayudar a los niños/as que han perdido a un ser querido, el objetivo es
terminar con su sufrimiento y duelo. Como procesos, el duelo y el dolor nunca terminan,
y por ello reaparecerán a lo largo de toda la vida. El cariño y la comprensión ayudarán a
procesar esta experiencia.
Al objeto de que los adultos podamos reconocer el proceso de duelo por el que pasan los
niños/as y de ese modo podamos ayudarles a afrontarlo, será útil que conozcamos sus
reacciones de acuerdo con su edad y su etapa evolutiva.
PRIMERA ETAPA: MENOS DE 3 AÑOS
No comprenden qué significa el concepto de muerte y sus consecuencias. Carecen de la
percepción de tiempo y espacio.
Los bebés
Crean un vínculo afectivo muy fuerte con la persona que les cuida y protege (normalmente
la madre), ese apego les proporciona seguridad emocional, aceptación y protección.
Al fallecer esta figura protectora, la primera sensación que tiene es la de abandono. En
este caso es común observar en los bebés comportamientos como:
 Búsqueda de la figura protectora, llantos inconsolables, rechazos a nuevas figuras
protectoras, alteración del sueño, problemas en la alimentación, irascibilidad, rabietas…
La ausencia de esa figura protectora ocasiona al bebé sentimientos y emociones
de abandono, indefensión y desprotección. Lo principal es que cuanto antes el bebé
vuelva a sentirse querido y protegido por otra persona, aunque eso no evitará que él
espere durante bastante tiempo la aparición de su madre.

2 a 3 años
El niño ha evolucionado cognitivamente aunque su perspectiva emocional es similar. La
pérdida de una persona significativa les provoca sentimientos de abandono, miedo y
desasosiego. Así que el niño tendrá episodios de:
 Llanto, intranquilidad, inseguridad, desapego, retroceso en el aprendizaje, rechazo
hacia otras personas, irritabilidad. Con esta edad ya preguntan continuamente por la
persona fallecida, aunque al rato parece que se han olvidado de ella.
Lo mejor que podemos hacer en esta etapa es otorgarle afectividad y seguridad. Los
familiares son esenciales en estos primeros momentos.

SEGUNDA ETAPA: DE 3 A 6/7 AÑOS


3 a 5 años
Su nivel de comprensión es más avanzado, ya domina mejor el lenguaje. Aún no están
preparados para entender el concepto de muerte. Para ellos las personas no tienen límite
temporal.
La muerte la entienden como algo reversible, temporal e impersonal, ni siquiera se
plantean que ellos o su familia puedan morirse. Cuando eso sucede lo primero que
sienten es abandono y desprotección.
 Constantemente están esperando que aparezca esta persona y esto les causa gran
dolor y ansiedad.

5 a 6 años
Empiezan a comprender un poco más el significado de estar vivo o muerto aunque son
incapaces de comprender de manera global lo sucedido.
Sus manifestaciones de duelo más comunes son:
 Sentimiento de abandono, miedo, incomprensión, tristeza, culpabilidad, ansiedad
por la separación, incertidumbre, rabia, enfado, pocas ganas de comer, falta de atención.
Otros síntomas habituales en las primeras semanas son:
 Conductas desadaptadas, retroceso en su desarrollo evolutivo, enuresis, regresión
del comportamiento, desobediencia, trastornos de la alimentación, desinterés, pesadillas,
etc… Son manifestaciones muy comunes que desaparecen con el tiempo.
En caso de que se intensificaran y persistieran podríamos decir que el duelo se está
complicando y debe consultarse con un psicólogo.
Es aconsejable que el niño participe con el resto de la familia en esos momentos de
dolor, ya que eso le facilitará el que exprese sus sentimientos y comprenda mejor la
realidad.

