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Opiniones muchas, ¿convicciones cuántas?

Ilustración:

A continuación, yo voy a leer una lista con varias afirmaciones y ustedes se van a ubicar a la
derecha o a la izquierda de este salón, dependiendo de si están a favor (derecha) o en contra
(izquierda).

 El brownie no es delicioso.

 El vallenato es el mejor género del mundo.

 Las mujeres no juegan bien fútbol.

 Samsung es mejor que Iphone.

 No hay jugador que supere a Lionel Messi.

 El café es mejor que el chocolate.

Lectura de la escritura:

Mateo 16: 13-18


13
Cuando llegó a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos:

—¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?

Le respondieron:
14
—Unos dicen que es Juan el Bautista, otros que Elías, y otros que Jeremías o uno de los profetas.
15
—Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?
16
—Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente —afirmó Simón Pedro.
17
—Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás —le dijo Jesús—, porque eso no te lo reveló ningún
mortal, sino mi Padre que está en el cielo. 18 Yo te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra
edificaré mi iglesia, y las puertas del reino de la muerte no prevalecerán contra ella.
I. Jesús pregunta acerca de las opiniones.
Así como en las afirmaciones que vimos al principio sucede con Jesús. Ahora bien, esas
afirmaciones son triviales, es decir: no es que nuestra vida vaya a ser grandemente afectada
por no coincidir con determinada persona en que ‘’el brownie es delicioso’’; pero mi
opinión, acerca de Jesús es otro nivel, ahí si cambia la cosa, por eso el título de nuestra
reflexión ‘’opiniones muchas, convicciones cuántas’’. Porque es que con Jesús no sirven
las opiniones, porque sobre Jesús yo debo tener convicciones.

La gente que vivió en el tiempo de Jesús tenía muchas opiniones acerca de Él.

Algunos pensaban, según este versículo, que Él era un maestro o un profeta más, que
hablaba en nombre de Dios, consideraban Sus palabras como dignas de admiración, veían
en Jesús a alguien diferente, se maravillaban de lo que hablaba, ¡pero hasta ahí! Un simple
maestro más, un simple profeta más.

Otros seguían a Jesús por las bendiciones que de Él podían recibir, así como pasó cuando
por el poder de Dios hubo pan y pescado para alimentar a la multitud; así mismo, otros le
seguían por simplemente ser sanos de alguna enfermedad, como los nueve leprosos que
después de ser limpiados de su enfermedad se olvidaron del autor de su sanidad.

Otros quienes eran más irrespetuosos pensaban y decían que Jesús era un loco; sus palabras
eran: ‘’está fuera de sí’’, ‘’Él puede a los endemoniados por el poder que Belzebú, príncipe
de los demonios le da’’. Otros, como su familia, simplemente no le creían, permanecían
con su corazón endurecido.

II. Jesús pregunta acerca de la convicción de los discípulos.


Jesús ahora lo hace personal, los confronta, les habla a sus corazones, a Jesús le interesa
saber lo que hay en el corazón de sus discípulos. Y así como Él lo hace con sus discípulos
hace dos mil años hoy lo hace con nosotros y nos pregunta claramente ‘’¿Quién soy yo para
ti?

Les traduzco lo que dijo Pedro: ‘’Tú eres Cristo, el ungido, el señalado, el elegido, el
Mesías, el Salvador, el único quien puede salvarme de mi pecado, el único quien me puede
limpiar de mi maldad, el único quien me lleva a relacionarme correctamente con Dios como
mi creador, como mi Padre, como mi amigo’’.
Jesús es el cordero de Dios que quita el pecado del mundo, quien quita mi pecado, quien me
hace entrar en una relación de paz con Dios, quien en la cruz recibió la ira de Dios que
debía recibir yo, porque Jesús, el Cristo, el Hijo del Dios viviente, murió en nuestro lugar,
sufrió la muerte que yo debía morir, porque ‘’el que no conoció pecado fue hecho pecado
por nosotros, para que nosotros podamos ser declarados justos delante de Dios’’. La vida
perfecta de Cristo es nuestra garantía de salvación, no son nuestras buenas obras, es Su
justicia, Su santidad.

III. Jesús habla acerca de la implicación de la convicción de los discípulos.


Si yo conozco verdaderamente a Cristo como mi Salvador y mi Señor yo no voy a ser
movido jamás. Porque mi roca en la que edifico mi vida es Él mismo, porque con Su
poder, voy a poder ver el cumplimiento de Su promesa, de que ni la misma muerte, ni el
pecado, van a poder echar a perder el propósito que Dios tiene con Su iglesia, conmigo.

¿Cuál es el propósito de Dios?


El propósito de Dios es cambiarnos, transformar nuestra vida, llevarnos a la eternidad para
que estemos con Él; esto se va dando en un proceso que llamamos santificación.

Santificación es:

Dios quiere que escuchemos Su voz, Dios quiere que le obedezcamos, que no seamos
necios, dejándonos llevar por nuestro corazón perverso y engañoso, Dios quiere darnos bien
y no mal, Dios quiere formar a Cristo en nosotros; he ahí la importancia de porque yo
necesito conocer a Cristo como mi Salvador, como mi Señor.

Porque si le conozco como mi Señor y mi Salvador, si tengo la convicción de que Él es mi


Cristo, encontraré sentido a lo que hemos leído en la palabra y escuchado incansablemente
de boca de nuestros líderes acerca de ser santo.

Porque en Él encuentro la provisión que necesito para poder ser santo, para poder luchar
contra mi pecado. Porque en Él soy bendecido con toda bendición espiritual desde la
eternidad (Efesios 1: 13) , porque separados de Él nada podemos hacer (Juan 15: 5) , porque
Él es mi Sumo sacerdote, quien se compadece de mis debilidades, quien intercede ante Dios
por mí, quien me hace ver mi pecaminosidad y mi insuficiencia para que así no me quede
otra opción que correr a Él, para recibir Su ayuda (Hebreos 4:15-16).

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