TERCERA ETAPA: DE 6/7 A LOS 11/12 AÑOS


6 a 9 años
A los 6/7 empiezan a entender el concepto de la muerte, aunque aún les resulta difícil
imaginar que ellos o sus seres queridos tienen que morir.
A los 8/9 años ya empiezan a superar el concepto de reversibilidad y dan paso al
concepto de lo definitivo.
Cuando se muere un ser querido se les hunde su mundo, su estabilidad y la protección
que creían tener desaparece. Actitudes hacia la pérdida:
 El rechazo es una de sus primeras actitudes.
 En estas edades los niños lo personifican todo y la culpabilidad es un rasgo muy
común. En ocasiones han podido escuchar a su madre: “eres malo, me vas a matar a
disgustos”. Este tipo de frases permanece en el interior del niño y él puede llegar a pensar
que es el culpable de dicha muerte.
La dificultad que tienen algunos de expresar sus miedos, pensamientos y ocultarlos les
pueden llevar a entrar en un proceso de ansiedad, angustia y culpa que puede afectarles
en su desarrollo psicológico. El rechazo, la rabia y la falta de aceptación por la pérdida
ocasionan cambios de comportamientos expresados en:
 Agresividad, violencia, pesadillas nocturnas, falta de concentración, insociabilidad,
rechazo a otros familiares que quieren ayudarle, culpabilidad dirigida hacia sí mismo o
culpabilización hacia la persona fallecida por haberse muerto, irritabilidad, desinterés,
necesidad de permanecer con las personas sobrevivientes por miedo a que también
mueran, deseo de unirse con la persona fallecida, expresándolo continuamente,
agresividad manifestada a través del juego…
En ocasiones síntomas psicosomáticos como:
 Cefaleas, dolor de estómago, inapetencia, hipocondría, estrés postraumático.
La ayuda de los familiares, profesores y amigos es la mejor terapia para superar el trance
doloroso y elaborar el duelo aceptando la muerte de su ser querido.
Para el psicólogo William C. Kroen (2002), los tres temores más frecuentes del niño son:
-¿Causé yo la muerte?
-¿Me pasará esto a mí?
-¿Quién me va a cuidar?
Más de 9 hasta 12 años.
Los niños ya están preparados para tomar conciencia de la dura realidad de la vida. En un
duelo presentan sentimientos ambivalentes:
 Curiosidad por saber más sobre la muerte. Con preguntas de este estilo: ¿Cuándo
una persona muere a dónde se va? ¿Se lo comen los gusanos?…
 Miedo atroz hacia ella.
Cuando un niño está elaborando el duelo, no solo es importante observar sus cambios de
comportamientos, sino también las preguntas que nos formulan. A través de ellas
podemos averiguar en qué momento emocional se encuentra, si existe ansiedad
persistente, si tienes deseos de morirse (vigilar las ideas suicidas).
Lo mejor es que la comunicación sea fluida entre el niño y los adultos, para que así
puedan expresar sus emociones, miedos, pensamientos. El silencio de lo que está
ocurriendo hace que no elabore su duelo de manera normal y que pueda optar por
aplazarlo.
Otras variables que debemos tener en cuenta son:
 Los cambios que se producen en su entorno. El cambio lo viven como pérdidas, les
desestructura y sienten ansiedad por lo inesperado.
 La adaptación de roles. Hay niños que adoptan roles del fallecido, para intentar que
todo siga igual o para evitar el sufrimiento de la familia pudiéndole crear un cuadro de
ansiedad o síntomas depresivos. En otras ocasiones se convierten en niños irrespetuosos
que abandonan sus obligaciones y culpabilizan a los demás de lo sucedido. Todo esto
son manifestaciones de inseguridad y de rabia por todo lo que ha cambiado su vida, no
aceptan esa muerte y tienen gran sentimiento de abandono.
Es importante mantener la comunicación desde el primer momento con los niños para
que expresen su dolor y vuelvan cuanto antes a la normalidad

Tareas del duelo infantil


En el duelo adulto, y tambíen en el duelo infantil, se dan cuatro tareas básicas, según el
psicólogo Robert A. Neimeyer. No siempre en el mismo orden, y a veces superpuestas.
Son las siguientes:

 Asumir la realidad de la pérdida. Muy a menudo las pérdidas producen sorpresa, e


incluso incredulidad. Más cuanto mayor y más significativa es la pérdida.

 Asumir las emociones relacionadas con la pérdida. Los duelos duelen. No hay
atajos emocionales ni afectivos.

 Aprender a vivir con la realidad de la pérdida. Asumir la nueva identidad.

 Olvidar recordando. Reubicar el objeto perdido. Relacionarse de otra forma con el


recuerdo de aquello que se perdió, dejando espacio para seguir adelante,
incorporando lo nuevo sin dejar de lado lo perdido.

Libro aprender de la perdida de Robert, A. Neimeyer


Fases del duelo infantil

 Shock. Incredulidad, desconcierto. Puede ser que la persona actúe como si nada
hubiera pasado, o bien que se paralice. Es un mecanismo protector que permite
abordar la información, una especie de evitación pasajera de la realidad.

 Búsqueda. Urgencia por reencontrarse con el objeto perdido. Frustración, rabia,


culpa. Pérdida de la sensación de seguridad. Agresividad.

 Desorganización. Sentimientos depresivos, ausencia de ilusión para la vida.


Consciencia de la irreversibilidad. Tristeza, llanto, vacío, soledad, apatía, desinterés.

 Organización. Se empieza a poner en funcionamiento los recursos propios.


Adaptación a la nueva realidad.

En el duelo infantil, se acentúan algunas reacciones que se inscriben en el proceso normal


del duelo: negación de la realidad, conductas regresivas, agresivas, vulnerabilidad, miedo,
culpabilidad, ocuparse de los demás, cuidar, controlar…

Como pautas para hablar con los pequeños sobre la muerte, es de señalar que, aunque
resulte muy doloroso y difícil, es mejor hacerlo pronto. Pasadas las primeras horas ha de
buscarse un momento y un lugar adecuado y explicarles lo ocurrido con palabras sencillas
y sinceras. Señalar que todos los seres tienen que morir algún día y que le ocurre a todo el
mundo, que no es culpa de nadie, sino que es algo natural, triste, pero natural.

Permitir al niño asistir y participar en el funeral o el entierro, puede ayudarle entender el


paso de la muerte e iniciar mejor el proceso de duelo. Comentarle lo que va a ver o a oír, y
si los padres están demasiado afectados, puede ser conveniente que otra persona (un
familiar o amigo de la familia) se ocupe de atenderle y de acompañarle durante estos
actos.

Se pueden contar cuentos, fábulas, si el niño es muy pequeños, que ayuden para
comparar lo que está pasando acorde con creencias y filosofías de la familia.

Dejar que se exprese, que cuente lo que siente, recordar cosas bonitas que se han vivido y
sobre todo mantenerse física y emocionalmente cerca del niño. Permitirle estar cerca,
abrazarlo, escucharle, llorar con él…

Cuentos para explicar la muerte

#01. Cuento infantil para explicar la muerte


#02. No es fácil pequeña ardilla
#03. Vuela Mariposa Vuela
#04. Estirar la pata (o cómo envejecemos)
#05. Nana vieja
#06. Los abuelos
#07. Mi abuela tiene Alz... ¿qué?
#08. Una mamá para Owen
#09. Más allá del gran río
#10. El abuelito ha muerto
#11. La estrella de Lisa
#12. Café dulce, café amargo
#13. Un regalo del cielo
#14. La mejor familia del mundo
#15. Yo siempre te querré

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